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LESLY WIDNER
DEVOCIONALES PARA JOVENCITAS: coviértete en una mujer virtuosa
Copyright © 2021 Lesly Ivett Widner
Todos los derechos reservados. Este libro no puede ser reproducido total ni
parcialmente, ya sea por medios mecánicos, fotoquímicos, por fotocopia,
electrónico, o cualquier otro no especificado sin el permiso por escrito del
autor. Tampoco puede ser registrado o transmitido por ningún medio
electrónico sin autorización previa.
Prólogo
En este libro encontrarás algunas reflexiones y sus
correspondientes versículos de la Biblia que fueron compilados a lo
largo de varios años. Para mí se trata de notas muy especiales que
me han traído de vuelta al camino correcto varias veces en mi vida.
Comencé a recopilarlas después de un tiempo de alejamiento con
Dios y hasta la fecha Dios ha usado esos apuntes para hablarme en
algunos momentos decisivos. A través de esas notas he recordado
la gracia y el amor de Dios, su cuidado que tiene para conmigo y he
recobrado mi identidad en Cristo de acuerdo con lo que dice su
santa palabra. Este pequeño libro no es mío, sino de Dios y para
Dios, sentí en mi corazón compartirlo con otras mujeres y sentí que
esto venía de parte del Señor de manera que oré al respecto, el
Señor me dio paz y me proporcionó lo que necesitaba para
publicarlo. Espero que el Señor te hable a ti de la misma manera a
través de este texto que está escrito por pequeños capítulos a
manera de devocionales diarios.
Me gustaría compartirte mi testimonio. Soy una mujer que ha
conocido la gracia de Dios y experimentado su perdón de una
manera tan tajante que se ha enamorado del Señor Jesucristo
profundamente. Recibí al Señor Jesús como mi Señor y salvador a
los veintidós años de edad. Nunca he sido una mujer ejemplar, no
pretendo serlo, pero amo al Señor con todo el corazón. Tampoco
estoy orgullosa de mis errores, y lo que cuento a continuación tiene
como objetivo exaltar la gracia de Dios para con una pecadora más.
En realidad, conocí de Dios desde temprana edad, cuando
acompañaba a mi abuelita y a mis tías a la iglesia pentecostés. Mi
mamá se convirtió al Señor y se bautizó cuando yo tenía un año de
edad y más tarde, cuando cumplí nueve años, mi papá vino también
a los pies de Cristo. De manera que crecí con abuelos, tías y padres
cristianos. Mi mamá siempre trató de trabajar para que tuviéramos
una vida mejor que la que ella tuvo de niña y por esta razón desde
antes de ir al jardín de niños me quedaba todos los días en casa de
alguna tía o de mi abuela. Lamentablemente, como las estadísticas
indican, muchas de las niñas pequeñas que no son cuidadas por la
madre son víctimas de abuso, también ocurrió conmigo a los cuatro
años de edad, no tengo idea durante cuanto tiempo, pero creo que
no fue mucho. Recuerdo que a partir de entonces sentía una
profunda tristeza cuando me levantaba en las mañanas. Cuando
cumplí cinco años de edad nació mi hermano y cuatro años después
nació mi hermana. Para entonces vivíamos en un pueblo que
apenas comenzaba a urbanizarse y en el que no estaban instalados
los principales servicios públicos como la tubería de agua y el
drenaje. Mi papá había comprado un terreno ahí, así que construyó
una pequeña casita en la que vivimos varios años y mi familia
empobreció como toda la gente de ese pueblo, pues vivíamos muy
lejos de la ciudad y difícilmente se podía conseguir trabajo. Para mí
fue positivo que mi mamá no tuviera empleo, pues dejé de ser
encargada con parientes o vecinos que mi mamá apenas si conocía,
con los cuales gracias a Dios, no volví a tener malas experiencias.
Cuando nació mi hermana yo tenía nueve años y mi mamá ya no
tuvo oportunidad de salir a trabajar y dejarnos. Así que siempre
estaba en casa, sin embargo, ella cayó en depresión y se sentía tan
frustrada que siempre estaba de mal humor.
A los once años empecé a ir a una escuela lejos de casa, tenía
que levantarme a las cinco de la mañana, bañarme sin regadera y
en la casa fría (pues el techo era de lámina de cartón por lo que se
colaba mucho frío del exterior). Constantemente tenía gripa. Aunque
me consideraba cristiana, pues leía mis libros cristianos y
escuchaba los cassettes de historias cristianas para niños, no
conocía a Dios. Solamente lo conocía de oídas, como dice la Biblia
en el libro de Job.
