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informe: narración periodística

El «giro lingüístico»
en periodismo
y su incidencia en la comunicación periodística

Albert Chillón
Profesor de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona.

A la memoria de José María Valverde

«Si no hubiera lenguaje, no podría conocerse lo


bueno ni lo malo, lo verdadero ni lo falso, lo agra-
dable ni lo desagradable. El lenguaje es el que nos
hace entender todo eso. Meditad sobre el lenguaje.»
UPANISHADS

Es necesario que los estudiosos de la comunicación mediática en general


y de la comunicación periodística en concreto incorporen a sus reflexio-
nes teóricas y a sus investigaciones aplicadas los decisivos corolarios
derivados del llamado giro lingüístico, verdadera revolución copernicana
de la filosofía, la her- esde sus inicios, los estudios sobre perio- andar renqueante y reumático, atribuible en
D dismo han padecido un notorio retraso buena medida al pertinaz descuido de las
menéutica y la episte- con respecto a otras áreas de la investigación
comunicativa, en general muy atentas a las
aportaciones más significativas provenientes
de disciplinas sociales y humanísticas tales
contribuciones diversas y enjundiosas proce-
mología contemporá- dentes de disciplinas consolidadas como la
como la lingüística en sus diferentes ramas, la
citada semiología, la filosofía del lenguaje, la
sociología, la historiografía, la politología, la llamada nueva retórica y, en general, el ancho
neas, herederas de la semiología y, en menor grado, hasta la an- y fecundo campo de los estudios literarios,
tropología y la filosofía. Mientras que la incor- amén de las ciencias sociales antes aludidas.
conciencia lingüística poración de los enfoques propios de tales Al menos en Cataluña y en España, el
disciplinas ha permitido a otras áreas de la lugar concreto que los estudios periodísticos
inauguradas por Hum- investigación en comunicación avanzar con ocupan dentro del ancho campo de la comu-
paso brioso, el campo concreto de los estudios nicación se ha ido definiendo de modo
boldt y Nietzsche. periodísticos exhibe desde hace décadas un titubeante y problemático, tanto en lo que

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hace a la definición de su objeto de estudio como un conjunto de saberes aplicados –esto


* Publicado originalmente en Anàlisi 22, Facultat
propio como, muy principalmente, en lo es, de vocación normativa, práctica e instru-
de Ciències de la la Comunicació, Universitat
relativo a su misma constitución teórica y mental– los estudios periodísticos han ido Autònoma de Barcelona, 1998.
metodológica como disciplina de vocación siendo absorbidos por la llamada redacción
1. Repárese bien en que el mismo nombre del
científica. ¿A qué se debe tal precariedad? periodística, una disciplina pseudocientífica Departament de Periodisme i Ciències de la
En primer y destacado lugar, a mi enten- bifronte –su otro rostro, nacido hace pocos Comunicació de la U.A.B. consagra tal tópico
der, a una improcedente escisión del campo años, es la denominada periodística–2 que ha estéril. Hoy sabemos que las palabras nunca son
estudiado –y de los enfoques teóricos y ido jibarizando el campo diverso y complejo inocentes, y menos aun aquéllas que el rito y el
uso convierten en rutinarias. La esterilidad de la
metodológicos invocados– entre, por un del periodismo realmente existente hasta de- escisión entre «saberes prácticos» y «saberes
lado, saberes aplicados y, por otro, saberes jarlo reducido a mero repertorio acrítico de teóricos» a la hora de estudiar la comunicación
teóricos. Una escisión basada, nótese bien, no habilidades prácticas encaminadas a la pro- periodística –considerada como parte de la
en razones de pertinencia y rigor –que son, al ducción seriada de textos periodísticos. comunicación mediática en general– fue uno de
los puntos básicos de acuerdo surgidos en las
cabo, las que a una disciplina científica le En términos generales, parece sensato «Primeres jornades sobre continguts acadèmics i
corresponde invocar–, sino en la extendida afirmar que la etiología de los males que docència a la llicenciatura de Periodisme»,
creencia de que existe una distinción tajante aquejan tanto a redacción periodística organizadas entre el 9 y el 20 de marzo de 1998
entre los saberes aplicados apropiados para como a la periodística hay que buscarla en por el Departament de Periodisme i Ciències de la
Comunicació de la U.A.B.
pensar y enseñar la «práctica periodística» y un abanico de creencias pseudocientíficas
Digo «mal llamadas ciencias de la comunica-
los saberes teóricos de procedencia multidis- sobre la naturaleza del periodismo y de su ción» porque no se trata, de hecho, de «ciencias»,
ciplinaria que cultivan las mal llamadas «cien- correspondiente enseñanza. Profesadas a sino en todo caso de disciplinas científicas –
cias de la comunicación».1 pies juntillas por muchos cultores de la historia de la comunicación, sociología de la
comunicación, antropología de la comunicación,
Tal desatinada escisión inicial ha sido el disciplina, tales creencias fueron acuñadas
etcétera– derivadas de ciencias cabalmente
embrión a partir del que ha nacido y medrado hace ya décadas por sus padres fundado- consideradas: la historiografía, la sociología, la
el actual desconcierto académico. Concebidos res, y más tarde repetidas hasta el cansan- antropología et altri.

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2. Cabe añadir que, aunque nacida hace poco, cio por varias levas de sucesores confiados. «oficio» eminentemente «práctico», caracteri-
la periodística se ha ido configurando como Tales creencias han alimentado, por ejem- zado por el «dominio» de un repertorio de
una versión maquillada y travestida de la vieja
redacción periodística, caracterizada en realidad
plo, la hegemonía apenas contestada de los habilidades técnicas aptas para capturar «la
por similares enfoques, carencias y creencias, enfoques prescriptivos y preceptivos, empe- realidad» o «lo que pasa en la sociedad» –y
pero adornada con una terminología en general ñados en dictar normativamente cómo debe luego «reflejarlo objetivamente» en ese nítido
altisonante y huera, falaz simulacro de cientifi- ser el periodismo, en vez de analizar y «espejo» que supuestamente son los medios
cidad. Con su ánimo expansivo, que en pocos
años ha pretendido incorporar a su jurisdicción
describir por vía inductiva su compleja diver- de comunicación–, cabe concebirlo como
enfoques y métodos propios de otras discipli- sidad; o la enseñanza universitaria de la una profesión intelectual cuya esencia inter-
nas sin reconocer las deudas que ha contraído comunicación periodística entendida por al- pretativa hace inevitable la integración dialé-
con ellas, la periodística ha vendido el saco de gunos como mera formación profesional de ctica de la cultura y la capacidad de discer-
trigo antes de haberlo cosechado, y ha
tercer grado, reducida a instrucción acrítica e nimiento crítico, por un lado, y de las habi-
conseguido apretar mucho menos de lo que
pretendía abarcar. irreflexiva acerca de un cuerpo de técnicas y lidades expresivas y técnicas, por otro.4
prácticas profesionales obedientemente Aceptada esta premisa, procede vindicar
3. Véase, al respecto, la obra de Jordi Berrio y
Enric Saperas Els intel·lectuals, avui, Barcelona, emuladas; o el estupefaciente recelo con que la constitución de una disciplina científica
Institut d’Estudis Catalans, 1993, passim. A modo muchos docentes de la redacción periodística dedicada a estudiar el campo diverso y
de ejemplo, la concepción que un autor como todavía contemplan «la teoría», vista a menu- complejo del periodismo realmente existen-
Llorenç Gomis tiene del periodismo como do como una suerte de logomaquia abstracta, te, a la que parece pertinente denominar
interpretación sucesiva del presente es plenamente
congruente con esta vindicación del periodista abstrusa y yerma, inútil a la hora de formar comunicación periodística.5 A modo de es-
como profesional intelectual. Como es notorio, tal periodistas «profesionales»: o, en fin, la con- bozo de partida, tal disciplina deberá erigirse
vindicación ha encontrado su mejor adalid en el siguiente anemia crítica y conceptual que – sobre las siguientes bases.
profesor Héctor Borrat, quien ha expuesto su con algunas honrosas y meritorias excepcio- I. La enseñanza y la investigación univer-
posición en diferentes artículos; así, por ejemplo,
en «Comunicación periodística especializada:
nes– aqueja a buena parte de las investigacio- sitarias de la comunicación periodística real-
narración y análisis de la historia inmediata social, nes realizadas en este campo. mente existente aconsejan vivamente que la
política, económica o cultural desde las ciencias disciplina que denominamos comunicación
sociales», ponencia presentada a las «Primeres A FAVOR DE LA COMUNICACIÓN periodística supere las carencias y las creen-
Jornades sobre docència...», ya aludidas.
PERIODÍSTICA cias obsoletas sobre las que se asientan tanto
4. Nótese bien que no decimos que el periodista la redacción periodística como la periodísti-
En realidad, el conjunto de saberes, habili-
ideal debería integrar ambas facetas, sino que todo
dades y actividades que integran el campo ca. Ello supone el abandono de los envejeci-
periodista, siempre y necesariamente, ejerce una
tarea que aúna idea y ejecución, reflexión y diverso y complejo del periodismo realmen- dos enfoques prescriptivos y preceptivos, en
práctica, cultura y técnica. Esto es como decir que te existente se caracteriza por su tenor favor de una actitud nueva de carácter analí-
todo periodista –y todo medio de comunicación–, reflexivo, cultural y hasta intelectual: el tico y descriptivo, semejante a la que desde
al interpretar la realidad y representarla mediante
comunicador, el periodista son –deberían hace décadas prevalece en otros campos de
enunciados narrativos y argumentativos de diversa
índole, recurre forzosamente a una cierta teoría y ser, cuando menos– profesionales intelec- conocimiento. En tanto que disciplina acadé-
una cierta cultura profesional, amén de una visión tuales que ejercen su cualificada tarea en la mica, la comunicación periodística debe bus-
del mundo hecha de ideas más o menos formadas denominada industria de la cultura.3 Soste- car un conocimiento a la vez crítico, cultural
y, sobre todo, de creencias de mero sentido y aplicado. Lejos de limitarse a emular los
nida por toda una tradición de autores de
común –que es, a no dudarlo, el más común de
los sentidos. Pensar, por ejemplo, que «la realidad» gran fuste crítico –como Max Weber, Anto- tópicos al uso sobre la naturaleza del perio-
es algo externo y dado, y que el periodista se nio Gramsci, José Ortega y Gasset, Joan dismo, la comunicación periodística debería,
limita a «reproducirla» mediante el auxilio de Fuster o Manuel Vázquez Montalbán, por en tanto que enseñanza de rango y respon-
habilidades prácticas y técnicas que hacen sabilidad universitarios, (a) describir y anali-
citar sólo algunos nombres relevantes–, la
innecesaria y hasta enojosa su formación crítica y
cultural es, mal que nos pese, una difundida concepción del periodista como trabajador zar lo que es, (b) proponer lo que podría ser
creencia profesional que revela premisas teóricas intelectual de la industria cultural debe mo- y (c) –en último pero no menos importante
latentes, a menudo desconocidas por el creyente – vernos a replantear desde la raíz la falaz pero lugar– postular lo que debería ser.
y por eso mismo profesadas a pies juntillas. extendida escisión entre teoría y práctica. II. A diferencia de la redacción periodísti-
5. El apelativo comunicación periodística surgió En vez de definir el periodismo como un ca y de la periodística, el objeto de estudio y

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docencia de la disciplina que propugnamos la semiología y la filosofía del lenguaje.


debe ser el periodismo –esto es, la comunica- Si bien se mira, la comunicación periodís-
ción periodística en cualesquiera medios, tica puede establecer relevantes puentes de
soportes, géneros o estilos– considerado unión entre aquellos saberes «sociales» y estos
como una mediación cultural de elevada saberes «humanísticos». Así, por ejemplo, las
complejidad conceptual, expresiva y técnica. aportaciones procedentes del ‘paradigma so-
Una mediación cultural esencial entre las que ciocomunicativo’ son con frecuencia conjuga-
componen las industrias culturales de nues- bles con otras provenientes de la lingüística
tro tiempo, caracterizada por (a) su naturale- textual, la pragmática, la filosofía del lenguaje
za a un tiempo intelectual y técnica, (b) el o la retórica. Al armonizar enfoques y discipli-
tenor colectivo de su producción y de su nas en apariencia tan disímiles, la comunica-
recepción, (c) su diversidad discursiva, ex- ción periodística puede jugar cartas genuina-
presiva y estilística, (d) su condición no de mente innovadoras, y hasta desarrollar pers-
mera práctica, sino de praxis que inevitable- pectivas y métodos propios enriquecedores
mente conjuga en un todo inextricable la para otros campos de reflexión e investiga-
comprensión y la interpretación con las habi- ción. No se trata, por tanto, de que la disciplina
lidades expresivas y técnicas6 y (e) su inelu- importe saberes con servil papanatismo, sino
dible responsabilidad social. Lo que se pro- de que los incorpore y adapte críticamente a
pone es, en síntesis, considerar el periodismo sus propósitos singulares. hace un lustro, cuando los integrantes de la por
como cultura y no como mero know-how IV. En tanto que disciplina de vocación entonces denominada Unidad de redacción
instrumental, reducible a un repertorio de científica, la comunicación periodística debe periodística del Departament de Periodisme i
CC. C. de la U.A.B. acordaron acuñar una nueva
fórmulas, técnicas y recetas «de oficio». erigirse teórica y metodológicamente sobre
denominación para la unidad. Tal cambio no
III. Con el fin de abordar tan complejo y cimientos firmes. Así, junto a la invocación obedeció, como pudiera pensarse, a un mero
diverso objeto de investigación y docencia, la crítica de saberes procedentes tanto de otras prurito terminológico, sino a la convicción de que
comunicación periodística está llamada a disciplinas comunicológicas cuanto de disci- era y es preciso redefinir el campo entero y
invocar saberes críticos y culturales proce- diverso de los estudios periodísticos –como parte
plinas sociales y humanísticas ya aludidas,
integrante de los estudios sobre comunicación–, e
dentes de disciplinas consolidadas: por un me parece imprescindible que tal cimenta- invocar para su estudio enfoques teóricos y
lado, de las llamadas ciencias sociales, tales ción se nutra muy principalmente de los metodológicos multidisciplinarios.
como la sociología, la historiografía, la antro- decisivos corolarios derivados del llamado 6. Sobre la distinción entre práctica y praxis,
pología o la politología; y por otro, del campo ‘giro lingüístico’, uno de los hechos cardina- véase José Ferrater Mora, Diccionario de filosofía
extenso y fecundo de las antiguas pero de les en la filosofía, las ciencias sociales y las de bolsillo, Madrid, Alianza Editorial, 1983,
ningún modo viejas humanidades, entre las humanidades del siglo XX. pp. 633 y 634. Acerca de la inevitable y deseable
vinculación entre teoría y práctica en la praxis,
cuales destacan, por su capacidad de ilumi- En las próximas páginas me propongo, me remito a la obra clásica de Antonio Gramsci
nar nuestro campo, la lingüística, la retórica y primero, exponer en qué consiste y en qué Introducción a la filosofía de la praxis, Barcelona,
los estudios literarios en sus diferentes ramas, términos se ha dado en el campo filosófico la Península, 1976, passim.

