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Consignas:

1) Expresar una noción de Comunicación Social

teniendo en cuenta el texto de Von Sprecher.


2) Esquematizar la idea de comunicación de Von Sprecher (Opcional).

3) Según Hasan ¿Cuál es la encrucijada del nuevo siglo? Exprese con sus

palabras.

4) Realice un trabajo monográfico donde exprese como es la cultura

actual donde debe objetivarse la escuela (Mínimo dos hojas).

Desarrollo
1. Teniendo en cuenta el texto de Von Sprecher y los tres conceptos que el plantea de Comunicación
Social, puedo decir, como noción de la misma, que es un tejido de acciones provenientes de las
personas como agentes sociales, que tiene que ver con el contexto social, histórico y cultural en el
cual se encuentren los mismos. A su vez, esos mensajes sirven también para la conformación de las
diversas identidades y modelos de sociedad.

2.
Canal

E R
Este esquema demuestra el sencillo sistema comunicativo: Una fuente que emite un mensaje (Emisor), lo
envía por un canal y del otro lado lo recoge un Receptor, si este produce alguna respuesta, se provoca una
retroalimentación.
Esta primera imagen está basada en “el modelo matemático” de Shannon y Weaver que dicen que la
comunicación es un proceso lineal en donde un emisor transmite un mensaje usando un canal; la señal
es recibida (puede ser alterada por ruidos) por un receptor a partir del cual el mensaje llega al
destinatario.
Este esquema sigue el planteo de David Berlo, pero él mismo incluye otros elementos:
a) La fuente de la comunicación.
b) El encondificador
c) El mensaje
d) El canal
e) El decodificador
f) El receptor de la comunicación.
Sonoro
Dec
F =
E D Audiovisual Receptores
.
Visual

Soportes de Sentidos Heg. Global Cont

C Neg.

S
* Agente Individuales
* Agentes Colectivos
Visiones del mundo

Contexto Socio-Histórico
Esquema: Toda comunicación parte de una F (fuente) o E (emisor).

Esta/este produce discursos D que a su vez son el soporte de sentidos S

que dependen de un contexto socio histórico. Es por ello, que esos sentidos son
las visiones del mundo o de la realidad que cada persona o sociedad (agente) en
forma individual o colectiva interprete la realidad. Al interpretarla y expresarla,
se produce la codificación C que se origina cuando el agente social recurre
a códigos para descifrar el mensaje. El codificador se vale de signos (visuales,
audiovisuales o sonoros) para hacer entender su mensaje ante los receptores.

Estos, pueden ser de carácter múltiple y son los decodificadores del mensaje,
De
que va a depender del tipo de sentidos . Esto, y citando al autor, es lo que
nos va a llevar a:

 La asimetría en la comunicación

 La promoción de lecturas determinadas

 La diversidad de “decodificadores” posibles.

De acuerdo al carácter de la decodificación, estas pueden ser:

 Hegemónicas dominantes: se produce cuando el decodificador decodifica


(valga la redundancia) el mensaje en los términos y con los códigos en los
que ha sido elaborado. Es decir, logra un entendimiento acorde a lo que se
quiere expresar por lo que “opera dentro del código dominante”. Esto tiene
que ver con la voluntad del poder, ya que si existe el poder existe la
asimetría.

 Posiciones negativas: aquí el decodificador “contiene elementos


adaptativos y de oposición”, es decir que, a diferencia del enfoque anterior,
puede elaborar sus propias definiciones a partir de un discurso dominante
(que sigue siendo el mismo), pero teniendo en cuenta su propio interés.

 Global contraria: Son las relaciones contrariadas y establecidas que


producen una diferencia y un sentido en el discurso.

A su vez, todo este esquema esta intercedido o atravesado por las cuestiones
socio históricas y culturales. Ya que depende de los agentes individuales
(personas) y agentes colectivos (instituciones, organizaciones) del tipo de
discurso que se quiera transmitir.

