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La lírica de la segunda mitad del Renacimiento

Durante la segunda mitad del siglo XVI cambia el panorama cultural, artístico y literario por la
irrupción de la Contrarreforma. Tras la imposibilidad
de sofocar militarmente la Reforma Protestante, la
España de Felipe II se convertirá en líder de
ese movimiento de reacción católico surgido
del Concilio de Trento que proponía utilizar el arte
y la literatura como medio para propagar y fortalecer
los dogmas y preceptos de la Iglesia Católica. De este
modo, llega el reinado de la literatura ascética y mística a
España, un fruto tardío, puesto que en el resto de Europa ya se había abandonado el fervor religioso
medieval. En consecuencia, en la poesía de esta segunda parte del siglo es posible diferenciar varias
corrientes:

 La lírica profana (no religiosa) continuadora de la poesía petrarquista amorosa y de las


innovaciones temáticas, métricas y estilísticas introducidas por Garcilaso en la primera mitad.
 Poesía épica. En España destaca La Araucana, de Alonso de Ercilla, que relata las luchas entre
los conquistadores españoles y los mapuches en la Guerra de Arauco.
 La lírica religiosa, que adapta las innovaciones renacentistas a la expresión del
sentimiento religioso: conocer y llegar a Dios en esta vida como forma de lograr la
felicidad y la plenitud. Aquí encontramos, a su vez, dos grandes tendencias, la ascética,
representada por Fray Luis de León, y la mística, cultivada por San Juan de la Cruz y Santa
Teresa de Jesús).

ESCUELAS POÉTICAS
Tradicionalmente, la lírica de la segunda mitad del siglo XVI se ha estudiado a través de la
influencia de dos escuelas, la salmantina y la sevillana.

ESCUELA SALMANTINA

Es una escuela marcada por los temas morales,


filosóficos y religiosos y por la inspiración bíblica para
cristianizar temas paganos. Busca el equilibrio y la armonía
entre forma y contenido y se caracteriza por la sencillez y
la sobriedad. Será el germen de la corriente ascética en el
siglo XVI y de la corriente conceptista en el siglo XVII. La
figura más representativa de esta escuela es fray Luis de
León.

ESCUELA SEVILLANA

Se caracteriza por el predominio de la forma sobre el contenido y cultiva una poesía


brillante, sonora y musical, en consonancia con la tradición petrarquista. Junto con el círculo
antequerano-granadino será el germen del culteranismo en el siglo XVII. El máximo representante fue
Fernando de Herrera.
TRES VÍAS
Durante la segunda mitad del siglo XVI, como se ha visto, se produce una fusión del espíritu
religioso con los moldes de la Antigüedad clásica, por lo que este período ha sido denominado como
Segundo Renacimiento o Renacimiento cristiano. En efecto, los poetas religiosos siguen los
esquemas neoplatónicos, pero lo que harán será buscar la contemplación de la belleza para trascender
y fundir el alma con Dios.

En otras palabras, los ascetas y los místicos siguen un esquema trinitario que constituyen
las tres etapas en el camino de perfección y acercamiento a Dios.

- Vía purgativa. El cuerpo es concebido como la cárcel del


alma y esta debe purificarse abandonando los vicios y
pasiones terrenales. La eficacia de esta primera etapa
depende exclusivamente de la voluntad humana, pues para
conseguir la purificación, son esenciales la penitencia, la
oración y la mortificación.
- Vía iluminativa. En este proceso de purgación de pecados
se llega a la vía iluminativa, la vía del conocimiento que,
como una luz, nos guía hacia Dios. A este punto se acercan
los ascetas, pero solo los elegidos que continúen por la vía
de la luz podrán gozar de la presencia de Dios.
- Vía unitiva. Corresponde únicamente a la mística y alude
al momento de la íntima unión con Dios. El mundo no
significa ya nada y el alma entra en un éxtasis inefable que
dura unos instantes, unos segundos en los que los sentidos
quedan suspendidos y se goza del bien supremo.

LA ASCÉTICA
Racional y accesible a todo aquel que quiera seguirla, la ascética busca el conocimiento
racional de Dios a través de la vida sencilla y retirada. Mediante la práctica de las virtudes
(templanza, fortaleza y prudencia), así como el estudio, la oración y el dominio de las pasiones, se
busca lograr la máxima perfección del espíritu. Asimismo, los ascetas se dedican a
la contemplación y al conocimiento de la Naturaleza, cuya belleza y armonía perfectas se
consideran reflejos de la belleza divina. Por tanto, la ascética se sitúa en torno a las dos primeras vías
religiosas, la purgativa (purificación de lo sensorial) y la iluminativa (quietud espiritual que alcanza el
alma).

