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TANABATA

por Jose Luis Moya Aguilar


La leyenda cuenta que hace miles de años, la hija del rey celestial Tentei (天帝), conocida
como Orihime (織姫), algo que vendría a significar princesa tejedora, tenía un increíble talento
para tejer, y desarrollaba su talento a orillas del río Amanogawa (天の川) que es nuestra Vía
Láctea. El rey Tentei estaba encantado con las telas que hacía su preciosa hija, y ella le
complacía cada día de su vida, algo que le impedía conocer a alguien de quien enamorarse, lo
cual la entristecía profundamente.

Tentei, al ver la tristeza de su querida hija, decidió planear un encuentro entre ella y un pastor
que estaba al otro lado del río Amanogawa, Hikoboshi (彦星) para mejorar el estado de ánimo
de la princesa. Cuando ambos se encontraron, el amor surgió inmediatamente entre los dos
que quedaron prendados uno del otro. No mucho tiempo después se casaron, y se podría decir
que vivían felices, pero el amor no siempre es justo y puede cegarnos de la realidad, y eso fue
lo que ambos hicieron, se olvidaron de su realidad.

Orihime dejo de tejer y Hikoboshi descuidó su ganado dejándolo que se desperdigara por todo
el cielo. Tentei observó furioso dicha irresponsabilidad y separó a los amantes cada uno a un
lado del río Amanogawa como castigo por su comportamiento. Pero un padre es un padre, y al
ver las lágrimas de su hija por no poder ver a su amado decidió hacer algo por ella. Le prometió
que volvería a ver a su amado, pero solo una vez cada año, el séptimo día del séptimo mes,
solo si ella había cumplido con sus tareas.

Muy contenta, la princesa acepto inmediatamente y se dispuso a trabajar con esmero para ver
a su amado ese año. Pero el destino a veces es cruel y al llegar el séptimo día del séptimo mes
se dio cuenta que no podía acercarse a su amado, pues no había puente que atravesara el río
Amanogawa. Ambos amantes estaban tristes en las orillas del río, y la princesa comenzó a
llorar desconsolada por su desdicha.

Pero esto es una historia de amor, y no puede terminar de esta manera. La princesa lloró tanto
en ese momento, que una bandada de urracas vino atraída por ese llanto tan triste,
observaron la situación en la que la princesa estaba y le prometieron que ellas harían de
puente cada año, siempre y cuando no lloviera. Es así como los amantes consiguieron verse
cada año, y cuando llovía, debían esperar al año siguiente para poder consumar su amor.

Esta tradición se originó debido a que en verano siempre hay una lluvia de estrellas por las
fechas que se mencionan en la leyenda, dicha tradición consiste en que los japoneses cuelguen
en palos de bambú papeles con sus deseos la noche de la lluvia de estrellas, para pedirle a
Orihime y Hikoboshi que sean concedidos, posteriormente son colocados en un río o son
quemados, algo muy parecido a la tradición de los barcos de papel y las velas conocida como
Bon Odori (盆踊り).

En conclusión, una hermosa leyenda de amor para empezar con estos días calurosos y recordar
que las leyendas no siempre dan miedo.
El espejo, Leyenda japonesa

