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El Hombre: Morada de Dios

A.W.Tozer

~1~
INDICE

PREFACIO
1. El hombre: La morada de Dios
2. El llamado de Cristo
3. Lo que pensamos de nosotros mismos es
importante
4. Los que han nacido una vez y los que han nacido
dos veces
5. El origen y la naturaleza de las cosas
6. Por qué la gente encuentra difícil la Biblia
7. La fe: La Doctrina Mal Comprendida
8. La Verdadera religión no es emoción Sino
voluntad
9. Cómo progresar en lo espiritual
10. La vieja y la nueva Cruz
11. No hay sabiduría en el pecado
12. Tres grados de conocimiento religioso
13. La santificación de lo secular
14. Se debe amar a Dios por quien es Él
15. La FE Verdadera es activa, no pasiva
16. Presuponemos demasia
17. La cura para un corazón irritable
18. Jactarse o menospreciarse
19. La comunión de los santos
20. El temperamento de la vida cristiana
~2~
21. ¿Contesta Dios la oración siempre?
22. La autodecepción y cómo evitarla
23. La Crianza de ratas manchadas
24. Los santos desconocidos
25. Tres heridas fieles
26. La ira de Dios: ¿Qué es?
27. En alabanza del Dogmatismo
28. Por qué viven los hombres
29. Cómo Probar los Espíritus
30. El aburrimiento religioso
31. ¡La Iglesia no puede morir!
32. El señorío del hombre Jesucristo es básico
33. Una educación autodidacta mejor que ninguna
34. Pensamientos sobre los libros y la lectura
35. La mengua de la expectación apocalíptica
36. Las decisiones revelan, y hacen, el carácter
37. La importancia de la sana doctrina
38. Algunas cosas no son negociables
39. El santo debe andar solo

~3~
AGRADECIMIENTOS ESPECIALES
A Miguel Ángel

Al igual que a todo el grupo de hermanos y hermanas que


tomaron de su tiempo para colaborar con la transcripción de este
Libro, muchas gracias a todos por su dedicación y entrega.

A.W.Tozer Profeta de nuestro Tiempo

Luz Marily Aguilera Alex Altamirano


Rohry Benítez Lucas E Riveros
Jonas Espinoza Marisa Mendez
Rony A Campos Alazne Su
José RaFael Bonilla Jorge Spencer Cordoba
Carlos Alberto Collado Medina
Areli Ortiz Citlali C Carbajal L
Leidy Juliana Rincon Ricardo Conti
Anaysabel Chavz Quisp Debora Gonzalez Mendez
Juan Rodríguez Edo Villamizar
Edgar Olguin Nestor Esteban Jacque
Edy Pérez Leyla Choque Chura
Wilmar Rodriguez Mario Lopez
Boris Guiñez Gaspar Jr. Jr Cahuich
Los RaFas MTZ D Melbin Yobany
Eli Ezer MP Rodríguez Coto
Paula Danita Manantiales Rogel
Malin Kha Luciana López
Leonela Almeida

~4~
~5~
PREFACIO

El INTERÉS SUPREMO en la vida de A.W. Tozer


era Dios: Aquel Quien habló y trajo al mundo a la
existencia. Quien con toda justicia gobierna sobre los
hombres y las naciones, sin embargo, se digna hacer
al hombre Su morada. Él creía que lo único que
realmente era importante era que el hombre esté en la
relación correcta con Dios. Y su primer deber- y
privilegio- “es glorificar a Dios y gozar y disfrutar de
Él para siempre”. Por ésta razón se deleitaba al
hablarles a los hombres de la majestad y las
maravillas y la gracia de Dios y siempre se esmeró y
esforzó en instruir y exhortar a los Cristianos que éste
fuera del propósito primordial de sus vidas. A él le
dolía profundamente que ellos se conformaran y
contentaran con menos.
Nada de lo que él predicó o escribió era un mero
ejercicio académico o teórico. Lo que él decía de Dios
procedía de muchas y largas horas pasadas en Su
presencia y con Su Palabra. Lo que él escribió acerca
de los hombres era lo que él conocía de su propio
corazón y lo que había observado en otros. Junto con
la unción del Espíritu Santo recibió el don del
discernimiento, la percepción y la claridad que
procedían de una mente bien disciplinada. Su vasto
conocimiento espantaba el aburrimiento y la
monotonía, y su ingenio, humor, y agudeza producían
frescura.
Los capítulos de este libro tratan con muchos
aspectos de un tema: la relación de Dios y el hombre.
~6~
Sobre todo son prácticos y todos aquellos que los lean
recibirán provecho.

~7~
CAPÍTULO
1

El hombre: La morada de Dios

En lo profundo del ser de todo hombre existe un


santuario privado donde mora la misteriosa esencia
de su ser. Esta realidad tan recóndita e interna en el
hombre existe de por si sin referencia a ninguna otra
parte de la compleja naturaleza de su ser. Es el «Yo
Soy» del hombre, un regalo del Yo soy que lo creó.
El Yo soy que es Dios, no se deriva de nadie ni de
nada, sino que es auto-existente; el «Yo Soy» que es el
hombre se deriva de Dios y depende en todos los
momentos de Su decreto Creador, muy por encima de
todo, el Anciano de Días, que mora en luz inaccesible.
El otro es una criatura, que depende de la bondad de
Dios y que se postra a suplicarle ante Su trono.
Esa entidad humana profunda de la cual
hablamos en las Escrituras se llama el espíritu del
hombre. «Porque ¿quién de los hombres sabe las
cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que
está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de
Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Corintios 2:11). Tal
como el conocimiento propio de Dios de Sí mismo
reside en el Espíritu eterno, así también el
conocimiento propio del hombre es por medio de su
propio espíritu, y su conocimiento de Dios es por la
impresión directa del Espíritu de Dios sobre el
espíritu del hombre.
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No se puede sobreestimar la importancia de todo
esto al pensar y estudiar y orar. Revela la
espiritualidad esencial de la humanidad. Niega que el
hombre sea una criatura que tiene espíritu y declara
que él es un espíritu que tiene un cuerpo. Lo que lo
hace un ser humano no es su cuerpo sino su espíritu,
en el cual residió la imagen de Dios en su forma
original.
Una de las declaraciones más liberantes del
Nuevo Testamento es ésta: «Mas la hora viene, y
ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán
al Padre en espíritu y en verdad, porque también el
Padre tales adoradores busca que Le adoren. Dios es
Espíritu; y los que Le adoran, en espíritu y en verdad
es necesario que adoren» (Juan 4:23, 24). Aquí se
muestra que la naturaleza del hombre es totalmente
espiritual. La verdadera religión está muy lejos de la
dieta y los días, de las vestimentas y las ceremonias,
y se ubica donde debe estar: en la unión del espíritu
de hombre con el Espíritu de Dios.
Desde el punto de vista del hombre, la pérdida
moral más trágica que sufrió en la Caída fue el
vaciamiento de ese santuario interior por el Espíritu
de Dios. En el centro recóndito del ser del hombre
existe un arbusto que es adecuado para ser la
morada del Dios Trino. Allí a Dios Le placía descansar
y resplandecer con fuego moral y espiritual. El
hombre por su pecado perdió este privilegio
indescriptiblemente maravilloso y ahora tiene que
habitar allí solo. Porque es el lugar tan íntimamente
privado que ningún ser humano puede introducirse
ni intrusear; nadie puede entrar allí sino Cristo, y Él
~9~
entra únicamente por invitación de fe. «He aquí, Yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre
la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo»
(Apocalipsis 3:20).
Por la operación misteriosa del Espíritu en el
nuevo nacimiento, lo que Pedro llama «la naturaleza
divina» entra en el centro profundo del corazón del
creyente y establece allí Su residencia. «Y si alguno no
tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él». Porque «El
Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de
que somos hijos de Dios» (Romanos 8:9, 16). Dicho
individuo es un verdadero Cristiano, y es el único que
lo es. El bautismo, la confirmación, la recepción de
los sacramentos, membresía en la Iglesia —éstos no
significan nada a menos que el acto supremo de Dios
en la regeneración también se haya realizado. Los
actos religiosos externos podrían tener un significado
p ara el alma en el cual Dios habita; para todos los
demás no sólo son inútiles, sino que realmente
pueden convertirse en acechanzas o trampas,
engañándoles y conduciéndoles a un sentido de
seguridad falsa y peligrosa.
«Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón;
porque de él mana la vida» (Proverbios 4:23), no es
únicamente un pensamiento sabio; es un solemne
mandato que nos impone el Único que en verdad se
interesa por nosotros. ¡Debemos prestarle atención
máxima para evitar que en algún momento podamos
abandonarlo y deslizarnos!

~ 10 ~
CAPÍTULO
2

El llamado de Cristo

El ser llamado a ser seguidor de Cristo es un alto


honor; más alto que cualquier honor que un hombre
pudiera otorgarle a otro.
Si todas las naciones de la tierra se unieran en
una gran federación y llamaran a un hombre a
encabezar esa federación, ese hombre seria honrado
por encima de cualquier otro hombre que haya vivido.
Sin embargo, el hombre más humilde que obedece el
llamado de seguir a Cristo tiene un honor muy
superior a dicho hombre; porque las naciones de la
tierra únicamente pueden conceder honor que ellos
mismos posean, mientras que el honor de Cristo es
supremo a todos. Dios Le ha dado un nombre que es
sobre todo nombre, declara Filipenses 2: 10.
Por el hecho de que esto sea verdad y que sea
conocido por las inteligencias celestiales, los métodos
que usamos para persuadir a los hombres a seguir a
Cristo deben parecerles a ellos ilógicos en extremo,
acaso no los consideran rotundamente malos.
Los Cristianos Evangélicos acostumbran ofrecer
a Cristo como el remedio, la panacea, o el sanalotodo
que cura todos los males, un camino de salida de
nuestros problemas, un medio rápido y fácil para
conseguir nuestras ambiciones y fines personales.
Usan las palabras exactas, pero su énfasis esta
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errado. El mensaje es presentado como para dejar al
oyente con la impresión de que se le pide que
entregue mucho para recibir más. Y eso no es bueno,
aunque se haga con buenas intenciones.
Lo que hacemos es precisamente lo que hace un
buen vendedor al presentar las excelencias de su
producto comparado con la competencia más
cercana. El cliente escoge el mejor de los dos, porque
¿quién no haría lo mismo? Pero la debilidad de toda
técnica de ventas es aparente; la idea de ganancia
egoísta está presente en la transacción misma.
Jesucristo es un Hombre que vino a salvar al
hombre. En El la naturaleza divina está unida en
matrimonio a nuestra naturaleza humana, y donde
exista la naturaleza humana está la materia prima de
la cual El convierte a Sus seguidores en santos.
Nuestro Señor no reconoce ni hace distinción entre
las clases, altas o bajas, ricas o pobres, hombre o
mujer; todos son humanos y son iguales ante El. Su
invitación es para toda la humanidad.
En los tiempos del Nuevo Testamento, las
personas de muchos y diversos niveles sociales
escucharon Su llamado y respondieron. Pedro el
pescador; Leví el publicano; Lucas el médico; Pablo el
erudito; María Magdalena la poseída por demonios;
Lidia la comerciante; Sergio Paulo el estadista. Unos
pocos grandes y muchas personas comunes
acudieron. Todos vinieron y el Señor los recibió a
todos de la misma manera y bajo las mismas
condiciones.
De cualquiera y de todas las profesiones u
oficios, los hombres y las mujeres pueden venir si
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quieren. La regla general es que, si la ocupación es
Buena, continua den ella si así deseáis; si es mala,
abandonadla en seguida y buscad otra. Si el llamado
incluye la separación de todas las empresas comunes
para entregar el tiempo complete al trabajo del
evangelio, entonces ninguna profesión u ocupación,
por Buena y noble que sea, deberá impedir que
obedezcamos el llamado.
Las actividades que despliegan los nombres
pueden dividirse en dos categorías; las malas y las
moralmente neutrales. Las actividades del ladrón, del
apostador, o los juegos de azar, del dictador, del
tratante de blancas, del drogadicto, del gángster y
todos los que explotan a la sociedad son malas, y
nada puede hacerlas mejores. El llamado de Cristo es
a apartarse de todas ellas. Esto no debe ser
cuestionado ni debatido, sino aceptado sin demora y
sin reserve en acción inmediata.
Pero la mayoría de nuestras actividades
humanas no son malas en sí mismas, son neutrales.
El obrero, el estadista, la ama de casa, el doctor, el
maestro, el ingeniero –ejercen actividades que no son
ni buenas ni malas. Sus cualidades morales son
impartidas por el individuo que las ejerce. Por eso el
llamado de Cristo no es a dejar tales cosas, porque
pueden ser santificadas por la oración y la fe del
individuo y, por consiguiente, se convierten en un
bien positivo.
Una cosa es cierta: el llamado de Cristo siempre
es una promoción. Si Cristo llamara a un rey de su
trono a predicar el evangelio a alguna tribu de
aborígenes, ese rey seria elevado muy por encima de
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lo que había sido antes. Cualquier movimiento hacia
Cristo es un ascenso, y cualquier dirección alejándose
de Él es hacia abajo.
Sin embargo, aunque reconozcamos el honor que
se nos otorga de seguir a Cristo, no queda lugar para
el orgullo, porque el seguidor de Cristo debe cargar su
cruz y una cruz es un objeto de vergüenza y un
símbolo de rechazo.
Ante Dios y los ángeles es un gran honor seguir a
Cristo, pero delante de los hombres no lo es. El Cristo
que el mundo pretende honrar ahora una vez fue
rechazado y crucificado por el mismo mundo. El gran
santo es honrado únicamente después de su muerte.
En raras ocasiones es conocido como un santo en
vida. Los aplausos del mundo llegan demasiado tarde,
cuando ya no los puede escuchar; y tal vez sea mejor
así. No existen muchos que sean tan abnegados y
suficientemente humildes para tolerar los honores sin
perjudicar y dañar sus almas.
En esos tempranos días de Cristo en Galilea, sus
seguidores escucharon Su llamado, abandonaron la
vida vieja, se arrimaron a Él, comenzaron a obedecer
Sus enseñanzas y se unieron a Su banda de
discípulos. Esta entrega total fue la confirmación de
su fe. Nada menos podría servir.
Y no es diferente hoy. Él nos llama a dejar
nuestra vida vieja y comenzar la nueva. No puede
existir ningún vicio, ningún lugar neutral donde el
mundo no pueda identificarnos. El caso de Pedro
calentándose a los fuegos del mundo y tratando de
parecer despreocupado es un ejemplo de la clase de
discipulado a medias con que muchos se sienten
~ 14 ~
satisfechos. ¡El mártir acudiendo a la arena, exigiendo
se le lance a los leones junto con sus hermanos
dolientes, es un ejemplo del tipo de dedicación que
Dios aprueba!

~ 15 ~
CAPÍTULO
3

Lo que pensamos de nosotros


mismos es importante

El hombre que está seriamente convencido que


merece ir al infierno, probablemente no irá allá,
mientras que el hombre que cree que es digno del
Cielo, por cierto, que jamás entrará a ese bendito
lugar.
Empleo la palabra “seriamente” para acentuar la
verdadera convicción y distinguirla de las meras
creencias nominales. Es posible pasar por la vida
creyendo que creemos, aunque en realidad no
tengamos ninguna convicción más vital que un credo
convencional heredado de nuestros antepasados o
recogido de las nociones religiosas generales que
prevalecen en nuestro círculo social. Si con este credo
hemos de admitir nuestra depravación, lo hacemos y
nos sentimos orgullosos de nuestra fidelidad a la fe
Cristiana. Pero de la manera en que nos amamos, nos
alabamos y nos damos lujos, se hace evidente que no
nos consideramos dignos de condenación.
Una prueba que revela esto se ve en la manera
cautelosa en que los autores religiosos usan los
términos. Un ejemplo humorístico se encuentra en el
cambio editorial en un himno en que aparece una
línea “Yo, un hijo del infierno”.

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Así lo sintió y escribió el Dr. Bottome, y el
hombre que haya visto la santidad de Dios y la
contaminación de su propio corazón, lo cantaría tal
como se escribió en inglés, porque toda su vida
interior responderá a esa experiencia de merecer el
infierno, su corazón le acusa, y él se acusa a sí mismo
delante de Dios como digno de la perdición. Se trata
de experimentar algo más profundo que la Teología
más doloroso e íntimo que el credo y, aunque amargo
y duro, es verdad, desde el punto de vista de sí mismo
del hombre iluminado por el Espíritu. Al confesarlo, el
corazón iluminado es fiel al hecho terrible mientras
que canta de su propia condenación. Esto creo que es
muy agradable a Dios.
Repito que es algo jocoso, si no desastroso,
encontrar un cambio editorial en este himno, que fue
compuesto en concordancia con la verdadera
Teología, pero ahora se ha alejado de la realidad y se
ha alejado dos pasos del verdadero sentimiento
moral. En un himnario de la lengua inglesa se lee:

“¡Que yo, un hijo del Pecado


¡Resplandeceré en Su imagen!”

El fastidioso remendón de himnos que hizo esa


alteración, sencillamente no podía pensar de sí
mismo como “un hijo del infierno”. La selección
precisa de los vocablos que emplea suelen decir más
acerca del hombre que lo que el hombre sabe de sí
mismo.

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En el español aparece la estrofa:
“Él es quien da salud, y plena libertad
A los que encadenó el fiero tentador;
Los rotos hierros hoy dirán que vino ya
El fiel Consolador”.

Este caso, si fuera aislado en la literatura


Cristiana, no sería tan significativo, pero cuanto esta
clase de cosa ocurre por todas partes con tanta
abundancia como las malezas en un prado, cobra alto
significado en verdad. Los vocablos que sin remilgos
se escuchan desde los púlpitos corrientes son todos
una parte de lo mismo: una falta de voluntad y
decisión de admitir las profundidades de nuestra
depravación interior. Nos damos asentimiento al
juicio de Dios excepto cuando lo sostenemos como un
credo superficial. Cuando la presión aparece,
echamos pies atrás. ¿Un hijo del pecado? Tal cosa
pudiera ser. ¿Un hijo del Infierno? No.
Nuestro Señor contó de dos hombres que
aparecieron delante de Dios en oración; un fariseo
que recitaba sus virtudes y un publicano que se
golpeaba el pecho y pedía misericordia. El primero fue
rechazado, el otro justificado.
Nos sentimos con algún grado de comodidad
frente a esa historia únicamente cuando la
mantenemos a cierta distancia, sin permitir que se
apodere de nuestra conciencia. Los dos hombres
murieron hace mucho tiempo, y la historia se ha
convertido en un ejemplo religioso. Nosotros somos
diferentes, y ¿Cómo puede algo tan remoto aplicarse a
nosotros? Así que razonamos, en un nivel solo un
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poco más arriba de nuestra inconsciencia, y
deducimos cuanto consuelo podamos de ese caso tan
vago y remoto de todo lo nuestro.
Pero ¿Por qué no afrontarlo? La verdad es que
esto no sucedió hace mucho tiempo, sino ayer, esta
mañana; no muy lejos, sino aquí donde algunos de
nosotros nos arrodillamos para orar. Estos dos
hombres no están muertos, sino vivos, y se
encuentran en nuestra iglesia local, en la convención
misionera y en las conferencias espirituales aquí,
ahora, hoy.
Todo hombre vive, en últimas instancias, por su
filosofía secreta tal como un avión vuela por su onda
electrónica. Es su profunda convicción que somos
enteramente indignos de un futuro de bendición; que
por naturaleza somos aptos y merecemos únicamente
la destrucción, lo que nos conduce al
arrepentimiento. El hombre que piensa interiormente
que es demasiado bueno para perecer, sin duda que
perecerá a menos que experimente un cambio radical
de corazón acerca de sí mismo.
La calidad pobre de Cristianos que surgen y
emergen de nuestras reuniones evangélicas modernas
tal vez se deba a la ausencia del verdadero
arrepentimiento que acompaña la experiencia inicial
de los convertidos. Y la ausencia del arrepentimiento
es el resultado de un punto de vista incorrecto o
inadecuado del pecado y la pecaminosidad de
aquellos que se presentan como consejeros en el
cuarto de decisión.
“Sin temor sin gracia” decía Juan Bunyan.
“Aunque no siempre este presente esté presente la
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gracia donde existe el temor del Infierno, sin embargo,
por cierto, que no existe la gracia donde no exista el
temor de Dios.” Y nuevamente, “No me interesa esa
profesión que no comience con dolor de la mente y
corazón, … Porque el temor de Jehová es el principio
de la sabiduría, y los que no tengan el principio,
tampoco tendrán ni el medio ni el final”.

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CAPÍTULO
4

Los que han nacido una vez y los


que han nacido dos veces

La clasificación es una de las tareas más difíciles.


Aún en el ámbito de la religión hay suficientes luces y
sombras para hacer poco juicioso el marcar una línea
demasiado fina entre hombre y hombre. Si el mundo
religioso estuviera compuesto de cuadrados de negro
sólido y otros entero de blanco, la clasificación sería
fácil; pero desgraciadamente no es así.
Es un grave error para nosotros los evangélicos
llegar a la conclusión de que los hijos de Dios están
todos en nuestra comunión y que todos los que no
están asociados con nosotros son ipso facto enemigos
de nuestro Señor. Los fariseos cometieron ese error y
crucificaron a Cristo como consecuencia.
Con todo esto en mente y queriendo en todo
momento ser justo y caritativo, sin embargo, existe
una distinción que nos atrevemos a hacer, que en
realidad tenemos que hacer si vamos a pensar los
pensamientos de Dios después de él y traer nuestras
creencias en armonía con las sagradas escrituras.
Esa distinción es la única que existe entre dos clases
de seres humanos, los que han nacido una vez y los
que han nacido dos veces.
Que existe esta distinción o diferencia lo enseñó
nuestro Señor con claridad meridiana de expresión,
~ 21 ~
en contextos que excluyen la posibilidad de que Él
hubiera estado hablando en lenguaje figurativo. “El
que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios” (Juan 3:3), dijo Jesús, y todo el capitulo donde
se encuentran estas palabras confirma que estaba
hablando en términos precisos; expresando
significados tan francos y explícitos como puede
transmitir el lenguaje.
“Os es necesario nacer de nuevo”, dijo Cristo en
Juan 3:7. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es” (Juan 3:6).
Esta línea clara de demarcación corre a través de todo
el Nuevo Testamento, literalmente separando un
individuo de otro y haciendo una distinción tan aguda
como aquella que existe entre los diferentes géneros y
especies del reino animal.
Quién pertenece a una clase y quién a la otra, no
es siempre posible juzgar, aunque ambas clases de
vida, por lo general, se separan la una de la otra. Los
que han nacido dos veces cristalizan alrededor de la
persona de Cristo y se agrupan en compañías,
mientras que los que han nacido una sola vez están
unidos únicamente por los vínculos de la naturaleza,
ayudados por los lazos de la raza, o por los intereses
políticos y sociales comunes.
Nuestro Señor advirtió a Sus discípulos que
serían perseguidos. “En el mundo tendréis aflicción”
(Juan 16:33). Él dijo, y “bienaventurados los que
padecen persecución por causa de la justicia, porque
de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados
sois cuando por Mi causa os vituperen y os persigan,

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y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo”
(Mateo 5:10, 11).
Estos son solo dos de los muchos pasajes del
Nuevo Testamento advirtiendo de la persecución, o
relatando el hecho del hostigamiento y ataque que
sufrieron los seguidores del Señor. Esta misma idea
se encuentra a través de toda la biblia desde Caín,
quien nació una vez, que mató a su hermano Abel,
quien había nacido dos veces, hasta el libro del
Apocalipsis, donde el fin de la historia humana
aparece en una explosión de sangre y fuego.
Que existe hostilidad entre los que han nacido
una vez y los que han nacido dos veces lo saben todos
los estudiantes de la biblia. La razón de ello la declaró
Cristo cuando dijo “Si fuereis del mundo, el mundo
amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes
Yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece”
(Juan 15:19). La regla fue expuesta por el apóstol
Pablo cuando escribió: “Pero como entonces el que
había nacido según la carne perseguía al que había
nacido según el espíritu, así también ahora” (Gálatas
4:29).
Diferentes normas morales entre los que han
nacido una vez y los que han nacido dos veces, y sus
estilos de vida opuestos, pueden ser causas
contribuyentes a esta hostilidad; pero la verdadera
causa reside mucho más profunda. Hay dos espíritus
libres en el mundo; el espíritu que opera en los hijos
de desobediencia y el Espíritu de Dios. Estos dos
jamás podrán reconciliarse ni en el tiempo ni en la
eternidad. El espíritu que ahora mora en los que han
nacido una vez se opone para siempre al espíritu que
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habita en el corazón de los que han nacido dos veces.
Esta hostilidad nació en el pasado remoto antes de la
creación del hombre y prosigue hasta el día de hoy. El
esfuerzo moderno de traer la paz entre estos dos
espíritus no es solo fútil y vano, sino que es contrario
a las leyes morales del universo.
Enseñar que el espíritu de los que han nacido
una vez esta en enemistad con el Espíritu de los que
han nacido dos veces es acarrearse toda clase de
abusos violentos. No hay lenguaje demasiado amargo
y duro para lanzar contra el fanático intolerante que
se atreva a trazar una línea de distinción entre los
hombres. Dichas ideas malignas están en contra de la
hermandad del hombre, dicen los que han nacido una
sola vez, y las sostienen únicamente los apóstoles de
la desunión y el odio. Esta poderosa furia contra los
que han nacido dos veces sirve únicamente para
confirmar la verdad que enseñan. Pero esto no lo nota
nadie.
Lo que necesitamos para restaurar el poder al
testimonio cristiano no es hablar con suavidad acerca
de la hermandad sino un reconocimiento honesto y
honrado de que las dos razas humanas ocupan la
tierra simultáneamente; una raza caída, que surgió
de los lomos de Adán y una raza regenerada, que
nació del Espíritu Santo por la redención que es en
Cristo Jesús.
El aceptar esta verdad requiere fortaleza mental y
una madurez espiritual que los cristianos modernos
sencillamente no poseen. El confrontar esta verdad
apenas contribuye a esa “paz mental” de la cual

~ 24 ~
claman quejumbrosos algunos adoloridos débiles
religiosos.
¡Por mi parte, hace tiempo que decidí que prefiero
conocer la verdad que vivir contento con la
ignorancia! ¡Si no puedo tener ambos, la verdad y el
contentamiento, dadme la verdad! ¡Tendremos mucho
tiempo para ser felices en el cielo!

~ 25 ~
CAPÍTULO
5

El origen y la naturaleza de las cosas


la celebrada oración del astrónomo alemán Kepler
ha servido de bendición a muchos. «¡Oh Dios. Te
agradezco porque Tú me has permitido pensar en Tus
pensamientos después de Ti».
Esta oración es teológicamente sana porque
reconoce la prioridad de Dios en el universo. «En el
principio creo Dios» es la frase más importante de la
Biblia. Es en Dios que comienzan todas las cosas,
como también todos los pensamientos. En las
palabras de Agustín, «Pero Tú. Oh Dios, que siempre
vives, y en quien nada muere, desde antes del mundo
Tu existías, y, en realidad, antes que todo pudiera
llamarse, “antes”, Tú ya existías, y eres el Dios y
Señor de todas las criaturas; y contigo moran
fijamente todas las causas de todas las cosas
inestables, y las razones eternas de todas las cosas
cambiables, las razones eternas de todas las cosas
que razonan y son temporales».
Todas las cosas nuevas que alguien descubre ya
son viejas, porque no es más que la expresión
presente de un pensamiento previo de Dios. La idea
de la cosa precedió a la cosa misma, y cuando las
cosas hacen surgir y emerger los pensamientos en la
mente del pensador, estos son los antiguos
pensamientos de Dios, aunque se comprendan sólo
imperfectamente.
~ 26 ~
Cuando un pensamiento verdadero entra la
mente de un hombre, sea santo o pecador, por
obligación tiene que ser el pensamiento de Dios es el
origen de todo pensamiento verdadero o cosa real. Es
por eso que muchas verdades reales fueron habladas
y escritas por individuos que no eran Cristianos. Si
un ateo, por ejemplo, declarara que don por dos son
cuatro, él estaría diciendo un pensamiento de Dios
tras Él, aunque él mismo niegue que Dios exista.
En su búsqueda de los hechos, los hombres han
confundido las verdades con la verdad. Las palabras
de Cristo «Conoceréis la verdad, y la verdad os hará
libres» (Juan 8:32), han sido arrancadas de su
contexto y las han usado para mover a la gente a
perseguir el conocimiento de muchas clases con las
expectativas de ser «libres» por el conocimiento. Por
cierto que esto no era lo que Cristo tenía en mente
cuando Él pronuncio las palabras.
Verdades tales como que los hombres descubren
en la Tierra abajo y en los cielos de los astronautas
arriba no son verdades propiamente tales, sino
hechos. Las llamamos verdades, como yo lo he hecho
aquí, pero no constituyen más que las partes de un
rompecabezas o puzzle de piezas del universo, y
cuando se unen correctamente proveen por lo menos
un esbozo de cómo es el vasto cuadro total. Pero
repito, no son la verdad total, y lo que es más
importante, no son la verdad. Si se encontraran todas
las piezas y se ubicaran en su lugar todavía no
tendríamos la verdad, porque la verdad no es una
composición de pensamientos y cosas. La verdad
debería escribirse con V mayúscula, porque no es
~ 27 ~
otra cosa que el Hijo de Dios, la Segunda persona de
la bendita Deidad.
La mente humana requiere una respuesta a la
pregunta con respecto al origen de la naturaleza y las
cosas. El mundo, tal como lo conocemos, tiene que
tener alguna razón de su existencia. Los filósofos y los
científicos han tratado de encontrarle alguna causa,
los unos por la especulación, los otros por la
observación, y en sus trabajos ellos han encontrado
muchos hechos útiles e inspiradores. Pero no han
encontrado la Verdad final. Esa viene por revelación e
iluminación.
Aquellos que creen la revelación Cristiana saben
que el universo es una creación. No es eterno, porque
tuvo un comienzo, y no es el resultado de una
sucesión de coincidencias felices mediante el cual un
número casi infinito de partes que calzan
accidentalmente se encontraron unas con otras y
cayeron en su lugar y comenzaron a funcionar. Así
que el creer requeriría una credulidad que pocas
personas poseen. «Yo prefiero creer todas las fábulas
en la Leyenda, y el Talmud, y el Alcoram», dijo Bacon,
«que este armazón universal no tiene una mete. Y, por
lo tanto, Dios nunca opero milagros para convencer
ateos, porque Sus obras comunes convencen de ello».
Los que tiene fe no se ven lanzados hacia atrás a
la especulación para encontrar el secreto del
universo. La fe es un órgano del conocimiento. «Por la
fe entendemos haber sido constituido el universo por
la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue
hecho de lo que no se veía» (Hebreos 11:3). La voz de
la Eterna Sabiduría declara en Génesis 1:1, «En el
~ 28 ~
principio creó Dios», y «En Él fueron hechas, y sin Él
nada de lo que ha sido hecho, fue hecho» (Juan 1:1,
3).
Todas las cosas nacieron y surgieron de la
Palabra, o el Verbo, que en el Nuevo Testamento
significa el pensamiento y voluntad de Dios en
expresión activa y se identifica con nuestro Señor
Jesucristo. Es el Hijo quien es la Verdad que hace
libres a los hombres. No son los hechos, no es el
conocimiento científico, sino la Verdad eterna liberta
a los hombres, y esa Verdad eterna se hizo carne y
habito entre nosotros. «Y esta es la vida eterna; que
Te conozcan a Ti, el único Dios verdadero, y a
Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3).
No sólo se revela el origen de las cosas, sino que
la naturaleza de las cosas también. Porque el origen
de todas las cosas es espíritu, todas las cosas son
básicamente espirituales también. Este es un
universo moral; es gobernado por las leyes morales y
será juzgado por esas leyes morales al final. El
hombre, por encima de todas las criaturas, posee
percepción moral y tiene que responder a las leyes
espirituales que penetran, ocupan, y llenan y
sostienen el mundo. ¡El materialismo puro -es decir la
doctrina que la materia es el constituyente primordial
del universo- no es natural en la mente humana!
¡Requiere una violación crónica de nuestros instintos
básicos el aceptarlo como una explicación de la
naturaleza de las cosas! ¡Y Pablo nos dicen en los dos
primeros capítulos de su Epístola a los Romanos
cómo los hombres entran en un estado mental de
aceptar dichas falsedades.
~ 29 ~
~ 30 ~
CAPÍTULO
6

Por qué la gente encuentra difícil la


Biblia

Que mucha gente encuentra la Biblia difícil de


entender no lo negaremos porque no podemos
descartar los hechos. El testimonio de las dificultades
que han encontrado las personas en la lectura de la
Biblia es demasiado completo y difundido para
desecharlo con liviandad.
En la experiencia humana, por lo general, existe
un complejo de causas más bien que una sola causa
de cada cosa, y así es con la dificultad que
encontramos con la Biblia. A la pregunta, ¿por qué es
difícil comprender la Biblia? No podemos darle
respuesta somera; la respuesta superficial sin duda
que es la errada. El problema es múltiple en vez de
singular, y por esa razón el esfuerzo de encontrar una
solución única para ello será decepcionante.
A pesar de esto me aventuro a dar una respuesta
corta, y aunque no es la respuesta total y completa,
es una respuesta mayor y probablemente contiene
dentro de sí la mayoría de las respuestas a lo que
abarca una pregunta enormemente compleja. Creo
que encontramos difícil la Biblia porque tratamos de
leerla como leeríamos cualquier otro libro, y no es
igual que todos los otros libros. La Biblia no se dirige
a cualquier persona. Su mensaje se dirige a unos
~ 31 ~
pocos escogidos. Si estos pocos son escogidos por
Dios en un acto soberano de elección, o son escogidos
porque cumplían ciertos requisitos o condiciones, lo
dejo a cada uno que decida como quiera, sabiendo
bien que su decisión será determinada por sus
creencias básicas acerca de dichas materias como la
predestinación, la libre voluntad, o el libre albedrío,
los decretos eternos y otras doctrinas relacionadas.
Pero sea lo que hubiera sucedido en la eternidad, es
obvio lo que sucede en el tiempo: Algunos creen y
algunos no; algunos son receptivos en lo moral y
algunos no lo son; algunos tienen capacidad
espiritual y algunos no la tienen. Es a aquellos que
creen y que son receptivos y tiene capacidad
espiritual que se dirige a la Biblia. Los que no creen,
ni son receptivos, ni tienen capacidad espiritual leen
en vano.
Aquí espero que algunos lectores presenten
objeciones fuertes, y por razones que no son difíciles
de comprender. El cristianismo hoy en dia es
centrado en el hombre, no centrado en Dios. A Dios
Se Le hace esperar con paciencia, aun con respeto,
por los caprichos de los hombres. La imagen popular
en la actualidad de Dios es la de una Padre distraído,
luchando en desesperación con un corazón
quebrantado para conseguir que la gente acepte a un
Salvador de quien no sienten ninguna necesidad y en
quien tienen muy poco interés. Para persuadir a estas
almas autosuficientes a responder a Su oferta
generosa. Dios hará casi cualquier cosa, aun usando
métodos de ventas y les habla en la forma más
chabacana y descuidada imaginable. Este punto de
~ 32 ~
vista de las cosas es una especie de romanticismo
religioso que, aunque usa de lisonjas y a veces
términos en alabanza a Dios que dan vergüenza, sin
embargo, maneja todo para hacer al hombre la
estrella de este show.
La noción que la Biblia está dirigida a toso ha
causado gran confusión dentro y fuera de la Iglesia.
El esfuerzo de aplicar la enseñanza del Sermón del
Monte a las naciones no regeneradas del mundo es
un ejemplo de esto. Las cortes de las leyes y los
poderes militares de la tierra están urgidos a seguir
las enseñanzas de Cristo, una cosa que, obviamente,
es imposible que ellos hagan. Para citar las palabras
de Cristo como guía para los policías, jueces y
generales es revelar una falta total de comprensión
del propósito de la revelación divina. Las palabras de
gracia de Cristo son para los hijos y las hijas de la
gracia, no para las naciones gentiles cuyos símbolos
representativos son el león, el águila, el dragón y el
oso.
No solo dirige Dios Sus palabras de verdad a
aquellos que son capaces de recibirlas, Él realmente
esconde su significado de aquellos que no lo son. Él
predicador usa historias para aclarar la verdad;
nuestro Señor muchas veces las usó para
oscurecerla. Las parábolas de Cristo eran
exactamente lo opuesto a las “ilutraciones” modernas,
cuyo propósito es dar mayor luz; las parábolas eran
“dichos oscuros” y Cristo aseguró que a veces las usó
para que Sus discípulos pudieran comprender y Sus
enemigos no pudieran entender (véase Mateo 13:10-
17). Tal como la columna de fuego dio luz a Israel,
~ 33 ~
pero era una nube y oscuridad para los egipcios, así
también las palabras del Señor brillan en los
corazones de Su pueblo, pero dejan la autoconfianza
de los incrédulos en la oscuridad de la noche moral.
El poder salvífico, o salvador de la Palabra está
reservado para aquellos a quienes fue escrito. El
secreto del Señor es con aquellos que Le temen. El
corazón impenitente encontrará que la Biblia no es
mas que un esqueleto de hechos sin carne, ni vida, ni
aliento. Se puede gozar de los dramas de Shakespeare
sin tener arrepentimiento; podemos comprender a
Platón sin creer una palabra de lo que él dice; pero la
penitencia y la humildad junto con la fe y la
obediencia son necesarias para una comprensión
correcta de las Escrituras.
En los asuntos naturales, la fe sigue a la
evidencia, y es imposible sin ella, pero en el ámbito
del espíritu, la fe precede la comprensión; no la sigue.
El hombre natural tiene que conocer para creer; el
hombre espiritual tiene que creer para saber y
conocer. La fe que salva no es una conclusión que se
deduce de la evidencia; es una cosa moral; una cosa
del espíritu, una infusión sobrenatural de la
confianza en Jesucristo, un don de Dios mismo.
La fe que salva reposa y descansa en la Persona
de Cristo; conduce en seguida a un compromiso del
ser total con Cristo, un acto imposible al hombre
natural. La creencia o la fe correcta es tanto un
milagro como la apariencia del Lázaro muerto ante el
mandato de Cristo.
¡La Biblia es un libro sobrenatural y puede
comprenderse únicamente con la ayuda sobrenatural!
~ 34 ~
~ 35 ~
CAPÍTULO
7

La fe: La Doctrina Mal Comprendida

En el esquema divino de la salvación la doctrina


de la fe central. Dios dirige sus palabras de fe,y donde
no exista fe no es posible ninguna revelación
verdadera.
“ pero sin fe es imposible agradar a Dios”
(Hebreos 11:6)
Todos los beneficios que fluyen de la expiación de
Cristo viene por medio de la puerta de la fe. El
perdón, la regeneración, El Espíritu Santo, toda la
respuesta a la oración, son concedidas Por fe y
recibidas Por fe, no hay otra manera. Esta es la
doctrina evangélica común y es aceptada por donde
quiera que la cruz de Cristo sea comprendida.
Por el hecho de que la fe sea tan vital a nuestras
esperanzas, tan necesaria al cumplimiento de cada
aspiración de nuestros corazones, no podemos dar
nada por supuesto, o por sentado, con respecto a ella.
Nada que lleve consigo tanta bienaventuranza, de
bienestar, de felicidad, de prosperidad, o de dolor, de
pena, de angustia, de pesar, de calamidad, de
infortunio y de miseria, que en verdad decía nuestro
cielo o nuestro infierno, es demasiado importante
para pasarlo por alto.

