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Causación mental

La causación mental es uno de los conflictos centrales en filosofía sobre el problema


mente cuerpo, el cual es debido a la distinción establecida por Rene Descartes en sus
Meditaciones Metafísicas, en las cuales postula la existencia una sustancia pensante y una
sustancia física1. La causación mental, en nuestra vida cotidiana, es la manera en que
explicamos “con naturalidad la mayoría de los comportamientos de nuestros semejantes y
también los nuestros refiriéndonos, entre otros, a estados mentales como las creencias, los
deseos y las intenciones”(Saab, 2007, p. 17). Aquello que distingue a una acción de una
mera conducta es que la acción responde a una intención (es intencional), mientras que la
mera conducta no lo es. Agreguemos también, que la motivación o intención con la cual se
asocia a la acción se identifica con lo que la produjo, según esta visión filosófica de sentido
común sobre la acción humana, las razones se identifican con causas de la acción.
Siendo principalmente resumido en dos preguntas: ¿Cómo damos cuenta de las
acciones de los seres humanos? O ¿Cómo una motivación, sea cual sea su origen, puede
provocar cosas en el mundo? Por ejemplo, el deseo de cualquier individuo por consumir un
chocolate caliente en invierno, él podrá explicarnos sus razones y motivos que lo orillaron a
consumir la bebida. Así al preguntarnos por lo que le pareció atractivo al sujeto para actuar
como lo hizo, a menudo damos con la razón que lo llevó a realizar su acción, pero esta
razón, se admite ampliamente, no solamente permite comprender por qué actuó el sujeto,
sino, además, lo que es más importante para el presente tema, ¿por qué ocurrió la acción?
Proporcionando así una distinción filosófica entre:
 Razón explicativa: tiene que ver con aspectos explicativos, es decir,
epistémicos de la acción intencional.
 Razón productora: tiene que ver con los aspectos ontológicos y metafísicos
de la misma.
La distinción anterior es demasiado general, conversa entremezclados aspectos que
no necesariamente deben de ir unidos, empero, los aspectos epistemológicos, metafísicos y
ontológicos que están en juego mediante la producción y explicación de la acción
intencional. Siendo parte fundamental el análisis que se ha propuesto a lo largo de toda la
historia de la filosofía sobre los conceptos de causalidad que han desempeñado un papel