C abe concebir al periodismo como una profesión intelectual


cuya esencia interpretativa hace inevitable la integración
dialéctica de la cultura y la capacidad de discernimiento
crítico, y de las habilidades expresivas y técnicas.

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E l lenguaje no es meramente el vehículo o la herramienta con


que damos cuenta de las ideas previamente formadas en
nuestro magín: éstas se forman sólo en la medida en que son
verbalizadas.

denominada ‘toma de consciencia lingüística’


o ‘giro lingüístico’, y después, revisar crítica-
mente de qué modos diversos su plena asun-
1805, en sus cartas a Wolf. En su obra
Lenguaje y realidad, Wilbur Marshall Urban
alude así al descubrimiento de Humboldt:
ción enriquecería decisivamente la docencia e «Como para Locke, también para Hum-
investigación sobre comunicación periodísti- boldt el lenguaje y el conocimiento son
ca, en concreto, y sobre el ancho campo de la inseparables. Pero lo importante para él está
comunicación mediática, en general. en que el lenguaje no sólo es el medio por el
cual la verdad (algo conocido ya sin el
I. LA TOMA DE CONSCIENCIA instrumento del lenguaje) se expresa más o
LINGÜÍSTICA menos adecuadamente, sino más bien el
Desde hace casi doscientos años, la llamada medio por el cual se descubre lo aún no
7. Así, de acuerdo con el argumento con que ‘toma de consciencia lingüística’ o ‘giro lin- conocido. Conocimiento y expresión son
Wilbur Marshall Urban abre su magna obra güístico’ ha discurrido como una suerte de una y la misma cosa. Esta es la fuente y el
Lenguaje y realidad (México, FCE, 1952, p. 13): «El
tradición relegada, eclipsada por la gran supuesto de todas las investigaciones de
lenguaje es el último y más profundo problema
del pensamiento filosófico. Esto es verdad, sea que tradición formalista-estructuralista que prin- Humboldt sobre el lenguaje».8
nos acerquemos a la realidad a través de la vida, o cipia con Ferdinand de Saussure y los forma- Así pues, el lenguaje no es meramente el
a través del intelecto y la ciencia». listas rusos y checos, y desemboca en buena vehículo o la herramienta con que damos
8. W.M.Urban, op. cit., p. 20. Sobre el pensamiento parte de los lingüistas de nuestros días. Se cuenta de las ideas previamente formadas
de Humboldt y su alargada sombra en el pensa- trata, como se verá, de un tema complejo y en nuestro magín: éstas se forman sólo en la
miento posterior, son básicos también, entre otros, decisivo –de hecho, para muchos, el tema medida en que son verbalizadas. A la som-
Ernst Cassirer, Filosofía de las formas simbólicas. I.
El lenguaje, México, FCE, 1971; y Hans-Georg más importante de la filosofía–,7 que no es bra de las revolucionarias ideas de Humbol-
Gadamer, Verdad y método, Salamanca, Sígueme, posible abordar en su integridad aquí; sí que dt sobre la identidad entre lenguaje y pensa-
1993. Dos autores de expresión castellana han podemos, no obstante, exponer los términos miento, la otra tradición lingüística a que
hecho contribuciones significativas a esta general básicos de la discusión, imprescindible para aludíamos líneas antes –proseguida sobre
«toma de consciencia lingüística»: Octavio Paz,
nuestros propósitos. todo por Nietzsche, pero también, en el
sobre todo en su ensayo El arco y la lira, Madrid,
FCE, 1992; y el maestro José María Valverde, a lo Si la tradición dominante concibe el len- siglo XX, por autores como Ernst Cassirer,
largo de su valiosa obra completa. Por su parte, guaje como un instrumento –ciertamente Martin Heidegger, Ludwig Wittgenstein, Ed-
George Steiner ha hecho incursiones sugerentes en complejo, pero herramienta y vehículo al ward Sapir, Benjamin Lee-Whorf, Mijail Ba-
el tema que nos ocupa, entre ellas Extraterritorial
cabo– que permite expresar el pensamiento jtin, Hans-Georg Gadamer, George Steiner o
(Barcelona, Barral, 1973), Después de Babel
(Madrid, FCE, 1990), Lenguaje y silencio (Barcelo- previa y autonómamente formado en la men- José María Valverde, entre otros– ha caído
na, Gedisa, 1982) y Presencias reales (Barcelona, te, la tradición relegada considera que pensa- en la cuenta de algo esencial: que no hay
Destino, 1991). Sobre la relación entre la conscien- miento y lenguaje, conocimiento y expresión pensamiento sin lenguaje, sino pensamien-
cia lingüística y el esclarecimiento de las relaciones to en el lenguaje; y que, a fin de cuentas, la
son esencialmente una y la misma cosa. Tal
entre periodismo y literatura, véase Albert Chillón,
Literatura i periodisme, València, Universitats intuición fundamental la formuló por vez experiencia es siempre pensada y sentida
Valencianes, 1993. primera el filósofo Wilhem Von Humboldt en lingüísticamente. De acuerdo con Valverde,

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se trata de «[...] algo elemental y perogrulles- el pájaro topa con la resistencia del aire, pero
co para todos una vez que se cae en ello, es ésta, justamente, la que le permite volar.
pero que la cultura no ha empezado a Pensar, comprender, comunicar quiere decir
reconocer conscientemente hasta el siglo inevitablemente abstraer y categorizar lin-
XIX, en un proceso que todavía está exten- güísticamente: transubstanciar en palabras
diéndose entre pensadores y escritores. Se y enunciados las percepciones provenientes
trata, simplemente, de que toda nuestra de la realidad externa y las sensaciones y
actividad mental es lenguaje, es decir, ha de emociones procedentes de la realidad inter-
estar en palabras o en busca de palabras. na, y en seguida articular esos sonidos signi-
Dicho de otro modo: el lenguaje es la ficantes en enunciados más complejos.
realidad y la realización de nuestra vida La intuición fundante de Humboldt fue
mental, a la cual estructura según sus formas perfilada y ahondada décadas más tarde por
–sus sustantivos, adjetivos, verbos, etc.; su Friedrich Nietzsche, quien añadió a la ante-
sintaxis, tan diversa en cada lengua; sus rior una nueva intuición fundamental: que,
melodías de fraseo...–. La realidad, enton- además de inseparable del pensamiento, el
ces, no es que –como se suele suponer entre lenguaje posee una naturaleza esencialmente
muchas personas cultas– haya primero un retórica; que todas y cada una de las palabras,
mundo de conceptos fijos, claros, universa- en vez de coincidir con las «cosas» que
les, unívocos, y luego tomemos algunos de pretenden designar, son tropos, es decir,
ellos para comunicarlos encajándolos en sus alusiones figuradas, saltos de sentido que
correspondientes nombres; por el contrario, traducen en enunciados inteligibles las expe-
obtenemos nuestros conceptos a partir del riencias sensibles de los sujetos. En los apun-
uso del lenguaje. Ciertamente, casi nadie tes para el «Curso de Retórica» que impartió en
suele ocuparse de ello, porque solemos dar 1872-73, Nietzsche escribió:
el lenguaje por supuesto, como si fuera «[L]o que se llama «retórico» como medio
natural, lo mismo que el respirar [...]».9 de arte consciente, estaba activo como medio
Conocemos el mundo, siempre de modo de arte inconsciente en el lenguaje y su
9. José María Valverde, Nietzsche, de filólogo a
tentativo, a medida que lo designamos con devenir, más aun, que la retórica es una
Anticristo, Barcelona, Planeta, 1993, p. 28.
palabras y lo construimos sintácticamente en continuación de los medios artísticos situa- Valverde ha sido, sin duda, el pensador que más
enunciados, es decir, a medida que y en la dos en el lenguaje, a la clara luz del entendi- ha hecho por extender esta consciencia lingüística
medida en que lo empalabramos.10 Más allá miento. No hay ninguna naturalidad no- en nuestra cultura. Sus inquietudes al respecto
comenzaron ya con sus tesis doctoral Guillermo de
de la percepción sensorial inmediata del retórica en el lenguaje, a que se pudiera
Humboldt y la filosofía del lenguaje, Madrid,
entorno o del juego interior con las sensacio- apelar: el propio lenguaje es el resultado de Gredos, 1955.
nes registradas en la memoria, el mundo artes puramente retóricas. La potencia que
10. Otro romántico, el poeta alemán Heinrich
adquiere sentido sólo en la medida en que lo Aristóteles llama retórica, de encontrar y Von Kleist, reflexionó ya acerca de ello en «Sobre
traducimos lingüísticamente; de otro modo, hacer valer en cada cosa lo que influye y la gradual puesta a punto de los pensamientos en
sólo sería para nosotros una barahúnda inco- causa impresión, es a la vez la esencia del el habla» (publicado en Quimera, Nº 30,
herente de sensaciones –táctiles, olfativas, lenguaje: éste se refiere tan escasamente a la Barcelona, Montesinos, 1982, trad. de José María
Valverde). «Empalabrar» y «empalabramiento» son
visuales, acústicas, gustativas– suscitadas por verdad como la retórica; no quiere enseñar, neologismos acuñados por Lluís Duch en sus
el entorno más inmediato aquí y ahora. sino transmitir una excitación y percepción relevantes reflexiones acerca de la naturaleza
El lenguaje es, como en la célebre pará- subjetivas a otros. El hombre, al formar el logomítica del lenguaje. Véanse, al respecto, Mite
bola con que Kant da inicio a su Crítica de la lenguaje, no capta cosas o procesos, sino i cultura, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de
Montserrat, 1995; Mite i interpretació, Barcelona,
razón pura, el aire que el pájaro del pensa- excitaciones: no transmite percepciones, sino
Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1996; y
miento precisa para elevarse por encima de copias de percepciones. [...] No son las cosas La educación y la crisis de la modernidad,
la mera percepción sensorial de lo inmediato; las que entran en la conciencia, sino la Barcelona, Paidós, 1997.

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manera como nos relacionamos con ellas, el tira en sentido extramoral, Nietzsche aplicó su
phitanón. La plena esencia de las cosas no se bisturí a la disección de la idea vigente –vigente
capta nunca. [...] Como medio artístico más también hoy, queremos decir– de Verdad:
importante de la Retórica valen los tropos, las «Ahora se fija lo que en lo sucesivo ha de
indicaciones impropias. Todas las palabras, ser «verdad», esto es, se inventa una designa-
sin embargo, son tropos, en sí y desde el ción de las cosas uniformemente válida y
comienzo, en referencia a su significado». 11 vinculante, y la legislación del lenguaje da
Llegado a este punto, a Nietzsche le fue también las primeras leyes de la verdad; pues
posible abordar radicalmente el modo en que aquí surge por primera vez el contraste entre
el lenguaje da cuenta de la llamada «realidad». verdad y mentira [...]. ¿Qué es, pues, la ver-
Eso que alegremente llamamos realidad ob- dad? Un ejército móvil de metáforas, metoni-
jetiva no es sino un lugar común, un acuerdo mias, antropomorfismos; en resumen, una
intersubjetivo resultante del pacto entre las suma de relaciones humanas, poética y retó-
realidades subjetivas particulares. Instalados ricamente elevadas, transpuestas y adorna-
en el plácido y ufano sentido común, conve- das, y que, tras largo uso, a un pueblo se le
nimos en creer y afirmar que existe una antojan firmes, canónicas y vinculantes; las
Realidad objetiva; y en seguida, sentada esa verdades son ilusiones de las que se ha
11. Nietzsche en Valverde, op. cit., p. 30 y 31.
premisa de opinión (dóxa), nos apresuramos olvidado que lo son, metáforas que se han
Existe una traducción al castellano de este curso a convenir también que es posible conocerla desgastado y han quedado sin fuerza senso-
de retórica, incluida en F. Nietzsche, Libro del inequívocamente, establecer la Verdad. Tal rial; monedas que han perdido su imagen y
filósofo, Madrid, Taurus, 1974. Utilizo la traducción silogismo verosímil tiene en nosotros un ahora se toman en cuenta como metal, ya no
del propio Valverde porque es, a mi juicio, muy
superior a la de la antología citada. Acerca de la efecto indudablemente consolador: separa como monedas. Seguimos siempre sin saber
compleja y revolucionaria concepción de objeto de sujeto, y afirma que éste es capaz de dónde procede la tendencia a la verdad,
Nietzsche sobre el lenguaje, puede leerse el de establecer la Verdad –con mayúsculas– pues hasta ahora sólo hemos oído hablar de
excelente ensayo de Enrique Lynch Dioniso sobre aquél. Tal es la creencia común: que la obligación que plantea la sociedad para
dormido sobre un tigre, Barcelona, Destino, 1993.
ahí afuera existe una Realidad dada, objetiva, existir: ser veraces, esto es, emplear las metá-
12. Nietzsche en Valverde, op. cit., pp. 33, 34 y 35. externa e inamovible, y aquí adentro unos foras usuales; o sea, expresado moralmente,
13. Entiendo aquí creencia, distinguiéndola de sujetos capaces de reproducirla mediante el la obligación de mentir según una firme
idea, en el sentido en que lo hace Ortega y Gasset pensamiento y de comunicarla mediante el convención, de mentir en rebaño, en un
en Ideas y creencias, Madrid, Espasa-Calpe, 1968,
lenguaje. estilo vinculante para todos.12
pp. 18 y 19.:
«Estas «ideas» básicas que llamo «creencias» –ya se Pero Nietzsche, agudamente consciente De manera que afirmar la existencia de
verá por qué– no surgen en tal día y hora dentro de la identidad entre pensamiento y lenguaje, una Realidad objetiva sobre la cual es posi-
de nuestra vida, no arribamos a ellas por un acto y de la naturaleza retórica de éste, puso en ble establecer una Verdad inequívoca no
particular de pensar, no son, en suma, pensamien- entredicho la creencia vigente de «verdad». No, deja de ser, si bien se mira, una consoladora
tos que tenemos, no son ocurrencias ni siquiera de
aquella especie más elevada por su perfección desde luego, negando la existencia de la creencia de sentido común, tercamente sos-
lógica y que denominamos razonamientos. Todo realidad, sino afirmando que el conocimiento tenida por doctos y legos. Tal creencia
lo contrario: esas ideas que son, de verdad, que de ella es factible tener es siempre imper- participa de la esfera de la opinión común
«creencias» constituyen el continente de nuestra fecto, tentativo, borroso: se lleva a cabo par- (dóxa), no del conocimiento filosófico y
vida y, por ello, no tienen el carácter de conteni-
dos particulares dentro de ésta. Cabe decir que no
tiendo de sensaciones que «hacen sentido» científico (episteme), inevitablemente relati-
son ideas que tenemos, sino ideas que somos. Más sólo en la medida en que son transubstancia- vo y relativizador, cauto, sometido a en-
aún: precisamente porque son creencias radicalísi- das lingüísticamente. De manera que nuestro mienda constante –excepto cuando se mira
mas, se confunden para nosotros con la realidad conocimiento de esas realidades externas y de religiosamente a sí mismo.13 Y, en tanto que
misma –son nuestro mundo y nuestro ser–,
pierden, por lo tanto, el carácter de ideas, de
nuestras realidades internas es siempre un creencia, se apoya, parafraseando a Aristó-
pensamientros nuestros que podían muy bien no tropismo, un salto de sentido, una genuina e teles en la Retórica, en lo verosímil (eikós),
habérsenos ocurrido». inevitable traducción. En Sobre verdad y men- esto es, en la opinión más generalizada o

