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como la distribución de ejemplares mediante alquiler o préstamo públicos.
Este libro está dedicado a todas las personas que alguna vez se han
hecho preguntas.
Contenido
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Nota del autor
Bienvenido al club
El juego de los nombres
La biología no engaña
Los estereotipos son una mierda
El miedo
Quien quiera odiarte te va a odiar
Salir del armario
Dónde conocer gente como tú
Los detalles de la sexualidad gay
Crear el nido
Sombreros
Guía para reconocer a tus santos gais
Tender puentes
La chuleta
Para escribir este libro
Agradecimientos
Sobre el autor
Puck
NOTA DEL AUTOR
James Dawson
CAPÍTULO 1:
BIENVENIDO
AL CLUB
Primera lección
• A veces a los hombres les gustan los hombres.
• A veces a las mujeres les gustan las mujeres.
• A veces a las mujeres les gustan los hombres y las mujeres.
• A veces a los hombres les gustan las mujeres y los hombres.
• A veces a las personas no les gusta nadie.
• A veces un hombre quiere ser mujer.
• A veces una mujer quiere ser un hombre.
¿Lo has pillado? Es así de simple.
Podría terminar aquí la lección, pero dudo que con tan pocas páginas salga un
buen libro, así que supongo que tendré que profundizar algo más…
BIENVENIDOS AL CLUB
Hay un chiste muy viejo sobre «salir del armario», y es que las lesbianas, los
gais, los bisexuales y personas transgénero deberían recibir el carné del club y
además un manual de instrucciones.
ESTE ES EL MANUAL DE INSTRUCCIONES.
Bienvenido. Pero este manual es para todo el mundo, sin distinciones de
género u orientación sexual.
Es probable que en la escuela no te hayan explicado bien qué significa ser
lesbiana, gay, bisexual, transgénero o indeciso. Seguro que habrás oído hablar
de gais famosos o hayas visto parejas del mismo sexo en televisión. Seguro
que conoces a alguien LGBT*, aunque no sepas que lo es. Estamos entre
vosotros, como si fuésemos «invasores extraterrestres». Os atendemos en la
oficina de correos, os enseñamos matemáticas, os preparamos las
hamburguesas.
Entonces, ¿por qué no damos clases sobre parejas del mismo sexo cuando
enseñamos educación sexual? ¿O por qué no enseñamos que muchas
personas eligen su género? Bueno, yo fui profesor de PSHCE (Educación para
la Ciudadanía y el Desarrollo Personal y Social) durante mucho tiempo y
siempre hablé a mis alumnos sobre estos temas, pero no se hace en todas las
escuelas y muchos profesores no saben cómo hacerlo. Me temo que para esto
no hay NINGUNA preparación.
En el año 2012 organicé una encuesta con un grupo de más de trescientos
jóvenes y el noventa y cinco por ciento dijo que no les habían explicado
NADA sobre homosexualidad en la clase de educación sexual. Lo que
generalmente se presentaba como «lo normal» era la relación sexual entre
hombres y mujeres.
Esta falta de educación significa que hay muchísimos jóvenes (homosexuales,
heterosexuales o bisexuales; transgéneros o cisgéneros) que tienen muchas
preguntas sobre qué significa ser LGBT*. Este libro contiene algunas
respuestas. Tanto si crees que podrías ser LGBT* como si crees ser
heterosexual, pero tienes dudas o estás en alguna parte intermedia, este libro
es para ti.
Tu sexualidad o tu género es, sobre todo, algo individual, pero ¿y si hubiese
personas que ya hubieran pasado por todo eso y pudieran guiarte por este
extraño territorio?
Darte cuenta de que tu identidad sexual o de género no es LA NORMA puede
ser algo confuso, emocionante, estimulante, preocupante y, francamente,
desconcertante. Mucho antes de «salir del armario» y hablar a la gente sobre
tu identidad, solo estáis tú y tu cerebro para tratar de descubrirlo, así que
también puede ser una etapa solitaria, que suele ir acompañada de canciones
tristes y más rímel de la cuenta.
Yo soy un gay de raza blanca, pero mi experiencia no es representativa de
todos los hombres gais, por no hablar de los miles de mujeres gais, hombres y
mujeres bisexuales y personas transgénero que podrían estar leyendo este
libro. Por lo tanto, antes de escribirlo, me dediqué a buscar por todas partes
docenas de LGBT* para que me contaran sus experiencias. Aunque por
separado nunca podamos saberlo todo, juntos somos muy sabios, como el
mono de El rey león.
No he reconstruido ni cambiado nada de los testimonios de los LGBT* que
aparecen en este libro, así que es posible que no os identifiquéis ni estéis de
acuerdo con todo lo que dicen, Y ESO ESTÁ BIEN. Tenemos que ser capaces
de hablar sobre sexualidad y tendencias sexuales con serenidad, sin
crispaciones ni histerias. La sexualidad y el género son experiencias
personales; la gente tiene derecho a tener su opinión y es de vital importancia
que seamos capaces de cometer errores. Soy consciente de que la orientación
sexual es algo sobre lo que la gente tiene convicciones muy firmes. Eso
también es bueno (el activismo es lo que nos ha llevado tan lejos), pero si no
se permite a la gente decir lo que piensa de verdad por miedo a molestar a los
demás, terminaremos por no decir nada de nada.
En resumen, tenemos que ser capaces de reírnos de nosotros mismos, sea cual
sea nuestra orientación sexual, si no queremos llevar una vida difícil. Por lo
tanto, sí, Este libro es gay no es serio de principio a fin, aunque a veces
tengamos que tratar temas SUPERTRISTES.
Es diferente de los montones de manuales deprimentes sobre género y
costumbres sexuales que circulan por ahí. Este libro es serio, pero también
divertido y entretenido.
El auténtico sentido de salir del armario es tener la LIBERTAD de ser quienes
somos. ¿Cuándo ha dejado de ser DIVERTIDA una cosa así?
Si eres nuevo en el club, tienes suerte porque ser L o G o B o T o * es
SUPERDIVERTIDO. Ahora eres LIBRE y ya no tienes que ESCONDERTE.
Te identifiques con lo que te identifiques al final de este libro, verás que, lejos
de estar solo, te has unido a un enorme colectivo de gente guay, feliz y genial,
y todos con una historia que contar.
Es el club que más mola de la ciudad y acabas de cruzar el cordón de
terciopelo que te permite entrar a la zona VIP.
No estás solo, ahora formas parte de algo más grande. Algo extraordinario.
HOLA, SEXDESEOS
Empecemos por el principio (un buen punto de partida). Supongo que estarás
leyendo este libro por alguna razón. Puede que porque ya te has identificado
como LGBT* (y, reconozcámoslo, es de lo que más nos apetece hablar). Quizá
tengas curiosidad por saber lo que hacemos entre las sábanas. Puede que estés
leyéndolo para burlarte porque en el título aparece la palabra «gay» (en tal
caso, peor para ti). Pero quizá, solo quizá, hayas elegido este libro porque
tengas DUDAS.
Todo comienza con la duda.
Preguntarte cómo sería besar a ese chico o qué aspecto tendrán los pechos de
esa chica. Cómo sería la vida si fueras una chica en lugar de un chico. Todo
está relacionado con la duda.
Como puedes ver, una cuarta parte de los encuestados empezó a sentir
inclinación por gente de su mismo sexo o a cuestionarse su género antes de la
pubertad, y más de la mitad durante la pubertad.
Es lógico, ya que la pubertad es el momento en que se dan los mayores
cambios. Uno de esos grandes cambios es el ajetreo hormonal que nos
conduce a las relaciones sexuales. Es en este momento cuando muchos de
nosotros nos damos cuenta de que esos pensamientos nocturnos subiditos de
tono podrían ser sobre personas que tienen la misma anatomía que nosotros.
OH, ESCÁNDALO.
En mi caso fue Dean Cain. Dean Cain, por si no lo sabéis, es el guapísimo
actor que interpretaba a Clark Kent en Lois y Clark: las nuevas aventuras de
Superman. Hasta que Cain apareció en mi vida, estaba convencido de que me
casaría con una chica de mi clase llamada Kelly (cuyo nombre he cambiado
para protegerla) porque era amable, simpática y rubia.
Sin embargo, lo que sentí por Dean Cain (cuyo nombre no he cambiado en
este libro porque, en fin, YA ERA HORA DE QUE SE ENTERARA DE MI
AMOR) era MUY diferente de lo que sentía por Kelly.
Mi interés por los brazos ceñidos por la licra era mucho más fuerte que el
cariño que sentía por Kelly, y cuando Clark se enrolló con Lois, sentí los celos
más fuertes de mi vida. (Comprendo PERFECTAMENTE cómo se sienten
l@s fans de One Direction en Twitter.)
Más tarde, tras enamorarme perdidamente de un profesor, tuve que
reconocer que estos sentimientos iban más allá de la simple atracción por el
cuerpo masculino y que eran, en realidad, sexdeseos.
¡VAYA MIERDA!
La primera vez que se admite el deseo sexual por personas del mismo sexo o
que se tienen dudas acerca del propio género, la primera reacción bien podría
ser la exclamación de más arriba. Después de todo, la sociedad, las películas,
la televisión, los periódicos y los libros te han estado diciendo toda la vida
que:
HETEROSEXUAL = NORMAL
NO HETEROSEXUAL = ANORMAL
De repente has identificado un sexdeseo diferente. Y a la mayoría de la gente
no le gusta lo diferente, así que, sin comerlo ni beberlo, te cascan la etiqueta
de ANORMAL.
EL JUEGO
DE LOS NOMBRES
Así pues, es posible que tengas SEXDESEOS hacia personas del mismo género
que tú O BIEN que te hagas preguntas sobre tu propio género. Cientos de
personas, incluso las que al final se sienten heterosexuales y cisgenéricas,
tienen esos mismos pensamientos y dudas. Creo que es mucho más raro no
haber tenido nunca la menor duda al respecto. Yo soy gay, pero aun así he
pensado muchas veces en tener relaciones sexuales con mujeres.
Curiosamente, aún no ha llegado el día en que eso me ponga cachondo.
No pasa nada. El hecho de que hayas identificado tus deseos sexuales es
probablemente la parte más difícil, así que recompénsate con un delicioso
bollo o con un pastel.
Pero ahora llega el momento en que tienes que elegir.
L DE LESBIANA
La palabra «lesbiana» viene de la isla de Lesbos, donde una poetisa griega
llamada Safo llevó a cabo su versión del lesbianismo estilo siglo VI a. C. Safo
sacó a la luz del sol a una panda de mujeres y escribió poemas sobre lo buenas
que estaban. Dos mil quinientos años después, en el siglo XX, las mujeres
buscaban un nombre para una subcultura en crecimiento que estaba
adquiriendo visibilidad y categoría propia. Hasta aquel momento,
históricamente, se creía que la homosexualidad femenina era, en términos
generales, un mito, lo que probablemente indica que pocas mujeres eran
vistas o consideradas como criaturas sexuales fuera del matrimonio.
Pero actualmente, las mujeres homosexuales, inspiradas por la isla de las
damas ardientes de Safo, han acuñado la palabra «lesbiana», que antes solo se
había utilizado para describir cualquier cosa que viniera de Lesbos.
«Prefiero “gay” a “lesbiana”. Creo que tiene que ver con la oposición entre
nombre y adjetivo. Quiero decir que “lesbiana” suena un poco más
contundente y a etiqueta, mientras que “gay” es uno de los muchos
adjetivos que pueden utilizarse para describir a una persona.»
J., 28 años, Brighton.
Ahora bien, es posible que hayas oído a algunas personas llamar «bolleras» o
«tortilleras» a las lesbianas. Éste es un tema delicado porque estas palabras se
utilizaban como insultos. A menos que te identifiques como lesbiana, no
deberías utilizar nunca palabras como «bollera» o «tortillera». Son
peyorativas, salvo cuando las utilicen ellas mismas en su jerga particular.
G DE GAY
El sentido original de la palabra inglesa gay era alegre, despreocupado, vivaz y
ostentoso. Procedía del término francés gai, que se sigue usando con el
mismo sentido inicial. Sin embargo, en el siglo XVII la palabra evolucionó: una
«mujer de vida alegre» era una prostituta; un «hombre alegre» se convirtió en
un individuo promiscuo, y una «casa alegre», en un burdel. ¡Genial!
A mediados del siglo XX, la palabra inglesa gay aún significaba despreocupado
(por oposición a los straight, o sea, los rectos, o cabezas cuadradas) y comenzó
a adquirir connotaciones homosexuales. Como «homosexual», en aquella
época, era un diagnóstico clínico, no es de extrañar que un término que
significaba «vivaz y ostentoso» se convirtiera irónicamente en un eufemismo
para designar a los hombres que deseaban existir en una subcultura secreta.
En la década de 1990, se llegó a la conclusión de que «gay» era la forma
preferida y políticamente correcta de designar a los hombres que tienen
relaciones sexuales con hombres (y, por supuesto, a las mujeres que tienen
relaciones sexuales con mujeres).
Por desgracia, en la misma época, la palabra inglesa gay se convirtió también
en sinónimo de algo que es malo, una mierda, un asco. Digan lo que digan los
demás, esta acepción de la palabra gay es producto de la homofobia, así que,
cuando hables con alguien en inglés, no la utilices en ese sentido. SÍ, YA SÉ
QUE ESTÁ EN EL TÍTULO, PERO LO HE HECHO ADREDE, PORQUE
TODO EL CONTENIDO DE ESTE LIBRO TRATA SOBRE SER GAY (o
lesbiana o bisexual o transgénero o*, pero estas palabras no habrían llamado
tanto la atención, ¿verdad?).
B DE BISEXUAL
Esto no es nada nuevo. Los habitantes de la antigua Grecia y la antigua Roma
podían ser pansexuales (sentir atracción por otras personas fueran cuales
fuesen su género y su sexualidad) y nadie se escandalizaba. Por desgracia para
nosotros, nos gusta que las cosas estén polarizadas: negro/blanco,
bueno/malo, masculino/femenino. Y eso no es bueno para nadie.
A grandes rasgos, un bisexual es una persona que tiene relaciones sexuales
tanto con hombres como con mujeres. Hay una gran cantidad de
malentendidos respecto a la bisexualidad. El error más habitual es el que
defiende la teoría del «hoy bi, mañana gay», según la cual todos los gais y
lesbianas han pasado un breve periodo por el terreno bisexual antes de coger
el último tren al territorio gay. Aunque es el caso de algunos hombres y
mujeres homosexuales, hay mucha gente que no tiene la menor intención de
recorrer todo ese camino hasta ese supuesto final de línea. Y ESO ESTÁ
BIEN.
La idea de que los bisexuales se engañan a sí mismos, o de que son unos
egoístas que lo quieren todo para ellos, es ofensiva. ¿Por qué resulta tan difícil
aceptar que a alguien le puedan atraer ambos sexos? Si alguien está dispuesto
a identificarse como bisexual, entonces seguramente tampoco le importaría
llevar la etiqueta de «gay». ¿Qué sentido tiene mentir? ¿Por qué tenemos tanta
necesidad de que las personas sean homo o heterosexuales? Los bisexuales
pueden ser incomprendidos, pero tienen derecho a sentirse ORGULLOSOS
de su identidad y de sus preferencias sexuales.
«Le digo a la gente que soy bisexual porque es más fácil de entender, pero
creo que soy pansexual. Me importa la personalidad, no los genitales.»
Anónimo, 24 años, Brighton.
«Si me preguntan, digo que soy bisexual. Varía según el día, con quién
estoy, qué he estado leyendo, y todo eso. Encontré una descripción en
Tumblr que encaja perfectamente y que viene a decir que “si piensas en la
sexualidad en términos musicales, donde las notas bajas representan
sentirse atraída por hombres y las notas altas representan sentirse atraída
por mujeres, soy como un solo de guitarra de Slayer”.»
Nina, 16 años, Reino Unido.
Q DE QUEER
La palabra inglesa queer se refería al principio a alguien o algo raro o que se
alejaba de lo corriente. A finales del siglo XX se convirtió en un término
despectivo para señalar a los homosexuales.
Pero últimamente, debido a la epidemia del sida, la palabra fue reivindicada
(al principio por el grupo Queer Nation) como un término que englobaba
todo el espectro de la sexualidad y el género, y después, como una crítica de la
identidad más que como una identidad propiamente dicha. En resumen, una
etiqueta para personas, homo o hetero, que están hartas de las etiquetas.
No obstante, ahora se utiliza como una identidad. En el más amplio sentido
de la palabra, pues existe un variado número de grupos bajo la designación
plural de queer, ser queer significa que no tienes que definir tu identidad
sexual o tu género con una sola etiqueta.
En un mundo en el que tu sexualidad y tu género están abiertos al cambio, a
veces parece absurdo utilizar etiquetas. Incluso clasificarte como bisexual
subraya la idea de que solo hay tres elecciones posibles, y está claro que no es
el caso. Además, no debería ser un adjetivo automático para alguien que no es
ni homo ni hetero.
La teoría queer es un fascinante tema en expansión y hay muchos, muchos
libros y tesis escritos al respecto.
A DE ASEXUAL
Hay dos formas de entender la asexualidad. La primera es la que la entiende
como el poco o nulo interés por las prácticas sexuales (con cualquiera). La
segunda es la que la considera como la negativa a definir la propia orientación
sexual o la incertidumbre acerca de la misma; esta es una acepción más
moderna del término. La asexualidad no es lo mismo que el celibato
(abstinencia de relaciones sexuales). Las personas asexuales PUEDEN tener
relaciones (para tener hijos, para probarlas, para experimentar), pero en
general se caracterizan por sentir poco interés tanto por los hombres como
por las mujeres, así que, si vuelves a mirar nuestro esquema, lo normal es que
pierdan el interés después de la primera pregunta.
Las personas asexuales a menudo tienen sentimientos románticos por otras
personas, y puede que tengan novios y novias, y pasen por todo el rollo del
acaramelamiento, hagan manitas, carantoñas y den abrazos, pero sin utilizar
lo que hay en la entrepierna.
Como puedes suponer, eso también ESTÁ BIEN. Algunas personas no tienen
tanto interés en el sexo, y esto, como todas las identidades, puede cambiar con
el tiempo. He descubierto que una cantidad de adolescentes cada vez mayor
se declara asexual mientras se aclaran sobre su propia identidad.
T DE TRANSGÉNERO
No nos liemos de entrada. Allá vamos:
A los publicitarios les gustaría que creyéramos que las mujeres y los hombres
pensamos y sentimos de un modo distinto, pero, en el fondo, no lo sabremos
nunca. La cultura es lo que les dice a nuestros padres cómo deben vestirnos
cuando somos niños, y esta práctica arraiga en nosotros. A veces me parece
una tontería pensar que un tío ha de ser «trans» por el hecho de ponerse falda
o zapatos de tacón alto. ¿Quién demonios dice que son «prendas femeninas»?
Por desgracia, como nadie se da cuenta de lo encorsetada que resulta esta
idea, la cosa no tiene remedio. Por ahora.
Como ya se ha dicho en el capítulo anterior, aunque los estudios sobre el
género y la sexualidad están estrechamente relacionados, en muchos aspectos
no tienen nada que ver: una persona puede elegir identidades diferentes para
ambas facetas. Por ejemplo, yo me identifico como hombre gay. Mañana
podría identificarme como mujer y seguir prefiriendo a los hombres, lo cual
me convertiría en trans femenino heterosexual. ¿Te das cuenta?
Vamos a hablar brevemente del término «travelo». Puede que hayas oído esta
palabra en la escuela o el instituto o quizás incluso en algún programa de la
tele. Como en el caso de «bollera», no deberías utilizarla si no eres trans.
NUNCA. ¿Por qué? Porque muchos trans la consideran ofensiva, así que ¿por
qué andar por ahí molestando a la gente? ¿Eres un sociópata? No, ¿verdad?
Pues no lo hagas.
LA HISTORIA DE RORY
Rory, de Brighton, se identifica como hombre trans. Se sometió a cirugía y
tomó hormonas hace varios años para cambiar de género. Esta es su historia:
INTERSEXUALES
«Intersexual» no es exactamente una identidad, en eso no se puede elegir.
(Recuerda que no puedes elegir tus preferencias, pero sí una etiqueta o
identidad.) Como el término «intersexual» lo utilizan como etiqueta tanto
personas intersexuales como médicos, vale la pena mencionarlo aquí. Una
persona nace intersexual cuando tiene características genitales o sexuales que
no se ajustan a una definición estricta de hombre o mujer. Esto NO los
convierte en transgéneros, ya que puede que encajen en el sexo que se les
asigna (a la mayoría de las personas intersexuales, erróneamente o no, se les
asigna un género al nacer).
Los problemas a los que se enfrentan las personas transgénero están
relacionados con los de los intersexuales porque muchos de estos últimos no
están de acuerdo con el sexo que les asignaron al nacer y tratan de cambiarlo.
¿QUÉ ES UN CISGÉNERO?
Cisgénero es básicamente lo contrario de transgénero. Significa sencillamente
que tu identidad de género encaja con la identidad que te dieron al nacer. Por
lo tanto, la mayoría de personas podrán identificarse como «cis» aunque ni
siquiera lo sepan. Elimina la necesidad de que una persona diga que es
«normal», que, como hemos dicho, es una palabra ridícula.
Volviendo a mi definición de más arriba, yo soy en realidad un hombre cis
gay.
Como colofón de todas estas identidades, el activista por los derechos de los
homosexuales Peter Tatchell dice que espera ansioso el día en que todas estas
etiquetas resulten innecesarias y todos seamos simplemente humanos. Creo
que yo también espero ese día.
Te identifiques como te identifiques (lesbiana, gay, bisexual, trans, queer,
asexual, curioso o zanahoria), todos tenemos algo en común: somos una
minoría y nos hemos atrevido a dar pasos de gigante para identificarnos
como tales; nos hemos negado a escondernos; declaramos quiénes somos. Así
que compra una etiqueta, o cámbiala, o no te pongas ninguna. Pero siéntete
cómodo CONTIGO MISMO y que los demás se pongan la etiqueta que les
plazca.
El primer paso, la propia aceptación, es con diferencia el más difícil del viaje.
Para lo demás, este libro puede ayudarte.
Si te identificas como heterosexual, también deberías seguir leyendo.
Francamente, las personas LGBT* necesitamos todos los aliados heteros que
podamos conseguir, y tú también aprenderás mucho.