3. El texto de Fernández Hasan está planteado bajo el análisis de un modelo de Estado político, que es
el modelo neoliberal. Este tipo de gobierno se plantea a un tipo de sociedad, de mercado y por lo
tanto de ciudadano. “Hoy se trata de subordinar la ciudadanía a la economía”. Por ende, las
funciones que se plantean las instituciones en este tipo de modelo son diferentes, como es el caso de
la escuela.
La escuela, cuyo rol en la Edad Media estaba a cargo de la Iglesia, luego, en El S. XIX pasó a cargo
de los Estados, hoy en día a dado un gran paso hacia la mediatización y las nuevas tecnologías.
Es por ello, que la idea principal de la escuela en el modelo neoliberal fue el “enseñar” y formar, no
solo a ciudadanos sino a futuros consumidores.
La sociedad, movilizada por todo el avance de la globalización y los medios de comunicación, se
convierte en una sociedad “reality show”. Es decir, los ciudadanos ya no solo se atienen a modelos
locales, sino que están al tanto de las problemáticas a nivel mundial. O sea, las personas deben
ajustarse al ritmo de sociedad actual: personas globalizadas que conforman las llamadas “aldeas
globales”.
En este contexto, la escuela se presentó en una transición en la cual los valores tomaron otra
dirección.
En la actualidad, esa labor que le correspondía a la escuela está en manos de los medios de
comunicación que son los encargados de “formar” al ciudadano: un ciudadano global que reemplace
al ciudadano local.
Ahora bien, Hasan plantea una encrucijada: ¿un ciudadano formado por la escuela o los medios de
comunicación? ¿Cuál sería la función de la escuela en las nuevas sociedades y en las futuras?
Teniendo en cuenta esto, se entiende que la escuela tiene los conocimientos y se centra en la
producción del conocimiento. Por su parte, los medios, transmiten tipos de conocimiento. Ante todo
esto, el ciudadano y la sociedad toda se plantean el impacto de la globalización lo cual, como dice la
autora, provoca “una notoria falta de legitimación” de los conocimientos.
Es así, que se provoca una suerte de competencias entre ambas estructuras y sistemas que se ven ante
una crisis, una etapa de discontinuidad histórica como lo menciona Arturo Roig.
En fin, se encuentra esta convergencia (en el mercado) divergente (en la identidad) entre la escuela y
los medios, y en el centro, la formación del ciudadano.
Introducción
Como fenómeno sociocultural la educación es entendida como el encuentro de lo
individual y lo social y es un proceso que expande a la conservación y/o reproducción sociocultural.
De este modo, la escuela se va constituyendo como institución destinada a producir un determinado
orden social y a reproducir las estructuras y organizaciones sociales modernas existentes.
La obsesión, por llamarlo así, que nace de la necesidad de vincular a la educación con los
avances de la ciencia y la tecnología, para que ella contribuya al progreso social ha llevado al cambio
en las sociedad desde la Edad Media, pasando por los Estados como entes reguladores de la
educación y reproducción de los conocimiento hasta los medios de comunicación: nuevos
encargados y “maestros” de nuestros días.; de allí se infiere que la educación requiere cambios tan
acelerados como los que se viven en la revolución científica, técnica y tecnológica. Esto implica,
básicamente, que las prácticas educativas no se llevan a cabo sólo en las instituciones educativas
específicas, sino en muchas otras agencias sociales.
A lo largo de la historia, los medios de comunicación han ido avanzando en paralelo con
la creciente capacidad de los pueblos para configurar su mundo físico y con su creciente grado de
interdependencia. La revolución de las telecomunicaciones y de la transmisión de datos ha empujado
al mundo hacia el concepto de “aldea global”. Hay quienes sostienen que los medios de
comunicación tienden a reforzar los puntos de vista personales más que a modificarlos, y otros creen
que, según quién los controle, pueden modificar decisivamente la opinión política de la audiencia. En
cualquier caso, ha quedado demostrado que los medios de comunicación influyen a largo plazo, de
forma sutil pero decisiva, sobre los puntos de vista y el criterio de los receptores.
Ahora bien, la controversia está planteada justamente, en el papel de la escuela en este
contexto caracterizado por el tejido de las relaciones superficiales y de la capacidad y ubicación de
cada estructura en este nuevo esquema cultural.

