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, | ssef Pieper ead. 1463 Ua. eae dale feot Munich. fupaid, G2 Cale, $4 (474. 1904 -( 994 , 1 er elena Hay cosas que no pueden tratarse suficientemente si no se habla al mismo tiempo de la totalidad del mundo y Ia existencia humana, Quien no estuviera dispuesto a ello habria renunciado de antemano a decir algo im- portante. «Muerte» y «amor» son temas de ese porte. Pero también el tema «fiesta» es uno de ellos. Ya el simple infento de ir més alld de una descripcién de los ’ echos lo delata. Quien, por ejemplo, al partir de lo més obvio, consi- dere Ia diferencia con el dfa de trabajo, descubriré que el modo habitual de hablar que contrapone el trabajo ala fiesta alude a una antinomia muy distinta @ la que, dirfamos, se da entte izquierda y derecha o el dfa y le noche. Pues no s6lo se alude a que el dia de trabajo excluye al dfa de fiesta, sino también a que el trabajo €$ fo cotidiano, mientras que la fiesta, algo no de diatio, 12 JOSEF PIEPER especial, no comiin, una interrupcién del paso gris del liempo, «Todos Tos dias, fiestas o tan s6lo «una fiesta cada dos dias» parecen ser imaginaciones irrealizables, que quiza no Megan a contradecir el concepto de fies- ta’, pero que son con toda seguridad inefectivas en el vivir aqui y shora del hombre hist6rico. Lo festivo del dia_de fiesta sélo es posible en cuanto excepcional. No hay fiesta, salvo fa natalicia, que presente la estruc habitual de un dia de trabajo. — “Una capa social ociosa y dada al lujo no es capaz, ni bien ni mal, de divertirse y, mucho menos, de cele- brar una fiesta; la «buena vida» es algo desesperante- ‘mente poco festivo. Todo da a entender que esto puede docirse incluso de las fiestas palaciegas del Barroco, que algiin historiégrafo ignorante ha descrito como aconte- cimientos especificamente festivos. Més verosimil resul- ta que su origen no fuera Ia alegria de vivir, sino el horror vacui, la angustia, ya que el verdadero presu- puesto de fa fiesta permanecia alejado de estos palacios: en ellos no habia «ni cotidianeidad ni trabajo, y sélo tiempo vacio y ratos dilatados» ?, Por lo demas, no sdlo hay seudofiestas, sino también seudotrabajo. No todo hacer, no todo consumo de ener- aias y ganancia de dinero merece el nombre, que s6lo corresponde a la procura, activa y las més de Jas veces esforzada, de aquello dtl en verdad para Ia vida. Y es de suponer que sélo un trabajo leno de sentido puede vente Jo que se dice sobre Ia festa wincesante» en péginas posteriones. 7 Richard Atewys/Karl Sievz.e, Das grosse Welttheaher. Die Epocke der hilischen Fese in Dokument und Deutung, ts Deutsche Enzyklopiidie, Hamburgo, 1959, p. 13. UNA TEORIA DE LA FIESTA 13 ser suelo sobre el que prospere la fiesta. Quizé ambes cosas, trabajar y celebrar una fiesta, viven de Ja misma raiz, de manera que si una se apaga, Ia otra se seca. «Trabajo leno de sentido» significa, naturalmente, ‘algo més que el hecho desnudo del esfuerzo y el hacet diarios. Se alude con ello a que el hombre entiende y asume> el trabajo como es en realidad: como «el cul- tivo del campo», que es a la vez felicidad y fatiga, sa- tisfacci6n y sudor de la frente, alegria y consumo de energfa vital. Si se omite una de estas cosas y se falsea af In realidad del trabajo, se hace imposible al mismo tiempo la fiesta. Aqui, sin embargo, se exige concretar. El que en un Estado totalitario de trabajadores no pueda haber fiesta y se haga roménticamente propaganda det alza de las cifras de produccién, como si el trabajo fuera la fiesta misma, ambes cosas se condicionan. Mas profundamen- te se destruye Ia posibilidad de la fiesta mediante otra falsificacién afirmadora de que la existencia cotidiana del hombre no es sino castigo, ajetreo absurdo, tormento letal; en una palabra, un absurdo que el intrépido, que no quiere despreciar su dignidad y su claridad de vi- sién, no acepta con roma pasividad, sino que fo acepta expresamente y lo «elige» precisamente por ser un ab- surdo. «Debemos imaginarnos a Sisifo dichoso», dice Albert Camus®. Esa forzada felicidad, que celebra la «victoria del absurdo», no parece menos digna de cré- dito que el famoso tractorista «radiante de alegria» por cumplir el plan quinquenal. Ni bajo el signo de «Staja- » Albert Camus, Der Mythos von Sisyphos, Rowohlts Deutsche Enzyklopidie, Hamburgo, 1959, p. 101 4 JOSEF PIEPER nov» ni bajo el de Sisifo puede abrirse paso Ia libre cortiente de la existencia, sin la que es imposible la culminacién festiva de la vida. Para ello es necesario, como se ha