Empecé a tener noviazgos con chicos de mi escuela, que fueron
avanzando cada vez más y fueron ahuyentando mi interés por Dios.
Además, comencé a ver programas de televisión, donde los jóvenes
tenían relaciones sexuales desde los dieciséis años. Eso en
particular, influyó poco a poco en mi vida. A los dieciséis años vivía
como los chicos de la televisión y le declaré a mi mamá que no creía
en Dios. Nunca comenté con nadie lo que había vivido de pequeña,
pero ese secreto, de lo que me había pasado me hacía sentir sin
valor. De manera que me empecé a comportar resentida con mis
padres y comencé con una rebeldía muy fuerte que justificaba con
mi rencor. Me comenzaron a embargar deseos de morir a partir de
que empecé a frecuentar un grupo de amigos aficionados al heavy
metal y a escuchar esta música todo el tiempo. A pesar de que tenía
una relación fija, a partir de los diecisiete años llevaba una vida de
múltiples relaciones. En algún momento, me fui de mi casa con el
tipo con quien llevaba ocho años de relación, me embaracé, perdí al
bebé, me volví a embarazar y volvía a perder al bebé. A los
veintidós años estaba en el punto más bajo de mi vida. A pesar de
que de alguna manera me estaba inclinando a vivir con principios,
seguía sin contemplar a Dios en mi vida. Además, el camino del
muchacho con el que vivía se inclinaba cada vez más al mal, con
drogas, infidelidad, etcétera. No había esperanza para mí, sentía
que quería salir corriendo desesperada, sin rumbo. Estaba muy
atormentada. De manera que clamé a Dios.
Anteriormente, los siete años, un día había orado a Dios por
primera vez completamente a solas. En el momento tan bajo de mi
vida me acordé de ello y le dije al Señor “Yo sé que hace mucho
tiempo que no hablo contigo, y tú sabes que me cuesta trabajo creer
que existes. pero si me estás escuchando, sácame de esta
situación.” Y él lo hizo. Me sacó de ahí, me mudé de apartamento y
empecé a leer la Biblia; cuando la leía era el único momento en el
que no me encontraba atormentada y tenía paz. Llegaba de la
universidad a las tres de la tarde y leía la Biblia, sin darme cuenta,
hasta las tres de la mañana con avidez todos los días. El Señor me
permitió, a pesar de todo, seguir estudiando en la universidad y me
dio un trabajo de fines de semana. Suplía todas mis necesidades de
una manera increíble. Comencé a leer la Biblia desde el Génesis
hasta el Apocalipsis y cuando llegué a los evangelios me enamoré
del Señor Jesucristo, pues pensaba: “qué Dios tan maravilloso”.
Nunca antes había leído la Biblia, lo único que había leído eran
cortos pasajes que incluso había memorizado por consejo de mi
abuelo o que había leído en la escuelita dominical, tales como
“todas las cosas nos ayudan para bien a los que aman a Dios” o
como “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su hijo
unigénito para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que
tenga vida eterna”. Por otra parte, a los diecinueve años, había leído
en la historia antigua de España escrita por Alfonso el Sabio, la cita
del capítulo de la Biblia en el que se narra la sabiduría de Salomón
cuando vinieron a él las dos rameras, las cuales, cada una afirmaba
que un bebé les pertenecía. Como recordarás, en esta historia de 1.
Reyes 3:16-28 se narra que Salomón ordena partir al niño por la
mitad y darle una mitad a cada una de las mujeres que decían ser
su madre. Una de ellas, se conmovió por el niño y accedió a darselo
a la otra mujer con tal de que el bebé no muriera, en cambio, la
mujer impostora se alegró y dijo “ni a ti, ni a mí. ¡Partidlo!” Entonces,
Salomón supo que la verdadera madre era quien deseaba el bien
del niño y ordenó dárselo a ella. Esta historia me impresionó mucho,
aunque no caminaba con Dios, me dio una visión de lo que es la
sabiduría que proviene de lo alto. Sin embargo, básicamente eso
era todo lo que conocía sobre Dios.
Cuando llegué a la carta a los Romanos, decidí terminar
oficialmente con la relación que tenía, pues aunque ya estábamos
separados nos veíamos ocasionalmente. Los versículos de
Romanos 6: 1-2 me confirmaron, inmediatamente después de
terminar con ese muchacho, que había hecho lo correcto: “¿Pues
qué diremos? ¿Perseveraremos en pecado para que la gracia
crezca? En ninguna manera. Porque los que somos muertos al
pecado, ¿cómo viviremos aún en él?”
