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TRADICIONES
RURALES
BARTOLOMÉ HIDALGO (1788-1822)
TRADICIONES RURALES
Roberto J. Bouton
(1877-1940)
Francisco
“Paco” Espínola
(1901-1973) 1
Carlos González
(1905-1993)
Rubén Lena
(1925-1995)
Yamandú Rodríguez
(1891-1957)
Aníbal Sampayo
(1926-2007)
Wenceslao Varela
(1908-1997)
26-27 DE SETIEMBRE • DÍA DEL PATRIMONIO • 2009 • COMISIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN
TRADICIONES RURALES
BARTOLOMÉ HIDALGO (1788-1822) • ROBERTO J. BOUTON (1877-1940)
FRANCISCO “PACO” ESPÍNOLA (1901-1973) • CARLOS GONZÁLEZ (1905-1993)
RUBÉN LENA (1925-1995) • JUAN PEDRO LÓPEZ (1885-1945) • JUAN JOSÉ MOROSOLI (1899-1957)
YAMANDÚ RODRÍGUEZ (1891-1957) • ANÍBAL SAMPAYO (1926-2007)
FERNÁN SILVA VALDÉS (1887-1975) • WENCESLAO VARELA (1908-1997)
PRESENTACIÓN 3
3. AUTORES HOMENAJEADOS,
2
por Daniel Vidal, Renzo Pi Hugarte y Leonel Häinintz 23
IMÁGENES DE TAPA:
Carlos González, “Hombrada”, xilografía sobre papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”. El tradicional “duelo criollo”,
esta vez encuadrado en una particular saga de objetos y hechos de la historia latinoamericana.
Juan Manuel Blanes, “El Capataz”, óleo, fragmento de la obra. Tomado de “Revista Histórica”, tomo XXVIII, julio 1958, lámina XLI.
AUTORIDADES: Arte del Dpto. de Historia Universal (FHCE), Didier Calvar, María Eugenia
Ministerio de Educación y Cultura Grau y Ernesto Beretta; al Prof. Enrique Mena Segarra, a Federico Estol
Ministra María Simon. y Antonio Di Candia del Área de Patrimonio Inmaterial de la Comisión
Secretaría General Eduardo Martínez del Patrimonio Cultural de la Nación (CPCN); a Javier Fraga, Virginia Rial,
Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación Norma Calgaro y Ana Frega.
Miembros: Alberto Quintela Peruzzo (Secretario Ejecutivo), Coriún
Aharonián, Renée Fernández Vittori, Ana Frega, Domingo Gallo, Benjamín Se ha consultado la colección de xilografías de Carlos González existente en
José Liberoff, José María López Mazz. el Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”, y parte de las obras
de ese artista y de José Cuneo que se encuentran en el Museo Nacional de
INVESTIGACIÓN Y REDACCIÓN: Artes Visuales. Asimismo, se han consultado los materiales depositados en
Dr. Pablo Rocca; Dra. Sonnia Romero Gorski, Lic. Daniel Vidal, Leonel la Sección de Archivo y Documentación del Instituto de Letras (SADIL) de la
Häinintz, Prof. Renzo Pi Hugarte. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UDELAR y en el Área
de Patrimonio Inmaterial de la CPCN (proyecto “Fiestas en el Uruguay”).
AGRADECIMIENTOS:
Al Decano de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, DISEÑO DE LA REVISTA:
Dr. José Seoane; al Director del Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Propiedad de la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación, MEC.
Manuel Blanes”, Arq. Gabriel Peluffo; al Director del Museo Nacional de
Artes Visuales, Mario Sagradini; a los docentes de la Sección Historia del REVISTA DE DISTRIBUCIÓN GRATUITA
TRADICIONES RURALES
En efecto, la antigua identificación entre patrimonial y edilicio ha dado lu-
gar a la consideración de varios patrimonios materiales (edilicio, paisajístico,
arqueológico, natural, subacuático y más) e inmateriales (música, literatura,
danza, costumbres). En definitiva todo patrimonio es inmaterial. ¿Es un edi-
ficio la suma de sus ladrillos y tejas, o es un cuadro su lienzo y sus gramos de
color? Si es patrimonio es porque es cultural, porque es sentido como identi-
dad colectiva.
Nos encuentra elaborando una nueva ley de patrimonio que recoge mejor 3
esa diversidad, los distintos grados de protección, lo nacional y lo local.
El tema de 2009 parece difícil de asir. ¿Qué son las tradiciones rurales?
Entre lo rural, lo gaucho, lo gauchesco, lo criollo, lo rural contemporáneo, las
fronteras son difusas. Queremos festejarlo en toda su dimensión y sin incurrir
en el “pintoresquismo” ni en los estereotipos (a menudo inventados), con el
mayor respeto por la autenticidad.
Y como las tradiciones viven, para que su memoria y comentario sea una
nueva fiesta.
María Simon
Ministra de Educación y Cultura
1 HOMENAJE AL MUNDO CULTURAL
Y TRADICIONAL RURAL / 2009
Para componer el homenaje de refe- son, en los diferentes estudios antropo- que pueblan los planos y pliegues de la
rencia, inmenso y que desborda la posi- lógicos de los que seleccioné pasajes, memoria colectiva, de la construcción
bilidad de una síntesis, opté por ofrecer se recogen trazas materiales, memorias, de identidades y de arraigos aún en
visiones vívidas del mundo rural, hacien- objetos y modalidades, elementos todos condiciones de lejanía, de desterrito-
do un rápido pasaje del pasado histórico semejantes a los observados por Hud- rialización. Los pasajes de los trabajos
al presente, que es el protagonista de la son, aunque escenificados por persona- seleccionados que se incluyen en esta
conmemoración. jes y actores actuales. presentación habilitan una evocación
Los festejos cíclicos como el de la El mundo rural, ya sea en activida- rápida de la riqueza atesorada, recrea-
Patria Gaucha, (De Giorgi, A. y Gortázar, des a campo abierto como en pueblos da, reinventada.
TRADICIONES RURALES
A.) tienen el cometido de la evocación chicos, ofrece una diversidad cultural __________
colectiva, del disfrute de la pertenencia que maravilla a las miradas atentas; la
a un territorio y sus tradiciones. mezcla de tipos humanos, la riqueza de REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
También quise homenajear a los pe- las historias y el devenir de localidades, W. H. HUDSON, La tierra purpúrea. (1ª ed. 1885,
queños pueblos y sus pobladores, que de los oficios, la creatividad para gestar Londres) Ediciones de la Banda Oriental, Montevi-
han resistido a la desaparición, tales festividades cíclicas con reivindicacio- deo, 2007. Con traducción de Idea Vilariño y Prólo-
como el poblado de Víboras, (Lezama, nes históricas y sociales, aparecen en go de Ruben Cotelo.
A. Romero, S. y colaboradores), y Car- diferentes trabajos ya publicados en el ROMERO S. (editora), Anuario de Antropología So-
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doso Grande todavía sin luz eléctrica Anuario de Antropología Social y Cul- cial y Cultural en Uruguay, Dpto. de Antropología
(Viana, J.). tural en Uruguay, con los que compuse Social (FHCE). Editorial Nordan-Comunidad, Mon-
El mundo del trabajo, de la produc- esta miscelánea sobre el país no urbano. tevideo, vol. 2002-2003, 2004-2005, 2007. ISSN
1510-3846.
ción jaqueada por cambios, tiene igual- Es decir que todo lo que aquí despliegan
mente un destaque en la presentación los autores que integran esta selección
sobre el trabajo de la caña de azúcar en fue observado y producido entre el año
Bella Unión (Merenson, S.). 2003 y el 2008, demostrando rotunda-
Finalmente, y antes de abordar la mente la vigencia de verdaderas tradi-
lectura de la selección, vale la pena re- ciones y de creatividad innovadora.
mitir a los lectores a una novela que tiene Pensar las trazas de las tradiciones
mucho de etnografía del ambiente rural en el imaginario social, en su participa-
del siglo XIX: La tierra purpúrea de W. H. ción en el sentir colectivo y contempo-
Hudson. Su contenido nos describe un ráneo, en la construcción patrimonial
cuadro colorido del Uruguay de la época, identitaria es una tarea ya emprendida.
1860 aproximadamente. Las aventuras Tenemos mucho trabajo por delante
y finas observaciones quedaron en el li- para que los fragmentos puedan ser
bro por cuenta del protagonista y relator, colocados junto a documentos de ar-
Richard Lamb, quien nos permite revivir chivo, junto a evidencias arqueológi-
lugares, personajes, vestimentas, cos- cas, para que el conjunto nos devuelva
tumbres, diálogos y sensibilidades, sobre imágenes renovadas, más complejas y
todo las buenas maneras con las que se vivas, no sólo de lo pasado sino tam-
encontró W. H. Hudson en los ambientes bién de lo que se encuentra en perma-
más sencillos y agrestes. Tomó nota del nente recreación y que se despliega
gusto por la conversación, la hospitalidad actualmente a lo largo y a lo ancho del
como algo natural al ofrecerse y aceptar- país con renovados bríos. El interés ofi-
se, comidas, bebidas, oficios camperos, cial y popular reúne en emotiva valo- The Purple Land: Being the Narrative of one Richard
Lamb’s Adventures in the Banda Orientál, in South
habilidades y géneros musicales cultiva- ración detalles, paisajes, monumentos, America, as told by Himself (La Tierra Purúrea: Siendo
dos por jóvenes. relatos, estilos musicales, tradiciones la Narrativa de las aventuras de un tal Richard Lamb
en la Banda Oriental, en Sudamérica, contadas por él
Algo a destacar es que siglo y medio productivas, festivales, rituales recrea- mismo), de William H. Hudson. Portada de la edición pu-
después de las recorridas de W. Hud- tivos, personajes reales o imaginarios blicada en Londres en 1904.
Víboras, un pueblo que ya no
existe y que nos plantea
interrogantes
Desde mediados del siglo XVIII hasta
julio de 1846 existió, sobre una lomada
suave que se vuelca sobre el curso me-
dio del arroyo de Las Víboras, un centro
poblado, cabeza del llamado “Partido de
Las Víboras”, una de las primeras circuns-
cripciones administrativas de nuestro te-
rritorio. Dicho pueblo, surgido –como mu-
chos otros– espontáneamente, es reflejo
y ejemplo del proceso original de coloni-
zación y desarrollo del tejido social que
poblara nuestra campaña. Su importancia
histórica se evidencia en el hecho de ser
el origen de las actuales ciudades de Car-
TRADICIONES RURALES
melo y Nueva Palmira, lo que se refleja en
una importante bibliografía específica.