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habitual, compartida por la mayoría.14 subscribing to the organization and classifica-


Así pues, si no existe una Realidad objetiva tion of data which the agreement decrees».15
cognoscible verdaderamente, ¿debemos por No existe una sola realidad objetiva exter-
ello caer en un desesperado nihilismo? En na a los individuos, sino múltiples realidades
absoluto: no existe una realidad –ni una subjetivas, innúmeras experiencias. Y estas
verdad–, pero sí múltiples realidades particu- realidades subjetivas múltiples e inevitables
lares, múltiples experiencias, de cuya puesta adquieren sentido para uno y son comunica-
en común surge ese género de acuerdos que bles para los demás en la medida en que son
denominamos «verdades». Y cada experiencia verbalizadas: engastadas en palabras y verte-
particular está hecha en gran parte de pala- bradas en enunciados lingüísticos. Los lími-
bras –ésta es la gran lección de los poetas del tes del mundo de cada cual son definidos
verso y de la prosa–, vivida sobre todo con y primordialmente por los límites del lenguaje
en palabras; ellas hacen inteligibles las imáge- con el que, en el que cada cual aprehende,
nes recordadas o imaginadas, las sensaciones vive el mundo, su mundo.16
y los instintos, el hervidero confuso y gaseoso La experiencia, más allá de la simple pero
que conforma la vida mental no lingüística. De imprescindible percepción sensorial, es so-
acuerdo con la célebre «hipótesis Sapir-Whorf»: bre todo –aunque no sólo– experiencia lin-
«We dissect nature along lines laid down güística. No existe interrupción drástica entre
by our native languages. The categories and subjetividad y objetividad, esto es, entre el
types that we isolate from the world of aquí adentro subjetivo de cada uno y el ahí
14. Me remito a cualquiera de las ediciones de
phenomena, we do not find there because afuera intersubjetivo de todos, precisamente calidad de la Retórica. La concepción aristotélica
they stare every observer in the face; on the porque existen tantas realidades como expe- de lo verosímil es muy bien explicada por Roland
contrary, the world is presented in a kaleidos- riencias individuales, y porque la vida mental Barthes en «La retórica antigua», prontuario
recogido en La aventura semiológica, Barcelona,
copic flux of impressions which has to be de todos habita dentro de ese medio a la vez
Paidós, 1993, pp. 85-161.
organized by our minds – and this means íntimo y social que es el lenguaje. Así, de
15. Benjamin Lee Whorf, «Science and Linguistics»
largely by the linguistic systems in our minds. acuerdo con Cassirer,
(1940), artículo incluido en Language, Thought
We cut nature up, organize it into concepts, «Para Humboldt el signo fonético, que and Reality, Cambridge, MIT Press, 1956, p. 157.
and ascribe significances as we do, largely representa la materia de toda formación del Al respecto véase también la obra anterior de su
because we are parties to an agreement to lenguaje es, por así decirlo, el puente entre lo maestro Edward Sapir, Language. An Introduction
organize it in this way – an agreement that subjetivo y lo objetivo, porque en él se com- to the Study of Speech (1921), publicado en
castellano: El lenguaje, México, FCE, 1954.
holds throughout our speech community and binan los elementos esenciales de ambos.
is codified in the patterns of our language. Pues, por una parte, el fonema es hablado y en 16. Tal es el sentido de la famosa proposición 5.6.
del Tractatus Logico-Philosophicus de Ludwig
The agreement is, of course, an implicit and esa medida es un sonido articulado y formado
Wittgenstein : «Els límits del meu llenguatge
unstated one, but its terms are absolutely por nosotros mismos; y por la otra, en cuanto signifiquen els límits del meu món» (Barcelona,
obligatory; we cannot talk at all except by sonido escuchado, es una parte de la realidad Laia, 1989, p. 130).

E stas realidades subjetivas múltiples e inevitables adquieren


sentido para uno y son comunicables para los demás en la
medida en que son verbalizadas: engastadas en palabras y
vertebradas en enunciados lingüísticos.

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 31
informe: narración periodística

E
l hiato que separa el significado canónico de un signo del
sentido de un enunciado concreto constituye un territorio
semántico de extrema complejidad e importancia, justamen-
te el espacio de la comunicación humana efectiva.

sensible que nos rodea. De ahí que nosotros lo sumo, algún otro u otros contenidos sub-
lo aprehendamos y conozcamos como algo sidiarios –lo connotado. Cesare Segre resume
«interno» y «externo» simultáneamente; como así esta concepción: «El término connota-
una energía de lo interno que se traduce y ción se contrapone a denotación porque
objetiva en algo externo».17 designa cualquier conocimiento suple-
La comunicación es, vista así, el acto de mentario respecto al puramente informati-
poner en común las experiencias particulares vo y codificado de la denotación».19
mediante enunciados, con el fin de establecer Al concebir, desde Saussure, el signo como
acuerdos intersubjetivos sobre el «mundo de rigurosamente arbitrario, se postula la existen-
todos», el conjunto de mapas que conforman cia de un significante uncido a un significado
la cartografía que por convención cultural canónico y fijo, independiente de las circuns-
llamamos «realidad». Y la cultura, la paulatina tancias y el contexto de la comunicación.
17. Cassirer, op. cit., 1971, p. 34. decantación de esos enunciados lingüísticos Semejante concepción estática del signo es
e icónicos, que en la medida en que son plenamente congruente con la lingüística
18. Así, en palabras de Lluís Duch, op. cit., 1997,
p. 52: «A menudo de forma soterrada, la tradición, colectivamente asumidos van formando un saussuriana, para la que la langue abstracta y
como contenido y también como diversidad de humus, un sedimento común para uso cons- normativa es el verdadero objeto de la Lingüís-
formas expresivas, continúa manteniendo su ciente e inconsciente de todos. Tal sedimento tica científica, no así la parole concreta, siem-
presencia activa en el momento actual. No debe pre inabarcable en su diversidad de manifes-
es la tradición cultural que empapa a los
olvidarse que la tradición, a lo largo de la historia,
ha sido un insustituible factor estructurador de la invididuos de modo inevitable, lo sepan éstos taciones, siempre fluida y cambiante, incesan-
humanidad del hombre a partir de los estratos más o no, lo quieran o no.18 temente renovada por los hablantes en sus
profundos de su propia arqueología. Además, innúmeros intercambios lingüísticos.
resulta un hecho harto conocido que ni el De las limitaciones de esta concepción –
1.1. DEL SIGNIFICADO AL SENTIDO
contenido ni las formas expresivas de la tradición
humana poseen posibilidades infinitas, sino que De la consciencia lingüística se desprende muy extentida todavía entre universitarios y
sólo dispone de las que corresponden a un ens una distinción –imprescindible pero harto educadores– da cuenta el esfuerzo que desde
finitum capax infiniti, es decir, a un ser que se ve infrecuente– entre los conceptos de signi- la lingüística y la semiótica contemporáneas se
obligado a someterse a un incesante proceso de ha hecho para vindicar la importancia del
ficado y sentido, que a mi entender tiene
clasificación de los nuevos datos y circunstancias
que irrumpen en su horizonte físico y mental». importantes consecuencias para el estudio receptor o destinatario en la compleción del
Sobre la importancia de la tradición, y sobre su semántico de los productos mediáticos. significado: la reciente pragmática aparece
naturaleza eminentemente lingüística, ha reflexio- Pero antes procede una aclaración. como disciplina susceptible de completar lo
nado brillantemente George Steiner en Antígonas. que semántica y sintaxis –las dos facetas tradi-
El concepto clásico de significado, mane-
Una poética y una filosofía de la lectura, Barcelona,
jado habituamente por la lingüística y la cionales de la lingüística– dejaban intocado. Los
1966, passim.
semiótica estructuralistas, padece in nuce un signos son codificados por el emisor mediante
19. Cesare Segre, Principios de análisis del texto
defecto congénito: designa el contenido se- significantes cuyos significados van más allá de
literario, Barcelona, Crítica, 1985, p. 59. Véase, así
mismo, Umberco Eco, Tratado de semiótica mántico referido canónicamente por el signi- las meras convenciones léxicas: al decodificar,
general, Barcelona, Lumen, 1977, pp. 110-114. ficante –lo denotado–, al cual se le añade, a el receptor –el lector in fabula de Eco– colabora

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informe: narración periodística

decisivamente en la creación del significado les, es complejo y enormemente versátil, una


final, pues aplica a los signos que recibe sus suerte de fluido incesantemente creado y
propias expectativas, hábitos y creencias, amén recreado por el diálogo de enunciados que 20. Sobre la pragmática y su aplicabilidad a los
de una retahíla de condicionantes derivados del establecen los interlocutores.22 Hasta el pun- estudios sobre comunicación, véanse: John Austin,
cotexto, del contexto y de la circunstancia en to de que el sentido es sólo aprehensible How to do things with words, Oxford, Clarendon
que se produce el acto de comunicación.20 cualitativamente, mediante el auxilio de Press, 1962; John Searle, Speech Acts, Cambridge,
Cambridge Univ. Pres, 1969; Geoffrey Leech,
Para la pragmática, en fin, la legendaria operaciones interpretativas cuya diversa
Principles of Pragmatics, Londres-Nueva York,
frase de la lingüística tradicional «El gato bebe complejidad va desde el guiño en la charla Longman, 1983; Stephen Levinson, Pragmatics,
leche» es algo más que una articulación cotidiana a los intrincados vericuetos alum- Cambridge, Cambridge University Press, 1983;
sintáctica de signos cuyo significado literal es brados por la hermenéutica filosófica. Siegfried J. Schmidt, Teoría del texto. Problemas de
una lingüística de la comunicación verbal,
que un mamífero felino digitígrado ingiere Tal inevitable aprehensión cualitativa del
Madrid, Cátedra, 1977; Umberto Eco, Lector in
por su gaznate el fluido alimenticio y blanco sentido se debe aún a otro hecho esencial: a fabula, Barcelona, Lumen, 1981; o Graciela Reyes,
con que es amamantado: en un contexto y diferencia del significado, concebido como La pragmática, Barcelona, Montesinos, 1990.
circunstancia precisos, y ante un interlocutor un concepto fijo, hipercodificado, abstracto y 21. La pragmática, sin embargo, presenta como
siempre concreto, puede ser una contraseña –por así decirlo– inmaterial y asensorial, el novedosa una idea que la longeva retórica formuló
de espías o una lírica y críptica invitación a los sentido es mutable, hipocodificado, concreto –con mucha mayor precisión y detalle, por cierto–,
y –también por así decirlo– material y senso- hace aproximadamente veinticinco siglos. Al
humores del lecho. El significado real conno-
respecto, es muy útil la obra de Bice Mortara
tado, siempre concreto, puede ser muy dife- rial. Nos hallamos, como es notorio, no ya en Garavelli, Manual de retórica, Madrid, Cátedra,
rente del significado literal denotado.21 el territorio ideal de la langue, sino en el muy 1991; así como el clásico de Chaïm Perelman y
Y aquí es menester afirmar con énfasis real y complejo de la parole, con su estimu- Lucie Olbrechts-Tyteca Tratato de la argumenta-
que el hiato que separa el significado canó- lante diversidad. ción, Madrid, Gredos, 1989. Asimismo, la más
reciente, valiosa y sugerente aplicación de la
nico de un signo del sentido de un enunciado retórica al estudio de la información periodística
concreto constituye un territorio semántico 1.2. DE LA ‘LANGUE’ A LAS ‘PAROLES’ de Elvira Teruel i Planas, Retòrica, informació i
de extrema complejidad e importancia, justa- Los signos tienen significados convencional- metàfora, Bellaterra (Barcelona), UAB/UJ/UV,
mente el espacio de la comunicación huma- mente atribuidos, de ahí la existencia de los 1997. Se trata, a mi juicio, de una obra que debe
contribuir de modo significativo a la imprescindi-
na efectiva. Un dinamismo semántico donde diccionarios y de los repertorios sígnicos ble renovación de los estudios sobre comunicación
confluyen y entran en diálogo las intenciones especializados; pero los enunciados reales periodística.
y expectativas de los agentes comunicativos que los hablantes producen y reproducen 22. Acerca de la naturaleza dialógica de la
–ya no puede hablarse de papeles fijos de incesantemente, en cambio, adquieren senti- comunicación lingüística, entendida como
emisor y receptor, sino de turnos de habla–, las do dialógicamente, en el acto mismo de la incesante intercambio de enunciados, son ya
convenciones semióticas y, en último pero comunicación. Un sentido que depende del clásicas las reflexiones del gran Mijail Bajtin en
Estética de la creación verbal (México, Siglo XXI,
no menos importante lugar, el contexto y la modo en que los interlocutores, habitantes de
1985) y Teoría y estética de la novela (Madrid,
circunstancia concretos en que cada enuncia- su medio lingüístico –hablan el lenguaje, son Taurus, 1989).
do se produce cooperativamente. hablados por el lenguaje– piensan y sienten
23. La idea nietzscheana acerca de la naturaleza
Pero, como probablemente se temían lo que dicen en el contexto y circunstancia retórica del lenguaje ha dado lugar en años
Saussure y sus epígonos, el estudio del precisos en que hablan (y a la luz, claro es, de recientes a algunas magníficas investigaciones
sentido –de esa gran porción de significado los sentidos previamente acuñados y sedi- sobre el papel decisivo que las metáforas juegan
que va más allá de la denotación– no se mentados en su cultura): articulan enuncia- en el modo de vivir, concebir y comunicar de los
individuos. Pienso, en particular, en la relativamen-
compadece con formalizaciones fáciles y dos cuyo significado canónico es continua- te reciente pero ya clásica obra de George Lakoff y
expeditivas. En rigor, si el significado es mente teñido y constreñido por figuras y Mark Johnson Metaphors We Live By (1980), título
convencional, fijo –y, pues, verificable y hasta tropos que capturan la experiencia sensorial mal traducido en la versión castellana: Metáforas
cuantificable por los hacendosos analistas del y sensible de los hablantes.23 de la vida cotidiana, Madrid, Cátedra, 1991. Por
otra parte, la antes aludida obra de Elvira Teruel
discurso–, el sentido desborda cualquier in- La misma reverberación semántica de la Retórica, informació i metàfora es, sin duda, una
tento de contabilidad: aunque se apoya en la palabra sentido nos ofrece las pistas necesa- iluminadora aplicación de la consciencia retórica
articulación de los significados convenciona- rias: el enunciado se oye –se sent, en lengua al estudio de la comunicación periodística.