A partir de ahí, sentí la necesidad de congregarme en alguna
iglesia y una buena amiga me invitó a la que es mi iglesia hasta la
fecha. Dios me sanó de todas mis heridas, me consoló y me dio una
perspectiva diferente de mi pasado, de manera que en un año yo
era una persona totalmente diferente. El tan solo despertarme por
las mañanas era una causa de gozo y agradecimiento, empecé a
memorizar la palabra de Dios, cada día. Y de este modo se fue
limpiando mi mente, pues antes de comenzar a hacer esto, venían a
mí pensamientos tormentosos y sucios. Por ese tiempo, cumplido el
año, me volvió a buscar ese exnovio, nunca había sido fácil terminar
con él, por eso habíamos durado tantos años juntos. Sin embargo,
Dios ya me había liberado de esa atadura y no provocó ningún
efecto en mí el volver a verlo. Incluso, mi mamá se sorprendió de
que no hubiera vuelto a caer en lo mismo y me dijo “ahora sé que
estás enamorada de Jesús”. El Señor me empezó a regalar muchas
bendiciones por todas partes, me abrió las puertas para estudiar una
maestría, cuando no tenía ninguna oportunidad, en realidad. Sin
embargo, no todo fue perfecto. Después de mi primer trimestre de
maestría comencé a dedicar más tiempo a los estudios y amigos no
creyentes que a Dios y en el último trimestre ya me había
involucrado varias veces en algún romance. La última de esas
relaciones duró tres años y me apartó de Dios casi por completo. Es
esa la razón por la que en este libro resalto tanto el tema del yugo
desigual, pues fue mi debilidad durante mi tiempo de soltería. Estas
notas las comencé a escribir y a recopilar de mis devocionales y
estudios bíblicos justo después de que terminé con esa última
relación. Regresé arrepentida a al Señor y Él fue bueno para
perdonarme y salvarme. Desde entonces, he vuelto a cometer
algunos errores, pero el Señor me ha dado la salida antes de que se
convirtiera en algo grave que me aleje de él. Dios me ha dado desde
entonces muchos de los deseos de mi corazón. Me concedió el
anhelo que tenía de estudiar un doctorado en la universidad de
Múnich, contra toda expectativa, para una mujer pobre como yo lo
era. Además, ha sanado el resentimiento que tenía contra mi madre
de una manera que no habría imaginado. A los 31 años de edad, me
dio a mi esposo, un hombre mejor de lo que hubiera podido
imaginar: cristiano, nacido de nuevo, temeroso de Dios y fiel, entre
muchas otras cosas. Hijos preciosos, que nos concedió el Señor
cuando toda esperanza de ser padres parecía perdida, después de
que nuestro primer hijo partió al cielo a sus ocho horas de nacido.
Pienso que los finales “y vivieron felices por siempre” no existen,
pues cada día es una nueva lucha y las batallas son cada vez más
difíciles. Mientras vivamos en este mundo caído tendremos aflicción,
pero confiemos, pues el Señor Jesucristo ha vencido al mundo
(Juan 16: 33). Y como dice en Judas versos 23b-24 “A aquel, pues
que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros delante de
su gloria irreprensibles, con grande alegría, al único y sabio Dios,
nuestro salvador, sea gloria y magnificencia, imperio y potencia,
ahora y en todos los siglos. Amén”. Ni tú ni yo tenemos la fuerza
para no caer, pero el Señor, el Dios de la Biblia, quien fue, quien es
y el que ha de venir, sí tiene el poder para ello.
Por otro lado, un par de los temas incluidos en este libro son
largos, por lo que puedes leerlos en dos partes al hacer tu
devocional diario, si así lo quieres. Te deseo muchas bendiciones de
parte de Dios, de acuerdo con sus promesas.
Él siempre te escucha
Ana era una mujer que tenía un anhelo enorme en su vida como
muchas de nosotras. En su caso, ella quería ser madre. Su rival se
burlaba de su esterilidad y a pesar de que su marido la amaba, el
deseo de tener un hijo persistía en su corazón. Así que después de
haber vuelto a ser entristecida por el hecho de ser estéril, fue al
templo a orar con toda su alma al Dios vivo, al único que puede dar
vida y conceder los anhelos de los corazones. Después de orar,
pidiéndole a Dios un hijo varón, creyó firmemente que había sido
escuchada. Pues, además de que oró, el sacerdote Elí la bendijo
cuando la vio en el templo, después de que la había calificado de
una borracha por la manera en que estaba orando. Sin embargo,
cuando Ana le explicó que estaba derramando su corazón delante
de Dios:
Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la
petición que le has hecho.
