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Marco histórico, sociocultural y filosófico de San Agustín

Marco histórico:
La vida de san Agustín transcurre entre el 354 y 396 d. C. Durante este
periodo destacan dos acontecimientos históricos que influirán en su vida y
obra.
Inicio del declive del imperio Romano de Occidente.
Tras la muerte de Teodosio I el Grande (347-395) el imperio se dividió
definitivamente en dos: el de Oriente para su hijo Arcadio y el de Occidente
para su hijo Honorio.
En 410, comandados por Alarico, los visigodos emprendieron una nueva
invasión y esta vez alcanzaron su sueño: saquear Roma. (San Agustín en La
Ciudad de Dios, relata con gran viveza la conmoción que este hecho produjo
en todo el Imperio, aunque señala que los bárbaros se mostraron
relativamente respetuosos con la población y los templos cristianos, donde
muchos se habían refugiado).

Entretanto, suevos, alanos y vándalos penetraban en Hispania (409),


cruzaban el Estrecho de Gibraltar al mando de Genserico (429) y llegaban a
las provincias africanas, asolándolas a sangre y fuego. La invasión de los
hunos, al mando de Atila, aún pudo ser contenida en 450, gracias al valor
del general romano Aecio y la ayuda de los federados visigodos; pero al
morir Aecio en 454 ya nada pudo evitar la definitiva descomposición del
Imperio de Occidente.
La irrupción del cristianismo como religión oficial del Imperio.
Entre las religiones orientales que se introdujeron en el Imperio Romano se
encontraba también el cristianismo que, tras una serie de persecuciones –
Decio (250-251), Valeriano (257-260) y Diocleciano (303-304)- terminó por
imponerse.
En 313, tras la batalla del Puente Milvio (supuestamente ganada con ayuda
del Dios cristiano), Constantino proclama el Edicto de Milán, decretando la
libertad de cultos.
Tras el breve paréntesis correspondiente al reinado de Juliano el Apóstata
(361-363), que fracasó en su intento de retornar al paganismo, el
emperador Teodosio I el Grande, aconsejado por San Ambrosio, obispo de
Milán, decretó el cristianismo como religión oficial del imperio (380),
prohibiendo cualquier otro tipo de culto (392). Con todo, la agonía del
mundo pagano se prolongaría hasta el año 529, fecha en la que el
emperador bizantino Justiniano decretó el cierre de la Academia de Atenas y
del último templo pagano: el de la diosa Isis en Philae (Egipto).
Marco sociocultural
Las nuevas condiciones demográficas y económicas de este período,
mostraba las siguientes características, ya claramente pre-medievales.
1. Un fuerte descenso demográfico, causado por las numerosas epidemias
de peste.
2. Aumento de la ruralización de la población, provocado por la decadencia
económica de las principales ciudades de Occidente (Cartago, Milán, Roma
o Rabean…)
3. La inseguridad reinante obliga a los pequeños propietarios a buscar la
protección de los poderosos, a cambio de una parte o la totalidad de sus
propiedades. Esto provoca una nueva estructura social que, con el tiempo,
dará paso al feudalismo.
4. Al desintegrarse el Imperio Romano, la unidad del poder, en manos del
emperador, se sustituye por diversos gobernantes o reyes que controlan las
diversas partes en que dicho Imperio se desintegra.
5. Una notable decadencia de las artes que va sometiéndose
paulatinamente al control de la Iglesia.
En el marco cultural destacamos las nuevas ideas introducidas por el
cristianismo y las herejías que brotan dentro de la propia Iglesia.
Las nuevas ideas son:
El monoteísmo frente al politeísmo greco-romano.
La libertad frente al determinismo del destino propio de los estoicos. Sin
libertad no hay responsabilidad y sin ella no hay salvación.
La providencia divina El dios cristiano se ocupa y preocupa del mundo y del
hombre.
El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios. Esta idea abre el camino
para camino a la idea de que todos los seres humanos somos iguales en
dignidad.
El concepto de creación. Para los griegos el universo era eterno, el concepto
de creación entendido como “sacar algo de la nada” les era extraño por
irracional.
Concepción lineal de la historia. Para el cristianismo la historia tiene un