dicho, aceptar plenamente la realidad y so- bre todo que las cosas «sepan cémo son en realidads 4: To amargo como amargo y fo dulce como dulce. Pero que en lo amargo pueda hallarse el remedio y en Jo malo precisamente lo bueno—bonum in malo*—, ‘ese extrafio modo de pensar s6lo se encuentra realizado, al parezer, en un solo hecho. No me atrevo @ Hamarlo Por su nombre, porque con ello se despertaré inevite- blemente un ciimulo de equivocos, si no es algo peor. Aludo al hecho del justo castigo: quien ha sido casti- gado justamente nada puede hacer més légico, més sano y més curativo que «aceptar» la pena como Jo que le corresponde, sin falsearla como si fuese algo agradable ni tampoco «elegirla», en la esperanza de que al tomar lo amargo, ef matum, pueda rehacer su propia existen- cia en ef «bien» y lograr su justedad, que de otro modo seria imposible de alcanzar. Los libros sagrados del Cristianismo designan de hecho, como todo el mundo sabe, al trabajo, ¢ igualmente a la muerte, como castigo, Este es un tema en el que, por supuesto, no vamos ahora a detenernos. Sin embargo, habria que responder a la pregunta: gpor qué y por quién se impone el castigo? Con lo que se estaria de leno en la Teologia, No obs- tante, es bueno recordar que tal tipo de preguntas pue- de formularse razonablemente y que también hay una ,' BERNARDO DE CZARAVAL, Sermones de diversis, en MIGNE, PL, 185, p. 587. Tomas Keuris, Imitacién de Cristo, Il, 1, 31, if £1 Tomks oe AOviNo, Summa theologica, T1N,"166, 1 UNA TEORIA DE LA FIESTA 15 respuesta para ellas. Y a nadie puede perjudicar in- quietarse alguna que otra vez con el pensamiento de que cabria darse una posibilidad, hace tiempo abierta y situada més allé de lo planificable y arbitrario, de superar y difuir la convulsiGn patética de un modo de proceder en el trabajo, igualmente inhumano en lo po- sitivo y en lo negativo. Lo peculiar de Ia fiesta no se pone naturalmente de manifiesto, sin_embargo, por Ta mera coniraposicin af de trabajo. Una fiesta no es tan s6lo un dia en el ‘que no se trabaja. De hecho se ha intentado alguna vez captar la esencia de la fiesta a partir de esa «diver- sidad» *. Ha de tomarse al pie de Ja letra el modo ha- bitual de hablar de la gente, que de una fiesta afortu- nada apenas sabe decir sino que «fue algo distinto», «se sentia ano transportado a otro mundo». Con lo que se pondrfa de manifiesto precisamente «lo que hace fiesta a una fiestas: el que «en ella se accede a algo_ diverso_de lo cotidiano». Sin embargo, afiad. —un tedlogo—, nadie debe engai yendo que ‘«una fiesta aldeana de cazadoréso GA auto sacramental son realmente “otro mundo”, por lo que él fenémeno ‘de la celebracién’, propiamente dicha, s6lo puede be: Johannes: itd Die, sakramentale Welt, 2* ed., Friburgo Brisgovia, 1941, p. 163. “TEL vocabulaio aiemn cuenta con estas dos palabras: Fest (fiesta) y Feier (celebraci6n, conmemorecién}. Ambss se usan Ge isis allots eatich Ucaivo\'y Jeerich (ena pero sdlo admiten una forma verbal: feiern (celebrar). Se «celebra» (eiert) una boda o el éxito en Un examen, sin que se pueda hablar de «fiestas, «Fiesta» es, en mayor grado, algo institu- ional, y reviste rats carécter ‘pUblico, aunque se celebre en ‘ctroulod reductdoss. Por supuesto, hay zonas Iimites en las que se da un uso impropio de 1a palabra, p. ej.: Schiltzenfest a 16 JOSEF PIEPER se_en los actos religiosos, en los que tinicamente ta crlafura puede captar el mundo verdaderamente «dis- Tato” y absolut Wev0" de la majestad de Dios». Esta coletilia evidencia que ia categoria puramente for- mal de Ja «diversidad» no es suficiente. De un golpe ha de poder decirse en virtud de qué se constituye tal diversidad. Quien Io intente ha de rebasar, como ocurre ‘aqut, 1a frontera del dimbito teolégico, que en cualquier caso nunca esté lejana. Pero vale la pena, antes, fijar ‘a atencién més todavia en la_relaci el dia de trabajo. Aun asi, es posible hacer ver una ‘eferminacién interna de la fiesta, que ésta es mas que Ja pausa, que interrumpe el paso del tiempo dedicado al trabajo. Por supuesto que es eso también, y es el mismo Platén quien Hama a la fiesta un respiro, and- pula*. Es propio de la fiesta necesatiamente el ser un dia libre de la_preoeupacién se i dades de Ja vida, es decit, libre ‘del trabajo servil. En este adjetivo «servil», que comprensiva y no ca- sualmente nos ha causado algin disgusto, se encierra tuna intuicién imprescindible sobre Ja esencia de Ia fies- ta. Sin parar mientes en que el mencionado concepto de artes liberales no tenia originatiamente un sentido