Cultura, comunicación y educación en ámbitos sociales

La educación es un proceso que tiende a la conservación y/o reproducción sociocultural.


De cualquier modo, como proceso colectivo moderno, la educación está determinada por
la contradicción entre conservación y creación cultural y entre reproducción sujeta a cambios
comunicacionales globales.
Así, la escuela se ve como una institución cuyo objeto es generar una manera de organizar
los procesos de socialización, de habilitación para funcionar cotidianamente y de transmisión y uso
de conocimientos, que debe entenderse en relación con otros elementos organizacionales de la
modernidad (los mercados, las empresas, las hegemonías, el poder), y con sus rasgos propios (la
sociedad capitalista, la cultura de masas): el reconocimiento de la actividad informativa como un
fenómeno especifico de la modernidad (…) el problema de la comunicación colectiva en el contexto
genérico del sistema de relaciones sociales, como un decisivo componente estructural en el origen
de la nueva cultura pública (Dr. Francisco Sierra; “Elementos de la teoría de la información”, Ed.
MAD).
Esto nos lleva a repensar a la comunicación como “medios”, transmisión”, “información”
descuidando muchas veces su dimensión humana y social. Cabe aclarar que se debe entenderla como
un acto social productor de relaciones y de sentidos, acto de construcción colectiva, atravesado por la
historia y la cultura.
Pero en definitiva, el sujeto se constituye dentro de varias prácticas sociales las cuales
están atravesadas por la ideología, estas prácticas pueden ser políticas, económicas, jurídicas, etc.
Entonces, en la divergencia de prácticas es donde se puede analizar y proyectar el papel de la escuela
actual visualizada desde las nuevas culturas conformadas bajo el término de “cultura de masas”, que,
como bien dice Sierra “la era de los medios es, en efecto, la era de la cultura de masas”.
Las nuevas tecnologías desde principios del siglo XX han programado nuevas formas de
producción cultural, han cambiado a los sujetos y a las entidades sociales en su proceso consumista.
Por ende, ha dado vuelta y media al sentido mismo del concepto de conocimiento en el presente. Por
lo tanto, la brecha cultural se va ampliando significativamente entre lo conocido escolarmente y el
futuro tecnológico que le pisa los talones.
Entonces, podemos ver a la comunicación, la educación y lo social como una sede de
enfrentamientos y luchas perpetradas por la idea de progreso de los mismos actores. ¿Puede
considerarse a ésta una contradicción teniendo en cuenta que la conformación de la sociedad y la
comunicación de la misma se basan en el conjunto de intercambios de la red discursiva de una
sociedad? Más que una lucha de agentes, quizás sea más coherente verla como una red de intereses
de dichos agentes sociales individuales o colectivos. Tanto Ortega y Gasset en “La rebelión de las
masas” como Gustave Le Bon en “Psicología de masas” nos advierten sobre una cultura amenazada

por la tensión y la ruptura de la identidad moderna ante el advenimiento de las masas