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 33
informe: narración periodística

catalana– y se siente; no sólo se entiende su tio), los sutiles rasgos de estilo y expresión con
significado convencional y abstracto, sino que éste se encarna (elocutio), los variados
que se comprende su significado concreto hic modos en que puede ser puesto en juego
en nunc, la sutil textura de motivos, actitudes, (memoria y actio); en fin, nada menos que la
intenciones, efectos y, en fin, matices concep- entera configuración temática, sintáctica, se-
tuales y sensoriales que conforman su senti- mántica y pragmática de los enunciados real-
do. Por fin, la palabra sentido nos trae una mente existentes, de esas innúmeras paroles
última acepción: se siente ante, por, contra o tan temidas por la plana mayor de los lingüistas
con algo o alguien, el sentido nace y se crea y semiólogos de nuestro siglo.
en neta socialidad, en coloquio permanente
–muy, pero que muy pragmáticamente. 1.3. NATURALEZA LOGOMÍTICA DEL
Y éste es el momento de recordar que, LENGUAJE
desde sus orígenes, la retórica afrontó los Conviene señalar que la concepción usual
problemas, las técnicas y las situaciones de de significado –en última instancia deudora
comunicación relacionados tanto con el sen- de la carencia de consciencia lingüística–
tido de los enunciados como con las condi- descansa además en una creencia previa
ciones de la enunciación. Tekhné capaz de muy extendida entre doctos y legos, con-
producir textos eficaces, pero también delica- vertida ya en ufano sentido común, acerca
da y aguzada herramienta de análisis de los de la naturaleza lógica del lenguaje: la que
enunciados producidos, la retórica iluminaba piensa la palabra exclusivamente como
mediante su extenso repertorio de figuras y logos, es decir, como concepto abstracto,
tropos las muy diversas posibilidades semán- racional, referencial, asensorial y denotati-
ticas del decir y del decirse humanos. Hoy vo. Una creencia que es, como diría Nietzs-
sorprende el olvido al que durante siglos fue che con palabras antecitadas, una de esas
relegada, y aun más la condescendencia con «ilusiones que se ha olvidado que lo son,
que muchos semióticos y analistas del discur- metáforas que se han desgastado y se han
so de la hora presente tienden a hablar de ella quedado sin fuerza sensorial» a fuer de
–como un mozalbete infatuado que, ignoran- usarse como moneda corriente.
te de su ignorancia, insiste en menospreciar En cambio, la idea de sentido que aquí
la sabiduría de sus mayores. proponemos se apoya en una concepción
En el mejor de los casos, los enfoques logomítica del lenguaje, esto es, en la consi-
pragmáticos hoy en boga apuntan tímidamen- deración de que la palabra humana, radical-
te en una dirección que la antigua pero de mente y sin remisión, es a la vez logos y
ningún modo vieja retórica desarrolló amplísi- mythos: palabra que aúna concepto abstracto
mamente durante siglos de modo, en mi e imagen sensorial, razón y representación,
opinión, mucho más comprehensivo. La bús- denotación precisa y connotación sensible,
queda del sentido de los enunciados mediáti- referencia analítica y alusión sintética, efecti-
cos y periodísticos cuenta, así, con un auxiliar vidad y afectividad. 24
de inestimable utilidad, capaz de identificar y El sentido común suele considerar el len-
de explicar su dinamismo semántico. Un guaje no sólo como mero vehículo o instru-
auxiliar, además, singularmente dotado para mento de comunicación capaz de encapsular
afrontar las diversas dimensiones de tales los pensamientos previamente formados en la
Tal concepción logomítica del lenguaje ha sido
24.
enunciados: la invención y el hallazgo de los conciencia, sino como una suerte de articula-
elocuentemente expuesta y defendida por Lluís
Duch a lo largo de sus obras publicadas en los argumentos y de los temas (inventio), la ción lineal y monodimensional de sonidos
últimos años, ya citadas. disposición de las partes del discurso (disposi- abstractos, una especie de cadena formada

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informe: narración periodística

por eslabones enlazados. Reducido a esta formas del lenguaje». La ciencia moderna con-
imagen –muy antigua, por cierto, pero reforza- firma de manera impresionante la idea de
da en nuestra época por la hegemonía del Herder y los románticos alemanes: «Parece
paradigma estructurológico– el lenguaje es indudable que desde el principio el lenguaje y
visto como mero vehículo transportador de el mito permanecen en una inseparable corre-
conceptos, cual tren de mercancías que me- lación... Ambos son expresiones de una ten-
diante sus vagones contenedores (significan- dencia fundamental a la formación de símbolos:
tes) transporta diversos contenidos (significa- el principio radicalmente metafórico que está
dos). La relación que se establece entre tales en la entraña de toda función de simbolización».
significantes y significados es lógica, esto es, Lenguaje y mito son vastas metáforas de la
unívoca y precisa: sígnica. realidad. La esencia del lenguaje es simbólica
Nótese bien que tal concepción lógica del porque consiste en representar un elemento de
lenguaje descuida su naturaleza logomítica: la realidad por otro, según ocurre con las
el hecho decisivo de que las palabras no son metáforas. La ciencia verifica una creencia
meros signos límpidos y netos, unívocos, sino común a todos los poetas de todos los tiempos:
antes que nada símbolos alusivos, sugerentes el lenguaje es poesía en estado natural. Cada
y polisémicos, equívocos. Al concebir el len- palabra o grupo de palabras es una metáfora. Y
guaje como retórico, Nietzsche nos dice no asimismo es un instrumento mágico, esto es,
sólo que la palabra es expresión y represen- algo susceptible de cambiarse en otra cosa y de
tación en vez de reproducción, sino también trasmutar aquello que toca: la palabra pan,
que tal expresión tiene inevitablemente un tocada por la palabra sol, se vuelve efectiva-
carácter figural, es decir, metafórico-simbóli- mente un astro; y el sol, a su vez, se vuelve un
co: la palabra es siempre tensión entre el alimento luminoso. La palabra es un símbolo
concepto unívoco (logos) y la imagen equívo- que emite símbolos. El hombre es hombre
ca (mythos), expresa siempre de modo figu- gracias al lenguaje, gracias a la metáfora original
rado: imperfecto, incompleto, alusivo, borro- que lo hizo ser otro y lo separó del mundo
25. Acerca de esta decisiva cuestión, resulta
so. Por su naturaleza eminentemente simbó- natural. El hombre es un ser que se ha creado sumamente sugerente la observación que Duch
lica, el lenguaje a un tiempo revela y oculta, a sí mismo al crear un lenguaje. Por la palabra, hace a propósito de la palabra con que el
alumbra, insinúa y oscurece: hay una zona de el hombre es una metáfora de sí mismo.»26 idioma alemán expresa la noción de símbolo:
borrosidad y de claroscuro inevitable entre Así pues, en tanto que simbólico, el lengua- ‘Sinnbild’, vocablo compuesto a partir de ‘Sinn’
(sentido) y ‘Bild’ (imagen). Mite i interpretació,
las palabras y su sentido.25 En palabras de je no sólo nombra y designa, sino que alude y
op.cit, 1996, p. 91.
Octavio Paz: sugiere. No es sólo concepto racional, sino
26. Octavio Paz, El arco y la lira, op.cit, 1992, p.
«Cualquiera que sea el origen del habla, los imagen y sensación. Es posible que la terca
34. Las citas entrecomilladas por Paz corresponden
especialistas parecen coincidir en la «naturaleza confusión entre lenguaje y escritura sea la a la obra citada de W.M. Urban, Lenguaje y
primariamente mítica de todas las palabras y causa de la concepción del lenguaje como realidad.

P or su naturaleza eminentemente simbólica, el lenguaje a


un tiempo revela y oculta, alumbra, insinúa y oscurece:
hay una zona de borrosidad y de claroscuro inevitable
entre las palabras y su sentido.

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 35
informe: narración periodística

A l hablar, al decir, los sujetos inevitablemente ideamos; a


saber, imaginamos la «realidad» que vivimos, observamos,
evocamos o anticipamos; que toda dicción humana es, siem-
pre y en alguna medida y manera variables, también ficción.

mera articulación significante, a modo de


esas ristras de palabras que emanan de los
personajes pintados en los frescos románicos
designaciones abstractas, imágenes senso-
riales: que el lenguaje, por decirlo de modo
elocuente, tiene una naturaleza audio-vi-
o en las viñetas del cómic. Pero el lenguaje es, sual. La lingüística y la estilística ortodoxas
en realidad, algo mucho más complejo y suelen reconocer, a lo sumo, que existe una
diverso: además de sonidos suscita imágenes, figura retórica llamada imagen, emparenta-
texturas, colores, olores y sabores; no es da con la metáfora y la sinestesia, pero no
simple línea acústica monodimensional, sino que las palabras son también imágenes.
una suerte de medio sensorial tridimensio- Repárese, no obstante, en que las pala-
nal27 compuesto de estratos lábiles; no es sólo bras no son imágenes icónicas, como las
razón, sino también imagen y sensación: generadas por los medios de comunicación
figuración. Más allá de las designaciones pre- y las tecnologías de nuestro tiempo, sino
cisas, los sentidos que las palabras suscitan imágenes mentales. 29 El vocablo ‘imagen’
tienen una marcada carga sensible e intuitiva, es, a no dudarlo, menos transparente y más
hasta el punto de que en la propia naturaleza complejo de lo que a primera vista parece:
logomítica del lenguaje reside toda posibilidad en latín, ‘imago’ significa a la vez /imagen/
de desplieque de sus diversas facultades y e /idea o representación mental/; también
funciones. Siguiendo a Ernst Cassirer,28 pode- en latín, ‘idolum’ vuelve a significar /ima-
mos decir que la entraña densa y diversa de las gen/; y en griego, ‘idea’ quiere decir /
palabras contiene todas las posibilidades de la imagen ideal de un objeto/.30 Aunque no es
dicción humana: la ciencia, la filosofía, el aceptable el recurso trillado a las etimologías
sentido común, el arte, la poesía, el mito... fáciles para desentrañar el asunto que nos
Y, siguiendo aquí nuestra propia y vaci- ocupa, nos hallamos ante una encrucijada
lante intuición, añadiremos que es en las repleta de insinuaciones y sugerencias.
entretelas mismas del lenguaje donde arraiga Esa ‘imago’ latina que es a un tiempo /
y se agazapa la ficción: que toda palabra, toda imagen/ e /idea o representación/, ¿no nos
27. Un medio concebido como medio-ambiente,
no, como es habitual, como medio-instrumento. dicción es, siempre y necesariamente, ficción da acaso la clave para desentrañar la cues-
inevitable, insoslayable fabulación. tión que tratamos de elucidar? ¿No es cierto
28. Me remito a su obra, ya citada, Filosofía de las
formas simbólicas. I. El lenguaje, 1971.
acaso que las palabras, por su naturaleza
1.4. DE TODA DICCIÓN CONSIDERA- logomítica, por su tensión inevitable entre
29. Acerca de la distinción entre imagen icónica e
DA COMO INEVITABLE FICCIÓN abstracción y sensorialidad, tienen una di-
imagen mental, es esclarecedor el libro de Román
Gubern La mirada opulenta, Barcelona, Gustavo Al afirmar que la naturaleza del lenguaje no mensión inevitablemente configuradora,
Gili, 1987, caps. 1 y 2. es sólo lógica sino logomítica, es decir, a un imaginaria? ¿Y no se desprende de ahí
30. Gran diccionario de la lengua española, tiempo abstractiva y figurativa, estamos acaso que al empalabrar la «realidad», los
Barcelona, Larousse, 1996. reivindicando que las palabras son, amén de sujetos no hacen sino imaginarla?

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informe: narración periodística

Este es, a mi juicio, el hecho decisivo, En vez de echar mano una vez más de los 31. Tal restricción de la noción de ‘ficción’, muy