Peyorativo, sino que su significado exacto era el de ac- tividad que sirve a un fin, por Jo que su sentido reside fuera de ella misma (asi, con bastante precisién, se Mista de tiradores), Richtfet (fiesta de carpinteros al conclt Ia emidura del Vlado), Schlchjet (issu de Ta tana del * Leyes, 055 d 2. UNA TEORIA DE LA FIESTA 17 suele denominar actividad «iitil»), prescindiendo de esto, decia, «trabajo servil» es por naturaleza un coa~ cepto dependiente, solidario, perteneciente a un sistema mental que 1o absotbe, por lo que exige pensar conjun- tamente en el otro miembro Iégico al que esté orde- nado*. Ese concepto contrapuesto, a tener ahora en cuenta, no es la inactividad, la ausencia de trabajo, sino a actividad libre», ars liberalis, el trabajo no referido a un fin situado fuera de si mismo, sino el trabajo que iene sentido en xf y, por ello, ni es atti» em sentido estticto ni se pone al «serviciow de otra cosa. Con ello se ha alcanzado un Spice de aquella aculta intuicién. No en el contexto de que una actividad lena de sentido propio se identifique sin més con la fiesta, pero sf al menos en el de que se ha abordado un ele~ mento decisivo de la fiesta. Celebrar una fiesta significa, por supuesto, hacer algo liberado de toda relacién ima- todo «por» y «para. disti 1 de Ie actividad con sentido propio puede instalarse la verdadera fiesta. Por Gait6, quien Tid supiéta’‘tesponder absolutamente nada a la pregunta: aqué es una actividad lena de sentido?, tampoco se encontraris en condiciones de captat en plenitud el concepto de fiesta. Y caso de que se tra- tara de una incapacidad no s6lo mental, sino existen- cial, faltaria también el presupuesto para la realizacién de Ja misma fiesta. En el mismo instante en que resulta impensable la idea de una actividad humana con sen- * Cie, Josef Pumper, Musse und Kull, 6 ed., Munich, 1961, pp. 39 ts, (en traduccién eapaiiola, Et ocio y ia vida intelectual, ed., Madrid, Rialp, pp. 60 ss. 2 w 18 JOSEF PIEPER tido propio, desaparece también toda posibilided de re- sistencia a un régimen totalitario de trabajo, del tipo que sea, ya que también ¢s capaz de imponerse fuera de las dictaduras politicas. Ni tampoco se puede lograr, afirmar y preservar un ambito existencial que 20 esté ccupado por ef trabajo. Sélo hay una justificacién sufi- cientemente grave, que incluso resiste a la propia con- ciencia, para no trabajar: que tenga lugar en el tiempo libre algo Hleno en si sentido, Trabajar no es sélo wso- cialmente més importante», sino incluso humanamente més noble que matar el tiempo, y frente a una civilize. cién de la diversién esté mil veces més legitimado el régimen de trabajo de los planes totalitarios de aprove- chamiento. Por Jo demés, se ha hecho ya posiblemente proble- matico el condicionamiento externo de la fiesta: Ia libe- racién del trabajo. Y se ha dicho recientemente con toda gravedad que ta satisfaccién del deseo ancestral de una vida liberada de 1a fatiga del trabajo encuentra hoy de modo inquietante, como ocurre alguna vez in- cluso en las fabulas, «un estado de cosas en el que la ansiada bendicién se torna maldicién», porque [a «so- ciedad def trabajo» «apenas conoce de ofdas actividades més clevadas y plenas», «por las que valdria la pena Ja liberacién» ®, 4Cémo cabria, por tanto, imaginarse una actividad concreta, 10 puesta al «servicio» de nada y en sf mis- ‘ma, por naturaleza, lena de sentido? Es casi inevitable que salte a la memoria un concep- to al que la bibliografia de los dltimos decenios ha * Hannth AreNor, Vita activa, Stuttgart, 1960, p. 11. UNA TEORIA DE LA FIESTA 19 dedicado en medida considerable su energia de anslisis ¥, Por supuesto, también ha trafdo mucha especulacién no vinculante, Me refiero al concepto de juego. iNo se encuentra, podria preguntarse, realizada en el juego esa autofinalidad? 2No es el juego una actividad llena en { misma de sentido, sin necesidad de Tegitimarse por in iilidad? Y eno seria ‘eonsecuente explicar 1a misma fiesta ante todo como juego? Estas son, como se ve, cuestiones complicadas, que no se dejan resolver de pasada. No obstante, mucho habla a favor de que el dato «juego» no basta para denominar acertadamen- te lo diferencial de Ia actividad «libre» o incluso de {a fiesta. Cierto es que Platén, al alabar «el encanto del juego y Ia fiesta», aproxima intimamente ambos conceptos. ¥ cuando, como dice Hegel, la «seriedad» consiste en «la relacién entre el trabajo y ta necest dad» ™, se esté muy cerca de equiparar igualmente el juego a la fiesta, Apenas se podria imaginar, en efecto, tuna