Es muy importante el acervo docu-
mental en el que aparecen referencias
sobre el pueblo de Víboras. También
se cuenta con testimonios oculares
de viajeros que conocieron el poblado,
destacándose los de Dámaso Antonio
5
Larrañaga en 1815 y de Auguste de
Saint-Hilaire en 1820. El primero des-
cribe al pueblo constituido por “... casas
todas de paja, pero muy esparcidas”. El Ranchos de terrón de la Patria Gaucha (Tacuarembó). Foto: Federico Estol.
segundo, de acuerdo con lo citado por
Aníbal Barrios Pintos, habla de “Las cho-
zas que componen ese pueblo, bajas,
muy chicas, separadas unas de otras,
la mayoría están alineadas alrededor de
una plaza cubierta de césped y de forma
cuadrangular. La iglesia ocupa el punto
más alto de la plaza, es chica y cubierta
de paja como las casas.”
Algunas personas mantienen vivos
relatos, percepciones y hasta senti-
mientos de pérdida, de orgullo herido
como descendientes de un pueblo que,
dicen, fue arrasado, quemado, y aún,
sistemáticamente saqueado. Pero asi-
mismo sabemos que ese pueblo chico,
fue cabeza de una región importante y
como tal tuvo su lugar en la Sala de Re-
presentantes (1825). Posteriormente y
ya oficialmente desaparecido el pueblo,
vinieron sucesivas misiones autorizadas
a realizar búsquedas en el sitio; hasta
mediados del siglo XX también vinieron
buscadores de tesoros, supuestamente
pertenecientes al acervo nunca encon-
trado del poblado de Víboras. Recreación de una pulpería antigua. Foto: Federico Estol.
El sitio arqueológico tiene la apa- ron fuego. Yo no sé, mire eso... ¡¿por qué La moneda de 1775 que la encontré en
riencia (a priori decepcionante) de una le prendieron fuego?! un pedacito de chacra que sembraba
colina o loma sobre la que cíclicamente “... a él [Roselli] le habían dicho, re- avena, me acuerdo que la veía brillar y
se realizan trabajos agrícolas. A simple petía lo que le habían manifestado que eso me causó curiosidad, me acerqué y
vista, solamente el monolito con placas en el momento que se hizo el traslado de era la moneda…”
recordatorias, colocado allí por iniciati- parte de los habitantes del lugar hacia “… Y un domingo de mañana, me
va de vecinos y descendientes de “vi- Carmelo, parte hacia lo que fue Palmira, acuerdo siempre, llegaron en un auto
boreros”, nos remite al pueblo y al es- que iban incluso mujeres, niños, senta- negro precioso, este..., dos señoras,
cenario del que formaba parte. Y en ese dos sobre cueros, y esos cueros eran con unos sombreros así, chofer, un auto
sentido, tenemos que saber que ya sea arrastrados por caballos...” inglés, y eran las Massilotti, que anda-
haciendo excavaciones arqueológicas, “... La gente que tenía recados, cha- ban preguntando por el pueblo de las
como abriendo el tema en las memo- peados de plata y oro, ¿qué iban a ha- Víboras. Nosotros les dijimos, les dimos
rias -sometiéndolo a interrogantes sis- cer con eso?, si eso era pesadísimo el las indicaciones, y este..., fueron, por-
tematizadas-, estamos interviniendo en recado de los caballos, bah, era plata y que ellas habían andado buscando en
TRADICIONES RURALES
lugares muy sensibles, donde se activa oro, todo, y lo echaban a los pozos de Montevideo, en el Cementerio Central...
el juego social de las reivindicaciones balde,... siempre se acordaba de eso mi ¿En qué año fue eso?... Ellas fueron a
identitarias en base a patrimonios y a abuelo... porque para venir con ellos las buscar porque decían que había un te-
la proximidad del tiempo mítico de los leguas que vinieron no podían, los trajo soro en el pueblo de las Víboras. Y no
orígenes... a pie él [Artigas]... sé, ellas fueron y preguntaron por don-
Las entrevistas extensas, a veces en “... Bueno eso se sabe está en todos de podían entrar, nosotros les dimos las
más de una sesión, se realizaron a doce los libros de Historia, de que la gente se indicaciones, fueron y miraron, y des-
personas, la mayoría hombres de entre volvía, la gente la trajeron para acá [Car- pués no supimos más nada de ellas...”
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75 y 92 años. Nos permitieron llegar al melo], pero no querían venirse de allá, y (entrevistas, Carmelo 2002).
tiempo en que el pueblo estaba en pie y después fue que lo prendieron fuego al
no sospechaba que sería materialmente pueblo, la gente no se quería venir... Y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
borrado del mapa. Es contundente su no sé, eso si que no sé, quién lo prendió
permanencia como parte de un sentir fuego... en el año que los trajeron. BARRIOS PINTOS, Aníbal (2000). Historia
viborero, en las historias en las que pla- “[Indios] guaraní yo creo; me hacía de los Pueblos Orientales. Tomo I. Mon-
nean interrogantes, misterios. el cuento mi madre, mi madre tenía tre- tevideo, Academia Nacional de Letras.
“... El pueblo se dedicaba a la gana- ce años... A veces [el indio] se peleaba LARRAÑAGA, Dámaso Antonio (1968).
Diario del Viaje de Montevideo a Paysan-
dería, y también sembraban algo, sí. Pero con mi bisabuelo, porque lo celaba con dú. Montevideo, Arca / Editores Reuni-
se hizo muy poco el pueblo; cuando me- la mujer... dos. Enciclopedia Uruguaya, Nº 2.
dio se quiso hacer lo prendieron fuego... “Mire, tengo una moneda, que la ha- ROSELLI, F. Lucas (1969). “Metalurgia
“... Porque a ese pueblo lo prendie- llé en el campo mío..., es del año 1775... Colonial en «Las Víboras»”. En: Colección
“Los Departamentos”, Nº 14, Colonia,
Montevideo, Nuestra Tierra, pp.18-19.
VADELL, Natalio Abel (1955) Anteceden-
tes históricos del antiguo puerto de Las
Vacas (El Carmelo), del extinguido pueblo
Las Víboras y de la “Calera de las Huérfa-
nas”. Buenos Aires.
PASAJES EXTRACTADOS DE
TRADICIONES RURALES
Vestido de paisano, con ‘bombacha’ ro personal ante DICOSE (Dirección de niatos asados, pan casero y a los pos-
de campo, de sufrido y descolorido color Contralor de Semovientes, dependiente tres, la sorpresa: pasteles de hojaldre.
marrón, calzaba impecables alpargatas del Ministerio de Ganadería, Agricultura Esto último confesó, también a los pos-
blancas –raro color para el lugar–, ca- y Pesca), que es como el número de su tres entre risas, habían sido mandados
misa de mangas largas celeste, reman- cuenta bancaria. En vez de contar plata, a hacer con una vecina. Reciprocidad
gadas hasta los codos, con una boina cuentan ganado. “Semovientes” es el de gesto, todavía muy presente y rasgo
vasca negra en la cabeza, y en actitud cultural fuerte aún en la ruralidad.
orgullosa de no apercibirse, ni interesar- Los servicios esenciales, que el Es-
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le la presencia de extraño alguno. Para tado debe a sus ciudadanos y sin los
la ubicación estadística, Pepe sería sim- cuales no se concibe el bienestar y el
plemente, un hombre adulto mayor, de goce de la vida, no existen en la vida
65 años, trabajador rural, peón de cam- cotidiana de Cardoso más que desde su
po de las “estancias” vecinas al pueblo ausencia. No se cuenta con energía eléc-
y algunas no tan cercanas. trica, con todas las consecuencias que
También me aclara que no duraba su carencia apareja, tales como falta de
mucho en los trabajos, en la medida refrigeración, calefacción, iluminación,
que su espíritu rebelde erosionaba la comunicación –radio o televisión- y no
relación laboral. Foto aérea de Cardoso Grande. Fuerza Aérea (1966). hablemos de tecnologías todavía para el
“Soy un paisano muy mal arreado”, medio exóticas, como la computación.
dice riéndose, metáfora campera, por nombre técnico que se aplica a todos Se suma la inexistencia de todo medio
comparación con el ganado poco do- los “bichos”, vacunos, lanares, yeguari- de transporte público, con directa con-
mesticado, difícil de conducir en modali- zos, cerdos y otros. secuencia en la economía doméstica.
dad de arreo o tropa. Un episodio muy enriquecedor vivi- La simple lectura de un diario de tira-
Es propietario de ovejas, más de un do con Pepe, y que hizo crecer vínculos je nacional o departamental es un suceso
ciento, son su capital, “son mi alcan- de mutuo respeto, se construyó en ca- extraordinario. El agua está disponible
cía” diría jocosamente, significando que balgatas –“campereadas”, diría–, rea- a través de canillas en la vía pública, y
son una forma de ahorro para las malas lizadas juntos por toda la zona (…) En de éstas funcionan dos. Es obtenida de
épocas. Estas forrajean libremente en lo juego dialéctico: el yo “criollo” y el otro la napa subterránea desde un pozo semi-
que fueron las antiguas calles y caminos “pueblero”. La identidad rural “varón” se surgente. O.S.E. controla su potabilidad.
cercanos al pueblo, hoy convertidos en apoya mucho en los símbolos que suelen En el imaginario criollo gauchesco,
campo abierto. También posee algunos asociarse con el “gaucho”: virilidad geni- potente en el escenario rural de Cardo-
novillos (vacunos machos castrados) en tal incuestionable, honor, valor personal, so, prevalece una suerte de sincretis-
régimen “de pastoreo”, modalidad en la desprecio por la muerte, machismo, es- mo. Todo tipo de creencias antiguas,
cual se paga una anualidad en dinero al píritu libertario, etc. Pepe se siente muy venidas, traídas y llevadas desde el
dueño del campo “por cabeza” de animal. cómodo significándose a sí mismo desde folklore en cualquiera de sus formas. El
Tiene mucho cuidado con la documen- esa identidad. Riéndose decía, cuando se cancionero popular, que acude en lo te-
tación que acredita la propiedad de los tocaba el tema: “lo que pasa es que yo mático a lo criollo, abunda en ejemplos
animales: “ese es un tema muy delicado, he comido mucho huevo de toro”. Es una cuyo origen quizás se deba buscar en la
Mujeres con traje tradicional en la Laguna de las
lavanderas (Tacuarembó). Foto: Federico Estol.
memoria del universo mágico religioso siasmo en Paso de los Toros, de donde
de lo indio y lo español, con “mandin- también saldrían vehículos.
ga” aún en boca y espíritu de muchos, De los viajeros, treinta y dos descen-
en donde el más allá está habitado por dían por línea paterna del mismo apelli-
“almas en pena” que una y otra vez do. En Pueblo Centenario (Durazno) y en
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regresan, poblando de fantasías y de Paso de los Toros, se unirían otros gru-
miedos a la nocturnidad. Puedo dar fe pos. Este regreso de personas tan hete-
de ello al escuchar de boca de Pepe, rogéneas en edad, género, profesiones,
desde la más absoluta imperturbabili- esperanzas y propósitos de vida, hacían
dad, sorprendentes relatos de “luces del episodio un algo extraordinario des-
malas”, de “almas en pena”, de mis- de la memoria de sus historias persona-
teriosas “tropillas de caballos negros les ligadas a ese imaginario.