CAPÍTULO 3:
LA BIOLOGÍA
NO ENGAÑA
¿Cuántos años tenías cuando te diste cuenta de que «ser gay» era algo
concreto? Seguro que eras muy joven: ¿cinco, seis, siete años? ¿Y cuántos
tenías cuando formulaste la gran pregunta de POR QUÉ hay personas gais?
Tiene que haber una razón.
Antes de examinar algunos de los posibles factores que te han convertido en
la persona que eres, creo que es importante aclarar que NO IMPORTA. No
necesitamos excusas para existir, y nunca he oído a nadie preguntar a un
heterosexual: «¿Qué te hizo hetero?»
Recuerda a la Gran Sacerdotisa Gaga y su «Born this way»: eres así de
nacimiento. Tu sexualidad o tu género son tan naturales como el color de ojos
y nunca deberías avergonzarte de ellos.
1. ESTUDIOS DE GEMELOS
Se han llevado a cabo varios estudios para demostrar que los gemelos
idénticos tienen muchas más posibilidades de ser AMBOS gais que los
gemelos no idénticos, lo que sugiere que existe una especie de «gen gay».
Sin embargo, se cree que el interés de los gemelos gais por presentarse
voluntarios para realizar estudios científicos podría haber alterado los
datos.
2. LIGAMIENTO CROMOSÓMICO
En los años noventa del siglo XX se hicieron varios estudios sobre el
cromosoma que lleva el pegadizo nombre de Xq28, también conocido
como «gen gay». En los HOMBRES GAIS, este gen se hereda por línea
materna, lo que parece explicar por qué los gais pueden tener hermanos
o tíos gais.
3. EPIGENÉTICA
Vaya, me temo que esto se va complicando. Cuando algunos de los
estudios sobre el Xq28 fueron desacreditados, los científicos se fijaron en
las «epimarcas» como posible explicación. Quiero que visualices el
código genético de tus padres (tranquilo, no te voy a pedir que los
imagines echando un polvo). En algunos genes tenemos epimarcas, que
son una especie de post-its con información suplementaria para el
trabajo de los genes. En los cromosomas masculinos puede que ponga:
«MACHO, A TI DEBERÍAN GUSTARTE LAS MUJERES», mientras
que los cromosomas femeninos pueden venir con una que diga: «DESDE
LUEGO, TÚ QUERRÁS ACOSTARTE CON TÍOS». Durante mucho
tiempo se creyó que esas notas desaparecían antes de que se transmitiera
al bebé a través del SEXO SUDOROSO DE LOS PADRES (lo siento, no
he podido resistirme). Pero ahora los científicos creen que eso no ocurre
siempre, y que a veces estas notas que indican quién te atraerá se quedan
«pegadas» a los hijos. En resumen, los chicos pueden heredar de la madre
la epimarca de que les gustan los chicos, y las chicas, heredar de los
padres la epimarca de que les gustan las chicas.
Diles a tus padres que tendrán que agobiarse por tu sexualidad.
Seguro que les encantará que les echen la culpa.
ESTUDIOS EVOLUTIVOS
Es inevitable que surjan dudas, polémicas y opiniones encontradas alrededor
de la teoría del «gen gay». Por ejemplo, l@s hij@s que nacieran de gais y
lesbianas tendrían que ser gais y lesbianas, ¿no? Pues no. ¿Acaso no hay
muchísimas parejas heterosexuales que tienen hijos homosexuales?
Desde un punto de vista darwiniano, la homosexualidad no tiene sentido (si
todos fuésemos gais, la raza humana se extinguiría). Las personas gais (que
tienen menos probabilidades de reproducirse) se eliminan ellas solas de la
reserva genética.
Ha habido diversas teorías sobre esto. Una es que quizás el gen que
predispone a la homosexualidad realmente supone un beneficio para las
personas heterosexuales (y solo a veces las convierte en LGB*), motivo por el
que esta característica sigue pasando de una generación a otra. Otra teoría es
que los tíos y tías gais tienden a adorar a sus sobrinas y sobrinos, lo que ayuda
a asegurar la supervivencia de los jóvenes, y así se propaga su propio código
genético.
LOS ESTEREOTIPOS
SON UNA MIERDA
¿Verdad que los hombres gais son FENOMENALES? Son unos amigos fieles
y siempre están dispuestos a echar unas risas. Son los MEJORES compañeros
de compras y siempre están dispuestos a bailar cuando suena Beyoncé. ¡Viva
los gais!
Sí, queridos, y todos los españoles son toreros y todos los mexicanos,
mariachis.
La representación de las personas LGBT* en los medios de comunicación va
mejorando, pero todavía es muy limitada. A menos que seas una de esas
personas afortunadas que crecieron rodeadas de gais, tal vez pienses que
todos los hombres gais son presentadores afeminados de programas de
entrevistas y que todas las mujeres gais son comentaristas deportivas.
Esperemos que seas consciente de que esto no es así. Lo más probable es que
puedas contar con los dedos de una mano las personas transgénero que salen
en televisión.
Harvey Milk, el LEGENDARIO defensor de los derechos de los gais, animaba
a todos los gais a dejarse ver más para que los jóvenes estuvieran rodeados de
una infinidad de ejemplos de diferentes tipos de gais. De esa manera la gente
vería que los estereotipos no tienen ningún sentido.
Vamos a echar un vistazo a los estereotipos más habituales sobre las personas
homosexuales.
Creo que habéis pillado el mensaje: hay muchos, demasiados estereotipos
sobre las personas LGBT*.
Los estereotipos son gilipolleces por una razón muy simple: deshumanizan a
la gente y fomentan la existencia de prejuicios horribles y discriminación. Los
fanáticos se multiplican gracias a los estereotipos. Es mucho más fácil odiar
un estereotipo sin rostro que a un ser humano.
Además de ser gente impresionante, los LGBT* también son una minoría
perseguida. Esto no es sorprendente. Me temo que en el mundillo gay no todo
son fiestas y cruceros; en muchos lugares del planeta ser gay es ILEGAL. Ya lo
sé, es de locos.
Pensemos en otras minorías perseguidas. Voy a utilizar un ejemplo que
vemos a menudo en los periódicos y en la tele: los musulmanes. En lugar de
hablar de «terroristas», a menudo los lectores hablan de «terroristas
islámicos» o «extremistas islámicos». ¿Tiene importancia que los terroristas se
identifiquen como musulmanes? NO, NO LA TIENE. La gente que no es muy
inteligente empieza a asociar los dos conceptos hasta que los intolerantes
empiezan a decir cosas como que «todos los musulmanes son terroristas».
Esto, amigo mío, es una forma muy peligrosa de pensar.
De igual manera, los estereotipos sobre las personas LGBT* alimentan la
homofobia, de la que hablaremos con más detalle en el siguiente capítulo.
Cada persona LGBT* es única y exclusiva. Aunque a muchas personas gais
les gusten las mismas cosas (hay una cultura gay o queer muy rica y
variada), no hay dos LGBT* iguales.
Aunque te identifiques como gay, lesbiana, bisexual, transgenérico o queer, tú
eres tú. Hay infinitas formas de ser gay, y todas son estupendas. Así que decir
cosas como «todos los gais visten bien» es inútil y deshumaniza a los hombres
gais a los que les importa un bledo la moda.
Recordad, ser gay es solo un aspecto de la personalidad, así pues, ¿cómo
vamos a ser todos iguales?
«[Cuando salí del armario] todo fue más fácil, porque había estado
fingiendo ser lo que no era. Ser gay hizo que pudiera ser más sincero sobre
lo que me gustaba y lo que no.»
Ben, 23 años, Manchester.
Básicamente, puedes elegir los estereotipos que más te gusten, porque algunos
de ellos son parte de una gran tradición establecida por generaciones de
personas LGB*. ¿Que quieres trabajar como azafato de avión? Hazlo. ¿Que
quieres trabajar como azafato y jugar al rugby y escuchar bandas sonoras de
teatro musical sin renunciar al «thrash metal»? Bueno, ¿sabes qué? Tu
identidad es tuya y la diseñas a tu medida.
Si eres una chica gay que se quiere rapar la cabeza, ¿quién diablos tiene
derecho a decirte que no lo hagas? Es tu pelo.
Me gustaría señalar que las personas gais no provocamos la homofobia con
nuestro comportamiento. Los homófobos son unos intolerantes y ese, amigo
mío, es su problema.
Las personas LGB* no eligen ser LGB*. Los homófobos sí eligen odiar.
Hay varias tendencias en la cultura gay que no son estereotipos, sino
identidades dentro de una identidad. No puedes elegir que te gusten los
chicos o las chicas, pero una vez has aceptado quién te atrae, puedes elegir
entre varios estilos de vida. Dentro de la cultura gay hay varias subculturas de
las que puede que hayas oído hablar o hayas visto en el escenario gay:
Por supuesto, la mayoría de los hombres y mujeres gais no entran en ninguno
de estos grupos y son sencillamente hombres y mujeres que se sienten
atraídos por personas con los mismos genitales que ellos. Es un bufé de
identidades en el que puedes coger tu plato y ponerte una cucharadita de gay
o volverte loco y coger todas las etiquetas que puedas llevar a la mesa.
esto
o esto
o quizás esto
Pero durante muchas décadas, los LGBT* han tenido que ser invisibles por
miedo a la persecución. Por lo tanto, muchos hombres y mujeres
homosexuales tuvieron que camuflarse como si fueran extraterrestres que
invaden cuerpos terrícolas, pero no de la casta malvada, naturalmente. Es
superhomófobo insinuar que todos los hombres y mujeres gais se parecen.
Dicho esto, añadiré que algunos homosexuales disfrutan jugando con los
tópicos de estilo y género. Hasta cierto punto, toda subcultura tiene un
uniforme: mira los góticos, los mods, etc. Adoptar un estilo acorde con la
propia identidad sexual es muy diferente de ser transgénero, como ya vimos
en la sección sobre la identidad. Se trata más de una estética que toma
prestadas las normas del género o que busca la androginia. ¿Por qué una
mujer no debe cortarse el pelo? ¿Por qué los chicos no pueden maquillarse?
Parte de lo divertido de ser gay es hacerle una peineta a «la norma».
En la próxima sección nos fijaremos en algunos estereotipos especiales,
empezando por los hombres gais.
CAMP
La palabra inglesa camp se aplica a menudo a los hombres gais, aunque todo
puede ser camp. Las mujeres gais pueden ser fantásticamente camp, basta con
fijarse en Ellen DeGeneres. Camp significa excesivo, vistoso, kitsch y teatral,
pero también una conducta sofisticada, ingeniosa y subversiva. Más abajo,
cuando hablemos de «iconos gais», veremos que muchas celebridades
adoradas por los gais poseen estas cualidades.
Aunque camp suena literalmente como algo fabuloso, a menudo es utilizado
como un insulto, a veces por los heterosexuales, pero lo más sorprendente es
que también es utilizado así por los gais. «Es demasiado camp para mí» es una
frase que se oye en boca de muchos chicos gais cuando están decidiendo si
ligar o no con alguien.
Otra acepción que se relaciona con camp es «afeminado» y aquí es donde
parece que está el problema.
Parece poco probable que los jóvenes gais sean afeminados de nacimiento,
pero cuando era profesor conocí en mi clase de primer curso a niños de cinco
y seis años que eran innegablemente afeminados. ¿Cómo era posible? Una
posibilidad es que estos chicos se identifiquen como chicas a una edad
temprana: muchos trans lo hacen (recordemos la historia de Rory). Es posible
que se sientan sexualmente confusos porque se sienten atraídos por otros
chicos, pero no saben que ser gay es una opción, así que se ponen a imitar
rasgos «femeninos». No obstante, esto podría ser el resultado de sentirse
«diferentes» de los demás chicos, así que se limitan a adoptar las
características de sus amigas más cercanas. Otra teoría es que los gais jóvenes
tienen un radar para detectar el afeminamiento: identifican iconos
afeminados en los medios de comunicación e imitan su conducta.
Sea cual sea el origen del camp, es lícito decir que por muy machos que se
crean los gais, los desconocidos son a menudo MÁS que capaces de
identificar a un gay a veinte pasos, sobre todo si ellos también son gais.
Si preguntáramos a cien gais si piensan que son afeminados, se rascarían los
huevos, adoptarían un tono de voz diez decibelios por debajo de lo normal y
dirían: «Na, tío, yo no». Calculo que tres o cuatro dirían: «Bueeeeno, a veces,
si he bebido un poco».
A los gais parece que les dé miedo resultar afeminados. Cuelgan su perfil en
Grindr (una red social para gais) diciendo que son «normales» y se dejan
crecer la barba desesperadamente. (Enseguida trataremos el tema de la
hipermasculinidad.) Parece ser que la opinión general dice que aunque
pensamos que el afeminamiento queda genial en los presentadores de los
programas de entrevistas, no lo queremos para nosotros.
¿Se trata simplemente de misoginia galopante? ¿Es porque los hombres gais
detestan a las mujeres y todos los estereotipos femeninos? Vivir en un mundo
dominado por los hombres parece habernos infectado con la idea de que lo
masculino es MEJOR. ¿Será por eso por lo que algunas mujeres gais
TAMBIÉN rechazan las normas femeninas y se apropian de las características
del grupo dominante del planeta, el masculino?
Yo creo que no. Creo que es mucho peor. Creo que nos detestamos A
NOSOTROS MISMOS.
Qué putada, ¿verdad?
Pero no es culpa nuestra. Después de DÉCADAS nos han dicho, de todas las
maneras posibles, que los hombres gais son INFERIORES a los
heterosexuales, hemos desarrollado ese odio interno. No estamos rechazando
las características femeninas; estamos rechazando las características del
estereotipo gay.
Triste, ¿no? Sí, mega triste.
Puede que no nos gusten todos nuestros estereotipos, pero son nuestros. Nos
pertenecen. El resto del mundo es tan obtuso respecto a los gais que, nos
guste o no, creo que todos podríamos dar un poco más de apoyo a la cultura
gay. Dejadme decir algo, chicos y chicas: podéis «comportaros como heteros»
todo lo que queráis, pero si os acostáis con alguien de vuestro mismo sexo,
para el resto del mundo sois tan gais como Pedro Almodóvar compartiendo
una tienda de campaña rosa con Jodi Foster mientras ven Priscila, reina del
desierto.
A lo mejor tenéis una tienda de campaña rosa.
TÍOS CACHAS
Como dije antes, toda subcultura puede desarrollar un uniforme, pero para
algunos hombres gais, el estilo ha ido mucho más allá de la simple vestimenta.
Es, ya lo habréis imaginado, un estereotipo, pero a menudo se cree que los
gais tienen los mejores cuerpos del mercado.
Entrad en cualquier bar de ambiente de tamaño respetable y, aquí viene otro
estereotipo, veréis tíos grandullones moviéndose por la sala sin camiseta.
Tipos fornidos, con vientres como tabletas de chocolate y con el cuello tan
ancho como mi cintura. Esta curiosa estética de tíos cachas parece haberse
impuesto y es a la que aspiran muchos.
Hay un par de teorías sobre esta cultura de carne de gimnasio. Podría estar
ligada al gusto de los hombres gais por todo lo masculino. Los hombres
quieren hacérselo con hombres, así que cuanto más masculino seas, mejor. Si
quieres ligar mucho, conviértete en una fantasía, en un personaje de cómic. Sé
lo contrario a lo femenino.
La segunda teoría es más triste. Si a un joven gay le han estado machacando
con mensajes que dicen que femenino < masculino y que gay < hetero,
entonces es lógico que esos mismos jóvenes desarrollen un desprecio interior
por todo lo femenino y lo gay y, en consecuencia, se esfuercen por tener una
apariencia lo más masculina posible, como si pudieras dejar de ser gay a
fuerza de voluntad.
Alan Downs, autor de The velvet rage («La rabia de terciopelo»), apoya la idea
de que la obsesión gay por el cuerpo musculoso tiene que ver con el autoodio.
Cree que los hombres gais buscan niveles imposibles de perfección física para
ocultar una tristeza interior: que solo serás feliz si alcanzas ese nivel de
perfección y si consigues que unos cuantos hombres más quieran echarte un
polvo. Este autor cree que los hombres gais buscan la aprobación en los sitios
donde no deben.
No estoy del todo de acuerdo con ninguna de las dos teorías. Sencillamente
creo que estamos sujetos a una presión de grupo, incluso de adultos (vemos a
un Musculoca en el porno, en el bar, en la playa, y empezamos a creer que
también podemos serlo). Esto es algo que las mujeres vienen sufriendo desde
hace años, sobre todo desde la aparición de modelos altas y delgadas en las
revistas de moda.
Es un hecho estadístico que los hombres gais son más propensos a los
trastornos alimentarios que nuestros hermanos heteros. Llegamos hasta
donde haga falta para encajar en los clubes. Como nunca he visto a un tío
hetero bailando sin camisa, no es difícil entender el motivo.
Pista: tener una tableta de chocolate nunca ha hecho feliz a nadie. Nadie ha
llegado a ese estado en el gimnasio y se ha puesto a gritar: «¡LO
CONSEGUÍ! ¡YA SOY FELIZ!» Quizás alguno de nosotros se aferre a la
idea de que la verdadera felicidad consiste en una sesión de gimnasia más y
por eso seguimos yendo al gimnasio.
Como dije en la sección sobre el camp, no importa el aspecto que tengas ni
cómo te vistas: cuando eres gay, eres gay a los ojos del mundo. No existe algo
así como «él es más gay que yo». Si te descubres diciendo cosas así, es porque
te enfrentas a algo muy triste y muy arraigado.
ESTEROIDES
Los cuerpos de los tíos cachas tampoco son milagrosos. ESTEROIDES. Por
desgracia, es así de simple. ¿Vamos a alguna playa gay a jugar a AUTÉNTICO
O CON ESTEROIDES? Algunos individuos tienen cuerpos esbeltos,
definidos e incluso musculosos de nacimiento, pero creo que se puede
detectar a un consumidor de esteroides a un kilómetro de distancia. El uso de
esteroides es endémico en la comunidad gay. Con unas cuantas excepciones,
todos los tipos supermacizos los utilizan.
Bien. Hablemos de los esteroides, concretamente de los esteroides que son
anabolizantes androgénicos (EAA para resumir). Los consumidores se
inyectan o ingieren grandes dosis de una hormona masculina llamada
testosterona, que favorece el desarrollo muscular. La mayoría de
consumidores toma los EAA de un modo irregular, lo que causa variaciones
en su masa muscular siempre que necesitan parecer macizos. Algunos toman
un combinado de esteroides diferentes, una práctica conocida como stacking
(«atracón»).
Si todo el mundo los toma no serán tan malos, ¿verdad? ¿Verdad? Mentira.
Creo que esta tabla habla por sí misma. Como con todas las sustancias ilegales
(aunque hay personas a las que se les prescribe un tratamiento hormonal por
razones legítimas), el hecho de que tus colegas lo hagan no quiere decir que
sea sano.
Y además, no sé cómo decir esto de forma delicada. NADIE QUIERE
MONTÁRSELO CON UN PSICÓPATA CALVO, LLENO DE GRANOS Y
CON LAS PELOTAS COMO PASAS DE CORINTO. (Soy famoso por mi
tacto.)
Es un círculo vicioso. Los consumidores solo tendrán un cuerpo cachas
mientras consuman estos productos. Por lo tanto, ten en cuenta que no
puedes manipular tu físico ni artificialmente, ni exagerando tus esfuerzos en
el gimnasio como si estuvieras inflando una baja autoestima. Hablando con
franqueza, es un engaño, así de sencillo.
Insisto: nadie ha alcanzado la felicidad solo por ir al gimnasio. Los tipos
corpulentos quieren ser más corpulentos. Es la búsqueda interminable de un
estado de perfección que no existe. Los que utilizan esteroides no son más
felices, solo más corpulentos. Finalmente, el aspecto de tío cachas es muy
específico y no a todo el mundo le va ese estilo hormonado (yo creo que
parecen MONSTRUOS). No te garantiza que consigas pareja.
GUERRAS DE CHICAS
Mientras los hombres gais libran una batalla contra el camp a través de los
músculos, las mujeres gais tienen sus propias luchas internas. Esta guerra es
sobre la feminidad. Las «camioneras» se pelean a menudo con las «lesbianas
chic» y viceversa. Oirás muchos argumentos como éstos:
«Soy lesbiana, así que me gustan las mujeres que parecen mujeres.» O:
«Finge ser totalmente femenina, pero en el fondo es un marimacho».
Al igual que entre los hombres gais, estas luchas internas no ayudan a nadie.
Ya tenemos bastantes problemas fuera de la comunidad tal como están las
cosas. Parece que algunas mujeres piensan que abrazar estereotipos o
rechazarlos está perjudicando de alguna manera a «la causa», pero está claro
que es una equivocación. Todo lo que una persona quiera ser es aceptable.
Todo se reduce al gusto personal. A unas mujeres les gusta el maquillaje y la
moda, y a otras no.
Os habréis dado cuenta de que todo esto no tiene NADA que ver con la
sexualidad. De hecho, lo más preocupante es que las mujeres heterosexuales
puedan ser acusadas de ser homosexuales por el mero hecho de que no les
gusta perder el tiempo con peinados, ropas y maquillaje. Esto es homófobo y
sexista A LA VEZ.
De hecho, a la hora de ligar, hay mujeres lesbianas a las que les gusta el tipo
camioneras y hay quien prefiere un estilo más femenino: hay gustos para
todo.
MISÁNDRICAS
Una mezcla de propaganda negativa en los medios de comunicación y pura
misoginia ha promovido igualmente el mito de la «lesbiana cabreada», la idea
de que todas las lesbianas son activistas que quieren matar y arrancarles la
cabellera a los hombres. Esta respuesta es idéntica a la que reciben las mujeres
de los hombres cuando utilizan la palabra «feminismo». Es una forma
masculina de rebajar a las mujeres, de mantenerlas en su sitio. Fijaos que a las
feministas suelen acusarlas de ser lesbianas. Dejémoslo claro: las lesbianas no
odian a los hombres. Sencillamente, no quieren tener relaciones sexuales con
ellos.
Muy a menudo, cuando se habla de cosas de mujeres, veo que el término
«hombre» se utiliza para describir «el patriarcado». Esto también es un error.
“ÚNETE A NOSOTRAS”
Esto es tan ridículo que casi ni merece la pena mencionarlo, pero la
pornografía (más tarde hablaremos de esto) ha llevado a algunos jóvenes
heterosexuales a creer que las lesbianas ligeras de ropa estarían encantadas de
montárselo con ellos en un trío. Está claro que no es verdad.