derivado de esa concepción nietzscheana clichés al uso, es preciso reconocer en primer extendida y expansiva, ha sido rebatida en las
últimas décadas por círculos restringidos de
acerca de la naturaleza retórica del lenguaje lugar que, de modo necesario e inevitable, pensadores postestructuralistas, como Thomas
sobre la que venimos reflexionando: que al todo acto de dicción es también un acto de Pavel y Lubomir Dolezel, interesados en la
hablar, al decir, los sujetos inevitablemente ficción; en segundo, que los actos de ficción en reflexión acerca de la llamada ficcionalidad, esto
ideamos; a saber, imaginamos la «realidad» que incesantemente incurrimos al hablar nos es, acerca de las modalidades ficticias de la dicción
humana. Pero no me parece que hayan llevado la
que vivimos, observamos, evocamos o anti- permiten aprehender y expresar de modo reflexión iniciada hasta sus últimas y decisivas
cipamos; que toda dicción humana es, siem- figural –esto es: imaginativo y retórico– todas consecuencias.
pre y en alguna medida y manera variables, esas cosas que damos en llamar «realidad»; y Al respecto, véanse las obras de Thomas Pavel,
también ficción; que no es que uno de los por último, que tal convicción no debe mover- Univers de la fiction, Paris, Editions du Seuil, 1988;
Lubomir Dolezel, «Truth and Authenticity in
modos posibles de la dicción sea la ficción – nos a aceptar una suerte de relativismo nihilis-
Narrative», Poetics Today, I, 4, 1980, pp. 7-25; y,
junto a la llamada «no ficción» y sus géneros, ta, en virtud del cual todo conocimiento sería también, el volumen colectivo de R. Barthes, L.
pongamos por caso–, sino que dicción y mera ilusión solipsista, sino a distinguir con Bersani, Ph. Hamon, M Riffaterre y I. Watt
ficción son constitutivamente una y la misma esmero los grados y las maneras en que la Littérature et réalité, Paris, Editions du Suil, 1982.
Mucho antes que estos autores, José Ortega y
cosa; y que, en todo caso, la tarea reflexiva y ficción empapa nuestros actos de habla.
Gasset escribió páginas perspicaces sobre la
analítica para el estudioso consiste en discer- Así, aunque no puedo ni quiero desarro- cuestión en Ideas sobre la novela, Madrid, Revista
nir cuáles son los grados y las modalidades en llar aquí esta cuestión capital, me parece de Occidente.
que esa ficción constitutiva de toda dicción se imprescindible distinguir provisionalmente 32. Es iluminador, al respecto, el ensayo de
da en los intercambios comunicativos. varias modalidades de enunciación según Constanzo Di Girolamo Teoría crítica de la
Es necesario, no obstante, aclarar el alcan- sean los grados y maneras en que los afecte literatura, Barcelona, Crítica, 1985.
ce de la idea de ficción que manejamos, no esa insoslayable cuota de ficción a que nos 33. Según el Gran diccionario de la lengua
sea que nuestro razonamiento coseche no referimos. La ordenación de tales modalida- española (op.cit., 1996), el término castellano
sólo incomprensión, sino hasta indeseable y des de enunciación dibujaría, de un lado, una «facticio» refiere, en su primera acepción, algo «que
está hecho de una manera artificial a imitación de
airado rechazo. Pues se da el caso de que, banda «vertical» imaginaria que iría de la la realidad natural», mientras que para el Dicciona-
confinada a los ámbitos de la literatura, por mayor referencialidad posible a la mayor ri manual Pompeu Fabra (Barcelona, Edhasa,
un lado, y de la mentira y el engaño, por otro, fabulación posible, es decir, consideraría el 1987), la palabra catalana «factici» designa algo «que
la idea de ‘ficción’ ha sido maltratada tanto estatuto gnoseológico de los enunciados pro- no és una creació natural, no natural, de conven-
ció». Aunque algunos matices de sentido las
por la teoría literaria ortodoxa como por el ducidos; y de otro, una suerte de banda
separan, ambas definiciones coinciden en señalar
sentido común general: sea relegada al ámbi- «transversal» que integraría los enunciados el carácter articifial y convencional de una
to positivo de la creación artística, sea al según su índole formal y expresiva, esto es, imitación respecto de la realidad tomada como
negativo de lo falso. 31 consideraría su estatuto estético. referencia. A mi juicio, el adjetivo «facticio» podría
recibir una acuñación complementaria, como
Tales restricciones de la noción de ‘ficción’ (a) Enunciación facticia 33 o ficción
designación de los enunciados de vocación
han entorpecido considerablemente no ya tácita, propia de los enunciados de voca- veridicente, y sustituir así con ventaja la falaz y
sólo la reflexión epistemológica y estética ción veridicente, en los que la «dosis» de periclitada expresión «no ficción». Nótese que un
relativa a esta cuestión crucial, sino también, ficción estaría reducida al máximo, es decir, enunciado «facticio» es una construcción de sentido
de modo más concreto y palpable, la teoría sería aquélla implícita y no intencional, que no reproduce ni calca la realidad, sino que la
representa por medio de convenciones lingüísticas.
literaria,32 por una parte, y los estudios sobre inherente a la condición lingüística de tales En lo facticio existe ya, pues, una con-figuración,
comunicación, por otra. Pues no basta con enunciados. La enunciación facticia exige, se da esa inevitable cuota de ficción tácita
decir que existen enunciados literarios y me- para serlo, un pacto de veridicción entre los inherente a todo acto de dicción. Un enunciado
diáticos, de un lado, y actos de habla engaño- interlocutores, comprometidos a entablar «ficticio», en cambio, es aquél en que no existe
vocación veridicente, sino fabulación explícita y
sos o mentirosos, de otro, caracterizados todos un intercambio fehaciente, es decir, respe- deliberada –a veces en busca de una verdad
ellos por el cultivo de la ficción; ni es aceptable tuoso de las máximas –calidad, cantidad, esencial que trascienda la mera veracidad de los
distinguir paladinamente entre aquellas ficcio- pertinencia y manera– que integran el céle- datos comprobables.
nes «buenas» y estas otras «malas», como suele bre principio de cooperación enunciado por 34. Se trata, como es notorio, de uno de los
hacer el ufano sentido común. H. P. Grice.34 En este tipo de enunciados meollos de la llamada pragmática, tan influyente

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cabría distinguir, a su vez, dos tipos: concreto y reconocible, sino por su apelación
(a.1) la enunciación facticia de tenor a esas otras realidades interiores, propias de
documental, caracterizada por su veracidad la imaginación, la fantasía, el sueño o el
y su alta verificabilidad –así, eventualmente, ensueño. Tal sería el caso del mito y la
en actos de habla como la afirmación y la leyenda, así como del relato, la novela y el
constatación, o en géneros periodísticos y cine fantásticos, de Poe a Kubrick pasando
mediáticos como la información, la crónica, por Lovecraft y Tolkien.
el reportaje y el documental. (b.3.) la enunciación ficticia de tenor fa-
(a.2.) la enunciación facticia de tenor laz, caracterizada por su búsqueda deliberada
testimonial, caracterizada por su veracidad y de la mentira, el engaño, la tergiversación, el
su escasa verificabilidad. A modo de ejem- encubrimiento o, en fin, cualquiera de los
plo, es el modo de enunciación propio de la sutiles matices incluidos en la nutrida gama de
llamada ‘literatura del yo’ –libros de memo- la falsedad y la mendacidad, tan bien expresa-
rias, dietarios, epistolarios, relatos de viaje, da por San Agustín en De Mendacio: «Una
retratos y semblanzas– y, en fin, de la gama mentira es la enunciación premeditada de una
entera de la literatura testimonial. falsedad inteligible».35 Desde un punto de
(b) Enunciación ficticia o ficción explíci- vista no estético sino epistemológico, lo que
ta, característica de los enunciados de voca- diferencia la ficción falaz de la ficción artística
ción fabuladora, en los que la «dosis» de es que en ésta los interlocutores conocen y
ficción sería explícita e intencional, y estaría disfrutan de los términos del intercambio,
presente en grados y maneras variables, más mientras que en aquélla uno de ellos descono-
allá de la cuota de ficción inherente a la ce que se le da gato por liebre: se da, dicho con
condición lingüística de tales enunciados. La palabras de Grice, una burla de las máximas
enunciación ficticia exige, para serlo, un pacto que integran el principio de cooperación. En
en la lingüística reciente –y tan fecunda. Me remito de ‘suspensión de la incredulidad’ entre los la enunciación falaz, por tanto, no se da pacto
a los textos clásicos de H.P. Grice: «Meaning»,
Philosophical Review, 67, 1957; «Logic and
interlocutores. En este tipo de enunciados alguno de suspensión de la incredulidad, sino
Conversation», en Further notes on logic and cabría distinguir, a su vez, al menos tres tipos: una explotación deliberada de la credulidad
conversation, Cole & Morgan, 1967; o «Presupposi- (b.1) la enunciación ficticia de tenor de uno de los interlocutores.36
tion and conversational implicature», Cole & realista, caracterizada por la búsqueda de Conviene observar, antes de proseguir,
Morgan, 1981.
una verdad esencial destilada por medio que –caso de ser aceptada y afinada– esta
35. Acerca de la crucial cuestión de lo falso y lo del cultivo de la verosimilitud referencial, propuesta permitiría superar dicotomías ob-
verdadero en los enunciados lingüísticos, me
esto es, por su carácter representativo y soletas y oscurecedoras, como la burda pero
parece esencial la exposición que George Steiner
desarrolla en Después de Babel. Aspectos del mimético respecto de un mundo posible consoladora distinción clásica entre las cate-
lenguaje y la traducción, op.cit, 1990, en especial reconocible para el interlocutor (por ejem- gorías de ficción y no ficción, o la todavía más
el capítulo III «La palabra contra el objeto». La plo, el París de la Restauración, o el Chicago burda distinción entre ficción y realidad,
definición de San Agustín está recogida en la de la Gran Depresión). Éste sería el caso del apoyada en una incomprensible pero exten-
página 251 de esta obra.
relato, la novela y el cine realistas, de dida confusión entre el plano epistemológico
36. Esta propuesta es todavía, a no dudarlo,
Flaubert a Rossellini pasando por Chejov y –la ficción– y el plano ontológico –la realidad.
precaria y balbuciente. Pretende, sobre todo,
poner en entredicho la acomodaticia y falaz
Hemingway. Si bien se mira, no nos es dado hablar de «la
división tradicional entre ficción y no ficción, y (b.2) la enunciación ficticia de tenor realidad» más que a través de sus representa-
llamar la atención sobre la necesidad de reformular mitopoético, caracterizada por la búsqueda ciones y expresiones: la cuestión verdadera-
los conceptos desde la raíz. Para ello, será de una verdad esencial destilada por medio mente crucial estriba, más bien, en dilucidar
necesario explorar minuciosamente las contribu-
del cultivo de la verosimilitud autorreferen- el carácter de las diversas modalidades de
ciones que a la elucidación de este territorio
proceloso brindan la filosofía del lenguaje, la cial, esto es, no por su carácter representativo representación y expresión, no en contrapo-
pragmática y el análisis del discurso. y mimético respecto de un mundo posible nerlas abruptamente a una supuesta «reali-

38 | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística
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dad» que, de hecho, no podemos conocer uno mismo o a otro, es –en el sentido más
más que a través de ellas. desnudo y riguroso de esta insondable bana-
Además, la aceptación de tal propuesta lidad– inventar, reinventar, el ser y el mundo.
implica no sólo cuestionar la vigente identi- La verdad expresada es, lógica y ontológica-
ficación de la idea de ‘ficción’ con la idea de mente, «ficción verdadera», donde la etimolo-
‘falsedad’, sino reconocer que en la ficción gía de «ficción» nos remite de forma inmediata
constitutiva de la dicción humana reside esa a la de «hacer». El lenguaje crea: por virtud de
insólita capacidad generadora de conoci- la nominación, como en el poner nombre de
miento que sólo el lenguaje posee; un cono- Adán a todas las formas y presencias; por
cimiento que es, nótese bien, no sólo repre- virtud de la calificación adjetival, sin la cual no
sentación (mimesis) sino muy singularmente puede haber conceptualización de bien o
creación (poiesis). Como razona George Stei- mal; crea por medio de la predicación, del
ner en Después de Babel, recuerdo elegido (toda la «historia» se aloja en
«El lenguaje es el instrumento privilegiado la gramática del pretérito). Por encima de
gracias al cual el hombre se niega a aceptar el todo lo demás, el lenguaje es el generador y
mundo tal y como es. Sin ese rechazo, si el el mensajero del mañana (y desde el maña-
espíritu abandonara esa creación incesante de na). A diferencia de la hoja, del animal, sólo
anti-mundos, según modalidades indisocia- el hombre puede construir y analizar la
bles de la gramática de las formas optativas y gramática de la esperanza. [...] Creo que esta
subjuntivas, nos veríamos condenados a girar capacidad para decirlo y no decirlo todo, para
eternamente alrededor de la rueda de molino construir y deconstruir espacio y tiempo,
del tiempo presente. La realidad sería (para engendrar y decir contrafácticos –«si Napo-
usar, tergiversándola, la frase de Wittgenstein) león hubiese mandado en Vietnam»– hace
«todos los hechos tal y como son» y nada más. hombre al hombre».38
El hombre tiene la facultad, la necesidad de El lenguaje mismo posee y es poseído por
contradecir, de desdecir el mundo, de imagi- la dinámica de la ficción. ¿Puede acaso
narlo y hablarlo de otro modo».37 decirse mejor?
Esa capacidad poiética del lenguaje, esa
facultad no sólo de representar la experien- II. INCIDENCIA DEL GIRO
cia, sino de crear y hacer sentido está enrai- LINGUÍSTICO EN EL ESTUDIO DE LA
zada en la misma entraña de las palabras. En COMUNICACIÓN PERIODÍSTICA
Presencias reales, Steiner elucida así esa de- A mi entender, el aludido ‘giro lingüísti-
cisiva cuestión: co’ ha impregnado ya el estudio de la 37. Steiner, op. cit., 1981, p. 250.
«El lenguaje mismo posee y es poseído comunicación mediática, en buena medida 38. George Steiner, Presencias reales, op.cit., 1991,
por la dinámica de la ficción. Hablar, bien a gracias a las fecundas contribuciones deriva- pp. 74 y 75.

E n la distinción falaz entre lengua estándar y literaria vemos


sutilmente reproducida, una vez más, la previa dicotomía
de Suassure entre ‘langue’ y ‘parole’, tan influyente en el
estructuralismo del siglo XX.

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das de la sociología del conocimiento. Pero que están merecen mayor y más sutil ahon-
es menester añadir que tal impregnación ha damiento. Será tarea de los estudiosos de la
sido parcial e insuficiente: por un lado, comunicación periodística –espero– en-
porque, a pesar de haber incorporado la mendar y completar esta tarea apasionante
consciencia lingüística a su núcleo teórico, en los años por venir.
los enfoques sociocognitivos no la han lle-
vado a sus últimas y decisivas consecuen- 2.1. PRIMER COROLARIO: LA
cias, especialmente en lo que hace a la ‘RETÓRICA DE LA OBJETIVIDAD’
39. En la obra de esta corriente sociológica que comprensión nietzscheana de la naturaleza COMO RITUAL EXPRESIVO
más influencia ha ejercido en los estudios sobre
comunicación, el clásico de Peter L Berger y
retórica y logomítica del lenguaje;39 y por Los formalistas rusos fueron los primeros
Thomas Luckmann The Social Construction of otro, porque tales enfoques han sido poco que, en su búsqueda de un estudio científico
Reality (1966), esta consciencia lingüística es bien tenidos en cuenta por los estudiosos de los de la literatura en concreto y del lenguaje en
palpable, aunque, a mi entender, sus autores no la textos y de los enunciados comunicativos, general, plantearon la necesidad de reempla-
llevan a sus últimas consecuencias, especialmente
más atentos por lo general a concepciones zar los criterios de valor que hasta entonces
por lo que se refiere a la naturaleza retórica del
lenguaje. hiperformalistas ajenas a la tradición relega- se venían utilizando para estudiar la literatura
da que en estas páginas vindicamos. –de corte normativo e impresionista– por el
40. Fue Roman Jakobson quien expresó con
precisión este propósito: «El objeto de la ciencia Dentro del ancho y diverso territorio de los estudio sistemático de su presunta esencia,
literaria no es la literatura sino la «literariedad» estudios sobre comunicación mediática, los más allá de obras, autores, géneros y tenden-
(literaturnost), es decir lo que hace de una obra estudios sobre periodismo han padecido en cias concretos: así se inició la búsqueda de la
dada una obra literaria. Sin embargo, hasta ahora especial esas carencias y esas creencias. Como denominada literariedad (‘literaturnost’). 40
se podría comparar a los historiadores de la
literatura con un policía que, proponiéndose decía al principio de este artículo, la hegemo- Este propósito llevó a los formalistas a
detener a alguien, hubiera echado mano, al azar, nía de los enfoques prescriptivos y precepti- conjeturar la existencia de una diferencia neta
de todo lo que encontró en la habitación y aún de vos, la desconfianza de «la teoría», la consi- entre dos presuntos tipos de lenguaje: el
la gente que pasaba por la calle vecina. Los guiente anemia crítica y conceptual y, en fin, lenguaje poético y el lenguaje práctico. Algu-
historiadores de la literatura utilizaban todo: la vida
personal, la psicología, la política, la filosofía. Se
la primacía del mero sentido común profesio- nos años después, los estructuralistas agrupa-
componía un conglomerado de pseudo disciplinas nal han lastrado gravemente su desarrollo. Es dos en torno al Círculo Lingüístico de Praga,
en lugar de una ciencia literaria, como si se sensato afirmar que, salvando contadas excep- con Jan Mukarovsky en la cabeza, formula-
hubiera olvidado que cada uno de esos objetos ciones, la toma de consciencia lingüística no ron de manera explícita el principio de
pertenece respectivamente a una ciencia: la
ha llegado todavía a esos estudios, y que tal desviación de la lengua literaria con respec-
historia de la filosofía, la historia de la cultura, la
psicología, etc., y que estas últimas pueden utilizar carencia es uno de los motivos responsables to a la lengua estándar. 41
los hechos literarios como documentos defectivos, de los males que hoy aquejan a este campo. El concepto de desviación –écart, diría el
de segundo orden.» Citado por Tzvetan Todorov, Como veremos a continuación, la plena poeta Paul Valèry– ha ejercido una gran
ed., Teoría de la literatura de los formalistas rusos,
asunción del ‘giro lingüístico’ por parte de influencia en el pensamiento literario del
Buenos Aires, Siglo XXI, 1970, pp. 25-26. Acerca
de los intentos de definición de la literariedad, son investigadores y docentes alumbraría valio- siglo XX; a él se debe, por ejemplo, la
iluminadores los ensayos de Constanzo Di sos corolarios, susceptibles, a mi entender, concepción de la obra literaria como artificio
Girolamo Teoría crítica de la literatura (op.cit., de suscitar un replanteamiento epistemoló- lingüístico, que ha llevado a tantos investiga-
1985), de M. Marchescou El concepto de literarie-
gico, teórico y metodológico de los estudios dores a examinar el artefacto literario en sí,
dad (Madrid, Taurus, 1979) y de Dolors Oller
Virtuts textuals (Barcelona, UAB, 1990). Sobre el sobre periodismo, en la línea de la disciplina considerado como una modalidad lingüística
modo en que este debate afecta el estudio de las científica –la comunicación periodística– desviada y elevada, sustancialmente distinta
relaciones entre periodismo y literatura, puede que en este artículo vindicamos. En las a otras manifestaciones de la palabra.
leerse el capítulo I del libro de A.Chillón Literatura páginas que siguen intento esbozar en sus Sin embargo, a pesar de su indudable
i periodisme, op.cit., 1993.
líneas básicas algunos de estos corolarios, éxito en círculos académicos ortodoxos, el
41. J. Mukarovsky (1932), «Lenguaje standard y
plenamente consciente de que son todos los concepto de desviación muestra grietas a
lenguaje poético», artículo incluido en Escritos de
estética y semiótica del arte, Barcelona, Gustavo
que están –pero ni mucho menos están poco que se lo someta a revisión teórica:
Gili, 1977, pp. 314-315. todos los que son– y de que aun esos pocos (i) primero, porque no todas las supues-