Así pasó, Ana ya no estuvo triste y Dios le concedió el anhelo de
su corazón. Le dio un hijo varón, como ella se lo había pedido.
Cuando Ana vio su anhelo cumplido hizo la siguiente oración,
dándole gloria a Dios.
Rut amaba a su suegra, además era obediente con ella. Así que
en cuanto se instalaron en Israel le pidió permiso para ir a trabajar
afuera en algún campo en el que se lo permitieran; pues habían
regresado en la pobreza y no tenían alimento. Nohemí se lo permitió
y Rut salió a trabajar. Desde el primer día, Rut se mostró muy
diligente y no descansó ni por un momento. Había pedido que le
dejaran recoger de las sobras que dejaban los segadores de
cebada. Esto lo supo el dueño de aquel campo, quien resultó ser
pariente de su suegra Nohemí. Como él había escuchado que Rut
era una buena mujer y que había dejado su pueblo para ayudar a su
suegra, le dijo que podía trabajar ahí durante todo el tiempo de la
siega. De esta manera, no tendría que estar buscando otro lugar en
donde trabajar. Incluso, la invitó a comer junto con los trabajadores y
ella comió y guardó una parte para su suegra. Esto habla de un
corazón tierno y generoso.
Dios vio el corazón de Rut y la socorrió con un buen marido,
quien le proveería a ella lo que necesitaba y no solamente a ella,
sino que también se haría cargo de su suegra. Dice Rut 4:9-10:
Y Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: Vosotros
sois testigos hoy, de que he adquirido de mano de
Noemí todo lo que fue de Elimelec, y todo lo que fue de
Quelión y de Mahlón.
Y que también tomo por mi mujer a Rut la moabita,
mujer de Mahlón, para restaurar el nombre del difunto
sobre su heredad, para que el nombre del muerto no
se borre de entre sus hermanos y de la puerta de su
lugar. Vosotros sois testigos hoy.
El dueño de los campos de nombre Booz se casó con ella y tuvieron
un hijo, Rut 4:13 dice:
Booz, pues, tomó a Rut, y ella fue su mujer; y se llegó
a ella, y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un
hijo.
El hijo de Rut y Booz se llamó Obed, este fue el abuelo del rey
David.
El deseo del alma
Cuando le preguntaron al Señor Jesús cuál era el más grande
mandamiento, él respondió como indica Mateo 22:37:
Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.
Conocer a profundidad el carácter del Señor reflejado en toda la
Biblia, trae un enamoramiento, en realidad es fácil amar a Dios
cuando lo conoces y tienes una relación con él. Dice en Isaías 26:9:
Con mi alma te he deseado en la noche, y en tanto que
me dure el espíritu dentro de mí, madrugaré a
buscarte; porque luego que hay juicios tuyos en la
tierra, los moradores del mundo aprenden justicia.
En épocas difíciles como las pandemias, terremotos o guerras, los
habitantes de la tierra aprendemos justicia. Nos damos cuenta de lo
vulnerables que somos y de que Dios está presente, mientras
nosotros hacemos tantas cosas injustas. Sin embargo, Dios ha
prometido a sus hijos paz (Isaías 26:12):
Jehová, tú nos darás paz, porque también hiciste en
nosotros todas nuestras obras.
Nos ha prometido que estará de nuestro lado, cuando se hagan
planes en nuestra contra (Isaías 54: 15).
Si alguno conspirare contra ti, lo hará sin mí; el que
contra ti conspirare, delante de tí caerá.
Tanto en guerra, como en asaltos, como en juicios legales injustos
ha prometido protegernos (Isaías 54: 17).
Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y
condenarás toda lengua que se levante contra ti en
juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y
su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.
Si ponemos en Dios nuestro amor, él ha prometido guardarnos de
todo mal, mandar a sus ángeles a protegernos y que estaremos
seguros de cualquier calamidad como dice la Biblia en el Salmo 91:
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas
estarás seguro;
Escudo y adarga es su verdad.
No temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de
día, ni pestilencia que ande en oscuridad, ni mortandad
que en medio del día destruya.
Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no
llegará.
Ciertamente con tus ojos mirarás y verás la
recompensa de los impíos.