y troperos fantasmas” que se esfuman No es fácil describir nuestra llegada
y desaparecen, de “mujeres hermosas, a las nueve de la mañana, recibidos en
de largos cabellos negros y livianas y el frente de la escuela por sus quince
trasparentes túnicas blancas”, montán- alumnos, portando un cartel con la le-
dose en ancas “en las noches y extra- yenda: “Bienvenidos cardoceros!”
viando para siempre a caballo y jinete”. Me costó despedirme cuando llegó
Con toda seriedad me alertó una noche, la hora del retorno.... Todavía con algo
de las primeras en que compartimos de luz al salir por el camino de balastro,
asado y cena: a mi compañero de asiento, Freddy,
“pa´ que no lo tome de sorpresa cardocero, le brotaron desde el alma
– ahí enfrente, avenida por medio, hace las palabras,
muchos años ‘mataron mal’ –por la es- “nací y me crié aquí, hasta los veinte
viejo, quiero venir más seguido. Sirvió
palda– al comisario del pueblo. Cada años aquí en Cardoso, en esa estancia,
venir. Me voy triste pero tranquilo. Nos
tanto, por las noches, anda por ahí en ahí en El Arazá, con menos de diez años,
vamos a ver de nuevo, si Dios quiere.”
pena y se le oye quejarse”. me ganaba mis pesos pelando marlos y __________
Tiempo después “me participaron” de desgranando maíz. Casi todos mis her-
un festejo a realizarse en Cardoso Grande manos, menos los chicos, éramos un lote, PASAJES EXTRACTADOS DE
con motivo de conmemorarse los 108 hicimos lo mismo. Había que arrimar para
años de la Escuela. Se estaba organizan- la olla. En todas estas estancias alrede- Julio Viana, “Cardos(z)o Grande de Tacuarembó.
Etnografía de un pueblo que quedó sin luz”. En:
do un viaje en ómnibus contratado desde dor de Cardoso dejé mi sudor. Hice de
Anuario de Antropología Social y Cultural en Uru-
la ciudad de Las Piedras –Canelones– en todo un poco. Me da pena ver cómo está guay, 2007, pp. 103-123. Versión completa en
donde residen varias personas nacidas mi pueblo. Pero si ahora demoré como http://www.unesco.org.uy/shs/fileadmin/templa-
en Cardoso. También había mucho entu- treinta años en volver, ahora que estoy tes/shs/archivos/anuario2007/articulo_08.pdf
El trabajo con la caña de azúcar
tiene su historia de luchas
sindicales
Bella Unión. Ubicación: en la zona ben los hombres que trabajan en la zafra social del trabajador cañero. Tramado en-
oeste del departamento de Artigas. Po- por su similitud con el tatú. Como este tre la mítica revolucionaria y la estigma-
blación aproximada: 13.538 habitantes. animal de la zona, los zafreros caminan tización, hoy, el término nativo “peludo”
Fundación: por Fructuoso Rivera, en encorvados sobre la tierra, ennegrecidos no sólo contiene extensivamente a las
1829 (repoblada en 1853). Distancia por la melaza adherida a la piel después familias de los cortadores. También da
con respecto a la capital departamental de cortar la caña quemada. Las terribles cuenta de un complejo heterogéneo que
y/o centros poblados mayores: 638 km. condiciones en las que los “peludos” lle- incluye: la actividad sindical en la UTAA;
respecto de Montevideo, 135 km. res- vaban a cabo la zafra impactaron la sen- la interlocución permanente con agentes
pecto de Artigas. Producciones más im- sibilidad de quienes, decididos a cues- estatales; la militancia política alternada
portantes: cultivo y procesamiento de la tionar la representación del Uruguay en agrupaciones políticas –en aparien-
caña de azúcar, cultivo de arroz, vitivini- como “la Suiza de América”, volvieron cia ideológicamente opuestas– a uno y
cultura y horticultura. Establecimientos su mirada al campo. otro lado de la triple frontera territorial; la
Agroindustriales (principales fuentes de En el año 1961, la creación de la inscripción fluctuante en diversas deno-
ingresos): CALNU, CALAGUA, GREEN- Unión de Trabajadores Azucareros de minaciones del pentecostalismo en Uru-
TRADICIONES RURALES
FROZEN S.A. y CALVINOR. Artigas (UTAA) y el rol que asumió en guay y Brasil; la adscripción a prácticas
A diferencia de otros sistemas de este sindicato Raúl Sendic –futuro fun- y ritos afro-brasileros; el trabajo temporal
plantación que ya fueron objeto de estu- dador y máximo referente del Movi- en las arroceras del sur de Brasil, en la
dios antropológicos en América Latina, miento de Liberación Nacional-Tupama- construcción en la ciudad de Montevi-
la producción de caña de azúcar en Bella ros (MLN-T)– reforzó, especialmente en deo, Punta del Este, o el ingreso al Ejér-
Unión no es consecuencia del sistema la representación de las clases medias cito; la compra casi diaria de artículos de
colonial europeo, sino parte del proceso montevideanas, la asociación del térmi- consumo en Argentina y/o Brasil para su
que siguió Uruguay para insertarse en el no “peludo” con las luchas sindicales y reventa en Bella Unión y el consumo co-
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mercado capitalista, a mediados del si- políticas en los años 1960 y 1970. Du- tidiano de diversos productos culturales
glo XX. Tal como indican en sus trabajos rante la dictadura, la UTAA fue proscrip- brasileros y argentinos privilegiados por
María Inés Moraes y Yamandú González ta y Bella Unión se transformó en una de sobre los uruguayos.
Sierra, fue en 1940 cuando el Estado ex- las zonas más militarizadas del país. Engendrado en una “situación de
perimentó por primera vez este cultivo El largo proceso hacia la democratiza- frontera”, según la expresión de Otávio
en Bella Unión. Desde entonces, el tér- ción que sigue Uruguay desde 1985, las Velho, el término “peludo” excede el cri-
mino “peludo” se utilizó en Bella Unión disputas generacionales que tienen lugar terio laboral para abarcar nuevas expe-
para designar a los trabajadores zafrales en la reorganización del sindicato y la re- riencias, sentidos y prácticas sociales.
uruguayos, argentinos y brasileros em- tracción de la industria azucarera urugua- El sujeto social “peludo” parece cons-
pleados en las “chacras” productoras de ya parecen impulsar nuevos sentidos y truirse en los cruces, pasajes, tránsitos
azúcar. “Peludo” es el nombre que reci- prácticas sociales que redefinen el sujeto y mezclas de lo moderno y lo tradicional
(de la cultura, la política y la religión)
para interrogar, en el mismo movimien-
to, las distinciones que propone el bino-
mio. Esta perspectiva, siguiendo a los
teóricos de la “nueva ruralidad”, revisa
la oposición campo/ciudad como reali-
dades espaciales y sociales disconti-
nuas, así como la definición de lo “rural”
por la escasez, la falta y el atraso.
Explorar etnográficamente el término
“peludo” a partir de los tránsitos y los
pasajes entre distintos órdenes de la ex-
periencia es uno de los objetivos del tra-
bajo. Si estos pasajes y tránsitos derivan
en hibridaciones que guardan lugar a di-
Foto: Sebastián Flores.
volver– acerca del Uruguay, un país en el GONZÁLEZ SIERRA, Yamandú (1994) Los olvi-
que según las estadísticas nacen tantas dados de la tierra. Vida, organización y luchas
de los sindicatos rurales. Montevideo: FESUR-
personas como las que emigran? ¿De qué
10 CIEDUR-Nordan Comunidad.
modo ingresa este sujeto social en las GRIMSON, Alejandro (2002) Los flujos de la
narrativas de una Nación que, desde co- fronterización. Una etnografía histórica de la
mienzos del siglo XX, hizo de su proyecto nacionalidad en Uruguayana (Brasil) – Paso
civilizatorio su distinción en el concierto de los Libres (Argentina). Disertación Doctoral.
latinoamericano e internacional? Brasilia: UFB.
MERENSON, Silvina (2004) “Peludos, caramelos
Dar respuesta a los interrogantes re- y sucedidos”. La incorporación del campo y los
quiere de una presencia prolongada en trabajadores rurales en la construcción de un pa-
el campo que permita realizar, en térmi- sado para la militancia tupamara montevideana.
nos de Grimson, “una antropología en la En: La lucha armada en Argentina 1(1).
frontera y de la frontera”. En este caso, MORAES, María Inés (1992) Bella Unión: de la
la observación participante como herra- estancia tradicional a la agricultura moderna
(1853-1965). Montevideo: Ediciones de la Ban-
mienta de recolección de datos abarca da Oriental.
la interacción con las personas que inte- VELHO, Otavio, (2004) El cautiverio de la Bes-
gran este sujeto social, así como con el tia. En: Gustavo Lins Riveiro, Pablo Semán,
resto de los actores que toman lugar en Alejandro Grimson Antropología brasileña con-
los cruces, pasajes, tránsitos y mezclas temporánea. Contribuciones para un diálogo
latinoamericano. Buenos Aires: Prometeo.
que definen su pertenencia. Se trata, en-
VIDART, Daniel (1969) “Tipos humanos del
tonces, de “ver, oír y escribir”. campo y la ciudad”. Colección Nuestra Tierra.