1
Res cogitans y Res extensa
fundamental, ya sea como categoría absolutamente esencial de a realidad misma o como
concepto organizador de nuestro conocimiento de la realidad. David Hume no fue ninguna
excepción a esta regla, su nombre se encuentra indisolublemente ligado al problema de la
inducción y al análisis meticuloso del concepto de causalidad, y como lo expresa Stroud en
su obra sobre el filósofo escoces “Cuando un pensamiento o idea causa otro ¿creemos que
hay literalmente algún contacto entre la causa y el efecto? Hume se interesa especialmente
por esta forma de lo que puede llamarse causalidad mental.”(Stroud, 1986, p. 69)
Causalidad en Hume
Por lo tanto, es necesario emplear un análisis y esclarecimiento sobre la noción de
causalidad que plantea nuestro autor, primordialmente establecer que el principio de
causalidad, así como el de contigüidad espacio-temporal y el de semejanza serían principios
de asociación. Como el expone en el Tratado “Tan sólo la causalidad produce una conexión
tal que nos da la seguridad de la existencia o acción de un objeto, que fue seguido o
precedido por alguna otra existencia o acción”(Hume, 2012, Tratado, SB74) La regla de
causalidad nos permitirá inferir la existencia de estados de cosas no observados, a partir de
la observación de otros estados de cosas. Proporcionando así el papel singular que le otorga
en tanto regla de inferencia, el cuál tendría que ser la naturaleza del concepto para poder
desempeñar este papel. Equiparando así dos versiones modeladas por Hume sobre la
causalidad, expuestas a continuación:
a) Negativa:
Comienza con la afirmación de qué la idea de conexión necesaria solo surge
‘después de una repetición instancias similares’: después de haber tenido suficiente
experiencia de impresiones de C seguidas de impresiones de E. Pero dado que
nuestras impresiones sensoriales pasadas de los eventos relevantes no
proporcionaron ninguna fuente de impresión para la idea de conexión necesaria
(como Hume ya lo ha demostrado), y desde que es evidente el mero hecho de que
hayamos experimentado ‘casos similares’ antes no puede permitirnos de repente
descubrir algo nuevo en esas impresiones sensoriales que antes no pudimos
descubrir, resulta que la fuente de impresión para la idea de conexión necesaria no
puede ser una impresión sensorial en absoluto. Si la fuente de la impresión de la
idea fuera una impresión sensorial genuina, entonces habríamos sido capaces de
tener esa impresión y, por lo tanto, inferir el efecto de la causa, la primera vez que
tuvimos una impresión C. Pero como no fuimos capaces de hacer eso la primera
vez, la fuente de impresión debe estar en otra parte. (Beebee, ,p. 82-83)
Este planteamiento tiene dos vías, la primera es establecer que la causalidad no se
puede originar solamente en la experiencia, por qué siempre hay una relación de
proximidad temporal o espacial entre las causas y sus efectos,, al igual que se debe
establecer una prioridad temporal de los primeros sobre los segundos, para finalizar con la
relación causal mediante la conjunción de sucesos temporales mediant los cuales solamente
podemos obtener generalizaciones provenientes de la información pasada. Creando así la
problemática de la imposibilidad de inferir experiencias futuras a partir de las pasadas
(pasar de aquello observado con anterioridad a lo no observado).
Mientras que la segunda tendría que ver con la razón, la cual, vendría siendo aquella
facultad por excelencia de las inferencias. Interesándome el estilo de razonamientos
causales (como los llama Hume), sobre el fundamento del razonamiento teórico de carácter
demostrativo mediante la cual se encontraría erigida la inducción, puesto que al tener una
serie de experiencias en las cuales todos los sucesos C causan a los sucesos E.
introduciendo así el principio de uniformidad con el cual, estaríamos justificando un
razonamiento deductivo inductivo, mediante la serie de regularidades observadas con
anterioridad que podría ser proyectadas a futuro, empero las experiencias pasadas no son
razones ni justificaciones para el principio de uniformidad, presentando así el filósofo
escoces, que para ambas vías se requiere de un elemento que no se puede obtener solamente
de la experiencias ni de la razón, conduciéndonos así a la versión positiva.
b) Positiva:
Finalmente localiza la fuente. La idea de la conexión necesaria solo viene a la mente
después de una repetición frecuente. Y, de hecho, me viene a la mente precisamente
en el punto en el que se activa el hábito de inferir E a partir de las impresiones de C.
De modo que la fuente de impresión de la conciencia de la idea de ‘transición’ de la
mente proveniente de la impresión de C a la creencia en E. (Ibid, p.83)
Esta formulación, se encuentra irremediablemente condicionada por su peculiar
concepción de la creencia, según la cual, es una actitud mental hacia un cierto contenido de
juicio que debe poder distinguirse de cualquier otra actitud cognitiva mejor conocida como
la concepción de contenido proposicional, en pocas palabras, la característica distintiva
entre los estados de creencia y concepción es al igual que con las impresiones e ideas el
grado de intensidad con que se presentan, las creencias son como imágenes vívidas.
Empero el fundamento de toda inferencia causal, proviene de una hipótesis psicológica la
cual proviene de una regla proveniente de la imaginación “el hábito”, entendido como un
mecanismo innato, por medio del cual la disposición causal debe ser algo que aprendemos a
aplicar de forma correcta en comunidad, observando lo que hacen los demás y haciendo lo
mismo, posibilitando la exclusión de las generalizaciones.
De estas vías, podemos concluir que la conexión causal no sería nada más que
contigüidad, sucesión temporal, conjunción constante entre sucesos de ciertos tupos y un
determinado hábito que nos permitiría proyectar hacia el futuro ciertas conjunciones y no
otras, siendo esté una especie de sentimiento que podría conocer mediante la introspección
y de acuerdo con el autor del Tratado, esta regla nos permite pasar de creer en la existencia
y en la verdad de lo observado a creen en la existencia y en la verdad de lo no observado.
Empero, no conocemos a los objetos materiales del mundo físico solamente las impresiones
asociadas a ellos, rechazando así un tipo de justificación racional por medio del cual estaría
aceptando la existencia de sustancias. En consecuencia, Hume adopta una postura exenta de
sustancias tanto materiales como espirituales puesto que, toda su epistemología se basa en
el principio de la copia, en el cual se plantea que todo nuestro conocimiento proviene de
nuestras impresiones y algo que no provenga de ellas no existe, por lo tanto, en el siguiente
apartado estableceremos que aspectos existente sobre una idea de objetos y sujetos que
puedan emprender una relación causal entre lo que sería la mente y el cuerpo, al igual que
nuestras actitudes y el mundo físico en el que interactuamos.
Hume VS Sustancias
El tratamiento proporcionado por Hume al concepto de materia y sujeto, es que para
ambos casos él se cuestiona sobre las razones para creer en su existencia, su punto de
partida proviene de la tradición heredada.2 La idea de sustancia tendría que ser algo cuya
existencia no dependa de nada más que de sí misma. En el caso de la existencia de un ser
supremo este existe sin ser creado y a su vez dependeríamos de él para la existencia de la
materia y sujetos. Pero, la metodología escéptica humeana encuentra paradigmático el caso

