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ANÁFORA DE LA PROFESIÓN PERPETUA DE LA

HERMANA TERCIARIA CAPUCHINA DE LA


SAGRADA FAMILIA

Gracias, Señ or, porque hemos encontrado en ti motivos


para amarte con todo el cuerpo, con todo el corazó n, con
toda el alma; pero Tú nos pides un paso má s.
Nos pides que ese amor lo entreguemos a los demá s
como prueba de que es sincero.
Un amor que no puede ser sino en el espacio y el tiempo,
en lugares geográ ficos, con personas determinadas con
expresiones determinadas.
Sabemos que los votos religiosos son un verdadero
sacramento porque sacramento en ú ltima instancia son
personas al servicio de los demá s.
Los votos religiosos son el sacramento de la voluntad.
Sabemos que la voluntad humana es frá gil pero capaz de
hacer lo que parece imposible pero que Tú haces posible con
tu gracia.
Francisco de Asís, inspirador del movimiento franciscano
al que gustosamente aceptamos como modelo de vida, se
mezcló con los pequeñ os, quiso vestir como ellos, vivir como
ellos, hacer los trabajos de ellos, ser hospedado por ellos.
Queremos vivir ese espíritu en la fraternidad, en la
minoridad. Sabemos que no es una promesa que hoy
hacemos y que mañ ana tendremos que refrendar con la vida.
Que nos alegremos cuando llegue la ocasió n de hacerlo.
Por eso te decimos, con toda la familia franciscana regular
y con todos lo que han encontrado inspiració n en el
evangelio a través de Francisco, con toda nuestra
fraternidad,

Santo, santo, santo…

Santo es un adjetivo transitivo. Só lo es santo quien hace a


otros santos.
Quien construye la dignidad, la divinidad, la humanidad
de aquellos que han sido privados o desprovistos de
dignidad, divinidad y humanidad.
Queremos vivir en ese empeñ o, en ese Espíritu y te
pedimos que ese mismo Espíritu,

Santifique estos dones y esta comunidad…

Jesú s vivió como quisiéramos vivir nosotras.


Una vida que no lo llevó a los triunfos que alaba este
mundo pero que el Padre juzgó como el triunfo por
excelencia: la resurrecció n.
Por eso, recordamos el momento en que entregó su vida
pidiéndonos que recordá ramos siempre que debemos ser
trigo para que otros coman; bebida para que otros beban.
Así, en una comida compartida con sus amigos,

Tomo el pan…

Te pedimos que la iglesia manifieste cada día má s su


rostro maternal, femenino.
Se dice que Sor Juan Inés de la Cruz, exó tica flor de la fe
latinoamericana, que renovó sus votos con su propia sangre.
Esa sangre que en creencia judía convertía el cuerpo en
leche para alimentar a los hijos.
La mujer bien simboliza a quien alimenta con su cuerpo y
con su sangre.
Fray Luis Amigó y Ferrer tuvo sentimientos maternales,
aunque se haya hablado de paternales, por fidelidad a la
concepció n judía.
Sentir el sufrimiento ajeno como propio viene má s
naturalmente a la madre que al padre.
Quizá s de formas solo de él conocidas, encontró la
maternidad en la Señ ora de Montiel.
Pobreza, castidad y obediencia, concretan el seguimiento
de Jesú s.
Pobres eran sus compañ eros; era insensato el que
guardaba en graneros cuando el campesino hambreaba; por
predicar la pobreza y contra las riquezas perdió
acompañ antes.
Queremos vivir simplemente para que muchos
simplemente vivan.
Queremos repartir el pan como Jesú s lo hizo a judíos y
gentiles.
Queremos multiplicar su mensaje y el perdó n al infinito.
Queremos denunciar las injusticias como los profetas.
Queremos construir una iglesia de pobres, con pobres y
para pobres.
Queremos mirar a la pecadora, no con piedras en la mano
sino con una sonrisa amistosa y abrazadora.
Queremos hacer del cuerpo propio y ajeno un santuario
de mayor dignidad humana y divina.
Queremos vivir una castidad fecunda que haga de todos
una sola familia.
Queremos preguntarnos en cada compleja situació n ¿qué
haría Jesú s en mi lugar?
Queremos vivir la obediencia ante todo como seguir la
voluntad de Dios y esa voluntad es el amor mutuo.
Con los ojos bien abiertos, discernimiento, contemplació n
y acció n, queremos seguirte en fidelidad a la misió n.
Sabemos que tendremos huerto de Olivos y momentos de
tentació n. Que los votos nos recuerden el norte de nuestra
profesió n solemne.
Así como Nazaret es una flor que eclosiona, queremos
sembrarnos como flores para hacer florecer el mundo.
Así como en la tierra en equilibrio ecoló gico unas flores
variadas reflejan el arco iris, así queremos vivir en la
fraternidad en una igualdad que respete los carismas
propios y estimule a ponerlos al servicio de los demá s.
Con todas estas intenciones, te decimos unidas a toda la
creació n,

Po Cristo…

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