Está en la página 1de 3

Noviembre 11, 2021

Vive el evangelio

en tu soltería

Ya que hemos sido compradas con la sangre del Cordero que fue inmolado por nosotras, como
resultado, le pertenecemos completamente a nuestro Salvador. Y este es el regalo más enorme que
hemos podido recibir: el evangelio; esto es, la vida y muerte del Salvador a nuestro favor. Y como
Guardar
bien sabemos, y tanto debemos recordárnoslo todos los días, el Evangelio es las buenas nuevas de
vida que hemos recibido porque Cristo vivió una vida perfecta, aquella que nosotras jamás
podremos vivir, y murió la muerte que nosotras merecíamos para darnos Su vida, una preciosa e
inmerecida dádiva de gracia por medio de la fe en Cristo Jesús. «Porque por gracia ustedes han sido
salvados por medio de la fe, y esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios» (Efesios 2:8).

El evangelio es la verdad que lo cambia todo, que nos transforma por dentro, y que nos trae de
muerte a vida, de oscuridad a luz, de perdición a esperanza. El Evangelio es la verdad que nos hace
nuevas en Cristo (2 Cor. 5:17), que nos da nuevos corazones (Ezequiel 36:26), que nos capacita para
amar, perdonar y servir a otros (Gálatas 6:9). De igual manera, el evangelio nos equipa para vivir y
nos permite disfrutar el poder de Dios en nosotras.

Vive

Pero en un mundo de caos como el nuestro, con todas nuestras pruebas y luchas contra el pecado, es
fácil sentirnos y vernos como meras sobrevivientes. Sin embargo, en realidad no fuimos creadas
meramente para sobrevivir, sino para vivir, porque en Cristo podemos vivir una vida plena. Cristo
mismo nos ha dicho que Él ha venido para que tengamos vida, y vida en abundancia (Juan 10:10).
Esto es, una vida llena de gozo en medio del caos que nos rodea, ya que nuestro gozo no proviene de
nuestras circunstancias externas, sino de nuestra posición delante del Señor. Pablo fue un excelente
ejemplo de que las circunstancias no tienen por qué dictar nuestro gozo (Filipenses 4:11).

Entender que Cristo nos ha dado una posición de perfección delante del Padre, nos lleva a considerar
una realidad aún más profunda: reconocer que la vida de Cristo nos ha sido imputada. Gálatas 2:20
nos dice: «Con Cristo he sido crucificado, y ya no soy yo el que vive, sino que Cristo vive en mí; y la
vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí
mismo por mí». Es Cristo en nosotras, es Su gracia y Su poder a través de Su Espíritu Santos en
nuestras vidas, capacitándonos para vivir conforme a la posición que ya se nos ha dado. 

Y con la gracia y el poder que se nos ha concedido (2 Pedro 1:3), es nuestra responsabilidad vivir en
conformidad a esa posición, creciendo en Cristo. Debido a que todavía vivimos luchando contra
nuestro pecado, disfrutamos en parte la vida plena que el Señor compró para nosotras, pero a
medida que nos exponemos a los medios de gracia, el Señor nos transforma «en la misma imagen de
gloria en gloria» (2 Corintios 3:18). 

Así pues, la única manera en que podemos vivir reflejando la belleza de nuestro Salvador es cuando
lo contemplamos. No vivimos espiritualmente cuando hacemos, claro que es importante lo que
hagamos en nuestra soltería, pero no es más importante de lo que somos delante del Señor. Porque
tenemos un Salvador que es Suficiente y nos suple de Su gracia para nuestro diario andar es que
podemos ser y hacer lo que es agradable delante de Él (Hebreos 13:21).

Soltería

Si bien somos llamadas a vivir como esclavas de Cristo en cada etapa de nuestra vida, la soltería es
una etapa única e irrepetible para crecer en nuestro andar con Cristo y profundizar nuestra relación
con Él. Si no aprendemos a desarrollar una devoción completa a Cristo en esta etapa, será mucho
más difícil hacerlo después. Además, no sabemos si el llamado del Señor para nosotras es
permanecer solteras durante los años de vida que Él nos dé. Nuestro llamado más grande en esta
vida, amada, no es el matrimonio, alcanzar algún tipo de grandeza, la carrera de tus sueños o tener
todos nuestros anhelos cumplidos, sino seguir a Cristo. 