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E S T A B A E N F E R M O Etiquetado como
Había una vez en Japón, hace muchos siglos, una pareja de esposos que tenía una niña.
El hombre era un samurai, es decir, un caballero: no era rico y vivía del cultivo de un
pequeño terreno. La esposa era una mujer modesta, tímida y silenciosa que cuando se
encontraba entre extraños, no deseaba otra cosa que pasar inadvertida.
Un día es elegido un nuevo rey. El marido, como caballero que era, tuvo que ir a la
capital para rendir homenaje al nuevo soberano. Su ausencia fue por poco tiempo: el
buen hombre no veía la hora de dejar el esplendor de la Corte para regresar a su casa.
A la niña le llevó de regalo una muñeca, y a la mujer un espejo de bronce plateado (en
aquellos tiempos los espejos eran de metal brillante, no de cristal como los nuestros).
La mujer miró el espejo con gran maravilla: no los había visto nunca. Nadie jamás había
llevado uno a aquel pueblo. Lo miró y, percibiendo reflejado el rostro sonriente,
preguntó al marido con ingenuo estupor:
— ¿Quién es esta mujer?
El marido se puso a reír:
— ¡Pero cómo! ¿No te das cuenta de que este es tu rostro?
Un poco avergonzada de su propia ignorancia, la mujer no hizo otras preguntas, y
guardó el espejo, considerándolo un objeto misterioso. Había entendido sólo una cosa:
que aparecía su propia imagen.
Por muchos años, lo tuvo siempre escondido. Era un regalo de amor; y los regalos de
amor son sagrados.
Su salud era delicada; frágil como una flor. Por este motivo la esposa desmejoró
pronto: cuando se sintió próxima al final, tomó el espejo y se lo dio a su hija,
diciéndole:
— Cuando no esté más sobre esta tierra, mira mañana y tarde en este espejo, y me
verás. Después expiró. Y desde aquel día, mañana y tarde, la muchacha miraba el
pequeño espejo.
Ingenua como la madre, a la cual se parecía tanto, no dudó jamás que el rostro
reflejado en la chapa reluciente no fuese el de su madre. Hablaba a la adorada imagen,
convencida de ser escuchada.
Un día el padre la sorprende mientras murmuraba al espejo palabras de ternura.
— ¿Qué haces, querida hija?, le pregunta.
— Miro a mamá. Fíjate: No se le ve pálida y cansada como cuando estaba enferma:
parece más joven y sonriente.
Conmovido y enternecido el padre, sin quitar a su hija la ilusión, le dijo:
— Tú la encuentras en el espejo, como yo la hallo en ti.
Una leyenda japonesa: la mariposa blanca
Publicado por Aron el 3 de noviembre de 2011 a las 23:26.

Un anciano llamado Takahama vivían en una casita detrás del cementerio del


templo de Sozanji, él era extremadamente amable y querido por sus vecinos,
aunque la mayoría de ellos lo consideraban un poco loco, ya que su locura al
parecer se basaba en el hecho de que nunca se había casado o tenido
contacto íntimo con una mujer.

Un día de verano se puso muy enfermo, tan enfermo que envió en busca de su
hermana y su hijo, ambos llegaron e hicieron todo lo posible para brindarle
comodidad durante sus últimas horas, pero mientras observaban
a Takahama que se quedaba dormido, una gran mariposa blanca voló en la
habitación y se apoyó en la almohada del anciano.

El hijo trató de alejarla con un ventilador, pero regresó tres veces, como si
resisten a dejar a la víctima, luego la mariposa perseguida por el niño se alejo
el jardín y de allí al cementerio, para posarse sobre la tumba de una mujer y
luego desaparecer misteriosamente.

Al examinar la tumba del joven leyó el nombre de “Akiko” escrito en ella, junto


con una descripción que narraba cómo había muerto cuando tenía dieciocho
años y a pesar de que la tumba estaba cubierta de musgo ya que tenía
cincuenta años, el muchacho observó que estaba rodeada de flores.

Cuando el joven regresó a la casa se encontró con que Takahama había


fallecido, se dirigió a su madre y le contó lo que había visto en el cementerio,
“Akiko?” murmuró su madre y le dijo; “cuando su tío era joven se iba a
desposar con ella, pero Akiko murió de tuberculosis poco antes de su boda, por
ello su tío nunca quiso casarse y decidió vivir siempre cerca de su tumba”.

