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Hace dos años, fuimos a la Isla de San Martín.

Jemuel, Adnan, y yo lo organizamos todo para que se


quedara a la perfección pero se hicieron añicos nuestras vacaciones de ensueño. Al aterrizar en el
aeropuerto, nos llevaron al hotel para desayunar. Puesto que vinimos 20 minutos más tarde, no nos
sorprendió lo frio de las comidas y ya nos había quedado pocas opciones que salchichas, pan, y huevos
revueltos. Teníamos que desayunar dentro de 10 minutos o dejaría el vehículo de servicio.

Lo más destacado es que llegó a tiempo la furgoneta pero hubo llanta pinchada que empeoró más
demora a ir al siguiente destino: hacer excursión en camello. Por eso, ya habíamos perdido una hora
cuando reemplazaron el neumático izquierdo. Al final decidimos ir a la visita comentada a las ruinas de
Santiago a las 12 de mediodía y dejar de hacer el primer itinerario. Siendo asiáticos, no acostumbramos
comer más tarde de la 12, por lo que ya teníamos hambre cuando estuvimos en la primera mitad de la
visita. Sin obstante, no esperábamos que todo terminase de repente.

Estábamos emocionados de probar la comida local y natural en el famoso restaurante El Oasis de Miras
cuando recibimos la mala noticia que algunos de los comensales se quejaron de la intoxicación de
alimentaria. Sin importar lo difícil que fuera la situación, elegimos pedir comida al otro restaurante. Sin
embargo, nos las trajeron después de una hora.

En la recta final, nos dirigimos hacia las dunas de Fraguas para las cinco de la tarde. En un giro
inesperado, llovió a cántaros, lo que nos forzó a cancelar esa actividad. Lo más devastador fue lo costoso
que terminó el recorrido. Trabajamos a brazo partidos para que hiciésemos la realidad el bien concebido
recorrido. Quedábamos decepcionados por todo lo sucedido. Al llegar al hotel, nos detuvieron por unos
30 minutos hasta que salió el equipo de limpieza de nuestra habitación.

El único consuelo que tuvimos fue la cena, en la cual nos habían preparado comidas exóticas de calidad
Michelin. Me repleté de gran variedad de platos típicos de Santiago. A pesar todo, lo que jamás creí que
nos sucediera fueron unas vacaciones perfectas que se convirtieron en una pesadilla inolvidable.

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