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Parte 1
Parte 2
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Heidegger, M. Conceptos fundamentales de la filosofía antigua
(Trad. G. Jiménez; 1o ed.). Buenos Aires, Argentina, Waldhuter Editores, 2014. p. 86-92
fragmentos lo que encontraríamos dentro serían siempre ahoras. Por ende, el
no-ahora (no-ser) es inconcebible. No hay grados de ahora, el ahora no es
ninguna otra cosa más que ahora, todo es ahora y es el mismo ahora. Podemos
entonces llegar a la conclusión de que ahora=ser.
Entonces, al llegar a esta conclusión se determina de un modo más
profundo la identidad de ser y pensar. Lo aprehendido es lo expresado sobre el
ente, solo se da con el ente y por el ente. Es lo que es el ente es ser. Todo
aprehender es aprehender un ente y también es él mismo un ser.
La segunda parte del poema comienza en el fragmento 19 hablando
acerca de la teoría del conocimiento, la cual dice que solo tiene la apariencia
del ente, porque ahora es y ya no es más. De esa manera se aseguran que los
nombres permanecen, aunque lo nombrado desaparece. Es por eso que
cuando hablamos emitimos sonidos que en realidad están vacíos. Único es solo
el ser mismo, lo demás se sostiene a lo cambiante: lo que ahora no es, aún no
es y ya no es más.
Es por eso que en la problemática ontológica señalamos que Parménides
señala la unidad, integridad e inmutabilidad del ser y se mantiene positivo a
partir de los fenómenos del tiempo.
Parte 3
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Heidegger, M. Conceptos fundamentales de la filosofía antigua
(Trad. G. Jiménez; 1o ed.). Buenos Aires, Argentina, Waldhuter Editores, 2014. p. 77-81
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Calvo, G. A. Razón Común. Heráclito (2.ª ed.) Madrid, España, Editorial Lucina, 1999. p. 175-180
misma”, es decir, dos modos opuestos de ideación del movimiento. Sin
embargo esta contradicción queda anulada con la observación del movimiento
helicoidal -avanza derecho en tanto en cuanto gira y tanto más gira cuanto más
quiere avanzar derecho- por ende nos damos cuenta de que el sujeto de esa
suposición no puede ser un móvil corriente, entonces pasará a ser algo sin
resolver.
La noción de “móvil” queda entonces cuestionada por la coincidencia en
uno del recorrido curvo y del recto. En esta anulación se implica el
descubrimiento de la unidad del objeto como contradicción interna. De esta
manera se aprecia la afirmación de Heráclito donde dice que para que la razón
se vea reflejada en la Realidad -a esto le da el nombre de “fuego”- es necesario
la existencias de contradicciones en ese fuego para poder generar una unidad
en el sujeto.
La segunda cuestión que señala Heidegger es el lógos como principio del
ente. El lógos para Heráclito era primordial la hora de entender la realidad. En
primera instancia reconoce que la realidad es lógica y, recordando su
perspectiva de cómo se presenta la realidad, la oposición entre dos cosas es un
caso de lógos, donde para ser dos, tienen que ser una y la misma al mismo
tiempo, pues en el lógos se atribuye la proclamación que dice que “todas las
cosas son y no son una -múltiples-”5.
Encontramos otros verbos realmente esenciales para la realidad de las
contradicciones, por ejemplo cuando dice “no quiere” y sin embargo “quiere”
son términos que tocan al principio mismo de voluntad -como el verbo ethéló,
que significa “estar dispuesto a”, “no tener inconveniente en”, junto a
boúlomai, que implica más bien algo como “tener empeño en”, “estar en la
decisión de”-, que tocan al centro mismo del ser; y por otra parte, lo que no
quiere y quiere es que se le diga o razone, légesthai, el verbo de que es nombre
lógos.
El siguiente aspecto que Heidegger define con importancia filosófica es
el descubrimiento y definición del alma. Heráclito dice que tanto el vivir como
el morir está tanto en el vivir nosotros como en el estar muertos: que cuando
nosotros vivimos, están muertas nuestras almas y sepultadas en nosotros, y
cuando nosotros morimos, las almas resucitan y viven6.