~ 36 ~
Sencillamente no podernos darnos el lujo de no
estar Informados, o estar mal informados, es
indispensable que sepamos.
Por varios años mi corazón ha estado afligido por
la doctrina de la fe Cómo se recibe y se enseña entre
los cristianos evangélicos en todas partes. Se le
conoce como gran énfasis a la fe en los círculos
ortodoxos, y eso es bueno; pero siempre estoy afligido.
Especialmente, mi temor es que el concepto moderno
de la fe no sea el bíblico: que cuando los maestros de
nuestros días usan el término, ellos no quieren decir
lo mismo que los escritores de la Biblia cuando ellos
se emplearon el vocablo de la fe.
Las causas de mi inquietud son estas:
1. La falta de fruto del espiritual en las vidas de
tantos que profesan tener fe.
2. La poca frecuencia de un cambio radical en la
conducta y punto de vista general en las personas
que profesan esta nueva fe en Cristo como su
salvador personal.
3. El fracaso a nuestros maestros de Quisiera
describir la cosa a la cual se supone se refiere el
vocablo fe.
4 el fracaso doloroso y desgarrador de multitudes
de personas que buscaban, aunque sean sinceras,
para hacer cualquier cosa de la doctrina, o recibir
una experiencia satisfactoria por intercambio de esto.
5. El peligro real de una doctrina que se repite
como loro tan bastante qué es recibida sin crítica por
tanto sean mal comprendida por ellos.

~ 37 ~
6. He visto casos que se pone la fe como un
subtítulo para la obediencia, un escape de la realidad,
un refugio de la necesidad de pensar bien, un
escondedero para la debilidad de carácter, he
conocido personas que llaman por el nombre
equivocado de la fe lo más elevado en un en los
animales, el optimismo natural, las emociones
exaltadas y los tics o movimientos involuntarios del
nerviosismo.
7. Es sentido común debería decir más que
cualquier cosa que no produce ningún cambio en el
hombre que la profesa no hace diferencia para Dios
tampoco, y es un hecho fácilmente observable que
para un número incontable de personas, el cambio
desde ningún la fe a la fe no hace ninguna diferencia
real en la vida.
Tal vez nos ayude a conocer lo que es la fe si
primero no estamos lo que no es la fe, la fe no es
creer una declaración que sabemos es verdad.
La mente humana está construida de manera
que por necesidad creemos cuando la evidencia
presentada para ella es convincente de manera
abrumadora. No se puede evitarlo. Cuando la videncia
fracasa en su intento de convencer, la fe es imposible,
ninguna amenaza, ningún castigo pueden obligar la
mente en el creen en contra de las evidencias
contrarias claras.
La fe basada sobre las razones, es fe de un cierto
tipo, eso es verdad; pero si no es de carácter de la fe
de la Biblia, porque si le videncia de manera infalible
y no tienes nada de naturaleza moral o espiritual.

~ 38 ~
Ni tampoco puede la ausencia de la fe basada
sobre la razón conectarse en contra de alguien porque
la videncia no el individuo decir El veredicto enviar a
un hombre infierno cuyo único crimen haya sido
seguir la vivencia de una manera directa a su
conclusión lógica sería una injusticia palpable
justificar a un hombre pecador en base a que había
hecho su decisión según los hechos sería hacer de la
salvación el resultado de la operación de una ley
común de la mente tan implacable a kilos como Pablo
sacaría a la salvación del ámbito de la Revolución
ubicada en el área mental donde según las escrituras
no pertenece.
La verdadera fe descansa sobre el carácter de
Dios y no pide pruebas adicionales además de la
perfección y Morales de Aquel que no puede mentir.
Basta con que Dios lo haya dicho, y así la declaración
contra dijera todos los 5 sentidos y todas las y las
conclusiones de la lógica también, sin embargo, el
creyente sigue creyendo. “Antes bien sea Dios veraz y
todo hombre mentiroso” (Romanos:3:4) es el lenguaje
de la verdadera fe. El Cielo aprueba de tal fe porque
se remonta por encima de las meras pruebas y
descansa en el seno de Dios.
En los últimos años ha surgido entre ciertos
evangélicos un movimiento con el propósito de probar
y comprobar las verdades de las escrituras apelando
la ciencia. Se busca la evidencia en el mundo natural
para sostener la revelación sobrenatural. Los copos
de nieve, la sangre, las piedras, las criaturas marinas,
extrañas las aves y muchos otros objetivos naturales
se presentan como pruebas de que la Biblia es la
~ 39 ~
verdad. Esto se vocea como un gran apoyo a la fe, con
la idea de que así la doctrina de la Biblia puede
probarse como un verdadera nacerá la fe. Surgirá
como una consecuencia lógica.
Lo que estos hermanos no ven es que el mismo
hecho de que ellos sientan que necesitan Buscar
prueba para las verdades de las Escrituras
comprueba algo totalmente diferente, literalmente, su
propia incredulidad básica. Cuando Dios habla, la
incredulidad pregunta “¿cómo puedo saber que esto
es verdad?” YO SOY EL QUE SOY, Él es el único
fundamento para la fe, excavar debajo de las rocas, o
buscar debajo del mar para encontrar evidencia para
apoyar las escrituras es insultar al Único que las
escribió. No creo que esto lo hagan con malicia
intencional; pero, sin embargo, no puedo ver cómo
puedan escapar a la conclusión a la conclusión si lo
hacen. si lo hace la fe como la conoce la Biblia es la
confianza en Dios y en su HIJO JESUCRISTO; es la
respuesta del alma al carácter divino cómo se revelan
las Escrituras; y aún esta respuesta es imposible
aparte de la obra y operación previa al Espíritu Santo.
La fe es un don de Dios al alma penitente y no tiene
nada que ver con los con los sentidos, o los datos que
este le ofrecen.
La fe es un milagro, es la habilidad de Dios de
confiar en Su Hijo, y todo lo que no resulta en acción
de acuerdo a la voluntad de Dios no es fe, sino otra
cosa que no alcanzaba a esa altura. La fe y la moral
son dos caras en la misma moneda. En realidad la
misma esencia de la fe es moral, Cualquier sé que se
profesa en Cristo como salvador personal que no
~ 40 ~
traiga la vida bajo la obediencia total y plena a Cristo
como señor es inadecuada y no tiene que de lactar a
su víctima hasta el final.
El hombre que cree obedece; el fracaso en
obedecer es prueba convincente de que no existe
presente la verdadera fe. Para realizar lo imposible
Dios tiene que dar fe, o no existirá en lo absoluto, y el
da fe únicamente el corazón obediente.
¡Donde existe el verdadero arrepentimiento, hay
obediencia, porque el arrepentimiento no es otra cosa
que el dolor y pesar por los fracasos y pecados
pasados, es una determinación de comenzar ahora
hacer la voluntad de Dios tal como El nos la revela!

~ 41 ~
CAPÍTULO
8

La Verdadera religión no es emoción


Sino voluntad
UNA DE LAS PREGUNTAS ENIGMÁTICAS que
suele surgir tarde o temprano para afligir al Cristiano
que busca con sinceridad es cómo puede cumplir el
mandato escritural de amar a Dios con todo su
corazón y a su prójimo como a sí mismo.
El Cristiano sincero, al meditar sobre su
obligación sagrada de amar a Dios y a la humanidad,
tal vez experimente un sentido de frustración
generado por el conocimiento que sencillamente
parece que él no puede despertar una emoción
conmovedora hacia su Señor y sus hermanos. Él
quiere amarles, pero no puede hacerlo. Los pozos de
las delicias de la emoción sencillamente no fluyen.
Muchas personas honradas se han desalentado
por la ausencia de emoción religiosa y han llegado a
la conclusión que ellos realmente no eran Cristianos.
Ellos llegan a la conclusión que erraron el camino
tiempo atrás y que su religión no es más que una
profesión vacía. Por eso por algún tiempo ellos se
enfadan consigo mismos por su frialdad y por el fin se
quedan en un estado de duro y triste desaliento, casi
sin saber qué hacer. Ellos creen en Dios; en verdad
confían en Cristo como su Salvador, pero el amor que
ellos esperaban sentir parece eludirles en forma
permanente. ¿Cuál es el problema?

~ 42 ~
El problema no es liviano. Encierra una dificultad
real, que pudiera declararse en forma de una
pregunta. ¿Cómo puedo amar por mandato? De todas
las emociones de la cuales es capaz el alma, el amor
es, por cierto, la más libre; la menos razonable, la que
menos podría nacer por el llamado del deber, o por
obligación, y por cierto, la que no vendrá por mandato
de otro. Nunca se ha decretado una ley que pueda
obligar a un ser moral a amar a otro, porque por la
misma naturaleza del amor este tiene que ser
voluntario. No se puede forzar, ni asustar a nadie a
amar a otro. El amor no viene de tal manera. Por eso,
¿qué hemos de hacer con el mandato de nuestro
Señor de amar a Dios y nuestro prójimo?
Para encontrar nuestro camino para salir de las
sombras y entrar a la luz feliz sólo necesitamos saber
que hay dos clases de amor: el amor del sentimiento y
el amor de la voluntad. Uno reside en las emociones,
el otro en la voluntad. Sobre uno no podemos tener
mucho control. Viene y se va, sube y baja, se
enciende y se apaga como quiere, y cambia de
caliente a tibio y frío y de nuevo vuelve a calentarse,
muy parecido al tiempo. Dicho amor no lo tenía en
mente Cristo cuando Él le dijo a Su pueblo que
amaran a Dios y a los demás. Tan fácil sería
ordenarle a una mariposa que se posara en nuestro
hombro como intentar ordenarle a este tipo
caprichoso de afecto que visite nuestros corazones.
El amor que la Biblia ordenó no es el amor del
sentimiento; es el amor de la voluntad, la tendencia
voluntaria del corazón. (Para estas dos frases felices
le tengo una deuda a otro, un maestro de la vida
~ 43 ~
interior cuya pluma fue silenciada por la muerte hace
poco tiempo.)
Dios nunca quiso que un ser como el hombre
fuera el juguete de sus sentimientos. La vida
emocional es una parte noble y propia de la
personalidad total, pero es, por su misma naturaleza,
de importancia secundaria. La religión reside en la
voluntad, y lo mismo sucede con la justicia. El único
bien que Dios reconoce es un bien de la voluntad: La
única santidad válida es una santidad voluntaria.
Debería ser un pensamiento alentador que ante
Dios todo hombre es lo que quiere ser por voluntad.
El primer requisito en la conversación es una
voluntad rectificada. «Si alguno quiere», dice nuestro
Señor, y con eso basta. Para cumplir los requisitos del
amor hacia Dios, el alma únicamente necesita tener
la voluntad de amar y el milagro comienza a florecer
como la vara de Aarón que brotó flores de almendra.
La voluntad es el piloto automático que mantiene
al alma en su curso. «Volar es fácil», me dijo un amigo
que pilotea su propio avión. «Elévelo, diríjalo en la
dirección que quiere que vaya y encienda el piloto
automático. Después de eso el avión vuela solo.»
Aunque no debemos llevar la ilustración a extremos,
es una verdad bendita que la voluntad, no lo
sentimiento, o las emociones, determinan nuestra
dirección moral.
La raíz de todo mal en la naturaleza humana es
la corrupción de la voluntad. Los pensamientos e
intenciones del corazón son malos y, como una
consecuencia, la vida entera es mala. El
arrepentimiento es en primeras instancias un cambio
~ 44 ~
de propósito moral, un reverso repentino y a menudo
violento de la dirección del alma. El hijo prodigo tomó
su primer paso de alejarse del chiquero cuando dijo.
«Me levantaré, e iré a mi padre.» Tal como una vez
había dejado la casa de su padre por su propia
voluntad, ahora había querido volver por su propia
voluntad. Su acción subsiguiente probó la expresión
sincera de su propósito. Él regresó.
Alguien puede llegar a la conclusión por lo
antedicho que estamos descartando que el gozo del
Señor sea una parte verdadera de la vida cristiana.
Aunque nadie que lea estas páginas con cuidado
pudiera llegar a tal conclusión errónea, un lector
ocasional pudiera extraviarse; por eso quisiera añadir
una palabra adicional de explicación.
Para amar a Dios con todo nuestro corazón
debemos primeramente tener la voluntad de hacerlo.
Debemos arrepentirnos por nuestra falta de amor y
determinar desde este momento a hacer a Dios el
objeto de nuestra devoción. Debiéramos poner
nuestro afecto en la cosas de arriba y dirigir nuestros
corazones hacia Cristo y las cosas celestiales.
Deberíamos leer las Escrituras en un devocional
todos los días y obedecerle con oración, siempre firme
en la voluntad de amar a Dios con todo nuestro
corazón y a nuestros prójimos como a nosotros
mismos.
Si hacemos estas cosas podremos estar seguros
que experimentaremos un cambio maravilloso en
nuestra vida interior. Pronto encontraremos, para
nuestro gran gozo, que nuestros sentimientos se
están volviendo menos erráticos y están comenzando
~ 45 ~
a moverse en la dirección «de la tendencia voluntaria
del corazón». Nuestras emociones se volverán
disciplinadas y dirigidas. Comenzaremos a probar la
«dulzura penetrante» del amor de Cristo. Nuestro
afecto religioso comenzará a remontarse
paulatinamente sobre alas potentes, en vez de
revolotear sin rumbo o dirección inteligente. Toda la
vida, como un delicado instrumento, será afinada
para cantar las alabanzas a Aquel quien nos amó y no
lavó de nuestros pecados en Su sangre.
¡Pero primero tenemos que tener la voluntad,
porque la voluntad es maestra del corazón!

~ 46 ~
CAPÍTULO
9

Cómo progresar en lo espiritual

LA COMPLACENCIA DE LOS CRISTIANOS es el


escándalo de la Cristiandad.
El tiempo es corto, y la eternidad es larga. El fin
de todas las cosas está a la mano. Se ha comprobado
que el hombre no está capacitado moralmente para
manejar el mundo en el cual ha sido colocado por la
bondad del Todopoderoso. Se ha abierto paso hasta el
borde del cráter y no puede volver atrás, y muerto de
miedo está sin aliento esperando el terrible momento
cuando sea lanzado al Infierno.
Mientras tanto, existe una compañía de personas
en la Tierra que declaran tener la respuesta a todas
las preguntas más importantes de la vida. Afirman
haber encontrado el camino de regreso a Dios, la
liberación de sus pecados, la vida eterna y una
garantía segura del Cielo en el mundo venidero.
Estos son los Cristianos. Ellos declaran que
Jesucristo es el mismo Dios del mismo Dios, hecho
carne para habitar entre nosotros. Insisten que
Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida.
Testifican que Él es en ellos Sabiduría, Justicia,
Santificación y Redención, y ellos aseguran con
vehemencia que Él será para ellos la Resurrección y
la Vida en la eternidad futura.

~ 47 ~
Estos Cristianos saben, y cuando se les presiona
lo admiten, que sus corazones finitos han explorado
únicamente una pequeña parte de las infinitas
riquezas que son de ellos en Cristo Jesús. Ellos leen
las biografías de los grandes santos, cuyos deseos
fervientes por Dios les llevaron a escalar muy alto en
la montaña hacia la perfección espiritual y, por un
breve momento, ellos tal vez anhelen ser como esas
almas fervientes cuya luz y fragancia todavía perdura
en el mundo donde otrora vivieron y trabajaron. Pero
ese anhelo luego desaparece. El mundo es demasiado
para ellos y las demandas de sus vidas terrenales son
demasiado insistentes; así que se acomodan para
vivir sus vidas comunes y corrientes, y aceptan lo
corriente como lo normal. Después de algún tiempo
consiguen logros de algún tipo de contentamiento
interno y eso es lo último que oímos hablar de sus
ambiciones espirituales.
Esta conformidad y contentamiento con el
progreso inadecuado e imperfecto en la vida de la
santidad es, lo repito, un escándalo en la Iglesia de
los que han nacido de nuevo. Todo el peso de las
Escrituras es contra tal cosa. El Espíritu Santo
constantemente busca despertar a los complacientes.
“Sigamos adelante” es la palabra del Espíritu. El
Apóstol Pablo encierra esto en su noble testimonio; se
encuentra en su Epístola a los Filipenses: “Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he
estimado como pérdida por amor de Cristo. Y
ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida
por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi
Señor; por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo
~ 48 ~
por basura, para ganar a Cristo… a fin de conocerle, y
el poder de Su resurrección… pero una cosa hago:
olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante; prosigo a la
meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en
Cristo Jesús” (Filipenses 3:7-14).
Si aceptamos esto como la expresión sincera de
un Cristiano normal, no veo cómo podamos justificar
nuestra propia indiferencia hacia las cosas
espirituales. Pero si alguien abrigara y alimentara, o
sintiera un deseo de algún progreso definido en la
vida de Cristo, ¿qué pudiera hacer para seguir
adelante? Aquí entregamos unas pocas sugerencias:
1. Esforzaos por llegar más allá de los anhelos
en mero pensamiento. Afirmad vuestro rostro como
un pedernal y comenzad a poner vuestra vida en
orden. Todo individuo es tan santo como realmente
quiere ser. Pero ese anhelo tiene que abarcar todo.
Atad los cabos sueltos de vuestra vida.
Comenzad a diezmar; instituid el altar familiar de
oración; pagad vuestras deudas hasta donde os sea
posible y haced un acuerdo franco con cada uno de
vuestros acreedores a quienes no podáis pagar
inmediatamente; haced restitución hasta donde os
sea posible; apartad tiempo para orar y buscar y
estudiar a profundidad las Sagradas Escrituras;
someteos enteramente a la voluntad de Dios. Os
sorprenderéis y sentiréis felices con los resultados.
2. Apartaos de todos los hábitos no Cristianos.
Si otros Cristianos los practican sin sentir
compunción, es posible que Dios os esté llamando a
vosotros a acercarse más a Él que lo que los otros
~ 49 ~
Cristianos quieran estar. Recordad las palabras:
“Otros pueden, vosotros no.” No los condenéis, ni los
critiquéis, pero buscad un camino mejor. Dios os
honrará.
3. Apartaos con Cristo Mismo en el foco, o
punto central de vuestro corazón y mantenedlo a Él
allí continuamente. Sólo en Cristo encontraréis la
satisfacción total. En Él podréis estar unidos a la
Deidad en una conciencia vital. Recordad sobre todo
que Dios os es y está accesible para vosotros
mediante Cristo. Celebrad Su conocimiento por
encima de todo lo demás en la Tierra.
4. Abrid vuestro corazón al Espíritu Santo e
invitadle a Él a llenaros. Él lo hará. ¡Que nadie
interprete las Escrituras para vosotros de manera que
descarte el don del Padre del Espíritu Santo! Cada
persona es tan llena del Espíritu Santo como quiere
ser. Si permitís que vuestro corazón esté vacío, el
Espíritu Santo se apresurará a llenarlo.
En ningún lugar de las Escrituras, ni en la
biografía Cristiana fue lleno alguien con el Espíritu
Santo que no supiera que había sido llenado, y en
ningún lugar fue llena una persona sin que supiera
cuándo. Y nadie fue lleno gradualmente.
5. Sed estrictos con vosotros mismos y
bondadosos con otros. Llevad vuestra propia cruz,
pero nunca coloquéis una sobre la espalda de otro.
Comenzad a practicar la presencia de Dios. Cultivad
el compañerismo del Dios Trino por medio de la
oración, la humildad, la obediencia y la
autoabnegación.

~ 50 ~
¡Cualquier Cristiano que haga estas cosas,
rápidamente progresará en su vida espiritual!
¡Sobran las razones que avancemos en nuestras vidas
Cristianas, y no hay ninguna razón que no lo
hagamos! ¡Sigamos adelante!

~ 51 ~
CAPÍTULO
10

La vieja y la nueva Cruz

Sin anunciar y casi sin ser detectada, ha entrado


en el círculo evangélico una cruz nueva en tiempos
modernos. Se parece a la vieja cruz, pero no lo es;
aunque las semejanzas son superficiales, las
diferencias son fundamentales.
Mana de esa nueva cruz una nueva filosofía
acerca de la vida cristiana, y de aquella filosofía
procede una nueva técnica evangélica, con una nueva
clase de reunión y de predicación. Ese evangelismo
nuevo emplea el mismo lenguaje que el de antes, pero
su contenido no es el mismo como tampoco lo es su
énfasis.
La cruz vieja no tenía nada que ver con el
mundo, para la orgullosa carne de Adán, significaba
el fin del viaje. Ella ejecutaba la sentencia impuesta
por la ley del Sinaí. En cambio, la cruz nueva no se
opone a la raza humana; antes al contrario, es una
compañera amistosa y, si es entendida
correctamente, puede ser fuente de océanos de
diversión y disfrute, ya que deja vivir a Adán sin
interferencias. La motivación de su vida sigue sin
cambios, y todavía vive para su propio placer, pero
ahora le gusta cantar canciones evangélicas y mirar
películas religiosas en lugar de las fiestas con sus
canciones sugestivas y sus copas. Todavía se acentúa

~ 52 ~
el placer, aunque se supone que ahora la diversión ha
subido a un nivel más alto, al menos moral aunque
no intelectualmente.
La cruz nueva fomenta un nuevo y totalmente
distinto trato evangelístico. El evangelista no
demanda la negación o la renuncia de la vida anterior
antes de que uno pueda recibir vida nueva, predica
no los contrastes, sino las similitudes; intenta
sintonizar con el interés popular y el favor del
público, mediante la demostración de que el
cristianismo no contiene demandas desagradables,
antes al contrario, ofrece lo mismo que el mundo
ofrece pero en un nivel más alto. Cualquier cosa que
el mundo desea y demanda en su condición
enloquecida por el pecado, el evangelista demuestra
que el evangelio lo ofrece, y el género religioso es
mejor.
La cruz nueva no mata al pecador, sino que le
vuelve a dirigir de nuevo en otra dirección. Le asesora
y le prepara para vivir una vida más limpia y más
alegre, y le salvaguarda el respeto hacia sí mismo, es
decir, su “auto-imagen” o la “opinión de sí mismo”. Al
hombre lanzado y confiado le dice: “Ven y sé lanzado
y confiado para Cristo”. Al egoísta le dice: “Ven gozate
en el Señor”. Al que busca placeres le dice: “Ven y
disfruta el placer de la comunión cristiana”. El
mensaje cristiano es aguado o desvirtuado para
ajustarlo a lo que esté de moda en el mundo, y la
finalidad es hacer el evangelio aceptable al público.
La filosofía que está detrás de esto puede ser
sincera, pero su sinceridad no excusa su falsedad. Es

~ 53 ~
falsa porque está ciega. No acaba de comprender en
absoluto cuál es el significado de la cruz.
La cruz vieja es un símbolo de muerte. Ella
representa el final brutal y violento de un ser
humano. En los tiempos de los romanos, el hombre
que tomaba su cruz para llevarla. ya se había
despedido de sus amigos, no iba a volver, y no iba
para que le renovasen o rehabilitasen la vida, sino
que iba para que pusiesen punto final a ella. La cruz
no claudicó, no modificó nada, no perdonó nada, sino
que mató a todo el hombre por completo y eso con
finalidad. No trataba de quedar bien con su víctima,
sino que le dio fuerte y con crueldad, y cuando
hubiera acabado su trabajo, ese hombre ya no
estaría.
La raza de Adán está bajo sentencia de muerte.
No se puede conmutar la sentencia y no hay
escapatoria. Dios no puede aprobar ninguno de los
frutos del pecado, por inocentes o hermosos que
aparezcan ellos a los ojos de los hombres. Dios salva
al individuo mediante su propia liquidación, porque
después de terminado, Dios le levanta en vida nueva.
El evangelismo que traza paralelos amistosos
entre los caminos de Dios y los de los hombres, es un
evangelio falso en cuanto a la Biblia, y cruel a las
almas de sus oyentes. La fe de Cristo no tiene
paralelo con el mundo, porque cruza al mundo de
manera perpendicular. Al venir a Cristo no subimos
nuestra vida vieja a un nivel más alto, sino que la
dejamos en la cruz. El grano de trigo debe caer en
tierra y morir.

~ 54 ~
Nosotros, los que predicamos el evangelio no
debemos considerarnos agentes de relaciones
públicas, enviados para establecer buenas relaciones
entre Cristo y el mundo. No debemos imaginarnos
comisionados para hacer a Cristo aceptable a las
grandes empresas, la prensa, el mundo del deporte o
el mundo de la educación. No somos mandados para
hacer diplomacia sino como profetas, y nuestro
mensaje, no es otra cosa que un ultimátum.
Dios ofrece vida al hombre, pero no le ofrece una
mejora de su vida vieja. La vida que El ofrece es vida
que surge de la muerte. Es una vida que siempre está
en el otro lado de la cruz. El que quisiera gozar de esa
vida tiene que pasar bajo la vara. Tiene que
repudiarse a sí mismo y ponerse de acuerdo con Dios
en cuanto a la sentencia divina que le condena.
¿Qué significa eso para el individuo, el hombre
bajo condenación que quisiera hallar vida en Cristo
Jesús? ¿Cómo puede esa teología traducirse en vida
para él? Simplemente, debe arrepentirse y creer. Debe
abandonar sus pecados y negarse a sí mismo. ¡Que
no oculte ni defienda ni excuse nada! Tampoco debe
regatear con Dios, sino agachar la cabeza ante la vara
de la ira divina y reconocer que es reo de muerte.
Habiendo hecho esto, ese hombre debe mirar con
ojos de fe al Salvador; porque de Él vendrá vida,
renacimiento, purificación y poder. La cruz que acabó
con la vida terrenal de Jesús es la misma que ahora
pone final a la vida del pecador; y el poder que
resucitó a Cristo de entre los muertos, es el mismo
que ahora levanta al pecador arrepentido y creyente
para que tenga vida nueva junto con Cristo.
~ 55 ~
A los que objetan o discrepan con esto, o lo
consideran una opinión demasiada estrecha, o
solamente mi punto de vista sobre el asunto, déjame
decir que Dios ha sellado este mensaje con Su
aprobación, desde los tiempos del Apóstol Pablo hasta
el día de hoy. Si ha sido proclamado en estas
mismísimas palabras o no, no importa tanto, pero sí
que es y ha sido el contenido de toda predicación que
ha traído vida y poder al mundo a lo largo de los
siglos. Los místicos, los reformadores y los
predicadores de avivamientos han puesto aquí el
énfasis, y señales y prodigios y repartimientos del
Espíritu Santo han dado testimonio juntamente con
ellos de la aprobación divina.
¿Nos atrevemos, pues, a jugar con la verdad
cuando somos conocedores de que heredamos
semejante legado de poder? ¿Intentaríamos cambiar
con nuestros lápices las rayas del plano divino, el
modelo que nos fue mostrado en el Monte? ¡En
ninguna manera! Prediquemos la vieja cruz, y
conoceremos el viejo poder.

~ 56 ~
CAPÍTULO
11

No hay sabiduría en el pecado

El mundo ha dividido a los hombre en dos clases,


la gente buena estúpida y los malvados astutos.
Esta clasificación falsa atraviesa mucha de la
literatura de los últimos siglos, desde los clásicos
hasta las tiras cómicas, desde el Polonio de
Shakespeare, quien dicta a su hijo unas
perogrulladas morales buenas pero aburridoras,
hasta el personaje de la tira cómica Lil Abner que
nunca haría nada malo, pero que prefería caer de
cabeza que de pie porque tenía más sensación en los
pies que en la cabeza.
En las Sagradas Escrituras la cosas son
exactamente lo opuesto. Allí la justicia y la rectitud
siempre se asocian con la sabiduría y el mal con la
necedad. Aunque haya otros factores presentes en el
acto de hacer mal, la necedad no está nunca ausente.
Para cometer un acto malo, un hombre tiene que
pensar mal, o en forma errada en ese momento; tiene
que ejercer un juicio malo.
Si esto es verdad, entonces el diablo es el ser
más necio de la creación, porque cuando él apostó
sobre su habilidad de deponer de Su trono a Dios
Todopoderoso, fue culpable de un acto de juicio tan
malo que es imbécil. Se dice que tuvo una gran
cantidad de sabiduría, pero su sabiduría tiene que
haberle abandonado en el momento de su primer
~ 57 ~
pecado, porque menosprecio el vasto poder de Dios, e
igualmente, en forma abismal, sobreestimó su propio
poder. Al diablo no se le pinta ahora en las
Escrituras como sabio, únicamente como astuto. No
se nos advierte contra su sabiduría, sino contra sus
astucias y asechanzas, algo muy diferente.
El pecado, repito, además de todo lo demás, sea
lo que sea, es siempre un acto de juicio errado. Para
cometer un pecado, un hombre tiene que creer por un
momento que las cosas son diferentes de lo que
realmente son: confunde los valores; ve el universo
moral fuera de foco; acepta una mentira como verdad
y ve la verdad como una mentira; desestima las
señales en la carretera y maneja con los ojos
cerrados; actúa como si no tuviera alma y no fuera
responsable de sus decisiones morales
El pecado es algo de lo cual nunca deberíamos
sentirnos orgullosos. Ningún acto es sabio que
descarta las consecuencias, si quiera de manera
remota, y el pecado siempre las menosprecia. El
pecado ve solamente el hoy, a lo mucho el mañana;
nunca pasado mañana, ni el próximo mes, ni el
próximo año. La muerte y el juicio son desechados de
la mente como si no existieran, y el pecador se vuelve
por un lapso de tiempo un ateo práctico, quien por su
acto niega, no sólo la existencia de Dios, sino el
concepto de la vida después de la muerte.
La historia está repleta con ejemplos de hombres
cuyos poderes intelectuales eran grandes, pero cuyo
juicio práctico fue casi cero. Albert Einstein, por
ejemplo, que fue un genio matemático pero que no
podía cuadrar su propia cuenta de chequera de banco
~ 58 ~
y que piloteó su lancha a motor encima de la playa
con la disculpa “parece que estaba pensando en otra
cosa”. Podemos sonreír por esto, pero no hay nada
humorístico en absoluto acerca de la otra clase de
hombres que tenían mentes brillantes, pero cuyo
juicio moral, lamentablemente, fue errado y fuera de
razón. A esta clase de hombres pertenecen Lucrecio,
Voltaire, Shelley, Óscar Wilde, Walt Whitman y miles
cuyos nombres son menos conocidos
La noción que el pecador descuidado es el
hombre sabio y el Cristiano de mente seria, aunque
bien intencionado, es un aburridor estúpido
totalmente fuera de contacto con la vida, no puede
resistir que se le escrudiñe meticulosamente. El
pecado es básicamente un acto de necedad moral, y
mientras más grande la necedad, más grande y peor
es el necio
Es hora que la juventud de esta generación
aprenda que no hay nada ingenioso ni inteligente en
el mal obrar y no hay nada estúpido en la rectitud y
la justicia. Tenemos que terminar el trato, las
componendas y los compromisos con el mal. Nosotros
los Cristianos tenemos que dejar de pedir disculpas
por nuestra posición moral y comenzar a hacer oír
nuestras voces, exponiendo y presentando al pecado
como el enemigo de la raza humana, lo que es, sin
lugar a dudas, y desplegando la rectitud, la justicia y
la verdadera santidad como la más noble de las
empresas para los seres morales
La idea que el pecado es moderno es falsa. No se
ha inventado un pecado nuevo desde los albores de la
historia. Ese nuevo vicio que aparece para horrorizar
~ 59 ~
a los ciudadanos decentes y preocupar a la policía no
es realmente nuevo. Abra ese Libro escrito hace siglos
y encontrará que allí se describe. El pecador sin freno
que trata de pensar alguna manera nueva de expresar
su amor por la iniquidad y maldad no puede menos
que imitar a otros como él mismo, pero que ya han
muerto hace años. No es el brillante rebelde que
piensa ser, sino un hombre débil y estúpido que tiene
que seguir en el largo desfile de la muerte hacia el
punto sin retorno.
Si las canas son corona de gloria cuando se
encuentran en el camino de la justicia, son un gorro
de tonto si se encuentran en el camino del pecado, Un
pecador viejo es un espectáculo temible y terrible. No
podemos menos que sentir hacia él emociones como
se siente hacia el hombre condenado que va camino
al patíbulo. Un sentido de terror mudo y un golpe de
sobresalto inunda el corazón. El saber que el hombre
condenado fue en su tiempo un muchacho de tez
despejada sólo aumenta el sentimiento, y el
conocimiento que el anciano rebelde, ahora más allá
de la posibilidad de ser rescatado, en su tiempo
asistió a la casa de Dios los domingos por la mañana
al son del doblar de las campanas hace que hasta el
Cristiano más humilde y un poco asustado admita:
Ese seria yo, si no fuera por la gracia de Dios.
¡Yo me encuentro entre los que creen que
nuestra civilización occidental va rumbo a la
perdición! ¡Tiene muchas cualidades encomiables,
mucho de lo cual ha pedido prestado de la ética
Cristiana, pero carece del elemento de la sabiduría
moral que le concedería permanencia! ¡Los
~ 60 ~
historiadores del futuro escribirán que nosotros del
siglo veinte tuvimos la inteligencia para crear una
gran civilización, pero no la sabiduría para
preservarla¡.

