María Magdalena, María la madre de Santiago y Salomé fueron al sepulcro. Por un hombre (Adán) entró el pecado y la muerte en la historia de la humanidad. Sin embargo, por el Sí de una mujer, María, entró a nuestro mundo aquel que es la Vida, Cristo Jesús. Estas mujeres dan vida y se aferran a su fe y sus tradiciones. No importando lo que les iba a costar abrir la tumba de Jesús, ellas quieren prepararlo, cumplir con los ritos de embalsamar a Jesús, puede más en ellas el gran cariño que le tienen, que ellas siendo las que dan vida entran a un lugar de muerte, un sepulcro, una tumba. Aquí todo es oscuridad, sequedad, frialdad, eso es la muerte, ausencia de vida, de luz y de esperanza. Pero ¡Oh sorpresa! Cristo no está, el que es la Vida ha tenido un duelo con la muerte y ha resultado victorioso. Por eso decimos, este es el día del triunfo del Señor, es nuestra alegría y nuestro gozo. El sepulcro vacío es prueba fidedigna, no invento de la iglesia, de los romanos o de los amigos de Jesús, es una realidad. El que estaba muerto, ahora vive. Este joven vestido con una túnica blanca les dice que el crucificado no está aquí, ha resucitado. Por eso esta es la madre de todas las Vigilias, todo lo relatado en el Antiguo Testamento habla de Jesús, la humanidad vivía en sombra de muerte, la humanidad estaba condenada al suplicio eterno, sin embargo, la deuda del pecado ha sido saldada, el Hijo a pagado con su sangre la desobediencia de Adán. Bendita culpa que nos mereció tan gran redentor. Los signos son importantes, el agua es vida, la luz es fuente de alegría, los aceites son signo de fortaleza y de presencia viva de Dios en cada sacramento que confieren. La comunidad de creyentes es la iglesia siempre activa, participante, solidaria y fraterna. Hoy, damos gracias al Padre por el don de su Hijo y por el don de su Espíritu. De ahora en adelante todas las cosas son nuevas, hombres y mujeres nuevos, renovados en la fe, en el bautismo que recibimos y enamorados de Jesús vivo que se manifiesta en el amor. Estos adultos han sido llamados para recibir el Amor de Dios, así llamamos al Espíritu, Amor. El fuego de su amor, la confirmación, la edificación interior de estos muchachos para seguir perseverantes en el camino de esta vida, confiados, abandonados y esperanzados en Jesús vivo y verdadero. Todos pasaremos por la muerte, pero no debe preocuparnos, porque nuestro destino final, al ser injertados por Cristo por el amor en su iglesia, nuestro destino final es la vida eterna, la resurrección, la felicidad perpetua. Hoy es tiempo de morir al hombre viejo, que huele a muerto, sin vida, cansado, sin gustar las cosas, el sol, el amor y la familia. Hoy es tiempo de morir al pecado que nos carcome y nos apaga por dentro. Mucha gente está muerta en vida, se han dejado contaminar y afectar hondamente por los problemas, la enfermedad, los vicios, los egoísmos y todo aquello que es muerte. Nosotros somos creyentes, si hemos muerto con Cristo, estamos seguros de que también viviremos con Él. Esta es la invitación para ti y para todos, vive, vive, no mueras a tus sueños, ni a tus proyectos, no mueras en el trabajo hacia la santidad, en buscar el mejor bien para tu familia, no mueras a la esperanza, ni dejes que se acaben los ánimos para ayudar al necesitado, al pobre o al enfermo. Por favor, no dejes morir en ti aquellas cosas que el Señor ha puesto como regalos, dones o frutos. No mueras a lo positivo y amoroso que hay en ti, si muere al hombre viejo, al hombre apagado y amargado, muere al hombre derrotado, al hombre lúgubre y miedoso. A Él si muere, despídete del hombre viejo, y renace con en esta noche, santa, Luz de Luz, muertos al pecado y vivos para Dios. Tú que recibes el bautismo, vive para Dios, no para el enemigo de Dios, sirve a la luz no a las tinieblas del pecado y del error. Tú que confirmas tu fe, todos los días has el esfuerzo de renunciar al pecado, de crecer en el amor a Dios y a ti y decir no a lo que te hace daño, a lo que es signo de muerte, de sepulcro y de tiniebla. Queridos confirmandos, vivan para Dios, esa es la gloria que le damos a Dios, estar vivos y mantenernos vivos en nuestros sueños y en nuestras esperanza. Por favor, no te traiciones a ti mismo, no te dejes llevar por el mundo del materialismo, del individualismo, del egoísmo y de la cerrazón. Te invito que estés abierto a la vida, que sonrías, que estés alegre, feliz, que disfrutes cada momento y cada instante de tu vida. Hoy celebramos la vida, y la vida tiene su nombre: Jesucristo, nuestro Señor. Ya es tiempo, hermano y hermana. Nos llegó una pandemia y aun no haces los cambios que en tu vida requieres hacer ya. Pide el Espíritu Santo para que tengas la decisión de pedir perdón y perdonar. Ya llego el tiempo, de ser libre de ataduras, libre de complejos, libre de traumas o de heridas. Lo que viviste ya pasó, solo te queda este instante, y en esta celebración sagrada, es un adelanto de lo que nos espera en la vida eterna, la luz, el banquete, el vino, el agua, el Espíritu y la felicidad verdadera. Aleluya, aleluya, porque eres bueno, porque tu misericordia es para siempre. La vida es color, el color es alegría, y la alegría es gozo en el Espíritu. Hoy la Vida venció y nadie podrá detenerla jamás. Pbro. Cesar Campa C.