40 | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística
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tas desviaciones –anacolutos involuntarios, Y ello porque, al consagrar el apelativo 42. Constanzo Di Girolamo, Teoría crítica de la
por ejemplo– tendrían, caso de existir, carác- «estilo periodístico» para designar un supues- literatura, op.cit, 1985, p. 32. Visto el problema
ter literario (y, a la inversa, porque algunas to modo expresivo oral y escrito característico con perspectiva, parece claro que la distinción
obras de inequívoca intención literaria, como de todas las modalidades del periodismo entre lenguaje práctico y lenguaje estético fue
consonante con algunas corrientes ideológicas de
las novelas de Marguerite Duras o Miguel realmente existente,44 el sentido común pro- signo idealista influyentes en la época en que fue
Delibes, mostrarían un grado de desviación fesional –sedimentado en los llamados libros formulada, las cuales consideraban el arte como
muy bajo, a veces incluso inexistente); de estilo y en las prácticas de los comunica- una esfera autónoma de expresión, desprovista de
(ii) después, por el hecho decisivo de que dores– le ha asignado las aptitudes cognitivas cualquier función cognoscitiva o representativa: tal
era, al fin y al cabo, la doctrina wildeana del arte
la desviación no sería, en todo caso, patrimo- y los rasgos expresivos que supuestamente por el arte, y tales las ideas que animaron varios
nio de los textos de intención literaria, sino caracterizan el lenguaje práctico o estándar. movimientos de las vanguardias históricas. Cabe
que estaría presente, en realidad, en cual- A saber: una forma de dicción meramente añadir que la dicotomía lengua estándar/lengua
quier acto de parole, fuese oral o escrito; referencial, denotativa e instrumental, exenta literaria fue matizada por la llamada teoría de las
funciones lingüísticas.
(iii) por último, sobre todo, a causa de de «desviación estética o artística» –de nuevo,
Así, las primeras reflexiones sistemáticas sobre
una objeción capital, sin duda la más impor- la pregunta pertinente es: ¿respecto de qué?–, las funciones del lenguaje, que Roman Jakobson
tante de todas las citadas: ¿cómo determinar capaz de «reproducir la realidad» y, pues, hizo públicas en 1921, hacían hincapié en la
un hipotético grado cero del lenguaje ideal- como herramienta estilística idónea para ha- distinción, todavía rudimentaria, entre las
funciones referencial y estética. Años después, en
mente neutro y estándar, en el que gramática cer ejecutiva la sacrosanta doctrina de la
el clásico «Lingüística y poética», el propio autor
y estilo sean sinónimos? ¿No será, más bien, objetividad. Una doctrina enraizada, como mejoró significativamente su propuesta inicial, a la
que el concepto de lengua estándar esconde hemos visto, en el hegemónico mito del cual incorporó las de Malinowski (1923) sobre la
una idealización platónica, y que la parole se objetivismo, con su falaz distinción tajante función fática, Bühler (1950) sobre la función
conativa y Carnap (1934) sobre la función
caracteriza, precisamente, por su multiplici- entre el sujeto que aprehende y el objeto («la
metalingüística.. Estamos de acuerdo, sin
dad de usos, estilos y registros? En la distin- realidad») aprehendible. 45 embargo, con la crítica que Di Girolamo hace a la
ción falaz entre lengua estándar y literaria Se nos objetará con razón que, a estas teoría de las funciones lingüísticas: «El precio de la
vemos sutilmente reproducida, una vez más, alturas, son ya pocos los profesionales y los teoría de Jakobson es la división vertical del
la previa dicotomía de Suassure entre langue estudiosos que defienden explícitamente tal corpus de las obras literarias y, llevada al extremo,
la definición de una escala de poeticidad arbitraria
y parole, tan influyente en el estructuralismo doctrina de la objetividad, dado que ha e inaceptable» (op. cit., p. 51). Véase Roman
del siglo XX. Di Girolamo expresa esta reser- crecido la conciencia sobre su carácter sofís- Jakobson, Ensayos de lingüística general, Barcelo-
va con precisión y perspicacia:42 tico, sobre el hecho de que se trata, en na, Seix Barral, 1975, pp. 347-395. A este respecto,
«Nadie creerá que tal lengua (natural) realidad, de un «ritual estratégico»46 –y, aña- es importante también la obra clásica de K. Bühler
Teoría del Lenguaje, Madrid, Revista de Occidente,
exista, haya existido o pueda existir alguna dimos nosotros, un auténtico ritual expresivo. 1950.
vez. Más bien se tiene la sensación de que la Y dado, además, que entre algunos influyen-
43. Hoy parece un despropósito hablar de «estilo
«lengua estándar» representa una suerte de tes estudiosos españoles del periodismo –
literario» –¿qué tienen en común, digamos, los
fantasma instrumental convocado en contra- con Núñez Ladevéze a la cabeza, sin duda el estilos de Borges, Azorín, Joyce, Lezama Lima,
posición a la «lengua literaria». La lengua más riguroso de todos ellos– se ha extendido García Márquez y Beckett?–: sabemos que la
estándar se define, en suma, como lengua no en los últimos años la consciencia de que actividad literaria cobija y alienta múltiples
prácticas expresivas, en última instancia tantas
literaria, pero ni la lengua estándar ni, en todo periodismo es, inevitablemente y desde
como autores –y hasta obras singulares dentro de
consecuencia, la lengua literaria son defini- la raíz, interpretación de la realidad. cada autor.
das en ningún momento.» Repárese, no obstante, en que tal conscien-
44. Aunque muy difundida y usada por periodistas
Nótese, no obstante, que la falaz distin- cia sociocognitiva sobre la naturaleza interpre- y libros de estilo profesionales, la expresión «estilo
ción entre lenguaje poético o literario, de un tativa del periodismo es todavía, a pesar de sus periodístico» se desmorona cual castillo de arena a
lado, y lenguaje práctico o estándar, de otro, valiosas aportaciones, parcial e incompleta: poco que la sometamos a revisión crítica: no existe
no sólo oscurece la cabal consideración del viene a decirnos que los comunicadores no un supuesto estilo característico de la comunica-
ción periodística en su conjunto, sino una muy
hecho literario,43 sino que pervierte desde la pueden prescindir de sus particulares ideolo- heterogénea y compleja diversidad de estilos y
raíz la comprensión de la auténtica naturaleza gías, sentimientos, actitudes –y, en resumen, registros, distintos tanto en lo que hace a su
de la comunicación periodística. de su Weltanschauung–, y así mismo que su fisonomía expresiva como a sus aptitudes

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 41
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comunicativas: ¿qué tienen que ver los estilos del tarea está constreñida por múltiples condicio- ca de la genuina naturaleza retórica del
redactor de teletipos de agencia y del cronista namientos relativos a las rutinas productivas, a lenguaje, y del modo en que éste es puente
taurino, del crítico de cine y del informador
la cultura profesional imperante y, entre otros o bisagra entre sujeto y objeto, pensamiento
científico, del reportero de investigación y del
columnista de opinión? Y tampoco resolvemos el factores más, al extendido uso de las formas y y «realidad».49
problema si trocamos la expresión «estilo periodís- procedimientos expresivos que componen la En realidad, ya lo he dicho antes, existe
tico» por la más manejable «estilo informativo»: ¿qué retórica de la objetividad. una íntima sintonía entre la representación y lo
homogeneidad guardan entrevistas de declaracio-
Una retórica en cuya urdimbre estilística representado, la forma y el fondo, el estilo y el
nes y de personalidad, informaciones de situación
y reportajes de enviado especial, crónicas se condensa y expresa con notable eficacia y contenido. No es que, dada una cierta realidad
parlamentarias y noticias de acontecimiento? capacidad persuasiva no sólo el mito del objetiva, haya diversas maneras y estilos de
«La claridad», apuntaremos muchos. Y no sin objetivismo considerado en general, sino referirla, sino que cada manera y estilo suscita
razón, pues la claridad es –junto con la precisión– muy singularmente el mito de la objetividad y construye su propia realidad representada:
uno de los dos requisitos que toda expresión
periodística debe cumplir. Pero al decir esto periodística. ¿Pero a quién sirve tal sutil la realidad representada por las noticias que
apenas señalamos los principios que todo falacia, podemos preguntar ahora? E.B. Phi- publicó el diario The Kansas Star en los días
enunciado periodístico ha de respetar, de ningún llips apunta una sugerente explicación: a las sucesivos al crimen múltiple que en 1959
modo caracterizamos el complejo juego de empresas comunicativas, a los mismos perio- acabó con la familia Clutter en Holcomb
procedimientos compositivos, recursos expresivos
y técnicas narrativas y argumentativas que
distas y –en último pero no menos importante (Kansas) no es la misma realidad representada
concurre en los diversos enunciados periodísticos. lugar– a una gran parte de sus audiencias: que la evocada a partir de los mismos hechos
Es necesario, pues, abandonar para siempre el «El estilo de la información objetiva y la por el escritor Truman Capote en In Cold Clood
apelativo «estilo periodístico», y sustituirlo tanto en norma de la objetividad son como el cimiento (A sangre fría, 1965), un riguroso reportaje de
la praxis docente como en la profesional por una
que une a la empresa periodística. Profesio- investigación escrito mediante procedimien-
panoplia de denominaciones, aptas para aludir con
precisión a las diversas maneras expresivas de la nalmente, organizacionalmente y personal- tos y recursos de procedencia novelística.
comunicación periodística realmente existente. mente, la norma capta mejor el espíritu del Esto quiere decir, ni más ni menos, que
Para ello me parece indispensable que los oficio y los hábitos mentales del periodista. Y estilo y contenido son inseparables; que,
estudios periodísticos dejen de una vez en la cuneta
la norma parece ser compartida por las cualquiera y comoquiera que sea la «realidad»
los enfoques normativos y prescriptivos, tan
habituales aún, y opten por enfoques de tenor audiencias heterogéneas y masivas».47 a que nos referimos, sólo nos es dado cono-
analítico y descriptivo, capaces de dar cuenta El llamado «estilo periodístico», pues, es cerla como realidad representada por medio
inductivamente de los distintos y cambiantes estilos expresión consecuente de la «cultura profe- del estilo empleado para su evocación. Tal
periodísticos, y de sus interacciones con, por un
sional» que Garbarino, uno de los adalides del conciencia sobre el carácter no adjetivo sino
lado, las también distintas y cambiantes instituciona-
lizaciones expresivas –esto es, con los géneros y fecundo newsmaking, ha caracterizado con sustantivo del estilo ha sido frecuente entre
subgéneros del periodismo considerados como tipos buen tino: los grandes escritores y poetas, pero fue quizá
de enunciados relativamente estables–, y por otro, «[...] un inextricable amasijo de retóricas de Gustave Flaubert quien la expresó de modo
con las singulares lógicas de autor. fachada y astucias tácticas, de códigos, estereo- singularmente hondo y elocuente: «Le style
45. Tanto el sentido común profesional, sedimen- tipos, símbolos, tipificaciones latentes, repre- étant à lui tout seul une manière absolue de
tado en los llamados «libros de estilo», como una sentaciones de roles, rituales y convenciones, voir les choses».50
parte significativa de los estudios académicos
sobre periodismo han venido consagrando desde
relativos a las funciones de los media y de los El estilo es en sí mismo una manera absoluta
hace décadas la denominada doctrina de la periodistas en la sociedad, a la concepción de de ver las cosas: de la estética realista del gran
objetividad periodística, destilación del cuerpo de los productos-noticia, y a las modalidades que escritor francés, formulada de modo explícito a
creencias y supersticiones que integran la cultura dominan su confección. La ideología se traduce lo largo de su extensa correspondencia, se
profesional de los comunicadores públicos. Tal
luego en una serie de paradigmas y de prácticas desprende un principio estético y epistemoló-
doctrina, a su vez, no es más que la aplicación a la
parcela concreta de la actividad periodística de un profesionales adoptadas como naturales».48 gico trascendental: a saber, que el lenguaje no
mito mucho más extendido, que Lakoff y Johnson No obstante, a pesar de su indudable es simplemente un instrumento con el que
denominan mito del objetivismo. Para estos perspicacia, los enfoques sociocognitivos no puede darse cuenta de una realidad presunta-
autores, «[e]l mito del objetivismo ha dominado la
se deshacen, a mi juicio, del equívoco primor- mente independiente de él, sino la manera
cultura occidental, y particularmente la filosofía
occidental, desde los presocráticos hasta hoy. La dial a que venimos consagrando toda nuestra fundamental en que todo individuo experi-
consideración de que tenemos acceso a verdades reflexión: la terca falta de comprensión acer- menta «la realidad». El escritor es, según Flau-

