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Evaluación de riesgo de conducta suicida

La evaluación del riesgo suicida es una parte fundamental en el manejo y la prevención de la


conducta suicida , tanto en Atención Primaria como en Atención Especializada.
Las dos herramientas básicas para la evaluación del riesgo de suicidio son la entrevista
clínica y las escalas de evaluación, aunque éstas no sustituyen al juicio clínico, sino que son
un apoyo o complemento.

Entrevista clínica
La entrevista clínica es el instrumento esencial en la valoración del riesgo de suicidio. Además de
tener un importante papel en su evaluación, supone el inicio de la interacción entre el paciente y
el profesional, por lo que puede jugar un papel relevante en la reducción del riesgo suicida
Escalas de evaluación auto y heteroaplicadas
Existe una gran diversidad de instrumentos psicométricos diseñados para evaluar el riesgo de
suicidio que suelen basarse, bien en la valoración directa de ideas/ conductas suicidas y
factores de riesgo, bien en síntomas o síndromes asociados al suicidio, como la desesperanza,
la depresión, etc.
De las escalas revisadas, aquellas que han demostrado adecuadas propiedades para la
valoración del riesgo suicida son:
––Escala de desesperanza de Beck
––Escala de ideación suicida de Beck
––Escala de Intencionalidad Suicida de Beck
––Ítem de conducta suicida de la Escala de depresión de Beck
––Ítem sobre conducta suicida de la Escala de valoración de la depresión de Hamilton.

Evaluación y manejo del paciente con conducta


suicida en el Servicio de Urgencias
En estos Servicios pueden verse tres grupos diferentes de pacientes con riesgo significativo de
conducta suicida:
– Aquellos que acuden con ideación suicida manifiesta o después de un intento de suicidio.
– Aquellos que acuden con trastornos mentales, aunque sin intencionalidad suicida.
– Aquellos que acuden con una patología física específica pero que presentan un riesgo de
suicidio oculto o silente.

Las competencias de los médicos de Urgencias Hospitalarias en la atención a un paciente


con conducta suicida, serían las siguientes :
––Desarrollo de una correcta anamnesis con especial énfasis en:
––antecedentes personales y familiares de trastornos mentales
––antecedentes previos de conducta suicida (individual y familiar)
––abuso de alcohol o drogas
––situación personal, social y eventos estresantes
––Evaluación de la existencia de alteración del nivel de conciencia y de si afecta a su capacidad
mental
––Evaluación de enfermedades mentales graves
––Evaluación del estado de ánimo
––Presencia o ausencia de pensamientos y planes de suicidio
––Evaluación del intento de suicidio: motivación, características y gravedad del intento y uso de
métodos violentos
––Valoración del riesgo de suicidio inmediato
––Valoración de la capacidad de otorgar un consentimiento informado
––Determinación de cuando es necesaria una evaluación especializada
––Disposiciones específicas para el seguimiento, en caso de no derivar al especialista.

Las competencias de los especialistas en Salud Mental serían las siguientes :


––Realizar una aproximación diagnóstica
––Evaluar conductas suicidas de repetición
––Establecer un plan de observación e intervención sobre el paciente
––Contactar con los servicios adecuados en aplicación del plan acordado
––Establecer qué pacientes tienen mayor riesgo de auto o hetero-agresividad, por lo que deben ser más
vigilados
––Implementar los planes de tratamiento incluyendo las intervenciones psicofarmacológicas,
psicoterapéuticas y sociofamiliares.
Criterios de ingreso hospitalario del paciente con conducta
suicida
La GPC elaborada por el New Zealand Guidelines Group (NZGG) (76) considera los
siguientes factores:
––Factores cuya presencia aconseja la hospitalización del paciente:
••necesidad de tratamiento médico de la conducta suicida
••tratamiento psiquiátrico más intensivo (p. ej. psicosis aguda)
••ausencia de adecuado soporte psicosocial

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