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mundo rural na sociedade brasileira. CLACSO. articulo04_18.pdf
Fechas marcadas en el
calendario: las Sociedades
Criollas como protagonistas
Para hacer comprensible al lector el ello, las Sociedades Criollas de la región
marco general de la puesta en escena es tienen un lugar protagónico, y se apo-
necesario presentar las características ya una disciplina artística expresiva en
de la Fiesta de la Patria Gaucha. Su rasgo particular: la música del género ‘folklore
más concreto es su circunscripción espa- regional’. El análisis de los fundamentos
cio-temporal: se realiza ininterrumpida- expuestos para implementar estos dispo-
mente desde su creación en 1987 hasta sitivos revela cómo ello no es un fin en
la actualidad en la ciudad de Tacuarem- sí mismo, sino que se enmarca en una
bó, capital del departamento homónimo vaga formulación proyectiva en términos
a poco más de 300 km al norte de Mon- de modernidad y progreso a la que se
tevideo. Se desarrolla en un mismo es- desea acceder, y para lo cual el turismo
pacio físico –un parque municipal– cuyo y la identidad cultural se perciben como
nombre oficial es “25 de Agosto”, pero es “motores” y “ejemplos”. Esta proyección
más conocido por el de “Laguna de las construye la noción de un “nosotros” y
TRADICIONES RURALES
Lavanderas”. Ocurre en un mismo mo- sostiene la(s) noción(es) de “patria gau-
mento del calendario: la segunda semana cha” que postula la existencia de una
de marzo. Su tiempo de duración se ha nueva comunidad imaginada, la “patria
extendido progresivamente de tres a cin- gaucha” o “Gauchería”, que tiene por epi-
co días, si se tiene en cuenta solamente centro y capital a Tacuarembó.
el tiempo oficial de la Fiesta de la Patria Para el desarrollo de la fiesta, los or-
Gaucha y no los preparativos. ganizadores convocaron a 14 Socieda-
Lo segundo inmediato a resaltar es des Criollas a una competencia general
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uno de sus rasgos más “personales”: en un conjunto de pruebas puntuables
su multidimensionalidad, manifiesta en por el “gran premio Fiesta de la Patria
las múltiples actividades que bajo su Gaucha”. En el accionar conjunto de
invocación se realizan. La Fiesta de la estas Sociedades Criollas, acaparando
Patria Gaucha es a la vez un espacio de el primer plano de la escena, se cons-
diversión y entretenimiento (“fiesta”); un tata una política cultural autónoma del
espacio de reafirmación de una identidad proyecto anterior, que tiene como ob-
cultural históricamente subalterna den- jetivo central la reproducción y -en lo
tro de la cultura nacional (“gaucha”); un posible- la ampliación de una identidad
espacio “natural” de expresión del ritual cultural particular: la cultura ganadera
cívico nacionalista (“patria” en el sen- tradicional del campo y de pequeñas
tido nacionalista clásico uruguayo); un localidades de esta zona del país. Esta
espacio, donde, por momentos diferen- proyección utiliza dos dispositivos bási-
ciándose de esto último, se expresa tam- cos de reproducción patrimonial imple-
bién una proyección etno-nacionalista en mentados para cumplir con su objetivo
clave regionalista (“patria gaucha”); pero principal: los denominados “Fogones” y
también es un espacio de proyección las “pruebas de campo” del Ruedo.
regional supranacional (“patria gaucha” Por último, la Fiesta de la Patria Gau-
más allá de las fronteras nacionales ac- cha es la expresión sociocultural de la re-
tuales), de competencia “deportiva”; de gión, del centro-norte uruguayo contem-
control de la cultura popular, de platafor- poráneo –la metáfora del espejo puede
ma política local, últimamente de expan- ser válida aquí–, de lo que en parte es y
sión del capital... y es también la confusa Fotos: Alvaro de Giorgi. de lo que aspira a ser. En tanto expresión
suma de todos ellos, llevándose a cabo, de la región, de la cultura etnográfica de
en el acotado espacio-tiempo en que se la región, al recorrerla, es constatable la
monta la fiesta cada año, una construc- presencia de población afro-uruguaya, o
ción y reconstrucción constante de múlti- ¿debería decirse afro gaucha? La mayoría
ples fronteras del sentido. de las Sociedades Criollas posee uno o
Su principal objetivo es la promoción más integrantes “gauchos negros”. Tam-
de una identidad cultural regional. Para bién puede observarse en los “gauchos”
Bailando “el pericón”
con vestimenta tradicional.
Foto: Federico Estol.
concurrentes individualmente, sin perte- te, el segundo un integrante de las So- Se trata del Altar Criollo que es descrito
nencia a Sociedades Criollas. A ello se ciedades Criollas, recayendo cada vez así por los Organizadores:
suma la población afro-uruguaya no “gau- en algún destacado jinete.
cha”, concurrente como público general Pero este acto compartido, co-con- “ALTAR CRIOLLO. En un rincón del
o como trabajador o población urbana de ducido, tiene un complemento, un apén- predio, desde el año 1994, existe un
la región a la Fiesta de la Patria Gaucha. dice –a partir de 1994– exclusivamente altar, ideado por el Arquitecto Hugo Pe-
El acto simbólico de consagración dedicado/protagonizado por uno de los reda, inspirado en los tipos de piedra
de este acto inaugural del nuevo-eterno actores: los Organizadores. Se trata de que componen el suelo de nuestro Ta-
tiempo de activación de la Fiesta de la un mini-ritual denominado Izamiento de cuarembó, estilizando en la base, el ho-
Patria Gaucha es compartido por los dos Pabellones en el Altar Criollo, que se rizonte del departamento y en la altura al
actores protagónicos. Tanto la Comisión prolonga como continuidad dentro del ri- Cerro Batoví, símbolo central del escudo
Organizadora en pleno y el Intendente tual particular (Inauguración en el Ruedo departamental. Allí se realizan los home-
Municipal con su discurso, como las y Altar Criollo) de apertura del gran ritual najes perennes e izamiento de pabello-
Sociedades Criollas con su impactante (la Fiesta de la Patria Gaucha). Esto ocu- nes de los países participantes.”
TRADICIONES RURALES
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Familia campesina oriental, grabado anónimo publicado en el folleto de Hilario Ascasubi “La encuetada ó los gauchos y la intervención en el Río de la Plata”,
Montevideo 1848. (Biblioteca de Juan E. Pivel Devoto). Fuente: “Revista histórica”, tomo XXVIII, julio 1958, lámina XXXI.
Momento de “las relaciones” en “el pericón”
(izquierda). Pareja bailando “el pericón” (derecha).
Fotos: Federico Estol.
TRADICIONES RURALES
tales como el indio o la mujer rural. Ello Gaucha, 1999). Creemos que ello dice
se efectúa generalmente mediante la mucho respecto del lugar de esta mino-
modalidad de homenaje estableciéndo- ría cultural, en un marco de otredades
se algún tipo de reconocimiento formal que está en redefinición en la región y
a figuras individuales entendidas como en el conjunto del país todo.
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Una familia oriental, fotografía de fines del siglo XIX (Museo Histórico Nacional).
Fuente: “Revista histórica”, tomo XXVIII, julio 1958, lámina XLV.
2 ACERCA DE LAS REPRESENTACIONES
DE LO RURAL
PABLO ROCCA
Departamento de Literaturas Uruguaya y Latinoamericana
Sección Archivo y Documentación del Instituto de Letras / FHCE / UDELAR
TRADICIONES RURALES
envolvimiento natural de la poesía «pa-
yadoresca», que luego de formarse de
una simbiosis del cancionero tradicional
hispano-portugués y de las canciones
indígenas, viene a desembocar en la
poesía «gauchesca» a raíz de la toma de
conciencia nacional”.
La primera posición necesita de un
ajuste: mucho más aún que la atracción 15
por un habla campesina, el escritor de la
ciudad pudo sentir el desafío de explorar
las posibilidades creativas de un campo
lingüístico que se desvía de la norma y
al que controla a través de un proceso
de “traducción” o, mejor, de traslación
de formas y aun de intertextos europeos.
De algo de esto se dio cuenta Juan María
Gutiérrez tempranamente, cuando indicó
–siempre tratando de hallar los contor-
nos precisos de una literatura argentina,
Carlos González, “Don Miguelón”, xilografía sobre papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”.
es decir, encerrando la expresión poética
en el círculo nacional– que el “cielo” nace
“frecuentemente en el corazón de las ciu-
cana, nacional o faccional), de la identi- simple capricho, pero en esa beatifica- dades y proced[e] de padres instruidos
dad criolla en oposición a lo gringo. ción o, por lo menos, en esa estimación y cultos”. Aunque la segunda posición
Mucho se ha indagado sobre el ori- del gaucho como tipo humano regional o parece esencialista y por lo tanto bas-
gen del término “gaucho”, mucho se ha incluso nacional, en Argentina y Uruguay tante descartable, no obstante hay que
escrito sobre las peculiaridades de este y en la “personalidad” de Rio Grande do reconocer que la influencia de la oralidad
tipo humano escurridizo y definitivamen- Sul en el seno de su gran país, la literatu- condicionó mucho más la poesía sulrio-
te muerto por obra de la modernización ra gauchesca cumplió un papel decisivo. grandense que la rioplatense, esta última
capitalista, que avanzó sobre nuestra re- Los eruditos trabajos de Ricardo Rodrí- notoria e irrefutablemente pautada por la
gión hacia la segunda mitad del siglo XIX. guez Molas aclararon el punto. escritura que permeó los textos.
“Não ha de ser por um simples capricho Hay dos tradiciones en debate so- Como sea, importa definir dentro de
de letrados ou transfiguração literária, bre la génesis y el desarrollo de la gau- qué campo se entiende la noción de gau-
que a palavra gaúcho perdeu o primitivo chesca: chesca que se maneja aquí. La distinción
sentido (negativo de ladrão), para reves- 1º) La que indica que el letrado ur- fuerte en el Río de la Plata entre “poesía
tirse de outro, francamente encomiás- bano se deja seducir por el habla criolla, gaucha” (con el tiempo reconvertida en
tico”, señaló Augusto Meyer. No fue un con la que busca, a través de la invención “poesía payadoresca”) y “poesía gau-
chesca”, que podría desplazarse también que hace como que la toma prestada del
al territorio sulriograndense (donde suele pueblo y hace como que la devuelve al
distinguirse entre “poesía oral” y “poesía pueblo, muchas veces situando el discur-
gauchesca”), carece en el caso riopla- so en boca de un personaje, que es un
tense de cancioneros y otros repertorios gaucho de papel. El habla del género tiene
populares, si se piensa en el siglo XIX o una relevancia tal que lo separó drástica-
en la mayor parte del mismo. Sólo el ím- mente de las prácticas literarias “cultas”
probo esfuerzo de Lauro Ayestarán –con- o “castizas”, cosa que en Hispanoaméri-
tinuado por Coriún Aharonián– y algunas ca generó un conflicto teórico decisivo ya
pesquisas de Ildefonso Pereda Valdés, en el siglo XIX. Por eso algunas composi-
han permitido hallar algunas equivalen- ciones “gauchipatrióticas” de Bartolomé
cias líricas en manifestaciones musicales Hidalgo son admitidas en las primeras Juan Manuel Blanes (1830-1901), “El baqueano”,
1875, óleo sobre tela. Tomado de The Art of Juan Manuel
criollas, en la forma de la cifra, el estilo y compilaciones poéticas, tanto las que se Blanes, Buenos Aires - Nueva York, Fundación Bunge y
la milonga. No sucede esto en Rio Grande hicieron en Buenos Aires (La Lira Argen- Born y American Society, 1994, pág.19.
TRADICIONES RURALES
TRADICIONES RURALES
secuencia, una crítica a las violencias e
incapacidades del criollo para hacer su
propia patria. Es esta la razón principal,
y uno de los puntos fundamentales, que
lleva a los letrados de la primera mitad
del siglo XIX a tener una visión dividida
sobre la gauchesca. Los interlocutores
del “Diálogo patriótico interesante” se
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lamentan, en 1821, por el estado gene-
ral de la campaña, en el que ha quedado
después de incesantes e infructuosas lu-
chas. Es un discurso angustiado el de los
dos gauchos, a la vez que tranquilizador
de las pasiones bravías y, por encima de
todo, civilizador.