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bert, aquel que, a partir de la consciencia sobre estudio micro , analítico y descriptivo a la vez, absolutas e incondicionales sobre el mundo es la
la identidad sustancial entre lenguaje, pensa- de los rasgos expresivos que conforman los piedra angular de la tradición filosófica occidental.
miento y experiencia, configura lingüísticamen- diversos estilos de la comunicación periodísti- El mito de la objetividad ha florecido tanto en las
tradiciones empiristas como en las racionalistas,
te la «realidad» mediante un trabajo incesante y ca, hasta el punto de que las aportaciones que en lo que a ello se refiere, solamente difieren
a menudo obsesivo de búsqueda estilística, de significativas en este campo son fecundas pero en sus explicaciones de la manera en que
«voluntad de estilo». El estilo ya no será más, a contadas: ¿qué dicen los periodistas, por me- alcanzamos las verdades absolutas». Lakoff y
partir de Flaubert, ni ornamento epidérmico ni dio de cuáles recursos compositivos y estilísti- Johnson, op. cit., 1991, p. 238.
simple recurso para cautivar al lector, sino una cos, con qué repertorio léxico y fraseológico, 46. Así la define Gaye Tuchman en su sugerente e

manera absoluta de ver las cosas. con cuáles efectos de creación de sentido? influyente La producción de la noticia, Barcelona,
Gustavo Gili, 1984, passim.
No uno sino diversos, los estilos de la
comunicación periodística suscitan y configu- 2.2. SEGUNDO COROLARIO: CONDI- 47. E.B. Phillips (1977), «Approaches to Objectivity:
Journalistic ws. Social Science», citado por M.D.
ran distintas versiones y visiones de eso que CIÓN RETÓRICA DE LA COMUNICA-
Montero, La información periodística y su
damos en llamar «la realidad». No existe un estilo CIÓN PERIODÍSTICA. influencia social, Barcelona, U.A.B., 1993, p. 56.
o lenguaje periodístico inocente ni transparen- En estrecha relación con la falaz dicotomía
48. A. Garbarino, , citado por Mauro Wolf, La
te, especie de herramienta neutra apta para entre lengua literaria o desviada y lengua investigación de la comunicación de masas,
captar «las cosas», sino muy diferentes estilos de práctica o estándar se halla la distinción entre Barcelona, Paidós, 1987, p. 215.
la comunicación periodística, cada uno de los denotación y connotación, ya clásica en el 49. Incluso el más agudo de los estudiosos
cuales tiende a construir su propia realidad pensamiento lingüístico y literario ortodoxo. actuales del periodismo, Núñez Ladevéze, incurre
representada. Lo que sí ocurre, a no dudarlo, es De modo general, puede decirse que el con- en tal equívoco. Núñez es un autor culto y crítico,
que una de esas muchas maneras expresivas cepto de denotación, entendido como «el valor pertrechado con firmes conocimientos lingüísticos
y literarios que aplica de modo solvente y con
posibles, el «estilo periodístico» o «estilo informa- informativo-referencial de un término, regula- frecuencia sugerente a sus análisis de la comunica-
tivo» –prescrito y normativizado por tantos do por el código», se opone al de connotación, ción periodística. A él se debe, en buena medida,
libros de estilo y manuales de redacción, amén valor que engloba «todas las significaciones no la superación crítica de los obsoletos enfoques
de por las convenciones y costumbres profesio- referenciales».52 Si la denotación es, por tanto, normativos y prescriptivos aludidos, así como una
lúcida consciencia acerca del carácter inevitable-
nales–, viene representando desde inicios del el significado asociado a un significante en mente interpretativo de todo enunciado periodísti-
siglo XX esa retórica de la objetividad que con primera instancia, la connotación es conside- co. Pero aun Núñez incurre en la confusión entre
tan buen tino condenan muchos destacados rada como un sentido segundo, tercero o «la representación», «lo representado» y «la realidad».
cultores de los estudios periodísticos.51 enésimo, añadido al significado inicial y a Léase, por ejemplo, este fragmento del autor,
Se antoja imprescindible, entonces, des- entresacado de una de sus obras (en L.N.
menudo dependiente de él.53
Ladevéze y J.M. Casasús, Estilo y géneros periodísti-
pertar del espejismo que la ideología de la Una tesis bastante extendida pretende cos, Barcelona, Ariel, 1991, p. 104. La cursiva es
objetividad aún suscita. Porque es menester resolver la distinción entre las supuestas mía): «Es indiscutible que una cosa es el «estilo» y
constatar que los estudiosos de la comunica- lengua estándar y literaria apelando a la otra la «información»; pero todo parece indicar que
ción, protagonistas de avances considerables el informador o las confunde involuntariamente o
citada diferencia entre denotación y connota-
se sirve voluntariamente de la confusión. Pero el
en lo que hace a la comprensión crítica del ción. Así las cosas, el presunto «estilo literario» equívoco enreda con más facilidad aun al lector
objeto de sus desvelos, han descuidado el tendría, gracias a su también presunta «no que puede quedar indefenso entre la maraña

E
stilo y contenido son inseparables; que, cualquiera y
comoquiera que sea la «realidad» a que nos referimos, sólo
nos es dado conocerla como realidad representada por
medio del estilo empleado para su evocación.

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 43
informe: narración periodística

L a connotación no puede ser entendida como un


atributo específico del texto literario, sino como una
dimensión común a todas las formas de existencia
efectiva del lenguaje.

objetivadora del lenguaje, en la que siempre es


difícil distinguir entre los significados del lenguaje
y el estilo, por un lado, y lo informado mediante el
auxilio del lenguaje, es decir, el contenido de la
referencialidad» y a su «ambigüedad» constitu-
tivas, un tenor marcadamente connotativo,
mientras que el supuesto «estilo periodístico»
provisional, es razonable pensar que la con-
notación está virtualmente presente en todos
los actos lingüísticos –enunciaciones y enun-
noticia, por otro». Al dar por sentado que es poseería, como variante de la lengua estándar, ciados–, y que la tarea analítica consiste en
menester distinguir y –es decir, que – Núñez un carácter eminentemente denotativo.54 discernir en qué grado y de qué modos
Ladevéze confunde sin querer la representación y A mi juicio, el reduccionismo implícito en variables lo hace.
lo representado, por un lado, y la realidad, por
otro: da por indiscutible que ahí afuera existe una
esta asignación de competencias es no sólo La ubicuidad de la connotación puede
realidad objetiva, y que el deber del buen burdo, sino funesto. Y ello porque, por un lado, constatarse con facilidad. Desde una óptica
periodista consiste en interpretarla del modo más se define la llamada lengua estándar como estrictamente lingüística es indemostrable que
veraz y ajustado posible (sobre esa premisa funda monosémica, plana, acromática, inexorable- una expresión coloquial cualquiera sea menos
Ladevéze su justa reclamación de un periodismo
mente referencial y ajustada a un hipotético connotativa que un poema o una novela. El
bien y conscientemente escrito y dicho, en la línea
del «buen decir bien» de la mejor retórica tradicio- grado cero denotativo; y por otro, la denomina- escritor es, en todo caso, un individuo diferen-
nal). Es así como, de modo sutil y sin quererlo, el da lengua literaria, como presunto reducto de ciado de los demás mortales sólo porque suele
falaz mito del objetivismo empapa insidioso las la connotación, ciudadela de la riqueza y la rebuscar deliberadamente en los innumera-
mejores contribuciones al estudio del periodismo.
diversidad semánticas, confín poliédrico, poli- bles resortes connotativos del lenguaje, y ello
50. Citado por Erich Auerbach, Mimesis, Madrid, sémico, repleto de matices de sentido. en virtud de su aguzada consciencia lingüísti-
FCE, 1983, p. 49.
Las cosas son muy diferentes, en realidad. ca. Pero es menester recordar que ni siquiera
51. La acuñación de la noción de objetividad en La connotación no puede ser entendida tal deliberación es prerrogativa del escritor,
el periodismo estadounidense es muy bien como un atributo específico del texto litera- sino de todos los hablantes en sus trueques
explicada por Michael Schudson en Discovering
the news. A social history of american newspapers,
rio, sino como una dimensión común a todas lingüísticos cotidianos: en el chiste, en la
Nueva York, Basic Books, 1978. La expresión las formas de existencia efectiva del lenguaje ironía, en la alusión velada, en la procacidad
«estilo periodístico» ha sido y es todavía hoy –que no son dos, por cierto, sino múltiples y sugerida o en las variadas máscaras que
endémica en los manuales de redacción y los a menudo híbridas, tal como explicó magis- adopta el eufemismo, por poner unos ejem-
libros de estilo profesionales, desde los clásicos
de J.L. Martínez Albertos (Curso general de
tralmente Mijail Bajtin mediante sus concep- plos entre muchos posibles.
redacción perioidística, Barcelona, Mitre, 1983) y tos de dialogismo y plurilingüismo social. 55 A manera de ilustración, piénsese en aque-
Gonzalo Martín Vivaldi (Géneros Periodísticos, En palabras lúcidas de Constanzo Di Girola- llas modalidades lingüísticas que, adscritas
Madrid, 1973) hasta las obras más recientes de mo, «todo acto lingüístico, todo enunciado, habitualmente a la llamada lengua estándar –
J.M . Casasús y L. Núñez Ladevéze (Estilo y
todo texto, es necesariamente connotativo; como la publicidad y el periodismo–, usan de
géneros periodísticos, op.cit., 1991) o la muy
publicitada del periodista Álex Grijelmo (El estilo connotación y denotación se distinguen sólo manera incesante e inevitable la connotación.
del periodista, Madrid, Taurus, 1997). en tanto que momentos del análisis».56 Los ¿Es que acaso un verso tan inagotablemente
52. Angelo Marchese y Joaquín Forradellas,
ecos del pensamiento lingüístico de Nietzs- polisémico como «Hoy es siempre todavía», de
Diccionario de retórica, crítica y terminología che resuenan, por fortuna, entre nosotros. Antonio Machado, no podría ser usado con
literaria, Barcelona, Ariel, 1986, p. 75. Parece indispensable, pues, superar la buenos resultados en un anuncio televisivo de,
53. En palabras un tanto crípticas del usualmente falsa contraposición entre lenguajes denota- digamos, una compañía de seguros de defun-
elocuente Umberco Eco (Tratado de semiótica tivos y connotativos. En todo caso, de modo ción? (Ilustrado, quizá, con imágenes de un

44 | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística
informe: narración periodística

tortuoso sendero que se adentra en el horizon- nada inocente ni transparente, de un modo de general, op. cit., 1977, p. 111), «lo que constituye
una connotación en cuanto tal es el hecho de que
te entre las penumbras del naciente crepúscu- ver y de configurar la realidad social que cabe
ésta se establece parasitariamente a partir de un
lo, sol agonizante incluido).57 denominar periodísticamente correcto. 59 código precedente y de que no puede transmitirse
El tesoro analítico y descriptivo legado por Hipercodificada y estereotipada, trenzada antes de que se haya denotado el contenido
la antigua retórica, complementado por las a base de estilemas expresivos y clichés ideo- primario». El hecho de que un enunciado sea
contemporáneas aportaciones de la estilística lógicos, la llamada redacción periodística interpretado de modo connotativo y no denotativo
depende de factores lingüísticos –fonéticos,
y de la pragmática, permite demostrar que la proscribe al menos tanto como prescribe: sintácticos, morfológicos, semánticos, fraseológi-
connotación es condición de existencia de contra ella cabe vindicar una escritura perio- cos– o extralingüísticos –entonación, fisonomía,
todas las manifestaciones lingüísticas –inclui- dística estética, ética y epistemológicamente gesticulación, contexto y circunstancia de la
das, desde luego, las periodísticas. Aplicado al consciente, cultivada a partir de la convicción enunciación, etcétera.
estudio del mal llamado lenguaje práctico o de que las palabras desempeñan un papel 54. Para un estudioso tan reputado como Cesare
estándar, el análisis retórico excluye que crucial –y no meramente instrumental– en la Segre (Principios de análisis del texto literario,
op.cit, 1985, p. 59), por ejemplo, «la descripción de
pueda existir un uso transparente, neutro del comunicación periodística responsable. Es de-
la semiótica connotativa resulta absolutamente
lenguaje. De acuerdo con Di Girolamo, «la más cir, una escritura periodística que contradiga idéntica a una descripción del funcionamiento del
banal metáfora de uso cotidiano constituye un esa opinión infundada pero muy extendida texto literario».
connotador, tanto como la más compleja y que ve en la atención acuciosa al lenguaje y a 55. Véanse Estética de la creación verbal y Teoría y
trabada construcción del discurso a través de la expresión un mero prurito «literario» –donde estética de la novela, obras ya citadas en las que
la organización de las partes, etc., en un texto «literario» significa verboso, ornamental, rebus- este concepto aparece de manera constante.
científico, filosófico, político o narrativo».58 cado y superfluo. Es en el trato con las 56. Di Girolamo, op. cit., 1985, p. 20.
En el terreno propiamente periodístico, la palabras, en realidad, donde se libra la batalla 57. El propio Machado criticaba el uso superfluo
presencia y la ubicuidad de la connotación más importante en pos de un periodismo de la retórica, reducida a la condición de mero
son patentes. No existe en periodismo desig- crítico, cívico y éticamente responsable.60 alambique o afeite: «Sabed que en poesía –sobre
nación neta y unívoca, acendradamente de- todo en poesía– no hay giro o rodeo que no sea
una afanosa búsqueda del atajo, de una expresión
notativa, ni siquiera en aquellos géneros –la 2.2. TERCER COROLARIO: directa; que los tropos, cuando superfluos, ni
noticia y sus variantes– y modalidades expre- DECONSTRUCCIÓN DE aclaran ni decoran, sino complican y enturbian; y
sivas –aplicadas a los titulares y cuerpos LA NOCIÓN DE «REALIDAD» que las más certeras alusiones a lo humano se
noticiosos, sobre todo–donde encarna con A mi entender, el ‘giro lingüístico’ contribuye hicieron siempre en el lenguaje de todos». A.
Machado, Juan de Mairena, Madrid, Alianza
más fuerza el mito de la objetividad. En a poner en entredicho una de las más exten- Editorial, p. 300.
primer lugar, porque ese desiderata es lin- didas creencias en que se asienta el sentido
Di Girolamo, op. cit., p. 71.
güísticamente un imposible, como hemos común profesional: la que separa y hasta
58.

