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Kip Tobin

Estudio Independiente - Dr. Corona


Ensayo 2, 4-9-11

En su obra La société du spectacle, Debord arranca su crítica a la sociedad

(pos)moderna a partir de la primera línea del Kapital, centrándose exclusivamente

en tierra de los europeos neo-marxistas de los años 50-60. El Espectáculo es una

relación social facilitada por la falsa conciencia y es mediada por las imágenes.

Dicho de otro modo (y Debord lo describe con una variedad de ejemplos que a

veces se acercan a lo poético), el Espectáculo es la convergencia de la fase tardía

del capitalismo y su encuentro con los medios masivos. Debord observa cómo la

sociedad en la que la imagen dominaba las relaciones sociales, y cómo esa relación

—basada en una alienación de trabajo previamente delineado por Marx—se basaba

cada vez más en las imágenes.

¿Cómo se hace que la gente—que ya tiene más de lo que necesita para

sobrevivir felizmente—siga comprando bienes? El Espectáculo lo hace presentando

un producto continuamente obsoleto que es necesario renovar y presentando la

posibilidad de encontrar algo más nuevo, mejor y más atractivo. También, hay que

vestir el producto con una variedad sinfín de disfraces; cada uno tiene una imagen

distinta y es presentado siempre bajo una luz de novedad, en efecto manipulando al

consumidor/ciudadano/trabajador. El punto de vivir es obtener una gran cantidad—

en exceso—de bienes. En esto reside la calidad de vida. Nunca se llega a tener lo

suficiente.

El Espectáculo oculta las luchas de clases y la explotación mediante

imágenes del racismo, la xenofobia, los deportes y las elecciones (40). Estas

imágenes agitan las emociones del público socialmente y da la impresión de que va


a producirse un cambio radical y fundamental con cada elección pero realmente no

cambian la estructura de propiedad y poder.

El autor distingue entre dos tipos de espectáculo: el concentrado y el difuso

(41 – 42). El primero es un espectáculo singular, encarado en una sola imagen,

como, por ejemplo, Stalin; y el segundo consiste en una pluralidad de imágenes que

se compiten entre ellas (por ejemplo, los EEUU). En el prefacio del libro publicado

en 1992, Debord modifica su definición para combinar ambos en un espectáculo

integrado. Hoy en día vivimos en un mundo saturado de imágenes a la vez difusas y

concentradas, un ejemplo de éste sería la imagen de Barak Obama con los colores y

el lema: “CHANGE” en las elecciones presidenciales de 2008. Al mismo tiempo, hay

la ubicuidad de la pantalla en todas sus formas (televisión, cine, celular,

Ipad/Ipod/Iphone, y computadora), una fuente constante de anuncios y espectáculo.

Debord dedica muchas páginas a hacer un recorrido histórico (mítico y

cíclico) para demostrar cómo el capitalismo destruyó esas concepciones del tiempo

y las reemplazó por una concepción lineal. En el tiempo del Espectáculo, el tiempo

no es circular como en los tiempos cíclico-míticos de los nómadeas, sino que es

irreversible. El tiempo fue apropiado por los nuevos modos de producción del

capitalismo, y ahora el trabajo, como una forma de tiempo laboral, cambió las

condiciones históricas para siempre (103).

Detournement es su palabra para describir un estilo dialectico que subvierte

o lucha contra el Espectáculo. Esta práctica dialéctica, al menos desde el punto de

vista hoy, será aplicada a las imágenes, muchas veces utilizadas para mover un

objeto cultural de un contexto usualmente mercantil, colocadas a un nuevo

contexto para desnudarlo y darle otra significación (147). Creo que The Colbert
Report en el canal Comedy Central puede verse como una especie de

detournement. A través de una sátira política y paródica al extremo, se revela

mucho de lo absurdo en el sistema, y también se critican las políticas

contemporáneas estadounidenses. Otro ejemplo sería Adbusters, una revista

anarquista canadiense, trata de promover una agenda revolucionaria anarquista

mediante la resignificación de anuncios. Esta técnica se llama “Culture Jamming”.

Por ejemplo, un billboard con el gráfico de la bandera de los Estados Unidos tiene

como estrellas los logos de las corporaciones multinacionales, como Nike, Intel,

Wal-mart, Facebook, etc. A la derecha se lee: “Declare Independence from

Corporate Rule”. Por este medio, un cartel publicitario, no es raro ver la bandera de

los EEUU para vender un producto con el fin de apelar a la conciencia nacionalista

del ciudadano/consumidor, pero en este contexto, le da una significación en la que

contiene el poder de resistir el poder del Espectáculo1.