fiesta en la que no se introdujera el ingrediente del juego, € incluso, aunque de esto ya no estoy tan seguro, de Jo juguetén, de lo caprichoso. Con todo eso, sin embargo, no esta respondida la pregunta decisiva de si su cardcter de juego es Jo que da plenitud de sentido, en sf misma, a una actividad. El quehacer humano en- cuentra primariamente su sentido en su contenido, en su objeto, no en el cémo, sino en el qué. Sin embargo, el juego parece ante todo ser un moaus de actividad, tuna determinada especie y modo, una determinacién en Fado, 276 b 5 " Pilotophie der Welleschichte, Jubitunsausgnbe (ed. por HL Glock Seaman, 527190, tomo Te p38 ee Kissa‘ “ié‘“(‘( (i;é‘;sCCS 20 JOSEF PIEPER todo caso formal. Asi no hay nada de extrafio en la experiencia de degenerar en lo insustancial e irreal todo el que tome como juego, y s6lo como juego, actividades humanas, que de modo obvio no son simplemente tra- bajo: ef hacer del artista, del poeta, del misico, del pintor © incluso del ministro del culto. Inconsciente- mente, se le escurriré de las manos, como absurdo ju- gueteo, lo que «en s{ estd leno de sentido». No por casualidad se ha replicado con buenos argumentos al libro de Huizinga sobre el homo ludens, que, entre otras cosas, considera puro juego los actos de culto de los, pueblos primitives ", que tal explicacién equivaldria a privar de sentido todas las actividades sacras. Por lo demés, tal protesta no procede de un teélogo, sino de la Etnologia, que se resiste a la falsificacién de los fené- menos '*, Sigue, por tanto, sin responderse a la pregunta: Zen virtud de, qué posee un quehacer humano la cualidad fntima_de estar dot S{°mism Cir. J. Hurzinos, Homo ludens, 3.+ ed., 1939, p. 30. M Cir. Adolf Ellegard Jansen, Mythos und Kult bei Natur. vétkern, Wiesbaden, 1951, p. 77. u Un impaciente podria decir: Al fin y al cabo, no sabe cada cuél lo que es una fiesta? Y no estaria por eso equivocado. Sin embargo, «lo sé, en cuanto que nadie me pregunta; tan pronto como quiero explicarlo a quien por ello me pregunta, no lo sé». Esta frase de las Conjesiones de San Agustin’ expresa, aunque no rece en este caso con el concepto de fiesta, nuestra difi- cultad. Se trata de captar con palabras claras lo consa- bido y aludido por cada quien en el hable diaria, «Preguntados» somos hoy en dia muy expresamente no s6lo por qué sea la fiesta, sino todavia més por los Presupuestos humanos de su realizacién. «No es muestra de habitidad organizar una fiesta, sino el dar con aque: Gi que pueda degre en ella.» ._| Libro XI, cap. 14. Agustin esté hablando del concepto de tiempo, I hombre, que hace = Wy ieh zeta 22 JOSEF PIEPER casi cien afios hizo notar esto, es Friedrich Nietzsche ?. Su genialidad reside, como aqui se muestra una vez mis, no en medida pequefia, en ese sensibilidad sismo- gtifica por lo ocultamente manifiesto. La frase dice que la fiesta amenaza hacerse imposible, pues esti claro que no es Ja «orgenizacién» ta que hace fiesta a una fiesta. Entre tanto ha resultado casi usual en la critica cultural de la ensayistica considerar como la «miseria del presente» ta Hamada «incapacidad humana para Ja fiestay*, Es de presumir, por supuesto, que este som- “Bild diagndstico simplifique demasiado las cosas. La pretensiGn de frecuentar las grandes fiestas del modo verdaderamente festivo que les corresponde quizé no ha sido facil de realizar en todos los tiempos. Monoto- nia y hueca ostentacién ha habido ya en las fiestas grie- gas, como informa habitualmente Ja Historia de las religiones*. Sin embargo, lo nuevo y diferente de aves: tra situacién actual parece ser el que surja en el hori zonte la posibilidad, hecha pensamiento, de la nega- ci6n expresa de Ja Siesta, Esto mismo perfila fa pregunta que nos acucia a formular con propiedad lo aparente- aenie conocido y obvio: en qué reside fa esencia de lo Jestivo v qué hay que Hacer para que el hombre de ‘Westra tiempo conserve o reconquiste 1a capacidad de vamente on auiénticas fiestas; 2 Aufzeichmungen aus den fahren 1875/79, Obras selectas, edie, Musarion, Munich, 1922 y s5., tomo 9, p. 480. * Gerhard Nene, Die dullischet Olvmpien, «Frankfurter ‘Allgemeine Zeitung», 208-1960 (Nr. 194). “"Martin P. NILSSON, Griechische Fesle von religidser Be- deutung, mit Ausschluss der atischen, . 