ido viendo; pero también porque el ritual contrapone «realidad objetiva», de un lado, y 59. Además del libro de Elvira Teruel ya mencio-

expresivo inherente a tales modos expresivos nado, una aproximación sugerente desde el
«medios de comunicación», de otro; como si
llamado análisis del discurso al estudio de la
ha ido sedimentando y haciendo impercep- esa supuesta «realidad objetiva» fuese inde- presencia de la metáfora en el discurso periodístico
tibles, a fuer de uso y repetición, innumera- pendiente de y preexistente a la existencia de es la de María Luisa Villanueva, «Metáfora y
bles figuras y tropos preñados de sentido. los medios de comunicación, y como si éstos, discurso periodístico. Análisis contrastativo de
En las modalidades usuales de nomina- crónicas y reportajes en periódicos franceses y
no formando parte de la misma entraña de tal
españoles», en Metàfora i creativitat, Castelló de la
ción, en las formas habituales de adjetivación, realidad, se limitasen a apostarse frente a ella Plana, Universitat Jaume I, 1994, pp. 277-292.
en los verbos y perífrasis verbales más comu- para captarla y transmitirla a las audiencias. Véase, así mismo, la obra de D. Maingueneau,
nes, en las gradaciones sutiles que los adver- De hecho, como nos han enseñado la L’Analyse du discours, Paris, Hachette, 1991.
bios sugieren y hasta en los usos rutinarios de fecunda sociología del conocimiento61 y la 60. La vindicación de la escritura periodística en
preposiciones y conjunciones se agazapan las aún adolescente historia de la comunicación, lugar de la mera redacción periodística ha sido
nervaduras invisibles del mito de la objetivi- entre «realidad» y «medios» existen relaciones una de las preocupaciones centrales de mis
trabajos anteriores: Periodismo informativo de
dad. Ese ritual expresivo que libros de estilo íntimas y activísimas, que no es posible creación (Barcelona, Mitre, 1985), Literatura i
profesionales y manuales de redacción dictan desentrañar aquí. Sí lo es, en cambio, añadir periodisme (op.cit., 1993), La literatura de fets
con vehemencia es la consagración estilística, a tales replanteamientos críticos algunas con- (Barcelona, Llibres de l’Index, 1994), (en Anàlisi,

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 45
informe: narración periodística
nº 16, Bellaterra, UAB,1994, pp. 123-150) y,
principalmente, Literatura y periodismo. Unatradi-
sideraciones derivadas de la consciencia lin- de los enunciados previos que forman ese
ción de relaciones promiscuas (Barcelona, UAB/ güística. Muy en especial, como explicaré a conjunto de representaciones que solemos
UV/UJ, 1999). continuación, la convicción de que entre llamar «realidad». No existe conocimiento in-
61. En los últimos años se han escrito importantes «realidad» y «medios» se entabla una dialéctica mediato: todo conocimiento, siempre y en
aplicaciones de la sociología del conocimiento al de naturaleza esencialmente lingüística, dia- todo lugar, es mediato y mediado.
estudio del modo en que los medios de comunica- léctica mediatizada por un tercer ingrediente Los medios y los comunicadores públicos
ción construyen la realidad. Pienso, por ejemplo,
que no suele ser tenido en cuenta como es elaboran sus enunciados lingüísticos, icónicos
en los estudios ya clásicos de Gaye Tuchman (La
producción de la noticia, op.cit., 1984), Mark debido: ese complejo y móvil acervo de y de acción en diálogo permanente –aunque
Fishman (Manufacturing the News, Austin, Univ. of enunciados –de carácter narrativo, lógico e a menudo inconsciente– con el ingente acervo
Texas Press, 1980), Giorgio Grossi («Livelli di icónico–que solemos denominar «tradición». de enunciados que heredamos por tradición.
mediazione simbolica nell’informazione di massa», La tradición cultural se compone de un No es aceptable subestimar la importancia de
en Livolsi, M. Sociologia dei processi culturali,
Milán, Angeli, 1983) o Daniel Dayan y Elihu Katz variado repertorio de (a) enunciados lingüís- esta dialéctica incesante entre lo viejo y lo
(La historia en directo, Barcelona, Gustavo Gili, ticos –narrativos y lógicos–, (b) enunciados nuevo, pues sin ella es inconcebible cualquier
1995), entre otros. Debo algunas valiosas sugeren- icónicos y (c) enunciados de acción –gestos, nueva producción de sentido: el haz de ideas
cias al respecto a los profesores Lluís Badia, en lo rituales, etcétera– cuya amalgama actúa a y creencias que forman la visión del mundo de
relativo a las aportaciones de la sociología del
conocimiento, y Susana Arias, en lo que hace a la
modo de humus del conocimiento y la cada comunicador hinca sus raíces en el
configuración narrativa de los acontecimientos. comunicación posibles en cada momento y humus de la cultura, esto es, en la tradición
62. Acerca de la noción de tradición y sus
lugar. Todo individuo, todo colectivo enca- heredada. Otra cosa, muy distinta, es la cons-
importantes implicaciones para el estudio de la ran y construyen mediatamente sus respecti- ciencia que de ello se tenga –y que es, las más
comunicación periodística y mediática, son útiles, vas realidades, y lo hacen, de modo necesa- de las veces, precaria o errática.
entre otras, las siguientes obras: «Tradition», entrada rio, a través del acervo cognitivo que confor- En lo que hace concretamente a la llamada
de la Encyclopaedia Universalis, vol.16, pp. 228-
ma la tradición.62 «información de actualidad», procede constatar
232; Emilio Lledó, El surco del tiempo, Barcelona,
Crítica, 1992; Ernst Robert Curtius, Literatura Eso que les pasa a individuos y colectivos que la percepción y comunicación de lo nuevo
europea y Edad Media Latina, Madrid, FCE, 1995, les ocurre también, a no dudarlo, a los e inédito por los medios63 son en realidad
2 vols.; Erich Auerbach, Mimesis, op.cit., 1983; periodistas y a los medios de comunicación. motivadas por marcos cognitivos preexisten-
Northop Frye, Anatomía de la crítica, Caracas,
Éstos no existen aparte ni se apostan ante una tes y por valores ideológicos y morales laten-
Monte Ávila, 1977; o, en lugar destacado, las
diversas obras de George Steiner, José María supuesta «realidad objetiva», entendida como tes. Es incesante la dialéctica que se entabla
Valverde y Lluís Duch reseñadas a lo largo de «cosa» externa, preexistente y dada. Estable- entre el «hecho» nuevo que los medios de
estas páginas. cen con «ella», más bien, una compleja rela- comunicación configuran y la cultura preexis-
63. De lo inaudito o no oído, en realidad, ya que ción dialéctica en virtud de la cual los media tente, integrada por configuraciones de conte-
no son sólo noticia los hechos recién acaecidos, se alimentan del abigarrado conjunto de nido previamente acuñadas. Cada «hecho»
sino también aquéllos ocurridos tiempo ha de los enunciados lingüísticos, icónicos y de acción nuevo o inaudito es adscrito a un marco
que, sin embargo, se acaba de «tener noticia».
que damos en llamar «realidad», y a su vez cognitivo ya dado, que le presta inteligibilidad
64. Dejo aquí meramente apuntada la cuestión, generan nuevos enunciados que inciden al precio, eso sí, de tipificarlo en medida
importantísima a efectos cognitivos y estéticos, de
sobre los ya existentes. variable: esto es, de hacer comprensible lo
la tipificación y de sus modalidades: lo arquetípico,
lo estereotípico, lo típico y lo singular. Ensayé un Decir, pues, que los medios de comunica- singular poniéndolo en relación con una
tratamiento parcial del asunto, parcial y sin duda ción construyen la realidad no es decirlo todo: configuración de contenido conocida y sufi-
insuficiente, en el capítulo «Individus i personatges» conviene recordar que, al hacerlo, se nutren de cientemente genérica. A su vez, al incorporar
del libro La literatura de fets, Barcelona, op.cit.,
enunciados previamente construidos, de lo novedoso, tal configuración genérica ad-
1994, pp. 221-287. Por otra parte, es necesario
notar que de esa adscripción de lo nuevo singular modo tal que los medios –la cultura mediática– quiere una dosis adicional de legitimación. En
a los marcos cognitivos consabidos nacen son también construidos por las realidades síntesis, puede decirse que la tipificación de lo
precisamente los distintos géneros discursivos, que vigentes y la tradición o tradiciones heredadas, nuevo e inaudito permite domeñar ilusoria-
no son pues, de ninguna manera, meros dispositi- en una dialéctica incesante. Los enunciados mente la complejidad de los sucesos y, sobre
vos técnicos y formales, sino ante todo modos de
configuración de los contenidos institucionalizados que los medios tejen no hablan directamente todo, su temida contingencia.64
y relativamente estables. Así, por ejemplo, el de la realidad –comoquiera que ésta sea– sino Ahora bien: lo que los enunciados mediá-

46 | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística
informe: narración periodística

ticos tipifican no son presuntos hechos –una tenor analítico y descriptivo, que partan del
suerte de porciones de realidad dada ontoló- estudio inductivo de las modalidades real-
gicamente independientes de la cognición mente existentes –géneros, formatos, estilos
humana– sino sucesos a menudo ocurridos y, en fin, los modos diversos de enunciación
con arreglo a moldes narrativos preexisten- periodística– teniendo muy presente su sus-
tes. No existen acciones inmotivadas; el ac- tantiva naturaleza lingüística y retórica. género noticia no sería un simple dispositivo
tuar humano está motivado narrativamente – II. El giro lingüístico hace trizas las habi- compositivo y expresivo, sino un formato de
y hasta teatralmente–: existe una puesta en tuales distinciones de sentido común entre conocimiento retórica y epistemológicamente
acción inspirada, a menudo de modo incons- orientado.
periodismo y literatura. No, desde luego,
ciente, en relatos y representaciones previos, negando sus evidentes diferencias, sino exi- 65. Como vemos, al tronco central de nuestra

configurados a su vez a partir de acciones reflexión –la consciencia lingüística y sus corola-
giendo un replanteamiento radical de la ya
rios– le va brotando una poderosa rama: la de la
anteriores... Y así en una dialéctica intermina- vieja discusión, a la luz de la plena conscien- consciencia narrativa, uno de los temas clave del
ble, que sólo es factible inmovilizar y separar cia sobre el papel crucial que las palabras pensamiento contemporáneo. Aunque quisiéramos
a efectos de análisis.65 juegan en una y otra actividad. Y, de paso, el internarnos por ahí, debemos dejarlo para otra
De todo ello se infieren, de momento, dos giro lingüístico permite plantear preguntas ocasión más propicia. En todo caso, a manera de
pista inicial, conviene aludir a algunas aportacio-
cosas importantes: primero, que la tradicion pertinentes pero sumamente incómodas tan- nes clave para el esclarecimiento de esta cuestión
cultural –en singular o en plural– no es un to para el sentido común periodístico como apasionante: Paul Ricoeur, Tiempo y narración (I,
repertorio fijo de antiguallas, sino una memo- para el sentido común literario. II y III), Madrid, Ediciones Cristiandad, 1987, 3
ria viva que actúa de modo ubicuo e incesan- III. El giro lingüístico permite replantear vols.; Arthur C. Danto, Historia y narración,
Barcelona, Paidós, 1989; Frank Kermode, El
te sobre los agentes comunicativos, con tanta sobre bases nuevas la reflexión sobre el esta- sentido de un final, Barcelona, Gedisa, 1983;
mayor eficacia cuanto más ignorantes son tuto epistemológico de los enunciados perio- Enrique Lynch, La lección de Sheherezade,
éstos del alcance de su poder; y después, que dísticos, es decir, sobre sus complejas y varia- Barcelona, Anagrama, 1987; Carmen Martín Gaite,
ese dar cuenta de «la realidad» que el sentido bles relaciones con lo facticio y lo ficticio. El cuento de nunca acabar, Barcelona, Destino,
común suele atribuir a los relatos es más bien, 1991; y Manuel Cruz, Narratividad: la nueva
IV. El giro lingüístico aconseja vivamente síntesis, Barcelona, Península, 1986.
si se piensa con detención, un verdadero dar volver la mirada no sólo hacia los estilos de la
cuento de ella y a ella. 66. Así, recientemente se han escrito y publicado
escritura, sino también hacia aquéllos propios
relevantes aportaciones al estudio de la oralidad
de la compleja y diversa oralidad mediática, en periodística, concebidas desde la lingüística, la
OTROS COROLARIOS FINALES, Y UNA general descuidada por los investigadores, a pragmática, los estudios literarios, la retórica y el
PROPUESTA DE CONTINUACIÓN pesar de las notables excepciones recientes.66 ancho campo del llamado análisis del discurso. Es
El espacio disponible no da para más, de el caso de obras como las de H. Casalmiglia y
V. El giro lingüístico permite concebir y
otros, La parla com a espectacle, Ballaterra, UAB/
momento: para acabar aquí y ahora esta postular el periodismo como escritura y no UJ/UV, 1997; Leonor Arfuch, La entrevista, una
indagación tentativa, me parece necesario como mera redacción; esto es, como expre- invención dialógica, Barcelona, Paidós, 1995; o la
enunciar al menos otros relevantes corolarios sión crítica y culta, no como simple recetario tesina de doctorado de David Vidal Castell, La veu
del giro lingüístico. Se trata, como se verá, de instrumental: ‘ars bene discendi’ más que de la paraula, Bellaterra, Departament de
Periodisme i CC.C., UAB, 1997. El trabajo de Vidal
señalar algunas líneas de reflexión e investiga- simple ‘ars recte discendi’, en términos retó- Castell es, a mi juicio, una magnífica aplicación del
ción sobre las que, a mi juicio, han de discurrir ricos. Una escritura cultivada, pues, por giro lingüístico y sus corolarios retóricos y
los estudios sobre comunicación periodística. escritores y no por meros escribidores que, en pragmáticos al estudio analítico y descriptivo de la
I. El giro lingüístico debe ser el cimiento su búsqueda de la calidad y la excelencia entrevista periodística. Por otra parte, Gonzalo
Saavedra Vergara viene desarrollando en los
sobre el que se edifique no sólo una impres- comunicativas, postergue tanto el ornamento últimos años un valioso trabajo de reflexión e
cindible teoría de los géneros periodísticos, vano cuanto la anemia expresiva en beneficio indagación acerca de los modos en que se lleva a
sino una teoría de los géneros de la comuni- de una representación elocuente de «la reali- cabo la representación narrativa de las diversas
cación mediática considerada en su conjunto. dad», es decir: precisa e inteligible, desde voces que concurren en el relato periodístico;
véase, al respecto, su tesina de doctorado Diálogo
Tales teorías genológicas deben sustituir sin luego, pero también expresiva y sugerente, y detalle (Bellaterra, UAB, 1995), y, sobre todo, su
ambages los enfoques vigentes, de carácter ponderada y responsable. iluminadora tesis de doctorado Voces con poder
normativo y preceptivo, por enfoques de Continuará. CI (Barcelona, UAB, 1999).

Albert Chillón El giro lingüístico en periodismo y su incidencia en la comunicación periodística | CUADERNOS DE INFORMACIÓN Nº14 / 2001 | 47

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