Porque has puesto a Jehová, que es mi esperanza, al
Altísimo por tu habitación, no te sobrevendrá mal,
Ni plaga tocará tu morada.
Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te
guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece
en piedra.
Sobre el león y el áspid pisarás; hollarás al cachorro
del león y al dragón.
Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo
libraré; le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi
nombre.
Después de la caída
A veces somos infieles con Dios y ponemos en el lugar que le
corresponde a Él a alguna otra persona o cosa. Puede ser un novio,
la carrera universitaria, los amigos, el trabajo, el esposo o los hijos.
A pesar de que, al principio, antes de caer en este error muchas
veces el Señor nos dice muy claramente que no debemos ir en esa
dirección somos necias y lo hacemos de todos modos. ¿Cómo
puedo saber si Dios no está de acuerdo con algo? En primer lugar,
hay que consultarlo con él. ¿Cómo te sientes al hablar con Dios al
respecto? ¿Sientes un cosquilleo en el corazón que te hace voltear
el rostro en otra dirección y seguir adelante con tus planes, sin tener
completa seguridad de que es lo correcto? Entonces no es el
camino de Dios. En cambio si tienes cien por ciento la seguridad de
que Dios te está respaldando y no solamente tienes paz, sino que
también tienes una alegría desbordante, entonces es el camino
correcto.
A veces, después de que le hemos preguntado a Dios si lo que
hacemos está dentro de su voluntad, y nos ha dicho que no, nos da
la salida para dejar el camino incorrecto. Depende de nosotras
aprovecharla. Esto es común sobre todo en cuanto al
enamoramiento. Muchas veces el Señor nos dice que cierto hombre
no es para nosotras, pero lo pasamos por alto y sufrimos las
consecuencias. Pienso que nos pasa, lamentablemente, a la
mayoría de las mujeres cuando somos solteras y buscamos a Dios.
Recuerdo la vez que fui más necia, fue la vez que Dios me dijo de
muchas maneras que no siguiera adelante, pero no lo escuché.
Constantemente le pedía que me dijera si cierto hombre era para
mí. Un día leía y releía por “casualidad” en todas partes Josué
23:12-13.
Porque si os apartareis, y os uniereis a lo que resta de
estas naciones que han quedado con vosotros, y si
concertareis con ellas matrimonios, mezclándoos con
ellas, y ellas con vosotros,
sabed que Jehová vuestro Dios no arrojará más a
estas naciones delante de vosotros, sino que os serán
por lazo, por tropiezo, por azote para vuestros
costados y por espinas para vuestros ojos, hasta que
perezcáis de esta buena tierra que Jehová vuestro
Dios os ha dado
Por otro lado, también podemos orar por nuestros seres queridos
que no se han arrepentido delante de Dios. No hay casos perdidos,
todo es posible para Dios, él es autor de la vida y puede dar vida
espiritual a quien quiere. Ezequiel 37 :1-14 lo describe así:
La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el
Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle
que estaba lleno de huesos.
Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y
he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y
por cierto secos en gran manera.
Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y
dije: Señor Jehová, tú lo sabes.
Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles:
Huesos secos, oíd palabra de Jehová.
Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí,
yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.
Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre
vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en
vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy
Jehová.
Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un
ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y
los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.
Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne
subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no
había en ellos espíritu.
Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de
hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor:
Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos
muertos, y vivirán.
Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu
en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un
ejército grande en extremo.
Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son
la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos
se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del
todo destruidos.
Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho Jehová el
Señor: He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo
mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré
a la tierra de Israel.
Y sabréis que yo soy Jehová, cuando abra vuestros
sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo
mío.
Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré
reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová
hablé, y lo hice, dice Jehová.
La iglesia es el pueblo de Dios y coherederos de las promesas
que el Señor le ha hecho a Israel, por esto podemos tener nuestra
confianza en que el Señor quiere que vivamos y no que muramos,
que nos arrepintamos y quiere darnos vida espiritual nuevamente.
Esto a nosotros y podemos orar, asimismo, por nuestra familia al
respecto.
Desobediencia
P D
S ,
D ,
L ,
E
En el camino hay espinas
Invocar su nombre implica tener una relación con él. Dios atiende
a quien tiene una relación con Él. Nos libra cuando en Él ponemos
nuestro amor. Invocarlo es reconocerlo y entenderlo. Dice en Joel
2:32
Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será
salvo; porque en el monte de Sion y en Jerusalén
habrá salvación, como ha dicho Jehová, y entre el
remanente al cual él habrá llamado.