~ 61 ~
CAPÍTULO

12

Tres grados de conocimiento


religioso

En nuestro conocimiento de las cosas divinas,


puede distinguirse tres grados de conocimiento: el
conocimiento que se proporciona por la razón, por la
fe y por la experiencia espiritual, respectivamente.
Estos tres grados de conocimiento corresponden
a los tres departamentos del tabernáculo en el
antiguo orden Levítico: el Atrio Exterior, el Lugar
Santo y el Lugar Santísimo.
Muy adentro, detrás del <<segundo velo>> estaba
el Lugar Santísimo, que tenía como único mueble el
Arca del Testimonio con los querubines que cubrían
el propiciatorio. Allí entre las alas extendidas moraba
en temible esplendor el fuego de la presencia de Dios,
la Gloria Shekina. Ninguna luz de la naturaleza
penetraba en ese lugar sagrado, únicamente el
destello puro de Dios, quien es luz y en quien no
moran tinieblas en absoluto. A esa presencia solemne
no podía acercarse nadie excepto el sumo sacerdote
una vez al año con la sangre de la propiciación.
Mas afuera, y separado por un grueso velo,
estaba el Lugar Santo, un lugar sagrado, sin lugar a
dudas, pero separado de la Presencia de Dios y
siempre accesible a los sacerdotes de Israel. Aquí

~ 62 ~
también estaba excluida la luz del sol y la luna; la luz
procedía de la iluminación de los siete brazos del
candelabro.
El patio o atrio de los sacerdotes estaba más
afuera, un recinto cerrado en el cual estaban el altar
de bronce y el lavacro. Éste estaba abierto al Cielo y
recibía la luz normal de la naturaleza.
Todo esto era de Dios y todo era divino, pero la
calidad del conocimiento del adorador se volvía más
seguro y más sublime a medida que avanzaba desde
el patio exterior hacia el Propiciatorio y la Presencia,
donde, por fin, se le permitía contemplar los
querubines de gloria y el Fuego Ardiente que
centelleaba entre esas alas extendidas.
Todo esto ilustra, o tipifica, los tres grados de
conocimiento para el Cristiano. No es apropiado que
presionemos todos los detalles en un esfuerzo de
encontrar en el cuadro del Antiguo Testamento más
de lo que allí se encuentre; pero hasta el expositor
más cauteloso apenas podría objetar el usar lo
terrenal y externo para realzar y poner en relieve lo
celestial.
La naturaleza es una gran maestra y a sus pies
podemos aprender mucho que es bueno y
ennoblecedor. La Biblia misma nos enseña esto:
<<Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de Sus manos>> (Salmo
19:1). <<Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus
caminos y sé sabio>> (Proverbios 6:6). <<Mirad las
aves del cielo>> (Mateo 6:26). <<Porque las cosas
invisibles de Él, Su eterno poder y deidad, se hacen
claramente visibles desde la creación del mundo,
~ 63 ~
siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa>> (Romanos 1:20). La
razón, operando en base a los datos que proporciona
la observación de los objetos naturales, nos dice
mucho acerca de Dios y de las cosas espirituales.
Esto es demasiado obvio para requerir pruebas.
Todos lo saben.
Pero hay conocimiento más allá del que
proporciona la observación: es el conocimiento que se
recibe por la fe. <<En la religión la fe ocupa el lugar
de la experiencia en las cosas del mundo>>. La
revelación divina por medio de las Escrituras
inspiradas ofrece datos que residen totalmente fuera
de y por encima del poder de la muerte para
descubrir. La mente puede hacer sus deducciones
después que haya recibido estos datos por la fe, pero
no los puede descubrir por su propia cuenta. No
existe ninguna técnica conocida por el hombre
mediante la cual pueda aprender, por ejemplo, que
Dios en el principio creó los cielos y la tierra, o que
hay tres personas en la Deidad; que Dios es amor, o
que Cristo murió por los pecadores, o que Él ahora se
sienta a la diestra de la Majestad en los Cielos. Si
alguna vez logramos conocer estas cosas tiene que ser
recibiendo un cuerpo o acopio de doctrina tan
verdadero que no tenemos manera de verificarlo. Este
es el conocimiento de la fe.
Existe un conocimiento más puro que éste: es el
conocimiento por la experiencia espiritual directa. Lo
rodea una inmediación o proximidad que lo ubica
más allá de toda duda. Debido al hecho que no fue
logrado por la operación de la razón sobre los datos
~ 64 ~
intelectuales, se elimina la posibilidad de error. Por
medio de la morada del Espíritu Santo, el espíritu
humano entra en contacto inmediato con la realidad
espiritual superior. Mira, prueba, siente y ve los
poderes del mundo venidero y tiene un encuentro
consciente con el Dios invisible.
Comprendamos que dicho conocimiento se
experimenta, más bien que se logra. No consiste de
descubrimientos sobre algo; es la cosa misma. No es
una suma o composición de verdades religiosas. Es
un elemento que no puede separarse en partes. El
individuo que goza de esta clase de conocimiento es
capaz de comprender la exhortación del libro de Job:
<<Vuelve ahora en amistad con Él, y tendrás paz; y
por ello te vendrá bien>> (Job 22:21). Para dicha
persona Dios no es una conclusión deducida de la
evidencia, ni es Él la suma total de lo que enseña la
Biblia acerca de Dios. Ese individuo conoce a Dios en
el significado irreducible de la palabra conocer. Casi
pudiera decirse que Dios le sucedió.
Tal vez Cristo dijo todo esto en forma más
sencilla en Juan 14:21: <<Y Me manifestaré a él>>
(Juan 14:21). Porque lo que nos hemos estado
esforzando de comunicar aquí no es otra cosa que la
enseñanza sencilla y sublime del Nuevo Testamento
que el Dios trino anhela morar en el corazón del
hombre redimido, constantemente dando a conocer
Su Presencia. ¿Qué hay en la Tierra o en el Cielo
arriba que sea una bendición más grande o una
bienaventuranza mayor?

~ 65 ~
CAPÍTULO
13

La santificación de lo secular

El Nuevo Testamento Enseña que todas las cosas


son puras para el puro, y creo que podemos concluir
que para el hombre impío todas las cosas son malas.
La cosa en si no es ni buena ni mala; el bien y el mal
pertenecen a la personalidad humana.
Todo depende del estado de nuestra vida interior
y la relación de nuestro corazón con Dios. El hombre
que camina con Dios verá y sabrá que para él no
existe una línea estricta que separa lo sagrado de lo
secular. Reconoce que existe a su alrededor un
mundo de cosas creadas que son inocentes en sí
mismas; y sabrá, también, que miles de actos
humanos no son buenos ni malos excepto que sean
ejecutados por hombres buenos, o por hombres
malos. El bullicioso mundo a nuestro alrededor está
lleno de trabajo, de viajes, de matrimonios, de la
crianza de nuestros jóvenes, de la sepultación de
nuestros muertos, de compras, de vender, de dormir,
de comer y del intercambio social con nuestros
congéneres.
Estas actividades y todo lo demás que llena
nuestros días, por lo general, están separadas en
nuestras mentes de la oración, la asistencia a la
iglesia y los actos religiosos específicos que realizan

~ 66 ~
los ministros la mayor parte de la semana y los laicos
en breve uno o dos veces por semana.
Aunque la vasta mayoría de los hombres se
ocupa en el negocio complicado de vivir mientras que
confía enteramente en sí mismo, sin referencia a Dios
o a la redención, nosotros los Cristianos hemos
llegado a llamar a estas actividades comunes
“”seculares”” y les atribuimos un cierto grado de
maldad, un mal que no es inherente en ellos y que no
poseen necesariamente.
El Apóstol Pablo enseña que todo acto sencillo de
nuestra vida puede ser un sacramento. “Si, pues,
coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31). “Y todo lo
que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo
en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de Él” (Colosenses 3:17).
Algunos de los grandes santos, que nunca fueron
grandes porque tomaron en serio las exhortaciones y
trataron de practicarlas, lograron conseguir la
santificación de lo secular o, tal vez debiera decir, la
abolición secular. Su actitud hacia las cosas de la
vida común les levanto y les alzó por encima de lo
común y les impartió una aureola de divinidad. Estas
almas puras derribaron las altas paredes que
separaban las diversas áreas de sus vidas entre si y
veían todas como una, la que ofrecían a Dios en un
ofrenda santa, aceptable a Dios por medio de
Jesucristo.
Nicolás Herman (el Hermano de Lorenzo) hizo sus
actos más comunes en hechos de devoción. “El
tiempo de los negocios no difiere en absoluto del
~ 67 ~
tiempo de oración”, él dijo, “y en el ruido y bullicio de
la cocina, mientras que varias personas al mismo
tiempo están pidiendo diferentes cosas, yo poseo a
Dios en esa gran tranquilidad como si estuviera de
rodillas en el bendito sacramento”.
Francisco de Asís acepto la creación entera como
su casa de oración y llamó a todo, lo grande y
pequeño, que se unieran a él en adoración a la
Deidad. La madre tierra, el sol candente, la luna
plateada, las estrellas de noche, el viento, el agua, las
flores, los frutos –a todos se les invitó a alabar con él
a su Dios y Rey-. Casi no quedó ningún punto que se
pudiera llamar secular. Todo el mundo resplandecería
como la zarza de Moisés con la luz de Dios, y ante ella
el santo se arrodillo y se sacó el calzado.
Tomás Traherne, el autor Cristiano del siglo
diecisiete, declaró que los hijos del Rey nunca podrán
gozar bien del mundo hasta que todas las mañanas
se despierten en el Cielo, se vean a sí mismo en el
palacio del Padre, y miren a los cielos, la tierra y al
aire como deleites celestiales, teniéndoles a todos
una estima tan reverente como si estuvieran entre los
ángeles.
Todo esto no es para despreciar la caída del
hombre, ni negar la presencia del pecado en el
mundo. Ningún hombre puede negar la caída, como
ningún hombre observador puede negar la realidad
del pecado y, hasta donde yo sepa, ningún pensador
responsable ha sostenido que el pecado pudiera ser
otra cosa que pecaminoso, ya sea por la oración, o
por la fe, o por las ministraciones espirituales. Ni los
autores inspirados de las Sagradas Escrituras, ni
~ 68 ~
aquellas almas iluminadas que han basado sus
enseñanzas sobre las Escrituras han tratado de hacer
del pecado otra cosa que excesivamente pecaminoso.
Es posible reconocer lo sagrado de todas las cosas
aun mientras admitan que por el tiempo el misterio
del pecado opera en lo hijos de desobediencia y que
toda la creación gime y está de parto, esperando la
manifestación de los hijos de Dios.
Traherne vio la aparente contradicción y la
explico en esta forma: “Menospreciar el mundo y
gozar del mundo son dos cosas contrarias entre sí.
¿Cómo podemos menospreciar al mundo, cuando
fuimos creados para gozarlo? En realidad hay dos
mundos. Uno fue hecho por Dios, y el otro por el
hombre. El que fue hecho por Dios era grande y
hermoso. Antes de la Caída era el deleite de Adán y el
templo de su gloria. El creado por los hombres era
una Babel de confusiones; riquezas inventadas,
pompa y vanidades, acarreadas por el pecado.” Tomas
Kempis dijo: “Deja el todo por el todo. Deja un mundo
para gozar otro.”
Almas como estas lograron la santificación de lo
secular. La iglesia está sufriendo hoy de la
secularización de lo sagrado. Al aceptar los valores del
mundo, pensado sus pensamientos y adoptando sus
estilos de vida, hemos disminuido la gloria que brilla
desde lo alto. No hemos podido traer la Tierra al juicio
del Cielo, así que hemos traído el Cielo al Juicio de la
Tierra. ¡Ten piedad de nosotros, Señor, porque no
sabemos lo que hacemos!

~ 69 ~
CAPÍTULO
14

Se debe amar a Dios por quien es Él

DIOS, SIENDO QUIEN ÉL ES, siempre tiene que


ser buscado por quien ÉL mismo es, nunca como un
medio para lograr un fin.
Quien quiera busque otros objetos y objetivos y
no a Dios, corre por su cuenta y riesgo; tal vez
consiga esos objetivos si es capaz; pero nunca tendrá
a Dios. A Dios no se le encuentra por casualidad o
por accidente. *Y Me buscaréis y Me hallaréis, porque
Me buscaréis de todo vuestro corazón* (Jeremías
29:13).
Cualquiera que busque a Dios como un medio
hacía un fin deseado no encontrará a Dios. El Dios
todopoderoso, el Hacedor de los Cielos y la Tierra, no
será uno entre muchos tesoros, ni siquiera el
principal de los tesoros. Él será todo en todo, o no
será nada. A Dios no Se le puede usar. Su
misericordia y Su gracia son infinitas y Su
comprensión paciente traspasa toda medida, pero Él
no ayudará a los hombres en su lucha egoísta por
conseguir ganancias personales. Él no ayudará a los
hombres a conseguir fines que, cuando se logren,
usurpen el lugar de Aquel que por derecho propio Él
debiera ocupar en sus intereses y afectos.
Sin embargo el cristianismo popular tiene como
uno de sus puntos de vista más efectivos la idea que
~ 70 ~
Dios existe para ayudar a la gente a avanzar en este
mundo, El Dios de los pobres se ha convertido en el
Dios de una sociedad afluente. Cristo ya no rehúsa
ser el juez y el divisor entre dos hermanos
hambrientos de dinero. Ahora Se le puede persuadir a
ayudar al hermano que ha aceptado a Cristo a sacar
ventaja sobre su hermano que no lo es.
Un ejemplo craso del esfuerzo moderno de usar a
Dios para propósitos egoístas es un bien conocido
comediante quien después de repetidos fracasos,
prometió a alguien que él llamaría a Dios y si Él le
ayudaba a tener éxito en el mundo de los
entretenimientos, él le recompensaría donando
generosamente para el cuidado de los niños enfermos.
Poco después logró gran fama en los clubes nocturnos
y la televisión. Ha guardado su promesa y está
reuniendo gruesas sumas de dinero para construir
hospitales de niños. Estas donaciones a la caridad, él
siente, son el precio barato que pagar por el éxito en
uno de los campos más pornográficos del quehacer
humano.
Uno pudiera excusar el acto de este artista de
diversión como algo que pudiera esperarse de un siglo
veinte pagano, pero que la multitud de evangélicos en
Norteamérica realmente creyera en Dios tuviera arte y
parte en todo asunto da que pensar y no se puede
pasar por alto. Este punto de vista bajo y falso de la
Deidad es una razón mayor por la inmensa
popularidad que goza Dios en estos días entre los
occidentales bien alimentados.
La enseñanza de la Biblia es que Dios Mismo es
el fin para el cual fue creado el hombre. *¿A quién
~ 71 ~
tengo yo en los cielos sino a Ti? Y fuera de Ti nada
deseo en la Tierra* (Salmo 73:25). El primer
mandamiento y el más grande es amar a Dios con
todos los poderes de nuestro ser. Donde exista un
amor como ése, no queda lugar para otro objeto. Si
amamos a Dios tanto como debemos no podríamos
soñar de un objeto o ser amado más allá de Él mismo
que Él nos pudiera ayudar a obtener.
Bernardo de Clairvaux comienza su radiante
tratado sobre el amor de Dios con una pregunta y
una respuesta. La pregunta. ¿Por qué debemos amar
a Dios? La respuesta. Porque Él es Dios, Clairvaux
desarrolla la idea más, pero para el corazón
iluminado no es preciso decir mucho más. Debemos
amar a Dios porque Él es Dios. Más allá de esto ni los
ángeles pueden pensar.
Siendo Dios quien Él es. Dios tiene que ser
amado por Sí mismo. Él es la razón de nuestro amor
por Él y por todos los otros actos que Él ha realizado,
está realizando y realizará hasta el fin del mundo. La
razón principal para todo lo que Dios hace es Su
propio placer. La búsqueda de razones secundarias es
injustificada y por demás fútil. Le ofrece ocupación a
los teólogos y añade páginas a los libros de doctrina,
pero dudo que alguna vez añada alguna explicación.
Pero es la naturaleza de Dios el compartir. Sus
poderosos actos de la creación y redención fueron
hechos por su propio placer, pero Su placer se
extiende a todas las cosas creadas. No tenemos más
que mirar a un niño sano jugando, o escuchar el
canto de un ave al atardecer y sabemos que Dios
quería que su universo fuera feliz.
~ 72 ~
Aquellos que han sido capacitados
espiritualmente a amar a Dios por lo que Él es
encontraran miles de fuentes que nacen del arco iris
que rodea el trono y proporciona un sinnúmero de
tesoros que han de ser recibidos con gratitud
reverente como el desbordamiento o superabundancia
del amor de Dios hacia Sus hijos. Cada don es una
bonificación o añadido de gracia que porque no fue
buscado por sí mismo puede gozarse sin daño al
alma. Éstos incluyen las bendiciones sencillas de la
vida, tal como la salud, un hogar, el abrigo, los goces
puros de la naturaleza y los placeres más artificiales
de la música y el arte.
El esfuerzo de encontrar estos tesoros por la
búsqueda directa aparte de Dios ha sido la actividad
máxima de la humanidad a través de los siglos; y ésta
ha sido la carga y el dolor del hombre. El esfuerzo de
ganarlos como un motivo ulterior o subsiguiente
después de aceptar a Cristo puede ser algo nuevo
bajo el sol; pero, nuevo o viejo, es un mal que sólo
puede acarrear juicio al final.
Dios desea que nosotros le amemos a Él por lo
que Él mismo es sin razones escondidas, confiando
en Él para que sea para nosotros todo lo que nuestra
naturaleza requiera. Nuestro Señor dijo todo esto
mucho mejor; *Mas buscad primeramente el Reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas* (Mateo 6:33)

~ 73 ~
CAPÍTULO
15

La FE Verdadera es activa, no pasiva

Un Cristiano es alguien que cree en Jesucristo


como Señor. Con ésta declaración todos los
evangélicos están de acuerdo. En realidad parece que
no hay nada más que hacer. Porque el Nuevo
Testamento es más claro que el cristal acerca del
tema o asunto.
El primer reconocimiento de Cristo como Señor y
Salvador es generalmente seguido por el bautismo y
membresía en una iglesia Protestante, porque
satisface las ansias de compañerismo con otros de
ideas afines. Unos pocos Cristianos se aíslan de la
religión organizada, pero la vasta mayoría, aunque
reconocen las imperfecciones de las iglesias, a pesar
de esto, reconocen que pueden servir a su Señor
mejor en la iglesia que fuera de ella.
Existe, sin embargo, una falta o defecto serio en
todo esto: es que muchos -¿exageraría el caso si
dijera que la mayoría?- de aquellos que confiesan su
Fe en Cristo y entran en asociación con la comunidad
de los creyentes tienen poco gozo en su corazón, no
tienen paz en su mente, y por las apariencias
externas, no son mejores moralmente que el
ciudadano corriente educado que no demuestra
ningún interés en la religión y, por supuesto, no
profesa el cristianismo. ¿Por qué es esto?
~ 74 ~
Creo que es el resultado de un concepto
inadecuado del Cristianismo y una comprensión
imperfecta del carácter revolucionario del discipulado
Cristiano.
Por cierto que no hay nada nuevo en mi
conclusión. Los evangelistas se lamentan a gritos por
los cuerpos muertos de los miembros de la iglesia,
como bien pudiera ser el caso, y aparecen muchos
artículos y libros de consideración profunda de
tiempo en tiempo que tratan con el serio vacío o
laguna que existe entre la Fe y la práctica de los
Cristianos.
¿Por qué entonces añadir otra voz a las muchas?
Porque muchos que lamentan la condición no saben
qué hacer al respecto, y yo creo que el camino es
claro, aunque duro, y que no existe excusa para
seguir en esta pobre tasa mortal cuando podríamos
gozar la vida espiritual abundante en Cristo Jesús. La
verdadera Fe trae una transformación espiritual y
moral y un testigo interno que no puede equivocarse.
Estos ocurren cuando cesamos de creer en las
creencias y comenzamos a creer en verdad en el
Señor Jesucristo.
La verdadera fe no es pasiva sino activa. Requiere
que cumplamos ciertas condiciones, que permitamos
que las enseñanzas de Cristo dominen la totalidad de
nuestras vidas desde el momento en que creemos. El
hombre que posea una fe salvadora tiene que ser
diferente todos los demás. El esfuerzo de alguno de
gozar los beneficios de la redención mientras esté
inmiscuido en el mundo es fútil. Tenemos que escoger

~ 75 ~
uno o lo otro; y la fe rápidamente puede hacer su
decisión, en la cual no hay retirada ni retorno.
El cambio experimentado por un hombre
verdaderamente convertido es igual al de un hombre
que se traslada a otro país. El alma regenerada no se
siente más en casa en el mundo, tal ´como se sintió
Abraham cuando salió de Ur de los Caldeos y
comenzó su viaje a la tierra prometida. Con excepción
de su pequeña comitiva propia, él era un extraño a
todos los que le rodeaban. Se le llamaba “Abraham el
hebreo”, y si hablaba el idioma de la gente entre la
cual se radicó, lo hablaba con un acento. Todos ellos
sabían que él no era uno de ellos.
El viaje de Ur a Betel lo emprenden todas las
almas que se proponen a seguir a Cristo. Es, sin
embargo, no un viaje para los pies sino para el
corazón. El Cristiano recién nacido es un inmigrante;
ha entrado al Reino de Dios de su antiguo hogar en el
reino del hombre y tiene que predisponerse para los
cambios violentos que inevitablemente ocurrirán.
Uno de los primeros cambios será un traslado de
los intereses desde la Tierra al Cielo, de los hombres a
Dios, del tiempo a la eternidad, desde las ganancias
terrenales a Su Reino eterno. De manera repentina, o
lento pero seguro, desarrollará un nuevo patrón, o
modelo, o estilo de vida. Las cosas viejas pasarán, y
he aquí, todas las cosas serán hechas nuevas,
primeramente por dentro y entonces en el exterior;
porque el cambio dentro de él pronto comenzará a
expresarse con los cambios correspondientes en su
manera de vivir.

~ 76 ~
La transformación se echará de ver en muchas
maneras y sus antiguos amigos comenzarán a
preocuparse por él. Al principio le harán burla y
entonces comenzarán a reprenderle y regañar; y si
persiste en su determinación de seguir a Cristo, ellos
comenzarán a oponerse y perseguirle. Los que han
nacido una vez nunca comprenden a los que han
nacido dos veces, y todavía, después de miles de
años, Caín odia a Abel y Esaú amenaza a Jacob. Es
tan cierto hoy como lo fue en tiempos de la Biblia que
el hombre que odia sus pecados demasiado tendrá
problemas con aquellos que no odian suficiente al
pecado. Los individuos se resisten porque sus amigos
les abandonan y por deducción e inferencia condenan
su estilo de vida. El cambio se revelará aún más en lo
que el nuevo Cristiano lee, en los lugares que
frecuenta y las amistades que cultiva, en lo que
invierte su tiempo y cómo gasta su dinero. En
realidad, la fe no deja sin afectar a ninguna de las
áreas de la vida del nuevo creyente.
El hombre que ha sido renovado en forma
genuina tendrá un nuevo centro para su vida.
Experimentará una nueva orientación que afecta toda
su personalidad. Se dará cuenta de una nueva visión
panorámica filosófica. Las cosas que una vez
cobraban gran valor, repentinamente pierden todo su
atractivo para él y es posible que llegue a odiar
algunas cosas que previamente amaba.
¡El hombre que se retrae de esta clase de
Cristianismo revolucionario está retrocediendo ante la
cruz!¡Pero millares se baten en retirada, y éstos tratan
de arreglar las cosas y componer la situación
~ 77 ~
buscando el bautismo y membresía en la iglesia!¡Con
razón que se sienten tan insatisfechos!

~ 78 ~
CAPÍTULO
16

Presuponemos demasiado

Una vez María y José, con muchas amistades y


parientes, estaban regresando de un viaje a Jerusalén
y, suponiendo que el jovencito Jesús estaba en la
compañía, viajaron un día antes de descubrir que Él
se había quedado atrás.
Su falta era que ellos presuponían que lo que
querían creer era un hecho. Dieron demasiado por
supuesto. Una simple verificación al comienzo del
viaje les habría ahorrado una experiencia
desgarradora de temor y unos dos días de viaje
incierto e innecesario.
La suya era una falta perdonable y una que
nosotros mismos estamos en peligro de cometer. Toda
la compañía de evangélicos está en viaje al hogar
suponiendo cosas, algunas de las cuales tal vez no
sean verdad. Debemos hacer una verificación antes
de proseguir más adelante. Nuestro fracaso de
hacerlo pudiera acarrearnos consecuencias más
serias que aquellas que sufrieron María y José. Nos
podría conducir directamente a la tragedia.
Existe el peligro que tomemos a Cristo por
supuesto. Suponemos que porque mantenemos las
creencias del Nuevo Testamento, por tanto, somos
Cristianos del Nuevo Testamento, pero esto no sigue
~ 79 ~
como conclusión automática. El diablo es un mejor
teólogo que cualquiera de nosotros y siempre sigue
siendo diablo.
Podemos, por ejemplo, suponer que la salvación
es posible sin el arrepentimiento. El perdón sin
penitencia es una ilusión engañosa que la honradez y
la honestidad sincera requiere que nosotros
pongamos de manifiesto y divulguemos por lo que es.
Para ser perdonado, un pecado tiene que ser
abandonado. Esto está de acuerdo con las Escrituras,
con la lógica común y con la experiencia de los santos
de todas las edades.
También estamos en peligro de presuponer el
valor de la religión sin la rectitud o la justicia.
Mediante los diversos medios de comunicación
pública se nos presiona a creer que la religión es poco
más que algo bello capaz de traer valor y paz a las
mentes de un mundo atribulado. Resistamos este
esfuerzo de lavado de cerebro. El propósito de la obra
redentora de Cristo fue para hacer posible que los
hombres malos se tornen profundamente,
radicalmente y finalmente buenos. Dios traslada a los
hombres del reino de las tinieblas al Reino del Hijo de
Su amor. El creer que dichos hombres trasladados
todavía tengan que vivir en las tinieblas es una crítica
o censura sobre la sangre de Cristo y la sabiduría de
Dios.
A pesar de todo lo contrario que escribe Santiago,
todavía estamos prestos a suponer que la fe sin
obras, de alguna manera, tiene una valor místico
después de todo. Pero “la fe opera por el amor”,
escribió Pablo, y donde estén ausentes las obras del
~ 80 ~
amor, sólo podemos llegar a la conclusión que la fe
también está ausente. La fe en la fe ha desplazado la
fe en Dios en demasiados lugares.
Ha crecido una generación entera de Cristianos
que cree que es posible “aceptar” a Cristo sin
abandonar al mundo. Pero, ¿qué dice el Espíritu
Santo? “¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la
amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios. (Santiago 4:4). “Si alguno
ama al mundo, el amor del Padre no está en él. (1
Juan 2:15). Esto no requiere comentario, solo
obediencia.
También es posible que supongamos que
podemos experimentar la justificación sin la
transformación. La justificación y la regeneración no
son la misma cosa; es posible que en la Teología se
piense de ellas por separado, pero nunca pueden
experimentarse apartes en la realidad. Cuando Dios
declara que un hombre es justo, de manera
instantánea comienza a hacerlo justo. Nuestro error
hoy en día es que no esperamos que un hombre
convertido sea un hombre transformado, y como
resultado de este error, muy por debajo de las
normales. Revive, entre otras, un retorno a la creencia
que la fe invariablemente produce santidad de
corazón y un estilo de vida recto.
Por otra parte, es posible que nos desviemos
presumiendo que podemos hacer la obra espiritual
sin el poder espiritual. ¡He oído la presentación seria
de la noción que aunque una vez fue necesario tener
un don del Espíritu Santo para ganar a las personas
~ 81 ~
a Cristo, ahora las películas religiosas permiten que
se gane almas sin tal unción espiritual! “A quienes los
dioses quieren destruir, primero les enloquecen.” Por
cierto que dicha noción es locura, pera hasta la fecha
no he oído que alguien la desafíe o contradiga entre
los evangélicos.
David Brainerd, el evangelista que predicaba a
los indígenas de los Estados Unidos, una vez comparó
a un hombre sin el poder del Espíritu Santo tratando
de hacer la obra espiritual a un obrero sin dedos
tratando de hacer trabajo manual. La figura es
llamativa, pero no exagera los hechos. El Espíritu
Santo no es un lujo destinado a producir Cristianos
de lijo, como una portada iluminada y una
encuadernación de cuero hacen un libro de lujo. El
Espíritu Santo es una necesidad imperiosa.
Únicamente el Espíritu Eterno puede realizar las
obras eternas.
Sin abarcar toda la lista de cosas que se dan por
supuesto, quisiera mencionar una más. Millones
suponen que es posible vivir para Cristo sin haber
muerto con Cristo. Esto es una error serio y no nos
atrevemos a dejarlo sin desafiarlo y combatirlo.
El Cristiano victorioso ha conocido dos vidas. La
primera era su vida en Adán que era motivada por la
mente carnal y que nunca puede agradar a Dios en
ninguna manera. No se puede convertir; únicamente
puede morir, según enseña Romanos 8:5-8.
La segunda vida del Cristiano es su nueva vida
en Cristo, que se describe en romanos 6:1-14. Es
totalmente imposible vivir una vida Cristiana con la
vida de Adán. Sin embargo, multitudes dan por
~ 82 ~
supuesto que se puede hacer, y siguen año tras año
en derrota. Y peor que todo, aceptan esta condición
media muerta como lo normal.
¡Por el bienestar de nuestra alma, no
supongamos demasiado, ni demos demasiado por
supuesto!

~ 83 ~
CAPÍTULO
17

La cura para un corazón irritable

EL ESPIRITU SANTO EN EL SALMO 37 nos


amonesta a evitar la irritación en nuestras vidas:” No
te impacientes a causa de los malignos, Ni tengas
envidia de los que hacen iniquidad” (Salmo 37:1).
Las palabras “irritar” o “impacientar” llegan hasta
nosotros con una variedad de significados que nos
hacen sonreír. Términos sinónimos podrían ser:
gastar estregando, raer, corroer, enojarse, irritar,
incomodarse, impacientarse, inquietarse, lamentarse.
Notemos como nos exponen y ubican tras nuestros
disfraces y máscaras. Un significado primario es
comer, y de allí se ha extendido con rara honradez
para cubrir las manifestaciones de un temperamento
o disposición irritable. Todos los que han sentido los
efectos cansadores, corrosivos de la irritación y la
impaciencia saben cuán exacta es la descripción de
los hechos.
Ahora, la gracia de Dios en el corazón humano
opera para calmar la agitación que normalmente
acompaña la vida en un mundo tal como el nuestro.
El Espíritu Santo actúa como un lubricante para
reducir la fricción a un mínimo y para detener la
irritación y la impaciencia en las fases más groseras.
Pero para la mayoría de nosotros no se trata de un
problema tan sencillo como eso. La irritación puede
~ 84 ~
ser podada hasta el suelo mismo y sus raíces
permanecen vivas dentro del alma, creciendo y
extendiéndose allí insospechadas, enviando sus
brotes venenosos bajo otros nombres y otras
apariencias.
No fue a los no regenerados que se dirigió las
palabras “No te impacientes” sino a las personas
temerosas de Dios, capaces de comprender las cosas
espirituales.
Nosotros los cristianos debemos velar y orar, no
sea que caigamos en esta tentación y arruinemos
nuestro testimonio cristiano por un espíritu irritable
bajo las tensiones y el estrés de la vida.
Requiere gran cuidado y discernimiento y un
verdadero conocimiento de nosotros mismos para
distinguir entre una carga espiritual y una irritación
religiosa. No podemos cerrar nuestras mentes a todo
lo que ocurre a nuestro alrededor. No nos atrevemos a
morar en descanso en Sion mientras la iglesia está
tan desesperadamente en necesidad de hombres y
mujeres de sensitividad espiritual que puedan ver sus
faltas y traten de llamarla de regreso al camino de la
rectitud y justicia. Los profetas y apóstoles de los
tiempos de la Biblia llevaban en sus corazones cargas
tan pesadas por el pueblo descarriado de Dios que
decían: “Fueron mis lágrimas mi pan de día y de
noche” (Salmo 42:3) “Oh! Si mi cabeza se hiciese
aguas, y mis ojos fuentes de lágrimas para que llore
día y noche los muertos de la hija de mi pueblo!”
(Jeremías 9:1). Estos hombres sentían el peso de una
verdadera carga. Lo que ellos sentían no fue vejación,
molestia, maltrato, provocación, enojo, enfado o
~ 85 ~
disgusto, sino una preocupación aguda por el honor
de Dios y las almas de los hombres.
Por naturaleza algunos individuos se irritan e
impacientan con facilidad. Tienen dificultad en
separar sus antipatías personales de la carga del
Espíritu Santo. Cuando se sienten afligidos,
lastimados o apesadumbrados apenas pueden
distinguir si es una cosa pura y de la caridad, o es
una mera irritación que se produce porque otros
cristianos sostienen opiniones diferentes de la suya.
De una cosa podemos estar seguros, nunca
podremos escapar del estímulo externo que nos causa
vejación. El mundo está lleno de éstos, y aunque nos
aislásemos en una cueva y viviésemos allí solos el
resto de nuestros días, no podríamos escapar de ellos.
El suelo áspero de nuestra cueva nos molestaría el
tiempo nos irritaría y el silencio mismo sería causa
para impacientarnos.
La liberación de un espíritu irritable puede ser
por sangre y fuego, la humildad, la autoabnegación, y
un paciente cargar la cruz. Siempre habrá “obradores
de maldad” y “los obradores de iniquidad”, aparentan
tener éxito mientras que las fuerzas de la rectitud y la
justicia fracasan. Los malvados siempre tendrán el
dinero y el talento y la publicidad y los números,
mientras que los justos serán pocos, pobres y
desconocidos. El cristiano que no ora, sin duda que
leerá mal las señales y se irritará e impacientará por
las circunstancias. Eso es lo que el Espíritu Santo
nos advierte y amonesta.
Miremos con toda calma a nuestro mundo; o
mejor todavía, mirémosle desde arriba donde Cristo
~ 86 ~
está sentado y nosotros estaos sentados en El.
Aunque el malvado se extienda “como el laurel verde”
(Salmo 37:35) es sólo por un momento. Pronto pasa y
deja de ser “Pero la salvación de los justos es de
Jehová, y El es su fortaleza en el tiempo de angustia”.
(Salmo 37:39)
¡Este conocimiento debería curar el espíritu
irritable e impaciente”

~ 87 ~
CAPÍTULO
18

Jactarse o menospreciarse
TODOS NOSOTROS SABEMOS cuán doloroso es
vernos forzados a escuchar a un jactancioso
confirmado y empedernido sobre su tema favorito; él
mismos. El encontrarse como la audiencia cautiva de
dicho hombre aun en poco tiempo prueba nuestra
paciencia al máximo e impone una carga pesada
sobre nuestra caridad Cristiana.
La jactancia es ofensiva en particular cuando se
escucha entre los hijos de Dios, el único lugar donde
sobre todos los otros nunca deberían encontrarse. Sin
embargo, es bastante común entre los Cristianos,
aunque a veces algo disfrazada por el uso de un
repertorio de expresiones como: (Yo digo esto para la
gloria de Dios.)
Algunos jactanciosos parecen sentir cierta
autoconciencia, y piden disculpas por sus arranques
de autoalabanzas. Otros han aceptado a sí mismo
como todo lo que sus parientes orgullosos y amigo
cariñosos declaran que son, y habitualmente hablan
de sí mismos con términos reverentes, como si su
superioridad fuese asunto de conocimiento común
demasiado bien establecido como para requerir
prueba alguna. Como este caso fue una cantante de
concierto que radiante respondió a un elogio después
de una actuación: -Bueno, ¿qué esperaban? -