Es probable que algunas mujeres bisexuales o queer busquen maromos de
manos húmedas en Internet para organizar tríos, pero la mayoría no. Desde
luego, ninguna lesbiana. No dejaré de decirlo: a las lesbianas les gustan las
vaginas. Ni siquiera les gustan los mirones. LO SÉ, ¡qué desconsideradas! ¿Se
nota mi tono sarcástico?
La idea de que las mujeres gais están «esperando al hombre ideal» tiene
consecuencias más dramáticas. En algunas zonas de África del Sur existe un
castigo, la «violación correctiva»: una práctica horrible y desgarradora en la
que mujeres gais (se estima que unas diez por semana) son violadas por
individuos o por grupos «por su propio bien», para volverlas heterosexuales.
Todos, heterosexuales, homosexuales y demás, debemos, DEBEMOS
entender que las mujeres de todas las orientaciones gozan de los mismos
derechos y libertades sexuales que los hombres.
COLGADOS
¡Pobres bisexuales! En esta sección incluyo también a los queer, pansexuales y
curiosos. Como a los humanos nos han enseñado a pensar en blanco y negro,
la gente que no se conforma con ser HOMO o HETERO a menudo puede ser
rechazada por ambos bandos.
Los heterosexuales creen que los bisexuales son «egoístas» o «indecisos»,
mientras que los homosexuales se inclinan más por el «Bah, seguro que es
gay». Ambos creen que «cuando encuentren a la persona ideal elegirán el
bando». Como he dicho antes, yo no creo que ningún bisexual se dedique a
apostar sobre seguro. Supongo que es mucho más fácil elegir bando. Por lo
tanto, hace falta ser valiente para identificarse de esta manera.
Depende de ti decidir si los bisexuales tienen lo mejor o lo peor de ambos
mundos. En mi opinión, los bisexuales no tienen los privilegios de la sociedad
heterosexual y encima les falta el sentido comunitario de los gais y las
lesbianas.
Vamos todos a abrazar a un bisexual esta semana. Ellos también necesitan
nuestro apoyo.
CONFORMIDAD
En todos los grupos hay normas sociales y ser LGBT* no es una excepción.
Quizás algunos estereotipos surjan de estos atributos compartidos. Pero nadie
tiene por qué amoldarse a estas características. A pesar de los muchos
estereotipos de los que hemos hablado en este capítulo (en cuanto a peinados,
moda o conducta), es importante recordar que incluso si asumes alguno de
ellos, sigues siendo un individuo. Solo hay una persona como tú y puedes
hacer lo que te apetezca siempre y cuando cuides de ti y no hagas daño a
nadie.
Para ser lo que quieres ser solo hay una norma: ser sincero contigo mismo.
CAPÍTULO 5:
EL MIEDO
Hasta ahora creo que he vendido bastante bien este asunto de los LGBT*. Es
decir, que parece maravilloso, ¿no? Puedes vestir como quieras y montártelo
con quien quieras. Es superchulo y moderno (si no, pregúntale a Zachary
Quinto, a Andrej Pejic o a Angel Haze). Puedes formar parte de una
subcultura vanguardista relacionada con el arte, la música y la moda. Pero lo
más importante es que puedes ser quien eres realmente. Finalmente tú eres
tú.
¡HURRA!
Ay, ojalá fuera así de sencillo. Mientras que algunas personas salen del
armario como si fueran una primera figura del patinaje, otros encuentran el
proceso más parecido a Bambi aprendiendo a andar. Para algunos, aceptar su
sexualidad y definirse es lo más difícil que les pasará en toda su vida.
Pero ¿por qué a algunas personas les resulta tan difícil?
HOMOFOBIA/TRANSFOBIA
Los diccionarios suelen definir la homofobia como «el miedo irracional,
aversión o discriminación de la homosexualidad o los homosexuales». Ojo a
la palabra «irracional». La definición también vale para la transfobia.
La homofobia, hablando en líneas generales, procede de dos sitios: de dentro
y de fuera. Otras personas alardean de sentimientos homófobos, pero también
los propios gais y bisexuales creen que hay algo malo en ser gay o bisexual. De
nuevo, esto vale también para la transfobia. Muchos trans han crecido en
ambientes en los que se les ha hecho creer que hay algo «raro» en querer
cambiar de género.
¿Y qué pasa si crees que hay algo malo en ser gay, bisexual o trans Y resulta
que TÚ lo eres? Esto es más habitual de lo que parece. Para no agobiarnos, lo
llamaremos AUTOODIO.
Si una persona joven cree que hay algo malo en ser LGBT*, es poco probable
que salga al balcón y se ponga a gritar que lo es mientras agita una bandera
con los colores del arco iris, ¿verdad?
Está claro que el conflicto aquí es por qué creen que ser LGBT* es malo. No
creo que nadie pueda nacer homófobo (o transfóbico), así que ha de proceder
de fuentes externas, lo cual nos lleva directamente a la homofobia.
HOMOFOBIA EXPLÍCITA
Por desgracia, hay intolerantes de mente estrecha por todas partes que
disfrutan haciéndote saber lo idiotas que son. «Éste es un país libre», dicen.
«Yo puedo decir lo que quiera.» Bien, incitar al odio es un delito, así que no,
no puedes decir todo lo que quieras.
• Algunos homófobos detestan a los gais porque creen que deben detestarlos.
Hablaremos de esto en el capítulo 6.
• Algunos homófobos creen que es sucio o asqueroso. Lo que hay que oír.
• Algunos homófobos creen que los gais van a bajar por su chimenea para
convertirlos, como si fueran VAMPIROS.
¿Os dais cuenta? Irracionales. Y cabezotas, mal informados e ignorantes.
Los transfóbicos sienten el mismo asco por los trans porque creen que es
imposible que alguien cambie de género o porque, como sucede con los gais,
ven a los trans como MALVADAS SIRENAS SEXUALES QUE TE
ENGAÑAN CON SU GÉNERO OCULTO. Habla con ciertos cisgéneros
sobre Tailandia y a los pocos segundos dirán algo despectivo sobre el tercer
género, te lo aseguro.
Si una persona joven ha crecido entre padres o tutores que se han reído cada
vez que en una serie aparecía una pareja gay, han estado enviando al niño un
mensaje claro de que no aprueban a la gente LGBT*. No tendrían que ser ni
padres ni tutores. Si un grupo de la escuela ha pasado diez años diciendo: ¡JA!
¡QUÉ ESTUCHE MÁS GAY!, están lanzando el mismo mensaje: ese estuche
es una birria, y tú, también.
HOMOFOBIA/TRANSFOBIA INSTITUCIONAL
Esta es una clase de homofobia mucho más insidiosa. De hecho, algunas
personas dirán que no es homofobia, pero yo creo que es igual de dañina.
Me gustaría que cogieras una revista cualquiera, que no sea Zero, MENsual o
GT. ¿La tenéis ya? Bien. Hojeadla y poned un post-it para señalar todos los
anuncios en que salgan parejas inequívocamente gais (no vale dos mujeres
riéndose de las ensaladas).
Una advertencia: no vais a necesitar NINGÚN post-it porque no habrá
NINGUNO.
Podríamos hacer la misma prueba con el cine, la televisión, la literatura o el
teatro. Con la posible excepción de modelos andróginos como Andrej Pejic,
Athena Wilson y Casey Legler, tampoco veréis una representación adecuada
de personas transgénero.
A pesar de la gran cantidad de personas LGBT* que hay en el mundo, somos
prácticamente invisibles en los medios de comunicación, algo que me parece
incomprensible, sobre todo teniendo en cuenta que hay MUCHOS hombres
gais de raza blanca en la producción de los medios.
Se nos fuerza a tragar los valores normativos heterosexuales desde que
nacemos. La Cenicienta se lía con un tipo al que solo ha visto una vez y al que
ha mentido; la Sirenita rechaza toda su cultura por un tío. Hay princesas que
llegan a la zoofilia al besuquearse con un SAPO… pero no hay modelos
LGBT* para niños.
Y la cosa no mejora en lo que se refiere a la televisión, libros y películas. Con
algunas excepciones notables (Tres con Tango, Mi mami ya no tiene frío) el
contenido preescolar e infantil es casi exclusivamente heterosexual. Lo
curioso es que el contenido dirigido a adolescentes tampoco está del todo
equilibrado. Algunas series de adolescentes se atreven a incluir personajes
LGBT* (mencionemos la serie inglesa Hollyoaks como un destacado
proveedor de personajes LGBT*), y algunos autores (¡ejem!) ponen
personajes LGBT* en sus novelas. Sin embargo, es poco probable que el
número de personajes gais esté a la altura de la proporción de adolescentes
LGBT* del mundo real y, muy a menudo, los personajes LGBT* son fugitivos
suicidas, para nada representativos.
Aparte de los medios de comunicación, vamos a hablar de la escuela. En
Historia, ¿os han hablado de Alan Turing? ¿De Harvey Milk? ¿Y de Martina
Navratilova?
¿Qué significa todo esto? ¿Por qué esto es homofobia? Porque cada vez que te
internas en un medio de comunicación (incluido Internet: a mí me llegan
anuncios para heteros en Facebook) o entras en la escuela y te dicen:
HETEROSEXUAL = NORMAL.
Es decir, que solo porque algo no sea abiertamente hostil hacia la gente
LGBT* no significa que no esté susurrando por lo bajo que eres un bicho raro.
Vale, ya sabemos que eres COJONUDO. Es el sistema el que es una mierda
total.
BARBA
Una mujer guapa cogida del brazo de un hombre gay que no ha salido del
armario para convencer al resto del mundo de que es hetero y viril, de aquí lo
de «barba».
A menudo se las ve cogidas del brazo de actores de Hollywood que no han
salido del armario, como por ejemplo PON AQUÍ LOS NOMBRES QUE
QUIERAS.
MATRIMONIO LAVANDA
Falso matrimonio pensado para que el marido, la esposa o ambos parezcan
heterosexuales a ojos del público. Popular en Hollywood entre personajes
como PON AQUÍ LOS NOMBRES QUE QUIERAS, tienen matrimonios
aparentemente felices.
Estas dos instituciones privan a los jóvenes LGBT* de modelos preeminentes
dentro de Hollywood.
PARANOIA
Algunos argumentarán que tanto la homofobia como la transfobia tienen su
raíz en la sospecha y la paranoia. Cuanto menos entendamos a un grupo
social, cuanto menos nos molestemos en aprender, más errores y
preocupaciones tendremos. Durante mucho tiempo los LGBT* fueron
relativamente discretos, lo que aumentó la desconfianza.
Históricamente, hubo un punto de inflexión que contribuyó al miedo y la
paranoia, sobre todo respecto a los hombres gais, y fue la epidemia del sida de
la década de 1980.
Vamos a dar una clase de historia:
El origen exacto del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) y del sida
(síndrome de inmunodeficiencia adquirida) no se conoce, aunque es de
suponer que la infección por VIH, que ataca al sistema inmunitario, pasó de
los simios a los humanos en África a principios del siglo XX. De alguna
manera, un portador del virus viajó a Estados Unidos a finales de los años
setenta y la epidemia (y más tarde pandemia) comenzó a extenderse.
Durante un tiempo, se llamó GRID (inmunodeficiencia relacionada con los
gais) al VIH/sida, y cuando el mundo de la medicina cayó en la cuenta de que
la enfermedad podía afectar a cualquier persona, tanto si era gay como si no,
el daño ya estaba hecho: el VIH/sida se había convertido en una «enfermedad
gay».
La mala fama surgió de las grandes comunidades gais de Nueva York y
California, donde los gais y los bisexuales, que antes no tenían la necesidad de
utilizar condones, propagaron la infección a una velocidad de vértigo. Miles
de hombres murieron incluso antes de que los investigadores llegaran a
entender la enfermedad.
Los portadores de VIH podían llevar años infectados antes de desarrollar la
enfermedad, por lo que infectaban a otros sin siquiera ser conscientes de que
eran portadores del virus. Como además viajaban por el mundo entero, el
sida se convirtió en un problema planetario, que afectaba a todo el mundo,
aunque la reputación de ser «cosa de gais» perduró.
Pregunta a cualquier persona gay que creciera en el Reino Unido durante los
años ochenta del siglo XX y te hablará de un terrorífico anuncio en televisión
en el que salía gente aplastada por una gigantesca lápida con las siglas
«SIDA». Provocó el pánico en todo el Reino Unido. El problema era que la
gente no entendía bien la enfermedad. Algunos creían que podían infectarse
solo por compartir con portadores del virus una jarra de cerveza o el asiento
del inodoro. No se transmite así, como sabe todo el mundo, sino a través de la
sangre y del semen, pero a los ignorantes les empezó a dar miedo todo lo
relacionado con el mundo gay. Ya no se trataba de «puede que quieran
engañarme para llevarme al huerto», sino de «esta persona podría matarme».
Ha costado treinta años informar mejor a la gente sobre el VIH/sida y ahora
ya existen tratamientos efectivos, pero el estigma permanece. Muchos
hombres orgullosos de ser gais (y en este caso, se trata de gais o bisexuales, no
de lesbianas) estarán encantados de presentarse como gais, pero no como
seropositivos, por miedo al qué dirán.
Así que para mucha gente de mente estrecha, el miedo a los gais está
permanentemente ligado al miedo al VIH/sida. Aunque seas un niño nacido
en los años noventa, tus padres recordarán vivamente la crisis del sida. Saber
que sus padres aún puedan estar preocupados por el VIH/sida tiene a muchos
jóvenes gais atrapados en el fondo del armario con un anorak mohoso y unas
bolas de naftalina.
ACOSO HOMÓFOBO/TRANSFÓBICO
El acoso es el maltrato sistemático, verbal, físico o mental. La homofobia,
como dijimos, es el miedo irracional a personas LGB*. Junta ambos conceptos
y tendrás a personas acosadas por su sexualidad. El acoso transfóbico está
dirigido contra personas a las que se considera transgénero.
Si nos ponemos en plan quisquilloso, que alguien te grite en la calle «¡Oye, tú,
maricón!» no es acoso homófobo, es insulto homófobo. Hay una diferencia
clave: el acoso supone una campaña reiterada contra un individuo o contra
un grupo.
Empecemos por el maltrato o acoso físico. Bien, la agresión siempre es un
delito, así que la ley está de tu parte. Piensa que en 2014, el Parlamento de
Cataluña aprobó una ley revolucionaria al respecto, la ley 11/2014, del 10 de
octubre, para garantizar los derechos de lesbianas, gais, bisexuales,
transgéneros e intersexuales y para erradicar la homofobia, la bifobia y la
transfobia. En el Código Penal español, existe un artículo, el 22, donde se
estipulan los agravantes de los delitos, entre los que figura cometerlos por
motivos discriminatorios, incluidos los que hacen referencia a la orientación
sexual. Algunos cuerpos policiales incluso tienen algún agente LGBT* de
enlace para ayudar a las víctimas de estos delitos. Si te han agredido, deberías
llamar al 112 o visitar la comisaría de policía de tu distrito. Si la agresión ha
tenido lugar en la escuela, sigue siendo una agresión y deberías llamar a la
policía o conseguir que alguien de tu escuela lo haga.
Otro ejemplo de cómo la ley está de tu parte es Inglaterra, donde la ley inglesa
de justicia criminal de 2003 dice que los delitos homófobos/transfóbicos
deben castigarse con más seriedad y que a los que los cometen se les apliquen
penas más largas de prisión.
Denuncias de terceros: por si puedes conseguir que alguien que conozcas
informe de un delito; así, ni siquiera tienes que identificarte si prefieres
mantener en secreto tu orientación sexual.
ACOSO ESCOLAR
«Cuando estaba en 9º curso, salí del armario y se lo dije a mis amigos y a
ellos les pareció bien, y luego se lo dije a mi padre. Pregunté en la escuela si
había algún tipo de apoyo, porque me estaban acosando. Los compañeros
se burlaban de mí y una vez, en el pasillo, un grupo de chicos se puso
contra la pared mientras decían “tapaos el culo”. Les dije a los profesores
que me estaban acosando y fui a hablar con la consejera de estudios. Tras
hablar con ella, dio una conferencia sobre el acoso homófobo. Me hizo
hablar delante de todo el mundo sobre el tema, y me resultó muy difícil.
Después del acto… la mayoría de los acosadores me dejaron en paz; solo
siguieron unos pocos. Los compañeros aún se me acercan a decirme que
fui muy valiente.»
N. 17 años, Burgess Hill, Reino Unido.
LA HISTORIA DE DOUGLAS
En 2008 volví a Escocia después de haber vivido en el extranjero. Tenía
dieciséis años y pensaba ir a la universidad cuando transcurrieran otros
dos.
«Oye, ¿has visto a ese chico nuevo del Canadá? Es un maricón de mierda.»
Lo que Kyle le había dicho a Graeme en el pasillo, ajeno a mi presencia, se
me quedó grabado. ¿Cómo lo sabía?, pensé. ¿De dónde ha salido todo
esto? ¡Yo apenas lo conocía!
Había hablado conmigo una sola vez, pero había hecho todas las
deducciones que necesitaba para empezar una campaña de miedo y
aislamiento que duró los dos últimos años de instituto. Podía achacarlo a
su inmadurez (tenía un año menos que yo), pero esas cosas suelen colar
casi siempre. Había agresiones verbales directas y en la clase de educación
física Kyle y Graeme me agredieron físicamente en algunas ocasiones. No es
fácil explicar por qué tienes tantos hematomas en el costado, que se
debían a los golpes que me daban repetidamente con palos de hockey.
Pero de alguna manera me las arreglaba para dar explicaciones.
He de reconocer que cuando recuerdo lo que ocurrió, me dan ganas de
gritar, por mi ingenuidad, por no haberme quejado antes. Un viernes,
durante la última clase, estaba con una amiga a la que le había contado
que era gay y hablábamos de nuestros planes para el fin de semana. Entre
dichos planes figuraba ver el sábado a mi novio de entonces, por una cosa
u otra.
—Es estupendo —dijo Gemma— que hayas conseguido un novio.
Para mi horror, una chica que se sentaba detrás de mí exclamó:
—¿Eres gay? ¡Nunca lo habría imaginado!
La situación habría sido soportable, pero aparecieron dos problemas:
primero, que toda mi clase de francés se enteró en el acto y, segundo, que
Kyle se sentaba justo detrás de ella. Los últimos quince minutos de clase
pasaron a cámara lenta y no recuerdo mucho más aparte de la
abrumadora sensación de culpa, vergüenza y atroz falta de seguridad; la
gente me demonizó y me defendió al mismo tiempo. Kyle confirmó
finalmente lo que sospechaba: Douglas es gay.
Recuerdo haber salido pronto para recoger mis instrumentos en el
departamento de música y salí disparado hacia mi taquilla. Cuando los
demás compañeros llegaron a las taquillas, ya lo sabían. Algunos fueron
comprensivos, pero Kyle, Graeme y sus amigos disfrutaron torturándome
mientras recogía mis cosas.
El lunes no quería volver a la escuela. Llegué tarde adrede para no tener
que tropezarme con nadie. Mi tutora tenía ya una lista de todos los
incidentes que le había contado.
Pocas semanas después, estaba en la estación local esperando un taxi para
ir a casa. (Nunca me sentí ni me siento seguro andando de noche yo solo.)
Kyle y Graeme pasaron a mi lado y empezaron a insultarme en la calle. Yo
había aprendido a salir al paso de estas situaciones en la escuela, pero no
en la calle. Se fueron y por fin conseguí un taxi. Cuando me encontré en
casa sano y salvo, rompí a llorar. ¿Por qué yo? ¿Cómo podía parecerles
bien aquello? Por lo que yo lograba comprender, se burlaban de lo que yo
hacía en mi dormitorio. Pero por algún motivo conseguían llegar al mismo
centro de mi identidad.
Cómo contener el acoso homófobo/transfóbico en la escuela
Las siguientes medidas pueden ser útiles para enfrentarse a cualquier clase de
acoso.
• Si crees que te están acosando, comienza a escribir un diario. No el típico
«Querido diario, Fulanito es un amor…», sino un diario de incidentes, con
nombres, fechas, horas y lugares. Toma el nombre de los testigos fiables
que puedan apoyarte.
• Esta es la parte más dura: cuéntaselo a alguien en quien confíes y enséñale el
diario.
• YA LO SÉ. Contárselo a alguien no hará más que empeorar las cosas,
¿verdad? MENTIRA. Eso es lo que esperan que hagas, para tener control
sobre ti. El acoso es cuestión de poder y control. Si obedeces las reglas que
impone tu agresor, le estás entregando todo el poder.
• Tu diario y tus testigos difícilmente podrán ponerse en entredicho. Muchos
jóvenes piensan que no los van a creer. TE CREERÁN. Si el primer
profesor no responde como debiera, habla con su jefe. Busca a alguien que
te escuche. Una vez más, eres tú quien manda en ti.
• Los profesores también están bajo observación. Ningún profesor ni ninguna
escuela quiere que los acusen de homofobia o transfobia, ya que está en
juego su empleo y su reputación. Ellos te ayudarán.
• Si has sufrido alguna agresión física o sexual deberías denunciarlo a la
policía.
• ¿Qué ocurrirá después? Bueno, depende de la escuela y de las circunstancias.
De acuerdo con la ley, la policía y la escuela deben hacer algo. No voy a
mentir: no es probable que la situación desaparezca; pero si insistes, tu
escuela tendrá que adoptar medidas cada vez más rigurosas para
convertirse en un espacio seguro para ti.
Mi consejo es que NUNCA TE LO CALLES. Por difícil que sea, LUCHA.
Y como palabras finales sobre el acoso, ten en cuenta que el día que dejes la
escuela, tu vida como joven LGBT* mejorará, pero solo porque la vida de
todo el mundo mejora al dejar la escuela. Se ha convertido en la consigna del
movimiento antiacoso homófobo, pero ES MEJOR.
DISCRIMINACIÓN EN EL TRABAJO
«Llevaba casi un año [en el proceso de transformación en mujer], y seis
meses después de que empezara a mostrarme como era las veinticuatro
horas del día, mi jefe, que al principio se había mostrado muy
comprensivo, tomó medidas para echarme. Terminé por ahorrarles todo el
rollo legal y me largué sin más, porque se estaba volviendo insoportable.
No hay ninguna protección en estos casos y lo más probable es que te veas
obligada a cambiar de trabajo en algún momento, ya sea porque te
despiden o porque te hacen la vida tan imposible que acabas por irte
voluntariamente. Como ejemplo de situación molesta, es algo bastante
común (como me ocurrió a mí) que te ordenen que te limites a usar el
lavabo individual, si es que lo tienen. En mi caso, para usar el único
disponible tenía que tomar el ascensor, estaba mal ventilado y olía fatal, a
diferencia de los lavabos normales del edificio. También conozco a varias
mujeres trans a las que sus jefes les ordenan que utilicen el lavabo de
caballeros.»