Dios te llamó desde antes de nacer
Dios te llamó desde antes de nacer. Vives por gracia y cada vez que
respiras es un regalo de Dios. Somos salvos por gracia Efesios 2: 8-
10 dice:
Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto
no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe.
Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús
para buenas obras, las cuales Dios preparó de
antemano para que anduviésemos en ellas.
La identidad de una mujer que ha sido llamada por Dios debe
estar basada en Cristo, hay que tener cuidado de no desear la
comida de los cerdos, es decir, no basar nuestra identidad en cosas
vanas. El hijo pródigo, relatado en Lucas 15:11-32, deseaba comer
la comida de los cerdos cuando malgastó toda su herencia en una
vida licenciosa. Cuando no estás en continua comunicación con
Dios y conforme su voluntad (es decir, en comunión con él) deseas
cosas que no deberías, pues olvidamos que somos sus hijas. Al
igual que el hijo pródigo, a veces, teniendo pan en casa, quedamos
insatisfechas y con sed como la mujer samaritana. La historia de la
mujer samaritana se relata en Juan 4: 5- 42. Ella había tenido varios
maridos y vivía en amasiato. Como mujeres podemos tener el deseo
de ser aceptada por un hombre, sea nuestro marido o no, o ser
admirada por más hombres para sentirnos valiosas. No obstante,
somos hijas de Dios y le pertenecemos desde antes de nacer, por
esa razón la única opinión que nos debe de importar es la de Dios.
Cuando nos desviamos es necesario ser sinceras con el Señor, para
que él pueda trabajar en nuestros corazones. El hueco en el
corazón que sentimos cuando nada nos satisface es debido a esa
sed espiritual que solamente Cristo puede saciar.
Dice Lucas 15:17 que el hijo pródigo volvió en sí. Se dio cuenta
de que era absurdo que se encontrara en una situación precaria si
era hijo de un hombre rico, con el que viviría mejor incluso si
trabajaba para él como un empleado más. Asimismo, cuando
estamos basando nuestra vida en una persona o en alguna cosa
estamos queriendo saciar nuestra sed en la fuente equivocada.
Dándole la prioridad en tu vida a Dios es como estarás saciada y
satisfecha.
Llamada a...
¿Quién es Jesús para ti? ¿Qué relación tienes con él? En todas las
relaciones humanas, el cariño y el amor existe solo cuando hay una
relación y se pasa tiempo compartiendo juntos. Algunas personas
deciden seguir a Jesús, porque reconocen que es el camino
verdadero, pero no están enamorados de Jesús. ¿Recuerdas el
capítulo de la Biblia en el que la mujer pecadora unge los pies del
Señor Jesús con un perfume? Lucas 7:36-48:
Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y
habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la
mesa.
Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al
saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo,
trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando
detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con
lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y
besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo
para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué
clase de mujer es la que le toca, que es pecadora.
Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa
tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro.
Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía
quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo
ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál
de ellos le amará más?
Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien
perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer?
Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies;
mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha
enjugado con sus cabellos.
No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha
cesado de besar mis pies.
No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido
con perfume mis pies.
Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son
perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se
le perdona poco, poco ama.
Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados.
El Señor Jesús le muestra al fariseo con una parábola que a
quién más se le perdona, ama más. Esa mujer amaba al Señor tanto
que tan solo con estar cerca de él no podía contener las lágrimas de
agradecimiento. Ella sabía quién era Jesús, lo conocía y sabía que
él tenía misericordia de ella, que la amaba y que la aceptaba a
pesar de quién ella era. Solamente pasando tiempo, abriendo
nuestro corazón a Dios, orando en el nombre de nuestro señor
Jesucristo y leyendo su palabra es como conocemos el carácter de
Jesús y nos enamoramos de él. Jesucristo es: el Hijo de Dios, el
principio y el fin. Tu proveedor, quien pelea las batallas por ti. Tu
redentor y salvador.
Toda la Biblia se trata del Señor Jesús, reconocemos su mismo
carácter en el antiguo y en el nuevo testamento. Sabemos que es el
Verbo de Dios. Juan 1:1-4 dice que él creó todas las cosas, que en
él estaba la vida.
En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y
el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de
lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
El Señor Jesús es nuestro redentor, que estuvo muerto y resucitó
y ahora está a la diestra de Dios. Es el que es, quien fue, y quien
vendrá. Tendríamos que citar toda la Biblia para describir a nuestro
Señor.