~ 88 ~
Dios es muy paciente con sus hijos y suele
tolerarles sus trabas carnales tan groseras como para
golpear, ofender, y para desazón de sus compañeros
Cristianos. Pero es sólo por un poco de tiempo. A
medida que llega más luz a su corazón y
especialmente cuando seguimos a nuevas
experiencias avanzadas espirituales. Dios comienza a
imponer disciplinas sobre nosotros para limpiarnos y
purgarnos de las mismas faltas que Él toleraba antes.
Entonces Él nos permite decir y hacer las cosas que
hacen reaccionar desfavorablemente contra nosotros
y exponen nuestra vanidad por lo que es.
Es posible que acontezca en la voluntad
providencial de Dios que el mismo don del cual nos
jactábamos pudiera perderse para nosotros, o que
fracase el proyecto del cual estábamos tan orgullosos.
Después que hayamos aprendido nuestra lección, el
Señor puede restaurar lo que Él ha quitado, porque
Él está más preocupado con nuestra alma que con
nuestro servicio. Pero a veces nuestra jactancia nos
puede dañar de manera permanente y nos excluye de
las bendiciones que podríamos haber disfrutado.
Otro hábito no tan odioso es menospreciarnos, o
desestimarnos y menoscabarnos. Esto parece ser
exactamente lo opuesto a la jactancia, pero en
realidad es el mismo pecado viajando con un
seudónimo. Sencillamente es el egoísmo tratando de
actuar de manera espiritual. Es el impaciente Saúl
apresurándose a ofrecer un sacrificio inaceptable al
Señor.
La auto denigración es mala por la misma razón
que el yo tiene que estar presente para derogarlo o
~ 89 ~
denigrarlo. El yo, ya sea fanfarrón, o arrastrándose
rebajado, no puede menos que ser odiado por Dios.
La jactancia es una evidencia que estamos
contentos con el yo; el menoscabarnos demuestra que
estamos disgustados y entristecidos por lo que somos.
En ambos casos, revelamos y manifestamos que
tenemos una alta opinión de nosotros mismos. El que
se desestima está entristecido que, a alguien
obviamente tan superior como él, no le haya ido
mejor, y se castiga solo haciendo comentarios pocos
halagüeños, desfavorables y ofensivos acerca de si
mismo. ¡Que no cree lo que está diciendo se puede
comprobar con toda facilidad! Que otra persona diga
exactamente lo mismo de él ¡Su presta defensa de si
mismo revelará lo que siente y ha sentido en lo
secreto todo el tiempo.
El Cristiano victorioso ni se exalta, ni se
menosprecia, ni se degrada, ni se denigra. Sus
intereses se han trasladado desde sí mismo a Cristo.
Lo que es, o lo que no es, ya no le importa. Cree que
ha sido crucificado con Cristo y él ya no está
dispuesto ni alabarse ni a despreciarse como un
hombre.
Sin embargo, el conocimiento de que ha sido
crucificado es únicamente la mitad de la victoria.
(Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo
yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la
carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y Se entregó a Si mismo por mi) [Gálatas 2:20]. Cristo
está ubicado ahora donde antes se encontraba el yo,
o el ego del hombre. El hombre ahora es

~ 90 ~
cristocéntrico en vez de ser egocéntrico, y se olvida a
si mismo en su deliciosa preocupación con Cristo.
El candor me obliga a reconocer que es mucho
más fácil escribir acerca de esto que vivirlo. El yo, o el
ego, es una de las plantas más duras y resistentes
que crece en el jardín de la vida. Es, en realidad,
indestructible por cualquiera de los medios humanos.
Precisamente cuando estamos seguros que está
muerto, aparece en algún lugar, tan robusto como
siempre para turbar nuestra paz y envenenar el fruto
de nuestra vida.
Sin embargo, hay liberación. Cuando nuestra
crucifixión judicial se convierte en crucifixión real, la
victoria esta cercana; y cuando nuestra fe se remonta
para reclamar la vida resucitada de Cristo, nuestro
triunfo es completo. El problema es que no recibimos
los beneficios de todo esto hasta que algo radical haya
ocurrido en nuestra propia experiencia, algo que es
sus efectos psicológicos se asemeja y aproxima a una
crucifixión misma. Lo que pasó Cristo, también
tenemos que atravesarlo nosotros. El rechazo, la
rendición, la pérdida, una separación violenta del
mundo, el dolor del ostracismo social todos tenemos
que sentirlo en nuestra experiencia real propia actual.
Donde nosotros hemos fracasado es en la
aplicación práctica de la enseñanza con respecto a la
vida crucificada. Demasiados individuos se han
conformado y contentado con ser Cristianos de sillón
o mecedora, satisfechos con la teología de la cruz.
Con toda claridad, Cristo nunca tuvo la intención que
nosotros descansáramos en una mera teoría de auto
negación. Sus enseñanzas identifican a Sus
~ 91 ~
discípulos consigo mismo de manera tan íntima que
tendríamos que haber sido extremadamente torpes y
mentecatos al no haber comprendido que se esperaba
que experimentáramos casi el mismo dolor y pérdida
que pasó Cristo mismo.
El alma sana es el alma victoriosa y la victoria
nunca llega mientras se permita el yo permanezca sin
ser juzgado ni crucificado. Mientras que nos jactemos
o menospreciemos podemos estar perfectamente
seguros que la cruz todavía no ha operado su obra
dentro de nosotros. ¡La fe y la obediencia traerán la
cruz a la vida y curarán ambos hábitos¡

~ 92 ~
CAPÍTULO

19

La comunión de los santos

«Creo… en la comunión de los santos». El Credo


Apostólico.
ESTAS PALABRAS FUERON ESCRITAS en el Credo a
mediados del siglo quinto.
Sería difícil, si no totalmente imposible para
nosotros en esta fecha tardía, saber o conocer
exactamente qué pensaban o tenían en mente los
Padres de la Iglesia que introdujeron las palabras en
el Credo, pero en el Libro de Los Hechos tenemos una
descripción de la comunión de los primeros
Cristianos. «Así que, los que recibieron su palabra
fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres
mil personas. Y perseveraban e la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el
partimiento del pan y en las oraciones» (Hechos 2:41
y 42).
Aquí está la comunión apostólica original, el
patrón o modelo según el cual debe modelarse toda
comunión Cristiana verdadera.
El término «compañerismo», a pesar de los
abusos en que se ha incurrido con ese vocablo,
todavía es una palabra hermosa y de profundo
significado. Cuando se la emplea en forma debida,
significa lo mismo que el término «comunión», es
~ 93 ~
decir, el acto y condición de compartir juntos en
alguna bendición común por números y grupos de
personas. La comunión de los santos, entonces,
significaba un amor y compartir íntimo juntos de
ciertas bendiciones espirituales por personas que
están en un mismo nivel ante las bendiciones que
comparten. El compañerismo y la comunión deberían
incluir a todos los miembros de la Iglesia de Dios del
Pentecostés hasta este momento presente y hasta el
final de las edades o los tiempos.
Antes que pueda existir la comunión tiene que
haber unión. Los que comparten son uno en un
sentido muy por encima de la organización, de la
nacionalidad, de la raza, o de la denominación. Esa
unidad es una cosa divina, lograda por el Espíritu
Santo en el acto de la regeneración. Cualquiera que
haya nacido de Dios es uno con todos los demás
quienes hayan nacido de Dios. Tal como el oro
siempre es oro, dondequiera y en la forma en que se
encuentre, ya cada fragmento o desecho de oro
pertenece a la verdadera familia y se compone del
mismo elemento, así también toda alma regenerada
pertenece a la comunidad Cristiana universal y a la
comunión de los santos.
Toda alma redimida nace de la misma vida
espiritual como todas las demás almas redimidas y
participa de la naturaleza divina exactamente de la
misma manera. Cada uno es hecho un miembro de la
comunidad Cristiana y un participante en todo lo que
esa comunidad goza y disfruta. Esta es la verdadera
comunión de los santos. Pero el saber esto no es
suficiente. Si deseamos entrar en el poder de esto
~ 94 ~
debemos ejercitarnos en esta verdad; debemos
practicar el pensar y la oración con el pensamiento
que somos miembros del Cuerpo de Cristo y
hermanos de todos los santos redimidos vivos y
muertos que han creído en Cristo y Le han reconocido
como Señor.
Hemos dicho que la comunión de los santos es
un compañerismo, un compartir en ciertas cosas
dadas divinamente por los que han sido llamados
divinamente. ¿Qué son esas cosas?
La primera y la más importante es la vida: «la
vida de Dios en el alma del hombre», pidiéndole
prestada una frase de Enrique Scougal. Esta vida es
la base de todo lo demás que se da y se comparte. Y
esa vida no es nada más que Dios Mismo. Debería ser
evidente que no puede haber ningún compartir
Cristiano a menos que haya primero un impartir
desea vida. Una organización y un nombre no hacen
una iglesia. Cien personas religiosas reunidas en una
unidad mediante una organización cuidadosa no
constituyen una iglesia, como tampoco once hombres
muertos constituyen un equipo de fútbol. El primer
requisito es vida4, siempre.
La comunión apostólica es también una
comunión de verdad. La inclusividad de la comunión
siempre tiene que mantenerse junto con la
exclusividad de ella. La verdad trae a este círculo de
gracia a todos los que admiten y aceptan la Biblia
como la fuente de toda verdad y al Hijo de Dios como
el Salvador de los hombres. Pero no puede haber un
compromiso débil con los hechos, ni repeticiones
sentimentales de las antiguas frases: «Todos vamos al
~ 95 ~
mismo lugar. …Cada uno está buscando su manera
de agradar al Padre y hacer del Cielo su hogar». La
verdad hace libres a los hombres, y la verdad atará y
soltará, abrirá y cerrará, incluirá y excluirá a su
entera libertad soberana sin acepción de personas.
Rechazar o negar la verdad de la Palabra es
excluirnos a nosotros de la comunión apostólica.
Alguien podría preguntar: «¿Qué es la verdad que
queréis compartir?
¿Es mi suerte depender de la verdad bautista, o
la verdad presbiteriana, o la verdad anglicana, o todas
éstas, o ninguna de ellas? Para tener la comunión con
los santos ¿Debo creer en el calvinismo, o en el
arminianismo? ¿En la forma congregacional, o la
forma episcopal de gobierno de la Iglesia? ¿Debo
interpretar la profecía de acuerdo con los
premilenarios, o con los postmilenarios? ¿Debo creer
en la inmersión, o en el rociamiento, o en el vaciar de
un jarro?» La respuesta a todo esto es fácil. La
confusión es sólo aparente, no es real.
Los Cristianos primitivos, bajo el fuego de la
persecución, esparcidos de lugar en lugar, a veces
privados de la oportunidad de tener instrucción
cuidadosa en la fe, querían un «reglamento» que
pudiera resumir todo lo que ellos creían para
asegurarse su bienestar espiritual. De esta necesidad
crítica nacieron y surgieron los credos. Entre los
muchos credos, el Credo Apostólico es el mejor
conocido y el más amado, y ha sido repetido con
reverencia por el mayor número de creyentes a través
de los siglos. Y para millones de hombres buenos ese
credo contiene los elementos esenciales de la verdad.
~ 96 ~
No contiene todas las verdades, por cierto, pero sí el
corazón de toda la verdad. Sirvió en los días de
prueba como una especie de palabra secreta, de santo
y seña que de manera instantánea unía a los
hombres entre sí cuando se transmitió de boca en
boca por los seguidores del Cordero. Es justo decir,
entonces, que la verdad compartida por los santos en
la comunión apostólica es la misma verdad que se
bosqueja para conveniencia en el Credo Apostólico.
En este día cuando la verdad de la Cristiandad se
encuentra bajo fuego cruzado desde tantas
direcciones, es de máxima importancia que sepamos
lo que creemos y que lo guardemos con sumo
cuidado. Pero en nuestro esfuerzo de interpretar y
exponer las Sagradas Escrituras, deberíamos recordar
que un alma que busca puede encontrar la salvación
por medio de la sangre de Cristo, aunque todavía
conozca poco acerca de las enseñanzas más
completas de la Teología Cristiana. Debemos, por lo
tanto, admitir en nuestra compañía todas las ovejas
que han escuchado la voz del Pastor y han tratado de
seguirle.
El principiante en Cristo que todavía no ha
tenido el tiempo para aprender mucha verdad
Cristiana y el creyente con pocos privilegios que,
desafortunadamente, ha tenido que crecer en una
iglesia donde la Palabra ha sido abandonada desde el
púlpito, están en una situación muy similar, o igual.
Su fe capta únicamente una pequeña porción de la
verdad, y su «compartir» se limita necesariamente a la
pequeña porción que capta. Lo importante, sin
embargo, es que lo poquito que ellos disfruten sea
~ 97 ~
verdad real. ES posible que no sea más que esto, que
«Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores»;
pero si caminan en la luz de esa verdad, no se
requiere más para traerles al círculo de los benditos y
constituirles verdaderos miembros de la comunión
apostólica.
Entonces, la verdadera comunión Cristiana
consiste en el compartir de una Presencia. Ésta no es
mera poesía, sino un hecho enseñado en letras de
relieve en el Nuevo Testamento. Dios se nos ha
entregado a Sí Mismo en la Persona de Su Hijo. «Otra
vez os digo, que si dos de vosotros se ponen de
acuerdo en la Tierra acerca de cualquiera cosa que
pidan, les será hecho por Mi Padre que está en los
Cielos» (Mateo 18:19). La inmanencia de Dios en Su
universo hace posible gozar y disfrutar de la Presencia
real con los santos de Dios en el Cielo y la Tierra,
simultáneamente. Dondequiera que estén, Él está
presente para ellos en la plenitud de Su Deidad.
No creo que la Biblia enseñe la posibilidad de la
comunicación entre los santos en la Tierra y aquellos
en el Cielo. Pero aunque no pueda haber
comunicación, por cierto que existe comunión. La
muerte no arranca al creyente individual de su lugar
en el Cuerpo de Cristo. Como en nuestros cuerpos
humanos, cada miembro se nutre por la misma
sangre que, a la misma vez, le da vida y unidad al
organismo entero, así también en el Cuerpo de Cristo,
el Espíritu vivificador fluye a través de todas las
partes para dar vida y unidad al todo. Nuestros
hermanos Cristianos que han parido de nuestra vista
todavía retienen su lugar en la comunión universal.
~ 98 ~
La Iglesia es una, ya sea despierta o dormida, por una
unidad de la vida sempiterna.
La cosa más importante acerca de la doctrina de
la comunión de los santos es los efectos prácticos
sobre las vidas de los Cristianos. Sabemos muy poco
acerca de los santos arriba, pero sobre los santos en
la Tierra sabemos, o podemos saber, mucho Nosotros
los Protestantes no creemos (porque la Biblia no lo
enseña) que los santos que han ido al Cielo antes que
nosotros sean afectados en alguna forma por las
oraciones o las obras de los santos que permanecen
sobre la Tierra. Nuestro cuidado, en particular, no es
por aquellos a quienes Dios ha honrado con la visión
beatífica, sino por los peregrinos luchadores bajo las
duras presiones que todavía están viajando hacia la
Ciudad de Dios. Todos nos pertenecemos
mutuamente el uno al otro; el bienestar espiritual de
cada uno es, o debería ser, la preocupación amante
de todo el resto.
Deberíamos orar por una expansión del alma
para recibir en nuestros corazones a todo el pueblo de
Dios, cualquiera que sea su raza, color o filiación
eclesiástica. Entonces deberíamos practicar nuestro
propio pensamiento como miembros de la bendita
familia de Dios y deberíamos luchar en oración para
amar y apreciar a todos los que hayan nacido del
Padre.
Sugiero también que tratemos de amistarnos
hasta donde nos sea posible con las almas buenas y
santas que vivieron antes de nuestros tiempos y que
ahora pertenecen a la compañía de los redimidos en
el Cielo. ¡Qué triste es limitar nuestras simpatías a
~ 99 ~
aquellos que nuestros propios días, cuando Dios en
Su providencia ha hecho posible que gocemos de los
ricos tesoros de las mentes y corazones de tantos
santos de talentos y dones santificados de otros días!
El confinar y limitar nuestra lectura a unos pocos
autores favoritos de hoy, de la semana pasada, es
restringir nuestros horizontes y reducir
peligrosamente nuestras almas.
No me cabe la menor duda que la lectura con
oración de algunos de los grandes clásicos de los
siglos destruiría en nosotros para siempre esa
constricción o estrechez de alma que parece ser la
característica de los evangelistas modernos.
Para muchos de nosotros los pozos o fuentes del
pasado esperan para ser reabiertos, Agustín, por
ejemplo, nos traería a un sentido de la sobrecogedora
majestad de Dios que iría tan lejos en curar la
petulancia e impertinencia del espíritu que se
encuentra tan vastamente entre los Cristianos
modernos. Bernardo de Cluny nos cantaría de
«Jerusalén, la Dorada» y la paz de ese día sábado o de
reposo eterno hasta que los placeres miserables de
este mundo se convirtieran en intolerables. Ricardo
Bolle nos mostraría cómo escapar de «la abundancia
de las riquezas, la adulación de las mujeres y la
belleza de la juventud», para que podamos seguir
adelante para conocer a Dios con una intimidad que
se convierta en «calor, fragancia y canto» en nuestros
corazones. Terstegen nos susurraría del «amor
escondido de Dios» y la temible Presencia hasta que
nuestros corazones se «aquieten delante de Él» y
«postremos nuestro interior en adoración ante Él»;
~ 100 ~
ante nuestros ojos el dulce San Francisco abrazaría
con amor el sol y la luna, los árboles y la lluvia, las
aves y las bestias, y agradecería a Dios por todos ellos
en una devoción espiritual de pura exaltación.
Pero, ¿quién pudiera completar la lista de los
santos? A ellos les debemos una deuda de gratitud
demasiado grande para comprender: profeta y
apóstol, mártir y reformador, erudito y traductor,
salmista y compositor, maestro y evangelista, sin
mencionar diez mil veces diez mil almas sencillas y
anónimas que mantuvieron viva la llama de la religión
pura aun en esas épocas cuando la fe de nuestros
padres ardía con luz muy tenue en todo el mundo.
¡Nos pertenecen todos ellos, y nosotros les
pertenecemos a ellos! ¡Ellos y nosotros y todos los
hombres y mujeres redimidos de todas las edades y
todos los climas están incluidos en la comunión
universal de Cristo que se describe en la Primera
Epístola de Pedro 1:9, y juntos «vosotros sois linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
escogido de Dios, para que anunciéis las virtudes de
Aquel que os llamó de las tinieblas a Su luz
admirable» para gozar la comunión común pero
bendita de los santos!

~ 101 ~
CAPÍTULO
20

El temperamento de la vida cristiana

UN CELEBRE PREDICADOR AMERICANO una vez


formuló la novedosa teoría que las diferentes
denominaciones con sus distintos énfasis doctrinales
sirven un propósito útil como lugares de reunión de
personas de temperamentos similares y afines. Los
Cristianos, él sugería, tienden a gravitar hacia otros
de tipos mentales diferentes. He aquí la razón de las
denominaciones.
Sin duda que esto es la simplicidad y la
simplificación llevadas al extremo del error. Hay
demasiadas personas de temperamentos distintos en
todas las denominaciones como para no apoyar una
clasificación tan general. Sin embargo, creo que aquí
tenemos un caso donde un error pueda servir para
señalar una verdad: que el temperamento tiene
mucho que ver con nuestras posturas y puntos de
vista religiosos y con los énfasis que les asignemos a
los temas y asuntos espirituales en general.
Tal vez sea un poco difícil determinar cuál es la
causa y cuál es el efecto, pero he notado que en la
historia, el calvinismo ha prosperado entre los
pueblos con una marcada disposición flemática.
Aunque es verdad que Jacobo Arminio era holandés,
en términos generales, el pueblo holandés parece
bastante adaptado por su temperamento al
~ 102 ~
calvinismo. Por otra parte, sería difícil imaginarse a
un calvinista español o italiano. Sin duda que existen
casos aislados, pero en su mayoría los vivaces,
volubles latinos, con sus mandolinas o guitarras no
tienen una tendencia natural a largos periodos de
meditación sobre la soberanía divina y los decretos
eternos.
Aunque todos nos jactamos de recibir y deducir
nuestras creencias de las Sagradas Escrituras, a
través de esas líneas limítrofes donde los hombres
buenos no están de acuerdo, es posible que
inconscientemente tomemos partido con nuestros
temperamentos. Las características mentales
fácilmente podrían determinar nuestras posturas
cuando las Escrituras no son claras y explicitas.
La gente podría clasificarse, en términos
generales, en dos tipos psicológicos, lo felices y los
tristes, y es fácil ver como cada tipo se sentirá atraído
a las posturas doctrinales que sean más acordes de
manera natural con su propia disposición mental. El
calvinista, por ejemplo, nunca se permite el lujo de
sentirse demasiado feliz, mientras que el arminiano
tiende a igualar la gravedad o seriedad de la
disposición como frialdad de corazón y trata de
curarlo con un avivamiento.
Ningún calvinista podría haber escrito los himnos
radiantes de Bernardo de Clairvaux o Charles Wesley.
Los calvinistas nunca produjeron un gran místico, a
no ser que exceptuemos a Juan Newton, quien estaba
cerca de ser un místico y escribió unos pocos himnos
casi tan radiantes como los de Bernardo.

~ 103 ~
Para cuadrar las estadísticas, sin embargo,
debería decirse que si el calvinista no se remonta a
tales alturas, generalmente permanece arriba más
tiempo. Él coloca mayor énfasis sobre las Sagradas
Escrituras, las que nunca cambian, mientras que su
número opuesto (como dicen los diarios) tiende a
juzgar su condición espiritual por el estado de sus
emociones, que cambian constantemente. Esta podría
ser la razón por la que tantas iglesias calvinistas
permanecen ortodoxas por siglos, por lo menos en su
doctrina, mientras que muchas iglesias de la
persuasión arminiana se tornan liberales en una
generación.
Me doy cuenta que yo mismo estoy simplificando
el panorama por mi cuenta; sin embargo, todavía creo
que existe más de un germen de verdad en todo el
asunto. De todos modos, estoy menos preocupado
con el efecto del temperamento en la iglesia histórica,
lo que obviamente no puedo alterar en absoluto, que
con el efecto sobre mi propia alma y las almas de mis
lectores, en quienes espero poder influir un poco en
alguna forma.
Si son válidas mis conclusiones más amplias, o
no, pareciera no haber razón para dudar de nuestra
tendencia natural de interpretar las Escrituras a la
luz (o a la sombra) de nuestro propio temperamento y
permitir que nuestra manera de pensar y
característica mental particular decida el grado de
importancia que le concedamos a las diversas
doctrinas y prácticas religiosas.
Lo extraño acerca de este capricho o argucia es
que prospera más donde existe la mayor libertad
~ 104 ~
religiosa. Las iglesias autoritarias que ordenan a sus
adherentes lo que deben creer y dónde deben colocar
sus énfasis producen un grado considerable de
uniformidad entre sus miembros. Estirando a todos
en la cama de Procrustes logran alargar o acortar el
temperamento individual. El protestante libre, a
quien todavía se le permite cierta cantidad de
interpretación privada, está más propenso a caer en
la trampa del temperamento. La exposición a esta
tentación es uno de los precios que paga por su
libertad.
El ministro, más que todos, debería escudriñar
en lo recóndito de su corazón para descubrir la razón
detrás de sus posturas y puntos de vista más
pronunciados. No basta pararse a la altura cabal y
declarar con dignidad que él predica la Biblia y nada
más que la Biblia.
Esta pretensión la hacen todos los hombres que
con sinceridad se paran a declarar la verdad; pero la
verdad tiene muchas facetas y fases y el hombre de
Dios está en un grave peligro de revelar solo unas
pocas limitadas a su pueblo, y esas son las que por
su temperamento y disposición favorece al máximo.
Uno no podría imaginarse a Francisco de Asís
predicando el sermón de Jonathan Edwards
<<Pecadores en las Manos de un Dios Airado>>, ni
podemos imaginarnos a Jonathan Edwards
predicándole a las aves, o llamando al sol y a la luna
y al viento y a las estrellas que se unan con él para
alabar al Señor. Sin embargo, ambos fueron hombres
buenos que amaban a Dios profundamente y
confiaban totalmente en Cristo. Hay muchos otros
~ 105 ~
factores además del temperamento que no podemos
pasar por alto.
¿Hemos de aceptar entonces la parcialidad, la
preferencia y la predisposición como algo inevitable?
¿Hemos de permitir que nuestras posturas y puntos
de vista religiosos sean dictados por nuestros
ancestros o antepasados que han muerto y cuya
generación todavía se mueve dentro de nosotros? ¡De
ninguna manera! ¡Las Escrituras, la autodisciplina
critica, la honradez de corazón y la confianza siempre
creciente en las operaciones interiores del Espíritu
Santo nos salvarán de ser demasiado influenciados
por el temperamento!

~ 106 ~
CAPÍTULO
21

¿Contesta Dios la oración siempre?

CONTRARIO DE LA OPINION POPULAR, el culto


de una sicología no crítica de la creencia no es un
bien absoluto, ni un beneficio limitado o incondicional
y sin restricción, y si se lleva a un extremo podría
convertirse en un mal declarado. Todo el mundo caído
en la trampa para tontos del diablo, y la más mortal
de las trampas es la religiosa. El error nunca parece
tan inocente como cuando se encuentra en el
santuario.
Un campo en que se encuentra trampas mortales
que parecen ser inofensivas es el campo de la oración.
Hay más nociones dulces o melosas acerca de la
oración que las que pudieran contenerse en un gran
libro, todas ellas erradas y todas altamente
perniciosas a las almas de los hombres.
Pienso en una de estas nociones falsas que se
encuentran a menudo en lugares agradables en
compañía sonriente con otras nociones
incuestionables de la ortodoxia. Es que Dios siempre
contesta la oración.
El error aparece entro los santos como una clase
de terapia filosófica para todos los casos para
prevenir a los cristianos desalentados que sufran un
golpe demasiado rudo cuando se haga evidente para

~ 107 ~
ellos que las esperanzas y expectaciones de su
oración no se están cumpliendo. Se les explica que
Dios siempre contesta la oración, ya sea diciendo Sí, o
diciendo No, o substituyendo otra cosa por el favor
deseado.
Sería difícil inventar una treta más natural,
esmerada y linda que ésta para salvar de
responsabilidad y vergüenza al individuo cuyas
peticiones son rechazadas por la desobediencia. Por lo
tanto. Cuando una oración no es contestada, él no
tiene más que sonreír con alegría y explicar, “Dios
dijo No”. Es todo muy cómodo. Su débil fe se salva de
la confusión y se le permite a su conciencia descansar
sin que la molesten. Pero me pregunto si es honrado.
Para recibir una respuesta a la oración como la
Biblia emplea el término y como la han comprendido
los Cristianos a través de la historia, dos elementos
deben estar presente: (1) Una Petición clara y concisa
que se hace a Dios por un favor específico. (2) Una
concesión clara y específica por Dios en respuesta a
esa petición. No debe actuar la semántica torciendo
los vocablos, ni se debe cambiar las etiquetas, ni
alterar el mapa durante el viaje para ayudar al turista
avergonzado a descubrir dónde se encuentra.
Cuando vamos a Dios con una petición que Él
modifique la situación existente para nosotros, es
decir, que Él conteste la oración, existen dos
condiciones que nosotros tenemos que cumplir: (1)
Tenemos que orar en la voluntad de Dios y (2)
debemos estar en lo que los antiguos Cristianos
llamaban “el terreno de la oración”, lo que significa
que estemos viviendo vidas agradables a Dios.
~ 108 ~
Es fútil rogarle a Dios que actúe contrario a Sus
propósitos revelados. Para orar con confianza, el que
ora tiene que estar seguro que su petición caiga
dentro de la amplia voluntad de Dios para su pueblo.
La segunda condición es también de vital
importancia. Dios no tiene ninguna obligación de
honrar las peticiones de Cristianos mundanos,
carnales o desobedientes. Él escucha y contesta las
oraciones únicamente de aquellos que caminan en
sus Sendas. “Amados, si nuestro corazón no nos
reprende, confianza tenemos Dios, y cualquiera cosa
que pidiéremos la recibiremos de Él, porque
guardamos Sus mandamientos, y hacemos las cosas
que son agradables delante de Él” (Primera Juan 3:
21, 22). “Si permanecéis en Mí, y mis palabras
permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y
os será hecho” (Juan 15:7).
Dios quiere que oremos y Él anhela contestar
nuestras oraciones, pero Él hace que le uso de
nuestras oraciones sea un privilegio que se mezcle,
compenetre y una con Su propósito de la oración
como una disciplina. Para recibir respuesta a la
oración tenemos que cumplir las condiciones y
aceptar los términos de Dios. Si somos negligentes
con Sus mandamientos, nuestras peticiones no serán
honradas o concedidas. Dios altera las situaciones
únicamente a petición de las almas obedientes y
humildes.
El sofisma Dios-siempre-contesta-la-oración deja
al hombre que ora sin disciplina. Por ejercicio de esta
suave casuística hace caso omiso, o pasa por alto la
necesidad de vivir una vida sobria, recta y santa en
~ 109 ~
presencia de este mundo, y realmente considera el
rechazo de Dios de contestar su oración como la
respuesta misma. Por supuesto que dicho hombre no
crecerá en santidad; nunca aprenderá a luchar y
esperar, nunca conocerá la corrección; nunca
escuchará la voz de Dios llamándole a avanzar; nunca
arribara al lugar de donde sea moral y
espiritualmente apto para que Dios conteste sus
oraciones. Su filosofía errada lo ha arruinado.
Es por eso que tomo el camino de exponer el
error de teología sobre la cual se funda su mala
filosofía. El hombre que la acepta no sabe nunca
dónde se encuentra; no sabe nunca si tiene fe
verdadera , porque si no se le concede su petición,
evita las implicaciones y lo que ello conlleva , lisa y
llanamente la tergiversación y declara que Dios le
cambio las reglas del juego y le dio otra cosa. No se
permitirá apuntar a un blanco, así que no sabe si es
un buen tirador, o no lo es.
De ciertas personas Santiago habla con toda
claridad: “Pedís y no recibís, porque pedís mal, para
gastar en vuestros deleites” (Santiago 4:3). De esa
breve oración podemos aprender que Dios rehúsa
contestar ciertas peticiones porque los que las
hicieron no eran moralmente dignos de recibir
respuesta. Pero no significa nada para aquel que ha
sido seducido a creer que Dios siempre contesta la
oración. Cuando dicho hombre pide y no recibe, mete
la mano al sombrero y saca la respuesta de otra
forma. A una cosa se aferra con gran tenacidad: Dios
nunca rechaza a nadie, sino que invariablemente
concede todas las peticiones.
~ 110 ~
¡La verdad es que Dios siempre responde la
oración que está de acuerdo a Su voluntad revelada
en las Escrituras, siempre que aquel que ora sea
obediente y confiado! ¡Más allá de esto no nos
atrevemos a ir!

~ 111 ~
CAPÍTULO
22

La autodecepción y cómo evitarla

DE TODAS LAS FORMAS DE DECEPCION, la


autodecepción, o el engañarse a sí mismo, es lo más
mortal, y de todas las personas engañadas el que se
engaña a sí mismo es el menos susceptible, o capaz
de descubrir el fraude.
La razón para esto es sencilla. Cuando un
hombre es engañado por otro, lo engañan contra su
propia voluntad. Está contendiendo contra un
adversario y es temporalmente la victima de la
estratagema de otro. Por el hecho que espere que su
enemigo tome ventaja de él, tiene cuidado y está
presto a sospechar de tretas y ardides. Bajo dichas
circunstancias es posible que sea engañado a veces y
por un corto período, pero porque la víctima está
resistiendo, él puede romper la trampa y salir de ella
y escapar antes de mucho tiempo.
Con el autoengañado es muy diferente.
Él es su propio enemigo y está operando un
fraude contra sí mismo. Quiere creer la mentira y está
sicológicamente condicionado a hacerlo. No resiste
creer la decepción, sino que colabora con ella contra
sí mismo. No hay ninguna lucha, porque la víctima se
rinde antes de comenzar la batalla. Él disfruta de ser
engañado.

~ 112 ~
Es totalmente posible practicar el fraude contra
nuestras propias almas e ir engañado al juicio. “El
que se cree ser algo”, dice Pablo en Gálatas 6:3, “no
siendo nada, a sí mismo se engaña”. Con esto está de
acuerdo Santiago 1:26 “Si alguno se cree religioso
entre vosotros y no refrena su lengua, sino que
engaña su corazón, la religión del tal es vana”.
Mientras más adentro nos introducimos al
santuario, mayor es el peligro de la autodecepción. El
hombre profundamente religioso es más vulnerable
que el hombre al que poco le importa, que toma su
religión en forma superficial y liviana. Es posible que
éste último sea engañado, pero no es probable que
sea una autodecepción.
Bajo la presión de una profunda preocupación
espiritual, y antes que su corazón haya sido
totalmente conquistado y dominado por el Espíritu de
Dios, un hombre puede ser empujado a probar todos
los subterfugios para salvar su reputación y preservar
una semblanza de su antigua independencia. Esto
siempre es peligroso, y si se persiste en ello puede
resultar calamitoso.
El corazón caído es idólatra por naturaleza.
Parece no haber límite al cual algunos de nosotros no
llegaríamos para salvar nuestro ídolo, mientras que al
mismo tiempo nos decimos que estamos confiando
sólo en Cristo. Requiere de un acto violento de
renunciación para librarnos del ídolo escondido, y
porque muy pocos Cristianos modernos comprenden
que dicho acto es necesario, y sólo un pequeño
número de aquellos que lo saben están dispuestos a
hacerlo, por consecuencia, son relativamente pocos
~ 113 ~
los profesantes de la fe Cristiana de éstos días que
hayan experimentado alguna vez el hecho doloroso de
renunciación que libera al corazón de la idolatría.
La oración es generalmente recomendada como
la panacea para todos los males y la llave para abrir
la puerta de la prisión, y sería verdaderamente difícil
decir demasiado acerca del privilegio de la oración
inspirada por el Espíritu Santo. Pero no debemos
olvidar que a menos que seamos sabios y velemos, la
oración misma se puede convertir en una fuente de
autodecepción. Existen tantas clases de oración como
problemas, y algunas no son aceptables a Dios. Los
profetas del antiguo testamento denunciaron a Israel
por tratar de esconder sus iniquidades tras sus
oraciones. Cristo, lisa y llanamente, rehusó las
oraciones de los hipócritas y Santiago declaró que
algunas personas religiosas piden y no reciben porque
piden con malos propósitos.
Para escapar de la autodecepción, el hombre de
oración debe salir limpio y honrado. No puede
refugiarse en la cruz mientras esconda en su seno el
lingote de oro y el hermoso manto babilónico. La
gracia puede salvar al hombre, pero nunca le salvará
con su ídolo. La sangre de Cristo protegerá al pecador
penitente sólo, pero nunca al salvado y su ídolo. La fe
justificará al pecador, pero no justificará al pecador y
su pecado.
Ninguna cantidad de peticiones hará que lo malo
sea bueno, o que el error sea correcto. Un hombre
puede comprometerse en conversaciones y palabras
humildes delante de Dios y no recibir ninguna
respuesta porque, desconocido para él, está usando la
~ 114 ~
oración como un disfraz para su desobediencia.
Puede acostarse por horas en saco y silicio sin ningún
motivo más alto que tratar de persuadir a Dios que se
ponga de su lado para salir con la suya. Él es capaz
de arrastrarse delante de Dios y revolcarse en su
autoacusación, rehusar de dejar su pecado secreto y
ser rechazado por sus dolores. ¡Puede suceder!
El doctor H M Suman, quien fuera presidente de
la Alianza Cristiana y Misionera de los Estados
Unidos, una vez me dijo en una conversación privada
que él creía que una cualidad que Dios requería que
el hombre tenga antes de poder salvarle era la
honradez u honestidad. Con esto estoy de acuerdo de
todo corazón. No importa cuán deshonesto haya sido
el hombre antes, tiene que dejar de lado la duplicidad
para ser aceptado ante el Señor. El doblez de ánimo o
de corazón es indescriptiblemente ofensivo para Dios.
El hombre no sincero no puede reclamar
misericordia. Para dicho hombre la Cruz no provee
ningún remedio. Cristo puede salvar a un hombre que
haya sido deshonesto, pero Él no puede salvarle
mientras sea deshonesto. El candor absoluto es un
requisito indispensable para la salvación.
¿Cómo podemos permanecer libres de la
autodecepción? La respuesta suena anticuada y
aburridora, sin brillo, pero aquí la tenéis: ¡Que sea
verdad lo que digáis, y que lo que digáis sea la
verdad, ya sea a Dios o al hombre! ¡Pensad
pensamientos cándidos y actuad siempre con
entereza, cualquiera sean las consecuencias! El hacer
esto es posible que traiga la cruz a vuestra vida y os
mantenga muertos al yo y a la opinión pública. Y es
~ 115 ~
posible que también tengáis problemas por ésta causa
a veces. ¡Pero una mente sin engaño es un gran
tesoro! ¡Es un precio digno de pagar!