Irene, 33 años, Nueva Jersey, EE.UU.
NO TIENE GRACIA
Antes dije que no todo era Kylie y canapés, y no bromeaba. La homofobia
mata. Las estadísticas que hay a continuación son REALES y demuestran que
todos debemos rebelarnos contra el odio.
• En el Reino Unido, una de cada seis personas LGB* ha sido víctima de un
delito o incidente en los últimos tres años.
• Hay jóvenes LGB* que han sido acosados hasta llegar a un estado próximo
al suicidio, la autoagresión o la depresión. El cuarenta y uno por ciento ha
intentado o pensado quitarse la vida directamente debido al acoso, y el
mismo porcentaje se autoagredió deliberadamente por culpa del acoso.
• El cuarenta y uno por ciento de lesbianas y mujeres bisexuales ha tenido
síntomas claros de depresión, mientras que en el caso de los hombres gais y
bisexuales el porcentaje es del veintinueve por ciento.
• Uno de cada siete hombres gais y bisexuales (trece por ciento) ha tenido
síntomas entre moderados y graves de depresión, mientras que el
porcentaje entre la población en general es del siete por ciento.
• El setenta y nueve por ciento de mujeres lesbianas y bisexuales ha pasado
por periodos de tristeza, desdicha o depresión durante el pasado año.
• A lo largo del año pasado, uno de cada catorce hombres gais o bisexuales se
ha causado lesiones a propósito. Esta cantidad se eleva a uno de cada cinco
en las mujeres gais o bisexuales.
• Los jóvenes LGBT* tienen un 190 por ciento más de probabilidades de caer
en las drogas y el alcohol que los jóvenes heterosexuales. (Universidad de
Pittsburg, 2008.)
Excepto donde se indica otra fuente, todas estas estadísticas proceden de
«Stonewall - Informe escolar 2012», «Estudio de 2011 sobre salud mental de
hombres gais y bisexuales», «Delitos de odio homófobo: estudio de 2013
sobre delitos contra gais en Gran Bretaña».
¡BUM!
Eso ha sido una bomba sensible que te ha estallado en la cara. Sí, ya sé que
todo esto es una interpretación deprimente, pero todo sea en nombre de la
VERDAD. Está claro que ser LGBT* no te deprime automáticamente ni te
impulsa al suicidio, pero es un hecho que los jóvenes LGBT*, cuando están
expuestos al odio o a la homofobia o cuando viven con ansiedad y
amenazados, son más vulnerables a los problemas de salud mental.
Este es el motivo por el que todos nosotros, todos los LGBT*, jóvenes y viejos,
seguimos trabajando por una mayor aceptación y enfrentándonos a la
homofobia. Incluso un libro como este habría sido impensable hace diez años.
¡QUÉ FUERTE! ¡Un libro sobre ti en una biblioteca escolar! ¿Qué será lo
siguiente?
Por suerte, mientras aumentan la tolerancia, la comprensión y la visibilidad
de los LGBT*, la homofobia morirá junto con los ignorantes que siguen
practicándola.
CAPÍTULO 6:
LECCIÓN DE HISTORIA
Aunque ahora parece inconcebible, en Inglaterra y en Gales fue ilegal ser gay
hasta 1967, y Escocia no se puso al día hasta 1981 (¿en qué estarían
pensando?). Irlanda del Norte lo retrasó hasta 1982. Antes de estas fechas,
tanto en Gran Bretaña como en otros países europeos las relaciones sexuales
entre hombres eran consideradas un delito («inmoralidad grave») o una
enfermedad mental. En 1954 había alrededor de mil hombres en las cárceles
inglesas por ser gais. En España existió durante años la ley de vagos y
maleantes, que se cambió en 1970 por la ley de peligrosidad y rehabilitación
social, donde se contemplaba que los homosexuales debían ser internados en
cárceles o manicomios para su “rehabilitación”. No fue hasta 1995 cuando la
ley de peligrosidad fue derogada, aunque en el momento en que se inició la
Transición, se dejó de encarcelar a las personas homosexuales por el mero
hecho de tener una orientación sexual distinta a «lo normal».
Que el lesbianismo no fuera ilegal se debe al hecho de que dos mujeres no
podían cometer «sodomía», al menos en el Reino Unido.
Veamos, por ejemplo, el caso de Alan Turing, un tipo del que deberían
hablarte en el instituto. Básicamente, este genio de la criptología nos hizo
ganar la Segunda Guerra Mundial, pero lo detuvieron en 1952 por ser gay
(repito, «inmoralidad grave»). Aceptó la CASTRACIÓN QUÍMICA como
alternativa a la pena de cárcel y acabó suicidándose en 1954. Qué mal rollo,
tío.
Uno de los mayores pasos que se dio hacia la igualdad fue cambiar la edad de
consentimiento sexual. Después de hacer mucho, MUCHO el ridículo, y
después de que muchos, muchos políticos quedaron como unos furibundos
ignorantes o pura y simplemente homófobos, la edad de consentimiento para
tener relaciones sexuales entre hombres (repito: entre hombres, ya que nunca
hubo reglas para las mujeres) pasó de los veintiuno a los dieciocho años y,
FINALMENTE, en 2001, a los dieciséis. Esto significaba que la ley reconocía
que no podía haber una serie de normas para los heterosexuales y otra
diferente para los que no lo son.
Con la frustrante y desesperante lucha por la igualdad y el matrimonio, que
ya dura un montón de tiempo, la discriminación abierta (pues no es otra
cosa) está llegando a su fin en algunos países de Europa. En España, el
matrimonio homosexual fue aprobado en 2005, pero ya hablaremos sobre
este tema más adelante.
Básicamente, amigos míos, ser LGBT* en muchos países europeos puede ser
molesto a veces, pero, como explico más adelante, podría ser mucho,
muchísimo peor…
LA HISTORIA DE BRYAN
«Bryan», de 21 años, vive en Singapur.
«La situación en Singapur es muy extraña. Aunque los homosexuales son
cada vez más visibles, no tenemos derechos legales. Contamos con una
organización, Pink Dot SG, que se parece a la Federación Estatal de LGBT*
española, y tenemos las “Art Venues”, que son lugares donde se reúnen los
gais. Nunca he sabido de nadie que haya sido detenido, pero es ilegal que
dos hombres mantengan relaciones sexuales. Personalmente, no lo
entiendo. Singapur es un lugar hermoso y tolerante, así que no es fácil
entender por qué no hay leyes que nos protejan.»
Estos grupos viven de los donativos. Esto significa que tienes que rascarte el
bolsillo y dar todo el dinero que puedas.
1. Hinduismo y budismo
Vamos a empezar por lo positivo. El hinduismo y el budismo no tienen
ningún problema con la homosexualidad y el transgénero. El arte hindú
muestra varias figuras realizando actos homosexuales, mientras que el
objetivo final del budismo es ser uno con el mundo, lo cual, en este caso,
nos incluye.
¡Hurra por el hinduismo y el budismo!
2. Cristianismo
Como sabéis, hay varias ramas del cristianismo y cada una tiene un
punto de vista diferente sobre la homosexualidad. He aquí un resumen
muy esquemático:
• Iglesia de Inglaterra (anglicanismo): progresista pero resistente. El
matrimonio homosexual está bien para los tipos normales, pero no
para los sacerdotes.
• Iglesia católica: la homosexualidad se considera un pecado.
• Iglesia metodista: relativamente avanzada.
• Cuáqueros: superguays. Hace años que lo son.
• Baptistas: me temo que tienen problemas graves con los gais.
¿Y cuál es el gran problema? Que todo es una cuestión de TRADUCCIÓN y
LENGUAJE. Hay muchísimas traducciones de la Biblia (el libro sagrado de
los judíos y los cristianos) y todas son ligeramente distintas. Una palabra
perdida aquí o allá desprestigia la homosexualidad. El problema procede de
dos puntos clave de la Biblia. Las citas siguientes son de la traducción de
Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera (Y lo he escrito en una fuente
siniestra):
«[LOS HOMBRES DE SODOMA] LLAMARON A LOT Y LE DIJERON: “¿DÓNDE ESTÁN
LOS VARONES QUE VINIERON A TI ESTA NOCHE? TRÁELOS PARA QUE LOS
CONOZCAMOS”.»
Génesis 19,5. (Dicen que «conocer» significa aquí «follar».)
«COMO SODOMA Y GOMORRA, Y LAS CIUDADES VECINAS, A SEMEJANZA DE
AQUELLAS HABÍAN FORNICADO Y HABÍAN SEGUIDO LA CARNE EXTRAÑA,
FUERON PUESTAS POR EJEMPLO, SUFRIENDO EL JUICIO DEL CASTIGO ETERNO.»
Judas 1,7. (Dicen que «seguir la carne extraña» significa «practicar la
homosexualidad».)
Entonces ¿qué está pasando aquí? En pocas palabras, las ciudades de Sodoma
y Gomorra estaban en el valle del Jordán hasta que Dios decidió arrasarlas
con el fuego celestial. Suena como un episodio alucinante de Buffy
Cazavampiros hasta que te das cuenta de que la gente utiliza esta historia para
perseguir a otra gente.
Según algunas lecturas del texto hebreo (versiones de esta historia aparecen
en la Torá, la Biblia y el Corán), se cree que la conducta que tanto ofendía a
Dios fue la homosexualidad.
Esto está ABIERTO a toda clase de interpretaciones, como pronto veremos.
Más advertencias acojonantes procedentes de la Biblia:
«NO YACERÁS CON HOMBRE COMO CON MUJER; ES ABOMINACIÓN.» (Levítico
18,22).
«SI ALGUIEN SE ACOSTARA CON VARÓN COMO CON UNA MUJER, AMBOS
HABRÍAN COMETIDO ABOMINACIÓN; AMBOS DEBERÁN MORIR Y SOBRE ELLOS
PESARÁ LA SANGRE DERRAMADA.» (Levítico 20,13).
Aquí se pasan, ¿no?
3. Islam
Como ocurre en la Biblia judeocristiana, en el Corán no hay gran cosa
que prohíba explícitamente la conducta homosexual, aunque también
habla de los habitantes de Sodoma y Gomorra, esta vez poniendo el
acento en la violación y no en la homosexualidad. Bueno, ya sabemos
cómo responder a esta historia, ¿verdad?
El mayor problema viene de los hadices, o sea, las enseñanzas de
Mahoma. Son… en fin… menos ambiguas.
«DONDEQUIERA QUE VEAS COMETER EL PECADO DEL PUEBLO DE LUT
[LOT], MÁTALOS A AMBOS, AL QUE LO COMETE Y AL QUE LE ES COMETIDO.»
(Sunan al-Tirmidhi.)
Bueno, al menos no hace distinciones entre el activo y el pasivo.
CÓMO DISCUTIR CON MUSULMANES
La buena noticia es que el Corán está de tu parte. En NINGÚN SITIO habla
Alá de castigar la conducta homosexual. Más aún, el Corán promueve
activamente la diversidad, ya que Alá también la creó:
«¡HOMBRES! OS HEMOS CREADO DE UN VARÓN Y DE UNA HEMBRA Y
HEMOS HECHO DE VOSOTROS PUEBLOS Y TRIBUS, PARA QUE OS
CONOZCÁIS UNOS A OTROS. PARA DIOS, EL MÁS NOBLE DE ENTRE
VOSOTROS ES EL QUE MÁS LE TEME. DIOS ES OMNISCIENTE CONOCEDOR,
ESTÁ BIEN INFORMADO.»
Corán, sura 49, 13 [versión española de Julio Cortés].
En los hadices, como en el Levítico, hay varias normas que pocas personas
seguirían en la actualidad. La seducción por parte de las mujeres está a la
misma altura que los actos homosexuales, así que vendría a ser algo tan
prohibido como beber vino. Estoy seguro de que no mataríamos a nadie por
cosas así. Además, la sharia o ley islámica no contempla ningún castigo
específico para la conducta homosexual. Recomienda que la pena de muerte
sea utilizada únicamente en casos de adulterio, apostasía y asesinato. La
mayoría de los países musulmanes no pone en práctica estos castigos (pero
cuidadito con los que sí los imponen).
4. Judaísmo
No es por ser gracioso, pero fueron ellos los que lo empezaron. Los
pasajes de la Biblia que se refieren a la homosexualidad pertenecen a la
Torá (el Pentateuco), así que viene a ser la misma historia: en general, los
sentimientos negativos hacia la homosexualidad proceden del relato de
Sodoma y Gomorra y del Levítico, que en hebreo se llama Vayikra.
Como en el cristianismo, hay muchas ramas de la fe judía, y la rama
ortodoxa tiende a ser la más… bueno, la más ortodoxa. Una de las
formas más populares de judaísmo, el judaísmo reformado, es más
moderna y no prohíbe que las parejas gais, lesbianas o bisexuales entren
en su fe. Así que vamos a enviarles todos una galletita.
***
LA HISTORIA DE LUKE
Parece ser que cuando tenía 4 o 5 años hubo un día en que volví de la
escuela llorando a moco tendido. Alguien me había dicho que Dios no
existía. De niño, yo también era conocido por mis interpretaciones de las
películas de Disney y por cantar la «Shoop Shoop Song» de Cher a todo
aquel que se sentara cerca mientras pudiera soportarlo. Este
comportamiento había hecho que mis padres creyeran que iba a ser clérigo
o actor (no estoy seguro de por qué actor y no drag queen, ya que me
contaron que bordaba el papel de Cenicienta). Bueno, al final ni soy
clérigo ni actor (ni drag queen, aunque tengo piernas para serlo), pero sigo
teniendo la misma fe que hace veinte años.
Aunque no crecí en una familia tradicional católica, empezamos a asistir a
la iglesia cuando nos mudamos a Sussex, poco antes de que cumpliera
nueve años, y pronto se convirtió en una parte importante de mi vida y de
mi desarrollo. Durante mi adolescencia pasaba gran parte de mi tiempo
libre con los niños y jóvenes de la Iglesia Baptista local y tenía un grupo de
amigos que también hacían lo mismo. La dolorosa ironía era que ellos solo
conocían una parte de mí, por mucho tiempo que pasáramos juntos.
Crecer sabiendo desde temprana edad que eres gay (me cité con mi primer
«novio» a los diez años), en un lugar donde te recuerdan muy a menudo
que «los elegidos de Dios son el hombre y la mujer», puede ser algo muy
dañino. Hace que mucha gente pierda su fe, que muchos se hagan daño a
sí mismos y que otros se suiciden. Es una posición complicada en la que se
siguen encontrando hoy en día incontables jóvenes y adultos, y la Iglesia
tiene aún mucho trabajo que hacer para reparar sus errores.
Sin embargo, considero que me encuentro en una posición increíblemente
privilegiada ahora que he superado esos lugares oscuros e impuestos. He
llegado a tener mi propia fe, sin enseñanzas dogmáticas que me la
prescriban. Mis estudios de teología me han ayudado en este viaje y me
han permitido comprender que pertenezco a dos comunidades hermosas,
carismáticas, alegres y vivas que, a pesar de sus diferencias, a menudo se
enfrentan a la vida de la misma manera.
Ser cristiano y a la vez gay o ser un gay que también tiene fe es a veces un
camino difícil de recorrer, ya que ninguna comunidad entiende cómo
puedes pertenecer a las dos, pero a mí me parece que formar parte de
ambas es una aventura increíblemente estimulante.
Como cristiano creo que Dios es amor y que, donde hay amor, está Dios.
Una de las comunidades más amorosas que conozco es la de «los gais» y
ahí es donde sé que se encuentra Dios.
Luke
RELIGIÓN Y TRANSGÉNERO
Este tema plantea más problemas. Antes de comenzar, vale la pena decir que
la reasignación de género, como decimos hoy, no era posible cuando se
escribieron los textos sagrados. Por lo tanto, no existe precedente para esto.
Sin embargo, sí hay unos cuantos pasajes sobre travestismo cuyo significado
ha sido tergiversado para incluir todo trastorno de la identidad de género.
Paradójicamente, el islam adopta una postura muy relajada al respecto. En el
Corán no hay nada específico y los hadices se refieren a él solo cuando el
travestismo se vincula con la prostitución (lo que no es una opción laboral
muy brillante, seamos sinceros, así que sus razones tenían). En algunos países,
sin embargo, la cirugía reasignadora de género (a menudo de masculino a
femenino) se contempla como una «curación» de la homosexualidad, que es
un delito. Está claro que esto no es lo ideal.
El cristianismo y el judaísmo tienen enfoques más definidos y, en general,
negativos sobre la reasignación de género. En el Deuteronomio, libro del
Antiguo Testamento (y lo mismo en la Torá), aparece el siguiente pasaje:
«NO VESTIRÁ LA MUJER HÁBITO DE HOMBRE, NI EL HOMBRE VESTIRÁ ROPA DE
MUJER; PORQUE ABOMINACIÓN ES PARA YAVÉ, TU DIOS, CUALQUIERA DE
ESTOS.»
(Deuteronomio 22,5.)
También hay referencias a los eunucos (hombres a los que les han quitado los
genitales), que tenían prohibida la entrada al templo.
En cuanto a los pasajes que se refieren a la homosexualidad, los trans pueden
defenderse sin problemas cuando se utilice la Biblia o la Torá para atacarlos.
En el caso del Deuteronomio, el texto parece referirse al travestismo, no a la
dismorfia de género y, dada la época en que fue escrito, podría estar
refiriéndose en realidad a prácticas de cultos paganos de fertilidad de la época.
Además, los eunucos no eran castrados para cambiar de género: la mayoría
eran esclavos a los que les cortaban las partes en contra de su voluntad. Una
vez más, vemos que muchas de las normas aplicables a las gentes de los
tiempos de la Biblia ya no tienen ningún sentido.
NOTA FINAL:
Un buen amigo me dijo una vez: «NO PUEDES DISCUTIR CON LOCOS».
Otro dijo: «QUIEN QUIERA ODIARTE…». Junta ambos destellos de
sabiduría y te harás una buena idea de la situación en la que estamos. La gente
que utiliza la religión para justificar su odio a los LGBT* seguirá haciéndolo
por muchos argumentos en contra que les ofrezcas. Ya puedes hablar de
lógica hasta ponerte morado porque algunos homófobos seguirán odiándote.
Si quisieras construir un argumento convincente sobre por qué comer
empanada de carne es pecado, seguro que encontrarías textos religiosos para
apoyar tu causa. Son lo bastante antiguos y ambiguos para condenar casi
cualquier cosa.
Lo único que podemos hacer es convencernos de que estamos muy lejos de la
abominación. Tanto si crees que Dios es el Creador como si no, todos hemos
nacido de algo muy natural. Somos orgánicos al cien por cien. Como el zumo
de naranja con pulpa.
CAPÍTULO 7:
SALIR
DEL ARMARIO
Aguantar las reposiciones de Bob Esponja mientras repasas una lección; evitar
la mirada de tiburón de tu cruel y caprichoso profesor de matemáticas; tratar
de pensar en algo gracioso y divertido para decírselo a esa persona a la que te
gustaría besar… Los años de escuela son muy difíciles. Y por si no lo fueran
bastante, la edad más común de salida del armario de gais, lesbianas y bi es a
los diecisiete años, cuando uno todavía está en el instituto. Otra cosa por la
que preocuparse, y que no figura en el plan de estudios.
¿Cómo hacerlo? ¿Cuándo hacerlo? ¿A quién decírselo? ¿Decir algo, en
definitiva? Salir del armario supone meterse en un campo de minas en
potencia. Un paso en falso y tu pierna gay saltará en pedazos.
Bueno, ahora en serio. Para un/a joven LGBT* no hay NADA más aterrador
que la idea de contar a tus seres queridos que te atraen personas de tu mismo
sexo o que ya estás hasta las narices de pertenecer a un género que no te va.
Este miedo es totalmente comprensible, pero hay distintas formas, todas tan
dulces como un caramelo, de pasar de estar «encerrado en el armario» a
sentirse «liberado y orgulloso».
¡SÍ!
La gente habla alegremente de su religión, su estado civil, su origen étnico y
su comida favorita, pero conversar sobre orientación sexual o de género sigue
siendo un tabú. Quizá por una buena razón.
Como ya hemos visto, hay ochenta países en los que hombres y mujeres
pueden ser perseguidos por tener relaciones sexuales con alguien del
mismo género. (CARA SUPERTRISTE.)
Pero cuando se sale del armario en un lugar seguro, el hecho conlleva un
montón de beneficios. A fin de cuentas, deseos, enamoramientos, citas y
relaciones abarcan buena parte de la vida de una persona, y esconder algo tan
vital a tus amigos y familiares es difícil y, además, te aísla de los demás. Puede
que suene trillado, pero «ser uno mismo» es bueno para uno. ¡Compartir es
vivir, sí!
«Para mí, el principal beneficio fue la sensación de alivio. Ya no tenía que
ocultar adónde iba, por qué tenía las letras G-A-Y tatuadas en la muñeca ni
soportar la incómoda sensación que tenía cuando me preguntaban por
qué no tenía novio o qué clase de chicos me gustaban.»
Mica, 23 años, Londres.
La expresión más repetida en la encuesta fue «quitarme un peso de encima».
Es un cliché, pero es muy cierto.
En un nivel más práctico, cuando un joven ha «salido del armario» como gay,
lesbiana, bisexual o trans, es mucho más fácil encontrar gente que piense
igual. Allsorts Youth Project, un grupo LGBT* para jóvenes de Brighton, se
reúne una noche a la semana para que l@s jóvenes puedan relacionarse en un
espacio seguro, sin necesidad de tener que ir a bares o clubes gais. (Más en el
capítulo 8.)
Además, cuando una persona decide identificarse como gay, lesbiana,
bisexual o trans, se sorprenderá de lo comprensivos que pueden ser la familia
y las amistades. Muy a menudo, padres y amigos lo habían descubierto ya y
«salir del armario» lleva a una relación más cercana y sincera con las personas
que más queremos. Y quizá lo mejor de todo: dejarán de intentar liarte con
personas del sexo que no te atrae.
Y finalmente, no subestimes la satisfacción personal y el orgullo que sentirás
simplemente por ser tú mism@. Es liberador.