principio, la creación del mundo, y un final, el día del juicio final. Los
griegos, en cambio, pensaban que el tiempo era cíclico, todo se repetía.
Idea consecuente con su concepción de la eternidad del universo y de las
especies. Esta novedades originan el problema razón (filosofía)-fe (religión)
que consiste en establecer quien de ellas dice la verdad cuando afirmen
cosas contrarias y, también, en determinar si la fe puede utilizar la razón
para hacerla más comprensible.
También el cristianismo ha de enfrentarse al problema de las herejías que
se oponen a algunos de los dogmas o creencias fundamentales de su
religión. Las principales herejías son:
El arrianismo. Arrio sostenía que Jesucristo no era Dios, sino una criatura
inferir. El arrianismo fue condenado en los Concilios de Nicea (325)y de
Constantinopla (381).
El Nestorismo. Nestorio, Patriarca de Alejandría, también negaba la
divinidad de Jesucristo porque había nacido de una mujer; era un ser
humano muy perfecto, pero no Dios. La condena de Nestorio y sus
seguidores se realizó en el concilio de Éfeso (431).
El pelagianismo. Pelagio, monje bretón, defendió a principios del siglo V que
el pecado original no fue tal y que la redención de Cristo no habría sido
necesaria.
Agustín se empleó a fondo contra el pelagianismo. En el Concilio de Cartago
(418) se condenó a Pelagio y a todos sus seguidores.
El maniqueísmo, fundado por el persa Mani (216-276), quien consideraba
que en el mundo existen dos principios que mantienen una lucha eterna: el
bien y el mal, la luz y las tinieblas, Dios y Satanás, ambos pugnan también
en el interior del alma humana. Cuando predomina el principio del mal, el
hombre se ve obligado a pecar, sin que tenga ninguna culpa o
responsabilidad y, por tanto, sin tener que ser castigado. Contrariamente, el
principio del bien le conduce a actuar conforme a la virtud, sin que tenga
ningún mérito. Todo está, pues, establecido de antemano, según la
concepción maniquea, y no existe capacidad reelección.
A la tarea de explicar y hacer comprensibles las nuevas ideas y combatir las
herejías se dedicaron los primeros padres de la Iglesia, cuyo pensamiento se
denomina patrística.
Marco filosófico.
La corriente filosófica más importante de esta época es el neoplatonismo,
cuyo representante más destacado es Plotino, el cual sustituye la Idea de
Bien platónica por el Uno del que emana toda la realidad. La obra de Plotino
se difunde a través de su discípulo Porfirio (232-304). Su comentario de la
obra aristotélica Categirias traducido al latín por Boecio (480-524/5) con el
título La Isagoge se convirtió en un libro de texto básico en las escuelas
medievales.
En el siglo V el representante más destacado el neoplatonismo fue Proclo
(410-485).
Siglo III a través de Plotino, fue dominante en el Imperio Romano durante los
siglos IV y V. Las obras de Aristóteles permanecían desconocidas, salvo un
comentario hecho por Porfirio a la obra aristotélica Categorías. El
comentario de Porfirio, traducido al latín por Boecio (480-524/5) con el título
La Isagoge se convirtió en un libro de texto básico en las escuelas
medievales. Junto al neoplatonismo también están presentes el estoicismo
que propone la resignación y aceptación del destino como el camino para
acceder a la felicidad; el gnosticismo que propone la vía del conocimiento
racional para acceder a la verdad; el epicureismo que propone el disfrute
moderado de los placeres y el escepticismo que, ante la imposibilidad de
conocer la verdad, proponen la duda a nivel intelectual y la tolerancia y
prudencia en el comportamiento. Junto a estas corrientes filosóficas, en el
siglo III aparece la patrística, corriente formada por padres de la iglesia que
para defenderla de los ataque que vienen de fuera y de las herejías que
proceden de dentro, recurren a la filosofía, haciendo una síntesis entre
filosofía y religión para que ésta resulte más comprensiva. Dentro de la
patriótica hay dos corrientes: la griega cuyo representante más destacado
es S. Gregorio nacianceno; y la latina, en la que destacan S.Ambrosio y S.
Agustín.

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