como sujeto colectivo.
Los principios estructurales pueden definirse como las propiedades estructurales de raíz
más profunda, que están envueltas en la reproducción de las totalidades societarias (Giddens, 1995:
54). Dentro de esos principios, podemos encontrar rasgos de cultura impartidos por la escuela y,
como dice Giddens, al tener una raíz profunda, son de fácil reproducción en las sociedades de masas.
Algunos de ellos pueden ser la permanente lucha contra otros modos de educación provenientes de
otras formas culturales (al estar en un contexto globalizado estamos inmersos en prácticas que no son
propias a nuestras creencias sino a costumbres mundialmente reconocidas) y la configuración de un
encargado de la distribución escolarizada de saberes, prácticas y representaciones (es el caso del
maestro moderno).
Estas problemáticas han sido foco de estudios de pedagogos que casi lo han tomado, como
dice la introducción, como una obsesión sobre el cambio que obstruye la comprensión de la relación
entre lo educativo y la cultura. A su vez, todo ello, en realidad separa lo cultural de lo netamente
pedagógico.
Uno de esos caprichos es lograr la claridad ya que genera tranquilidad al espíritu y le
proporciona a los sujetos tranquilidad y seguridad al poseer una certeza. Pero tener las cosas claras
obstaculiza la búsqueda de nuevas interpretaciones distintas a las dominantes o hegemónicas que
muchas veces son los modos en los cuales se descodifican, como dice Von Sprecher, los discursos o
mejor dicho, los códigos de los mismos. A la vez, margina o silencia otras voces y preguntas.
La obsesión por la eficiencia, que se ha instalado en los discursos de la política educativa, vinculada
con el rendimiento, la calidad (siempre entendida como cantidad), la productividad y la excelencia.
“…Aparece en casi todos los programas de innovación educativa y de modernización, que se
transforman en fetiches para los docentes, y en las propuestas de planificación de las actividades
educativas, lo que implica generalmente que el que planifica está por arriba del que ejecuta.”
(César Carrizales Retamoza (1993), “Las obsesiones pedagógicas de la modernidad”, En
Modernidad y posmodernidad en educación, UAS-UAEM).
Otro tema interesante es el de la necesidad de relacionar a la educación con los avances
modernos, para que ello contribuya al progreso social. La obsesión por la velocidad y los resultados
rápidos (se recuerda que se disfraza calidad por cantidad) ha contribuido a la “muerte” de la reflexión
como una actividad lenta y complicada frente a una realidad que se impone de manera evidente.
Si bien la incertidumbre posmoderna ha evidenciado y, a la vez, ha puesto en crisis este conjunto de
obsesiones propias de la escolarización, ellas aparecen diseminadas por todas partes sin tener un
lugar preciso y han sido incorporadas en el imaginario social y el discurso pedagógico. Las
obsesiones se han extendido a la generalidad de las prácticas sociales en virtud de la cultura escolar.
Como bien dice Aníbal Ford en su “Navegaciones: comunicación, cultura y crisis”, no se
debe confundir comunicación con medios y no enfrentar medios con cultura. Por lo tanto, la escuela
juega un papel importante a la hora de discernir entre ambos.

Comunicar y educar: dos caras de nuestra cultura


“Las sociedades se reorganizan para hacernos consumidores
del siglo XXI y regresarnos como ciudadanos al XVIII”
García Canclini (1995;25)

En la conformación del mundo cultural se producen adhesiones a determinados discursos