Será en esta vertiente que muchos
letrados de las ciudades-puerto admitirán
la inserción del género como una eficaz
arma de combate, de más fácil o mejor
penetración en los oídos de un pueblo,
por lo demás analfabeto, al que se pre-
tendía llegar con un lenguaje que le era
familiar –aunque no fuera el suyo– yendo
de la letra al canto, es decir invirtiendo
el recorrido propuesto por la tesis que
podríamos llamar “populista”, antes des-
crita. Ilustra esta variable del “uso letrado
de la cultura popular”, según definición
de Josefina Ludmer, la composición anó-
nima –aunque atribuida a Ascasubi– ti-
tulada “Recuerdos gauchi-patrióticos
tenidos por los paisanos Ramón Contre-
ras y Fernando Chano, en las trincheras
de Montevideo el 25 de mayo de 1844”.
El autor se apropia de los personajes de
Carlos González, “Viejo Tropero”, xilografía sobre papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”.
Hidalgo (apenas cambiándole el nombre
de pila al segundo: Fernando en lugar de
Jacinto) y, con idéntica estructura y dic-
era nuevo, y se han divulgado algunos apoyo y hasta su sangre por la libertad y
ejemplos aparecidos entre 1823 y 1825. la causa justa de esta tierra.
Pero la peculiaridad de este diálogo es Desde la otra trinchera, en el Cerrito,
que convive con otras composiciones numerosos poemas impresos también en
“cultas”. Los personajes apelan en este hojas volante se ceban en un violento len-
diálogo de 1844 a todos los lugares co- guaje contra los prohombres de la Defen-
munes de la gauchesca (elogio del caba- sa, especialmente contra el “pardejón”
llo, degustación del mate, minucias de la Rivera, epítome de todos los vicios y las
vida cotidiana) y concluyen por hacer una traiciones a la patria. Y en sintonía con la
exaltación de la revolución de Mayo de doctrina oficial elaborada por El Defensor
1810, pasando por la lucha antiespañola de la Independencia Americana, los gran-
y el consiguiente desprecio a la “galle- des valores se encarnan en Oribe y en su
gada”, para concluir con la invocación aliado Rosas debido a su condición de
de las identidades argentino-uruguayas “Americanos”, que resisten el embate de
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como un conglomerado contra los “tira- los traidores manejados por los extranje-
nos” (Rosas y Oribe). ros, los gringos. La muestra más acabada
En cuanto objeto lírico-narrativo con y feroz de los poemas que se han difundi-
finalidades políticas, de a poco el texto do concurre en “Invitación de un sitiador
gauchesco pasa a cargarse de una sig- Argentino al salvage unitario arrepentido”
nificación que venía prefigurada por la que, como todas las piezas de su espe- Carlos González, “La Doma”, 1938, xilografía sobre pa-
ansiada idea de “originalidad” –idea ro- cie, está presidida por el doble lema “Viva pel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel
Blanes”.
mántica, por lo demás– y a convertirse la Confederación Argentina!!/ Mueran los
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en dispositivo propulsor de lo tradicional salvages unitarios!”, en la que en segun-
criollo, identificado, como lo será durante da persona se canta y cuenta un “cielito”
décadas, con el universo campesino y su en honor a los dos jefes, contracaras de
habla. Por eso en el corpus gauchesco los “gringos bribonazos”.
la figura del extranjero será un elemento Treinta años después, en el apogeo
disonante a la cual, por contraste con lo de la gauchesca, el “estrángis” vuelve a
autóctono, se tenderá a disminuir cuando ser descalificado, ahora con este vocablo
no a degradar. Pero si las alianzas políticas genérico. Con todo, en esta instancia, en
circunstanciales lo exigen, los discursos los poemas más destacados (Los tres
cambian de estado. Cuando hacia 1840 gauchos orientales, de Antonio D. Lus-
en Uruguay se perfilaron los dos bandos, sich y El gaucho Martín Fierro, de José
se produjo en el interior del género una Hernández, los dos de 1872) las diatribas
diferencia atractiva con el lado occiden- feroces caen sobre el “gringo o nación”
tal del Río de la Plata. La “Guerra Gran- (el italiano) y, en particular sobre el na-
de” comprometió la participación a favor politano. El uso del sustantivo “gringo”
de la divisa colorada, en Montevideo, pasa a ser privativo del italiano. Puesto
de un altísimo porcentaje de franceses que, como subraya Lauro Ayestarán, una
e italianos, comandados por Giusseppe dinámica “razón de dialéctica política
Garibaldi, además de la intervención de preside esta literatura”, el despreciado Carlos González, “Galpón”, 1938, xilografía sobre pa-
los Estados inglés y francés en su apoyo. extranjero ya no es el enemigo imperial, pel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Manuel
Blanes”.
En el único largo texto gauchesco de esta sino el agente de disolución de los valo-
época que conocemos, datado en 1843, res del país criollo, en momentos en que
favorable a Fructuoso Rivera y la Defensa la población de Montevideo y de Buenos
de Montevideo, se ataca a Oribe en parti- Aires se divide casi en mitades, entre los
cular porque siendo “paisano” –en el con- nacidos en el país y los inmigrantes. Den-
texto: un nacional– se deja dominar por tro de estos últimos predominan los ita-
un ajeno, por lo demás tirano (Rosas) y, lianos, quienes por la época representan
al mismo tiempo, a los nacidos en otras el 20% aproximado de los habitantes de
tierras más remotas que la vecina Repú- cada una de las ciudades-puerto (Oddo-
blica se los integra y exalta porque dan su ne, 1966). Tan fuerte es el sistema que en
Uruguay el deseo de expulsar al italiano y política pasa, asimismo, por el cernidor que examina Raymond Williams en la
puede hallarse hasta en un poema de un de la fuerte homogeneización nacionalis- literatura inglesa de la modernización.
extranjero, quien abrazará la causa blan- ta, que se propicia desde innumerables Frente a esta tendencia que parecía teñir-
ca y, paralelamente, la triunfante ideolo- libros y folletos y desde publicaciones lo todo, vendrá, hacia 1939, la reacción
gía de este férreo nacionalismo. Se trata periódicas unidas de modo radical a es- de Juan Carlos Onetti en sus artículos del
del gallego José Alonso y Trelles (“El Vie- tas opciones estéticas e ideológicas, semanario Marcha, combatiendo todo lo
jo Pancho”): “¡Si estos gringos! ¡Ni que como las revistas El Fogón y El Terruño, que tuviera que ver con exaltación de te-
hablar!/ Pa vender, mezquinos de uña,/ que publicaron durante décadas exclu- lurismo, lección aprendida con fiereza por
Pero clavan... la pezuña/ cuando tocan sivamente literatura de asunto rural. De los críticos que lo continuaron hacia me-
a cobrar”. Con argumentos semejantes modo que si podría haber contigüidad diados del siglo XX que concluyó en una
el poeta tardogauchesco uruguayo Elías de las tradiciones también asiste, para- larga y prejuiciosa erradicación de todo lo
Regules contemporáneamente atacaba dójicamente, un autodespojamiento de que oliera a campo.
la política inmigratoria del gobierno. En- las particularidades de habla literaria ori- Antes, por 1920, en Uruguay el dis-
tonces, el gaucho ya puede mitificarse, ginarias a consecuencia de una presión curso criollista había triunfado. El proceso
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puesto que han quedado atrás los tiem- ejercida por una ideología y, sobre todo, es paralelo al de Argentina, como lo ha
pos en que servía de hueste al caudillo por la práctica de una técnica y por un probado Adolfo Prieto, aunque en el pe-
y se ha metamorfoseado en peón de repertorio bastante clausurado de proble- queño país siempre más tamizado por un
estancia, asalariado rural, soldado de lí- mas. La reproducción de una técnica y liberalismo radical que del lado argentino,
nea o en mero desocupado que engrosa de un código termina por cristalizar esta nunca llegó a traspasar la retórica, nunca
los cinturones de miseria en los centros práctica, convirtiendo en escritores de consiguió hacerse un sitio estable en la
urbanos pero que, todavía, no encontró ese circuito cerrado a quienes poco atrás vida institucional ni el imaginario colecti-
un canal de expresión de su previsible ni siquiera podían haber soñado con ese vo con el vigor que sí manifestó en esta
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rebeldía. Dos “cadenas”, dice Ludmer, destino. Es el caso de Alonso y Trelles y orilla. Los primitivos cromos de Juan Ma-
atan a la gauchesca desde sus orígenes para cambiar de nacionalidad de origen, nuel Besnes Irigoyen y, con mayor éxito
y se refuerzan en los años de madurez también el del político primero anarquista y respaldo, los cuadros de Juan Manuel
del género: el ejército y la ley. Ante estas y luego batllista, Domingo Arena. Se trata Blanes (sobre todo su serie “Los gau-
instituciones Hernández es el primero en de un italiano, que llegó a Uruguay hacia chitos”) tendieron un puente hacia una
resistirse en la “Ida” (1872), en cuanto 1875 siendo niño, que pasó apenas unos iconografía nacional identificada con este
piensa que desnaturalizan al criollo, lo meses en la frontera con Brasil, que de- sujeto mestizo que, en lo sucesivo, en-
apartan de la senda del trabajo rural y fendió el proyecto urbano y modernizador contrará otras formulaciones más moder-
hasta pueden transformarlo en “gaucho del batllismo, pero, pese a toda esta serie, nas –no necesariamente problemática de
malo”; mediante estos recursos la clase en su breve obra narrativa dominaron las los conflictos sociales– en la pintura de
dirigente procura domesticar al hombre historias de atmósfera rural. En efecto, en Pedro Figari o, más tarde, con una mira-
de la campaña, volverlo un obediente ser- los alrededores de 1880, se cristaliza lo da social más crítica en los grabados de
vidor del sistema. Con toda nitidez esta que Lauro Ayestarán llama “el movimien- Bernabé Michelena y de Carlos González,
aspiración se concreta en los artículos to del «memorialista»”, un proyecto que mientras que lo rural encontrará una den-
85, 86 y 87 del Código Militar uruguayo indaga en el ser nacional uruguayo, y que sidad cósmica en José Cuneo y, luego, en
de 1884 –promulgado en pleno gobierno se desarrolla en la simultánea labor del la pintura de Juan Storm, entre otros. For-
autoritario de Máximo Santos–, en los historiador Francisco Bauzá, en las cró- mas del nacionalismo musical asociado
que se insiste en el aseo del soldado, en nicas de Isidoro de María y en la tarea a la representación del universo campero
el envaramiento de su cuerpo y se pro- filológica de Daniel Granada. Y en el que se sintetizan, mejor que en ningún otro
híbe el uso de poncho o capote –salvo no está ajeno la reivindicación de la figu- ejemplo, en las composiciones cultas
expresa autorización de los superiores–, ra de José Artigas, paradigma, entonces, de Eduardo Fabini como “Campo” y “La
prendas a las que se sustituye por el uni- liberal para esas lecturas, prohijado en isla de los ceibos”. Y si es evidente que
forme reglamentario. el universo agreste. Cabría agregar que el tradicionalismo conservador interpretó
Es legítimo interpretar, como lo hace después de la larga condena al medio lo gaucho como una raíz y una esencia
Carlos Zubillaga, que en la orilla occiden- rural en la narrativa de la ciudad letrada, capaz de combatir, en cuanto discurso, la
tal del Plata el acriollamiento del gallego empieza a vigorizarse la columna de es- “descaracterización” nacional que avan-
Alonso y Trelles sea una especie de res- critores sobre la épica y las costumbres zaba con la llegada de los inmigrantes,
cate, en diferente escenario, de las fuen- criollas, construyendo desde la ciudad según el ejemplo de Regules, también se
tes campesinas de la poesía gallega en la una imagen del campo como espacio de bifurcó por el lado de la equiparación del
que se inició. Pero su conducta literaria referencia y de salvación. Es la pastoral extranjero con el “pueblero”.