Hay una canción alemana que me gusta particularmente, porque
dice:
Ante ti palidece la luz más brillante
Tú eres tan maravilloso
Como llama de fuego es tu mirada
Tus palabras estruendan como una cascada
Tú eres tan grande, infinitamente grande.
Con tu mano sostienes el universo
Señor de gloria, a ti sea la gloria.
Hay un libro de Max Lucado que se llama Sin temor y dice cuántas
veces la Biblia menciona que no debemos tener temor. Es también
impactante que en el libro de Apocalipsis 21:7-8, dice que
El que venciere, poserá todas las cosas; y yo seré su
Dios, y él será mi hijo.
Mas a los temerosos e incrédulos, a los abominables y
homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los
idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el
lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte
segunda.
Debemos aprender a perder el miedo y a ser abiertas, a ser
vulnerables, porque Dios es quien nos guarda. Dios es el que te
protege a ti en particular. El temor nos lleva a usar máscaras para
ocultar nuestras debilidades y muchas veces la fachada que se usa
es la arrogancia y la soberbia, lo cual también es pecado. Al pecado
de temor se estaría añadiendo el de altivez. Otras veces puede
tomar la forma de enojo, pues para evitar que otros se enojen contra
nosotras fingimos estar airadas contra ellos primero. Aquí también
se está añadiendo un pecado más. El miedo nos puede llevar a
robar, cuando pensamos que el dinero que ganamos no es
suficiente. También nos lleva a mentir para evitar sufrir las
consecuencias de nuestros actos. También nos puede llevar a tener
relaciones sexuales premaritales por miedo a perder a nuestro novio
(en ciertos casos). O a conservar una mala amistad por miedo a
quedarnos solas, en fin, parece que el miedo es la entrada para
pecados cada vez más grandes y la salida de la cobertura de Dios.
Por otro lado, lo contrario a ser temeroso es ser valiente y ¿por qué
es tan alabado el ser valiente? Pues, porque implica fe y la fe es lo
que Dios quiere de nosotros, que le creamos sin ver. Como le dijo el
Señor Jesús a Tomás en Juan 20:29: bienaventurado el que no vio y
creyó.
Jesús le dijo:
—Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron y creyeron.
Me llama la atención que el pasaje bíblico que sirve de modelo a
toda mujer cristiana es el de la mujer virtuosa de proverbios 31.
Virtuosa, significa “valiente”, y es el halago más grande que aparece
en la Biblia para una mujer ejemplar. Casos de hombres valientes
tenemos muchos en la Biblia, para empezar, David. Mucho se
menciona que era un varón conforme al corazón de Dios, porque
reconocía sus errores y se arrepentía. Sin embargo, creo que un
enorme peso tiene el que le creyera a Dios y por lo tanto, no tenía
miedo de nada. Solamente temía a Dios y solamente le preocupaba
lo que Dios fuera a pensar de él. Por ejemplo, cuando danzó en
medio del pueblo y Mical, la hija de Saúl lo criticó por ello, a David
no le importaba lo que pensara el mundo, solamente lo que opinaba
Dios sobre lo que él hacía y esto, porque le creía a Dios. Respecto a
mujeres valientes en la Biblia encontramos a Jael, quien mató a
Sísará un enemigo de los judíos que estaba en guerra contra Israel,
también a Dévora, quien fue a esta guerra contra el rey de Canaan
acompañando a Barac. Por otro lado, Ana tuvo que ser valiente para
entregar a su hijo Samuel desde pequeño al sacerdote Eli. Rut tuvo
que ser valiente para dejar su país y para obedecer a su suegra
Nohemí en cuanto a pedirle a Booz que la tomara por esposa. Ester
fue valiente al presentarse ante el rey de Media y Persia, sabiendo
que su vida corría peligro. En fin, la valentía tiene que salir a la luz
en distintos momentos en la vida de una mujer cristiana. La valentía
no implica necesariamente matar a alguien, mudarse de país,
arriesgar la vida o consagrar un hijo a Dios. La mujer virtuosa de
proverbios 31 era una mujer normal que trabajaba, cuidaba de su
casa y era motivo de orgullo para sus hijos y marido; lo que la hace
valiente es que confiaba en Dios, se reía del porvenir. No tenía
miedo de lo que trajera el futuro, como dice en Proverbios 31:25:
Fuerza y honor son su vestidura, y se ríe de lo por
venir.