«Hay tantas [ventajas en salir del armario] que es difícil saber por cuál
empezar. Lo principal es saber que te siguen queriendo, y que eres feliz y
estás satisfecho por ser quien realmente eres. Yo estaba tan preocupado
por cómo podría reaccionar mi familia ante mi sexualidad que me quedaba
en vela por la noche. Ahora que sé lo bien que se lo tomaron, me gustaría
haber hablado antes con ellos. Tardé unos meses en decidirme a ser
sincero sobre mi sexualidad, pero, definitivamente, eso me acercó a mi
familia. Me metí en algún lío por culpa del acoso en la escuela, porque fui
el primer chico en «salir del armario». Cuando fui aceptado (a
regañadientes) como parte de la escuela, creo que fue más fácil para otros
sincerarse. Yo tuve mucha suerte por haber tenido buenos profesores,
muchos amigos y mi familia, y todos me apoyaron.»
Mike, Reino Unido.
«A quien se lo dije primero fue a una amiga del instituto. Yo tenía dieciséis
años y estábamos en una fiesta. Fuimos a dar un largo paseo y sostuvimos
una larga y profunda conversación. Ella me dijo que estaba enamorada de
un amigo nuestro y yo le conté que me gustaba mucho el profesor de arte.»
L., 28 años, Brighton.
Desde luego, no siempre es tan fácil. Salir del armario puede ser muy duro:
«Estaba con mi novia de entonces, con la que llevaba tres años saliendo, y
le hablé de lo que pensaba y sentía acerca de mi deseo de ser mujer, de
cómo me veía a mí mismo como mujer y de mis experiencias en los últimos
años. Rompió conmigo en aquel momento y lugar, y se negó a hablar del
tema.»
Laura, 21 años, Reino Unido.
«La primera persona a quien se lo dije fue a una amiga que me parecía que
estaba enamorada de mí. Estaba casada y había dejado claro que estaba
dispuesta a abandonar a su marido por mí. Me pareció que tenía que
explicarle por qué eso no iba a ocurrir nunca.»
BFI, 43 años, Minnesota, EE.UU.
2. Elige el lugar
Recuerda que es posible que tus seres queridos necesiten algo de tiempo
para asimilarlo, así que yo no recomendaría el probador de una tienda.
Nueve de cada diez veces, el mejor sitio es tu casa, o al menos un
establecimiento donde sirvan té o café. Las infusiones lo arreglan todo,
recuérdalo. (Si necesitas algún sitio donde quedarte si necesitan tiempo
para reflexionar, ¿qué tal la casa de un colega?)
3. ¿Es seguro?
Tu seguridad es más importante que ninguna otra cosa en el mundo.
¿Vives en Arabia Saudí o en uno de los ochenta países (ver capítulo 6) en
los que podrían encarcelarte o lapidarte? Ten a punto el pasaporte.
Bromas aparte, si tus padres han expresado sentimientos homófobos en
el pasado, sería prudente tener un plan B por si reaccionaran mal. Mucha
gente prefiere esperar a tener cierto grado de independencia antes de dar
este paso. Ponte en contacto con grupos de gais jóvenes y asegúrate de
tener apoyo por si las cosas van mal.
Bien, ahora que ya lo hemos dejado claro, aquí tienes algunas formas de
empezar la confesión:
«Me gustaría mucho hablar con vosotros de una cosa…»
Tras decir esto, es posible que tus padres digan: «¿Es que eres gay?» MUY
A MENUDO los padres ya se lo imaginaban. Así fue como mi madre me
sacó del armario.
Pero si no se lo imaginaban…
«Desde hace algún tiempo me he sentido atraído por
hombres/mujeres/hombres y mujeres a la vez» o «Me siento más como un
chico que como una chica» (o viceversa).
Luego…
«No ha cambiado nada. Sigo siendo la misma persona que conocéis, pero
detestaba mantenerlo en secreto ante vosotros.»
Ahora debes darles la oportunidad de responder. Podrías recibir una
agradable sorpresa.
«A los veinte años les dije a mis padres que era bisexual. Ellos eran
conservadores y religiosos, pero me dijeron que me querían igual. Al
cumplir los veintidós les dije que en realidad era gay y esta vez ni se
inmutaron.»
Stephen, 22 años, Johannesburgo, Sudáfrica.
«Se lo conté a los dos, aunque por separado, ya que están divorciados, y
las dos veces estábamos cenando en un pub. Aunque al principio se
quedaron un poco desconcertados, al cabo de un rato, supongo que
después de haberlo pensado un poco, se dieron cuenta de que eso
explicaba gran parte de mi conducta y de mi aspecto. Ahora no les importa
en absoluto y están contentos porque yo también lo estoy.»
Jools, 38 años, Madrid.
DECLARARTE TRANS
Contar que eres LGB* es relativamente fácil comparado con ser trans. Una
vez que lo has reconocido, es probable que la vida siga su curso normal.
¿CÓMO ES ESO? ¿NO HAY UN DESFILE POR LA CALLE MAYOR? No,
me temo que no.
Convertirse en trans requiere trabajo. Las situaciones varían muchísimo.
Algunos jóvenes trans han estado vistiendo ropa tradicional del género
opuesto* desde que eran niños muy pequeños. Otros lo han estado haciendo
en secreto o se han vestido de drag queen/king en espectáculos.
* (A propósito de la ropa de género: ten en cuenta que la mayor parte de
este rollo no sería necesario si la sociedad no tuviera unas ideas tan
inamovibles sobre cómo debe vestirse un hombre y cómo una mujer.)
Cuando una persona reconoce que es trans, puede querer decir que a veces le
gusta travestirse o que trata de identificarse las veinticuatro horas del día con
el género que ha escogido. Como en el caso de la sexualidad, reconocerlo en
voz alta es la parte más aterradora. Esta vez, sin embargo, la gente espera una
transformación física posterior.
El proceso es único para cada individuo, pero hay un plan establecido para las
personas que desean pasarse a otro género a tiempo completo. La primera
puerta a la que llama la mayoría es la del médico. En España, para comenzar
el tratamiento se necesita un informe de un profesional. A los menores de
dieciocho años los envían al psicólogo, mientras que los adultos acuden a una
clínica especializada en trastornos de la identidad de género o a un psiquiatra.
Eso no quiere decir que ser trans sea una enfermedad mental, sino que para
enfrentarse a un paso tan importante es necesario asegurarse de que es la
elección indicada.
En España, existen nueve Unidades de Trastornos de Identidad de Género
(UTIG), que son las encargadas de realizar los tratamientos y las operaciones
genitales si la persona así lo desea. Una vez se ha seguido el protocolo
establecido, es posible que empieces a seguir un tratamiento hormonal, que
para los pacientes MTF (transición de género masculino a femenino) supone
tomar estrógenos y para los FTM (transición de género femenino a
masculino) testosterona. Los efectos son inmediatos y, en algunos casos,
irreversibles.
Es importante buscar ayuda médica y no administrarse las hormonas sin
receta. Los resultados son mejores. Punto.
Las hormonas pueden cambiar tu aspecto y tu voz, pero algunos trans optan
por la cirugía. En España, la Seguridad Social no cubre las intervenciones de
reasignación de sexo, excepto en las comunidades autónomas de Andalucía,
Aragón, Cataluña, Extremadura y Madrid, aunque otras comunidades (como
recientemente Asturias y Galicia) se han visto obligadas a pagarlas por
sentencia del Tribunal Supremo. Para someterse a cirugía genital (hay que
señalar que un gran porcentaje de transexuales FTM nunca se han hecho una
faloplastia o implantación de pene) casi todos los cirujanos exigen que hayas
estado viviendo durante unos dos años con el género que has elegido.
Evidentemente, la cirugía genital es dolorosa y el periodo de recuperación,
muy largo, así que hay personas que prefieren ahorrárselo. Sin embargo hay
otras que sienten la necesidad de una puesta a punto completa. Es un asunto
de elección personal y de tener claro lo que tú prefieres.
Una cosa es segura: si tú o algún conocido tuyo reconoce ser trans, lo más
importante es la nueva identidad. Elegir un nombre y asegurarse de que todos
utilicen el pronombre correcto es tan importante como tu forma de vestir y tu
aspecto.
Aunque con cierto retraso respecto a otros países europeos, España aprobó en
2007 la Ley de Identidad de Género española. Dicha ley permite que las
personas transexuales puedan cambiar la referencia de nombre y sexo en el
DNI sin necesidad de la operación genital ni un procedimiento judicial. Eso
sí, es necesario que a la persona se le haya diagnosticado disforia de género y
haber recibido tratamiento hormonal durante al menos dos años.
LA HISTORIA DE IRENE
Irene, 33 años, es un transexual MTF de Nueva Jersey, EE.UU.
Después de tomarme un tiempo para asegurarme de que era lo que quería
ser, opté por las hormonas, porque tenía muy claro que tomarlas era un
paso médico muy importante que podía producir profundos cambios en el
cuerpo y en la mente. Para algunas personas es aún más importante que
los cambios que pueda comportar la cirugía plástica, pero yo no quería ir
tan lejos.
Me han dado a entender que estoy en el carril lento de la autopista de los
cambios. Llevo dieciocho meses con terapia de hormonas. Los dos
primeros meses fueron muy emocionantes, y sigue siendo emocionante
cada vez que noto un nuevo progreso. Durante un tiempo me medía los
pechos con una cinta métrica, para convencerme de que estaban
cambiando. No me daba ningún miedo. Siempre había sido mi deseo más
profundo y la verdad es que es un proceso muy llevadero. No hay nada de
lo que asustarse.
En cuanto a los cambios, lo primero que noté fue que se me desarrollaban
los pezones, es decir, dejaron de estar arrugados como suelen estar los de
los hombres. Luego, al cabo de unos tres meses, se me ensancharon las
caderas, ¡de ochenta y dos centímetros a ciento uno! Durante aquel
periodo yo seguía presentándome como hombre en el trabajo, así que para
mí entrañaba cierta dificultad, ya que no podía vestirme con mis ropas de
entonces y tenía que buscar pantalones masculinos de mi talla.
Y también debería decir algo sobre la eliminación del pelo de la cara. Las
hormonas no hacen nada de eso (ni tampoco cambian la voz, algo que hay
que hacer con la práctica y con entrenamiento especial), así que todos los
fines de semana tenía sesión. Hay mucha polémica sobre si es mejor la
depilación con láser o la eléctrica, por eso la comunidad no es buena
consejera. Lo cierto es que el láser abarca más folículos por sesión,
mientras que la depilación eléctrica es siempre igual, incluso cuando los
folículos son más duros. Así que lo que la mayoría acaba haciendo son
sesiones de láser para despejar la cara al principio y después depilación
eléctrica para terminar el trabajo.
¡Pero nadie me dio este consejo! Así que fui directamente a la depilación
eléctrica, al mismo tiempo que empezaba a tomar hormonas, porque no
sabía que hubiera otra opción. Fue muy doloroso, aunque actualmente lo
veo como algo bueno, ya que me dio una sensación concreta de progreso
que entonces no me daban las hormonas. Además, como muchas mujeres
trans (aunque apenas conocía ninguna en aquel entonces) lo habían
sufrido en algún momento, también tenía la sensación de formar parte de
algo, y eso era bueno.
Durante los primeros ocho meses aproximadamente el pecho no me creció
en absoluto, lo justo para ver que pasaba algo ahí cuando me quitaba la
camisa, aunque era bastante angustioso. Finalmente empezaron a crecer
(hablé con mi médico para cambiar la dosis), aunque nunca tuve la
«sensación dolorosa» de crecimiento que casi todo el mundo menciona. En
la actualidad utilizo sostén de copa B, aunque la verdad es que no lo lleno.
No me parece que la terapia de hormonas ni la cirugía genital, que
también me estoy planteando, sean tratamientos cosméticos. Es corregir
un desajuste fundamental entre cuerpo y alma. Pero la compañía de
seguros lo entenderá así en ambos casos (¿qué puede ser menos cosmético
que un cambio completo de genitales?), así que tendré que pagarlo de mi
bolsillo.
He hablado del tema con otras mujeres trans y la mayoría está de acuerdo
en que mejora la capacidad de sentir emociones. Por mi experiencia, lo
puedo confirmar sin ningún género de dudas. Es demasiado pronunciado
para ser psicosomático. Francamente, no me gustaba la persona que era
antes de comenzar con las hormonas, y no me gustaría volver a tener el
corazón tan frío. También soy capaz de echarme a llorar cuando siento esa
necesidad, lo que no había hecho antes. Las lágrimas son muy liberadoras.
Además del aumento de emociones, sentí una mejora del estado de ánimo
casi inmediata. Había estado deprimida toda mi vida. Durante
aproximadamente diez años antes del tratamiento hormonal, tuve
tendencias suicidas, y lo intenté dos veces en serio, con la consiguiente
hospitalización. Cuando empecé a sentir los estrógenos en la sangre, dejé
de sentir esa espiral de ideas depresivas. Incluso mi psiquiatra vio una
profunda diferencia y últimamente me ha quitado la mayor parte de la
medicación psiquiátrica que me había recetado, porque ya no me hacían
ninguna falta, y en eso estuvimos de acuerdo. Fue un giro completo, algo
que los pacientes «con depresión normal» nunca experimentan. No hay
duda de que los estrógenos me salvaron la vida.
Hay otros aspectos de la transición que ni siquiera se os ocurriría
preguntar, así que no voy a entrar en todos y cada uno de ellos, pero sí
nombraré algunos: está el aspecto social, contárselo a las amistades (y
generalmente perder a muchas); contárselo a la familia; perder, si se
tuvieran, al cónyuge y a los hijos. Está la cuestión de la ropa, presentarse
como queremos ser en lo relativo al atuendo, el peinado, el maquillaje y
todo eso. Está el aspecto legal, la lucha contra organismos administrativos
y empresas que ni siquiera sabías que existían. En la actualidad no puedo
abrir una cuenta de servicios Verizon de Internet en mi nuevo domicilio
porque, con mi nuevo nombre legal, no tengo historial de créditos. Luego
está el hecho de que, como mujer que juega a videojuegos, me enfrento a
un alud de insultos y manifestaciones despectivas de los veintitantos
varones que habitan en los mismos espacios virtuales que yo. Y luego, que
en mi profesión, que es el desarrollo de software, al menos el noventa y
cinco por ciento del personal es masculino.
No cambiaría ninguno de estos problemas por nada en el mundo. Me
alegro muchísimo de tenerlos.
CAPÍTULO 8:
DÓNDE CONOCER
GENTE COMO TÚ
ESPACIOS SEGUROS
Durante mucho tiempo, la homofobia y el miedo a la agresión verbal y física
eran tan intensos que la gente LGBT* necesitaba lugares especiales para poder
relacionarse sin miedo a la intimidación. Hasta cierto punto, la cosa sigue
igual actualmente. Los LGBT* no somos animales de zoo y, por lo tanto, no
nos gusta que se nos queden mirando. Es deprimente, pero cierto, que incluso
algunas personas heterosexuales bienintencionadas consideren a los gais
como una especie de bichos raros.
Este es el motivo de que sea preferible ir a sitios donde puedas conocer gente
sin tener que molestarte en decir: «Perdona que te pregunte, colega, pero
¿eres… bueno, ejem… gay?» Ahorra muchas complicaciones.
Esto nos lleva al concepto de ambiente gay, un término pasado de moda que
engloba a mujeres y hombres homosexuales y bi, y hasta cierto punto también
a los trans.
Como dijimos, ser transgénero no tiene nada que ver con la orientación
sexual, pero los travestis, los transexuales y las drag queens han huido de los
mirones refugiándose a menudo en bares y clubes de gais y lesbianas: no son
los lugares ideales, pero son más abiertos y comprensivos que, por ejemplo, el
bar de la esquina.
Un problema clave del ambiente gay es que casi todos los bares y clubes son
exclusivamente para mayores de dieciocho años… Pero pronto hablaremos
de eso.
Muchos LGBT*, sobre todo los que viven en zonas rurales y ciudades
pequeñas, no disponen de los mismos servicios que los que habitan en las
grandes ciudades . No hay ninguna norma que diga que los adultos LGBT*
tienen que ir a «clubes gais» o a «bares gais».
ÉSTE ES OTRO ESTEREOTIPO. ¡Mandémoslo al cuerno!
A los gais de los pueblos de los Pirineos seguramente les guste pasear por la
montaña. A los gais que van a Tarifa puede que les guste el surf, y a los que
van a los Alpes hacer muñecos de nieve.
Y otra cosa: los LGBT* de las grandes ciudades no siempre se mueven en
ambientes gay. Es una elección y ya está.
Por alguna razón (probablemente homofobia interiorizada) nadie quiere
admitir que es una «loca del ambiente», ni siquiera los que van a bares y clubs
gais con regularidad. Es algo muy estúpido. Vivamos como vivamos, los
LGBT* no tenemos nada de lo que avergonzarnos.
Pero no olvidemos las ventajas de tener estos lugares seguros:
«Uno de los motivos por los que yo, que era un crío de Paisley (Escocia),
me mudé a Londres hace casi veinte años, fue porque prometía mucho
“ambiente gay”. Londres me sentó divinamente y me lo pasé en grande a
los veinte y los treinta años. La ventaja consistía en tener acceso a muchos
pubs y clubes en los que podías relajarte, ser tú mismo y, por supuesto,
¡conocer tíos guapos! Era la hostia poder pasear por el Soho de la mano
con mi novio, en público y sin que se rieran de nosotros, nos insultaran o
nos agredieran.»
Aidy, 46 años, Margate, Reino Unido.
«Formar parte del ambiente gay te permite conocer gente y hacer
amistades que comparten en gran medida las mismas experiencias e
intereses que tú. También es una buena forma de encontrar pareja y
enamorarte. Si llegué a conocer y a salir con tantas chicas fue porque
formaba parte activa del ambiente gay de mi zona. La desventaja es que el
hecho de salir SOLO con gente gay puede limitar tu idea del mundo, y el
ambiente puede volverse algo endogámico si tú y todas tus amistades
estáis pescando en el mismo estanque.»
Taylor, 23 años, EE.UU.
CLUBES Y SOCIEDADES
Obviamente, tienes que tener más de dieciocho años para ir a un bar o a un
club. Y como no a todos los LGBT* les gusta beber y organizar fiestas, hay
una variedad infinita de clubes y sociedades que ofrecen otras opciones para
que la gente salga y se conozca. Todos los lugares de «ambiente gay» son tanto
para conocer gente que piensa como tú como para encontrar a alguien con
quien enrollarte. Una búsqueda rápida en Google te dirá dónde hay grupos
para hacer amistades gais, dónde dan cursos de cocina gay, dónde se celebran
noches de solteros y dónde hay actividades divertidas para dar y tomar (¿he
dicho DAR Y TOMAR?).
Erik, 34 años, Londres, es el presidente de los London Gay Symphonic Winds,
una organización para músicos LGBT* y también heterosexuales:
Para los jóvenes LGBT* hay grupos de apoyo especializados en los centros de
jóvenes de toda Europa. Un ejemplo fabuloso es Allsorts Youth Project, con
sede en Brighton, que da apoyo a jóvenes de la costa sur de Inglaterra. Si
hablas con personal de tu escuela o instituto o miras en Internet, estoy casi
seguro de que encontrarás un grupo similar cerca de donde vivas.
«Llegué [a Allsorts] para relacionarme con otras personas LGBT*. Allí hay
ayuda y consejos si estás viviendo determinadas situaciones, como por
ejemplo las relacionadas con salud mental o salud sexual, y es una
atmósfera agradable y cordial.»
Lucy, 20 años, Brighton, Reino Unido.
«Me gusta ir a Allsorts porque, por ser trans, no encontraba mucho apoyo
en ningún lado, y allí hay un grupo aparte para los trans. Es agradable
tener un espacio seguro.»
Chezra, 19 años, Brighton, Reino Unido.
Además de ser un buen sitio para hacer amigos y pasar el rato con personas
como tú, los grupos de jóvenes también te dan condones gratis, lubricante,
anticonceptivos y consejos.
También merece la pena señalar que muchas universidades españolas tienen
un grupo LGBT* en el campus, o que nace en él, como el caso de Sinver (Sin
vergüenza), que engloba diversas universidades y que ofrece diversos servicios
de atención y protección de los derechos de las personas LGBT*. Son una
forma fantástica de conocer gente como tú y de independizarte de tu casa, si
quieres seguir estudiando. Incluso todos los años se celebra la semana Sinver,
donde la asociación realiza diversas actividades en diferentes universidades,
para fomentar la visibilidad y la participación del colectivo. En Gran Bretaña
existe una manifestación del ORGULLO ESTUDIANTIL donde estudiantes
LGBT* de todo el país se reúnen para celebrarlo, sentirse orgullosos y todo
eso.
También hay reuniones de grupos de apoyo especializados para los trans y
para quienes estén pensando en la transformación.
AMIGOS COMUNES
Creo que, probablemente, esta sea una de las mejores maneras de encontrar
una pareja adecuada. ¿Qué puede haber mejor que tener a tus amigos
analizando a tus posibles parejas como si fueran los jueces de un reality? «No,
tú no pasas a la siguiente ronda.» «¡Tú sí, tú has pasado a las CITAS EN
DIRECTO! ¡Enhorabuena!», etc.
Que te organicen citas suele ser fantástico, pero también puede ser una
pesadilla tipo Elm Street. SOBRE TODO cuando acabas de salir del armario,
la gente bienintencionada (a menudo hetero) te bombardea con
«¡AAAAYYY, CONOZCO UN/A CHICO/CHICA GAY! ¡DEBERÍAS
CASARTE CON ÉL/ELLA!» Es muy triste que muchas personas
heterosexuales crean que por el mero hecho de tener en común el ser “gay”
vaya a surgir el amor verdadero. No lo es.
Sin embargo, l@s amig@s LGBT* o amig@s que te conozcan bien pueden ser
unas celestinas extraordinarias, sobre todo si saben cuál es tu «tipo». Mucha
gente celebra fiestas en casa para presentar y mezclar a sus amig@s solter@s,
¡con la esperanza de que lleves tú también alguna pieza de repuesto!
Laura, 21 años, que se transformó de hombre en mujer, y su pareja
empezaron como amigos:
«Conocí a Tess en 2008. Por aquel entonces yo aún vivía como hombre y
me negaba en redondo a reconocer por qué estaba siempre tan deprimido.
Nos conocimos cuando ella y su grupo de amigos entraron en la tienda de
caramelos en la que trabajaba y enseguida nos caímos bien. Empezamos a
hablar porque ella era entusiasta de un grupo cuya foto llevaba yo en la
camiseta. Quedamos después del trabajo para salir y pronto nos hicimos
grandes amigos, aunque nunca nos enrollamos en plan romántico.