Durante todos estos años se había mantenido fiel a su voto, manteniendo en su


corazón todos los dulces recuerdos de su único amor, por ello cada día
Takahama fue al cementerio y oraba por su felicidad, dejando flores en su
tumba, pero cuando Takahama enfermó y ya no podía realizar su tarea
amorosa, Akiko en forma de una mariposa blanca se hacia presente para
acompañarlo y ahora han vuelto a reunirse, para estar juntos por toda la
eternidad.
MITO DE LA CREACIÓN JAPONÉS
Después de haberse formado el Cielo y la Tierra, ésta seguía siendo una masa sin
forma y blanda. Los dioses del cielo que existían tras este suceso, se reunieron para
discutir sobre el destino de la Tierra; y decidieron delegar la tarea en la pareja más
joven de dioses, el macho Izanagi y la hembra Izanami. Para ayudarles a realizar esto,
se les dio la lanza de los cielos. Así, fueron al puente entre el Cielo y la Tierra y agitaron
el océano con la lanza. Cuando las gotas de agua salada cayeron de la punta de la
lanza, formaron la primera isla llamada Onogoro.
Descendieron del puente de los cielos e hicieron su casa en la isla. Querían unirse y
construyeron una columna (el pilar del mundo) y alrededor de él levantaron un
palacio. Ambos, giraron alrededor del pilar en direcciones opuestas y cuando se
encontraron, Izanami, la deidad femenina, habló primero con un saludo. Tuvieron dos
hijos, Hiruko (infante del agua) y Awashima (isla de burbujas) pero eran imperfectos y
no se consideraron dioses.
Pusieron a los niños en un bote y los embarcaron al mar, entonces les pidieron a los
otros dioses una respuesta sobre lo que hicieron mal. Ellos respondieron que el dios
masculino debió haber iniciado la conversación durante la ceremonia de unión. Así que
se dirigieron alrededor del pilar otra vez, y cuando se encontraron, Izanagi habló
primero y su matrimonio fue exitoso. 

La leyenda del arbol sagrado

En la era feudal de Japón, los monstruos y espíritus decidieron que ya no debían


ocultarse más de los hombres, vagaban libres por la tierra, había 4 bestias sagradas,
guardianes de los 4 puntos cardinales, El ave de fuego del norte (el fénix), El zorro
blanco del sur (el zorro de la nieve, mejor conocído como yuki-kitsune), el dragón del
este (el dragón que trae la primavera y la fertilidad y que traen generalmente los
amuletos chinos y japoneses) y por último, el perro sagrado del oeste (InuTaisho,
perro guardián del viento), en esta crisis, los guardianes se vieron obligados a pelear
contra los monstruos, la mayoría murieron, antes de morir, el guardián del oeste le
pidió a una joven humana, el favor de continuar su descendencia. Paso el tiempo, y la
mujer tuvo un hijo que no era humano, pero tampoco una bestia, ella le enseñó el
estilo de vida humano, pero igual era rechazado por ellos, unos años después, la
madre murió, al joven no le quedó más que irse y desaparecer de la vista humana, el
tenía 2 hermanos, el mayor, era un monstruo puro, simbolizaba la maldad, el menor
era humano, y simbolizaba el bien, el hermano intermedio, no era ni uno ni otro,
simbolizaba el equilibro entre las 2 fuerzas, llegó el día en que el hermano mayor mato
al menor, y decidió deshacerse de su otro hermano, pero en la persecución, el
hermano medio fue a la tumba de su padre  y se hizo una espada con uno de sus
colmillos, la batalla acabó, los 2 quedaron gravemente heridos, el hermano medio,
tomo una forma humana y fue encontrado por una hermosa mujer,  surgió un gran
amor entre la joven y el hibrido, se casaron, y días después de la boda, el joven llevo a
su esposa al bosque, donde le mostró su verdadera apariencia, la mujer, asustada,
agarra una estaca y se la clava en el corazón, dejándolo estacado en el roble más
grande del lugar, después de ello, la mujer se quita la vida, diciendo que cuando
reencarnaran se encontrarían de nuevo y vivirían felices, pero la mujer no sabía que el
alma de esa criatura había quedado sellada en el árbol, junto con su cuerpo."

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