Otras mujeres valientes más, son encontradas en el nuevo
testamento. Una de ellas María, quién aceptó la voluntad de Dios
con sumisión, a pesar de poder perder a su prometido José y con el
riesgo de vivir al margen de la sociedad. Asimismo, la mencionada
mujer que derramó el perfume sobre el Señor Jesús, mientras se
encontraba en casa del Simón el leproso, rodeado de hombres. Fue
valiente al atreverse a entrar. Y pienso que la mujer samaritana fue
valiente al creerle al Señor Jesús e ir al pueblo a hablarles del
Señor. He escuchado a menudo que la fe hace actuar, también dice
la Biblia que la fe por las obras se confirma. La fe te hace valiente,
hace que te atrevas a dar el paso necesario en la situación correcta.
Así lo hicieron las mujeres que fueron sanadas, fueron a Jesús, aún
a riesgo de ser rechazadas como la mujer Sirofenicia que le pidió al
Señor que sanara a su hija.
Asimismo pasa con nosotras, si tenemos fe, vamos a esperar al
hombre que Dios tiene para nosotras y no vamos a andar en yugo
desigual. Sin importar lo que nos diga la gente o lo que pensemos.
Si tenemos fe, vamos a hablar de Jesús abiertamente, y
demostraremos con hechos que no vamos con la corriente del
mundo. Eso mostrará nuestra valentía.
El quinto mandamiento
Todas queremos que nos vaya bien y vivir una larga vida, para esto
es fundamental seguir el quinto mandamiento: honrar a nuestros
padres. Sin importar qué edad tengamos, es nuestro deber honrar a
los padres. A menudo se señala que este es el primer mandamiento
con promesa. Los demás mandamientos indican lo que debemos
hacer pero no añade nada extra para quienes los cumplan. En
cambio, el honrar a nuestros padres trae consigo bendiciones en
todas las áreas y una larga vida, lo cual significa salud. Dice en
Éxodo 20:12:
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se
alarguen en la tierra que Jehová, tu Dios, te da.
Y a esto surge la pregunta: ¿Qué es honrar?
1. Tenerlos en alta estima
2. Mostrar afecto
3. Mostrar respeto y reverencia
Evidentemente, como hijas, conocemos los errores y defectos de
nuestros padres mejor que nadie. Esto es a veces motivo de duda
para mostrar cualquiera de las tres cosas enlistadas. Aunque
podamos conocer sus debilidades, tenerlos en alta estima significa
no compartir lo que pensamos sobre sus defectos con otras
personas. Ni siquiera con la pareja. Mostrarles afecto es otra cosa
que está implícita y significa dar muestras de cariño sincero. Y por
último, mostrar respeto y reverencia sin importar quiénes sean
nuestros padres e independientemente de a qué se dediquen. Una
vez escuché una historia de un pastor que fue misionero un tiempo.
Un día, el misionero que lo estaba discipulando le pidió que lo
acompañara a ver a su mamá para llevarle algunas cosas. Cuando
el pastor vio que se acercaban a una zona de la ciudad con mala
fama se intrigó y le preguntó a su amigo el misionero si estaba
bromeando. El misionero dijo que no se trataba de ninguna broma,
bajaron del auto y entraron en un bar. Se acercaron a una mesa
donde estaba una mujer prostituta cayéndose de borracha. El
misionero le dio un beso en la mejilla y le dijo: “mamá, ¿cómo
estás? Te traje algo de comer y un vestido”. La mujer no fue amable
con su hijo. Él le dijo que íba a estar en esa ciudad un tiempo y que
la iría a ver en otro momento. El pastor dice que salió bañado en
lágrimas, por la escena que había presenciado.
Si no depende de nosotras, sino que son nuestros padres
quienes no quieren tener una relación cercana, entonces es nuestro
deber llamarles por teléfono periódicamente. Otro aspecto que no
debemos perder de vista es el darles apoyo económico cuando
podamos hacerlo, pues en Marcos 7:9-13, encontramos que el
Señor Jesús dijo:
Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar
vuestra tradición, porque Moisés dijo: “Honra a tu padre
y a tu madre” y “El que maldiga al padre o a la madre,
muera irremisiblemente”, pero vosotros decís: “Basta
que diga un hombre al padre o a la madre: ‘Es Corbán
(que quiere decir: “Mi ofrenda a Dios”) todo aquello con
que pudiera ayudarte’,” y no lo dejáis hacer más por su
padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios
con vuestra tradición que habéis transmitido.
Sin importar, quienes sean, honremos a nuestros padres y seremos
grandemente bendecidas.
El Señor controla las circunstancias