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Este poema reflexiona sobre los viajes de ida y vuelta que hacemos a través de la vida, cosechando ilusiones e ideas en el camino, y trayendo de regreso experiencias y lecciones aprendidas. Habla sobre cómo la madurez y la experiencia nos enseñan, aunque a veces envejecemos sin haber cumplido años, y podemos sacar provecho incluso de las peores situaciones.
Este poema reflexiona sobre los viajes de ida y vuelta que hacemos a través de la vida, cosechando ilusiones e ideas en el camino, y trayendo de regreso experiencias y lecciones aprendidas. Habla sobre cómo la madurez y la experiencia nos enseñan, aunque a veces envejecemos sin haber cumplido años, y podemos sacar provecho incluso de las peores situaciones.
Este poema reflexiona sobre los viajes de ida y vuelta que hacemos a través de la vida, cosechando ilusiones e ideas en el camino, y trayendo de regreso experiencias y lecciones aprendidas. Habla sobre cómo la madurez y la experiencia nos enseñan, aunque a veces envejecemos sin haber cumplido años, y podemos sacar provecho incluso de las peores situaciones.
La barba le va creciendo al presente, Mientras el cielo se nubla y se despeja, Muchos siguen su paso, indiferentes.
De ida hice mi jardín con muchos seres queridos
De vuelta conservo las flores que me quedan, y los racimos.
Vida misteriosa y llena de adivinanzas,
Al preguntarle por aquello que me deparará, No me asegura ni un sí, ni un no, Y Me despide con un quizás.
De ida, fui cosechando ilusiones y quimeras,
De vuelta traigo fardel de fantasías y problemas
Bello ideal que perseguimos cuando niños,
Y que a veces con la madurez se vuelve utopía, ¿Nos abandonas por la falta de ternura O porque asesinamos fantasías?
De ida, fui rastreando el secreto de la felicidad y la buena vida
De vuelta, lo sigo buscando, entre sueños y pesadillas.
Madre experiencia que adoptamos en este mundo,
Aconsejas tanto a sabios como a tontos, Pero solo algunos no tropiezan con la misma piedra, Y muy pocos no apartan de ti su rostro. De ida aprendí que la madurez no es algo nato De vuelta descubrí que a veces envejecemos, sin haber cumplido años.
No se puede exigir tranquilidad cuando el alma,
Llora a gritos una mala experiencia Pero tampoco se le puede pedir al corazón, Que ame con prudencia.
De ida supe que el entusiasmo muere a veces en la antipatía,
De vuelta hallé que podemos sacar provecho, hasta de la peor caída.