Seguir a Cristo implica caminar con Él, disfrutando de Su presencia en nuestra vida diaria. Si hemos
de honrar y glorificar a Cristo, seguirle es la única manera de hacerlo, y a decir verdad, Cristo, quien
es nuestra vida, demanda todo de nosotras. Y, ¿cómo no lo haría si Él es el tesoro más valioso? Seguir
a Cristo es nuestro llamado sublime y supremo. Cristo demanda y merece toda nuestra atención,
todo nuestro amor, todos nuestros afectos, toda nuestra devoción.

No desperdicies tu vida
Sin darnos cuenta podemos llegar a un punto en que nos sentamos y esperamos a que el príncipe
azul llegue para que nuestra vida tome rumbo o significado, pero, ¿es esto realmente lo que el Señor
espera de nosotras después de habernos dado la vida de Su propio Hijo? ¿Es este el deseo y diseño
que Él tiene? ¡Por supuesto que no! Nuestra vida ya tiene rumbo y significado, dado que en Cristo
estamos completas (Col 2:10) y el evangelio nos ha dado una nueva vida. Y como lo mencioné
previamente, nuestro llamado más grande es: seguir a Cristo. El evangelio es un llamado a negarnos
a nosotras mismas, tomar nuestra cruz, y seguirle, amándole con todo nuestro corazón, alma, y
mente (Mateo 16:24; 22:37). No podemos desperdiciar nuestra vida, siguiendo la corriente de este
mundo, escogiendo lo más cómodo para nosotras. 

Así que, quiero animarte a vivir el evangelio en esta etapa en la que te encuentras. Niégate a ti
misma cada día, comienza con las cosas más pequeñas y que parecen tan ordinarias de tu día a día.

Invierte en tu iglesia local, discípula a jóvenes más chicas que tú. Ama y sirve a otros, pasando
tiempo conociéndolos, prestando un oído atento al que necesita ser escuchado, teniendo ojos
solícitos para reconocer sus necesidades.

También es importante que lleves el evangelio a aquellos con los que cruzas pasos cada día sin
conocer de Cristo. Pero por sobre todas las cosas, busca a Cristo de una manera única, con toda tu
atención, con toda tu fuerza, con todos tus deseos y afectos, para que puedas seguirle con una
devoción completa.

Disfruta este tiempo para conocer a Cristo de manera que en verdad Él sea tu mayor anhelo, tu más
preciado tesoro, y tu más íntimo amigo. Y que puedas decir como el salmista: «Oh Dios, tú eres mi
Dios; te buscaré con afán. Mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela cual tierra seca y árida donde
no hay agua» (Salmo 63:1).

Ayúdanos a llegar a otras


Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a
caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una
donación para apoyar nuestro blog de Joven Verdadera?

Donar $3

Sobre el autor

Vania Verboonen
Vania es originaria de Tlaxcala, México, pero actualmente reside en California,
donde está próxima a graduarse en Estudios Teológicos en la Universidad The
Masters.

Su más grande pasión es compartir el evangelio y ayudar a los creyentes a


equiparse para compartir su fe, así como enseñar a otros las verdades de la
Escritura. 

Le gusta pintar al óleo, leer y escribir. Disfruta también de un buen café y pláticas
acerca de la vida y de las luchas del día a día por ver los destellos de la gracia de
Dios en medio de las circunstancias difíciles.
Su deseo más grande es vivir disfrutando la suficiencia del Salvador y animar a
otros a buscar disfrutar de la misma. 

¡Hey chicas! Nos encanta escuchar de ustedes, pero nos sentimos limitadas por las formas en que
podemos ayudarlas.

Si buscas consejo te animamos a hablar primero con tu pastor o una mujer piadosa en tu vida, ya
que ellos sabrán más detalles de ti y te darán seguimiento y ayuda.Lo publicado en la sección de
comentarios no necesariamente refleja el punto de vista de Aviva Nuestros Corazones.

Nos reservamos el derecho de remover opiniones que puedan no ser de ayuda o inapropiadas. Puede
ser que editemos o removamos tu comentario si: * Requiere o contiene información personal como
emails, direcciones, teléfonos. *Ataca a otras lectoras. * Utiliza lenguaje vulgar o profano.

También podría gustarte