1906, pp. HL yl UNA TEORIA DE LA" FIESTA 23 cidad que afecta al micleo de la existencia y que quiz incluso lo constituye. Nada se puede hacer en este sen- tido con una simple descripcién de fiestas antiguas © medievales o incluso indias, aunque se haga de forma acertada y viva; incluso una «morfolog(ay, una His- toria estética, una Sociologia de la fiesta‘, no nos serian de especial ayuda. Por Jo que sigue sin contestar la pregunta; es més, ni siguiera Ja hemos rozado. Hay cosas més fundamentales de que hablar en tal situacién. Pero ecelebrar una fiesta», Zno significa simplemente algo asi como «pasar un buen dian? No to sabe esto cuslquiera? Mas este «cualquiera» deberia tener la pa- ciencia de hacerse otras preguntas situadas algunas plan- tas més abajo: ¢Qué es un buen dia? zSe dan tales dias? {No es quizh el dia de trabajo el tinico dia bueno?” Nadie es capaz de responder a esas preguntas a no ser que tenga una concepeién del hombre, Pues lo que estd en juego es la realizacién de la existencia humana y el modo cémo tal realizacién se leva a cabo. Inevita- biemente se pone en marcha la idea que uno tenga de «plenituds humana, de evida eterna», de «felicidad», de «paraiso». Sin embargo, puede carecer de interés Percatarse de lo que cada uno, por si mismo, piensa sobre temas tan bésicos, aunque sus ideas fueran muy originales. Mas bien habria que desconfiar de Je origi- nalidad en este terreno, Vale més cerciorarse de la in- formacién suministrada por una tradicién de sabiduria humana, que incluye Jes intuiciones de tantas generacio- nes, Por supuesto, hay que suponer que tal informa- cin no serd facil de descifrar. 7 Gf. Atuwyn/SAELaLe, Welttheater, p. 16. | 24 JOSEF PIEPER ‘Svena a sabida la denominacién tradicional de la ex- trema plenitud del hombre y de Ja realizacién de su existencia: visio beatifica, «visién que hace feliz», con Jo que viene a decirse que Ia mayor sublimacién de la existencia, el quehacer vital més pleno, la satisfaccién definitiva de todo deseo y la concesién de todo el haber vital adopta la estructura de un ver; mas exactamente: que todo eso se realiza en el descubrimiento contempla- tivo del fundamento divino del mundo‘. La tradicién en que se encuentra este dato se re- monta més alld de los siglos cristianos, quiz4 més alki incluso del tiempo histérico. Algunas generaciones an- tes que Platén, el griego Anaxdgoras ha dado como respuesta @ su pregunta, gpara qué he nacido?: para contemplar. Y en el Banguete platénico, Diotima ex- presa con claridad el oréculo de la visio beatifica: «Si en algin Yugar contempla la bondad divina, en él es digna de vivirse la vida del hombre: por este hecho es inmortal»’, No $e trata sélo de (escatologi no se hace referen- /~ a tan s6lo 4 una plenitud de la existencia humana, situada en el «més alla. Se rata al mismo tiempo del hombre histéricamente corporal y del que se dice que, por naturaleza, no encuentra satisfaccidn sino en el ver. “También en la existencia de aquende, la maxima feli- cidad humana presenta la forma de consideracién con- templativa, de contemplacién®, «Preferimos ver a todo * Cir. sobre esto Josef PuereR, Glick und Kontemplation, 5 ed., Munich, 1962. |Trad. espaiiola, El ovio y la vida in: selectial, cits, pp. 229 ss.) Y Banguete, 212 + Toms pe Aquino, Summa contra Gentes, 3, 37. y trate By BD ew peatidades uU fb, pote ay 0 OCI. UNA TEORIA DE LA FIESTA 25 lo demés», dice una de las primeras frases de la Meta- fisica aristotélica. Y Pierre Teilhard de Chardin se mue- ve en la misma tradicién cuando, en el notable capitulo sobre la visién con que sorprendentemente se abre su. libro referente al «fenémeno hismano», hace reflexio- nar sobre el hecho de que en la visién se encierra toda Ja vida y afirma que la evolucién total del mundo tien- de ante todo a la «constitucién de ojos mas perfectos» *. Esa contemplacién «terrena» puede ponerse en mar- cha por muchos caminos y realizarse de formas diver- sas: en Ia reflexiGn filoséfica sobre 1a totalidad de la existencia humana, o en la «visién» particular del at- tista que va en pos de las imégenes originarias de las, ‘cosas del mundo, o en Ia oracién contemplativa que se sumerge en los misterios divinos. En la medida en que ogra traer a su mirada el fundamento oculto de todo Jo que existe, en esa misma se realiza un quehacer eno, en si mismo, de sentido y se le otorga al hombre un «buen diay, Consecuencia de todo ello es que no puede pensarse cen ef concepto de Siesta sin tener en cuenta este ele ‘mento contemplativo. Con ello no se menciona Ia ten-, sin de una razén argumentante, sino Ia «simple con} templacién» del entendimiento; no 1a inquictud dell pensamiento, sino el sosiego de la mirada interna a lo. que se muestra. Cede la tensa fijacién del ojo a lo re- Jativo, sin la que no puede realizarse esfuerzo alguno al