Sabíamos que lo que sentíamos no era atracción sino amistad.
»Unos años después mi trastorno de identidad de género llegó a un
momento crítico. Estaba a punto de suicidarme por los cambios que
experimentaba mi cuerpo y no quería enfrentarme al hecho de que no
podía soportar más tiempo la vida que llevaba. Así que recurrí a Tess. Ella
fue la primera persona con quien hablé de lo que sentía sobre mi género y
fue extraordinariamente comprensiva, me ayudó a buscar recursos y, sobre
todo, estuvo a mi lado durante las primeras fases de la transición.
»Estuvo allí mientras yo buscaba un nuevo nombre, durante mis primeros y
torpes intentos de presentarme como mujer y durante las primeras veces
que me presenté en público como Laura; todo el tiempo a mi lado,
orgullosa de conocerme, orgullosa de formar parte de la época de mi vida
en la que la mayoría de aliados trans tienen más dudas. Ella fue la primera
que empezó a llamarme por mi nuevo nombre, la primera en darme todo
su apoyo y en quedarse a mi lado durante todo el proceso.
»Tess es gay. Cuando la conocí, ella solo salía con mujeres. Yo sabía que
había salido con hombres antes, pero desde la primera vez que salió con
una mujer, ya no dio marcha atrás. Durante el proceso de transición,
nuestra relación también empezó a cambiar. Fue quedando claro que,
aunque ninguna de las dos había estado interesada en una relación
heterosexual entre nosotras, íbamos interesándonos la una por la otra
según avanzaba la transición. Sé que muchos de mis complejos sobre
relaciones se debían al profundo odio que sentía por mi antiguo cuerpo y
al hecho de que las relaciones heterosexuales no me atraían en absoluto.
Salir del armario y empezar a sentir la libertad de ser quién era yo, permitió
que me abriera a la perspectiva de sentirme atraída o poder enamorarme
de alguien.
»Durante el proceso de transición, Tess empezó a encontrarme atractiva.
Lo que había sido una gran amistad, con aquellos repentinos sentimientos
románticos y sexuales, no tardó mucho en convertirse en una relación. Dos
años después, seguimos saliendo, más felices que nunca y esperando lo
que nos depare el futuro. Ella ha sido increíblemente respetuosa con los
límites que imponía mi cuerpo y ha permanecido a mi lado todo el tiempo,
recordándome que hay alguien en este mundo a quien le parezco hermosa,
aunque yo no me vea así.»
EN LA RED
La gente LGBT* ha ido muy por delante del pelotón en los encuentros por
Internet. Mucho antes de que existieran Match.com y otros parecidos ya
estaban en funcionamiento Gaydar y Gaydar Girls, bautizados así por nuestro
sexto sentido. Estos sitios web (ahora hay toneladas) te permiten encontrarte
con otros LGBT* para tomar un café, cenar o a veces para echar un polvete.
Es una elección y tú decides qué es lo que estás buscando.
Hoy, TODAS las páginas de contactos incluyen a hombres que buscan
hombres y mujeres que buscan mujeres (cis o trans). En el reino gay parece
que utilizamos muchísimo estos sitios web (como Match) para buscar
contactos, con un ojo puesto en encontrar novio o novia. Casi todas exigen
una forma u otra de pago, pero las hay gratuitas.
CONSEJOS PARA LAS CITAS ONLINE
• NUNCA pongas en la red información personal, como tu dirección o
número de teléfono (a menos que quieras morir asesinado).
• Es de buena educación poner una foto clara y reciente del rostro. ¡Y no
engañes con fotos retocadas!
• Si decides conocer a alguien, queda con esa persona en un café o bar bien
iluminado, no en un callejón de mala muerte.
• Algunas personas quedan en verse en sus casas. Cuidado con eso. Si lo
haces, estás invitando a un desconocido a TU CASA, algo que no siempre
es del todo seguro.
Recuerda que muchas páginas de contactos exigen tener como mínimo
dieciocho años, aunque también hay gente que concierta citas a través de
Twitter o Facebook.
«He tenido citas (y por lo tanto relaciones sexuales) con gente que he
conocido por Twitter, pero han sido fruto de mi interacción normal y no
algo deliberado. Facebook es diferente, porque está reservado para
personas que conozco.»
Luke, 28 años, Londres.
A FAVOR:
«Yo he utilizado Grindr. La ventaja es que puedes conseguir lo que quieres
rápidamente. Lo malo es que siempre encuentras la misma gente, así que
puedes aburrirte también rápidamente, y además hay demasiados “Hola,
qué tal” que se podrían evitar. Yo prefiero ser más directo en esos
contextos.»
Jonny, Londres.
«He conocido a mucha gente por este medio. Se usa sobre todo para sexo
rápido. Nos lo venden como una “red social”, pero todos sabemos para lo
que sirve en realidad. Es un poco como vender un consolador con el
pretexto de que se usa exclusivamente para tapar agujeros. Yo no tengo
problemas con ese aspecto; si la gente quiere sexo sin ataduras parece que
Grindr es lo suyo, pero también he conocido a unos cuantos amigos
nuevos por este medio, así que, como con todo, supongo que depende de
cómo lo quieras utilizar.»
Stuart, 34 años, Brighton, Reino Unido.
Otra gran ventaja de las aplicaciones para ligar es que permiten cierto nivel de
anonimato, por lo que la gente que no haya salido del armario puede conocer
personas sin tener que ponerse en evidencia entrando en un «bar gay».
EN CONTRA:
«Tras una ruptura larga y algo complicada, utilicé brevemente Grindr y
Scruff, pensando que sería una forma fácil de encontrar un nuevo novio…
Pronto me di cuenta de que estos servicios están ideados principalmente
para propiciar encuentros sexuales entre personas con la misma
mentalidad, y eso no era lo que yo estaba buscando.»
Mike, Londres.
«No creo que estas aplicaciones tengan ninguna ventaja. Creo que no son
seguras.»
Mica, 23 años, Londres.
CITAS HOMOSEXUALES
Por volver a los gastados estereotipos, los hombres gais siempre están
dispuestos a acostarse con quien sea, y las mujeres gais, a ir a la Protectora de
Animales, pero como ahora la corriente gay ha salido a la superficie, es
probable que en algún momento quieras «citarte» fuera de las mazmorras
sexuales subterráneas y de los espectáculos de drag queens.
Una vez que has conocido a alguien, en la calle, en un bar, en un club o a
través de una aplicación para ligar, necesitarás conocerlo más a fondo. ¿Cómo
se hace esto? Como la mayoría de la gente, es decir, comiendo y tomando
unos vinos juntos. Llegar a conocer bien a alguien es vital, porque el aspecto
exterior, por atractivo que sea, acabará por ser insuficiente. (Si exceptuamos a
Jake Gyllenhaal. Yo podría estar mirándolo hasta el final de los tiempos.)
Son solo veinte propuestas, pero eres libre de inventar las que quieras. Creo
que aquellas en las que COMPARTES ALGO, como una exposición o un
concierto, son las mejores, porque puedes hablar de lo que tienes delante. Las
primeras citas pueden ser difíciles, porque al principio no tendréis temas en
común y el encuentro viene a ser una especie de entrevista de trabajo, donde
cada uno va contando su vida.
Sin embargo, las citas son importantes para conectar si hay algo dentro del
bonito envoltorio que te gusta. Puedes tardar semanas, incluso meses. No hay
prisa. El objetivo de las citas es saber si la persona con la que sales vale la
pena.
CITAS TRANS
Esto es complicado. Está claro que una persona trans también puede ser gay o
bi, así que parte de la información de las secciones anteriores puede serle útil.
Pero algunos trans se identifican como heterosexuales. Ser trans puede ser
una complicación para empezar nuevas relaciones, pero no siempre. Muchas
parejas aceptan sin problemas la situación porque se han enamorado de TI,
no de tus genitales. Muchos transexuales reciben el apoyo en su transición de
su pareja, nueva o antigua.
Preocuparse por encontrar un nuevo novio o novia no debería ser una barrera
que impida a una persona cambiar de género. Es mucho más importante ser
quien realmente eres que tener una relación. ¡Además, cuando estás feliz y
contento, es mucho más fácil atraer a otras personas!
Jane, de Washington DC, es una mujer trans que sale sobre todo con mujeres:
Yo no sé lo que hacía la gente antes de Internet, pero ahora hay una gran
cantidad de sitios web para conocer personas transgénero, aunque, repito,
tienes que tener más de dieciocho años para acceder a la mayoría de ellas.
Harrison, del Reino Unido, se identifica como trans FTM y bisexual:
«Personalmente me ha resultado más fácil concertar citas desde que
reconocí que era trans. Siempre soy sincero, algo que es de desear en toda
relación, sin tener en cuenta el género o la orientación sexual. Cuando lo
reconocí, descubrí que tenía más seguridad para acercarme a la gente y
que había muchas personas a las que les intrigaba este tema. Algunos
amigos han admitido que se han cuestionado su propia sexualidad al
citarse con trans y la posibilidad de salir con alguien LGBTQ.
»La única experiencia negativa que tuve como varón trans fue que la
persona con la que me estaba viendo cuando salí del armario (y que se
identificaba como bisexual) tuvo una reacción de rechazo. Aunque no lo
considero una pérdida, llegué a entender que necesitaba estar con una
pareja que respetara mi estilo de vida y el hecho de que yo quisiera
cambiar. ¡A fin de cuentas, si estoy cambiando es por mí y no por nadie
más!»
Duncan es un varón trans de Jackson, Misisipi, EE.UU:
«Sentirme a gusto conmigo mismo y ser totalmente abierto sobre mi
situación de trans significa que acabo saliendo con personas que están
realmente interesadas en mí. Y si el hecho de que yo sea trans las asusta,
pues ya no necesitamos volver a salir.
»La verdad es que casi todas las citas que he tenido después del cambio de
condición han sido positivas. Los únicos puntos negativos no tienen nada
que ver con el hecho de ser trans, sino con el hecho de no ser compatible
con alguien determinado.»
CAPÍTULO 9:
LOS DETALLES
DE LA
SEXUALIDAD GAY
Cuando yo era un diminuto proto-gay, la idea de que dos hombres o dos
mujeres tuvieran relaciones sexuales me acojonaba y descojonaba al mismo
tiempo. Había dado por sentado a una edad bastante temprana que un chico
tenía que introducir el pene en el agujero de una chica para que pudieran
tener niños. Eso tenía sentido. Lo que no lo tenía era que dos hombres
pudieran disfrutar frotándose el pene entre ellos o que dos mujeres
encontraran placer juntando el respectivo pubis y restregándose. Seguro que
la fricción acababa encendiendo un pequeño fuego.
Yo creía por entonces que «encular» consistía en darse culadas mutuamente,
como si fuera una pelea de almohadones carnosos. Me confundía pensar que
una actividad tan absurda pudiera provocar tanto escándalo y desprecio.
Mi confusión, estarás de acuerdo, era deliciosamente inocente, aunque en
realidad insinuaba algo mucho más oscuro.
Había una vez una señora muy mala (a quien, para salir del paso, llamaremos
Margaret T.), que decretó que los profesores no debían incluir «estilos de vida
gay» en las clases de educación sexual en el Reino Unido. Esto se llamó
«Artículo 28» [de la ley británica de educación] y explica por qué yo, como
joven gay, no tenía ni idea de qué era un hombre gay NI lo que hacía.
Unos años después, un señor algo menos malo (llamémosle Tony B.) derogó
esta parte de la legislación. Eso estuvo bien, porque ahora los profesores
PUEDEN hablar de la homosexualidad en las escuelas*.
Solo hay un problema: muchos no hablaron porque no se les explicó qué
debían decir exactamente a los jóvenes. A los profesores no se les da un guión.
Muy a menudo, los profes esquivan el tema en su totalidad porque temen
resultar «inapropiados». ¿Cómo es posible que enseñar a MILES de jóvenes
LGB* a tener relaciones sexuales seguras y saludables sea «inapropiado»?
“VIRGINIDAD GAY”
La heterosexualidad se enseña como si fuera LA NORMA. No solo en la
escuela, sino también en el noventa y nueve por ciento de series de televisión,
películas, libros, revistas y noticias. No es de extrañar, por tanto, que los
primeros escarceos sexuales de personas LGB* se den con el sexo opuesto. Ay,
la sensación de que te metan con calzador en las normas sociales. Qué bien.
Por lo tanto, much@s LGB* pierden la virginidad dos veces, ¡una con cada
género! Ambas pueden ser experiencias desastrosas, pero así es como mucha
gente descubre qué es lo que prefiere.
«Perdí la virginidad a los dieciséis años. En aquel entonces estaba haciendo
un esfuerzo para demostrarme a mí mismo que era un hombre
heterosexual y que podía hacer caso omiso de mis sentimientos, de modo
que mi atracción por las mujeres era lo único que tenía en ese frente para
sostenerme. Pronto me di cuenta de que, aunque las mujeres me atrajeran,
yo no me sentía atraído por ellas como hombre, sino como mujer, en un
sentido exclusivamente femenino. Prefiero considerar que perdí mi
“virginidad gay” a los veinte, el año pasado. Fue la primera vez que tuve
relaciones sexuales con una pareja que me veía como mujer, que nos veía a
los dos como pareja homosexual, y estaba deseando esforzarse conmigo
para tener relaciones de una manera apropiada para mí. Fue la primera vez
que tuve relaciones sexuales como mujer a mis ojos y a los de mi pareja, lo
que me pareció un hecho mucho más real.»
Laura, 21 años, Reino Unido.
«Con un chico era una cosa torpe. Yo no sabía lo que estaba haciendo ni
cómo se suponía que tenía que sentirme. Estaba desconectada de mí
misma. Con una chica fue excitante, cómodo. Ayudó que fuera la primera
experiencia homo para las dos, así que ninguna sabía realmente qué tenía
que hacer. Pero aprendimos rápido y fue muy divertido.»
Sarah, 29 años, Iowa, EE.UU.
«El día que cumplí dieciséis años fui a una tienda de guitarras que había
cerca de casa y en la que solía pasar mucho tiempo. El propietario era
mayor y estaba casado y habíamos estado flirteando durante meses,
aunque nunca había pasado nada. Pero aquel día pasé allí varias horas, ya
que no tenía nada que hacer hasta que mi madre saliera del trabajo. La
tienda estaba tranquila y, según avanzaba la mañana, nos íbamos tocando
cada vez más, hasta que empezamos a frotarnos entrepierna contra
entrepierna. Nos contuvimos para no sacar el pito en plena tienda, y él
propuso que fuera a su casa al día siguiente, que lo tenía libre y su esposa
no estaría; el pretexto sería ayudarlo a “lavar el coche”. Cuando llegué, el
coche ya estaba limpio, aunque tardamos un par de horas en reunir valor
suficiente para hacer algo. Mientras tanto hablamos de naderías y leímos
de cabo a rabo el folleto semanal de las ofertas del Lidl. Seguimos
viéndonos durante unos meses.»
L., 28 años, Brighton.
3. Sexo anal: es una verdad universal que a muchos hombres les gusta
meter sus partes dentro de agujeros. Sospecho que debe de ser algo
biológico. Bueno, en ausencia de vagina, los hombres gais y bi hacen un
uso excelente de la puerta trasera.
¿Queréis saber un secreto? Los heteros también practican el sexo anal
continuamente. ¿Otro? Dicen que a los hombres heteros les gusta que les
metan algo por el culo, tanto como a los gais. ¿Por qué? Como mencioné
antes, la próstata (que puede palparse por la pared del recto) produce
placer cuando se masajea. A muchos hombres, gais o heteros, les gusta
esta sensación. El sexo anal NO ES exclusivamente gay.
Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en el coito vaginal, hay que hacer
algunas consideraciones más sobre la cópula anal, por los siguientes motivos:
Precauciones: por muy placentera que sea la penetración anal, hemos de
tener presente que la función principal del callejón trasero es hacer caca.
La caca no es sexy. Por lo tanto, si estáis planeando hacerlo, necesitaréis
dedicar un tiempo a aseguraros de que la caca no aparece en plena
cópula.
El mejor método y el más saludable es ir al lavabo antes de la cópula y
hacerse una buena limpieza después. La caca no se queda estancada en el
recto, así que no debería ser problema. Algunas personas prefieren
limpiarse con una lavativa. Las lavativas, popularmente «peras» o
«visitadoras», se venden en las farmacias y en muchos otros sitios.
Básicamente se trata de inyectarse agua en el callejón trasero para limpiar
la zona. Esto se llama enema, irrigación, lavado intestinal, etc. Hace años
se utilizaba por higiene; en la actualidad, solo contra el estreñimiento.
El proceso es así: carga la pera con agua caliente o templada, aprieta la
pera para que el agua te suba por el recto, espera unos momentos y luego
deja que se vacíe en el inodoro. Repite el proceso dos o tres veces, o hasta
que el agua salga clara. Nota: el agua del culo no es potable.
Hay mucha gente que no utiliza lavativas. Primero, porque no es muy
espontáneo y en segundo lugar porque algunas autoridades sugieren que
lavar la mucosa del recto (que lo protege de desgarros y, por lo tanto, de
algunas enfermedades de transmisión sexual) es más perjudicial que
beneficioso.
Reconozco que esto no suena MUY sexy, pero me temo que así es la
cruda realidad del sexo anal, y algunas precauciones lo convertirán en
algo más excitante.
Papeles: aquí es donde las parejas chico-chico pueden resultar
engañosas. A fin de cuentas, si queréis practicar sexo anal, uno de los dos
tiene que ponerse «encima» (el que da) y el otro «debajo» (el que toma o
recibe). Los hombres gay parecen pasar mucho tiempo hablando de esto.
En realidad no es un problema tan grave, ya que muchos chicos son
versátiles y estarán encantados de cambiar de papel según su estado de
ánimo, aunque hay chicos que prefieren únicamente estar encima o
debajo.
¿Es «el hombre» el que da y el que toma o recibe, «la mujer»?
NO. La gracia de ser gay es que se trate de dos tíos. Estar debajo no es
menos masculino que estar encima. Míralo de esta forma: «donde las
dan, las toman».
¿Cómo sabes si te va más estar encima o debajo? Es fácil. Si la idea de
tener algo duro metido por el culo te resulta excitante, entonces prefieres
estar debajo. ¿Lo ves? Fácil.
Algunos gais son muy directos al hablar de sus preferencias, ya que esto
les ahorrará tiempo más adelante y evitará la incómoda situación de que,
por ejemplo, dos «activos» estén en la cama tratando desesperadamente
de convencer al otro de que piense y actúe de otra manera. Sin embargo,
la mayor parte de las veces esto se puede deducir cuando estás saliendo y,
como dije antes, no hay ninguna norma que diga que tienes que practicar
el coito anal cada vez que tienes relaciones homosexuales. Ni muchísimo
menos.
Lubricantes: al contrario que la vagina, el recto NO se lubrica solo. Si vas
a practicar coito anal NECESITAS lubricante. Por dos razones: la
primera es que el coito anal duele. El ano no tiene la capacidad de abrirse
de la misma forma que una vagina. Esto significa que es un agujero
estrecho (lo que es placentero para el que se pone encima), pero también
significa que puede ser muy incómodo para el que está debajo. Por eso a
muchos no les gusta ponerse debajo. Pero con un lubricante hidratante
puede resultar muy placentero, como la clase de dolor que sientes
cuando te dan un masaje terapéutico.
NO LO DIGO SOLO YO
Está claro que no soy una mujer gay, por lo tanto ¿por qué ibas a recurrir a mí
en busca de consejos sobre las relaciones sexuales de chica con chica? Bueno,
solucionado. He llamado a una experta, una autora gay, Fi Locke:
Vamos a hablar de consoladores: creo que mucha gente piensa que si no hay
pene, se crea un vacío sexual terrible y, por eso, para satisfacer la vagina,
hay que introducir en ella algún objeto con forma de polla.
Básicamente, hay agujeros por todas partes, pero ¡NO TIENES QUE
LLENARLOS TODOS! No es necesario, ni con la lengua (personalmente, no
creo que eso dé placer) ni tampoco con nada con forma de pene.
Creo que casi todos los buenos orgasmos tienen que ver con el clítoris
(bueno, al menos en mi caso). Si quieres más barroquismo, no hay nada
malo en meter unos cuantos dedos (o la mano, dependiendo de… bueno, ya
sabes) durante o después de la estimulación del clítoris.
Pero eso son los orgasmos. Y por estupendos que sean, no todo gira en torno
a ellos.
Yo solo me he acostado con dos mujeres que disfrutaban utilizando
consoladores. Detesto ponerme un arnés con pene. Solo lo he hecho una vez y
¡NUNCA MÁS! Claro que soy más bien de tipo pasivo. (Además, los arneses
son un peñazo y exigen mucho esfuerzo. Tienes que estar EN FORMA para
echar un polvo con ellos. Y ni esperes correrte si llevas uno.)
Todo eso de que «a las bolleras les gustan los arneses» es pura fantasía. He
oído diferentes opiniones de amigas y amantes, y unas están de acuerdo con
lo que acabo de decir y otras tienen la sensación de estar castradas por llevar
una «polla postiza». Es algo personal. A algunas les gusta y a otras, no.
Pero volvamos a los orgasmos. Me gusta un buen meneo con la mano o con
un consolador (en la vagina o en el recto), pero sinceramente, no tiene nada
que ver con el orgasmo, sino con el placer de ser acariciada. Y a veces ese
placer es suficiente en sí mismo. No se trata de una tímida excusa del tipo
«Ya está bien, cariño, mientras tú estés contenta, yo también lo estoy». En
serio, no siempre es necesario llegar al orgasmo.
¿Qué más? Bueno, a veces está bien pedir ayuda. El mapa del placer de cada
mujer es diferente, así que si tu amante lo está haciendo mal, ayúdala.
Aunque eso signifique hacerlo por ella una o dos veces. Eso podría dar la
sensación de que estás utilizando su mano para masturbarte, y en realidad
es así, pero por suerte al cabo de un rato ella empezará a notar qué es lo que
te pone.
He estado con muchas mujeres tiquismiquis del tipo «No somos
heterosexuales, somos lesbianas, y somos más amables y más respetuosas
que los hombres». Es un coñazo. Muy aburrido. Ve a por ello y nunca te
avergüences de nada.
Por último, creo que siempre deberíais proceder por turnos (a menos que
hagáis el 69). Yo todavía no he encontrado una forma efectiva de no hacer
turnos. Solo tienes que asegurarte de no caer en el típico «Bueno, supongo
que ahora me toca hacértelo a ti».