Por ese tiempo, las vanguardias euro- mó “gauchismo cósmico”, operación que
peas le hicieron ver a los muchos ameri- consistía –como notó Borges antes que
canos que existía la posibilidad de reno- nadie– en “conceder preeminencia a [los
var las herramientas formales junto a la motivos camperos] que la leyenda no ha
expresión de temas locales. Del fundacio- prestigiado”. Algunos años después, por
nal realismo épico de un Eduardo Aceve- su cuenta Serafín J. García retomará la
do Díaz y del naturalismo de un narrador vieja dicción gauchesca cargándola de
como Javier de Viana se pasó, entonces, rebeldía y anulando toda traza partida-
a la prosa con imágenes de matriz ultraís- ria, sobre todo en Tacuruses (1936),
ta en algunos cuentos de Francisco Espí- mientras que Juan Cunha estilizará ese Carlos González, “Carrera del sapo y del avestruz”,
nola, Víctor Dotti y Yamandú Rodríguez, lenguaje, con la mediación de los poe- xilografía sobre papel. Col. Museo Municipal de Bellas
en las primeras novelas-testimonio de tas españoles de la generación del 27, a Artes “Juan Manuel Blanes”.
Justino Zavala Muniz o a la prosa seca, partir de El pájaro que vino de la noche
concentrada, metafórica de Juan José (1929) y, sobre todo, en el extenso poe- de la gauchesca, capitalizando lo que
TRADICIONES RURALES
Morosoli o de Santiago Dossetti o, por ma Sueño y retorno de un campesino hay de individualismo y de rebeldía en el
último, a la novela –de matriz realista (1951), hasta desembocar en el canto género, desde los cielitos de Hidalgo, que
social– sobre la explotación agropecuaria aguerrido e indignado de Palabra cabra le permite cerrar con una consigna nue-
de tierras y hombres de Eliseo Salvador desmandada (1971). va: “¡Viva la revolusión anarquista y la
Porta, Alfredo Dante Gravina y Asdrúbal Como se ve, la apropiación de lo gau- libertá de los gauchos!”. Como me lo hizo
Jiménez y, al fin, la visión algo carnava- cho y la elección del medio rural como notar Daniel Vidal, Cruzado –quien firma-
lizada en los cuentos de José Monegal, espacio de consagración no fue sólo pa- ba otros textos como “Crusao”– seguía
que se prolongan hasta su muerte (1968). trimonio de las prácticas discursivas tra- la línea de los “payadores libertarios” de
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En el campo de la poesía, el nativismo de dicionalistas. Aún en la plenitud de esta principios del siglo XX, como el argenti-
los veintes pareció profundizar esta trans- estrategia, un pequeño folleto de dieci- no Martín Castro, quien solía participar
formación formal. En una de sus notas nueve páginas titulado Carta gaucha. como recitador e intérprete en pic-nics
sobre Fernán Silva Valdés, Borges explica Escrita pa los gauchos, firmada por Juan anarquistas montevideanos en 1916,
mejor lo que se podría interpretar como Cruzado (seudónimo de Luis Woollands), con poemas de buena recepción general
ambiguo, porque los poemas camperos irrumpe como publicación anarquista en como “El tordo y el hornero”, o como C.
de Agua del tiempo (1921) le parecen no el año 1921, que declara haber tirado Berisso y Juan Medina, payadores revo-
sólo magistrales entre todos los que se nada menos que 20.000 ejemplares, que lucionarios asistentes habituales de los
hacen en lengua española, postula ade- se vendía a un peso y estaba vinculada actos libertarios.
más que la forma de cincelar sus imáge- al periódico La Batalla, que a su vez –se- Esa pelea, sólo para elegir dos ejem-
nes “no es el principio de un arte inédito, gún se indica en la modesta contraporta- plos claros, desde mediados de la década
sino la cristalización y casi la perdición da– estaba ligado a El Trabajo de Buenos del cuarenta alcanzará su cima otra vez
de otro antiguo”. Esto lleva consigo un Aires. Redactado en el más arquetípico en las representaciones narrativas adver-
corolario evidente y otro virtual: primero, lenguaje gauchesco, identificado con un sativas en la obra de un Julio C. da Rosa
Silva Valdés viene de la gauchesca pero yo-narrador que cumple con la conven- y de un Mario Arregui (más tradicional
a fuerza de metáforas nuevas le tuerce ción del simulacro oral dirigiéndose a un el primero, más inclinado a una flexible
el cuello; segundo, la novedad puede auditor-lector, antes de insistir en la dia- lectura materialista-dialéctica el segun-
agotar (y agostar) su propia estética en triba del imperialismo, la burguesía, las do), en tanto en el territorio del canto y
tanto singular, difícilmente propiciatoria fuerzas represivas del Estado, las guerras la poesía, en los años sesenta el pasado
de continuadores y segura fabricante de civiles que usan como carne de cañón que se asocia a lo campero será visto de
epígonos. Lo cierto es que algunos, como al paisano, empieza por concentrarse dos básicas maneras: como cristalizado
Silva Valdés o Pedro Leandro Ipuche, re- en la unión de la clase trabajadora. Lue- en tradición, ya sea en base a recobrar
dujeron al máximo las hipotéticas pecu- go dispara su alegato narrativo porque la pastoral (Amalia de la Vega, Santiago
liaridades del habla criolla para expresar sabe que es necesario apuntar directo Chalar o Tabaré Etcheverry, para seña-
caminos alternativos a la vieja retórica, al corazón del nacionalismo que se ha lar tres voces virtuosas, o los poemas
con un castellano europeizado con sal- apoderado, durante un siglo, de la ima- de Wenceslao Varela) o apelando a las
picaduras de coloquialismos camperos gen del criollo, empujándolo a la pelea por tradiciones partidarias (como lo hará
y en acuerdo a los nuevos aportes de la la divisa, por el caudillo, en favor de la Carlos María Fossatti en los setentas
vanguardia. A esto le llamaron, ellos mis- defensa del orden establecido. Con esa con su divisa blanca). Mientras, por otro
mos, “nativismo” o incluso Ipuche lo lla- imagen se invierte la operación básica lado, varias piezas de algunos intérpre-
TRADICIONES RURALES
Carlos González, “Baguales”, 1938, xilografía sobre
papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan Ma-
nuel Blanes”.
21
tes de la “canción de protesta” (Carlos Un proceso similar se opera en el teatro, de la libertad, el escenario desde el cual
Molina, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarro- desde la mirada que Florencio Sánchez parecía posible comenzar otra forma de
sa, “Los Olimareños”, Aníbal Sampayo, tiende en Barranca abajo, pasando por la la emancipación y no sólo una visión
Eustaquio Sosa, José Carbajal, Numa mayor politización en el enfrentamiento eglógica donde todas las armonías eran
Moraes) emplean un lenguaje similar, y de las divisas en El león ciego, de Ernesto posibles. Quizá, en los años subsiguien-
a veces el mismo lenguaje llano familiar Herrera, hasta la clave más notoriamen- tes, la urbanización creciente, que no hizo
a la gauchesca –sobre todo en poetas/ te insurgente con proyecciones hacia el sino transfigurar el medio rural, y que por
letristas como Osiris Rodríguez Castillos presente que ejerce Mauricio Rosencof lo tanto afectó a la vida social como las
y Rubén Lena o en algunas milongas de en Los caballos. Gauchos simbólicos y opciones estéticas derivadas, restó po-
Washington Benavídez–, con el esperan- paisanos que cargan con su hambre y tencia a una opción cultural que había
zado llamado a la insurgencia contra el sus postergaciones se jaquean en unos dominado a lo largo de toda la vida. Tanto
sistema económico, la prepotencia del y otros relatos. de la República como de la precedente
poder político que les es contemporáneo El campo, como antes, vuelve a ele- Banda Oriental, siempre en contacto
y contra el imperialismo norteamericano. girse en los sesentas como el ámbito con sus lábiles fronteras.