que modelan, reafirman y transforman nuestras prácticas heredadas. Resulta imposible
desprendernos de este “mundo cultural” que nos otorga los marcos de comprensión de nuestra
realidad más inmediata. Los espacios nos habitan y nosotros somos habitados por ellos; es decir, nos
portan de significados y, a la vez, los resignificamos a partir de otras prácticas que ponemos en juego
allí.
Según Appadurai, las formas culturales no se circunscriben a las fronteras territoriales
sino que son flujos de prácticas y sentidos que circulan por todo el mundo.
Así, los diferentes paisajes culturales se desplazan en distintos contextos socio-históricos
y obtienen diferentes sentidos según la mirada de los actores involucrados.
En una globalización que, por un lado localiza y fragmenta, la imaginación adquiere un
poder único en la vida cotidiana de las personas. (Valeria Fernández Hasan; Revista Confluencia.
Comunicación Social; UNCuyo; Año 1, N°3).
Como fuente y su vez, al medio de todo este proceso están dos polos: los medios de
comunicación por un lado, creadores de imágenes y modelos que incitan a ser copiados; y por el
otro, la escuela, lugar donde los sujetos pueden internalizar un conjunto de hábitos y prácticas
relevantes en relación al mundo público.
Ante esta aproximación a ambos “polos”, los dispositivos de transmisión y se enseñanza y
aprendizaje ya no serán jamás los mismos. Ante los medios y avances de la era moderna, yacen
desdibujadas las viejas conductas y practicas educativas.
Por otra parte, otro problema que resalta es el hecho de que en las sociedades
democráticas, la discusión se centra en quienes realmente tienen el acceso a la información y la
pregunta sería: ¿Esta la escuela incluida en ese ámbito de inserción de la información y a la altura de
los grandes movimientos culturales o son los medios de comunicación los que se niegan a darle un
lugar a las instituciones educativas para aprovechar las oportunidades y efectivizar cambios y
mejoras?. Todo esto es un trabajo que se debe realizar en conjunto y sin desmerecer ni uno ni otro
extremo, sino la coexistencia de ambos.

Conclusión

Ahora bien, en este plano de distribución de la información es donde la escuela debe percatarse del
convencimiento que la información provoca y en donde debe edificar su construcción partiendo de la
propia práctica como ente socializador y recuperar su lugar sin dejar de tener en cuenta las nuevas
configuraciones sociales y culturales.
Es en este marco donde nosotros mismos debemos advertir la función de la escuela en la creación de
identidades.
Pero, ante todo, se debe tener en cuenta y lograr la adhesión de ambos instrumentos de
cambio, es decir, poner a la tecnología al servicio de la educación para un mayor desarrollo social.
Si bien la escuela, como institución socializadora de conocimientos no desaparecería, si
podría volverse obsoleta en los tiempos venideros, es preciso enseñar a seleccionar información, a
crear y convivir con los nuevos hábitos.
Al margen de las políticas sociales y económicas a las cuales debe ajustarse la realidad
educativa actual, se deben “crear” sujetos capaces de concientizarse en un nivel superador de la
realidad. Es decir, reorientarse ante la educación y su permanente movimiento ya dentro del mismo
subsisten: conservación o reproducción y la de renovación o transformación de la vida sociocultural
y del hombre inmerso en esa vida.
Las contradicciones internas del fenómeno educativo reflejan las contradicciones de la
sociedad, y están condicionadas por las mismas; pero al mismo tiempo la educación puede llegar a
constituir un medio para que el sujeto tome conciencia de las contradicciones de su contorno.
Sólo cuando podamos nombrar a la experiencia de comunicar desde la escuela -dar voz a
nuestro propio mundo en las aulas y afirmarnos como agentes sociales activos - estamos en
condiciones de empezar a transformar el significado de esa experiencia para poder definir espacios
de socialización más llevaderos.

Bibliografía

• Dr. Sierra, Francisco - “Elementos de la Teoría de la Información”-Departamento de

Periodismo. Universidad de Sevilla. Ed. MAD.

• Von Sprecher – “Introducción a la Carrera de Comunicación Social”- Córdoba.


• Ford, Aníbal- Navegaciones: Comunicación, Cultura y crisis. Amorrortu Editores.

Buenos Aires.

• Hasan Fernández, Valeria – Revista Confluencia Comunicación Social. UNCuyo.

Año 1.N°3.

• Carrizales Retamoza, César (1993) - “Las obsesiones pedagógicas de la

modernidad”, en Modernidad y posmodernidad en educación, UAS-UAEM.

• Giddens, Anthony (1995) - La constitución de la sociedad, Buenos Aires, Amorrurtu.

• Huergo, Jorge (1998) - Comunicación y Educación. Ámbitos, prácticas y perspectivas,


La Plata, Ediciones de Periodismo y Comunicación.

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