~ 116 ~
CAPÍTULO
23

La Crianza de ratas manchadas

La ASSOCIATED PRESS publicó una historia


interesante, aunque un poco deprimente procedente
de Londres acerca de un cierto noble de Gran Bretaña
que había fallecido pocos días antes a días de cumplir
ochenta y nueve años.
Por haber sido un hombre de medios y posición,
presumiblemente no le fue necesario trabajar para
ganarse la vida como el resto de nosotros, así que en
el momento de su muerte, él había gozado de unos
setenta años adultos en los cuales estaba libre para
hacer lo que se le antojaba, seguir la vocación que
quisiera, o trabajar en lo que pensara digno de sus
habilidades considerables.
¿Y qué había sido escogido hacer? Bueno, según
el relato, había “dedicado su vida a tratar de criar la
rata manchada perfecta”
Ahora, le concedo a todos los hombres el derecho
de criar ratas manchadas si quiere hacerlo y consigue
la cooperación de las ratas, y admito libremente que
es asunto suyo y no mío. No soy un gran amante de
las ratas (ni tampoco las odio; soy neutral acerca de
las ratas), no sé si una rata con manchas es más útil
y puede ser una mascota más cariñosa que una rata
color de rata. Pero, sin embargo, me inquiete y
entristece.
~ 117 ~
El criador de ratas era uno de los lores de la
nobleza inglesa, y yo nací en un campo entre los
cerros de Penssylvania, pero si un gato puede mirar a
un rey supongo que un muchacho de campo puede
mirar a uno de los lores, incluso mirarle con
desaprobación si las circunstancias lo merecen. De
todos modos, un hombre es un hombre después de
todo, y yo siento cierto parentesco con todos los
hombres nacidos de mujer; así que no puedo menos
que lamentarme por mi hermano allende los mares.
Creado a la imagen de Dios, equipado con
poderes imponentes de mente y alma, llamado a
soñar sueños inmortales y pensar los largos
pensamientos de la eternidad, escoge la crianza de la
rata manchada como su razón para existir. Se le ha
invitado a caminar con Dios sobre la tierra y morar al
final con los santos y los ángeles en el mundo arriba;
se le ha llamado a servir a su generación según la
voluntad de Dios, de esforzarse con vigor santo a
proseguir a la meta, al premio del llamamiento de
Dios en Cristo Jesús, él dedica su vida a la rata
manchada –no sólo las noches, o el tiempo libre, tome
nota, sino su vida entera-. De verdad que ésta es una
tragedia digna de la mente de un Esquilo o de un
Shakespeare.
Confiamos que la historia no sea verídica, o que
el periodista se equivocó, como suelen hacerlo; pero
aunque todo el asunto no resultara ser más que una
burla o engaño, sin embargo, señala una cruda
tragedia humana que se está desplegando frente a
nuestra vista diariamente, no por actores que juegan
un papel de un drama irreal, sino hombres y mujeres
~ 118 ~
reales que son los personajes que representan. Estos
deberían estar muy preocupados con el pecado, y la
rectitud, y la justicia y el juicio, deberían estar
preparándose para morir y volver a vivir; pero en vez
de ello gastan sus días criando ratas manchadas.
Si el punto de vista espiritual del mundo es el
actual, como el Cristianismo valientemente afirma
que lo es, entonces para cada uno de nosotros el Cielo
es más importante que la Tierra, y la eternidad es
más importante que el tiempo. Si Jesucristo es quien
declara que es, si Él es quien la compañía gloriosa de
los apóstoles y el noble ejército de los mártires
declararon que Él es; si la fe que la santa Iglesia en
todo el mundo reconoce es la fe verdadera de Dios,
entonces ningún hombre tiene ningún derecho de
dedicar su vida a ninguna cosa que se quemará, o se
enmohecerá, o se pudrirá, o morirá. Ningún ser
humano tiene ningún derecho de entregarse por
completo a ninguna cosa sino a Cristo, ni a nada más
que a la oración.
El hombre que no sabe dónde está, está perdido;
el hombre que no sabe por qué nación está peor que
perdido; el hombre que no pueda encontrar un objeto
digno de su verdadera devoción está totalmente
perdido; y por esta descripción, la raza humana está
perdida, y es parte de nuestra perdición que nosotros
no sepamos cuán perdidos estamos. Así que
malgastamos los pocos años preciosos que se nos han
designado para criar ratas manchadas. No la clase de
ratas que se escurra y chilla, tal vez, pero la clase que
se ve a la luz de la eternidad. ¿no son la mayoría de

~ 119 ~
nuestras pequeñas actividades humanas casi tan
insignificantes y sin significado?
Una de las glorias del Evangelio Cristiano es su
habilidad no sólo de librar a un hombre del pecado,
sino orientarle, ubicarle sobre un pináculo del cual él
puede ver el ayer y hoy en relación al mañana. La
verdad limpia su mente para que pueda reconocer las
cosas que importan y ver el tiempo y el espacio y los
reyes y las coles en su verdadera perspectiva. Al
Cristianismo iluminado por el Espíritu Santo no se le
puede engañar ni defraudar. Él conoce el valor de las
cosas; no va a licitar una propuesta por un arco iris,
ni poner un pie sobre un espejismo; en resumen, no
va a dedicarle su vida a la rata manchada.
Tras toda vida malgastada se encuentra una
mala filosofía, un concepto erróneo del valor de la
vida y su propósito. El hombre que crea que nació
para recibir todo lo que pueda, gastará toda su vida
tratando de conseguirlo; y todo lo que conseguirá no
será más que una jaula de ratas manchadas. El
hombre que eres que fue creado para gozar de los
placeres; y si por una combinación de las
circunstancias favorables logra divertirse bastante en
la vida, todos sus placeres se volverán cenizas en su
boca al final. ¡Encontrará demasiado tarde que Dios
le hizo demasiado noble para satisfacerse con los
placeres chillones a los cuales había dedicado su vida
aquí, bajo el sol!

~ 120 ~
CAPÍTULO
24

Los santos desconocidos

GUILLERMO WORDSWORTH EN UN PASAJE


ESPLÉNDIDO declara su creencia que hay muchos
más poetas en el mundo de los que suponemos.
«… hombres dotados con los más altos dones,
La visión y las facultades divina».
Pero que son desconocidos porque les faltó
oportunidad, o fracasaron en el cultivo del don de la
versificación.
Entonces resume su postura en una oración que
sugiere la verdad mucho más allá de lo que él tenía
en mente en ese momento:

«Las mentes fuertes


Suelen ser las que el mundo bullicioso
Menos escucha.»

La mayoría de nosotros en nuestros momentos


de mayor cordura admitiríamos la validez de esta
observación, pero la cruda verdad de los hechos es
que para el individuo corriente no son los
descubrimientos del momento de mayor cordura que
determinan la filosofía con que operamos; más bien la
determina las nociones superficiales y engañosas con
que nos presiona y aprieta este «mundo bullicioso». La
~ 121 ~
sociedad humana (y en forma especial en los Estados
Unidos) ha caído en el error de suponer que la
grandeza y la fama son sinónimos. Los
norteamericanos parecen suponer que cada
generación provee un cierto número de hombres
superiores y los procesos democráticos sin error
alguno encuentran a estos hombres y los separan en
un lugar de prominencia. ¡Cuánto se puede equivocar
la gente!
Sólo tenemos que conocer, o siquiera escuchar, a
los hombres grandes de nuestros tiempos para
descubrir cuán miserables y desgraciadamente
inferiores son en la mayoría de los casos. Muchos
parecen haber llegado a su eminencia actual por las
cuñas políticas, la falta de vergüenza, los nervios, la
aspereza y el odio, y buena fortuna accidental. Nos
volvemos de ellos con nauseas y nos preguntamos por
un momento si esto es lo mejor que la raza humana
puede producir. Pero recobramos nuestra compostura
de nuevo por el sencillo y simple expediente de
recordar algunos de los hombres sencillos que
conocemos, que viven sin que se les aclamen ni
alaben, y que son hechos de un elemento
fundamental infinitamente más fino que los
jactanciosos roncos que ocupan muchos de los más
altos puestos en la nación.
Si viéramos la vida constantemente y la viéramos
entera deberíamos hacer un concienzudo esfuerzo de
apartarnos del poder de esa falsa filosofía que iguala
la grandeza con la fama. Los dos suelen estar a
océanos y continentes de distancia.

~ 122 ~
Si la iglesia fuera un cuerpo sin ningún efecto de
parte del mundo podríamos entregar el problema
antes mencionado a los filósofos seculares y seguir
con nuestros negocios; pero la verdad sea dicha que
la iglesia también sufre de esta noción errada. Los
cristianos han caído en el hábito de aceptar al más
bullicioso y notorio entre ellos como el mejor y el más
grande. Ellos también han aprendido a igualar la
popularidad con la excelencia, y en un abierto desafío
al Sermón del Monte, ellos le han dado su aprobación
no al manso y humilde sino al que se impone por la
fuerza; no a los que lloran sino a los que están
seguros de sí mismos; no a los de limpio corazón que
ven a Dios sino al que busca la publicidad y los
titulares.
Si pudiéramos parafrasear a Wordsworth, las
líneas podrían leerse:

«Los santos más puros


Suelen ser aquellos de quienes la bulliciosa
iglesia menos oye».

Y las palabras serian verdad profunda,


acertadamente correcta.
Después de más de treinta años de observación
de la escena religiosa, me he visto obligado a llegar a
la conclusión que la santidad y el liderazgo de la
Iglesia generalmente no son sinónimos. En muchas
ocasiones les he predicado a Cristianos agradecidos
que habían progresado más lejos que yo en los
misterios de Dios que en realidad yo me sentía
indigno de desatar la correa de sus zapatos. Sin
~ 123 ~
embargo, ellos se sentaban con toda mansedumbre
mientras que uno inferior a ellos se paraba en el lugar
de prominencia y declaraba imperfectamente
verdades con que ellos habían estado familiarizados
por experiencia intima y hermosa. Ellos tienen que
haberse dado cuenta y sentido cuánta teoría y cuán
poco conocimiento real del corazón estaban en el
sermón, pero ellos no dijeron nada y, sin duda,
apreciaron lo poco de bueno que había en el mensaje.
Si la Iglesia fuera un Cuerpo puro y lleno del
Espíritu Santo, totalmente guiado y dirigido por las
consideraciones espirituales, los más puros y los más
santos de los hombres y mujeres serian los más
apreciados y los más honrados; pero lo opuesto es la
verdad. Ya no se valora la santidad y el espíritu
Cristiano excepto en los muy ancianos, o en los que
ya han fallecido. Las almas santas son olvidadas en el
torbellino de actividad religiosa. Los bulliciosos, los
que se imponen por la fuerza, los que entretienen y
divierten son buscados y recompensados en todas las
formas, con dones, multitudes, ofrendas y publicidad.
El que tiene el espíritu de Cristo, el que se olvida de sí
mismo, los que piensan en el otro mundo, son
desplazados para dar lugar al último playboy, o
libertino convertido que, generalmente, no está muy
bien convertido y todavía le queda bastante de su
antiguo estilo de vida.
Toda la filosofía miope que le resta importancia a
las cualidades eternas y se especializa en las
trivialidades es una forma de incredulidad. Esos
Cristianos que personifican tal filosofía a gritos piden
y reclaman su recompensa presente; son demasiado
~ 124 ~
impacientes para esperar el tiempo del Señor. No
podrán mantenerse en pie en el día en que Cristo dé a
conocer los secretos del corazón de todos los hombres
y recompense a cada uno según sus obras. El
verdadero santo ve más allá de esto; poco le importan
los valores pasajeros; con ansias espera el día cuando
las cosas eternas tengas la preeminencia y la rectitud
y la santidad sean lo único que importa.
Aunque pareciera extraño, las almas más santas
que hayan vivido se han ganado la reputación de
haber sido pesimistas. Su sonriente indiferencia a los
atractivos del mundo y su constante resistencia a sus
tentaciones han sido incomprendidas por los
pensadores superficiales y se les ha atribuido un
espíritu poco saludable y una falta de amor por las
multitudes. Lo que este mundo no logro ver es que
estos hombres y mujeres que parecían extraños
estaban contemplando una ciudad invisible; ellos
caminaban día en día a la luz de otro Reino Eterno.
Ellos ya estaban probando los poderes del mundo
venidero y gozando desde lejos el triunfo de Cristo y
las glorias de la nueva creación.
No, los santos desconocidos no son pesimistas,
ni son misántropos, ni aguafiestas. Por virtud de su fe
santa en Dios son los únicos verdaderos optimistas
del mundo.
Su credo fue declarado de manera sencilla por
Juliana de Norwich cuando ella dijo: «Pero todo saldrá
bien, y todo saldrá bien, y todas las cosas saldrán
bien». Aunque el pecado este en este mundo, ella
argumentaba, una visita terrible con quien contender,
sin embargo, tan perfecta es la expiación que llegará
~ 125 ~
el momento cuando todo el mal sea erradicado y todo
sea restaurado de nuevo a su belleza prístina en
Cristo. Entonces, «todo saldrá bien, y todas las cosas
saldrán bien».
El Cristiano sabio estará contento de esperar ese
día. Mientras tanto, servirá a su generación en la
voluntad de Dios. Si se le pasa por alto en las
competencias, o torneos de popularidad religiosa, él le
presentará poca atención. ¡Él sabe a Quien quiere
agradar y está dispuesto a dejar que el mundo piense
lo que quiera de él! ¡De todos modos, él no estará
presente por mucho tiempo más, y donde él va, los
hombres no serán conocidos por el rating o resultado
de las encuestas, sino por la santidad de su carácter!

~ 126 ~
CAPÍTULO
25

Tres heridas fieles

<<FIELES SON LAS HERIDAS DEL QUE AMA>>,


dice El Espíritu Santo en Proverbios 27:6. Y para que
no nos imaginemos que es el predicador quien hace
las heridas, quiero leer Job 5:17 y 18: <<He aquí,
bienaventurado es el hombre a quien Dios castiga;
por tanto, no menosprecies la corrección del
Todopoderoso. Porque Él es quien hace la llaga, y Él
la vendará; Él hiere y Sus manos curan.>> Como veis,
el que hace las heridas no es el siervo, sino el Maestro
Mismo. Así que con ese pensamiento en mente deseo
hablaros acerca de tres heridas fieles de un amigo.
Para poder lanzarme a mi mensaje, permítame
presentaros a una pequeña dama que ha estado
muerta más de seiscientos años. Ella una vez vivió y
amó y oró y cantó en la ciudad de Norwich, Inglaterra.
Esta pequeña dama no tenía mucha luz y no tenia
manera de recibir mucha luz, pero lo hermoso acerca
de ella fue que, con esa pequeña luz Bíblica que tenia,
ella caminó tan cerca a Dios en forma tan maravillosa
que llegó a ser tan fragante como una flor. Y largo
tiempo ante de los tiempos de la Reforma, ella fue
evangélica en espíritu. Ella vivió y murió y ya ha
estado con su Señor unos seiscientos años, pero ella
ha dejado la fragancia de Cristo.

~ 127 ~
Inglaterra fue un mejor lugar porque vivió una
pequeña dama. Ella escribió un solo libro, un librito
muy pequeño, que fácilmente podría meterse en el
bolsillo o la cartera, pero tiene tanto sabor y gusto, es
tan divino, tan celestial que ha hecho una
distribución distintiva a toda la gran literatura
mundial. La mujer a quien me refiero es la que se
llama la Dama Juliana.
Antes de que florezca su vida radiante y gloriosa
que la hizo famosa como una gran Cristiana en todo
el mundo, ella elevó una oración y Dios se la
concedió. Es con esta oración que me ocuparé en esta
oportunidad. La esencia de su oración fue ésta: <<¡Oh
Dios, por favor dame tres heridas, la herida de la
contrición y la herida de la compasión y la herida de
anhelar a Dios.>> Entonces ella agregó este pequeño
apéndice que creo es una de las mas lindas que he
leído: <<Esto lo pido sin condición.>> Ella no estaba
haciendo un trato con Dios. Ella quería tres cosas y
todas eran para la gloria de Dios. <<Pido estas cosas
sin condición. Padre, haz lo que te pido y entonces
mándame la cuenta a mí. Cueste lo que cueste, está
bien conmigo.>>
Todos los grandes Cristianos han sido almas
heridas. Es extraño lo que una herida hará por un
hombre. Aquí está un soldado que sale al campo de
batalla. Él está lleno de chistes y fuerza y
autoconfianza; entonces un día le atraviesa una
granada de metralleta y cae, un hombre sollozante,
abatido y derrotado. De repente todo su mundo
entero cae en colapso a su alrededor y este hombre,
en vez de ser el hombre grande, fuerte, de pecho
~ 128 ~
ancho que él pensaba que era, repentinamente se
convierte en un niño sollozante. Y se han visto casos,
se me ha dicho, en que lloran por sus madres cuando
están desangrándose y sufriendo en los campos de
batalla. No hay nada como una herida para quitarnos
la autoconfianza, para reducirnos a la niñez, de
nuevo hacernos pequeños y desvalidos a nuestros
propios ojos y estima.
Muchos de los personajes del Antiguo
Testamento fueron hombres heridos, abatidos de Dios
y afligidos en realidad, tal como su Señor lo fue
después de ellos. Considerad a Jacob, por ejemplo:
dos veces le afligió Dios, dos veces se encontró con
Dios y en ambos casos salió herido, y una vez fue una
herida física y cojeó por su muslo por el resto de su
vida. Y el hombre Elías ¿no fue él más que un teólogo,
más que un doctrinario? El era un hombre que había
sido abatido; él había recibido el golpe de la espada de
Dios y ya no era un simple miembro de la raza
Adánica manteniéndose en su propia autoconfianza;
él era un hombre que había tenido un encuentro con
Dios, que había sido derrotado y quebrantado delante
de Él. Y cuando Isaías vio al Señor alto y sublime, ya
sabéis lo que hizo para él. O considerad al hombre
Ezequiel, como fue humillado por Dios y se volvió
como un niño pequeño de nuevo. Y hubo muchos
otros.
El hombre herido es ahora un hombre derrotado.
Digo: el hombre de la descendencia de Adán fuerte, el
robusto y el que tiene confianza en sí mismo cesa en
su lucha; depone su espada y se rinde y la herida
termina con él. Hablemos de estas tres heridas en el
~ 129 ~
orden que se las menciona.
La primera es la herida de la contrición. Por los
últimos treinta años he oído decir que el
arrepentimiento es un cambio de la mente, y creo que
lo es, por supuesto, hasta donde sea verdad. Hemos
reducido al arrepentimiento a un cambio de mente.
Es un acto mental, por cierto; pero señalo que es
probable que el arrepentimiento no nos haga mucho
bien hasta que deje de ser únicamente un cambio de
la mente y llegue a ser una herida dentro de nuestro
espíritu. Ningún ser humano está arrepentido de
verdad hasta que su pecado le haya herido de muerte,
hasta que su herida le haya quebrantado y le haya
derrotado y le haya quitado toda la lucha
Y la autoconfianza y se vea así mismo como aquel
que clavó a su Salvador en la cruz.
No sé en cuanto a vosotros, pero la única manera
en que yo me pueda mantener bien con Dios es que
yo esté contrito, que mantenga un sentido de
contrición sobre mi espíritu. Ahora existen muchas
maneras baratas y fáciles de librarnos del pecado y
disponer del arrepentimiento. Pero los grandes
Cristianos dentro y fuera de la Biblia, eran aquellos
que fueron heridos con un sentido de contrición tan
grande que nunca perdieron el pensamiento y el
sentimiento que ellos personalmente habían
crucificado a Jesús. El gran Obispo Ussher solía ir
todas las semanas a la ribera del rio y allí todo el
sábado por la tarde se arrodillaba junto a un tronco y
se lamentaba por sus pecados delante de su Dios. Tal
vez ese haya sido el secreto de su grandeza.

~ 130 ~
Guardémonos y estemos alerta del
arrepentimiento vano y demasiado apresurado y, en
particular, cuidémonos de la falta de arrepentimiento
en absoluto. Somos una raza pecadora, damas y
caballeros, una gente pecaminosa, y hasta que el
conocimiento nos haya golpeado fuerte, hasta que nos
haya herido, y hasta que nos haya traspasado el
pequeño departamento de nuestra teología, no nos ha
hecho ningún bien. Un hombre puede creer en la
depravación total y no tener nunca ningún sentido de
ello para sí mismo. Muchos de nosotros creemos en la
depravación total, pero nunca hemos sido heridos con
el conocimiento que hemos pecado. ¡El
arrepentimiento es una herida que, ruego a Dios,
todos sintamos y recibamos!
Y entonces existe la herida de la compasión. La
compasión es una identificación emocional, y Cristo
tuvo ésta a la perfección. El hombre que tenga esta
herida de la compasión es uno que sufre junto con las
otras personas. Jesucristo nuestro Señor nunca más
podrá sufrir otra vez para salvarnos. Esto lo hizo, una
vez por todas, cuando se entregó a Sí mismo sin
mancha por medio del Espíritu Santo al Padre en la
cruz del calvario. Él ya no puede sufrir para
salvarnos, pero todavía Él tiene que sufrir para
ganarnos. Él no llama a Su pueblo a un sufrimiento
redentor. Eso es imposible, no puede ser. La
redención es una obra terminada.
Pero Él llama a Su pueblo a sentir junto con Él y
sentir junto con los que se regocijan y los que sufren.
Él llama a Su pueblo a ser como Él la clase de cuerpo
terrenal en el cual Él puede llorar de nuevo y sufrir
~ 131 ~
nuevamente y amar otra vez. Porque nuestro Señor
tiene dos cuerpos. Uno es el cuerpo que Él llevó al
árbol en el calvario; ese fue el cuerpo en el cual Él
sufrió para redimirnos. Pero Él tiene un Cuerpo en la
tierra ahora, compuesto de aquellos que han sido
bautizados en Él por el Espíritu Santo en la
conversión. En ese Cuerpo Él ahora sufriría para
ganar a los hombres. Pablo dijo que él se sentía feliz
que él podía vivir para los colosenses y completar la
medida de las aflicciones de Cristo en Su cuerpo por
el bien de la iglesia.
Mis hermanos, no sé si logre aclarároslo o no. Sé
que cosas como éstas tienen que sentirse o
experimentarse más bien que comprenderse, pero el
hombre herido no es nunca uno que busca la
felicidad. Hay una ignominiosa búsqueda
irresponsable de la felicidad entre nosotros. Durante
los últimos años, al observar la escena humana y ver
vivir y morir la gente que profesa a Dios, he visto que
la mayoría de nosotros preferiría ser feliz que sentir
las heridas y dolores de otras personas. No creo que
sea la voluntad de Dios que busquemos ser felices,
sino más bien que seamos santos y útiles. El hombre
santo es el hombre útil y es probable que también sea
un hombre feliz; pero si busca la felicidad y se olvida
de la santidad y la utilidad, es un hombre carnal. Yo,
en cuanto a mí respecta, no quiero arte ni parte en el
gozo religioso carnal. Hay ocasiones en las que es
pecaminoso ser feliz. Cuando Jesús, nuestro Señor,
estaba sudando en el huerto o colgado de la cruz. Él
no podía estar feliz. Él era << el varón de dolores,
experimentado en quebranto>>.
~ 132 ~
Y los grandes santos del pasado, que
conquistaron y capturaron parte del mundo para
Jesús, cuando estaban en su trabajo no estaban
felices. La mujer, dijo Jesús, que estaba dando a luz,
no estaba feliz en el periodo de sus dolores, pero en el
momento de su alumbramiento ella se regocija porque
un varón había nacido en el mundo. Vosotros y yo
somos, en un sentido, llamados a ser madres en
Israel, aquello a quienes el Señor puede hacer sufrir y
afligir y amar y comparecerse nuevamente para traer
hijos al nuevo nacimiento.
Tercero, existe la herida de anhelar a Dios. Esta
pequeña mujer quería anhelar a Dios con un deseo
que se convirtiera en un dolor en su corazón. Ella
quería estar enferma de amor. En efecto, ella oró:
<<¡Oh Dios, que te anhele tanto que se convierta en
una herida en mí corazón de la cual no sane
nunca.>> Hoy, el aceptar a Cristo se convierte en una
meta. Ese es el fin. Y todo el evangelismo conduce a
una sola cosa: conseguir que loa números crecientes
de personas acepten a Cristo, y allí le ponemos punto.
Mi crítica de la mayoría de nuestras conferencias
bíblicas es que gastamos nuestro tiempo contando de
nuevo los tesoros que tenemos en Cristo pero no
llegamos nunca al lugar donde algo de lo que está en
Cristo se introduce en nosotros. Él os ha bendecido
con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales en Cristo, pero vosotros no podéis comprar
alimento con el dinero en el banco como tampoco
podéis vivir de los tesoros que están en Cristo a
menos que ellos también hayan sido experimentados
por vosotros.
~ 133 ~
Así que muchos de nosotros decimos, <<Bien,
asistiré a otra conferencia bíblica>>, o <<tomaré otro
curso>>, o <<compraré un libro>>. ¡Mis amigos, lo
que necesitamos no es más instrucción; nos han
matado con instrucción! ¿Dónde en todo el mundo
hay más enseñanza fundamentalista bíblica que en
Chicago? Es la Meca del fundamentalismo. Este es el
Vaticano del Evangelicalismo. Tenemos en casa
cuadernos amontonados que cubren un lapso de
veinticinco años. Nos dicen de alguna nueva luz
marginal, algún texto, o alguna ilustración nueva que
alguien nos dio para enseñar una doctrina. Pero, ¡Oh,
qué criaturas más débiles somos! ¡Qué personas más
carentes de gozo somos!
Notad la paradoja: El ser feliz y perdonado y, sin
embargo ser herido y recordar el dolor; gozar de la paz
de la obra terminada de Cristo y, sin embargo sufrir
para ganar a otros; encontrar a Dios y; sin embargo,
perseguirle siempre a Él. Cuando Moisés vio la gloria
de Dios, él pidió poder ver más. Cuando Dios le reveló
que había hallado gracia, él quería más gracia.
Recordad esto: El hombre que tenga más de Dios es el
hombre que esté buscando más ardientemente más
de Dios.
Un hombre hablaba de <<una sed inquieta,
sagrada, un deseo infinito>>, y eso es lo que yo
anhelo para mí en mi propio corazón. Entre los
santos plásticos de nuestra vida, Jesús tiene que
hacer todo el morir y todo lo que queremos es
escuchar otro sermón acerca de Su muerte; Jesús
lleva todo el dolor y nosotros queremos ser felices.
Pero, mis hermanos, si fuésemos lo que debiésemos
~ 134 ~
ser, anhelaríamos buscar el conocer en la experiencia
el significado de las palabras: <<De cierto, de cierto os
digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y
muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto
(Juan 12:24).
Estoy muy profundamente preocupado que
vosotros y yo hagamos algo más que escuchar, que
nos atrevamos a ir a Dios como la Dama Juliana y
vayamos a pedirle una herida fiel y paternal -tal vez
tres heridas si os place; para herirnos con el sentido
de nuestra indignidad pecaminosa de la cual nunca
nos libremos-; que nos hiera con el sufrimiento del
mundo y los dolores de la iglesia; y que nos hiera con
el anhelo se buscar a Dios, una sed, una sed sagrada,
y un anhelo que nos conduzca hacia la perfección.

<<La falta de deseo es el mal de todos los males;


Millares a través de su oscura senda han transitado;
El bálsamo, el vino de la voluntad predestinada
Es una jubilosa languidez y anhelo por Dios.>>
Escribid la oración: <<Una jubilosa languidez y
anhelo por Dios>>.

Casi todos los días de mi vida estoy orando que


<<Una jubilosa languidez y anhelo por Dios>> vuelva
a descender sobre las iglesias evangélicas. No
necesitamos que se nos enderece la doctrina; somos
tan ortodoxos como los fariseos de antaño. Pero ese
anhelo de Dios que traiga torrentes espirituales y
torbellinos de búsqueda y negación de sí mismo -lo
que casi ha desaparecido de nuestro medio.

~ 135 ~
<<Dios ama el ser deseado, Él ama el ser buscado,
Porque Él mismo nos buscó con tal anhelo y amor,
Él murió por desearnos, ¡Maravilloso pensamiento!
Y Él anhela ahora que nosotros estemos con Él en lo
alto>>.

Creo que Dios quiere que Le deseemos con los


anhelos que se conviertan en enfermedad de amor,
que se conviertan en una herida en nuestros
espíritus, para mantenernos en movimiento hacia Él,
siempre encontrando y siempre buscando, siempre
teniendo y siempre deseando. Así que la Tierra se
mueve menos y menos valiosa y el Cielo se acerca
más a medida que nos movemos en Dios y hacia
arriba en Cristo.
Nos atrevemos a inclinar nuestros corazones y
decir:
*Padre, he sido un Cristiano irresponsable e
infantil, mas ocupado y preocupado en ser feliz que
santo. Oh Dios, dame tres heridas, ¡Hiéreme con un
sentido de mi propia pecaminosidad! ¡Hiéreme con
compasión por el mundo, y hiéreme con amor a Ti
que siempre me mantenga persiguiéndote, y siempre
siga explorando y siempre buscando y siempre
encontrando!*
¡Si os atrevéis a orar esa oración sinceramente y
que sea real delante de Dios, pudiera significar un
punto de conversión y cambio en vuestra vida! ¡Podría
significar una puerta abierta a la victoria para
vosotros! ¡Dios permita que así sea!

~ 136 ~
CAPÍTULO
26

La ira de Dios: ¿Qué es?

Es raro que exista algo de bueno en el enojo


humano. Casi siempre nace y surge de estados no
santos del corazón, y con frecuencia conduce a las
maldiciones y la violencia. El hombre de
temperamento iracundo es impredecible y peligroso y,
por lo general, es rehuido y evitado por los hombres
de paz y buena voluntad.
Existe una tendencia fuerte entre los maestros
religiosos de nuestros días a desasociarse de la ira del
carácter divino y defender a Dios dando explicaciones
y negándola cuando se relaciona a él. Esto es
comprensible, pero a la luz de la revelación completa
de Dios es inexcusable.
En primer lugar, Dios no necesita defensa.
Aquellos maestros que siempre están tratando de
rehacer a Dios a su propia imagen harían mejor en
tratar de hacerse a sí mismos a la imagen de Dios. En
las Escrituras “Dios hablo todas estas palabras”, y no
hay un criterio independiente por el cual nosotros
podamos juzgar la revelación que Dios allí hace con
respecto a Sí mismo.
El rechazo de tantos en la actualidad de
aceptar la doctrina de la ira de Dios es parte de un
modelo de incredulidad que comienza con la duda
respecto a la veracidad de la Escrituras Cristianas.
~ 137 ~
Si un hombre pone en tela de juicio o en duda la
inspiración de las Escrituras toma lugar una
inversión curiosa y hasta monstruosa: desde allí en
adelante, él juzga la Palabra en vez de permitir que la
Palabra le juzgue a él; determina lo que la Palabra
debería enseñar en vez de permitirla que determine lo
que él debería creer; edita, enmienda, borra, añade a
su gusto; pero siempre él se sienta por encima de la
Palabra.
El intérprete de mente débil que busca proteger a
Dios de las implicaciones de Su propia Palabra está
ocupado en un esfuerzo solícito que no puede menos
que ser totalmente malgastado.
Por qué razón dicho individuo todavía se aferra a
las reliquias con harapos de la religión, es difícil
decir. Lo valiente y varonil para este hombre sería
salirse y abandonar la fe Cristiana y dejarla atrás
como los juguetes que le han quedado chicos y las
ideas desacreditadas de la niñez, pero raras veces
hace esto. Mata el árbol, pero siempre se queda
pensativo merodeando el huerto esperando fruto que
no llega nunca.
Cualquier verdad que se declare claramente
siquiera una vez en las Sagradas Escrituras puede
aceptarse como verdad suficiente y bien establecida
para invitar a todos los creyentes a la fe; y cuando
descubrimos que el Espíritu Santo habla de la ira de
Dios cerca de trescientas veces en la Biblia, bien
podemos decidirnos, o aceptar la doctrina, o rechazar
las Escrituras de manera categórica. Si tuviésemos
información válida de alguna otra fuente
comprobando que el enojo no es digno de Dios,
~ 138 ~
entonces la Biblia no es confiable cuando le atribuye
ira a Dios. Y si está errada trescientas veces en un
tema ¿quién podrá confiar en ella en los demás?
El Cristiano instruido sabe que la ira de Dios es
una realidad, que Su enojo es tan santo como Su
amor, y que entre su amor y su ira no hay
incompatibilidad alguna. Además sabe (hasta donde
sea posible que sepan estos asuntos las criaturas
caídas) lo que es la ira de Dios y lo que no lo es.
Para comprender la ira de Dios debemos mirarla
a la luz de Su santidad. Dios es santo y ha hecho la
santidad su condición moral necesaria para la salud
de Su universo. La presencia temporal del pecado en
el mundo sólo acentúa esto. Todo lo que es santo es
sano; la maldad y el pecado es una enfermedad que
tiene que terminar en muerte en últimas instancias.
La formación del lenguaje mismo sugiere esto, ya que
los términos santo y sano tiene una sola letra de
diferencia. Aunque no es siempre aconsejable indagar
demasiado en el origen de los vocablos, pareciera
haber aquí un significado que no debería pasarse por
alto.
Debido al hecho que la primera preocupación de
Dios por Su universo es su salud moral, es decir, su
santidad; todo lo que sea contrario a esto está
necesariamente bajo Su eterno desagrado y malestar.
Dondequiera que la santidad de Dios se confronte con
la falta de santidad existe el conflicto. Este conflicto
surge de las naturalezas irreconciliables de la
santidad y el pecado.
La actitud y la acción de Dios en el conflicto son
Su enojo o ira. Para preservar a Su creación, Dios
~ 139 ~
tiene que destruir todo lo que la destruiría. Cuando Él
se levante para destruir y abatir la destrucción y
salvar al mundo del colapso moral irreparable, se dice
que Él estará airado. Todos los juicios de ira de Dios
en la historia del mundo han sido como un acto santo
de preservación de este mundo.
La santidad de Dios, la ira de Dios y la salud de
la creación están unidas y vinculadas de manera
inseparable. No sólo es bueno que Dios despliegue ira
ante el pecado, sino que encuentro imposible
comprender cómo Él pudiera hacer otra cosa.
La ira de Dios es la intolerancia máxima de todo
lo que degrada y destruye. Él odia la iniquidad como
una madre odia la difteria o la poliomielitis que
destruiría la vida de su hijo.
La ira de Dios es el antiséptico por medio del cual
la putrefacción moral es detenida y la salud de la
creación se mantiene. Cuando Dios advierte de Su ira
inminente y exhorta al hombre a arrepentirse y
evitarla, Él lo pone en un lenguaje que ellos pueden
comprender; Él les pregunta “¿Quién os enseñó a
huir de la ira venidera?” En efecto, Él está diciendo,
“Vuestra vida es malvada, y porque es mala, vosotros
sois enemigos de la salud moral de Mi creación. Yo
debo extirpar todo lo que pudiera destruir al mundo
al cual amo. Volveos y apartaos del mal antes que Me
levante en ira contra vosotros. ¡Yo os amo, pero odio
el pecado que vosotros amáis! ¡Apartaos de vuestra
maldad antes que Yo envíe juicio sobre vosotros!”
“Oh Jehová,… en la ira acuérdate de la
misericordia” (Habacuc 3:2)

~ 140 ~
CAPÍTULO
27

En alabanza del Dogmatismo

Es VITAL QUE CUALQUIER COMPRENSIÓN de


nosotros mismos y nuestros congéneres que creemos
lo que está escrito en las Escrituras acerca de la
sociedad humana, es que está caída, alienada y
enajenada de Dios y en rebelión contra sus leyes.
En estos días de unión y compañerismo cuando
todos los hombres serían hermanos, incluso los
verdaderos Cristianos se ven serios problemas en
creer que Dios ha hablado acerca de los hombres y su
relación mutua entre si y con Dios; porque lo que Él
ha dicho no es nunca halagüeño para los hombres.
Hay muchas buenas noticias en la Biblia, pero
nunca hay ningún halago, o encomio, o entrega de
favores. Visto de una forma, la Biblia es un libro de
sentencia y predestina a la ruina y destrucción.
Condena a todos los hombres, y declara que el alma
que pecare morirá. Siempre pronuncia sentencia
contra la sociedad, antes de ofrecer misericordia; y si
no aceptamos la validez de la sentencia , no podemos
admitir la necesidad de la misericordia.
La venida de Jesucristo al mundo se ha hecho
tan sentimental que ahora significa algo totalmente
enemistado con la enseñanza bíblica al respecto. La
blanda lástima humana se ha substituido por la