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3 AUTORES
HOMENAJEADOS
El Dr. Roberto J. Bouton nació en Mon- ta y Tres recogiendo tradiciones y saberes “memorialista”, donde primaba el tono
TRADICIONES RURALES
tevideo en 1877 y por diversas circunstan- de la gente del lugar y acumulando piezas nostálgico de los recuerdos, y el “folclo-
cias estuvo vinculado al medio rural des- para su “museo doméstico”. La muerte rista”, preocupado por el registro preci-
de muy temprano. Culminada su carrera lo alcanzó en Montevideo, en 1940. Su so de datos y testimonios. Sus cuatro
de medicina, se radicó en Santa Clara de viuda, Gabriela Trouy de Bouton, donó al volúmenes de manuscritos contienen
Olimar hacia 1913. Fue un estudioso de Museo Histórico Nacional la colección de información sobre las características
las manifestaciones de la vida gauches- objetos gauchescos y los apuntes que el de los habitantes y la vida material en
ca y paisana tal como sobrevivía en su Dr. Roberto Bouton pensaba publicar bajo el medio rural (la estancia y sus instala-
época. Médico de real vocación y amplia el título de “Bien criollo”. ciones, los animales, la vestimenta, los 23
generosidad, en más de una oportunidad Los manuscritos, ordenados y prolo- utensilios, las comidas, los medios de
habría aceptado como pago de sus ho- gados por Lauro Ayestarán, se publicaron transporte, la vivienda, las armas, entre
norarios “un trabajo criollo en tiento o un en tres entregas de la Revista Histórica otros), así como sobre costumbres, ofi-
arma antigua ya en desuso, cuando no un bajo el título “La vida rural en el Uruguay” cios, juegos, danzas, canciones, rituales,
relato campero o la fórmula de una cura a partir de 1958. En 1961 fueron reedi- leyendas y tradiciones que conformarían
tradicional.” Así indicaba Enrique Mena tados como libro en un solo tomo por la parte de lo que hoy llamamos patrimonio
Segarra parte del origen de la colección Editorial Monteverde. En 1968, Germán cultural inmaterial.
que abarcaba “desde las prendas de ves- Wettstein y Raquel Morador publicaron Según consignó Bouton en el encabe-
tir hasta los enseres de cocina, desde los una selección de esos textos bajo el título zamiento de sus apuntes, su obra era “un
aperos del caballo hasta los cepos de las Bien campero: diccionario del conocedor libro que deberá leerse porque dice cosas
comisarías, como ajustado repertorio de del campo en la colección Bolsilibros de que no dicen los libros”. Esta formulación
la cultura material que integraba la vida de la Editorial Arca, lo que permitió una más conforma una verdadera definición de lo
gauchos y paisanos.” A lo largo de treinta amplia difusión de su obra. que es la narrativa etnográfica.
años, el Dr. Bouton recorrió los departa- Como anotó Lauro Ayestarán, el tra-
RENZO PI HUGARTE
mentos fronterizos de Cerro Largo y Trein- bajo se ubicaba a medio camino entre el
Este hombre conversaba con los aliento, Don Juan el Zorro (1984), novela
parroquianos de los bares y con los pai- inconclusa que sólo fue publicada luego
sanos de los pueblos del interior, dedi- de la muerte de su autor merced al es-
caba horas a escuchar a los niños, a los fuerzo de Arturo Sergio Visca y Wilfredo
pobres y a los negros. De ellos, escuchó Penco. La Universidad (1961) primero y
viejas palabras consagradas en persis- la editorial Arca (1975), después, edi-
tente tradición oral. Oralidad, impacto taron sus cuentos: con sólo 17 piezas
de imágenes que acusan vanguardismo, “Paco” Espínola había sabido ganarse
sutil maestría en el manejo del tiempo un lugar en el escenario literario y en la
narrativo, de la peripecia y de la sor- atención de un creciente sector del pú-
presa, todo esto dibuja la narrativa de blico uruguayo. En 1985 Ana Inés Larre
Francisco “Paco” Espínola, durante una conferencia.
Francisco “Paco” Espínola (1901-1973) Borges compiló Las veladas del fogón,
estampada con nitidez en sus primeros y al año siguiente en la reedición de sus
cuentos reunidos en el volumen Raza Cuentos completos apareció un relato
TRADICIONES RURALES
ciega (1926). Luego, la tierna voz de hasta entonces inédito, “La Yararaca”.
un hombre que elevó la ternura al esta- Espínola fue además un atento lector y
tus estético se consagró en Saltoncito crítico de la obra de Eduardo Acevedo
(1930), escrito para los niños pero sabo- Díaz, a quien consideraba un maestro, y
reado por no pocos adultos. del que prologó las ediciones de Ismael
En 1933 reavivió el aplauso de la crí- (1945) y Soledad (1954). En 1971 se afi-
tica y del público con la novela Sombras lió al Partido Comunista y el 27 de junio
sobre la tierra; años más tarde retomó la de 1973, el día del golpe de Estado, falle-
24
práctica del cuento, registro en el cual fue ció. Había nacido en San José.
admirado y destacado como un maestro
Francisco “Paco” Espínola, durante una lectura radial. DANIEL VIDAL
por los integrantes de la llamada “genera-
ción del 45”, entre ellos Mario Benedetti,
y dio a conocer Las ratas (1945) y El rap-
to y otros cuentos (1950).
Espínola vivió la literatura como par-
te de su compromiso con su sociedad y
su tiempo. Su familia provenía de filas
del Partido Nacional. De niño, había es-
cuchado de boca de su padre las haza-
ñas de su abuelo en las campañas de
1897 y 1904 acaudilladas por Aparicio
Saravia. Su convicción democrática lo
impulsó a enfrentar con las armas la dic-
tadura de Gabriel Terra iniciada en 1933
y en 1935 fue hecho prisionero durante
la acción de Paso Morlán.
Las letras y la enseñanza absorbie-
ron sus energías: fue cronista de teatro
en el diario El País, profesor en el Ins-
tituto Normal, en Enseñanza Secunda-
ria y en la Facultad de Humanidades y
Ciencias. En 1961 obtuvo el Gran Premio
Nacional de Literatura. Además de la na-
rrativa, practicó la dramaturgia (La fuga
en el espejo, estrenada en 1937) y el
ensayo sobre estética Milón o el ser del
circo. En 1968 adelantó fragmentos de
lo que era su proyecto literario de mayor Francisco “Paco” Espínola y su esposa Ana Raquel Baruch.
Carlos González (1905-1993)
Durante la década que va de 1935 de humor y un mensaje ético (“Carrera nal, potente, magistral. La mayor can-
a 1945 Carlos González trabajó con del Sapo y el Avestruz”) y social (“Lo- tidad de originales de sus grabados se
sus manos las imágenes que por esos bizón”), agregan notas destacadas a su preserva en el Museo Municipal “Juan
mismos años los nuevos narradores de performance. En 1945 decidió concluir Manuel Blanes” de Montevideo.
temáticas criollas estampaban en sus su labor creativa. Siete monocopias y
DANIEL VIDAL
cuentos y poemas: Francisco “Paco” un aguafuerte completan su obra, origi-
Espínola, Juan José Morosoli, Víctor
Dotti y Serafín J. García, especialmen-
te este último, para quien ilustró su po-
pular Tacuruses. Alicia Haber convoca
la afinidad entre el poema “Gurises” de
Serafín J. García y el grabado “Mama
Juana” de Carlos González y es cierto,
la crudeza del relato realista aparece
TRADICIONES RURALES
con imágenes explícitas y profundas,
trabajadas con sutileza y fino olfato, en
los dos artistas.
Carlos González nació en Melo, Ce-
rro Largo, el 1º de diciembre de 1905
y falleció en Montevideo el 30 de abril
de 1993. Entre 1917 y 1919 se radicó
en Montevideo, estudió en el Colegio
25
Pío, volvió a su ciudad natal y en el
liceo tuvo como profesor de dibujo al
pintor Andrés Etchebarne Bidart. Tra-
bajó como viajante del molino harinero
de su padre, “Andrés González y Cía.”
y gracias a ello recorrió todo el país.
También se dedicó a la forestación y
hacia 1933 comenzó su más conocida
actividad: grabador. Dejó para la pos-
teridad cuarenta y cuatro xilografías,
técnica de preferencia que remite a un
arte artesanal, preindustrial, y que Gon-
zález ejercitó con la firme conciencia de
la fidelidad de sus materiales. Prefería
trabajar el cedro paraguayo o el incien-
so porque la fibra dura y poco veteada
es ideal para alcanzar la firmeza en el
trazo y el impacto visual. Y lo logró. Se
dedicó a temas telúricos; su personaje
es el peón, su repertorio las situacio-
nes y los problemas típicos del medio
rural. Sin embargo, González perfiló una
mirada crítica y reflexiva sobre la his-
toria de esta región y delineó un sujeto
latinoamericano desde dos esencias
identitarias: el sufrimiento (miseria)
y el trabajo (explotación), dentro de
cierta atemporalidad o de una contin-
gencia histórica determinada (“Muerte
de Martín Aquino”; “Trabajo”). Un pizca Carlos González, el arte de la xilografía al servicio de la identidad nacional y latinoamericana.
Rubén Lena (1925-1995)
Rubén Lena,
extraordinaria lucidez de quien con excesiva
modestia se autodefinió “un hacedor de canciones”.
La obra de Rubén Lena (1925-1995) nillo” y muchas otras, donde estampó el Durante la dictadura cívico-militar de
está entrelazada con el terruño y con verbo “simple y profundo” que siempre 1973-1984 Ruben Lena fue destituido,
los habitantes de Treinta y Tres, su ciu- cultivó. Cantó a los héroes de la Histo- pero a impulso de varios de sus amigos,
dad natal, el campo y las serranías del ria (“A don José”, “A Simón Bolívar”, “Al prosiguió su labor creativa desde la in-
departamento del este del Uruguay. General Leandro Gómez”) y transformó timidad de su hogar. En 1980 Ediciones
Este poeta se autodefinió “hacedor de en héroes a personas sencillas del pue- de la Banda Oriental dio a conocer el vo-
canciones” y en ese gesto de humildad blo (“Pobre Joaquín”, “¿No lo conoce a lumen de canciones Las cuerdas añadi-
acertó las características fundamenta- Juan?”). Incorporó a la imagen popular das y en 1982 los relatos Vagabundeos
les de su labor: un oficio profesional y un tono de protesta (“Rumbo”, “El cuello y canciones de Zenobio Rosas. En 1984
artesanal, abrazado con pasión, instinto de botella”, “Campo grande”), investigó realizó una selección del Cancionero
y tesón. Nació en un hogar humilde (su ritmos nuevos como la serranera y fue de Los Olimareños, por el mismo sello.
padre era sastre) y vivió una vida hu- pionero en la mixtura de murga y can- Finalmente en 1993 apareció Medita-
milde. Fue maestro en escuelas rurales, ción en el fonograma Todos detrás de ciones, memorias inconclusas. En 1985
inspector de Primaria y director del Ins- Momo. Desde fines de la década del cin- fue restituido a su puesto de Inspector
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tituto Normal de Treinta y Tres. Sus poe- cuenta los jóvenes cantantes Braulio Ló- y en 1994 el Ministerio de Educación y
mas-canciones hablan de la geografía y pez y José Luis Guerra, Los Olimareños, Cultura editó una compilación de textos
de amigos de sus “pagos”. Su trabajo en fueron dos de sus mejores intérpretes, titulado Canciones.
la escuela Nº 44 de las aisladas Sierras pero hubo muchos otros: Alfredo Zitarro-
del Yerbal le inspiró “La ariscona”. Ense- sa, Santiago Chalar, Larbanois-Carrero,
DANIEL VIDAL
guida, vendrían “Isla Patrulla”, “De coji- Los Hacheros.
26
Carlos González, “Muerte de Martín Aquino”, 1943, xilografía, 42 x 50 cm., fragmento de la obra. Col. Museo Nacional de Artes Visuales.
Juan Pedro López (1885-1945)
Juan Pedro López.