Por último, y esta vez acabo en serio: pensándolo bien, no creo que la
sexualidad de chica con chica sea diferente de cualquier otro tipo de
sexualidad. Si escuchas lo que tu cuerpo te pide, lo que te pone, y no te
avergüenzas de pedirlo, y experimentas todo lo que puedas, exploras cada
rincón de tu deseo, aunque solo lo hagas una vez, entonces aprenderás qué te
gusta y qué no y, voilà, ¡estarás disfrutando del sexo enseguida!
Bueno, vale, ahora sí, unas últimas reflexiones:
1. ¿Por qué siempre ponen «venas» en los consoladores? Es asqueroso.
2. Nota para los fabricantes: los vibradores no tienen por qué tener
forma de pene.
3. Que te metan algo por el culo y lo retiren poco antes de un orgasmo
de clítoris puede resultarles ALUCINANTE a algunas personas.
4. El lubricante es genial. No te preocupes por las sábanas, ya las
lavarás. Nunca te quedes sin lubricante. Sobre todo si quieres meterte
algo por el culo.
¿Quién dijo que las lesbianas no pueden tener relaciones sexuales? No
estamos de acuerdo.
JUEGOS DE ROL
Al igual que los hombres gais, algunas mujeres prefieren jugar a ser la figura
dominante o la que se pone «encima», mientras que otras prefieren ponerse
«debajo», adoptando un papel más pasivo.
SIN EMBARGO, creo que vale la pena decir que la idea de los roles no es
exclusiva de hombres y mujeres homosexuales o bisexuales. Muchas
parejas hetero también juegan a tener uno u otro rol, y a que uno de los
miembros de la pareja sea más sumiso que el otro. Los gais no inventaron
este concepto. Y si no, fíjate en las chorradas de Cincuenta sombras de Grey.
Para algunos gais, la idea de «ponerse encima» o «debajo» o de adoptar un
papel «activo» o «pasivo» es importante para realizarse sexualmente.
«Si es para un polvo rápido en Grindr, entonces sí (importa el papel). Yo
no utilizo esa clase de aplicaciones para charlar o hacer amigos. Siempre es
mejor mantener relaciones con alguien compatible contigo en ese aspecto.
Para masturbarme me basto solo, así que no voy a salir con alguien para
hacer solamente eso.»
Jonny, Londres.
«[Los roles] importan durante un tiempo. Pasé unos años experimentando
con sometido/dominante. Tenía una pareja que era estrictamente
dominante y le gustaba demostrarlo tanto en el dormitorio como en
público. Por ejemplo, estábamos en un restaurante y solo me permitía
comer con la mano izquierda, salvo si ella me decía otra cosa. Otras veces
íbamos al Klub Fuk y me azotaba delante de todo el mundo, cosas así.
Tiene gracia durante algún tiempo, pero ahora tengo más años y me está
empezando a parecer algo estúpido y aburrido.»
Fi, 29 años, Madrid.
«[Los roles] no deberían importar, pero la gente se relaciona de distintas
maneras. Algunas personas ven ciertos actos sexuales como preferencias o
necesidades. Si alguien se excita únicamente cuando es dominado,
entonces será mejor que lo diga abiertamente para así poder encontrar a
alguien que satisfaga esa necesidad.»
Stuart, 33 años, Reino Unido.
SEXUALIDAD TRANS
La vida sexual de los trans puede ser más complicada que la de la mayoría,
pero no tiene por qué ser así. Se ha de recordar algo importante: que las
personas no se enamoran de los genitales.
Como casi todos los transexuales que habitan su género preferido son
sinceros al respecto, ya sea al conocer gente o por Internet, sus parejas entran
en la relación sabiendo qué características posee su nuevo amor. Por lo tanto,
no es un problema. Algunas personas buscan activamente parejas trans, tanto
sin operar como operadas.
Hay trans que optan por la cirugía genital, mientras que otras prefieren no
hacerlo, y obviamente esto afecta a su estilo de vida sexual.
El mismo batiburrillo de actividades sexuales disponible para los heteros o
gais está también al alcance de los trans. Cualquier agujero es un objetivo (¡es
broma!) y todos dan placer.
«La sexualidad entre mujeres es muy diferente de la heterosexual. No se
establece de antemano que hay que llegar al orgasmo o a la eyaculación.
Así que creo que salir con mujeres, como mujer, es más fácil en ese sentido,
la relación sexual es más informal. ¿Dónde está la frontera entre besarse, o
simplemente hablar, y la actividad sexual? En la comunidad de los
excéntricos somos conscientes de que hay una gran variedad de formas de
“practicar sexo” y conseguir satisfacción sin tocarse y sin orgasmos. Así que
todo esto es muy complicado y relativo.
»Sin embargo, creo que esto vale más para la experiencia «lésbica» que
para la experiencia de la mujer transgénero. Las posibilidades pueden
variar.
»También está la fetichización (especialmente) de la mujer trans. Si te fijas
en los anuncios de contactos, verás varias secciones: mujer busca hombre,
hombre busca mujer, mujer busca mujer, etc. Pero también existe el trans
busca hombre y el hombre busca trans. El problema aquí es que hay
hombres por ahí que supongo que sentirán curiosidad por las relaciones
sexuales con hombres y por lo tanto buscan mujeres (algo que a ellos les
parece normal) que tengan pene (lo que les permite satisfacer su
curiosidad sobre las relaciones sexuales con hombres). Pero yo no soy un
hombre. Y mi «perfil de respuesta» sexual es muy diferente del de un
hombre. Esas posibilidades con que los hombres están familiarizados, no
funciona igual en una mujer trans. Mi respuesta emocional es diferente. Así
que estos sitios web de anuncios y citas especialmente para trans (que
incluyen a travestidos y drag queens, operados, a punto de operarse y sin
operar, etc., etc.) son casi exclusivamente para fetichistas. Algo que yo no
quiero. Yo quiero ser tratada como una mujer.»
Jane, Washington, EE.UU.
Hablando en serio, seas quien seas, con independencia de con qué género te
identifiques, y por muchas etiquetas que lleves, hay dos normas para tener
relaciones sexuales satisfactorias:
1. Haz lo que te guste.
2. Comunícate con tu pareja. ¿Cómo, si no, vas a saber lo que le gusta a él o a
ella, y cómo van a saber lo que te gusta a ti?
VIH/SIDA
Esta enfermedad tiene una sección especial debido a su particular
importancia para gais y bi, quienes (en el mundo occidental) son el grupo con
más alto riesgo de contraerla. Las mujeres han de saber que el VIH puede
transmitirse por contacto oral, pero no es un grupo de alto riesgo,
estadísticamente hablando.
Para mi generación, ser gay y morir de sida estuvo cruelmente relacionado.
Los jóvenes gais de los años ochenta y noventa temían salir del armario por
esta razón, como ya dijimos antes.
Ahora están apareciendo más casos de VIH. ¿Cómo puede ser, si TODOS
sabemos que hay que usar condón, sobre todo para el coito anal? Por dos
razones: primera, la campaña sobre el VIH y el sida aterrorizó a toda una
generación. Cuando pareció que el mensaje había calado, el Ministerio de
Sanidad cambió sus prioridades y se concentró en otra cosa (los
heterosexuales tienen mucho más riesgo de contagiarse de clamidiasis, por
ejemplo). Esto significa que la educación sobre el VIH es más escasa ahora
que antes. La segunda razón es que ciertos descubrimientos positivos respecto
al tratamiento del VIH han permitido que la gente viva con el virus durante
mucho más tiempo (lo cual, obviamente, es estupendo; nadie quiere morirse)
y por lo tanto los infectados duran más, lo que significa que pueden contagiar
a más parejas sexuales.
Esto significa que hemos de cambiar nuestro concepto del VIH (son
relativamente pocas las personas que llegarán a desarrollar el sida si siguen un
tratamiento).
¿QUÉ ES EL VIH?
El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) es un virus crónico que ataca
el sistema inmunitario, haciendo que al cuerpo le resulte más difícil
defenderse de las enfermedades en general. En sentido estricto, el sida
(síndrome de inmunodeficiencia adquirida) NO PUEDE transmitirse porque
es la posible consecuencia de la infección con VIH. Se transmite el virus, no el
síndrome.
¿Qué es PEP?
PEP significa profilaxis postexposición. Si una persona se ha expuesto al
VIH, puede ser tratada con la PEP en un plazo de hasta setenta y dos horas
(aunque es preferible que sean veinticuatro) después de la exposición. La PEP
no es un sustituto del condón y puede tener efectos secundarios muy
desagradables. Sin embargo, aplicada correctamente durante un mes, la PEP
puede impedir la infección del VIH. Se puede conseguir en hospitales o en
clínicas de salud sexual, donde comprobarán tu nivel de riesgo
sexO ≠ amor
Puedes tener todo el sexo del mundo, pero eso (bastante literalmente) no
llena el mismo agujero. Creo que todos queremos ser amados.
Este capítulo ha tratado sobre el sexo, no sobre la intimidad. No puedes
encontrar intimidad en un cuarto oscuro o en Grindr. Más valioso que el sexo
puro y duro es cogerte de la mano, besar y abrazar. Estoy seguro de que
algun@s de vosotr@s estáis metiéndoos dos dedos en la boca como si fuerais a
vomitar, pero ES CIERTO. Muchos LGBT* ni siquiera tienen relaciones
sexuales, pero se identifican totalmente como gais, bi o heteros a causa de la
persona con la que quieren intimidad y a la que aman. Disfruta del sexo,
cómo no, pero si buscas sexo porque tienes sed de amor, te morirás de sed.
* En España, se aprobó una ley educativa en 2006 que llevaba a las escuelas una asignatura conocida
como «Educación para la ciudadanía», donde se impartirían temas relacionados con el respeto hacia la
diversidad cultural, de orientación sexual o de religión. Esta asignatura fue bien acogida por parte de la
sociedad, pero no por la parte más conservadora. Por eso mismo se suprimió y modificó en la posterior
reforma educativa del 2013.
CREAR
EL NIDO
«Es imposible que yo tenga una relación abierta. Llevo con mi pareja ocho
años y tenemos altibajos, pero la quiero y no deseo acostarme con nadie
más.»
Jenny, 31 años, Dublín, Irlanda.
Para algunos, engañar es engañar y no hay vuelta de hoja. Los celos y la
paranoia son suficientes para hacer que un pene se arrugue como una babosa
con sal o una vulva se cierre como una almeja: NO ES SEXY. Para la mayoría,
enrollarse con otros es motivo de ruptura y tienes que respetarlo o buscar una
pareja más compatible.
Sin embargo, todo el mundo (gay o no gay) ha de reconocer que existe una
verdad universal:
LA HISTORIA DE JAY
Mi pareja y yo llevamos juntos ocho años. Somos pareja de hecho
legalizada y vivimos juntos en nuestra casa; en resumen, estamos
totalmente «establecidos». Somos buenos amigos, además de pareja, y nos
conocemos muy bien.
Hace unos años, ambos decidimos que podíamos vernos con otras
personas si surgía la oportunidad. No es que decidiéramos salir corriendo
para tirarnos al primer tío que viéramos, sino que más bien fue: «Si se
presenta la ocasión, no es ningún problema». Hay normas: no está
permitido llevar a casa a nadie (a menos que liguemos juntos); no pasar la
noche en casa de otro; y siempre que suceda algo hay que contarlo.
En cuanto a por qué elegimos esta solución, la primera razón es evidente:
la novedad. Además de que obviamente es muy divertido, el sexo puede ser
también una experiencia de aprendizaje y algo terapéutico, y en la variedad
está el gusto. Aunque seguíamos comprometidos y confiábamos
totalmente el uno en el otro, descubrimos que salir con otros no solo
enriquecía nuestra vida sexual, sino que fortalecía nuestra unión. Otra
razón es que ahora, al mirar atrás, y todavía con veintitantos años, casi me
parece anormal comprometerse con alguien para tener relaciones sexuales,
en particular en el caso de las parejas gais, para quienes (en muchos casos)
no existe la perspectiva de tener hijos y establecerse en el sentido
tradicional. (Mi pareja y yo tenemos muy claro que no queremos tener
hijos. Nunca.)
AMOR DE JUVENTUD
Muchos jóvenes LGBT* quieren tener relaciones estables. Después de todo, la
intimidad parece estupenda, ¿no? Pues sí, pero recuerda que no tener una
relación es mejor que tenerla únicamente porque todo el mundo la tiene.
¿Saltarías por un precipicio solo porque te lo dicen tus amigos?
(RESPUESTA: ¿Qué altura tiene el precipicio en cuestión?)
Cuando visito escuelas, veo que en casi todas hay al menos una «pareja gay» y,
cosa importante, al resto de alumnos les importa un comino. Las escuelas
están obligadas por ley a ser un espacio seguro para todos los alumnos, así
que EN TEORÍA puedes tener una relación con un compañero de clase. En la
práctica, las escuelas varían ampliamente de una a otra y algunas son mucho
mejores que otras a la hora de lidiar con el acoso homófobo.
Fuera de la escuela no hay nada que te impida tener novio o novia. Algunas
parejas treintañeras que conozco se conocieron en la escuela y ¡siguen juntas
en la actualidad!
Sin embargo, poca gente acaba liándose con su amor de la infancia, y no todo
el mundo es lo bastante maduro emocionalmente para tener una relación
seria cuando está en el colegio o en el instituto. Los primeros novios o novias,
sin embargo, son MAGNÍFICOS porque te dan una idea de lo que es tener
una relación, te enseña a comprometerte y te permite determinar qué te gusta
y qué no.
EL “MATRIMONIO GAY”
¡Por fin! Después de que tantísima gente que no es LGB ni T (¿qué tendrán
que decir estos metomentodos sobre este asunto?) ha hablado tantísimo, las
parejas homosexuales por fin pueden casarse en España. Ha sido necesario
librar una batalla tediosa y aburrida, pero en este momento las parejas gais
tienen algo parecido a una diminuta igualdad.
Echemos un vistazo a los acontecimientos:
• A finales de la década de 1990, algunas comunidades autónomas
aprobaron una legislación sobre parejas de hecho. Es decir, que en
ciertas comunidades autónomas las parejas formadas por personas del
mismo sexo podían registrar su unión y obtener algunos beneficios
administrativos. La primera comunidad en aprobarla fue Cataluña
en… 1998.
• 2004: se presenta el proyecto de ley sobre el matrimonio homosexual
para poder modificar el Código Civil y que éste sea incluido. El
Congreso aprobó dicha ley en 2005, convirtiéndose en el tercer país
del mundo en legalizar el matrimonio homosexual después de los
Países Bajos y Bélgica.
• 2005: el 11 de junio de ese año se celebra la primera boda homosexual
en España, en la Comunidad de Madrid
Procesos similares se han llevado a cabo en otros países europeos, pero
también en el resto del planeta. Algunos territorios han despertado a los
derechos básicos humanos de los LGBT*, mientras que otros no. De
momento, los lectores de Australia NO PUEDEN casarse, mientras que los de
Estados Unidos han de saber que PUEDEN casarse en diecisiete estados, a los
que esperemos que pronto les sigan muchos más.
Para la mayor parte del mundo occidental, la marea parece que va a nuestro
favor. ¡Alégrate! Tanto si te quieres casar como si no, creo que todo el mundo
debería tener derecho a las mismas instituciones. La comunidad LGBT* está
dividida en este tema, y no es de extrañar, dado que las mencionadas
instituciones han venido fastidiándonos históricamente.
Recordemos que los matrimonios homosexuales son también legales y están
reconocidos en los Países Bajos (desde 2001), Bélgica (desde 2003), Canadá
(desde 2005), Sudáfrica (desde 2006) Suecia y Noruega (desde 2009),
Portugal, Islandia y Argentina (desde 2010), Dinamarca (desde 2012),
Francia, Nueva Zelanda y Uruguay (desde 2013), Luxemburgo, Reino Unido
y Finlandia (desde 2014)… Como he apuntado antes, en algunos estados de
Estados Unidos también es legal, así como en estados de México y de Brasil.
En otros países existe el reconocimiento de la unión civil, pero no del
matrimonio propiamente dicho.
«Estoy totalmente a favor [de los matrimonios entre personas del mismo
sexo]. Creo que el término medio de “unión civil” era simplemente un
peldaño en la consecución de la igualdad total para la comunidad LGBT*.
El amor es el mismo, sea cual sea la orientación sexual, y el matrimonio no
pertenece a ninguna organización, ni religiosa ni de ningún otro tipo. Es
una institución social humana y debería estar abierta a todas las parejas
que quieran comprometerse. Sí, si me lo pide el hombre adecuado, ¡me
encantaría tener un marido!»
Mike, Londres.
«No veo diferencia alguna entre el matrimonio gay y el hetero, y no puedo
creer que en el siglo XXI la gente todavía haga diferencias entre ellos. El
matrimonio es el matrimonio, el amor es el amor.»
MJ, Reino Unido.
«Apoyo totalmente la igualdad de derechos para la comunidad LGBT*,
incluido el derecho al matrimonio. El matrimonio homosexual es legal en
mi país, Sudáfrica, desde hace siete años y la sociedad todavía no se ha
desmoronado. Me encanta la idea de casarme algún día, si soy sincero,
porque me encantan las bodas.»
Stephen, 22 años, Johannesburgo, Sudáfrica.
GAYJOS
Espero que no os extrañe que os diga que dos hombres o dos mujeres
necesitarán algo de ayuda a la hora de tener un hijo. ¿QUEEEEEEEEÉ? Lo sé,
es cierto. Me temo que necesitarán un suplemento, a saber, un óvulo o semen.
Sin embargo, se trata de una diminuta barrera para impedir que parejas del
mismo sexo tengan una familia, y muchas eligen hacerlo. Repito, es un tema
de IGUALDAD. El hecho de que nos atraiga quien nos atrae no significa que
no se nos concedan los mismos derechos que a la mayoría.
Al igual que con el matrimonio, éste es un tema polémico (no entiendo por
qué: estamos en el siglo XXI).
«Me encantaría ser padre algún día. Pero siendo gay y soltero, dudo que
pueda ocurrir.»
Stuart, 33 años, Brighton, Reino Unido.
«Creo que los que lo meditan y luego toman la decisión de tener hijos son
siempre mejores padres que quienes los tienen simplemente porque “es lo
que se hace”.»
Fi, 29 años, Madrid.
«Creo que los buenos padres son necesarios en todas partes; su intención
no es otra que proporcionar una buena vida a un niño. A mí me encantaría
adoptar un niño cuando tenga una relación estable y una buena situación
económica. Preferiría adoptar a tener un hijo propio. No me gusta la idea
de quedarme embarazada, pero tengo instinto maternal y sé que por ahí
hay muchos niños que necesitan un hogar y cariño.»
Blaz, 34 años, Bristol, Reino Unido.
Así que, como podéis ver, ser padres y del mismo sexo tiene que ser algo de lo
que realmente estéis convencidos. A mí no me parece muy justo que los
heteros solo necesiten olvidarse de ponerse el condón para que BUUUUM,
tengan familia. Pero ay, así están las cosas.
Ser padres, si quieres embarcarte en esta aventura, es el regalo más
extraordinario que puede dar un ser humano.
LA HISTORIA DE MATHEW
Mathew, su pareja y su familia vivían en Sudáfrica, pero llevan unos años
viviendo en Londres.
SOMBREROS
Cuando sales del armario o te presentas en público con una nueva identidad,
como LGBT* o como superfán de Pasarela a la fama, es una novedad y es
posible que, una vez pasados los nervios iniciales, te surja el deseo de gritarlo
a los cuatro vientos. Y deberías hacerlo, porque finalmente estás orgullos@ de
ser quien eres.
Yo ya estoy orgulloso de ti.
Hay días en los que pienso: «Joder, la vida sería mucho más fácil si fuera
hetero», pero esos días son pocos y muy de vez en cuando. Me encanta ser
gay. Me encanta mi libertad. Me encanta crear mis propias normas. Me
encanta no tener secretos con mis amigos y mi familia. Me encanta formar
parte de una subcultura y de un grupo minoritario. A veces recuerdo los años
difíciles del instituto y siento lástima por lo obtusos que eran algunos de mis
acosadores. Ahora los veo y me río de lo tristes y DIMINUTAS que parecen
sus vidas a consecuencia de aquello.
Sin embargo, termino con una advertencia:
Bien, necesitas imaginar que eres algo con muchas partes, por ejemplo un
ARPA o un CALAMAR. Eres totalmente libre de inventar tu propio ejemplo.
Básicamente eres un CALAMAR ARPA y uno de tus tentáculos o cuerdas es
lesbiana, gay, etc., pero tienes muchas más partes.
Eres una persona compleja y con múltiples facetas. Sí, tú. Aunque pierdas
tanto tiempo como yo viendo Next top model mientras comes chocolatinas,
eso sigue siendo parte de lo que te convierte en TI y no tiene nada que ver con
tu identidad sexual.
Algunos de tus tentáculos afectarán a tu vida más que otros y, francamente,
unos son un poco más pesados que otros. Además de ser gay, por ejemplo,
podrías ser asiático, físicamente discapacitado y bailarín de claqué. En este
caso, ser bailarín de claqué, aunque te guste, no tiene por qué definirte tanto
como los otros tres rasgos. A esto se le llama interseccionalidad: el estudio de
cómo influyen en tu vida todas estas identidades solapadas.
Sin embargo, el hecho es que identificarte simplemente como gay, lesbiana,
queer o trans no va a llevarte muy lejos por sí solo. Entrar en el ambiente gay
es divertido, pero no es una forma de vida ni, para la mayor parte de la gente,
una profesión. Para ser sincero, no es muy saludable pasar todas las horas del
día pensando dónde vas a conseguir tu próximo orgasmo.
Lo que estoy diciendo es que, ahora que ya has dejado clara tu identidad,
tienes que seguir con tu vida. Una vida completa en la que ser LGBT* es solo
una pequeña parte. Abre el periódico de hoy por la sección de anuncios de
trabajo. Apuesto a que no hay ningún anuncio que ocupe toda una página y
diga: SE NECESITA PERSONA GAY PARA SER GAY. 40 HORAS A LA
SEMANA CON HORAS EXTRAS REMUNERADAS.
Me temo que, además de ser LGBT*, estás en el mundo real con todos los
demás. Así que ahora que hemos utilizado este libro para hablar de tu
identidad, hemos de prestar atención a asuntos mucho más trascendentes. Tu
futuro, tu profesión, tu familia, tus hijos, tus aspiraciones y ambiciones. Tus
esperanzas y sueños.
