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Bogotá ha sido una ciudad de máxima importancia para Latinoamérica, centro cultural e

internacional, donde hemos visto muchos movimientos culturales revolucionarios. Bogotá tiene
mucha historia de arquitectura vernácula, empleando materiales naturales como el ladrillo. La
ciudad obtuvo radical desarrollo en el modernismo, por la gran migración de campesinos a la
ciudad así que se implementó la construcción de concreto, que permite una construcción más
económica y rápida. Restos de este movimiento se observa en el Centro Internacional de Bogotá,
donde lucen rascacielos y proyectos monolíticos para dar residencia y trabajo para la población.
Un problema que trajo el modernismo fue el cambio climático, ya que el concreto reforzado tiene
una vida útil de 100 años, y el material no puede ser reciclado, presentando un problema a futuro
de mancha urbana. Otro problema que surgió de este rápido crecimiento fue la segregación social,
que dio auge al crimen organizado, que se extendió hasta las calles, y abundó gracias a los
espacios públicos confinados de concreto. Esta inseguridad presentaba un grave peligro para la
población, ya que el 50% de la población se traslada a pie, y este problema se ha ido solucionado
con el desarrollo de más espacios públicos abiertos, parques públicos, y caminos peatonales
amplios con vistas desde diferentes puntos, con la filosofía de que el humano tiende a no cometer
actos malignos cuando tiene ojos sobre él, así los ciudadanos se cuidan entre sí con el sentimiento
de comunidad. El sentimiento de comunidad se refleja en la cultura, en los temas y actividades
que a todos nos interesan, como la historia del país, el ejemplo principal que se expresa en la
arquitectura, es la plaza de toros, un edificio al aire libre donde toda la gente se sienta de manera
concéntrica con la mirada en el arte de la corrida de toros, una tradición que todos disfrutan en
comunidad. Rogelio Salmona toma esta filosofía de comunidad y lo comienza a implementar en
sus obras, la principal siendo las Torres del Parque, que toma como eje radial la plaza de toros, y
tiene una forma concéntrica, y de material de ladrillo, que según el arquitecto, genera mucho
trabajo para la población, desde su manufactura a su ensamble, más tardado que el concreto,
pero más eficiente térmicamente, con capacidad de crear formas ornamentales, y menos impacto
ecológico. Esta filosofía fue la que comenzó muchos movimientos de desarrollo comunal en
Bogotá.

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