~ 141 ~
misericordia de Dios en las mentes de millones, una
lástima que hace largo tiempo degeneró en lástima de
si mismo. La culpa de la condición se ha desplazado a
Dios, y la muerte de Cristo para el mundo ha sido
tornada en un acto de penitencia de parte de Dios. En
el drama de la redención el hombre se ve como la
Señorita Cenicienta que por largo tiempo ha estado y
ha sido oprimida y maltratada pero ahora, por las
obras heroicas del más noble de los Hijos de la
Tierra, está por vestirse con su radiante vestimenta y
adelantarse como la Reina.
Este es un humanismo romántico teñido con
Cristianismo, un humanismo que ha tomado partido
con los rebeldes y excusa a aquellos quienes por
palabra, pensamientos y actos glorificarían al hombre
caído y, si fuera posible, derribarían y derrocarían a
Dios de Su alto y sublime Trono en los Cielos.
Según esa filosofía, los hombres nunca realmente
tienen la culpa por nada; la excepción sería el hombre
que insiste que los hombres, sin lugar a dudas,
tienen la culpa por algo. En este mundo oscuro de
sentimiento piadoso, todas las religiones son iguales y
cualquier hombre que insista que la salvación es por
Jesucristo sólo es un fanático intolerante o un
aburridor.
Así que sumamos nuestra luz religiosa, que si se
dijera la verdad, no es más que la oscuridad visible;
discutimos la religión en la televisión y en la prensa
como un tipo de juego, tal como discutimos el arte y
la filosofía, aceptando como una de las reglas del
juego, que no hay una prueba final para la verdad y
que la mejor religión es una composición o suma de lo
~ 142 ~
mejor en todas las religiones. Así que tenemos la
verdad por voto de la mayoría y así dice el Señor por
consenso o consentimiento común.
Una característica de esta clase de cosas es la
timidez. Se admite que la religión podría ser preciosa
para ciertas personas, pero nunca tendría suficiente
importancia como para causar división o arriesgarse a
herir los sentimientos de alguien. En todas nuestras
discusiones nunca debería existir ningún rasgo de
intolerancia; pero es obvio que olvidamos que los más
fervientes devotos de la tolerancia, invariablemente
son intolerantes con todos los que hablan acerca de
Dios con certeza. Y no debe existir fanatismo ni
intolerancia, que es el nombre que ellos dan a la
seguridad espiritual de parte de aquellos que no
disfrutan de ella.
El deseo de agradar puede ser agradable y
encomiable bajo ciertas circunstancias, pero cuando
el agradar a los hombres significa desagradar a Dios,
es un mal absoluto e ilimitado, completo y entero y no
debería tener cabida en el corazón del Cristiano. El
estar bien con Dios a menudo ha significado tener
problemas con los hombres. Esta es una verdad
común que uno vacila en mencionar; sin embargo,
pareciera que la mayoría de los Cristianos la han
pasado por alto.
Hay una noción que para ganar a un hombre hay
que estar de acuerdo con él. En realidad lo opuesto es
la verdad. G.K. Chesterton comentó que cada
generación se ha tenido que convertir por el hombre
que más contradecía. El hombre que va en una
dirección errada nunca va a corregirse por el
~ 143 ~
religionista afable y amable que sigue sus pasos y
marcha a su lado por el mismo camino. Alguien tiene
que atraversársele en el camino e insistir que el
hombre descarriado dé media vuelta y vaya en la
dirección correcta.
Por supuesto que existe un sentido en el cual
estamos todos en el mismo problema y desorden
juntos, y por estas razones hay ciertas áreas de
actividad normal en que todos podemos estar de
acuerdo. El Cristiano no va a alegar meramente para
ser diferente, pero dondequiera que las normas
morales y las posturas religiosas de la sociedad
difieran de las enseñanzas de Cristo, expresará
rotundo desacuerdo. Él no admitirá la validez de la
opinión humana cuando la Palabra de Dios es clara.
Algunas cosas no son debatibles: no tienen ningún
otro lado. Existe un solo lado.
Cuando los hombres creen en Dios hablan con
valor. Cuando están dudas entran en conferencias,
componendas y compromisos. Mucho de lo que se
habla en los círculos religiosos actuales no es más
que racionalización incierta; y a esto lo llaman
“hablar en el diálogo contemporáneo”. Es imposible
imaginarse a Elías o Moisés en tal ocupación.
¡Todos los líderes Cristianos han sido
dogmáticos! Para tales hombres dos más dos eran
cuatro. A cualquiera que insista o negar el juicio
sobre ello se le despide de manera sumaria como
frívolo. ¡Ellos únicamente se interesaban en el
encuentro de las mentes si acordaban que el
encuentro sería sobre suelo santo!¡Podríamos usar
algo de dogmatismo santo en nuestros días!
~ 144 ~
CAPÍTULO
28

Por qué viven los hombres

La vida humana tiene su parte o sector central


donde residen las cosas por las cuales viven los
hombres. Estas cosas son constantes. No cambian de
edad en edad, ni de generación en generación, sino
que son las mismas entre todas las razas a través de
todo el mundo siempre.
La vida también tiene sus zonas marginales o
limítrofes donde moran las cosas que son
relativamente de poca importancia. Estas cambian de
generación en generación y varían entre pueblo y
pueblo.
Es en su corazón o parte central en que los
hombres son uno, y es en las zonas marginales donde
difieren entre sí. Sin embargo, las cosas marginales
dividen a los pueblos del mundo radical y seriamente.
La mayoría de las enemistades del mundo han
surgido por diferencias que no tenían ninguna
importancia básica: pero porque la gente no podía
distinguir entre las cosas por las cuales los hombres
viven de aquellas cosas con las cuales viven, estas
enemistades que se levantaron entre ellos, a menudo
condujeron a persecuciones, asesinatos y sangrientas
guerras.
Si en todos los lugares los hombres desestimaran
y menospreciaran las cosas que importan poco o
~ 145 ~
nada en absoluto y prestaran atención seria a las
pocas cosas realmente importantes, la mayoría de las
murallas que dividen a los hombres serian derribadas
de inmediato y un mundo de sufrimientos sin fin
llegaría a su fin.
¿Qué importa todo esto? ¿Qué son los grandes
hechos que siempre son buenos todo el tiempo en
todos los lugares entre todos los hombres? ¿Cuáles
son las verdades axiomáticas sobre las cuales toda la
vida humana puede descansar con confianza?
Afortunadamente, no son muchas. Aquí están las
principales:
1. Solo Dios es grande. Los hombres han
tratado de ubicar la grandeza en otros lugares, en las
cosas, en los eventos, en los hombres; pero el alma
humana es demasiado grande para atribuirle
grandeza a sí misma, y por cierto que es demasiado
grande para creer que las cosas o eventos pudieran
poseer verdadera grandeza.
La grandeza que parecieran tener los hombres es
como la grandeza de la luna, que no es sino la gloria
reflejada del sol. La gloria del hombre es prestada.
Brilla en la luz que nunca estuvo sobre la tierra o el
mar. Refleja la gloria de Dios, pero nunca tuvo una
suya propia.

<< Delante de Tu siempre ardiente trono


No pedimos ninguna gloria nuestra>>.

2. Solo Dios es sabio. La sabiduría del hombre


siempre ha sido la divisa, el distintivo, el símbolo de
su superioridad y la causa de su orgullo más
~ 146 ~
arrogante; sin embargo, le falla constantemente. No
puede por su propia sabiduría encontrar la respuesta
a las antiguas preguntas respecto a si mismo: ¿De
dónde? ¿Qué? ¿Por qué? ¿A dónde? Por su sabiduría
no puede conseguir ni asegurarse las bendiciones que
más quiere: escapar del dolor, seguir siendo joven y
permanecer vivo.
Sin embargo, el hombre se jacta de su sabiduría.
Dios espera, las edades pasan, el tiempo y el espacio
y la materia y la moción y la vida y la muerte se unen
para decirnos que solo Dios es sabio.
3. Aparte de Dios nada importa. Pensemos que
la salud importa, que la libertad importa, o el
conocimiento, o el arte, o la civilización. Y si no fuera
por una palabra insistente seguro que te importarían.
Esa palabra es eternidad.
Cuando reconocemos que los hombres poseen un
ser perpetuo, toda la hermosura de todos los tesoros
terrenales se desvanecen en un instante. Dios es
nuestro ser eterno lo que nuestro corazón es a
nuestro cuerpo. Los pulmones, el hígado, los riñones
tienen valor en la medida que se relacionan con el
corazón. Cuando el corazón se detiene, el resto de los
órganos prestamente entran en colapso. Aparte de
Dios, ¿Qué es el dinero, la fama, la educación, la
civilización? Exactamente nada en absoluto, porque
los hombres tienen que dejar todas estas cosas tras
de sí y uno por uno partir de la eternidad. Si Dios
esconde Su rostro, nada más después vale el
esfuerzo.
4. Solo lo que hacemos en Dios permanecerá
con nosotros al final. El hombre es creado a la imagen
~ 147 ~
de su Creador y tiene un instinto o anhelo de
dedicarse a la actividad creativa. Cuando abandono el
Huerto de Edén, su instinto creativo no le abandono
ni se apartó de él. Tiene que construir, siempre
construir; sus materiales tal vez sean el ladrillo, la
pintura, las notas musicales, los datos científicos, los
sistemas de pensamiento; pero siempre tiene que
construir, desde el niño que construye un juguete
hasta el hombre que construye un imperio.
Sin embargo, el tiempo está en su contra porque
desgasta todo lo que toca. Su acción moledora y
demoledora convierte en polvo las civilizaciones y
ciudades y hombres. Una vida de trabajo muere con
el trabajador. Pero Dios pone la inmortalidad en
todos nuestros amantes esfuerzos a Su favor y
comparte Su eternidad con todos aquellos que Le
aman y confían en El.
5. El pecado humano es real. La suspicacia, el
odio, la envidia, el poder, la lujuria y la codicia
mantienen al mundo en un estado continuo de
fermento, mientras los hombres usan lentes y sin
pestañear aseguran a clases de ansiosos alumnos que
toda la idea del pecado esta pasada de moda y el
pecado mismo no existe.
A pesar de todo nuestro suave lenguaje, el
pecado continúa empujando a la raza de los hombres.
Hasta que su pesado peso se levante de su alma,
nada más tiene ningún derecho de acaparar nuestra
atención, porque el pecado aparta de la presencia de
Dios cuyo favor es lo único que da a la vida una razón
satisfactoria para vivir.

~ 148 ~
6. Con Dios hay perdón. << ¡Jehová! ¡Jehová!
Fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y
grande en misericordia y verdad; que guarda
misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la
rebelión y el pecado>>, dice Éxodo 36:6 y 7 en el
Antiguo Testamento. <<Para que sepáis que el Hijo
del Hombre tiene potestad en la Tierra para perdonar
pecados>>, afirma el Nuevo Testamento en Mateo 9:6.
La misericordia de Dios se encabeza en el
Hombre Cristo Jesús quien es Dios y hombre por el
misterio de la Encarnación. Él puede perdonar y
perdona el pecado porque el pecado fue cometido
contra Dios en primera instancia. El alma en Cristo
ha encontrado al Único que importa. Su problema
más pesado se ha solucionado; su filosofía básica es
sólida; sus verdaderos ojos han sido abiertos y sabe
distinguir entre lo verdadero y falso.
7. Únicamente lo que Dios protege está seguro.
Todo lo demás perece con el uso, o con guardarse, o
acumularse, o atesorarse. Pablo conocía este secreto
cuando escribió en 2ª Timoteo 1:12: <<Porque yo sé a
quién he creído, y estoy seguro que es poderoso, para
guardar mi depósito para aquel día. >>.

~ 149 ~
CAPÍTULO
29

Cómo Probar los Espíritus.

ESTOS SON LOS TIEMPOS que prueban las almas


de los hombres. El Espíritu Santo ha hablado
expresamente en 1ª Timoteo 4:1 y 2, <que en los
postreros tiempos algunos apostatarán de la fe,
escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de
demonios; por la hipocresía de mentirosos que tiene
cauterizada la conciencia>. Esos días están sobre
nosotros y no podemos escapar de ellos; debemos
triunfar en medio de ellos, porque tal es la voluntad
de Dios con respecto a nosotros.
Aunque parezca extraño, el peligro hoy es mayor
para los Cristianos fervientes que para los tibios y
satisfechos consigo mismos. El que busca a Dios y las
cosas mejores está ansioso de escuchar a cualquiera
que le ofrezca una manera por la cual pudiera
obtenerlas. Anhela alguna nueva experiencia, algún
elevado punto de vista de la verdad, alguna operación
del Espíritu que le levante por encima del nivel
muerto de la mediocridad religiosa que él ve a su
alrededor, y por esta razón, él está listo y dispuesto a
prestarle oído con simpatía a todo lo que sea nuevo y
maravilloso que está en la religión, en particular, si se
le presenta como alguien con una personalidad

~ 150 ~
atractiva y una reputación superior en cuanto a la
santidad.
Nuestro Señor Jesús, ese gran Pastor de las
ovejas, no ha dejado a Su rebaño a la merced de los
lobos. Nos ha dado las Sagradas Escrituras, el
Espíritu Santo y los poderes naturales de la
observación, y Él espera que nosotros nos valgamos
de su ayuda de manera constante. <Examinadlo todo;
retened lo bueno> escribió Pablo en 1°
Tesalonicenses 5:21. <Amados, no creáis a todo
espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios;
porque muchos falsos profetas han salido por el
mundo>, dice en 1° Juan 4:1. <Guardaos de los
falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de
ovejas, pero por dentro son lobos rapaces>, dijo Jesús
según Mateo 7:15. Entonces en el versículo siguiente
agrega la palabra mediante la cual pueden ser
probados: <Por sus frutos los conoceréis> (Mateo
7:16).
De esto no sólo se hace evidente y desprende que
habrá espíritus falsos en el mundo, haciendo peligrar
nuestras vidas Cristianas, sino que deben ser
identificados y conocidos por lo que son. Y, por
supuesto, una vez que nos damos cuenta de su
identidad y aprendamos sus tretas y tramas, su
poder para dañarnos desaparece. <Porque en vano se
tenderá la red ante los ojos de toda ave>, dice el sabio
Salomón en Proverbios 1:17.
Es mi intención desplegar aquí un método
mediante el cual podamos probar los espíritus y
comprobar todas las cosas religiosas y morales que
llegan hasta nosotros, o alguien nos ofrece. Y
~ 151 ~
mientras que tratemos con estos asuntos, debiéramos
mantener en mente que no todas las divagaciones
religiosas son obra de Satanás. La mente humana es
capaz de bastante mal sin ayuda del diablo. Algunas
personas tienen un genio positivo para confundirse, y
se equivocan en distinguir entre la ilusión y la
realidad a plena luz meridiana del día con la Biblia
abierta por delante. <Y tened entendido que la
paciencia de nuestro Señor es para salvación; como
también nuestro amado hermano Pablo, según la
sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, casi en
todas sus epístolas hablando en ellas de estas cosas:
entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las
cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como
también las otras Escrituras, para su propia
perdición. (2º Pedro 3:15 y 16)
No es probable que los apóstoles confirmados de
la confusión lean lo que está escrito aquí, o que ellos
aprovechen mucho si lo hicieran, pero hay muchos
Cristianos juiciosos que han sido descaminados, pero
son suficientemente humildes para admitir sus
errores y ahora están listos para regresar al Pastor y
Obispo de sus almas. Pueden ser rescatados de los
senderos falsos. Aún más importante, sin duda es
que hay gran número de personas que no han dejado
el camino de la verdad, pero que sí quisieran una
regla para hacer una prueba por medio de la cual
pudieran probar la calidad de la enseñanza y de la
experiencia Cristiana a medida que entran en
contacto con ella día tras día, a través de sus
ocupadas vidas. Para dichas personas, pongo a
disposición un pequeño secreto por medio del cual he
~ 152 ~
probado mis propias experiencias espirituales e
impulsos religiosos durante muchos años.
Presentada de manera escueta, la prueba es esta:
Esta nueva doctrina, este nuevo hábito religioso, este
nuevo punto de vista de la verdad, esta nueva
experiencia espiritual ¿cómo ha afectado mi actitud y
mi relación con Dios, con Cristo con las Sagradas
Escrituras, conmigo mismo, con otros Cristianos, con
el mundo y con el pecado? Por intermedio de esta
prueba séptuple podemos probar todo lo religioso y
saber, sin lugar a dudas, si es Dios, o no lo es.
Por el fruto del árbol conocemos la clase de árbol
que es. Así también, no tenemos más que preguntar
acerca de cualquier doctrina o experiencia. ¿Qué me
está haciendo esto a mí? Y sabremos de manera
inmediata si es de lo alto, o de abajo.
1. Una prueba vital de toda experiencia religiosa
es cómo afecta nuestra relación con Dios, nuestro
concepto de Dios y nuestra actitud hacia Él.
Porque Dios es quién Él es, siempre tiene que ser
el árbitro supremo de todas las cosas religiosas. EL
universo cobró existencia como un medio por el cual
el Creador pudiera mostrar y demostrar Sus
perfecciones a todos los seres morales e intelectuales:
<<Yo Jehová; éste es Mi nombre; y a otro no daré Mi
gloria, ni Mi alabanza a esculturas>> (Isaías 42:8).
<<Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el
poder; porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu
voluntad existen y fueron creadas>> (Apocalipsis
4:11).
La Salud y el equilibrio del universo requieren
que en todas las cosas Dios sea magnificado o
~ 153 ~
exaltado, <<Grande es Jehová, y digno de suprema
alabanza; Y Su grandeza inescrutable>> (Salmo
145:3). Dios actúa únicamente para Su gloria y todo
lo que de Él procede es para Su propio honor.
Cualquier doctrina, cualquier experiencia que sirva
para magnificarle es probable que sea inspirada por
Él. Por el contrario, cualquier cosa que oscurezca o
empañe Su gloria, o Le haga a Él aparecer menos
maravilloso, por cierto es de la carne o del diablo.
El corazón del hombre es como un instrumento
musical y puede tocarlo el Espíritu Santo, un espíritu
maligno, o el espíritu del hombre mismo. Las
emociones religiosas son muy parecidas, no importa
quién sea el que as toque. Muchas emociones o
sentimientos de placer pueden ser despertados o
evocados en el alma por la adoración vil o hasta
idólatra. La monja que se arrodilla <<arrobada en
adoración>> delante de una imagen de Virgen tiene
una experiencia religiosa genuina. Ella siete amor,
asombro y reverencia, todas emociones agradables,
tan ciertamente como si estuviera adorando a Dios.
Las experiencias místicas de los hindúes, o de los
sufis mahometanos de la Persia no pueden ser
totalmente descartadas como mera pretensión. Ni
tampoco podemos echar a un lado los altos vuelos
religiosos de los espiritistas y otros en el ocultismo
como mera imaginación. Éstos pueden tener, y a
veces tienen, encuentros genuinos con algo más allá
de sí mismos. En la misma manera, los Cristianos a
veces son conducidos a experiencias emocionales que
están más allá de su poder de comprensión. Me he
encontrado con tales personas y me han preguntado
~ 154 ~
con ansiedad si su experiencia era de Dios, o no lo
era.
La gran prueba es: ¿Qué ha hecho esto para mi
relación con el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo? Si éste nuevo punto de vista de la verdad
- éste nuevo encuentro con las cosas espirituales –
me ha hecho amar más a Dios, si le ha magnificado a
mis ojos, si ha purificado mi concepto de Su ser y ha
sido la causa que El aparezca más maravilloso que
antes, entonces yo puedo llegar a la conclusión que
yo no he vagado, ni me he extraviado en los senderos
placenteros pero peligrosos y prohibidos del error.
2. La próxima prueba es: ¿Cómo ha afectado ésta
nueva experiencia a mi actitud hacia el Señor
Jesucristo? Cualquier lugar que una religión de los
tiempos contemporáneos pueda darle o designarle a
Cristo, Dios le da a Él todo lugar en la tierra y en el
cielo. <Éste es mi Hijo Amado, en quién tengo
complacencia>, habló la voz de Dios desde el Cielo
con respecto a nuestro Señor Jesús, según se relata
en Mateo 3:17. Pedro, lleno del Espíritu Santo,
declaró: <Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de
Israel, que a éste Jesús a quien vosotros
crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo>
(Hechos 2:36). Jesús dijo de Sí mismo: <Yo soy el
camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre,
sino por Mi> (Juan 14:6) Nuevamente, Pedro dijo de
Él, <Y en ningún otro hay salvación: porque no hay
otro nombre bajo el Cielo, dado a los hombres, en que
podamos ser salvos. (Hechos 4:12). El libro entero de
Los Hebreos está dedicado a la idea que Cristo está
por encima de todos los demás. Se demuestra cómo
~ 155 ~
Él es superior a Aarón y a Moisés, e incluso a los
ángeles se les llama a caer o a postrarse delante de Él
y adorarle. Pablo dice que Él es la imagen del Dios
invisible, que en Él mora la plenitud de la Deidad
corporalmente y que en todas las cosas Él tiene la
preeminencia. Pero me faltaría el tiempo para
contarles de la gloria que Le atribuyen a Él los
profetas, los patriarcas, los apóstoles, los santos, los
ancianos, los salmistas, los reyes y los serafines. Él es
hecho para nosotros sabiduría y justicia y
santificación y redención, según 1 Corintios 1:30. Él
es nuestra esperanza, nuestra vida, nuestro todo en
todo, ahora y para siempre.
Porque todo esto es verdad, queda en claro que
Él tiene que levantarse como el centro de toda
verdadera doctrina, toda práctica aceptable y toda
experiencia Cristiana genuina. Todo lo que hace que
Él sea menos de lo Dios ha declarado que Él sea,
tiene que ser pura ilusión y simple engaño y tiene que
ser rechazado, no importa cuán placentero, o
satisfactorio pareciera ser por el momento.
El Cristianismo sin Cristo parece sonar como
una contradicción, pero existe como un fenómeno real
en nuestros días. Mucho de lo que se hace en el
nombre de Cristo es falso en que es concebido por la
carne, incorpora métodos carnales, y persigue fines
carnales. A Cristo se Le menciona de vez en cuando
de la misma forma en que un político que persigue
sus propios fines menciona a Abraham Lincoln o la
bandera para proveer un frente sagrado para
actividades carnales y para engañar a los oyentes de

~ 156 ~
corazón ingenuo. La trampa en esto es que Cristo no
es el centro de todo: Él no es todo en todo.
Por otra parte, hay experiencias síquicas que
emocionan, conmuevan y estremecen al que las
buscan y le conducen a creer que él se ha encontrado
con el Señor y ha sido llevado al tercer cielo; pero la
verdadera naturaleza del fenómeno se descubre más
tarde cuando el rostro, o la faz de Cristo comienza a
borrarse de la conciencia de la víctima y ésta
comienza a depender más y más de estas cumbres
emocionales como prueba de su espiritualidad.
Sí, por otra parte, la nueva experiencia tiende a
hacer a Cristo más indispensable, si aparta nuestro
interés de todos nuestros sentimientos y emociones y
lo centra en Cristo, estamos bien encaminados. Todo
lo que hace que Cristo sea más amado por nosotros
es bastante seguro que sea de Dios.
3. Otra prueba o revelación de la solidez de la
experiencia religiosa: ¿Cómo afecta mi actitud hacia
las Sagradas Escrituras?
Esta nueva experiencia, este nuevo punto de
vista de la verdad, ¿Nace y surge de la Palabra de
Dios misma, o era el resultado de algún estímulo que
radicaba o residía fuera de la Biblia? Los Cristianos
de corazón tierno suelen llegar a ser víctimas de
fuertes presiones psicológicas aplicadas intencional o
inocentemente por algún testimonio personal, o por la
historia coloreada que cuenta un predicador ferviente
que tal vez habla con finalidad o autoridad profética,
pero no ha comparado su historia con los hechos ni
ha comprobado la exactitud de sus conclusiones por
la Palabra de Dios.
~ 157 ~
Todo lo que se origina fuera de las Sagradas
Escrituras debiera, por esta misma razón, quedar
bajo sospecha hasta que se pueda mostrar que está
de acuerdo con ellas. Si se llegara a encontrar que es
contario a la Palabra revelada de verdad, ningún
Cristiano verdadero aceptará que es de Dios. No
importa cuán emocional sea su contenido, ninguna
experiencia puede probarse como genuina a menos
que podamos encontrar el capitulo y versículo como
autoridad para ella en las Escrituras. La palabra y el
testimonio tienen que ser la última y prueba final.
Todo lo que sea nuevo o singular debería mirarse
con mucha precaución hasta que se provea la
respuesta escritural de su validez. Durante el último
medio siglo, un número de nociones no escriturales
han ganado aceptación entre los Cristianos que
reclaman que están entre las verdades que han de ser
reveladas en los postreros días. Por cierto, dicen los
que abogan por la teología de la luz de los últimos
días, Agustín no lo supo, Lutero tampoco lo sabía, ni
Juan Knox, ni Wesley, ni Finney, y Spurgeon no
comprendió esto; pero mayor luz ha brillado ahora
sobre el pueblo de Dios y, nosotros de estos últimos
días, tenemos la ventaja de un revelación más
completa.
No deberíamos cuestionar esta nueva doctrina ni
retraernos de una experiencia avanzada. El Señor
está preparando a Su Esposa para la Cena de las
Bodas del Cordero. Todos deberíamos rendirnos a
este nuevo mover del Espíritu. Así nos dicen.
La verdad es que la Biblia nos enseña que habrá
nueva luz ni experiencia espiritual avanzada en lo
~ 158 ~
postreros días; en realidad, enseña exactamente lo
contrario. Nada ni en Daniel, ni en las Epístolas del
Nuevo Testamento se puede torcer ni torturar para
propugnar la idea que nosotros se los fones de la era
Cristiana gozaremos de luz que no fue conocida en su
principio. Cuidado con cualquier hombre que
pretende o reclama ser más sabio que los apóstoles o,
más santo que los mártires de la Iglesia Primitiva. La
mejor manera de tratar con él, es pararse y salir de
su presencia. Vosotros no podéis ayudarle a él y, por
cierto, que él no puede ayudaros a vosotros.
Reconozcamos, sin embargo, que las Escrituras
no son siempre claras y que existen diferencias de
interpretación entre hombres igualmente sinceros,
pero este examen proveerá toda la prueba necesaria
para todo lo religioso, y es: ¿Qué hace en cuanto a mi
amor y aprecio por las Sagradas Escrituras?
Mientras que el verdadero poder reside no en la
letra del texto sino en el Espíritu Santo que la inspiró,
nunca deberíamos desestimar el valor de la letra. El
texto de la verdad tiene la misma relación con la
verdad como el panal con la miel. El primero es el
receptáculo para la otra. Pero allí termina la analogía.
La miel puede sacarse del panal, pero el Espíritu de la
verdad no puede extraerse, y no opera aparte de la
letra de las Sagradas Escrituras. Por esta razón, un
conocimiento siempre creciente del Espíritu Santo
significará un amor creciente por la Biblia. Las
Escrituras impresas son lo que Cristo es en persona.
La palabra inspirada es como un fiel retrato de Cristo.
Pero de nuevo se rompe la figura literaria. Cristo está
en la Biblia como nadie puede encontrarse en un
~ 159 ~
mero cuadro, porque la Biblia es un libro de ideas
santas y la Palabra eterna del Padre puede morar y
mora en el pensamiento que Él mismo inspira. Los
pensamientos son cosas, y los pensamientos de las
Sagradas Escrituras forman un templo sublime para
la morada de Dios.
4. De nuevo, podemos probar la calidad de la
experiencia religiosa por su efecto sobre la vida del
“yo”, o del “ego”.
El Espíritu Santo y el yo o ego humano caído
están diametralmente opuestos el uno al otro.
<Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el
del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen
entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis>
(Gálatas 5:17). <Porque los que son de la carne
piensan en las cosas de la carne; pero los que son del
Espíritu, en las cosas del Espíritu. …Por cuanto los
designios de la carne son enemistad contra Dios;
porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco
pueden” (Romanos 8:5, 7).
Antes que el Espíritu de Dios pueda operar en
forma creativa en nuestros corazones. Él tiene que
condenar y matar a la “carne” dentro de nosotros;
esto es, Él tiene que tener nuestro consentimiento
total para desplazar a nuestro yo natural con la
Persona de Cristo. Este desplazamiento se explica
cuidadosamente en Romanos capítulos 6, 7 y 8.
Cuando el Cristiano que busca ha pasado la
experiencia de la crucifixión descrita en los capítulos
6 y 7, él entra en las regiones amplias y libres del
capítulo 8. Allí el yo es destronado y Cristo es
entronizado para siempre.
~ 160 ~
A la luz de esto, no es difícil ver por qué la actitud
del Cristiano hacia sí mismo es una prueba o examen
tan válido de las experiencias Cristianas. La mayoría
de los grandes maestros de la vida profunda, tales
como Francisco de Salignac de la Motte, o Fenelón,
Miguel de Molinos, Juan de la Cruz, Madame Guyon y
una hueste de otros, han advertido contra las
experiencias seudoreligiosas que proveen mucho
deleite carnal, pero alimentan la carne e hinchan el
corazón de amor consigo mismo.
Una buena regla es ésta: Si esta experiencia ha
servido para humillarme y empequeñecerme y
envilecerme a mis propios ojos, es de Dios; pero si me
ha dado un sentimiento de autosatisfacción, es falso y
debería despedirse como una emanación del yo o del
diablo. Nada que proceda de Dios va a ministrar a mi
orgullo o congratularme a mí mismo. Si me siento
tentado a la complacencia y me siento superior
porque he tenido una visión notable o una
experiencia espiritual avanzada, yo debería
inmediatamente caer de rodillas y arrepentirme de
todo asunto. He caído víctima del enemigo.
5. Nuestra relación y nuestra actitud hacia
nuestros compañeros y hermanos Cristianos es otra
prueba o examen exacto de la experiencia religiosa.
A veces un Cristiano sincero, después de un
encuentro espiritual notable; se retrae o aparta de
sus compañeros creyentes y desarrolla un espíritu de
crítica, o encuentra faltas. Es posible que esté
sinceramente convencido que su experiencia sea
superior, que ahora se encuentra en un estado
avanzado de la gracia, y que el vulgo en la iglesia
~ 161 ~
donde él asiste no es más que una multitud
mezclada, y que él solo es el hijo de Israel. Es posible
que luche para ser paciente con estos religiosos
mundanos, pero su suave lenguaje y sonrisa
condescendiente revelan su verdadera opinión de
ellos -y de sí mismo-. Este es un estado peligroso de
la mente, y es más peligroso porque puede justificarse
por los hechos. El hermano ha tenido una experiencia
maravillosa; él ha recibido alguna luz maravillosa
sobre las Escrituras; él ha entrado a una tierra
gozosa desconocida para él antes. Y es fácil que sea la
verdad y que los profesantes Cristianos con quienes
tiene amistad son mundanos y aburridores y sin
entusiasmo espiritual. No es que él esté equivocado
en sus hechos que comprueba que él esté en el error,
sino que su reacción a los hechos es de la carne. Su
nueva espiritualidad ha sido menos caritativa y
amante.
La Dama Juliana nos cuenta en su inglés arcaico
cómo la gracia Cristiana afecta nuestra actitud hacia
otros: <¡Porque todas las cosas, la contemplación y
amor del Hacedor hacen que el alma perezca menos a
su propia vista, y le llena más con temor reverente y
verdadera mansedumbre; con bastante caridad a sus
hermanos Cristianos!> Cualquier experiencia religiosa
que fracasa en profundizar nuestro amor para
nuestros hermanos Cristianos, con toda seguridad
puede calificarse de espúrea.
El Apóstol Juan pone a nuestro amor por
nuestros hermanos Cristianos como una prueba de la
fe verdadera. <Hijitos míos, no amemos de palabra ni
de lengua, sino de hecho y en verdad. Y en esto
~ 162 ~
conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos
nuestros corazones delante de Él> (1ª Juan 3:18-19)
En Primera de Juan 4:7 y 8 dice: <Amados,
amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios, y
conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios;
porque Dios es amor.>
A medida que crecemos en la gracia crecemos en
el amor hacia todo el pueblo de Dios. <Todo aquel que
ama al que engendró, ama también al que ha sido
engendrado por Él> (1 Juan 5:1.) Sencillamente, esto
quiere decir que si amamos a Dios, también
amaremos a Sus hijos. Toda experiencia verdadera
profundizará nuestro amor por otros Cristianos.
Por esta razón llegamos a la conclusión que todo
lo que nos separe en persona o en corazón de otros
hermanos Cristianos no es de Dios, sino que es de la
carne, o del diablo. Y, por otra parte, todo lo que sea
la causa de amor por los hijos de Dios es probable
que sea de Dios. <En esto conocerán todos que sois
mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los
otros> (Juan 13:35).
6. Otra prueba segura de la fuente de la
experiencia religiosa es ésta. Notad cómo afecta
vuestra relación y vuestra actitud hacia el mundo.
Por “el mundo” no quiero decir, por supuesto, el
hermoso orden de la naturaleza que Dios ha creado
para el gozo y deleite de la humanidad. Ni tampoco
quiero decir el mundo de los hombres perdidos en el
sentido empleado por nuestro Señor cuando Él dijo,
<Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en
Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque
~ 163 ~
no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al
mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él>
(Juan 3:16 y 17). Cualquier toque de Dios en el alma
profundizará nuestra apreciación de las bellezas de la
naturaleza en intensificará nuestro amor por los
perdidos. Me refiero a otra cosa absolutamente
diferente.
Permitamos que un apóstol lo diga para nosotros:
<Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la
carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el
mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre> (1ª Juan
2:16 y 17).
Este es el mundo mediante el cual podemos
probar los espíritus. Es el mundo de los deleites
carnales, de los placeres sin Dios, de las búsquedas
de las riquezas terrenales y la reputación y felicidad
pecaminosa. Sigue adelante sin Cristo, siguiendo el
consejo de profanos y siendo animado por el príncipe
de la potestad del aire, el espíritu que opera en los
hijos de desobediencia (Efesios 2:2). Es religión en
una forma de piedad, sin poder, que tiene nombre de
estar viva, pero está muerta. En breve o resumidas
cuentas, la sociedad humana no regenerada brinca
camino al infierno, lo opuesto exactamente de la
verdadera Iglesia de Dios, que es una sociedad de
almas regeneradas que con sobriedad y con gozo van
camino al Cielo.
Cualquier verdadera obra de Dios en nuestro
corazón tendrá tendencia de incapacitarnos para la
compañía y el compañerismo con el mundo. <No
~ 164 ~
améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo.
Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en
él> (1ª Juan 2:15). <No os unáis en yugo desigual
con los incrédulos; porque ¿Qué compañerismo tiene
la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz
con las tinieblas?> (2ª Corintios 6:14). Podemos
declarar sin equivocarnos que cualquier espíritu que
permita compromiso o componendas con el mundo es
un espíritu falso. Cualquier movimiento religioso que
imite al mundo en cualquiera de sus manifestaciones
es falso a la cruz de Cristo y es de parte del diablo -y
esto, a pesar de cuánto se fanfarronean sus líderes
acerca de “aceptar a Cristo” o “permitir que Dios dirija
su negocio”.
7. La última prueba de genuinidad de la
experiencia Cristiana es qué hace de nuestra actitud
hacia el pecado.
Las operaciones de la gracia dentro del corazón
de un hombre creyente tornará ese corazón alejándolo
del pecado y hacia la santidad. <Porque la gracia de
Dios se ha manifestado para salvación a todos los
hombres, ensenándonos que, renunciando a la
impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este
siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa
de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo> (Tito 2;
11 a 13).
Yo no veo cómo pudiera ser más claro. La misma
gracia que salva enseña a ese hombre salvado en su
interior, y su enseñanza es tanto negativa como
positiva. En forma negativa, nos enseña iniquidad y
los deseos carnales o lujuria. De manera positiva, nos
~ 165 ~
enseña a vivir sobriamente, en justicia y rectitud y
santidad en este mundo actual.
El hombre de corazón honrado no encontrará
dificultad aquí. No tiene más que revisar su propia
inclinación para descubrir si está preocupado acerca
del pecado en su vida más o menos desde que se
realizó la supuesta obra de la gracia. Todo lo que
debilita su odio por el pecado puede identificarse
inmediatamente como falso a las escrituras. Todo lo
que hace más atractiva la santidad, y al pecado más
intolerable puede aceptarse como genuino. <Porque
Tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El
malo no habitará junto a Ti. Los insensatos no
estarán delante de Tus ojos; Aborreces a todos los que
hacen iniquidad> (Salmo 5:4 y 5).
Jesús advirtió en Marcos 13:22: <Porque se
levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán
grandes señales y prodigios, de tal manera que
engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos.>
Estas mismas palabras describen nuestros días
demasiado bien para que sea coincidencia. ¡Escribo
en la esperanza de que los “escogidos” puedan sacar
provecho de estos exámenes o pruebas! ¡El resultado
está en las manos de Dios!

