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En el Código de las 7 partidas se dice que “costumbre es derecho o fuero que non
es escrito, el qual han usado los omes luengo tiempo, ayudandose del en las
cosas cosas e en las razones sobre que le usaron”
La costumbre tiene importancia hasta antes del siglo XVII, hasta el “Movimiento de
la Codificación” que compite con la legislación escrita, entre los siglos XVII y XVIII,
que soluciona los problemas que existen entre los hombres.
Los filósofos del Derecho de los siglos XVII y XVIII apenas se ocuparon del
derecho consuetudinario. Groccio la menciona accidentalmente y alguna que otra
vez a propósito de la prescripción y de la usucapión. Puffendorf sólo alude a lo que
la costumbre continuada puede influir en la voluntad. Thomasius no se refiere para
nada a ella. Kant habla de pasada en su teoría del Derecho de leyes estatutarias y
convencionales, además de las racionales, pero no expone doctrina alguna del
Derecho consuetudinario.
Después del siglo XVII, en el siglo XIX surge la “Escuela Racionalista del
Derecho”, que relega a la costumbre a segundo plano, porque postulaba un
derecho científico, escrito, basado en la razón, que solucionaba los problemas
jurídicos.
Según la escuela histórica del siglo XIX (Savigny) en los actos jurídicos se refleja
lo que “el alma del pueblo” quiere y ordena jurídicamente, lo que da al derecho
consuetudinario absoluta primacía sobre las demás fuentes del derecho.
Esta opinio juris es lo que nos permite distinguir a la costumbre de lo que son los
convencionalismos o simples usos sociales. La importancia o diferencia entre los
usos sociales y la costumbre jurídica, es que, sin la OPINIO IURIS, no existe
costumbre jurídica; no sería una norma de tipo jurídica, sería un simple uso social.
- Costumbre Internacional
- Costumbre nacional
- Costumbre general
- Costumbre local
A decir verdad, en realidad no hay más que dos tipos de costumbre: la costumbre
fuera de la ley y la costumbre contra la ley, porque la costumbre que se ajusta a la
ley no se puede llamar costumbre sino ejecución de la ley, pues si añade algo a la
mera ejecución de la ley, es costumbre fuera de la ley.
Así se dice por don Carlos Ducci que la costumbre según a la ley consiste en
maneras uniformes de aplicar de interpretar y aplicar la ley. Cuando esta
costumbre emana de las sentencias de los Tribunales de justicia, nos
encontramos frente a una costumbre jurisprudencial o jurisprudencia que veremos
más adelante.
Esta costumbre sine legem o prae legem se refiere a la costumbre que rige una
materia o asunto donde no hay norma expresa. Se encuentra en el art. 4º del
Código de Comercio que dispone que “Las costumbres mercantiles suplen el
silencio de la ley, cuando los hechos que la constituyen son uniformes, públicos,
generalmente ejecutados en la República o en una determinada localidad, y
reiterados por un largo espacio de tiempo, que se apreciará prudencialmente por
los juzgados de comercio.”
La costumbre contra la ley es que deja sin aplicación (desuso de la norma legal) o
infringe un precepto legal (lleva aparejada la sanción por la infracción legal).
El artículo 2° del Código Civil dispone que “la costumbre no constituye derecho
sino en los casos en que la ley se remite a ella. Existen ejemplos en el Código civil
en donde la ley se remite expresamente a la costumbre.
a. El artículo 1986 del Código civil, dentro de las normas del contrato de
arrendamiento, regula en lo que se refiere al tiempo o pago de los arrendamientos
en los predios rústicos, que “si nada se ha estipulado sobre el tiempo del pago se
observará la costumbre del departamento.”
b. El artículo 1940 del mismo código, también referido a las normas sobre
arrendamiento, trata de las llamadas “Las reparaciones locativas”, estableciendo
que: “El arrendatario es obligado a las reparaciones locativas. Se entiende por
reparaciones locativas las que según la costumbre del país son de cargo de los
arrendatarios, y en general, las de aquellas especies de deterioro que
ordinariamente se producen por culpa del arrendatario o de sus dependientes,
como descalabro de paredes o cercas, albañales y acequias, rotura del cristales,
etc.”
En El Derecho Comercial
En El Derecho Administrativo
En El Derecho Penal
Por el “principio de legalidad o indubio pro reo”, el hecho delictivo debe haberse
cometido con anterioridad a la existencia de la norma escrita de derecho; si no hay
ley que establezca la conducta antijurídica no habrá pena. Por ello la costumbre
no puede aplicarse, porque no está escrita.
En El Derecho Internacional
Los tratadistas se basan en la costumbre, sino hay una ley que rija una situación
determinada, rige la costumbre como fuente supletoria, en silencio de ley o fuera
de ley.
1.- Origen: La costumbre emana de los usos del cuerpo social, la ley en cambio
requiere un acto de legislación.
La costumbre, surge dentro de la comunidad, sin un procedimiento preestablecido,
mientras que en la ley, existe un proceso formativo establecido por la constitución
Política.
2.- Extinción: Para que la ley pierda su eficacia necesita ser derogada, la
costumbre en cambio puede perder eficacia por el simple desuso, o porque
desaparece cualquiera de los elementos que la constituyen.
3.- Aplicación en el tiempo: la ley rige, por regla general, en el acto; en cambio la
costumbre necesita la reiteración de los actos que la conforman en un largo
espacio de tiempo.
6.- Prueba: La costumbre para que obligue debe ser probada, mientras que la ley:
No requiere de prueba, una vez publicada comienza a regir y se presume
conocida por todos, es decir que nadie puede alegar ignorancia de la ley.
LA PRUEBA DE LA COSTUMBRE
Siendo la costumbre un hecho se debe acreditar su existencia. Es distinta la
prueba de la costumbre en el derecho civil y en el derecho comercial.
En derecho Comercial, son muchos más restringidos los medios probatorios. Ellos
están limitados a los señalados en el artículo 5º del código de comercio, que
expresa que: “No constando a los juzgados de comercio que conocen de una
cuestión entre partes la autenticidad de la costumbre que se invoque, sólo podrá
ser probada por alguno de estos medios:
1º. Por el testimonio fehaciente de dos sentencias que, aseverando la existencia
de la costumbre, hayan sido pronunciadas conforme a ella.
2º Por tres escrituras públicas anteriores a los hechos que motivan el juicio en que
debe obrar la prueba”.