servicio de una meta. En lugar de eso se amplia el campo visual, enmudece la preocupacién pot el éxito * Pierre TeituaRD pe CHARDIN, Der Mensch im Kosmos, Mux nich, 1959, p. 3. ay ela \ wu Ad Ln tem aveprce ls Or y, 26 JOSEF PIEPER © el fracaso de la actividad y el alma se dirige a su objeto infinito; ella descubre el inabarcable horizonte de Ta realidad. Frecuentemente se menciona en la bibliografia etno- ica o de Historia de Ja cultura al «silencio, que rene en si la intensidad vital y la contemplacién» ®, como elemento esencial de la fiesta; celebrar una fiesta sig- ica precisamente lo mismo que «hacerse contempla- tivo y, en ese estado, tomar contacto directo con las supremas realidades sobre las que reposa toda la exis- tencia humana» ", Con esto coincide la experiencia ha- bitual. La corganizacién» no hace la fiesta; antes al ario, pide malograrla. Lo que no -quies decir “Gue_la fiesta. sea simplemenié contemplacién y auto- reflexién; ello irfa claramente en contradiccién con le Gxperiencia. Sin embargo, no debemos desconcertarnos porque en la participacién en una fiesta se dé también este condimento: una vigilancia esperanzada que dirige Ja mirada por encima y a través de Jo que uno encuen- tra de forma inmediata, un pensamiento a la escucha, y por ello necesariamente silencioso, del fundamento de ta existencia. En tal realizacién de lo dotado en sf mismo de sen- tido reside, como ya se ha dicho, Ja tnica legitimacion consistente de un dia sin trabajo. En 1a obra del joven ‘Tomés de Aquino " se expresa esto de forma inaudita: ™ Karl Kerevi, Vom Wesen des Fesles, Paideuma, tomo 1, Leipzig, 1938-40, p. 75, "Karl Kenenti, Die antike Religion, Amsterdam, 1940, ps ina 67, * Comentario a tas Sentencias de Pedro Lombardo, 3, 4. 37, 1,5, Vad 1. UNA TEORIA DE LA FIESTA 27 la burla con que el romano Séneca ironizaba sobre el sébado judio, tan Meno de futilidades, no es injusta, ya que tal tiempo no se pierde, non amittitur, «cuando se realiza el sébado aquello para lo que esté instituido: Ja contemplacién de las cosas divinas», divinorum con- templatio. La contraposicién del dia festive al dia faborable, © mejor dicho, el concepto de «pausa en el trabajo», incluye, sin embargo, ademés de la posibilidad de un quehacer con sentido propio, todavia otro dato sobre Ja esencia de la fiesta. La pausa en el trabajo no es sélo, por decirlo asi, una pausa neutral, engarzada como un anillo en ia ca- dena del tiempo faboral, sino que comporta igualmente una «pérdida» de ganancia vitil. Quien hace efectiva y asiente a la pausa en el trabajo propia del dia de fiesta, renuncia al sueldo de un dia de trabajo. Esta renuncia se ha considerado desde siempre un elemento esencial de Ja fiesta”. «Se transmite en exclusiva pro- piedad a los dioses» “, como decfan los romanos, un determinada espacio de tiempo. No de otto modo a como el holocausto lo es del rebaiio, se toma un trozo del tiempo y se le excluye de todo aprovechamiento Util", Pausa en el trabajo significa, por tanto, no solo que no se trabaja, sino que se consuma una ofrenda > Clr. Reallexikon fiir Antike und Christentum, tomo 1, Styttgart, 1950, col, 580. jcorg WissowA, Religion und Kultus der Romer, 2° edi- cign, Munich, 1912, p. 452. S"eUne offrande’ Sacrée’ prise dans le temps». C. Jurttan. art, eFeriaee, Dictionnaire des Antiquités Grecques et Romai nes, edit. Ch. Danespenc y E. Sacto, Paris, 1896, tomo Il, cok. 1044, 28 JOSEF PIEPER gratuita del producto del trabajo, No s6lo acontece una inutilidad, sino algo asi como un sactificio, es decir, Jo més opuesto a Ia utilidad que puede pensarse, No hace falta mencionar siguiera que en un mundo configurado precisamente por el principio de utilidad no puede haber un espacio de tiempo no itil, como tampoco puede darse un trozo de terreno sin aprove- chamiento. Fomentar algo asi seria como caer irreme- diablemente en el concepto de «sabotaje laboral», Por eso mismo ha de ser ese mundo totaiitario del trabajo, aun en ef mayor exceso material de bienes, un mundo ‘miserable y pobre, asi como también un mundo abso- lutamente no festivo, de Ja misma manera que un hom- bre aplicado radicalmente al quehacer exclusivamente ‘itil, a las artes serviles y, en ese sentido, «proletarion ha sido denominado, simplemente, un hombre «sin fies- tay. De otra parte, Ia renuncia libre a la ganancia de un dia de trabajo infringe el principio de la utilidad caleulada, como también el de la pobreza. Surge asi, incluso dentro de la mayor indigencia material y s6lo Por el sacrificio realizado, un dmbito de libre super