~ 166 ~
CAPÍTULO
30

El aburrimiento religioso

QUE EXISTE ALGO gravemente malo entre los


Cristianos Evangélicos de hoy probablemente no lo
negara ninguna persona seria que esté al tanto de los
hechos. Exactamente qué es lo que anda mal, no es
tan fácil de determinar.
Al examinar la situación yo mismo encuentro que
la naturaleza y la razón están en conflicto dentro de
mí, porque quisiera y tengo la tendencia por mi
comportamiento de resolver todo con una plumada.
Pero la razón me advierte el tener cuidado; nada es
tan sencillo, y tenemos que tener cuidado de
distinguir entre la causa y el efecto.
Como todo doctor sabe, existe una gran
diferencia entre la enfermedad y los síntomas; y todo
Cristiano sabe que existe una gran diferencia entre la
causa y el efecto en la esfera religiosa.
A la raíz de nuestro problema o enfermedad
espiritual radica o reside un número de causas y
estas causas tienen efectos, pero cuál es la causa y
cuál es el efecto, no siempre es tan fácil saber. Me
imagino que muchas cosas que ahora están bajo
ataque de parte de nuestros evangelistas y pastores (y
editores, por otra parte), no son la causas de nuestros
problemas sino los efectos de las cusas que radican
más profundo. Tratamos los síntomas y nos
~ 167 ~
preguntamos por qué el paciente no mejora. O, para
cambiar la figura literaria, descargamos la artillería
pesada contra lo que nos es nada más substancial
que la nube de polvo que se levantó por la marcha de
las tropas del enemigo que han pasado.
Una característica o marca del bajo estado de los
asuntos entre nosotros es el aburrimiento religioso. Si
esto es una cosa en sí misma, o meramente un
síntoma de la cosa, no sé por seguro, aunque
sospecho que es lo último. Y que esto se encuentra en
algún grado casi en todos los lugares entre Cristianos
es demasiado evidente para negarlo.
El aburrimiento es, por supuesto, un estado de la
mente que resulta por tratar de mantener un interés
en algo que no mantiene ni traza de interés por
nosotros: (los chistes del jefe, por decir, o la
conferencia sobre el cultivo y cuidado de las dalias a
la cual asistimos porque no podíamos resistir la
invitación entusiasta de un amigo). Nadie se siente
aburrido por aquello de lo cual puede, con la
conciencia limpia, salir y dejar. El aburrimiento viene
cuando un hombre tiene que aparentar el aprecio por
lo que apenas puede tolerar.
Por esta definición, por cierto, que hay mucho
aburrimiento en la religión de estos días. El hombre
de negocios un domingo por la mañana cuya mente
está puesta en el golf apenas puede disimular la falta
de interés en el sermón que se siente obligado a
escuchar. El ama de casa que no está familiarizada
con el lenguaje teológico, o la tanto de la jerga
filosófica del orador; la joven pareja que siente una
emoción de amor mutuo, pero que ninguno de los dos
~ 168 ~
conoce a Aquel de quien canta el coro –éstos no
pueden escapar del dolor mental de bajo grado que
llamamos aburrimiento mientras luchan para
mantener su atención enfocada sobre el servicio-.
Todos son demasiado corteses para admitirle a otros
que están aburridos, o posiblemente sean demasiado
tímidos para admitirlo siquiera a sí mismos, pero creo
que un poco de confesión cándida nos haría mucho
bien.
Cuando Moisés permaneció en el desierto, Israel
se aburrió con la fe que ve al invisible y reclamo un
dios que pudieran ver y tocar. Y desplegaron mucho
más entusiasmo por el becerro de oro que por el
Señor Dios de Abraham. Más tarde se aburrieron con
el maná y se quejaron contra la monotonía de su
dieta. Debido a su petulante insistencia, por fin
recibieron carne para comer, pero fue para su propia
destrucción.
Esos Cristianos que pertenecen a la rama
evangélica de la Iglesia (la cual yo creo con firmeza
que es la única que se asemeja siquiera
aproximadamente al Cristianismo del Nuevo
Testamento), durante el último medio siglo han
mostrado una impaciencia creciente con las cosas
invisibles y eternas y han demandado y conseguido
una hueste de cosas visibles y temporales para
satisfacer sus apetitos carnales. Dentro de la
autoridad bíblica, o cualquier otro derecho bajo el sol,
los líderes religiosos carnales han introducido una
hueste de atracciones que no sirven ningún propósito
excepto proveer entretenimiento para los santos
retardados.
~ 169 ~
Es una práctica común en la mayoría de las
iglesias evangélicas de ofrecer a la gente,
especialmente a la juventud, un máximo de
entretenimiento y un mínimo de instrucción seria.
Apenas es posible en la mayoría de los lugares
conseguir que alguien asista a una reunión donde la
única atracción sea Dios. No podemos menos que
llegar a la conclusión que los que profesan ser hijos
de Dios están aburridos con Él, porque tiene que
conquistárselos a la reunión con un caramelo de
colores en la forma de una película religiosa, juegos y
refrescos.
Esto ha influido en todo el patrón y modelo de la
vida de la Iglesia, y hasta ha traído a luz un nuevo
tipo de arquitectura eclesiástica, designada para
albergar al becerro de oro.
Por eso tenemos la extraña anomalía de la
ortodoxia en el credo y la heterodoxia en la práctica.
La técnica del caramelo de color ha sido tan
plenamente integrada a nuestro pensamiento religioso
actual que sencillamente se acepta como la norma.
Sus víctimas ni sueñan que no es parte de las
enseñanzas de Cristo y de Sus apóstoles.
Cualquier objeción a la propagación del
Cristianismo del becerro de oro se encuentra con la
respuesta triunfante: “¡Pero los estamos ganando!” ¿Y
ganándolos a qué? ¿Al verdadero discipulado? ¿A
cargar la cruz? ¿A negarse a sí mismo? ¿A una vida
santa? ¿A nobleza de carácter? ¿A despreciar los
tesoros del mundo? ¿A una dura disciplina? ¿A amar
a Dios? ¿A una consagración total y compromiso

~ 170 ~
pleno con Cristo? Por supuesto que la respuesta a
todas esas preguntas es no.
¡Estamos pagando un precio espantoso por
nuestro aburrimiento religioso! ¡Y eso en el momento
de peligro mortal del mundo!

~ 171 ~
CAPÍTULO
31

¡La Iglesia no puede morir!

Existe una noción que el Cristianismo está en sus


últimos momentos, o posiblemente ya muerto pero
demasiado débil para tenderse.
Esto lo creen con confianza en los países
comunistas, y aunque los voceros del Occidente son
demasiado corteses para decirlo, apenas podemos
escapar el sentir que ellos también creen que la
defunción de la Iglesia es un hecho cierto pero
vergonzoso, siendo el principal prueba de su muerte,
su fracaso de proveer liderazgo para el mundo cuando
más lo necesita.
Permitidme emplear un par de perogrulladas
mezcladas y muy manoseadas y decir que aquellos
que han venido para sepultar la fe de nuestros padres
no han contado con el anfitrión. Tal como Jesucristo
una vez fue sepultado con la plena expectación de
que se habían librado de Él, así también se ha
llevado a la Iglesia a su lugar de descanso
innumerables veces; y tal como Él desconcertó a Sus
enemigos levantándose de entre los muertos, así
también la Iglesia ha confundido a los suyos
surgiendo de nuevo a la vida vigorosa después que se
realizaron las exequias sobre su urna y se
derramaron las lágrimas de cocodrilo junto a su
tumba.
~ 172 ~
El Lenguaje de la devoción ha ayudado a crear la
impresión de que la Iglesia sea hueste de guerreros
arrasando con el enemigo por delante a plana vista y
con bastante color y drama para darle un espectáculo
agradable a todo el cortejo. En nuestros himnos y en
la oratoria desde nuestro púlpito comúnmente hemos
pintado a la Iglesia marchando al son de la música
marcial ante los aplausos de la multitud.
Por supuesto que esto no es más que una figura
poética. El cristiano individual puede asemejarse a un
soldado, pero el cuadro de la Iglesia sobre la Tierra
como un ejército de combate no es real. Su verdadera
situación se retrata más bien como un rebaño de
ovejas en medio de lobos, o una compañía de
despreciados peregrinos rumbo a su hogar, o una
nación extraña protegida por la sangre del Cordero
Pascual esperando el sonido de la trompeta, o una
novia esperando la venida de su novio.
El mundo está continuamente latigando a la
Iglesia porque ésta no tiene solución para los
problemas de la sociedad, y los líderes religiosos que
no comprenden la situación retroceden ante el
latigazo. De vez en cuando, algún eclesiástico
sufriendo un agudo ataque de conciencia, hace
penitencia publica pro el fracaso del Cristianismo de
proveer el valiente liderazgo para el mundo en estos
tiempos de crisis. <<Hemos pecado>>, exclama el
frustrado profeta. <<Todo el mundo nos miraba
esperando recibir ayuda, y nosotros fracasamos>>.
Bueno, yo estoy muy a favor del arrepentimiento
si es genuino, y pienso que la Iglesia ha fracasado, no

~ 173 ~
por ser negligente en proveer liderazgo sino por vivir
demasiado parecido al mundo.
Eso, sin embargo, no es lo que quería decir el
confundido eclesiástico cuando descubre su alma en
público. Más bien, supone de manera errónea que la
Iglesia de Dios ha sido dejada en la Tierra para
ministrar buena esperanza y gozo en el mundo en
cantidades tales que pueda ignorar, o menospreciar a
Dios, rechazar a Cristo, glorificar la carne humana
caída y perseguir sus propios fines egoístas en paz. El
mundo quiere que la Iglesia añada un toque delicado
a sus esquemas carnales, u que esté allí para
ayudarla a ponerse en pie y acostarla cuando llega a
casa ebria después de los placeres carnales.
En primer lugar, la Iglesia no ha recibido tal
comisión o cometido de su Señor y, en segundo lugar,
el mundo nunca ha mostrado mucha disposición a
escuchar a la Iglesia cuando ésta hablara en su
verdadera voz profética. La actitud del mundo hacia el
verdadero hijo de Dios es precisamente la misma que
las ciudades de Feria de Vanidades hacia Cristiano y
sus compañeros. <<Por lo tanto, los tomaron y los
azoraron, y los enlodaron, y los encarcelaron, para
que sean un espectáculo a todos los hombres>>. El
deber de Cristiano no era <<proveer liderazgo>> para
el pueblo de Feria de Vanidades en el libro de El
Peregrino de John Bunyan, sino mantenerse puro y
limpio de la contaminación y salir de allí lo más
rápido posible, El que tenga oídos para oír que oiga.
El Cristianismo va por el camino de su Fundador
y Sus apóstoles dijeron que iría. Su desarrollo y
dirección fueron predichos hace casi dos mil años
~ 174 ~
atrás, y esto en sí es un milagro. Si Cristo no hubiera
sido Dios y Sus apóstoles hubieran sido menos que
inspirados, ellos no podrían haber predicho con tal
precisión el estado de la Iglesia tan alejada de ellos en
el tiempo y las circunstancias. Ningún hombre
mortal podría haber previsto la venida de un gran
sistema religioso político que es Roma, o las Edades
del Oscurantismo, o el descubrimiento del Nuevo
Mundo, o la Revolución Industrial y el nacimiento de
la alta critica, o la edad nuclear y las aventuras del
hombre en el espacio. Todas éstas habrían
desconcertado cualquier esfuerzo humando para
predecir la situación religiosa de estos postreros días;
pero las condiciones presentes fueron pintadas o
presentadas con lujo de detalles hace casi dos mil
años. Nada inesperado ha sucedido, ni está
sucediendo.
Estamos en una verdadera necesidad de una
reforma que conducirá al avivamiento entre las
iglesias, pero la Iglesia no está muerta, ni esta
moribunda, ¡La Iglesia no puede morir!
Una iglesia local puede morir. Esto sucede
cuando todos los antiguos santos en un lugar dado
caen dormidos y no se levantan santos jóvenes para
ocupar su lugar. A veces bajo estas circunstancias, la
congregación deja de ser una iglesia, o no queda
congregación y las puertas de la capilla se cierran. ¡La
verdadera Iglesia es la depositaria de la vida de Dios
entre los hombres, y si en un lugar el frágil vaso se
rompe, esta vida irrumpirá en otro lugar! ¡De esto
podemos estar seguros!

~ 175 ~
CAPÍTULO
32

El señorío del hombre Jesucristo es


básico

TENEMOS LA TENTACIÓN CONSTANTE en estos


días de sustituir a otro Cristo por el Cristo del nuevo
testamento. La tendencia y corriente de la religión
moderna es hacia dicha sustitución.
Para evitar esto tenemos que aferrarnos con
fuerza al concepto de Cristo como se despliega tan
clara y evidentemente en las escrituras de verdad.
Aunque un ángel del cielo nos predicara algo menos
que al Cristo de apóstoles, debe ser abierto y
valientemente rechazado. El poderoso y
revolucionario mensaje de la Iglesia Primitiva, que era
un hombre llamado Jesús que había sido crucificado,
fue resucitado de entre los muertos y exaltado a la
diestra de Dios. “Sea notorio a todos vosotros, y a
todo el pueblo de Israel, que en el nombre de
Jesucristo de Nazaret, a quién vosotros crucificasteis,
y a quién Dios resucitó de los muertos, por Él éste
hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos
4:10).
Menos de trescientos años después de
Pentecostés los duramente presionas y perseguidos
defensores de la fe editaron un manifiesto
condensando aquellas enseñanzas del nuevo
testamento con respecto a la naturaleza de Cristo.
~ 176 ~
Éste manifiesto declara que Cristo es “Dios de la
substancia de Su Padre, engendrado antes de todas
las edades; Hombre de la substancia de Su madre,
nacido en el mundo; perfecto Dios y perfecto Hombre,
de un alma razonable y carne humana subsistente.
Igual a su Padre, con respecto a Su Deidad; menos
que el Padre, con respecto a Su humanidad. Quién,
aunque Él era Dios y hombre, sin embargo, Él no es
dos sino un Cristo. Uno, no por conversión de la
Deidad en la carne, sino que tomando la humanidad
dentro de Dios. Uno solo, no por la confusión de la
substancia, sino por la unidad de la Persona. Porque
tal como el alma razonable y la carne es un hombre,
también Dios y el hombre es un Cristo”.
Entre aquellos que reconocen la Deidad de
Cristo, existe con frecuencia un fracaso en reconocer
Su humanidad. Estamos prestos para afirmar que
cuando Él anduvo sobre la tierra, Él ere Dios con los
hombres, pero pasamos por alto una verdad
igualmente importante, que donde Él se sienta ahora
sobre su trono de mediación Él es hombre con Dios.
La enseñanza del nuevo testamento es que
ahora, en éste mismo momento, hay un hombre en el
Cielo apareciendo ante la presencia de Dios por
nosotros. Él es un hombre, tan cierto como lo fue
Adán, o Moisés, o Pablo. Él es un hombre glorificado,
pero su glorificación no le deshumanizó a Él. Hoy Él
es un hombre real, de la raza de la humanidad,
portando nuestras dimensiones, un hombre visible y
audible a quién cualquier otro hombre reconocería
instantáneamente como uno de nosotros.

~ 177 ~
Pero más que esto, Él es heredero de todas las
cosas, Señor de todos los mundos, cabeza de la
Iglesia y primogénito de la nueva creación. Él es el
camino a Dios, la vida del creyente, la esperanza de
Israel y el sumo sacerdote de todo adorador
verdadero. Él sostiene las llaves de la muerte y el
infierno y se para como Abogado y Garantía para
todos los que creen en Él de verdad.
Esto no es todo lo que puede decirse acerca de
Él, porque si se dijera todo lo que pudiera decirse de
Él, supongo que el mundo mismo no podría contener
los libros que se escribirían. Pero, en breve, éste es el
Cristo que predicamos a los pecadores como su único
escape y escapatoria de la ira venidera. Con Él
descasa la más noble de las esperanzas y sueños de
los hombres. Todos los anhelos por la inmortalidad
que nacen y surgen en el seno humano serán
realizados y completados en Él. O de lo contrario, no
verán nunca su cumplimiento. No hay otra manera.
La salvación no viene “por aceptar la obra
terminada” o “decidirse por Cristo”, Viene por creer en
el Señor Jesucristo, el Señor completo, vivo,
victorioso, quien es Dios y hombre, peleó nuestra
batalla y la ganó, aceptó nuestra deuda como suya
propi y la pagó, llevó nuestros pecados y murió bajo
ellos y resucitó de nuevo para darnos la libertad. Éste
es el verdadero Cristo, y nada menos será suficiente.
Pero algo menos está entre nosotros, sin
embargo, y hacemos en identificarlo para poder
repudiarlo. Se trata de una ficción poética, un
producto de la imaginación romántica y la fantasía de
le religión llorosa y sentimental en exceso. Es un
~ 178 ~
Jesús tierno, soñador, tímido, dulce, casi afeminado,
y maravillosamente adaptado a cualquier sociedad
donde Él se encuentre. Las mujeres desgraciadas en
el amor lo arrullan con ternezas, las celebridades
temporales lo tienen por patrono, y los siquiatras lo
recomiendan como modelo de una personalidad bien
integrada. Lo usan como un fin para casi todos los
fines carnales, pero Él nunca es reconocido como
Señor. Estos casi cristianos siguen a un casi Cristo.
Quieren su ayuda, pero no su interferencia. Ellos son
capaces de adularlo, pero nunca obedecerle.
El argumento de los apóstoles es que el hombre
Jesús ha sido exaltado más arriba que los ángeles,
más alto que Moisés y Aarón, por encima de toda
criatura en la tierra o en el cielo. Y esta posición
exaltada Él la conquistó como un hombre. Como Dios
Él ya se encontraba infinitamente por encima de
todos los seres. No se necesitaba ningún argumento
para probar la trascendencia de la Deidad. Los
apóstoles no estaban declarando la preeminencia de
Dios, lo que hubiera sido superfluo, sino de un
hombre, lo que era necesario.
Esos primeros Cristianos creían que Jesús de
Nazaret, un hombre que ellos conocían, había sido
resucitado a una posición de Señorío sobre el
universo. El siempre era su amigo, todavía un de
ellos, pero les había dejado por un tiempo para
aparecer en la presencia de Dios a su favor. Y la
prueba de esto era la presencia del Espíritu Santo
entre ellos.
Una causa de nuestra debilidad moral hoy es
una Cristología inadecuada. Pensamos de Cristo
~ 179 ~
como Dios, pero fracasamos en concebir de Él como
uh hombre Glorificado. ¡Para recapturar el poder de
la iglesia Primitiva debemos creer lo que ellos
creyeron! ¡Y ellos creían que tenían a un hombre
aprobado por Dios representándoles en el Cielo!.

~ 180 ~
CAPÍTULO
33

Una educación autodidacta mejor


que ninguna

ESTO FUE PARA LOS CRISTIANOS que tal vez no


tuvieron una educación formal. ¡Que nadie se
desespere! ¡Una educación autodidacta es mejor que
ninguna! Puede conseguiré por el uso apropiado de
las facultades mentales.
Nuestras actividades intelectuales, en el orden de
su importancia pueden ser graduadas, o clasificadas
de la siguiente manera: primeo, meditación, o
pensamiento, o reflexión; segundo, observación;
tercero, lectura.
Quisiera poder añadir la conversación a esta
corta lista. En lo natural, podríamos suponer que el
intercambio verbal con amistades con quienes
congeniamos, debería ser una de las actividades
mentales más provechosas; y s posible que una vez lo
haya sido, pero ya no lo es. La conversación hoy es
casi siempre totalmente estéril. Ahora es posible
hablar horas enteras con hombres y mujeres
civilizados y no ganar nada en absoluto.
Si la conversación comienza en un nivel
relativamente alto, es seguro que dentro de pocos
minutos ha degenerado a los chismes baratos, las
conversaciones sobre el trabajo, las bromas, el humor
débil, los chistes añejos, los juegos de palabras y las
~ 181 ~
mofas. Así que omitiremos la conversación de nuestra
lista de actividades intelectuales útiles, por lo menos
hasta que haya ocurrido una reforma radical en el
arte del discurso social.
No consideraremos la oración aquí tampoco, pero
por otra razón mucho más feliz. La oración es la
actividad más alta y sublime que es posible para el
hombre, y es, por supuesto, por lo menos en parte
mental, pero, sin embargo, generalmente se la
clasifica como un ejercicio espiritual más bien que
intelectual; así que se omitirá.
Creo que el pensamiento puro hará más para
educar a un hombre que cualquiera otra actividad en
la cual pudiera ocuparse. Se trata de proveerle
entretenimiento de simpatía a las ideas abstractas,
permitir que una idea engendre a otra, y esa otra,
hasta que la mente llegue a bullir con ellas; comparar
una idea con otras, pesar, considerar, evaluar,
aprobar, rechazar, corregir, refinar; unir pensamiento
con pensamiento, como un arquitecto, hasta que un
edificio noble ha sido creado dentro de la mente;
viajar hacia atrás en la imaginación hasta el principio
de la creación y entonces saltar velozmente hacia
delante hasta el fin del tiempo; elevarse hacia arriba
por el espacio ilimitado y hacia abajo hasta el núcleo
del átomo; y todo esto sin siquiera movernos de
nuestra silla, o abrir los ojos –es elevarse sobre toda
la creación inferior y llegar cerca de los ángeles de
Dios.
De todas las criaturas de la tierra, solo el hombre
puede pensar en esta forma. Y aunque pensar es el
más poderoso de los actos que el hombre puede
~ 182 ~
realizar, tal vez por la misma razón que es el más
poderoso, es el único acto que menos le gusta y más
evita.
Aparte de unos pocos profesionales, que no
pueden enumerarse en más de la decima parte del
uno por ciento de la población, la gente, lisa y
llanamente, no piensa excepto en la forma más
elemental. Permiten que los profesionales piensen por
ellos.
Después del pensamiento, o la meditación, o la
reflexión viene la observación (en orden de su
importancia, no en orden del tiempo). La observación
es, por supuesto, sencillamente un método de obtener
información. Sin información, aun la mente más
poderosa no puede producir nada que valga la pena.
Los filósofos no se han podido poner de acuerdo si la
mente recibe todas sus ideas por medio de los cinco
sentidos, o sin llega al mundo con algunas ¡Ideas
innatas!, es decir, ideas ya presente. Pero no es
preciso que resolvamos este argumento para concluir
que la información es indispensable para el
pensamiento sano. El conocimiento es la materia
prima de la más fina de todas las maquina, la mente.
Con que crea su mundo asombroso.
El esfuerzo de pensar bien con una mente vacía,
por cierto que será malgastado en gran medida. No
hay nada como un buen hecho duro y concreto para
corregir nuestras teorías cuidadosamente
construidas. Dios nos ha dado nuestros cinco
sentidos, y éstos son instrumentos sensitivos en su
más alto grado para recoger y recopilar conocimiento.
Tan eficientes son estos instrumentos que es casi
~ 183 ~
imposible que una persona normal viva siquiera un
breve tiempo sin aprender algo. Por esta razón
podemos decir que un niño de cinco años está
apropiadamente educado en que, por su observación,
él ha recogido unos pocos hechos y los ha acomodado
en un modelo ordenado dentro de su mente. Un
doctor de filosofía no ha hecho nada diferente; él solo
ha ido un poco más lejos.
Aunque es imposible que vivamos siquiera un
corto tiempo sin aprender algo, lamentablemente, es
posible vivir largo tiempo y no aprender mucho. La
observación es una herramienta poderosa, pero su
utilidad depende de cuán bien la usemos. Una de las
tragedias de la vida es que los poderes de observación
se atrofian cuando no lo usamos. Precisamente
cuándo comienza esto en la persona corriente, no
tengo manera de saber, pero me atrevo a decir que es
alrededor de la edad de los veinticinco años. A esta
altura la mayoría de las personas ha formado sus
hábitos, ha aceptado las costumbres convencionales,
ha perdido su sentido de asombro y se ha conformado
a vivir por sus glándulas y sus apetitos. Para millones
no hay mucho que observar después de so sino el
tiempo atmosférico y los resultados del béisbol.
Por fin la lectura. El pensar sin una cantidad
apropiada de buena lectura es limitar nuestro
pensamiento a nuestro propio pedazo de terreno. La
cosecha no puede ser grande. Únicamente observar, y
menospreciar la lectura, es negarnos el inmenso valor
de las observaciones de otras personas; y por el hecho
que los mejores libros son escritos por observadores
entrenados, la perdida tiene que ser enorme. La
~ 184 ~
lectura extensiva sin la disciplina de la observación
práctica nos conducirá a la estudiosidad, a la
pedantería, a lo teórico, y a lo artificial. La lectura y
la observación sin gran cantidad de meditación
llenará la mente con madera aprendida o bagaje que
siempre será ajeno para nosotros.
¡El conocimiento para ser nuestro tiene que
digerirse por medio del pensamiento!

~ 185 ~
CAPÍTULO
34

Pensamientos sobre los libros y la


lectura
UNO DE LOS PROBLEMAS GRANDES EN
MUCHAS PARTES del mundo hoy es aprender a leer, y
en otras es encontrar algo que leer después que se ha
aprendido. En nuestro Occidente favorecido nos
vemos abrumados con material impreso, así que el
problema aquí es uno de selección. Es preciso qué
decidamos qué no leer.
Hace más de un siglo, Emerson señaló que si
fuera posible que un hombre comenzara a leer el día
que naciera y siguiera leyendo sin interrupción
durante setenta años, al final de ese lapso apenas
habría leído los libros que llenarían un pequeño nicho
o segmento de la Biblioteca Británica. La vida es tan
corta y los libros disponibles son tantos que ninguna
podría conocer más que una pequeña fracción del
uno por ciento de los libros publicados.
Apenas es necesario decir que la mayoría de
nosotros no somos suficientemente selectivos en
nuestra lectura. Me suelo preguntar cuántos metros
cuadrados de impresión de diario pasa delante de los
ojos del hombre civilizado corriente en el transcurso
de un año. Seguramente que sumaría varias
hectáreas; y temo que el lector corriente no siega una
cosecha muy abundante por hectárea. El mejor

~ 186 ~
consejo que he oído al respecto lo dio un ministro
metodista. Dijo: «Siempre lea su periódico de pie.»
Enrique David Thoreau también tenía un punto de
vista bajo la prensa diaria. Poco antes de abandonar
la ciudad para radicarse en su bien conocido y
celebrado hogar a orillas de Walden Pond, un amigo le
preguntó si quería que le entregaran el periódico en
su casita. «No», respondió Thoreau, «ya vi un diario».
En nuestra lectura seria es probable que seamos
demasiado influenciados por la noción que el valor
principal de un libro sea para informar, y si
estuviéramos hablando de libros de texto, por
supuesto que sería verdad, pero cuando hablamos o
escribimos de libros no tenemos en mente los libros
de texto.
El mejor libro no es uno que meramente informa,
sino uno que mueve al lector a informarse por su
cuenta. El mejor escritor es uno que va con nosotros
por el mundo de las ideas como un guía amable que
camina a nuestro lado por el bosque señalándonos
centenares de maravillas naturales que no habíamos
notado antes. Así que aprendemos de él para ver
nuestra cuenta y pronto ya no tenemos necesidad de
nuestra guía. Si él ha hecho bien su trabajo, nosotros
podemos seguí solos y perder poco al seguir nuestro
viaje.
El escritor que hace más por nosotros es quien
trae a nuestra atención pensamientos que residen
cerca de nuestras mentes esperando ser reconocidos
por nuestra cuenta. Dicha persona actúa como
matrona u obstetra para ayudar en el nacimiento de
las ideas que habían estado gestando por largo
~ 187 ~
tiempo dentro de nuestras almas, pero que sin su
ayuda tal vez no llegarían a nacer.
Hay pocas emociones tan satisfactorias como el
gozo que viene por el acto del reconocimiento cuando
vemos e identificamos nuestros pensamientos. Todos
hemos tenido maestros que trataron de educarnos
alimentándonos con ideas ajenas a nuestras mentes,
ideas por las cuales no sentíamos ningún parentesco
espiritual ni intelectual. Éstas tratamos de integrarlas
por el deber a nuestra filosofía espiritual, pero sin
éxito.
En un sentido muy real ninguno puede enseñar a
otro; sólo puede ayudarle a enseñarse a sí mismo. Los
hechos pueden transmitirse de una mente a otra
como se hace una copia de una grabadora maestra a
una cassette. La historia, la ciencia, aun la Teología,
pueden enseñarse en esta forma, pero resulta en un
tipo de aprendizaje altamente artificial y raras veces
tiene un buen efecto sobre la vida profunda del
alumno. Lo que el estudiante contribuye al proceso es
tan importante como cualquier cosa que pudiera
contribuir el profesor. Si nada contribuye el aprendiz,
los resultados son inútiles; en el mejor de los casos
habrá una creación artificial de otro maestro que ha
repetido su labor tediosa sobre otra persona, ad
infinitum o, sin fin.
La percepción de otras ideas más bien que
almacenarlas debiera ser la meta de toda educación.
La mente debería ser un ojo para ver más bien que un
receptáculo para almacenar hechos. El hombre que
ha sido enseñado por el Espíritu Santo será un
evidente más bien que un escolástico. La diferencia es
~ 188 ~
que el escolástico o estudiante ve y el vidente ve a
través de los hechos; y eso constituye una diferencia
por demás grande.
El intelecto humano, aun en su estado caído, es
una obra maravillosa de Dios, pero reside en la
oscuridad hasta que ha sido iluminado por el Espíritu
Santo. Nuestro Señor tiene poco bueno que decir
acerca de la mente no iluminada, pero Él se deleita en
la mente que ha sido renovada e iluminada por la
gracia. Él siempre hace glorioso el lugar donde se
posan Sus pies; casi no hay nada sobre la Tierra más
hermoso que una mente llena del Espíritu Santo, y no
hay nada más maravilloso que una mente alerta y
ansiosa que se ha tomado incandescente por la
presencia del Cristo que mora adentro.
Porque lo que leemos en un sentido muy real
entra al alma, es de vital importancia que leamos lo
mejor y nada más que lo mejor. No puedo menos que
sentir que los Cristianos estaban en mejor situación
antes que hubiera tanto que leer y de lo cual escoger.
Hoy tenemos que practicar una disciplina dura en
nuestros hábitos de lectura. Todos los Cristianos
deberían dominar la Biblia o, por lo menos, pasar
horas y días y años tratando de lograrlo. Y siempre
debería leerse la Biblia, como George Müller dijo,
<con meditación>.
¡Después de la Biblia, el libro más valioso para el
Cristiano es un buen himnario¡ ¡Cualquier Cristiano
joven que invirtiera un año meditando con oración
únicamente sobre los himnos de Isaac Watts y los
hermanos Wesley, además de los sermones de
Spurgeon, se convertirá en un teólogo fino¡ ¡Entonces
~ 189 ~
que lea una dieta equilibrada de los escritores
puritanos y de los místicos Cristianos¡ ¡El resultado
será más maravilloso de lo que podríamos soñar¡

~ 190 ~
CAPÍTULO
35

La mengua de la expectación
apocalíptica

APENAS UNA GENERACIÓN ATRÁS, o alrededor


del tiempo de la Primera Guerra Mundial, existía un
sentir entre los Cristianos Evangélicos que el fin de
los tiempos estaba cerca, y muchos con expectación y
anticipación esperaban sin aliento la emergencia de
un nuevo orden de las cosas.
Este nuevo orden iba a ser precedido por un
retorno silencioso de Cristo a la tierra, no para
permanecer, sino para resucitar a los muertos justos
a la inmortalidad y para glorificar a los santos vivos
en el abrir y cerrar de un ojo. A estos lo llevaría a las
bodas del cordero, mientras que la tierra se
desplomaba en un bautismo de fuego y sangre en la
Gran Tribulación. Esta sería relativamente corta,
terminando dramáticamente con la batalla de
Armagedón y el retorno triunfante de Cristo con Su
Esposa para reinar mil años.
Por esta razón, las esperanzas y sueños de los
Cristianos estaban dirigidos hacia un evento que
sería seguido por un nuevo orden en el cual ellos
tendrían una parte y rol de liderazgo. Para muchos
esta expectación era tan real que casi literalmente
determinaba su visión del mundo y su estilo de vida.
Un bien conocido y altamente respetado líder
~ 191 ~
Cristiano, cuando se le entrego una suma de dinero
para pagar la hipoteca del templo, rehusó usarla para
ese propósito. En vez de ello, la empleo para ayudar a
enviar misioneros a los paganos para apresurar el
retorno del Señor. Este podría ser un ejemplo
extremo, pero revela la aguda expectación
apocalíptica que prevalecía entre los Cristianos
alrededor de tiempo de la Primera Guerra Mundial e
inmediatamente después.
Antes de condenar esto como una extravagancia,
deberíamos retroceder un poco y tratar de ver el todo
en perspectiva. Es posible que seamos más sabios
ahora (aunque esto está abierto para el debate), pero
esos Cristianos tenían algo muy maravilloso de lo
cual nosotros hoy carecemos. Ellos tenían una
esperanza viva que no podía morir; nosotros no
tenemos ninguna. Sus actividades estaban
concentradas; las nuestras esparcidas, a veces
superponiéndose, y a veces en pugna entre sí,
derrotándose mutuamente. Ellos esperaban ganar,
sin lugar a dudas; nosotros no estamos ni siquiera
seguros de lo que significa <<ganar>>. Nuestra
esperanza Cristiana ha sido sometida a tanto examen,
análisis y revisión que nos da vergüenza admitir que
siquiera tenemos esperanza alguna. Y esos Cristianos
expectantes no estaban totalmente errados.
Únicamente estaban equivocados en cuanto al
tiempo. Ellos vieron el triunfo de Cristo como más
cercano de lo que estaba, y por esa razón su horario o
itinerario estaba equivocado; pero su esperanza
misma era valedera. Muchos de nosotros hemos
tenido la experiencia de juzgar mal la distancia de
~ 192 ~
una montaña hacia la cual viajamos. La enorme mole
que se imponía contra el cielo parecía muy cerca, y
era difícil persuadirnos que no estaba retrocediendo
cuando nosotros nos aproximábamos. Así también la
Ciudad de Dios parece tan grande a las mentes de los
peregrinos cansados con el mundo que suelen ser las
víctimas de una ilusión óptica, y es posible que se
sientan un tanto tristes y desilusionados cuando la
gloria parece moverse y alejarse a medida que se
aproximan.
Pero la montaña está allí; el viajero solo tiene que
seguir su camino para alcanzarla. Y la esperanza del
Cristiano está allí también; su juicio no es siempre
demasiado exacto, pero no está equivocado en cuanto
al panorama de la vista a largo plazo; vera la gloria en
tiempo que Dios disponga.
Nosotros, los evangélicos, nos hemos vuelto
sofisticados, hastiados. Hemos perdido lo que alguien
ha llamado el <<componente milenial>> de nuestra fe
Cristiana. Para escaparnos de lo que creemos es como
una camisa, una costra, o una piel de la cual
deshacernos como una esperanza equivocada, hemos
tomado por el desvío muy lejos en el desierto,
completamente sin esperanza.
Los Cristianos ahora parlotean y charlan con
erudición sobre cosas que los sencillos creyentes
siempre han dado por sabidas. Están a la defensiva,
tratando de probar cosas que una generación anterior
nunca dudo. Hemos permitido que los incrédulos nos
acorralen en un rincón y les hemos dado la ventaja de
permitirles escoger el tiempo y lugar del encuentro.
Nos duele el ataque del incrédulo casi Cristiano, y la
~ 193 ~
defensa nerviosa, consiente de nosotros mismos que
presentamos lo llamamos <<el dialogo religioso>>.
Desde el ataque desdeñoso del crítico religioso,
los Cristianos verdaderos que deberían saber mejor
ahora están tratando de <<representar>> su fe. Casi
nada se les había escapado a los analistas. Con un
microscopio Freudiano, ellos lo examinan todo; las
misiones ultra mar, el libro de Génesis, la inspiración
de las Escrituras, la moral, todos los métodos
probados y comprobados, la poligamia, el licor, el
sexo, la oración –todos han salido a la luz para la
inquisición por aquellos que se involucran en el
dialogo contemporáneo-. La adoración le ha dado
lugar a la celebración en el lugar santo, si es que
todavía queda algún lugar santo en esta generación
de Cristianos confundidos.
Las causas de la declinación de la expectación
apocalíptica son muchas, no siendo la menor de ellas
la sociedad afluente o rica en la cual vivimos. Si el
hombre rico con dificultad entra en el reino de Dios,
entonces sería lógico concluir que una sociedad que
tiene el más alto porcentaje de personas pudientes y
acomodas tuviera el más bajo porcentaje de
Cristianos, si todos los otros factores se tomaran en
cuenta. Si el <<engaño de las riquezas>> ahoga la
palabra y la hace infructuosa, entonces este sería el
día de la prédica casi infructuosa, por lo menos en el
opulento occidente. Y si las fiestas y la borrachera y
los ciudadanos del mundo tienden a despreocupar al
cristiano para la venida de Cristo, entonces esta
generación de Cristianos seria la menos preparada
para este evento. En el continente Norteamericano, el
~ 194 ~
Cristianismo se ha convertido en la religión de las
prosperas clases media y alta casi en su exclusividad;
los muy ricos y los muy pobres raras veces llegan a
ser Cristianos en la práctica. El cuadro conmovedor
del santo mal vestido y con hambre, con la biblia bajo
el brazo y con la luz de Dios brillando en su rostro,
transitando penosamente hacia la iglesia, es
mayormente imaginario. Uno de los mayores
problemas hasta del más ardiente Cristiano es estos
días se encuentra en encontrar un lugar de
estacionamiento para su brillante carruaje que lo
transporta sin esfuerzo a la casa de Dios donde el
espera preparar su alma para el mundo venidero.
En los Estados Unidos y Canadá la clase media
posee más bienes terrenales y vive con mayor lujo que
los emperadores y marajás hace un siglo atrás. Y
como el grueso de los Cristianos viene de esta clase,
no es difícil ver como la esperanza apocalíptica casi se
ha desvanecido de entre nosotros.
Es difícil enfocar la atención sobre un mundo
mejor en el porvenir cuando cuesta imaginarse uno
más cómodo que el nuestro. Lo mejor que podemos
hacer es esperar el cielo después de que hayamos
gozado y disfrutado toda una vida en los lujos de una
tierra fabulosamente generosa. Siempre que la ciencia
nos pueda hacer tan cómodos en este mundo
presente, es difícil despertar mucho placer de
anticipación de un nuevo orden mundial de cosas.
Pero la afluencia es solo una causa de la
declinación de la esperanza apocalíptica. Hay otras y
más importantes.