2
Las tradiciones racionalistas y empiristas, principalmente Descartes y Leibniz.
del concepto de objeto material y la aplicación en su epistemología, realizando un análisis
para justificar por medio de la razón o por los sentidos cada uno de manera independiente.
Mostrando así que la razón falla, por la percepción de la primera persona por que, el
mecanismo de transición de creencias en lo observado equivale a la aplicación de la regla
de causalidad a los sucesos empíricos, en el cual se requiere una conjunción de los sentidos
e imaginación para poder justificar la existencia de objetos en el mundo. Puesto qué la
reflexión únicamente obtiene cierto tipo de impresiones las cuales tendrían que ser
independientes de cada uno de los objetos materiales, imagínese una naranja, este es un
objeto que tiene ciertas propiedades3 las cuales pueden ser fragmentadas en ideas simples,
por ejemplo, su color, sabor, aroma, forma, textura, tamaño, etc., sin embargo, cuando
realizamos toda esta depuración mediante la razón no tenemos una impresión de la
sustancia.
Mientras qué en los sentidos, la evidencia que estos nos proporcionan es de
secuencias temporales fragmentadas de impresiones semejantes en el contenido pero
independientes entre ellas. Siendo así que estos no nos proporcionan evidencia directa de
existencias continuas y permanente en medio del flujo temporal, y para que este sea de
manera indirecta necesitaríamos a la razón la cual rebasaría los poderes de la sensación
culminando así en la imaginación o la razón. Al igual que, no es perceptible el objeto tal y
como es, puesto que solamente se obtiene las impresiones las cuales no son externas ni
independiente de nosotros, lo cual produce la ilusión de que percibimos existencias
externas e independientes son realmente las relaciones de contigüidad espacial que nuestro
aparato cognitivo establece en los contenidos de nuestras impresiones.
Al ser excluidas razón y sensibilidad como fuentes exclusivas sólo resta la
imaginación la cual sería el centro de la inferencia causal humeana concebida como un
dominio de ideas y las impresiones asociadas a ellas mediante la temporalidad como un
medio para la colección de percepciones en una sucesión temporal de atributos, basados en
el principio de identidad,teniendo en cuenta que la existencia de objetos materiales
provenía de un contenido proposicional como actitud cognitiva, que tiene como propiedad
fenomenológica la intensidad atribuida a las impresiones logrando así tener una idea
ininterrumpida de las impresiones provenientes de algún objeto.