abundancia en medio de una existencia configurada normaimente por el trabajo. Pero con ello, sin quererlo, se acaba de mencionar un_nuevo_aspecto de Ja fiesta: Ia fiesta e mente una festacién de jueza, no preci de dinero, sino de riqueza existencial, Enin ntos se cuenta la carencia de célculo, incluso Ta dila- idacién, Precisamente se evidencia aqui al mismo tiem- ‘po ef natural peligro y la posibilidad de degeneracién, ™ Kurt Eisner, Feste der Festlosen, Dresden, 1906. | UNA TEORIA DE LA FIESTA 29 el derroche absurdo y excesivo, que supera toda. racio- [To trabajado en todo un afio es malgastado y_ disipado solo dia. Pero no puede admitirse, ‘como hace poco se hi echo”, como una nota del concepto de fiesta la posible perversién. No es del todo cierto decir que toda fiesta encietra en s{ «al menos un germen de exceso» ", y se yerra simplemente el tiro cuando se define la fiesta como le paroxisme de la société, como una sumersién en ef caos «creador». Algo queda, sin embargo, en pie: la soberanfa abso- luta de una razén econémicamente calculadora no solo imposibilita el entusiasmo festivo, sino 1a misma fiesta. Toda ostentacién del mundo Iaboral esté calculada y por ello carece de carécter festivo. Los cientos de miles de Juminarias de Ja publicidad navidefia no pasan de ser en el fondo un lujo miserable, sin capacidad real de irradiacin. Puede recordarse aqui la atinada observa- cién de G, K. Chesterton sobre fos anuncios Juminosos del nocturno Times Square, en Nueva York: « jQué cosa tan extraordinaria pata quien tenga la suerte de no saber leer! » Todo acto de renuncia y de ofrenda sacrificial no ha de considerarse, sin embargo, como realizado a la buena de Dios. En definitiva, encigrra muchisime sentido la expresién «tiempo precioso», ;Cémo le puede venir, pues, a uno a la cabeza ofrecer esto tan precioso sin un motivo convincente? Investiguese con mayor shinco ® Roger Catuuors, Théorie de la Féte, «Nouvelle Revue Fran- gaisen, 55 (1939). Mas tarde incluida en L’homme et le sacré, Sted. Paris, 1950, ™ CanLtots, homme et le sacré, p. 128. * Tbidem, pp. 165 s. 30 JOSEF PIEPER ese motivo y aparecerd sorprendentemente una notable analogia con el otro aspecto de Ja pausa en el trabajo y del que ya se ha hablado: el contemplativo. De la misma manera que el logto de Ia contemplacién, por set contemplacién del amado®, supone una relacién inmediatamente existencial, no intelectual, con Ia reali dad, un acuerdo del hombre con ef mundo, igualmente s imprevisible ef acto de la libre entrega, probable- mente porque surge de Ia raiz de una afirmacién omni- comprensiva, a la que dificilmente puede designarse con. otro nombre que no sea «amor». A pesat de la hoja- rasca de trivialidad, sentimentalismo y desrealizacién espiritualista, bajo Ia que la palabra amenaza llegar a ser irreconocible, no se puede prescindir de ella; nin- guna otra puede ser tan atinada en este caso. No se renuncia a nada, a no ser por amor, Este prin- cipio provisional exige todavia precisién. Pero no se ha dicho sin reflexién critica. Ante todo, es de esperar que con esta nueva aportacién se posibilitaré una acla- racién més profunda del concepto y de a realidad de la fiesta. ® Cir. Piper, Gliick und Kontemplation, pp. 73 s. (Trad. es pafiola citada, pp. 305 51} it Nuestra alérgica sensibilidad a las grandes palabras nos impide quizé hablar de la fiesta como de un «dia de jabilo». Sin embargo, apenas estarfamos en desacuer- do con quien, exagerando un poco, dij que es una «cosa alegre». Es un dia en el que los hom- bres se alegran. Aun quien tenga por una «habilidad» encontrar tales hombres, quiere tan s6lo decir que se ha hecho dificil y raro participar festivamente en la fiesta. Indiscutible permanece que el dia festive es un dia_deTalegria. it is ae incluso: «Fiesta es alegria y nada més» '. Pero la alegria es, por naturaleza, algo subordinado, algo secundario. Nadie puede alegrarse «absolutamente» por raz6n de Ia alegria, En verdad que es absurdo pre- * Joan Caisésromo, De sancta Pentecoste, hom. 1; MIox, PG 50, p. 455. 