5
Calvo, G. A. Razón Común. Heráclito (2.ª ed.) Madrid, España, Editorial Lucina, 1999. p. 99-128
6
Calvo, G. A. Razón Común. Heráclito (2.ª ed.) Madrid, España, Editorial Lucina, 1999. p. 313
Las fórmulas de razón pueden oírse referidas a uno mismo, en cuanto ser
moral; o referidas a los movimientos y transformaciones de los elementos
físicos. Lo que la razón no consiente es que se refieran a lo uno o a lo otro por
separado, sino de ambos modos al mismo tiempo, porque entonces las piedras,
los elementos o los átomos, moviéndose y transformándose, adquieren un
alma. En cuanto pretendemos ser reales o tener un alma, nos tenemos que
someter a las mismas condiciones y contradicciones que a la noción de “un
móvil” le pertenecen en general.
También habla de psychaí “ánimas”, lo que implica que el ánima puede
ser de uno. Las ánimas por tanto son en cierto sentido individuales y prestas a
la numeración. Esa contradicción produce la interminabilidad del cálculo de
almas y vidas para uno de nosotros: pues es evidente que la profundidad
inalcanzable de la razón del ánima o sus límites se refiere al número
constitutivo de una cualquiera de nuestras ánimas, se refiere al número de las
ánimas, contemporáneas y sucesivas, en que la noción de “alma y vida” se
presenta distribuida o distribuyéndose7.
Lo último que encontramos que Heidegger destaca de la obra de
Heráclito es su valoración de la filosofía y su transición a Parménides. En el
poema de Parménides, aquel donde le habla la diosa, encontramos que
después de apartarlo de lo que no es, le advierte de la misma. A pesar de todas
las dudas que los estudiosos han mostrado en este tema, no puede ser otra
que la de la lógica heraclitana, aunque la diosa no quiere atribuirla a un único
pensador. Sin embargo encontramos una clara referencia a Heráclito en el
fragmento donde dice: “a quienes ser y no ser les da en sus leyes lo mismo / y
no lo mismo, y hay ruta de contravuelta de todo”.
La diosa ha de tener especial empeño en refutar, a fin de que quede
como única vía la que dice “es”. Esta sería aquella donde el hecho de que el que
es lo que es, sea lo que es. No se determina por el hecho de que no sea lo que
no es, sino que se establece en sí mismo y por sí mismo8. Son razonables las
fórmulas de razón, se muestra en el hecho y el proceso la necesidad de los
predicados contradictorios, “el mismo” y “no el mismo” recayendo sobre un
mismo ser que pretenda ser verdadero al mismo tiempo que real. Es por eso
que debido al profundo estudio del lógos que hizo Heráclito, entenderemos
7
Calvo, G. A. Razón Común. Heráclito (2.ª ed.) Madrid, España, Editorial Lucina, 1999. p. 215-297
8
Calvo, G. A. Razón Común. Heráclito (2.ª ed.) Madrid, España, Editorial Lucina, 1999. p. 183-189
que fue vital para la composición del poema de Parménides, pues la diosa
transmite las ideas del primero al segundo para que pueda entender el ser y lo
real a partir de las contraposiciones. A partir de este punto, Parménides logra
avanzar más allá, situando a la verdad como aquello a lo que apunta todo
conocimiento y todo pensamiento.
Parte 4
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Heidegger, M. Los problemas fundamentales de la fenomenología (Trad.
J. J. García Norro; 1a ed.) Madrid, España, TROTTA, 2000. p. 277-327
hay que llamarlo ente temporal por antonomasia. De esta manera queda claro
por qué no se llama temporal a un ente como una piedra, se debe a que su ser
no está determinado por la temporalidad.
El Dasein es en sí mismo temporal. Está orientado al ente en el sentido
de lo subsistente, de esa manera determina su propio ser a partir del modo de
ser de lo subsistente. El ente es encontrado en el tiempo y todo objeto que
pueda encontrar está abarcado en el tiempo10.
