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Desde que inicié la carrera he pasado por muchos momentos donde la vivencia diaria de

mi realidad como docente y lo que experimento en la universidad, a través de las


materias, se ven fuertemente contrastados. Mientras que en un espacio voy escuchando y
entendiendo la importancia de ciertos temas y aprendizajes para el desarrollo integral de
la persona, por el otro lado veo cómo en la labor docente se ha discriminado esto y a
cambio, hemos enfocado la mirada en entregar temas sin afianzar su relevancia o
influencia en la vida cotidiana. Quizás hemos perdido de vista la pregunta de ¿por qué y
para qué enseñamos lo que enseñamos?

Por otro lado, hace algunos días conversábamos en un foro de la materia sobre los
contenidos de Estadística, y todos llegábamos a la conclusión de que ella está presente en
nuestra vida cotidiana más de lo que podemos pensar algunas veces. Para entonces,
también pensábamos que se había menospreciado su valor en algunos espacios de la
enseñanza y quizás podamos, para darle sentido a esto y recuperar el valor de tan
preciado conocimiento, preguntarnos ¿Por qué y para qué enseñamos estadística?

En mi opinión, para poder responder a la pregunta necesitamos comprender lo que es, su


historia y algunas aplicaciones básicas que nos ayuden a contextualizarnos para entonces,
poder hablar de su importancia.

Citaré a Sheldon Ross, quien da una magnífica definición de la estadística, a mi parecer,


pues dice que es “el arte de aprender a partir de los datos. Está relacionada con la
recopilación de datos, su descripción subsiguiente y su análisis, lo que nos lleva a extraer
conclusiones”1. Quizás no parezca la definición más formal, pero me es útil para realizar el
ejercicio de transformar estas palabras al contexto cotidiano.

Al hablar de arte, podemos entender que es algo estético, pero que también es recreado
por el hombre, entonces pienso que la primera parte de la definición de Ross está ligada a
ello porque ordenar datos y clasificarlos, traducirlos visualmente, requiere del tema
1
Ross, Sheldon M. Introducción a la estadística, Editorial Reverté, 2007.
estético, pero también porque el hombre recrea mentalmente estos datos y esta
traducción visual a través de su entorno y lo entiende por ello.

Luego, el autor continúa describiendo con cortas palabras, la ejecución práctica de este
“arte”, como le llama a la Estadística, y es allí donde invitaría a las personas, en especial a
los docentes, a aprovechar la amplitud de términos para entender donde está presente la
importancia de este conocimiento: “Recopila”, es decir que cada vez que recogemos
información, estamos hablando de estadística; “describe”, por lo que cuando
caracterizamos la información recopilada, estamos hablando de estadística; “analiza”, lo
que quiere decir que, mira con detalle lo que se describe; y por último, “extrae
conclusiones”, que se traducen en ayuda para decidir sobre algo.

Después de extraer cada fragmento, me atrevo a asegurar que vivimos hablando de


estadística todo el tiempo en nuestra vida, desde que establecemos si tomamos mucho
café o no, hasta cuando decidimos comprar un carro según su precio.

Por otro lado, para confirmar la importancia de la temática en cuestión, de la que hablaba
al inicio, me remontaré a la historia y al nacimiento de la Estadística. De la mano de
Barreto encontramos la siguiente información: “Por su parte, el adjetivo statisticus se
conoció hasta el siglo XVII, derivado del italiano statista, término empleado para referirse
a la persona dedicada a los asuntos del Estado (ragione di Stato). Así surgió una disciplina
híbrida, la del Estado, una especie de aglomeración de historias constitucionales, algo de
Economía Política y descripción de las constituciones de los países de la época.” 2

Notemos algo, el término y la disciplina no surgen como un descubrimiento matemático,


sino que empieza en el que hacer de la época, donde era necesario analizar la población
de individuos que tenían diferentes características de interés para el estado. Más adelante
en el texto, el autor también comenta sobre la relación con la política y la revolución
2
Barreto Villanueva, Adán (2012). El progreso de la Estadística y su utilidad en la evaluación del desarrollo.
Papeles de Población, 18(73),1-31. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11224638010
industrial, diciendo de esta última que “dio un gran impulso a la necesidad de contar con
información y datos permanentes, así que las estadísticas aplicables —a fin de controlar la
calidad de la producción, sumada después a la idea de experimentar y obtener productos
nuevos, mejores y más baratos— tendrían reservado un lugar destacado en las fábricas y
los comercios de la época”.

Todo esto solo afianza la idea de que la Estadística nace y evoluciona en el que hacer
cotidiano, por lo que no podemos negar su aplicabilidad, y seguramente podríamos
encontrar sus huellas en espacios actuales más complejos, en los que no profundizaré
para quedarnos con lo más básico del tema.

Si la definición y la historia nos habla de la cotidianidad ¿Por qué no nos parecería


relevante enseñar estadística? En palabras sencillas contamos, clasificamos, nombramos,
agrupamos, caracterizamos, decidimos e inferimos a través de la estadística, y ¿acaso no
es eso lo que hacemos diariamente?

Solo puedo concluir, en mi opinión, que tenemos que enseñar estadística porque está
presente en todo lo que nos rodea en el día a día y es necesaria para entender lo que
ocurre a nuestro alrededor. No es una cuestión de inteligencia artificial ni de grandes
empresas, es cuestión de lo básico, salir de comprar, escoger un plato en un menú, una
dieta balanceada, el mejor equipo de beisbol, etc.

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