52 JOSEF PIEPER guntar a un hombre por qué quiere alegrarse; y, sin ‘embargo, Ia exigencia de alegria no es otra cota que el deseo de que deberia haber motivo y ocasién para ale- grarse, Tal motive, si lo hay, es anterior a la alegtia y dlistinto de ella. El motive es lo primero, Ia alegria es Jo segundo. ET motivo de la alegria es siempre el mismo, aunque Presente mil formas concretas: uno posee o recibe lo ave ama; y da to mismo que ese poser o ese recibir sean realmente actuales 0 una simple esperanza o un recuetdo*. La alegria es una manifestacién del amor, Auien.no.ama a nada ni a nadie no puede alegrarse, Por_muy desesperadamente que vaya tras clio. La ale. &ela es ta respuesta de un amante a quien fa'cafdo en suerte aquello que ama. Si es cietto que no puede pensarse una auténtica fiesta sin alegria, no Jo es ™enos que debe haber antes tin motivo Para alegrarse, digamos, un efestivo por ‘aués. Mis exactamente; no basta que haya un motive objetivo, sino que es precisa que el hombre lo cons. tlere y reconozca como tal; debe sentirlo incluso como algo que le ha caido en suerte, por el hecho de amar, De manera extraiia se ha atribuido alguna vez « le Fiesta una objetivided inapropiada, como si pudiers te, ner lugar ‘incluso sin asistentes»: «También hay Pas. cua donde nadie Ja celebran. Me parece que esto son ys EX hoe enim aliqus deectatur, quia habet bonum aliguod i famveniens sel ia re vet in spe vel salem aru! ‘Touds oe “AauINo, Summa tneooge, Yat se scien Raab War it eh criti: head, eee, tische Blitters, 81 (1956), p. 6. ve ‘ates 2k nemesis Aenea attt ee pectin nett 33 UNA TEORIA DE LA FIESTA imaginaciones, toda vez. que se habla de Ia fiesta como lidad humana, ; oe ewetn interna de una autéutica fiesta se en- cuentra del modo més conciso y claro en la incompa- rable sentencia de Sas 2 Ubi axe sgaudet, ibi est festivitas’, donde se alegra el amor, vay Fiesta, . Seg motivo ha de ser el que haga posible la alegria festiva ¢ incluso la fiesta misma? «Plantad en el centro de une plaza desnuda un poste coronado de flores, convocad al pueblo... y tendréis una fiesta.» Deberia pensarse que cuslquiera ve que esto es bas- tante poco. Sin embargo, en modo alguno me he inven- tado yo la frase para ponerla de ejemplo de una in- genue simplificacién; antes bien, procede de Jean Jac- ques Rousseau *, Es casi una simplificaci6n tan descon- soladora como ésta pensar que simples «ideas» pueden ser el motivo de auténticas fiestas. Para ello es preciso algo més y distinto: quien las celebra, y s6lo 1, debe participar en un acontecimiento real. Por eso no é a6 extrafiar que, por ejemplo, ef intento racionalista de celebrar 1a Pascua como fa fiesta de la «inmortalidad» hubo de caer en el vacio, sin hablar de proyectos tan fantisticos coma los de Augusto Comte, que en un ca Jendario elaborado por 6) preveta las fiestas de la chs manidad», de la «paternidad» ¢ incluso de la «intimida del hogar». Ni siquiera Ia idea de ubertad seria capaz de mover a los hombres a poner fas fuminarias de una s de VEglise. {Giada en Louls vx Twownssn, Traité des Fests de Elie sjoriques et Dogmatiqués, tomo 2, Perts, 1683, Peete dM a Aombet: Oesires ciple, tone nebro, 1782, p. 386, 3 34 JOSEF PIEPER fiesta, pero xi, en cambio, el hecho de una liberacién, ‘en el supuesto de que ese acontecimiento, aun Iejano en el tiempo, posea todavia, en el dia de la fiesta, una presencia efectiva, No toda conmemoracién es una fizs- ta, Jo pasado, en SMMMMO-ESTIAS, Ho Puede conmemo- rarse festivamente a no set que la vida de la comunidad celebrante reciba de ello brillo y realce, no en virtud de una mera reflexién histérica, sino por ser una reali- dad histéricamente activa‘, Si no se entiende la Encar- nacién de Dios como un acontecimiento que afecta de ‘manera inmediata a la actual existencia de los hombres, es imposible y aun absurdo celebrar festivamente Ia Navidad. Josef Andreas Jungmann ha formatado hace poco la idea de que Ja fiesta, como institucién, presenta un carcter derivado, mientras que la «forma originaria» de la fiesta se encuentra alli donde se celebre un acon- tecimiento concreto, como nacimiento, boda o vuelta al hogar ’. Si con ello quiere decirse que el acontecimiento concreto es el motivo «propio» e incluso «tiltimo» al ‘que puede llegar una interpretacién teérica de la fiesta, no me parece esto del todo convineente. Es posible, ¢ * Odo Caset ha polemizado con raz6n contra Ia idea de que Ja fiesta de un mirtir sea simplemente una conmemoracién, Si no tuviera lugar wna actuslizacign del fruto de un martirio, no podria diferenciarse de anteraano la conmemoracién de un mitir de wna conmemoracién de Goethe. Cfr. Odo Caste, Zur Idee der liturgischen Festfeier, «Jahrbuch {Gr Liturgiewis- senschalt», 3 (1925), p. 308. : Ty]. A. JuNeMaNn, Das kirchliche Fest nach Idee und Grenze, en Franz X. Amold Feseschrift «Verkandigung und Glauber, Friburgo de Brisgovia, 1958, p. 165. UNA TEORIA DE LA FIESTA 35 incluso necesario, seguir pregunténdose, por ejemplo:

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