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CONECTAR CON TU HIJO(A)

Preparación

Te sugiero que antes de iniciar cualquiera de las prácticas hagas lo siguiente:

Siéntate cómodamente, respira tan lento y profundo como esté bien para ti, usa tu respiración para
soltar toda la tensión y todo lo que te estorbe para sentirte en paz.

Puedes imaginar que al inhalar recojes desde dentro de ti esas sensaciones molestas y al exhalar las
expulsas respetuosamente; puedes ponerles un color, de manera que te imagines que lo estás
exhalando.

Respirar profundo no tiene que ser un acto forzado, hazlo suavemente, a tu propio ritmo,
cómodamente.

Ahora, por unos momentos dale permiso a tu mente de pensar todo lo que quiera, deja que fluyan las
ideas, los pensamientos, las imágenes tal como lleguen.

Luego pide a tu mente que se aquiete poco a poco, imagínala como un lago sereno y cristalino, y cada
vez que durante la práctica comience a divagar, sólo regrésala adonde estás y pídele que se mantenga
concentrada en ello.

La mente, el cuerpo y todas nuestras partes tienen una conexion directa con el inconsciente, entienden
cuando les hablamos y siempre están dispuestas a ayudarnos cuando se lo pedimos.

Posteriormente, durante unos momentos dirige tu atención al centro de tu pecho si percibes


sentimientos tales como ansiedad, opresión, inquietud o cualquier otra sensación incómoda, no te
preocupes, utiliza tu respiración para dejarlos ir.

El centro de tu pecho es la puerta de entrada, el asiento del Ser, la conexión directa con el alma y es
desde ahí donde vas a trabajar.

Puedes pedir si lo deseas la ayuda del Ser Superior en quien tú creas para que te guíe y te asista en este
trabajo.

Practica 1

Inicia con la preparación.

Conéctate con tu Alma, tu Espíritu, tu Ser Superior, tu Esencia o cualquiera que sea la forma en que te
guste nombrar a esa parte tuya luminosa y sabia. Simplemente llámala de la misma forma en que
llamarías a alguien con quien deseas estar y confía en que tu llamado será respondido. Llamar a esa
parte tuya es hacerte consciente de ella y conectarte. Percíbela de la forma en que esté bien para ti,
dentro de ti, a tu lado, frente a ti, o como lo sientas adecuado.

Ahora llama al alma de tu hijo o tu hija con quien vas a trabajar, ahí frente a ti (no físicamente, por
supuesto), su Ser Superior se encargará del qué y el cómo; imagínalo ahí frente a ti, luminoso y sabio
como tú, y desde tu Alma empieza a decirle todo aquello que deseas. Puedes decirlo en silencio o en voz
alta. Agradécele los

aprendizajes y las lecciones, pídele perdón por lo que te corresponda hacerlo, habíale de las áreas de tu
relación con él que te son difíciles, reconócele su bondad, su luz

y su belleza. Si te descubres criticándolo o juzgándolo no estás hablando desde el Alma, sino desde el
ego, pero por favor no te recrimines por ello, sólo date cuenta e intenta moverte al plano de tu Alma.

Y luego escucha, escucha, escucha lo que el Alma de tu hijo tiene que decirte y deja fluir, fluir y fluir esa
comunicación, tómate tu tiempo, disfrútalo, hasta que sientas que por esa ocasión ha sido suficiente.

Entonces es el momento de despedirte. Hazlo de la manera que quieras y pídele al Alma de tu hijo que
se vaya a donde le corresponda estar en ese momento, agradeciéndole y avisándole que habrá otra
ocasión.

Termina la práctica haciendo algunas respiraciones profundas, siente tu cuerpo, toma plena conciencia
de ti mismo, ubícate completamente aquí y ahora, empieza a mover con lentitud tu cuerpo, abre tus
ojos y

agradece.

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