La estructura esencial de la temporalidad es la unidad extática cerrada
sobre sí misma de futuro, pasado y presente. Ya hemos mencionado que esta
misma es la posibilidad de la constitución ontológica del Dasein, pero debemos
contar con que le pertenece la comprensión del ser y, por otra parte, el Dasein
se relaciona con el ente que no es él y consigo mismo. Por lo que entonces la
temporalidad también es la condición de posibilidad de la compresión del ser
que pertenece al Dasein. Por eso entendemos que el ser es comprendido y
concebido a partir del tiempo. Cuando la temporalidad funciona como una
condición de este tipo, recibe el nombre de temporaneidad.
Si en la comprensión del ser se encuentra un comprender y la
comprensión del ser es constitutiva de la constitución del Dasein, entonces el
comprender es una determinación originaria de la existencia del Dasein,
independientemente de si el Dasein practica una ciencia explicativa o
comprensiva. A la existencia del Dasein le pertenece el ser-en-el-mundo, y de
tal forma que este ser-en-el-mundo se ocupa de ese ser, es decir ese ente. Es
decir el Dasein tiene en su mano puesto que se comporta de este o aquel
modo respecto a su poder-ser.
Solo entendemos el ente cuando lo proyectamos hacia el ser, el ser
mismo debe ser en cierto modo comprendido, por lo que debe ser proyectado
hacia algo. Por eso buscamos el vínculo entre la experiencia del ente, el
comprender el ser y el proyectar hacia que se encuentra a su vez en el
comprender el ser. Vale con que entendamos la diferencia de la comprensión
existencial del Dasein y la comprensión del ser que proyecta el ser hacia algo.
Por eso la temporalidad debe ser también la condición de la posibilidad de la
comprensión del ser y la posibilidad del proyecto del ser en el tiempo.
10
Heidegger, M. Los problemas fundamentales de la fenomenología (Trad.
J. J. García Norro; 1a ed.) Madrid, España, TROTTA, 2000. p. 329-337
En razón de su carácter extático, La temporalidad hace posible el ser del
ente que existe como un yo junto con otros y que trata con el ente como lo a la
mano o lo subsistente. Hace posible el comportamiento del Dasein como
comportamiento respecto del ente, ya sea respecto de sí mismo, respecto de
los otros o respecto de lo a la mano o lo subsistente.11
En la Grecia clásica encontramos que Tales definió el ente diciendo que
era agua, por lo que tomó un ente para definir un ente. Por eso podemos decir
que en realidad lo que acabó definiendo es el ente en tanto que ente. En los
problemas realizados por Platón y Aristóteles encontramos también este tipo
de definición aunque fuera la respuesta del ser como ente y no algo como el
ser.
El Dasein conoce algo como el ser. Comprende el ser y se comporta
respecto del ente. La diferencia está ahí, tiene el modo de ser del Dasein,
aunque no sea plenamente consciente, pertenece a su existencia. En realidad
la mera existencia quiere decir estar llevando a cabo esta distinción porque
solo un alma que puede hacer esta distinción es capaz de llegar a ser el alma de
un humano. La diferencia entre el ser y el ente está temporalizada en la
temporalización de la temporalidad.
Debido a que cuando expresamos esta distinción entre el ser y el ente,
estos términos se contrastan entre sí, el ser convierte entonces en una
conceptualización -logos-, por eso esta distinción es llamada diferencia
ontológica y mantuvo en una afirmación no del todo correcta a los filósofos de
siglos pasados.
11
Heidegger, M. Los problemas fundamentales de la fenomenología (Trad.
J. J. García Norro; 1a ed.) Madrid, España, TROTTA, 2000. p. 378-391
los siglos posteriores donde podemos llegar a respuestas más precisas o que
satisfacen de mejor manera sus cuestiones.
Aún así, la compresión de la ontología requiere de grandes estudios y
considero que es aún es muy probable de que, en caso de seguir vigente la
filosofía- en siglos siguientes se lleguen incluso a respuestas más complejas e
incluso nuevos términos para aquello que ya creemos conocer. Y aún a pesar
de esto, seguirán siendo vitales las lecturas de aquellos grandes primeros
filósofos para intentar comprender el ser y el ente.
Bibliografía
Lucina, 1999.