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dad de improvisador. Tanto el público y guitarrista y mostraba una particular
como el propio payador buscan generar pasión por la lectura.
un marco que compruebe que el texto En 1911 López se trasladó a Buenos
que acaba de decir ha sido efectiva- Aires, donde trabajó como obrero en un
mente improvisado. molino. Allí fue escuchado por el gran
El del improvisador de versos sobre payador Gabino Ezeiza, de quien pasó a
López en los comienzos de su carrera, cuando residía
en Buenos Aires (1912). Tomado de Martín Bentancor,
un entramado musical fijo constituye ser discípulo, y con quien actuó como
“Entre crímenes y leyendas. La obra del payador Juan un fenómeno que se extiende a lo largo payador en numerosas oportunidades
Pedro López”, en Almanaque del Banco de Seguros, y ancho de América. En el Río de la Pla- desde 1913. Su naciente prestigio lo 27
2007, p.169.
ta es especialmente valorada la payada llevó a presentaciones en contrapunto
de contrapunto, un desafío entre dos con importantes figuras de la payada
rivales, en el que ambos repentistas se de principios del siglo XX. Volvió al Uru-
acompañan con guitarra. guay ya como cantor profesional y pa-
El Uruguay ha dado varias figuras yador reconocido. Desde entonces, su
importantes de la historia del género, carrera se desarrolló en ambas márge-
como Juan de Nava (¿1855?-1921), nes del Río de la Plata. En el Uruguay,
Alcides de María (1858-1908), Cayeta- recorrió con su guitarra, al decir de su
no Daglio (1860-1924), Sócrates Fígoli biógrafo Emilio Sisa López, “todos los
(1875-1935), Arturo de Nava (1876- pueblos y caminos de la patria”, y con-
1932), Clodomiro Pérez (1899-1985), solidó una fama que se extendía por
Pelegrino Torres (1900-1971), Pedro todo el territorio oriental.
Medina (1900-1955), Luis Alberto Mar- Al margen de su actividad como
tínez (1905-1972), Héctor Umpiérrez payador, fue también autor de cancio-
(1915- ), Aramís Arellano (1918-1998), nes que gozaron de gran popularidad,
Carlos Molina (1927-1998, el más pres- y de numerosos poemas que fueron
tigioso de los payadores uruguayos de célebres. Entre las primeras, se cuenta
la segunda mitad del siglo XX), Juan “La leyenda del Mojón”, que dio lugar
Carlos Bares (1930- ), Julio Gallego en 1929 a una película del mismo nom-
(1931- ), Tabaré De Paula (1934-1983), bre. De sus poemas, varios fueron mu-
Gabino Sosa (1935-2003), Waldemar sicalizados por terceros. Sus canciones
Lagos (1937- ), Abel Soria (1938- ) y llegaron al disco grabadas por él y por
José Curbelo (1949- ). figuras de la talla de Carlos Gardel, Ig-
Juan Pedro López es considerado el nacio Corsini y Amalia de la Vega.
máximo exponente uruguayo del arte
del payador en la primera mitad del si-
LEONEL HÄININTZ
glo XX. Nació en Etcheverría, departa-
Juan José Morosoli (1899-1957)
TRADICIONES RURALES
do por el diario La Razón. Luego, con el
DANIEL VIDAL
poemario Aires de campo (1913, prólo-
go de Elías Regules), inauguró su carre-
ra literaria en libro. Pero su éxito como Carlos González, “Desalojo”, 1944,
xilografía sobre papel. Col. Museo Municipal
escritor lo alcanzó en la dramaturgia. En de Bellas Artes “Juan Manuel Blanes”.
1917 estrenó en el teatro “18 de Julio” de
Montevideo el poema dramático 1810,
ambientado en Córdoba y en los albores
29
de la revolución de Mayo. Pese al tono
romántico y al énfasis declamatorio, la
pieza adquirió popularidad luego de ser
adoptada para su repertorio por el circo
criollo. Casi enseguida El matrero (1919),
tendió el puente con la escena de Bue-
nos Aires e incluso inspiró a Felipe Boero
para componer sobre ella una ópera y
al director Orestes Caviglia para llevarla
al cine. También en esta ciudad publicó Carátula de la primera edición de 1810 (Poema dramáti-
varios cuentos en la revista Leoplán y en co en tres actos), de Yamandú Rodríguez.
revistas teatrales las dos obras aquí nom-
bradas. En Montevideo el editor Claudio
García publicó sus tres últimas piezas
dramáticas, escritas en verso: Fraile Al-
dao, Renacentista y El demonio de los
Andes (1935).
Yamandú Rodríguez era poco afec-
to a los círculos literarios pese a lo cual
mantuvo estrecha amistad con el escritor
Carlos González, “Queremos tierra”, 1945, xilografía
Felisberto Hernández. Juntos realizaron sobre papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes
varias giras por el interior del Uruguay, “Juan Manuel Blanes”.
Yamandú recitaba sus poesías acompa-
ñado al piano por su amigo, escritor édi-
to pero todavía leído sólo por grupos de
amigos, totalmente desconocido para la
mayoría del público. En 1935 Claudio García editó Fraile Aldao (poema dra-
Su producción poética cristalizó lue- mático en 2 actos), Renacentista (poema en 1 acto)
y El demonio de los Andes (poema en 1 acto), de
go en otros dos libros de poesía: La ci- Yamandú Rodríguez, con un “perfil” a cargo de Ovidio
fra (1943) y Romances gauchos (1945). Fernández Ríos.
Fernán
Silva Valdés
Fernán Silva Valdés,
fundador del nativismo.
(1887-1975)
En 1921, cuando Fernán Silva Valdés
publicó su Agua del tiempo, provocó un
inusitado entusiasmo en el público y en
TRADICIONES RURALES
académicos. bía sido asesinado por unos gauchos
alzados que se habían desprendido
DANIEL VIDAL
de las huestes derrotadas de Timoteo
Aparicio, después de la revolución de
1870. Él y sus hermanos se sumaron a
las filas del Partido Colorado.
Wenceslao Varela fue a la escuela
tres meses pero su madre le enseñó a
31
leer y a escribir y a los once años escri-
bió sus primeros versos. Leyó y admiró
al Martín Fierro de José Hernández, y
también las novelas de Alejandro Dumas
y de Víctor Hugo, y las narraciones de
Las mil y una noches. Después conoció
y se vinculó con varios de sus maestros
y amigos, y en especial con Yamandú
Rodríguez. Santiago Chalar musicalizó
muchos de sus poemas.
Escribía un verso simple y sentido;
décimas y cuartetas que transmiten el
Wenceslao Varela, la impronta de un gaucho-poeta para
chispeante entusiasmo de la vida rural y
la posteridad. la acendrada sabiduría de la experiencia.
Su primer libro de poemas es de 1930,
El nativo, y le siguieron Candiles (1943),
Vinchas (1946), Vinchas, poemas del
terruño (2ª edición corregida y aumen-
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papel. Col. Museo Municipal de Bellas Artes “Juan DANIEL VIDAL
Manuel Blanes”.
BARTOLOMÉ HIDALGO
(1788-1822)
DANIEL VIDAL
Dpto. de Literaturas Uruguaya y Latinoamericana
FHCE / UDELAR
TRADICIONES RURALES
DIALOGO
PATRIOTICO INTERESANTE,
ENTRE
JACINTO CHANO,
CAPATAZ DE UNA ESTANCIA EN LAS ISLAS
DEL TORDILLO, Y EL GAUCHO DE LA
GUARDIA DEL MONTE
----- Poesía, música y danza son las raíces del “cielito”, composición poética tradicional de versos octosílabos que
Bartolomé Hidalgo cultivó con fina sagacidad y conciencia política durante la revolución artiguista.
32 Se supone recien llegado (“El cielito”, litografía de Morel, 1845).
á la guardia del Monte el capataz Chano,
y en casa del paisano Ramon Contreras
El primer “poeta de la patria”, el primer cantor de la gesta artiguista, el primer director
(que es el gaucho de la guardia)
----- patrio de la Casa de Comedias, el primer versificador de los gauchos orientales, este hom-
CONTRERAS bre llamado Bartolomé Hidalgo (1788-1822) acumula al menos estos honorables títulos y
¡Con que, amigo! ¿Diaonde diablos es por eso, según palabras de Ángel Rama, una verdadera “piedra fundamental”.
Sale? Meta el redomon, Después de sobrellevar un humilde origen casi desconocido en el Montevideo co-
Desensille, votoalante... lonial, el joven Hidalgo se enroló en filas del ejército artiguista donde prestó funciones
¡Ah pingo que da calor! entre 1811 y 1815. Allí aprehendió (o creó) la pícara cadencia de los diálogos gauches-
CHANO cos, compartió denuedos y desventuras, sintonizó sus pasiones. Fue el primero en salir
De las islas del Tordillo
de los moldes artificiosos de la poesía culta y citadina que reflejaba el mundo rural. No
salí en este mancarron:
¡Pero si es trabuco, Cristo! inauguró un género pero sí un tono poético y con él capturó el aplauso de los letrados
¿Como está señó Ramo n? que por doscientos años han celebrado sus composiciones. El éxodo o Redota de 1811,
[...] las batallas por la independencia de España, la resistencia contra el invasor portugués,
CONTRERAS inspiraron sus primeras canciones patrióticas (“Octavas Orientales”, “Marcha Oriental”),
Pues yo siempre oí decir sus cielitos (“Cielitos de la Independencia”, “Cielito Oriental”), sus versos encomiásticos
Que ante la ley era yo de los triunfos de la revolución americana (“Cielito patriótico que compuso un gaucho
Igual a todos los hombres
para cantar la acción de Maipú 1818”), o sus arengas contra una posible reconquista
CHANO
[...]
española (“Cielito a la venida de la expedición de 1819”).
Que brille en vuestros decretos Escribió composiciones poéticas de estilo neoclásico denominadas melólogo, como
La justicia y la razón, muchos de su época, pero alcanzó su consagración creativa con los llamados “Diálogos
Que el que la hizo la pague, patrióticos”, remedo de la conversación de ocasión entre dos gauchos que confrontan
Premio al que lo mereció, noticias y decires sobre el acontecer presente y la revolución. Pidió justicia y pan para
Guerra eterna a la discordia, los gauchos pobres, leyes para los desvalidos, denunció el dinero y la corrupción y au-
Y entonces sí creo yo guró la libertad de los americanos consagrada desde la unión. Inauguró el “verbo poético
Que seremos hombres libres
cantado en tiempo presente”, como subraya Lauro Ayestarán, verbo revolucionario de
Y gozaremos el don
Más precioso de la tierra: los poetas gauchipolíticos, como los bautizó Rama.
Americanos, unión” Nació en Montevideo y murió en Morón, Buenos Aires; pobre y enfermo, vendió sus
versos en hojas volantes para sustentar sus últimos días. Su vida y su obra escrita entre
Bartolomé Hidalgo, Obra completa. Montevideo, dos orillas funde el anhelo federal artiguista en la gesta por la independencia de las tierras
MEC, 1986 (Clásicos Uruguayos, Vol. 170).
bañadas por el Plata.