3
Conjunto de impresiones
Mientras que el concepto de sujeto, proviene de la herencia cartesiana, aquella que
tiene el estatus de certeza indudable, mediante la cual se fundamenta toda la epistemología
cartesiana, el cual es descartado por Hume, por la autoridad de la primera persona, aquella
que atribuimos a la introspección y acceso de las propiedades mentales, siendo clave para el
argumento en contra de la identidad personal:
1. Todas las ideas son derivadas a partir de impresiones sensoriales.
2. La idea de un “yo” que persista a lo largo del tiempo debe ser derivada a partir
de impresiones.
3. No hay impresiones correspondientes a la idea de un “yo” persistente.
4. ∴ Realmente no tenemos una idea coherente de un “yo” que persista a lo lago
del tiempo.
Si bien Hume no cuestiono nunca la tajante división entre mente y cuerpo, aun así, él
retoma la idea desechada del privilegio de la primera persona, por qué es aquí donde el
caracteriza la mentalidad y subjetividad del ser humano siendo este el problema que deja
insoluble para su propia filosofía y delega a la tradición posterior a su resolución.
¿Existe una causalidad mental en la filosofía humeana?
A partir de todo lo anterior se podría proveer al lector de una respuesta negativa de
manera rotunda puesto que, para el autor de interés, esta se encuentra fuera del aspecto
epistemológico ya que no hay un medio por el cual podamos establecer una relación de
causalidad entre lo que estamos pensando y lo que se realiza en el mundo, al igual que
cualquier aspecto que pueda ser entendido como acto, evento o voluntad, esto puede
localizar con mayor profundidad en la parte I de la sección VII de la Investigación donde
“Hume da tres argumentos para demostrar que no tenemos ninguna impresión de la
‘influencia’ de la voluntad en los movimientos corporales, es decir, ninguna impresión de
una conexión necesaria entre cualquier causa mental y un efecto físico” (Ibid, p. 81) y a su
inversa, los argumentos son los siguientes:
1. La imposibilidad de aprender alguna cualidad de cualquier acto de voluntad
por medio del cual la mente opera sobre el cuerpo sería conocer “la secreta
unión de alma y cuerpo, y la naturaleza de ambas sustancias por la que una es
capaz de operar, en tantos casos, sobre la otra”. (Hume, 8434, Investigación,
p.65)
2. Indica que la voluntad solo puede influir en ciertos órganos del cuerpo,
mientras que de otros es incapaz. “¿Por qué tiene la voluntad una influencia
sobre la lengua y sobre los dedos, y no sobre el corazón o el hígado? Esta
pregunta nunca nos resultaría embarazosa de ser conscientes de un poder en el
primer caso pero no en el último.” ()
3. Señala la complejidad del mecanismo por medio del cual nos encontraríamos
en una relación infinita de sucesiones de las cuales solo los sucesos
intermedios son desconocidos para nosotros. “aprendemos de la anatomía que
el objeto inmediato del poder en el movimiento voluntario no es el mismo
miembro movido, sino ciertos músculos, y nervios, y espíritus animales y,
quizá, algo todavía más diminuto y desconocido, a través de lo cual el
movimiento se propaga sucesivamente antes de alcanzar el miembro cuyo
movimiento es el objeto inmediato de la volición.(66)
Culminando su pensamiento con un argumento mediante el cual, impide cualquier
concepción de la causación mental:
Parece que en casos singulares de operaciones de los cuerpos no podemos jamás, n
por el más completo escrutinio, descubrir nada sino un evento siguiendo a otro, sin
ser capaces de comprender ninguna fuerza o poder por el cual la causa opere, o
ninguna conexión entre ella y su supuesto efecto. La misma dificultad se nos
presenta al contemplar las operaciones de la mente sobre el cuerpo; lo que
observamos es el movimiento del último siguiendo a la volición de la primera, pero
no somos capaces de observar o concebir el lazo que liga movimiento y volición, o
ala energía por la que la mente produce su efecto. La autoridad de la voluntad sobre
sus propias facultades e ideas no es ni una pizca más comprensible. ()
Conclusión:

Bibliografía:

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