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MEMORIÁPTICA

por Horacio Lobos luna

Este es mi lugar.
Ya no recuerdo otro momento ni otro tiempo
que este instante.
He echado raíces en esta estancia
como si el mundo dependiera de ello
y le he tomado el pulso a una vida
que sufre palpitaciones
ante el abismo trepidante del porvenir.
Los rastros de la memoria
se disuelven en la asepsia irritante
del desinfectante y la espuma antialergénica.
En posición fetal mirando una pantalla
se desmadeja el tejido de las anticipaciones
y las distopías.
Las redes se expanden sobre el orbe
arrastrando miedos y esperanzas
como peces moribundos ebullendo
en la corriente revuelta del mundo,
y los pescadores de hombres
cuentan sus victorias según la moneda de cambio.
Y sin embargo, las calles rugen,
y se eleva la llamarada de las voces abrasadas
y el humo de alaridos reducidos a cenizas.
El reloj enmudeció sus horas sonoras
en la insípida afonía del averno digital.
En él se extiende el tiempo girando en la redundancia
tautológica de un topos uranos
sin idea de sí mismo.
¿Quién acicatea los caballos de un destino
fraguado en cadenas de algoritmos y estadísticas?
Aquí es la memoria de un futuro posible
diluido en un pasado sin figura ni forma,
sin olores, sin sabores, sin sustancia
que rescate de una espera que añora su propia extinción.
Sólo recuerdo este momento.
Y la membrana táctil de sus imágenes
que llena una memoria
lista para ser vaciada en el instante mismo
en que ya no dé más de sí.

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