~ 195 ~
Todo el problema es grande, uno teológico, uno
moral. Y una vista o visión inadecuada de Cristo
podría ser el problema o dificultad principal. Cristo
ha sido explicado, humanizado, destronado. Muchos
que profesan ser Cristianos ya no esperan que El
traiga un nuevo orden; no están del todo seguros que
Él sea capaz de hacerlo; o si Él lo hace, será con la
ayuda del arte, de la educación, de la ciencia y de la
tecnología; es decir, con la ayuda del hombre. Esta
expectación revisada o esperanza resulta en
desilusión para muchos. Y, por supuesto, que nadie
puede estar radiante y feliz por un Rey de reyes a
quien se le ha usurpado su corana, o un Señor de
señores que ha perdido Su soberanía.
Otra causa de la declinación de la expectación es
la tardanza de la esperanza que, según Proverbios
13:12: <<la esperanza que se demora es tormento del
corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido.>> el
hombre moderno civilizado es impaciente; toma el
punto de vista corto de las cosas. Se encuentra
rodeado de artefactos e implementos que hacen todo
rápido, le gusta su café instantáneo, usa camisas que
se secan mientras estilan y saca fotografías Polaroid
de sus hijos en un minuto. Su esposa sale a comprar
su ropa de primavera antes que caigan las hojas del
otoño. Su nuevo automóvil, si lo compra después del
primero de junio ya es modelo antiguo cuando lo trae
a casa. Anda siempre apurado, y no tolera esperar
nada.
Esa manera sin aliento de vivir, como es natural,
le hace mentalmente impaciente por cualquier
demora, y cuando este hombre entra al Reino de Dios
~ 196 ~
trae consigo su psicología de corto alcance.
Encuentra que la profecía es demasiado lenta para él.
Sus primeras expectaciones radiantes pronto pierden
su lustre y brillo. Es probable que pregunte: <<Señor,
¿restauraras el Reino a Israel en este tiempo?>> y
cuando no recibe una respuesta inmediata, concluye:
<<Mi señor tarda su venida.>> la fe de Cristo no
ofrece botones que presionar para servicio rápido. El
nuevo orden tiene que esperar el tiempo del Señor, y
eso es demasiado para el hombre apurado.
Sencillamente, se desalienta y se da por vencido, y se
interesa en otra cosa.
Otra causa es la confusión escatológica. La
esperanza revitalizadora de la emergencia de un
nuevo mundo en el cual mora la justicia se convirtió
en una víctima temprana en la guerra de las
interpretaciones proféticas en conflicto. Los maestros
de la profecía, que sabían más que los profetas que
reclamaban enseñar, debatían sin fin los puntos
finos de las escrituras mientras que un público
Cristiano desalentado y desilusionado sacudía la
cabeza y se hacía preguntas. Un líder de un cierto
grupo evangélico me dijo que su denominación
recientemente se había <<partido a la mitad>> por
cierto pequeño punto de la enseñanza profética, uno
del cual hace cien años los hijos de Dios nunca
habían oído.
Ciertos puntos de vista populares de la profecía
se han desacreditado por los eventos dentro de la vida
de algunos de nosotros; no se puede culpar a una
nueva generación si sus expectaciones mesiánicas

~ 197 ~
son confusas. Cuando los maestros están divididos,
¿Qué pueden hacer los pupilos?
Debería notarse que existe una vasta diferencia
entre la doctrina de la venida de Cristo y la esperanza
de Su venida. Podemos sostener el primero sin sentir
ni traza de la segunda. Por cierto que hay multitudes
de Cristianos hoy que sostienen la doctrina de la
segunda venida. De lo que yo he escrito aquí es ese
sentido sobrecogedor de anticipación que se levanta a
la vida a un nuevo plano y llena el corazón de
optimismo del Rapto. Esto es lo que nos falta hoy.
Francamente, no sé si es posible recapturar el
espíritu de anticipación que animaba a la iglesia
primitiva e impartía el gozo a los corazones de los
Cristianos Evangélicos hace solo pocas décadas. Por
cierto que las reprensiones no lo hará volver, ni los
argumentos sobre la profecía, ni el condenar a los que
no están de acuerdo con nosotros. Podemos hacer
todos o ningunas de estas cosas sin despertar el
espíritu deseado de la gozosa expectación. Esa
esperanza unificadora, sanadora, purificadora es para
los que son como niños, los inocentes de corazón, los
no sofisticados.
¡Es posible que nada menos que una catástrofe
mundial destruya todo confianza falsa y torne
nuestros ojos una vez más hacia el Hombre Cristo
Jesús y traiga de nuevo la esperanza gloriosa de una
generación que la ha perdido¡

~ 198 ~
CAPÍTULO
36

Las decisiones revelan, y hacen, el


carácter

En pocas palabras, Lucas encierra un mundo de


verdad universal: “Y puestos en libertad, vinieron a
los suyos y contaron todo lo que los principales
sacerdotes y los ancianos les habían dicho” (Hechos
4:23).
Todo ser humano normal tiene “los suyos”, y
aunque sea una compañía pequeña, donde se siente
en casa y a los cuales regresa cuando se siente
cansado de estar solo.
Lo importante acerca de un individuo no es
donde va cuando está obligado a ir, sino dónde va
cuando está libre para ir a donde quiera.
Los apóstoles fueron a la cárcel, y eso no revela
mucho, porque fueron allí en contra de su voluntad;
pero cuando salieron de la cárcel y podían ir donde
quisieran, se dirigieron de inmediato a la compañía de
oración. De esto aprendemos mucho acercada de
ellos. Las cosas que se escogen en la vida, no las que
nos obligan, revelan el carácter.
Un hombre está ausente de la iglesia el domingo
por la mañana. ¿Dónde está? Si está en un hospital
por una cirugía de apéndice, su ausencia no nos dice
nada acerca de él excepto que está enfermo; pero si
está en el club de golf, eso nos dice bastante. Ir al
~ 199 ~
hospital es obligación; ir al club de golf, voluntario. El
hombre está libre para escoger, y escoge jugar en vez
de orar. Su decisión de escoger revela qué clase de
hombre es. Las decisiones de lo que se escoge
siempre lo revelan.
La diferencia entre una sociedad esclava y una
libre reside en el número de actos libres posibles en
cada una comparada con actos compulsivos u
obligatorios. Ninguna sociedad es totalmente esclava,
como ninguna es totalmente libre, pero en una
sociedad libre, las decisiones y cosas que se escogen
de manera voluntaria están al máximo y los actos de
compulsión son relativamente pocos. En la sociedad
esclava las proporciones son exactamente al revés.
El verdadero carácter de un pueblo se revela en
los usos que hace de sus libertades. Los pueblos
esclavos hacen lo que se les dice, porque no están
libres para hacer lo que quieren.
Es la nación libre que revela su carácter por sus
decisiones voluntarias. El hombre que “agachado por
el peso de los siglos… se apoya sobre su azadón y
mira al suelo”, cuando el largo día de trabajo llega a
su fin está de ir a su hogar para cenar y acostarse; le
queda poco tiempo para alguna otra cosa. Pero en
esas sociedades afortunadas donde la maquinaria
moderna y los sindicatos de trabajadores les han
provisto a los hombres de muchas horas libres cada
día y por lo menos dos días libres por semana, tiene
tiempo para hacer casi cualquier cosa que quieran.
Están libres para destruirse por sus decisiones, y
muchos están haciendo precisamente eso.

~ 200 ~
Siempre existe el riesgo que una nación libre
ponga en peligro su libertad por una serie de
pequeñas decisiones destructivas de esa libertad. La
libertad que los padres ganaron por su sangre, los
hijos suelen apostar por una vida pródiga y los
placeres debilitantes. Cualquier nación que por un
periodo de tiempo extenso pone los placeres antes que
la libertad está en peligro de perder la libertad que ha
usado mal.
En el campo o ámbito de la religión, las
decisiones de lo que se escoge son de importancia
vital y crítica. Si nosotros, los Cristianos Evangélicos,
hemos de retener nuestra libertad, no podemos
atrevernos a abusar de ella, y siempre es un abuso de
la libertad cuando escogemos el camino fácil más bien
que el camino más difícil pero mejor. Es ominosa y
peligrosa la indiferencia casual con que millones de
Protestantes miran su libertad religiosa con que Dios
les ha bendecido. Por la libertad que tiene los fines de
semana van a los lagos y montañas y playas para
jugar, pescar y asolearse. Van donde está su corazón
y regresan a la compañía de los que oran cuando el
mal tiempo los hace entrar. Si permitimos que esto
continúe por demasiado tiempo, el Protestantismo
Evangélico estará listo para que Roma se apodere del
control.
El Evangelio Cristiano es un mensaje de libertad
por medio de la gracia y debemos pararnos firmes
sobre la libertad con que Cristo nos hizo libres. Pero,
¿qué hemos de hacer con nuestra libertad? El Apóstol
Pablo se condolió que algunos de los creyentes de su
día se estaban aprovechando o abusando de su
~ 201 ~
libertad y estaban dando rienda suelta a la carne en
el nombre de la libertad Cristiana. Se deshicieron de
la disciplina, despreciaron la obediencia, e hicieron
dioses a sus propios vientres. No es difícil decidir a
qué compañía pertenecían éstos. Lo revelaban por la
compañía que guardaban.
Nuestras decisiones de lo que escogemos revelan
qué clase de personas somos, pero hay el otro lado de
la moneda. Por medio de nuestras selecciones
también determinamos qué clase de personas
llegaremos a ser. Nosotros, los seres humanos, no
sólo estamos en un estado de ser, sino que estamos
en un estado de llegar a ser; estamos en una lenta
espiral moviéndonos gradualmente hacia arriba o,
hacia abajo. Aquí no nos movemos solos, sino en
compañías, y somos atraídos a estas compañías por
la atracción de la similitud.
Creo que sería bueno que examinásemos nuestra
condición espiritual ocasionalmente por la prueba
sencilla de la compatibilidad. Cuando estamos libres
para ir donde queramos, ¿dónde vamos? ¿En qué
compañía nos sentimos más en casa, o a gusto?
¿Dónde se tornan nuestros pensamientos cuando
están libres para ir donde quieran? Cuando la presión
del trabajo, o de los negocios, o del colegio se levanta
temporalmente y podemos pensar de lo que
quisiéramos en vez que lo que tenemos que pensar,
¿de qué pensamos entonces?
¡La respuesta a estas preguntas nos puede decir
más acerca de nosotros mismos que lo que
quisiéramos aceptar cómodamente! ¡Pero es mejor

~ 202 ~
que confrontemos las cosas y la situación! ¡En el
mejor de los casos, nos queda poco tiempo!

~ 203 ~
CAPÍTULO
37

La importancia de la sana doctrina

Sería imposible concederle demasiado énfasis a la


importancia de la sana doctrina en la vida de un
Cristiano.
El pensamiento correcto acerca de los temas y
asuntos espirituales es imperativo si hemos de vivir
una recta. Así como los hombres no cogen uvas de los
espinos, ni higos de los cardos, tampoco el carácter
sano y bueno puede nacer y crecer de una enseñanza
malsana.
La palabra doctrina sencillamente significa
creencias religiosas que se sostienen y enseñan. Es el
deber sagrado de todos los Cristianos. Primero como
creyentes y entonces como maestros de creencias
religiosas, estar seguros que estas creencias
correspondan exactamente a la verdad. Una
concordancia o acuerdo exacto entre la creencia y los
hechos constituyen la sana doctrina. No podemos
darnos el lujo de permitir menos.
Los apóstoles no solo enseñan la verdad, sino
que contienden por su pureza contra cualquiera que
quisiera corromperla. Las Epístolas Paulinas resisten
todos los esfuerzos de los falsos maestros de
introducir caprichos extravagancias, humoradas o
antojos doctrinales. Las epístolas de Juan contienen
agudas condenas con los maestros que acosaban,
~ 204 ~
hostilizaban y desolaban a la joven iglesia negando la
Encarnación y poniendo en tela de juicio la doctrina
de la Trinidad; y Judas, en su breve pero poderosa
epístola, se eleva a la altura de fervorosa elocuencia al
amontonar desprecio y escarnio sobre los maestros
que se atrevieran a descarriar a los santos.
Cada generación de Cristianos tiene que velar por
sus creencias. Aunque la verdad misma no cambia,
las mentes de los hombres son vasos porosos de los
cuales se puede escurrir la verdad que contienden. El
corazón humano es hereje por naturaleza y corre al
error con la misma naturalidad que el jardín a las
malezas. Lo único que un individuo, una iglesia o una
denominación tiene que hacer para garantizar el
deterioro de su doctrina es darlo todo por supuesto, o
por sentando, y no hacer nada.
El jardín desatendido pronto se vuelve en pastizal
de malezas; el corazón que fracasa en el cultivo de la
verdad y no desarraiga todo error, pronto se verá en
un desierto teológico; la iglesia o denominación que se
vuelve descuidada en el camino de la verdad, sin ir
muy lejos se encontrara descarriada, sumida en
algún pantano del cual no tiene salida ni escape.
En todos los campos del pensamiento y actividad
humanos, la precisión y exactitud se consideran una
virtud. El errar, aunque sea en pequeña escala, es
invitar perdidas serias, si no fatales, Es únicamente
en el campo del pensamiento religioso que la fidelidad
a la verdad no se considera como una falta. Cuando
los hombres tratan las cosas terrenales y temporales,
ellos demandan la verdad; cuando llegan a la
consideración de las cosas celestiales y eternas, se
~ 205 ~
escabullen y vacilan como si fuera imposible
descubrir la verdad, o como si no importara de todas
maneras.
Montaige dijo que un mentiroso es uno que es
valiente para con Dios y un cobarde con los hombres;
porque un mentiroso se enfrenta con Dios y rehúye a
los hombres. ¿No es esto una prueba de la
incredulidad? El científico, el físico, el navegante trata
con asuntos que él sabe son reales, y porque estas
cosas son reales, el mundo demanda que tanto el
maestro como el que practica sea experto en el
conocimiento de ellas. Lo único que este inseguro de
sus creencias, que sea ambiguo en sus declaraciones
y comentarios y tolerante de toda opinión religiosa
expresada por cualquiera. Incluso el hombre menos
calificado y capacitado para sostener y emitir una
opinión
Las ambigüedades de doctrina siempre han sido
característica de los liberales. Cuando se rechazan las
Sagradas Escrituras como la autoridad final sobre la
creencia religiosa, es preciso encontrar algo para
reemplazarlo y tomar su lugar. A través de la historia,
ha sido algo de la razón o, de los sentimientos: si
predominaba el sentimiento, era el humanismo, en
algunos casos era el resultado una mezcla de los dos.
Como se echa de ver en las iglesias liberales de la
actualidad. Estas no quieren abandonar y deshacerse
totalmente de la Biblia, ni tampoco la quieren creer, el
resultado es un cuerpo informe y no preciso de
creencias, más como una montaña, a donde cualquier
cosa podría ser verdad pero no se puede confiar en
nada como verdad segura.
~ 206 ~
Nos hemos acostumbrado a las brumas grises de
niebla que se hacen pasar por doctrina en las iglesias
modernistas y no esperamos nada mejor, pero es
causa para una alarma real que esa niebla haya
comenzado últimamente a introducirse en muchas
iglesias evangélicas. Desde lo que previamente era
algunas fuentes impecables e inexpugnables están
surgiendo algunas declaraciones vagas que consisten
en una mezcla lechosa de las Escrituras, la ciencia y
el sentimiento humano, que no es leal y que no es
verdad para ninguno de sus ingredientes porque cada
trabaja para cancelar y neutralizar los otros.
Ciertos hermanos evangélicos parecen estar
trabajando bajo la impresión de que ellos eran
pensadores avanzados de vanguardia, porque están
repensando la evolución y reevaluando las diversas
doctrinas de la Biblia, o de la inspiración divina
misma; pero están tan lejos de ser pensadores
avanzados de vanguardia que son meros seguidores
tímidos del modernismo –cincuenta años atrás del
desfile o parada.
Poco a poco los Cristianos Evangélicos de estos
días están recibiendo un lavado de cerebros. Una
evidencia de esto es que números crecientes de entre
ellos se están avergonzando de encontrarse de forma
inequívoca de parte de la verdad. Dicen que creen,
pero sus creencias han sido diluidas que es imposible
definirlas claramente con precisión.
¡El poder moral siempre ha acompañado a las
creencias definidas! ¡Los grandes santos siempre han
sido dogmáticos! ¡Ahora mismo necesitamos un
retorno al dulce dogmatismo que se sonríe mientras
~ 207 ~
que se yergue con porfía y firmeza sobre la Palabra de
Dios que vive y permanece para siempre!

~ 208 ~
CAPÍTULO
38

Algunas cosas no son negociables

WILL ROGERS cierta vez opinó que una manera


segura de evitar la guerra sería abolir las
conferencias de paz.
Por supuesto que Will, como de costumbre,
estaba introduciendo el humor; sólo quería burlarse
del hábito débil de substituir la conversación por la
acción. Sin embargo, existe un buen poco de verdad
incómoda en su comentario.
Esta, sobre todas las otras, es la edad del mucho
hablar. Casi no pasa un día en que no aparezcan en
los periódicos algunos de los siguientes titulares, u
otros semejantes: “Conversaciones por comenzar”, o
“Continúan las Conversaciones”. O “Se reanudan las
Conversaciones”. La noción detrás de este parloteo
oficial interminable es que todas las diferencias entre
los hombres resultan de su fracaso de comprenderse
mutuamente entre sí; si cada uno puede descubrir
exactamente lo que el otro piensa, encuentran para
su deleite que realmente están de acuerdo después de
todo. Entonces lo único que les resta hacer es
sonreir, darse un apretón de manos, volver a casa y
vivir felices para siempre.
Al fondo de todo esto está la filosofía
aglutinadora de un mundo todos-los-hombres-son-
hermanos que se ha apoderado de tantas mentes de
~ 209 ~
muchos de nuestros educadores y políticos. (Los del
campo de los comunistas de cabeza dura saben de
verdad mejor que eso; es por eso que ellos están
haciendo avances tan alarmantes a través de todo el
mundo, mientras que los devotos de todos-los-
hombres-son-hermanos corren de acá para allá en
confusión. Tratando de sonreír aunque les mate el
hacerlo).
La tolerancia, la caridad, la comprensión, la
buena voluntad, la paciencia y muchas otras palabras
e ideas las sacan de la Biblia, mal comprendidas y
aplicadas indiscriminadamente a todas las
situaciones. El secuestrador no robará vuestro hijo
si tratáis de comprenderlo; el ladrón que encontráis
en la casa con una pistola realmente no es malo; él
sólo tiene hambre de compañerismo y quiere estar
con otros; al gánsgster, o bandido, que lleva a su
víctima en un viaje sin retorno se le puede disuadir
del asesinato si alguien tiene fe en su bondad básica
innata y conversa con él. Y se supone que ésta es la
enseñanza de Jesús, lo que evidentemente no lo es.
Lo grande ahora es “mantenerse en contacto”.
No permitáis nunca que muera el diálogo, ni jamás
aceptéis una decisión como final; todo es negociable.
Donde haya vida hay conversación, y donde haya
conversación hay esperanza. “Mientras estén
hablando y en conversaciones no se están dando
balazos”, dice el abogado de la larga palabrería y al
decirlo se olvida del ataque japonés sobre la flota
estadounidense en Pearl Harbor.
Este anhelo de la conferencia se ha introducido
en la Iglesia también, lo que no es de extrañar,
~ 210 ~
porque casi todo lo que la Iglesia hace en estos
tiempos es lo que le ha sugerido al mundo. He
observado con triste diversión cómo muchos
sacristanes del púlpito, en su esfuerzo de ser
profetas, se yerguen alto y derecho y están hablando
claramente a favor de las ideas que han sido
alimentadas a sus mentes por los siquiatras, los
sicólogos, los novelistas, los científicos y los
educadores seculares. La habilidad de evaluar
correctamente la dirección en que se está moviendo
la opinión pública es un don que no puede
despreciarse; por medio de esto, nosotros los
predicadores podemos hablar en alta voz y siempre
seguir sin problemas.
Los nuevos Cristianos han a adoptados un
nuevo Decálogo para nuestros días, cuya primera
palabra se lee: “No estaréis en desacuerdo”; y una
nueva serie de Bienaventurados también, que
comienza, “Bienaventurados los que toleran todo,
porque a ellos no se les pedirá cuenta por nada”.
Ahora se acepta hablar y conversar sobre diferencias
religiosas en público con el entendimiento que nadie
tratará de convertir a otro de sus errores en sus
creencias. El propósito de estas conversaciones no
es confrontar la verdad, sino descubrir cómo los
seguidores de otras religiones piensan y así
beneficiarse por sus posturas o puntos de vistas,
como esperamos que ellos también se beneficien con
los nuestros.
Es una verdad trillada que la gente está de
acuerdo en estar de acuerdo únicamente en asuntos
que consideran no importantes. Ningún hombre es
~ 211 ~
tolerante cuando se refiere a su propia vida, o la de
su hijo, y nadie estará de acuerdo de negociar sobre
cualquier asunto religioso que considere vital a su
bienestar eterno. Imagínese a Moisés poniéndose de
acuerdo en una mesa redonda, o un panel, con Israel
acerca del becerro de oro; o a Elías involucrado en un
gentil diálogo con los profetas de Baal. O imagínese
a nuestro Señor Jesucristo buscando un encuentro
de las mentes con los fariseos para ajustar las
diferencias; o a Atanasio tratando de sobreponerse a
sus diferencias con Ario para poder lograr la unión
sobre un nivel más alto; o a Martín Lutero
arrastrándose a la presencia del papa en el nombre
de una comunión Cristiana más amplia.
El deseo de ser amado y apreciado, aunque no
sea respetado, es una gran debilidad en el carácter de
un hombre y en un ministro de Jesucristo es una
debilidad totalmente inexcusable. La imagen popular
del hombre de Dios como una mascota religiosa
sonriente, genial, asexual, cuyo apretón de manos
siempre es suave y cuya cabeza siempre está
asintiendo un perpetuo Si de consentimiento
universal, no es la imagen que encontramos en las
Escrituras de verdad,
La bendición de Dios se promete a los
pacificadores, ero al negociador religioso debería
cuidar sus pasos. La habilidad de resolver peleas
entre los miembros de la familia de Dios en un don
celestial y uno que deberíamos cultivar de manera
asidua. El alma con discernimiento que puede
reconciliar a amigos separados por la oración y

~ 212 ~
apelar a las Sagradas Escrituras vale su peso en
diamantes.
Esa es una cosa, pero el esfuerzo de conseguir la
unidad a expensas de la verdad y la justicia es otra.
¡El tratar de ser amigos con aquellos que no sean los
amigos de Cristo es ser un traidor de nuestro
Señor!¡La oscuridad y la luz no pueden unirse por la
conversación! ¡Algunas cosas no son negociables!

~ 213 ~
CAPÍTULO
39

El santo debe andar solo

La mayoría de las grandes almas del mundo


fueron solitarias. La soledad parece ser el precio que
los santos tienen que pagar por la santidad o
santificación.
En la mañana de la Tierra (o deberíamos decir,
en esa extraña oscuridad que llegó pronto después de
la aurora de la creación del hombre) esa alma
piadosa, Enoc, caminó con Dios y dejo de ser, porque
Dios le llevó; y aunque no se declara en tantas
palabras, podemos decir que Enoc caminó un sendero
bastante aparte de sus contemporáneos.
Otro hombre solitario fue Noé quien, de todos los
antediluvianos, encontró gracia delante de Dios; y
todas las evidencias señalan hacia la soledad de su
vida aunque estaba rodeado de su gente.
Otra vez, Abraham tenía a Sara y a Lot, como
también muchos sirvientes y criados, pero ¿Quién
pudiera leer su historia y el comentario apostólico
acerca de él sin percibir que instantáneamente era un
hombre “cuya alma era como una estrella y moraba
aparte”? Hasta donde sepamos Dios no le habló ni
una sola palabra en la compañía de otros hombres.
Postrado sobre su rostro tuvo comunión con Dios, y
la dignidad innata del hombre impidió que él
asumiera esta postura en presencia de otros. ¡Cuán
~ 214 ~
dulce y solemne fue la escena esa noche del sacrificio
cuando él vio las lámparas de fuego que se movían
entre las piezas o partes de su ofrenda! Allí, solo, con
un horror a la gran oscuridad que se cernía sobre él,
oyó la voz de Dios y supo que él era un hombre
destacado para el favor divino.
Moisés también fue un hombre separado.
Mientras todavía formaba parte de la corte del
Faraón, hizo largas caminatas, y durante una de
estas caminatas, lejos de las multitudes vio a un
egipcio y a un hebreo luchando y vino en rescate de
su conciudadano. Después de su rompimiento
resultante con Egipto, moro en una reclusión casi
exclusiva en el desierto. Allí mientras cuidaba sus
ovejas, solo, la maravilla de la zarza ardiente se le
apareció, y más a delante sobre la cumbre del Sinaí,
se postró, solo, para contemplar en reverencia
fascinada la Presencia de Dios, parcialmente
escondido, parcialmente a la vista, dentro de la nube
y el fuego.
Los profetas de tiempos pre-Cristianos diferían
vastamente uno de otro, pero una característica o
marca que tenían en común era la soledad obligaban.
Amaban a su gente y se gloriaban en la religión de los
padres, pero su lealtad al Dios de Abraham, Isaac y
Jacob, y su celo por el bienestar de la nación de Israel
les llevó lejos de la multitud y a largos periodos de
pesada soledad. “Extraño he sido para mis hermanos,
y desconocido para los hijos de mi madre”, exclamó
uno en representación de los demás en el Salmo 69;
8.

~ 215 ~
Lo que más revela es la visión de Aquel de quien
hablaron Moisés y todos los profetas en Su solitaria
caminata hacia la Cruz, Su profunda soledad que no
conoció alivio por la presencia de las multitudes.

Es noche, y en el Olivar.
La estrella de su luz escondió.
Es noche y en el huerto allá
Orando está el Salvador.
Esa noche, solo Él quedó,
Luchando con el cruel temor.
Aun el discípulo que amó
No escucha el llanto del Señor.

-GUILLEROMO B. TAPPAN

Jesús murió solo en la oscuridad, escondido de


la vista del hombre mortal, y nadie Le vio cuando Él
resucito triunfante y Salió caminando de la tumba,
aunque muchos Le vieron después y dieron
testimonio de lo que vieron. Hay algunas cosas
demasiadas sagradas para que lo vean otros ojos que
los de Dios. La curiosidad, el clamor, el esfuerzo bien
intencionado pero desatinado o disparatado para
ayudar, sólo pueden impedir la espera del alma y
hacer poco probable, sino imposible, la comunicación
del mensaje secreto de Dios al corazón que adora.
A veces reaccionamos con una especie de reflejo
religioso y repetimos como deber las palabras y frases
apropiadas que fracasan en expresar nuestros
sentimientos reales y carecen de la autenticidad de la
experiencia personal. Ahora mismo es ese momento.
~ 216 ~
Una cierta lealtad convencional tal vez lleva a algunos
que escuchan esta verdad poco familiar expresada
por primera vez a decir con alegría; “Oh, yo no me
siento nunca solo. Cristo dijo; “No te dejaré, ni te
desamparare” (Hebreos 13:5), y “He aquí que Yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(Mateo 28; 20). ¿Cómo puedo estar solitario cuando
Jesús está conmigo?”
No quiero reflexionar sobre la sinceridad de
cualquier alma Cristiana, pero este testimonio común
es demasiado conciso para ser real. Es obviamente lo
que piensa el orador que debería ser, más bien que lo
que ha comprobado que es la verdad por la prueba de
la experiencia. Esta alegre negación de la soledad
prueba sólo que el que lo que dice no ha caminado
jamás con Dios sin el apoyo y el aliento que le
proporciona la sociedad. El sentido de compañerismo
que él erradamente le atribuye a la presencia de
Cristo puede, y probablemente surge de la presencia
de gente amable. Siempre recordad que no podéis
cargar una cruz con una compañía o en medio de
una. Aunque un individuo estuviera rodeado por una
vasta multitud, su cruz es solamente suya y le marca
y le caracteriza como un hombre aparte y separado.
La sociedad se ha vuelto en su contra; de otra forma
no tendría cruz. Nadie es amigo del hombre con una
cruz. “Entonces todos los discípulos, dejándole,
huyeron” (Mateo 26:56).
El dolor de la soledad surge por la constitución
de nuestra naturaleza. Dios nos hizo los unos para
los otros, para gozarnos mutuamente. El deseo de
tener compañerismo humano es completamente
~ 217 ~
natural y bueno. La soledad del Cristiano resulta de
su caminar con Dios en un mundo impío, un camino
que a menudo le separa del compañerismo de buenos
Cristianos, como también del mundo no regenerado.
Sus instintos dotados por Dios lloran y claman
compañerismo con otros de su género, otros que
pudieran comprender sus anhelos, sus aspiraciones,
su absorción en el amor de Cristo; y porque dentro de
su círculo de amistades hay tan pocos que comparten
su experiencia interna, se ve obligado a caminar solo.
Los anhelos no satisfechos de los profetas por la
comprensión humana fue la causa de su queja, y aun
nuestro Señor Mismo sufrió de la misma manera.
El hombre que ha pasado a la Presencia Divina
en una experiencia interna real no encontrará a
muchos que le comprendan. Una cierta cantidad de
compañerismo y comunión social, por supuesto, será
suyo mientras tiene contacto con las personas
religiosas en las actividades comunes de la Iglesia,
pero será difícil encontrar la verdadera comunión
espiritual. Pero él no debería esperar que las cosas
fueran diferentes. Después de todo, él es un extraño y
peregrino, y el viaje que él hace no es sobre sus pies,
sino en su corazón. Camina con Dios en el jardín de
su propia alma-y ¿quién sino Dios puede caminar allí
con Él? Es de otro espíritu del de las multitudes que
caminan en los atrios de la Casa del Señor. Ha visto
aquello de lo cual ellos sólo han oído, y él camina
entre ellos tal como Zacarías caminaba después de su
retorno del altar, cuando las personas
“comprendieron que había visto visión en el
santuario” (Lucas 1:22).
~ 218 ~
El hombre verdaderamente espiritual en realidad
es una rareza. No vive para sí mismo, sino para
promocionar los intereses de Otro. Trata de persuadir
a otras personas a darle todo a su Señor y no pide
ninguna porción, ni parte, ni nada para sí mismo. Se
deleita no en ser honrado, sino en ver glorificado a su
Salvador a los ojos de los hombres. Su gozo es ver
promovido y exaltado a su Señor y el mismo
menospreciado. Encuentra a pocos que quieren
hablar acerca de aquello que es el objeto supremo de
su interés, así que con frecuencia esta en silencio y
preocupado en medio de la conversación religiosa
bulliciosa. Por esta razón se gana la reputación de ser
aburridor y demasiado serio así que se le evita y el
golfo entre él y la sociedad se ensancha. Busca
amistades sobre cuyas ropas él pueda detectar el
aroma a mirra y áloes de los palacios celestiales, y
encontrando a pocos, o a nadie, como María de
antaño, el guarda estas cosas en su corazón.
Es esta misma soledad que le hace abalanzarse
sobre Dios. “Aunque mi padre y mi madre me
dejaran, con todo, Jehová me recogerá” Salmo
(27:10). Su falta de habilidad para encontrar
compañerismo humano le conduce a buscar en Dios
lo que no puede encontrar en ningún otro lugar.
Aprende en la soledad interior lo que no podía haber
aprendido entre la multitud que Cristo es Todo y en
Todo, y “el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría,
justificación y redención” (1era de Corintios 1:30). En
Cristo poseemos la suma total de los bienes de la
vida.

~ 219 ~
Dos cosas quedan por decir. Una, que el hombre
solitario del que hablamos no es un hombre altivo ni
orgulloso, no es el santo que se cree más bueno que
otros, que aparece en la amargura sátira de la
literatura popular. Es probable que se sienta como el
menor de todos los hombres y, seguramente, se
culpará a sí mismo por su misma soledad. Desea
compartir sus sentimientos con otros y abrir su
corazón a alguna alma de sentimientos similares que
le comprenderá, pero el clima espiritual a su
alrededor no le alienta, así que permanece en silencio
y cuenta sus penas a Dios y a nadie más.
La segunda cosa es que el santo solitario no es el
hombre retraído que se endurece contra los
sufrimientos humanos y pasa sus días contemplando
los cielos. Precisamente lo contrario es la verdad. Su
soledad le hace sentir simpatía por los de corazón
quebrando, y los caídos, y los lastimados por el
pecado que se le aproximan. Porque está separado y
despegado del mundo, con más razón lo puede
ayudar. El maestro Eckhart enseñó a sus seguidores
que si os encontráis en oración y exaltados en el
tercer Cielo y en ese momentos nos acordáis que una
viuda pobre necesita alimento, deberías cortar la
oración instantáneamente e ir a atender a la viuda.
“Dios no permitirá que perdáis nada al hacerlo” les
dijo. “Podréis seguir vuestra oración donde la
dejasteis y el Seños os recompensará.” Esto es típico
de los grandes místicos y maestros de la vida interior
desde Pablo hasta el día de actual.
La debilidad de tantos Cristianos modernos es
que ellos se sienten demasiados cómodos y en casa
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en el mundo. En sus esfuerzos por lograr
“acomodamiento” o integración a la sociedad no
regenerada, han perdido su carácter de peregrino y se
han convertido en una parte esencial del mismo
orden moral contra cual ellos son enviados a
protestar. El mundo les reconoce y acepta por lo que
son. Y esto es lo más triste que pudiera decirse acerca
de ellos. ¡Ellos no están solitarios, pero tampoco son
Santos!

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