FRAY LUIS DE LEÓN

Es el principal representante de la ascética y constituye el


perfecto ejemplo del humanista cristiano, pues concilia la
admiración por los clásicos grecolatinos con la religiosidad y un
profundo conocimiento de los textos bíblicos. Lo más destacado de la
poesía de fray Luis de León son sus veintitrés odas, escritas en su
mayoría en liras. Destacan especialmente dos: Oda a la vida retirada
y Oda a Francisco Salinas.

Su obra poética se basa en el tópico itinerarium mentis in


Deum, un deseo de huida del mundo, percibido como un lugar sombrío y
hostil, donde gobierna el desasosiego. Quiere alcanzar, a través del conocimiento, un movimiento
ascendente que lo conduzca al cielo, la armonía y la paz espiritual. Propone apartarse del mundo para,
en la soledad de la naturaleza, encontrarse con uno mismo (introspección personal) y lograr la
serenidad interior. Desarrolla especialmente los tópicos de beatus ille y aurea mediocritas.

LA MÍSTICA
Reservada a unos pocos, la mística va un más allá que la ascética. Son poemas que tratan de
reflejar lo que sienten aquellos elegidos que, tras dedicar su vida a la contemplación y el conocimiento
de Dios, son premiados con el don de la experiencia mística, momento en que el alma abandona
el cuerpo y se funde con Dios. Por tanto, son poemas que intentan expresar lo inefable, lo que no
se puede expresar con palabras, y que además el lector seguramente no va a conocer ni experimentar:
la felicidad suprema y absoluta de la fusión mística con Dios.

Precisamente, la inefabilidad de la experiencia mística y del éxtasis hace que el poeta


tenga que recurrir a la connotación del lenguaje (alegoría, símil, paradoja). El místico solo puede
sugerir simbólicamente ese gozo y para ello recurre al campo semántico del amor y la sensualidad. Es
lo que se denomina como contrafactum, la imaginería del amor humano es traspasada
alegóricamente a lo divino. Entre sus fuentes se encuentran la poesía cancioneril, la poesía
italianizante y el Cantar de los cantares. Esta obra bíblica, que fue traducida al castellano por fray
Luis de León, narra el amor entre un hombre y una mujer que simbolizan el amor entre Cristo y la
Iglesia o entre el alma y Dios.

SANTA TERESA DE JESÚS

Es una de las grandes figuras de la literatura mística. El amor que siente la santa será una
flecha dorada que le atraviesa el corazón y le produce increíbles paradojas como “Vivo sin vivir en mí”.
Sus obras más destacables son Camino de perfección, consejos para mostrar a sus monjas el
camino de perfección de la vida monástica y contemplativa; Libro de la vida, una autobiografía
espiritual o diario íntimo de oración; y Las moradas o el Castillo interior que, inspirado en los
libros de caballerías, concibe la vida espiritual del
hombre como un castillo y el alma tiene que recorrer
sus siete aposentos antes de alcanzar la unión con Dios.
Además de estas, sobresalen sus poemas, escasos, en
los que transmite su experiencia desde la mayor de las
delicadezas.

SAN JUAN DE LA CRUZ

San Juan de la Cruz emplea el amor humano


como símbolo de esa unión mística. Así, tenemos poemas en los que narra una experiencia
amorosa entre una Amada (el alma) y un Amado (Dios), pero que admiten una doble lectura:
como poema amoroso (literal) o como poema religioso (simbólico). De hecho, San Juan tuvo que
publicar largos comentarios donde explicaba este significado simbólico y religioso de sus obras.

Sus principales poemas son Noche Oscura del Alma, en el que describe la unión del alma con
Dios mediante la imagen de una muchacha que se escapa por la noche de su casa para encontrarse con
su amado, y Cántico espiritual, una "égloga a lo divino" donde adapta la temática-bucólico
pastoril: una chica busca a su amado en un naturaleza idealizada hasta que se produce un
maravilloso encuentro amoroso en una fuente. También es notable Llama de amor viva, en la que
se refleja el grito del alma abrasada en la llama del amor divino (ignis amoris).

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