Se detectan corrientes de Walter Benjamin en Debord. En su análisis de cine

en “The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction”, Walter Benjamin critica

el uso de la imagen—y el cine en particular—con fines políticos (para manipular a

las masas). “With the emancipation of the various art practices from ritual go

increasing opportunities for the exhibition of their products” (1237). El crítico

alemán señala el cambio fundamental que ocurre cuando se libera el aura de la

obra de arte por copiarla, y luego sus reproducciones circulan libremente por la

sociedad: La radical transformación cuantitativa (la reproducción sinfín del objeto

artístico) produce una transformación radical cualitativa en su naturaleza, en su

uso. Para Benjamín, tal uso de la imagen tiene fines políticos, tal y como lo hizo el

1
Veo la ironía en estos ejemplos, que la crítica viene dentro del Espectáculo de un programa
de televisión o de una revista de color, ambos símbolos de un tipo de Espectáculo. Me
pregunto si es posible, valido y vigente criticar el Espectáculo desde adentro.
fascismo de Mussolini o Stalin en su momento. “The logical result of Fascism is the

introduction of aesthetics into political life” (1239). Debord verá, años después de

Benjamin, la evolución de la imagen móvil y su reproducción propagada por todas

las sociedades occidentales. Así que, ambos críticos veían que el uso de la imagen

(el filme, los medios visuales de cualquier tipo) con fines políticos mantenía a la

gente oprimida y servía como una distracción de lo real.

Otro crítico francés con el que Debord comparte al menos parte de su

temática de los medios es el controvertido Baudrillard. Él y Debord empezaron a

escribir en el mismo momento, “Système des objets” de Baudrillard en 1968 y “La

société du spectacle”de Debord en 1967. Aunque este ensayo no tiene el espacio

suficiente para resumir ni sintetizar el pensamiento crítico y extenso de Baudrillard,

me gustaría yuxtaponer estas nociones parecidas del Espectáculo y

Simulaciones/Simulacro. Debord aún ve una diferencia entre el sujeto y la realidad

material objetiva del mundo diario en el que él vive. El sujeto vive alienado de su

trabajo, sus compañeros y sí mismo por la explotación de su labor por parte de la

burguesía. Este grupo dominante, dueño de la propiedad y riqueza social, es

también dueño de los medios y por tanto el Espectáculo. Esta entidad perpetúa si

no aumenta esta división y sigue manteniéndola a través de los medios masivos.

Sin embargo, existe la posibilidad de luchar contra esta fuerza mediante el

detournement. Si puede ser derrotado, esto sería la única arma de lucha.

En el mundo de Baudrillard, el sujeto vive sumergido en lo irreal. Lo real no

existe, o tal vez, lo real está compuesto de lo virtual (un ejemplo actual sería los

videojuegos Wii Deportes donde se juega al boliche, tenis, golf, etc., sin tener que

personarse en el lugar y jugar de verdad). El mundo material ya está hecho de

simulaciones, como Disneyland. El Espectáculo, siendo una representación virtual


de la realidad, ya es de por sí una simulación, y su condición es el simulacro.

Empleando la analogía de la religión, el filósofo francés pregunta qué pasa cuando

la divinidad se convierte en iconos y símbolos, un escenario lleno de simulacro.

“Does it remain the supreme authority, simply incarnated in images as a visible

theology? Or is it volatilized into simulacra which alone deploy their pomp and

power of fascination -- the visible machinery of icons being substituted for the pure

and intelligible Idea of God?” (367). Baudrillard interpretaría el Espectáculo como

otro conjunto de simulaciones. Si todo es simulacro, entonces el Espectáculo es otra

simulación entre muchas. Todo es imagen, superficie, referente, una imitación de lo

real, la cual, si existiera alguna vez en el pasado es ahora irrelevante, porque ahora

solo existen los referentes sin una realidad o una significación más allá. Por eso,

Baudrillard es más pesimista que Debord. Por lo menos con Debord queda la

esperanza de que se puede luchar contra el sistema y posiblemente ganar; para

Baudrillard todo carece de significación, hay un vacío omnipresente de los

significados detrás de los referentes. Sin haber estudiado su política, adivino que la

concepción de Baudrillard sobre la alienación social en el ser humano no tiene nada

que ver con la alienación innata en la labor capitalista, y que esta alienación es una

parte inherente en la experiencia humana misma.

WORKS CITED

Debord, Guy. The Society of the Spectacle. New York: Zone, 1994. Print.

Benjamin, Walter. "The Work of Art in the Age of Mechanical Production."


Literary Theory an Anthology. Malden, Mass. [u.a.: Blackwell, 2004. 1235-
241. Print.
Baudrillard, Jean. "Simulations and Simulacra.” Literary Theory an Anthology.
Ed. Rivkin, Julie. Malden, Mass. [u.a.: Blackwell, 2004. 365-377. Print.

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