Por supuesto, tu vida amorosa es una parte, merecidamente grande, de la
tarta de tu vida, pero si dejas a un lado la homosexualidad, estás en la misma
feria de encuentros y relaciones que todos los demás. Todos tenemos las
mismas penas, primeros amores, desengaños, momentos de POR QUÉ NO
ME DEVUELVE LOS MENSAJES, citas desastrosas y besos magníficos.
Este es el mensaje final. NO estamos librando una guerra sin cuartel contra
«LOS HETEROS». No se trata de eso, en absoluto. Sí, hay heteros homófobos
por ahí, pero también hay gais profundamente homófobos. No vayas por el
mundo real pensando que todos los heteros te odian, porque no es cierto, y
por ese camino solo acabarás limitándote a los guetos esencialmente LGBT*.
Conforme la comunidad LGBT* gana terreno en la igualdad de derechos y
más visibilidad en los medios de comunicación, la división entre gais y
heteros se va reduciendo. La generación de personas de mente estrecha está
desapareciendo para ser reemplazada por adolescentes que han crecido con
Will Young, Graham Norton, Ellen DeGeneres o Jesús Vázquez. Al menos en
Occidente, aunque nos queda un largo camino por recorrer, las cosas para los
LGBT* están mejor que nunca.
Sin embargo, no quiero que te sientas demasiado cómodo. El capítulo más
duro de este libro fue el de la situación política en diferentes partes del
mundo. Casi todos los países están cambiando a mejor, pero algunos
regímenes están cambiando a peor. TÚ tienes que luchar contra eso, porque
nuestro querido Peter Tatchell* no va a estar siempre ahí. Sí, TÚ. TÚ tienes
que echar una mano. Detrás de este libro están grupos y asociaciones como
Stonewall, Amnistía Internacional, Kaleidoscope, el Terrence Higgins Trust,
que tienen sus homólogas en muchos otros países. En España, por ejemplo,
existe COGAM, BrotBord o Fundación Triángulo. Ayúdalos. Con cada
generación las cosas mejoran para los LGBT*, ¿qué vas a hacer TÚ para que
siga siendo así?
Me gusta pensar que, en poco tiempo, te presentarás a ti mismo como
«bailarín», «fan», «amigo», «escritor» o «entrenador personal» antes de decir
«Me llamo Bob y soy gay». Los heteros nunca tienen que hacerlo y nosotros
tampoco deberíamos.
Enorgullécete de ti mismo. Tienes muchos sombreros diferentes. Llévalos
todos con orgullo. Esta época es muy emocionante para ser LGBT*: las cosas
cambian continuamente y evolucionan, y yo, por ejemplo, me muero de
ganas de ver qué será lo siguiente.
Como individuo tendrás una amplia y variada cantidad de gustos en todos los
campos, musical, artístico, político, teatral… Sin embargo, hay mucha gente
(así como películas y programas de televisión) que transcienden la fama
normal para convertirse en algo mucho más especial: en ICONOS GAIS, y
eso incluye también iconos para lesbianas y trans.
Aunque estos iconos no tienen por qué ser LGBT*, es difícil averiguar por qué
los LGBT* les hacen un sitio en su corazón. ¿Es la estética? ¿Es el glamur? ¿Es
la tragedia personal o la superación de las dificultades? ¿Es la bondad o la
comprensión de nuestra causa?
Desde luego, parte de la diversión es crearte tus propios iconos. Unas veces
nos fijamos en nuestros padres en busca de estímulo y otras se trata de un
buen amigo. Es inevitable que te inspiren… pero ¿quién te inspira?
Hay unas cuantas fuentes de inspiración con las que casi todos coincidimos, y
se han asociado o incrustado en la cultura gay, así que debes ponerte al
corriente, aunque solo sea para formarte una opinión.
Señoras y señores, les presento un breve diccionario de iconos gais, junto con
algunos de sus grandes entusiastas y defensores de Twitter.
A
ABBA: grupo pop sueco, consagrado por Eurovisión, la madre de todo lo
camp. @mytentoryours – ABBA. No preguntes por qué, limítate a bailtar
(que es una mezcla de bailar y cantar).
Buck Angel: estrella porno multitatuada que fue mujer y hoy es hombre,
director de cine y activista.
B
Beautiful thing (estrenada como Dulce amistad en España): película de 1996
escrita por el dramaturgo y guionista Jonathan Harvey. Cuenta una historia
de amor increíblemente dulce entre dos muchachos en unas viviendas de
protección oficial de Londres.
Beyoncé: mira, cuando se te conoce en todo el mundo por el nombre de pila,
te conviertes en icono indiscutible de manera automática.
Chas Bono: no solo salió del vientre de Cher, sino que es el transexual FTM
más destacado del planeta.
David Bowie: el bisexual más famoso de la lista y el responsable de haber
puesto el género queer y la androginia en primer plano. Un auténtico icono.
Brokeback Mountain: desgarradora película, ganadora de tres Oscars, sobre
dos pastores gais.
C
Cher: Oh, Dios mío, es simplemente CHER. CHER.
Chicas Malas: los diálogos de esta película forman el ochenta y siete por
ciento de cualquier conversación entre hombres gais.
Chris Colfer / Darren Criss: su interpretación del encantador estudiante de
Glee introdujo a los gais en el día a día de la juventud estadounidense.
@charlieinabook – Chris Colfer: 23 años, autor, actor, guionista, buena
persona.
Joan Crawford: Si su papel en Qué fue de Baby Jane no te convence, lo hará el
retrato que hacen de ella en Queridísima mamá. ¡TINA! ¡TRÁEME EL
HACHA!
Quentin Crisp: escritor y anecdotista que alcanzó la fama con su libro El
funcionario desnudo. El padrino de lo fabuloso.
D
Tom Daley: nadador olímpico que en 2013 anunció que tenía una relación
con Dustin Lance Black, el guionista de la película Mi nombre es Harvey Milk.
Daley se negó a etiquetar su sexualidad. Qué moderno.
Bette Davis: la otra mitad de la pareja de Qué fue de Baby Jane, a la que alude
Madonna en su rap «Vogue».
James Dean: el torturado actor es considerado como el modelo del look típico
de las lesbianas.
Ellen DeGeneres: probablemente la lesbiana más famosa del mundo. Ellen
salió del armario en un programa de televisión, en directo, y ahora está casada
con Portia de Rossi, la actriz de Ally McBeal y Arrested Development.
Marlene Dietrich: diosa bisexual de la gran pantalla, conocida por su estilo de
mujer fatal vestida de hombre.
Beth Ditto: abiertamente gay, sin pelos en la lengua, cantante del grupo
Gossip y además icono de la moda.
@charlieinabook Beth Ditto: incorregible, estimulante, gran cantante y
abierta.
Divine: desenfrenada drag queen, murió demasiado joven. Estrella de John
Waters en películas escandalosas como Pink Flamingos, Hairspray y Cosa de
hembras.
Doctor Who: a los hombres gais les encanta la idea del hombre que nunca
envejece, nunca sienta cabeza y siempre va acompañado por mujeres
hermosas. No sé por qué. Y también sale el capitán Jack Harkness, un icono
bisexual por derecho propio.
E
Epi y Blas: la pareja de Barrio Sésamo finalmente salió del armario en la
portada del New Yorker mientras el Tribunal Supremo de Estados Unidos
declaraba inconstitucionales algunos artículos de la Ley de Defensa del
Matrimonio en 2013.
F
Jodie Foster: icono lésbico mucho antes de que saliera oficialmente del
armario en un extraño discurso pronunciado durante la entrega de unos
premios en 2013.
Stephen Fry: muy querido por su activismo, su ingenio y su sinceridad sobre
la salud mental.
@_Buachaill_Dana – Stephen Fry, inteligencia brillante, no juega con
estereotipos y único responsable de promover Grindr públicamente en el
Reino Unido.
G
Judy Garland: considerada por muchos como el icono gay definitivo,
Garland lo tiene todo: belleza, voz, referencias camp (El Mago de Oz) y una
decadencia trágica.
H
Kathleen Hanna: líder del movimiento Riot Grrrl y miembro de los grupos
de simpatías queer Bikini Kill y Le Tigre.
I
Dana International: otra hija de Eurovisión, Dana fue (y posiblemente es) la
transexual MTF más famosa de los medios de comunicación.
J
Elton John: el extravagante cantante y pianista, más conocido ahora por su
activismo y entrega a su fundación de ayuda a las víctimas del VIH/sida.
Grace Jones: camp, excéntrica, supermoderna. Una instalación artística
viviente y precursora de Lady Gaga.
K
Billie Jean King: la primera deportista profesional que salió del armario, en
1981.
L
The L Word: teleserie pionera y explícita sobre unas lesbianas que viven en
Los Angeles. En España se estrenó bajo el nombre de L y en Latinoamérica
como La palabra L.
Lady Gaga: aunque no ha hecho nada que David Bowie, Grace Jones o
Madonna no hubieran hecho ya décadas antes en términos musicales y de
estilo, Lady Gaga fue la primera gran estrella (bi) del pop que se comprometió
con el activismo gay.
k d lang: cantante gay e icono lésbico.
Annie Lennox: aparte de su pasado como estrella del pop andrógino de
género flexible, Lennox es promotora de fundaciones de ayuda a las víctimas
del VIH/sida.
@adamswainston – Annie Lennox by far. Modelo a seguir por muchas
razones.
M
Macklemore: este rapero (QUE ADEMÁS ES MUY ATRACTIVO) llamó al
orden al mundo del hip-hop por la homofobia con su canción «Same love»,
de 2013.
Madonna: Madonna se ha convertido en algo así como un símbolo de la
fortaleza femenina: hace lo que quiere, dice lo que quiere y se viste como le da
la gana. A los hombres gais parece que esto les gusta mucho.
@MrSeras – MAWDOOOONA! Creo que nadie ha hecho más por animar
a expresar todas las facetas de la sexualidad.
Ricky Martin: todos sabíamos ya que era gay, pero desde que salió del
armario, la sensación del pop latino es el nuevo emblema de la paternidad
homosexual.
Armistead Maupin: autor de Historias de San Francisco, saga superventas y
muy querida, que cuenta las aventuras de un grupo de personas.
Ian Mckellen: el gay más digno de Hollywood, que ha ganado millones por
sus papeles de Gandalf y Magneto. McKellen también es defensor activo de
los derechos de los gais.
Bette Midler: diva amiga de los gais que empezó su trayectoria cantando en
una sauna gay.
Harvey Milk: alcalde de la ciudad de San Francisco, abiertamente gay, luchó
por la igualdad y la protección de los gais en el trabajo. Asesinado en la flor de
la vida. Un auténtico héroe.
@BioLabMan – Harvey Milk. ¡Podría rellenar un libro con todo lo que hizo
este hombre!
Liza Minnelli: no solo tiene los genes de Judy Garland, sino que se ha ganado
el puesto que tiene por su tumultuosa vida privada y por conseguir un Oscar
por su papel en Cabaret.
Hermanas Minogue: a todo el mundo le encanta un poco de rivalidad entre
hermanos. ¿Te gusta más la rubia desenfadada o la morena sensual? PELEA.
Kylie se ganó el corazón de los gais porque después de ser mecánica de coches
en una serie de televisión se convirtió en un fenómeno increíble del pop.
N
Martina Navratilova: deportista abiertamente gay y la jugadora de tenis con
más triunfos de todos los tiempos.
O
Rosie O’Donnell: famosa actriz y personalidad lésbica de la televisión, sin
pelos en la lengua.
Frank Ocean: el cantante de soul salió del armario en 2012, un gran paso para
un joven negro que además estaba relacionado con el mundo
estereotípicamente homófobo del hip-hop.
Oprah Winfrey: presentadora de televisión, muy sincera y NO LESBIANA.
P
Paris is Burning: documental de 1990 sobre los espectáculos de drag queens
de Nueva York, que dio a la comunidad un vocabulario completamente
nuevo.
Dorothy Parker: escritora satírica estadounidense, conocida por su agudeza y
sus crueles desprecios, una inspiración para todos.
Dolly Parton: una versión country de Cher. Una superviviente que salió de la
nada para convertirse en un imperio unipersonal.
Andrej Pejic: modelo australiana, nacida varón pero a quien su novio,
diseñador de moda, trata de «ella». Sensacional.
Pierre et Giles: pareja francesa de artistas gais conocida por sus fotopinturas
exuberantes e hiperrealistas.
Q
Queer as Folk: serie de la televisión inglesa o estadounidense, según la versión
que estés viendo. La versión inglesa fue pionera en su época por la
descripción de la sexualidad y relaciones entre gais y convirtió en estrella a su
creador, Russell T. Davies, que a continuación resucitó Doctor Who.
R
Michelle Rodríguez: al parecer sale con la supermodelo Cara Delevigne. La
actriz de The Fast and Furious (A todo gas en España, Rápido y furioso en
Hispanoamérica) se niega a definir sus fluctuaciones sexuales, diciendo que
«los hombres son interesantes. Y las chicas también».
Willow Rosenberg: personaje interpretado por Alyson Hannigan en la serie
Buffy Cazavampiros, es una de las mejores descripciones de una joven gay en
televisión.
RuPaul: drag queen y cantante famoso en el mundo entero, RuPaul ha llegado
a las nuevas generaciones como guía de la muy camp RuPaul’s Drag Race.
¡FELICIDADES!
S
San Sebastián: considerado a menudo el primer icono gay. Siempre se pinta
medio desnudo, atormentado y muy excitante. Una musa para muchos
artistas gais.
JD Samson: icono lésbico con bigote del grupo Le Tigre.
Sexo en Nueva York: creada y escrita en su mayor parte por hombres gais,
esta serie que trata sobre la vida de cuatro mujeres de Nueva York es ahora un
clásico camp. Samantha es bi, Miranda (Cinthia Nixon) es gay en la vida real
y Geri Halliwell aparece en un episodio.
Showgirls: nada es más camp que esta «escandalosa» película sobre una
estríper que se convierte en corista en Las Vegas. Apréndete el guión o
tendrás poco de qué hablar con hombres gay. DE VISIÓN OBLIGATORIA.
Dusty Springfield: trágica cantante de soul, la Amy Winehouse de su época.
También se identificaba como bisexual y se casó extraoficialmente con una
mujer.
Barbra Streisand: cantante y actriz. No sé por qué a los hombres gais les
gusta tanto. Sobre todo a los gais estadounidenses.
Tilda Swinton: actriz andrógina, misteriosa y perfecta. Musa de Bowie. Al
igual que Cher, ahora es conocida como Tilda.
T
Peter Tatchell: este hombre ha dedicado su vida al activismo gay. Puede que
no lo sepáis, pero todos le debemos una jarra de cerveza.
Gareth Thomas: jugador profesional de rugby retirado y gay declarado. Todo
deportista que sale del armario abre un centímetro más la sellada puerta
homófoba del silencio en el deporte.
Alan Turing: genio matemático y criptógrafo que nos hizo ganar la Segunda
Guerra Mundial. Se suicidó después de sufrir una castración química. Una
leyenda.
@Gavin H – Alan Turing porque sin él no sabríamos nada.
W
John Waters: escritor y director de clásicos camp como Hairspray, Serial
Mom y Pink Flamingos. Colaborador de Divine.
Sarah Waters: autora conocida por utilizar personajes lésbicos en sus novelas
El lustre de la perla y Falsa identidad.
Oscar Wilde: extraordinario autor y dramaturgo irlandés, conocido por La
importancia de llamarse Ernesto y El retrato de Dorian Gray. Fue encarcelado
solo por ser homosexual.
Jeanette Winterson: lesbiana, autora de Fruta prohibida.
Will & Grace: no es la serie estadounidense más divertida e iconoclasta de
todos los tiempos, sino una comedia emitida en televisión en la franja de
máxima audiencia, sobre dos hombres gais de los años noventa y principios
de la década siguiente; fue un paso en la buena dirección. Y además sale
Karen Walker.
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Hola, padres y tutores, ¿qué tal? Bien, supongo que existe la posibilidad de
que hayáis comprado este libro porque alguno de vuestros retoños se haya
identificado como lesbiana, bi, gay, queer, curioso o transgénero. Quizá lo
comprasteis porque sospechabais que vuestr@ hij@ podía tener inclinaciones
en ese sentido. En cualquier caso, me alegro de que lo tengáis en las manos.
Estáis en el sitio apropiado.
Ser progenitor de un niño o niña LGBT* (ya dije al principio que estas
iniciales representan todo el espectro de tendencias sexuales) es un auténtico
desafío, pero solo en el sentido de lo que significa ser padre. Lo diré de la
MANERA MÁS AMABLE POSIBLE: este libro no trata de ti. Si estás
preocupado por LO QUE PUEDAN DECIR LOS VECINOS, entonces no hay
mucho que yo pueda decir o hacer para ayudarte, aparte de recomendarte que
lo superes. Los días de esconder a los LGBT* en armarios o tras una pared de
ladrillo ya han pasado.
Bueno, analicemos un poco todo esto.
¿Hijo bi o gay? ¿Es el tema de la sexualidad lo que te preocupa? Pues te
explico: los heteros también practican el coito anal. Y me parece que dos
chicas juntas harán algo muy parecido a lo que haría tu hija con un hombre.
Básicamente, NINGÚN padre necesita imaginar algo así, y menos aferrarse a
la vieja historia de que nuestros hijos se limitan a darse la mano hasta la
llegada de la cigüeña; de lo contrario nos volveremos locos.
¿Te preocupa el VIH/sida? Debería, pero también debería preocuparte en
relación con tus hijos heteros: el VIH no tiene preferencias. Pero si les
enseñas a tus hijos que SIEMPRE tienen que ponerse un preservativo, habrás
hecho bien tu trabajo.
El MEJOR progenitor del mundo sería aquel que estuviera preparado para
tener hijos gais desde la concepción, para que cuando el niño llegue al mundo
no lo estés etiquetando erróneamente como hetero o cisgénero (el género que
se le asigna al nacer). PREPÁRATE para cualquier eventualidad.
Al principio de este libro hablé de una conversación oída en un parque, en la
que una madre le decía a su hijo que de mayor tendría que «besar a las
chicas». Bueno, hay un cinco por ciento de probabilidades de que quiera besar
a los chicos, así que esa madre lo estaba preparando para tener una
adolescencia penosa. Lo único que un padre tiene que hacer es ser SINCERO
y explicar ya en la más tierna infancia, y de una forma apropiada, que el cinco
por ciento de la humanidad quiere besar a gente de su mismo sexo. Os
aseguro que contar este secreto a los niños no va a «volverlos gais». De
verdad, DE VERDAD, que no funciona así. Podrías hacer algo mucho PEOR
que comprar un ejemplar del bonito álbum ilustrado Tres con Tango y
compartirlo con tu hijo.
Si eres un padre que está empezando a sospechar que su hijo es LGBT*, sería
genial que le dijeras que lo entiendes perfectamente. Hazle saber, con sutileza,
que tienes una mente abierta. Hazle saber que estás ahí para escucharlo. No
apagues el televisor cuando salgan lesbianas. Sí, eso ocurre muy a menudo. En
lugar de eso, utiliza los personajes gais de la tele para demostrar tu cariño por
la comunidad gay, porque de esa forma tu hijo o hija tendrá más ganas de
abrirse a ti.
Si tu hijo ya ha salido del armario, leer este libro te ayudará. Te permitirá al
menos echar un vistazo al futuro: todas las personas cuyas confesiones se han
expuesto en este libro lo han hecho y han sobrevivido. Es más, la mayoría
hemos sobrevivido conservando intactas las relaciones con nuestros padres,
aunque haya habido periodos difíciles. Dificultades innecesarias, añadiría yo.
Pero no os conforméis conmigo. Pedí a todos los participantes en mi estudio
que dijeran qué consejo les gustaría que les hubieran dado sus padres antes de
salir del armario. Esto es lo que dijeron:
«Déjalos en paz. Puede que suene raro, pero si quieren hablar contigo, ya
lo harán. Lo mejor que puedes hacer es procurar que sepan que te parece
bien (de forma sutil, no diciéndoles directamente: “está bien que seas gay,
ya sabes a qué me refiero”). Si no te parece bien, entonces es hora de que
te detengas a meditar. ¿Por qué no te parece bien? ¿Cuál es el verdadero
problema?»
Kayla, 21 años, Winnipeg, Canadá.
«Siguen siendo tus hijos, pero vistos de otro modo. Obligarlos a volver al
armario porque te sientes incómodo es una putada. Fingir que son heteros
es una cagada. Apuntarlos en un campamento de puritanos para que dejen
de serlo no solo es una guarrada, sino una experiencia mental y
emocionalmente desgarradora. El mundo no te debe un hijo hetero: lo
produjiste, no lo reprodujiste. ¿Merece cargarse la relación con tu hijo el
berrinche que pilles porque no “sigue tu camino”? Se te sigue permitiendo
opinar sobre las parejas de tu hijo, sobre si son buenas personas, tienen
objetivos o hacen feliz a tu hijo. Ya sabes, igual que si tu hijo fuera hetero.»
Elizabeth, 23 años, Chicago.
Hay mucha gente a la que tengo que dar las gracias. En primer lugar, a todos
los que han contribuido a la composición de este libro con su tiempo y con
sus historias. No habría podido hacerlo sin vosotros, en serio. Gracias en
especial a All Sorts Youth Group de Brighton y a Wayne Dhesi de Stonewall.
Gracias de nuevo a Tori Kosara, mi editor, que sugirió el proyecto y además
lo apoyó durante todo el tiempo que duró. No estaba seguro de que diera para
un libro, pero aquí está el resultado, y creo que ambos podemos sentirnos
orgullosos de él. Las fantásticas ilustraciones son aportación de Spike Gerrell
y creo que han dado vida a las palabras.
Gracias a todos los de Hot Key y Red Lemon. Los libros como éste son
trabajos de equipo. Gracias a Jet y Dan por la cubierta y el diseño, y a Emma
por revisarlo todo. Equipo SPAM: os quiero.
Para terminar, gracias como siempre a Jo, mi fantástica agente.
SOBRE EL AUTOR
Los libros de esta colección desprenden amor y romance. Ideales para los lectores más románticos.
La colección para niños y niñas de 9 a 14 años, con historias llenas de aventuras para disfrutar de
verdad de la lectura.
Una serendipia es un hallazgo inesperado y esto es lo que son los libros de esta colección: pequeños
tesoros en forma de historias contemporáneas para jóvenes.
Libros crossover que cuentan historias que no entienden de edades y que pueden disfrutar tanto un
niño como un adulto.
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