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LA EUROPA DE LOS AÑOS 1648-1789

Guía de clase

I – Introducción
Entre el Congreso de Westfalia y el estallido de la Revolución Francesa, se
desarrolla una etapa caracterizada por una sucesión de guerras entre los
Estados europeos, tendientes a tratar de imponer su hegemonía sobre los otros
o tratar de impedirla. El nuevo mapa que surge de Westfalia y los Pirineos no
satisfizo a todos los actores, quienes trataran de modificar aquel equilibrio a su
favor.

Además, surgen nuevos actores a la escena internacional, como Portugal,


Holanda (las Provincias Unidas, reconocida como estado independiente en
1648), y más adelante en este periodo, Prusia y Rusia., que serán grandes
protagonistas en los siglos venideros.

Es una periodo en que las RRII se incrementan, y van a estar profundamente


influenciadas por los intereses personales de los monarcas, en concreta
aplicación del denominado “principio dinástico”. Esto se vincula a la concepción
de monarquía absoluta de origen divino, que hace que el monarca y no el
Estado sean sujetos de Derecho internacional. El hecho que todas las
monarquías estén en mayor o menor grado emparentadas, legitima las
intervenciones en los asuntos de los vecinos, movilizados por intereses políticos,
estratégicos, y comerciales.

II – Los conflictos. Los tratados

La finalidad principal de los tratados políticos en este periodo es acordar alguna


fórmula de equilibrio entre los Estados europeos. A partir de Westfalia, el
interés de instaurar un equilibrio estable se convierte en la principal
preocupación de los gobernantes. La diplomacia francesa de esta época se
caracteriza por recurrir a un sistema que le asegura su hegemonía dentro del
equilibrio, a través del estrechamiento de sus vínculos con Estados medianos y
chicos a los efectos de mantener acorraladas a las grandes potencias
imperiales, Austria, España y Prusia. Como reacción, cuando Francia aparece
como potencia absorbente y amenazante, más que tutora de los intereses de
aquellos Estados, ahí si se forman contra ella alianzas con el fin de restaurar el
equilibrio.

En la primera etapa del período, hasta 1700, vemos que los conflictos se dan
fruto de las ambiciones expansionistas francesas y los intentos de los Estados
coaligados en contenerlas. A pesar de lo acordado en Westfalia, continúa la
guerra entre Francia y España, fruto de las nuevas adjudicaciones territoriales
francesas que obstaculizan el denominado “Camino Español”. Este conflicto

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desfavorable a España culmina con la Paz de los Pirineos (1659), que
establece la frontera franco-española en esa cadena montañosa, a la vez de
determinar el matrimonio de Luis XIV con la infanta Maria Teresa a cambio de
una dote económica. España reconoce lo acordado en Westfalia. Se suscribe,
con este acuerdo, el denominado Primer Pacto de Familia entre ambas coronas,
y marca el inicio del grand siécle de Luis XIV, el Rey Sol.

Justamente, es el no pago de esa dote, la que llevará a Francia a recuperar


territorios españoles (los Países Bajos Españoles) en la guerra de Devolución,
que se saldará con el tratado de Aquisgrán de 1668.

También, vemos rivalidades comerciales y económicas que subyacen los


objetivos políticos: caso de la guerra anglo-holandesa (saldada con la Paz de
Breda de 1667) guerras franco-holandesa, concluidas con los tratados de
Nimega, 1678 y Ryswick, 1697).

La guerra de sucesión de España marca un quiebre importante en el balance de


poder: la dinastía Habsburgo o Austria ya no ocupará el trono español, y en su
lugar se entronizará a los Borbones, de cuño francés. Esto va a marcar de aquí
en más un mayor y más estrecho relacionamiento entre Francia y España.

Las guerras de la segunda parte del período, presentan a una Inglaterra


(Gran Bretaña desde 1707), más fuerte luego de pacificar el país y entronizar a
los Orange-Hannover, convirtiendo a Gran Bretaña en la gran potencia
marítima y comercial, siempre favorable a mantener el equilibrio europeo,
asistiendo al flanco que se presenta más débil para contrarrestar el poder del
otro.

Luego del tratado de Nystad (que pone fin, a la denominada Gran guerra del
Norte), Rusia se erige como potencia europea, y Suecia paulatinamente va
desapareciendo de la escena. Esta última potencia además, había renunciado a
sus pretensiones en Hannover y Prusia, perdiendo las posesiones logradas en
Westfalia (tratado de Estocolmo, 1720)

Las sucesiones de Polonia y Austria muestran las apetencias e intereses


expansionistas de las potencias vecinas, cada una de ellas apoyando al
candidato al trono que mejor prometiera satisfacer tales intereses. Es
significativo el interés de Prusia en Silesia, que precipitará la guerra en Austria,
y que a su vez, explicará el desquite austriaco en ocasión de la guerra de siete
años.

Muchos de estos conflictos tienen sus repercusiones en las respectivas colonias


que las potencias Europeas tienen en América y Asia (consecuencia de aquella
segunda expansión europea hacia su periferia, a partir de los siglos XV, XVI y
XVII).

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Con el tratado de Utrecht (1713) se confirma la existencia de Prusia como
reino, que va a continuar con una creciente gravitación política y miliar, sobre
todo durante el reinado de Federico Guillermo II.

La derrota y pérdidas sufridas por Francia en el tratado de Paris (1763), la va a


dejar en una comprometida situación económica, política y social, que ayudan a
abonar el campo de los acontecimientos que se dan en 1789.

III – Prusia

En virtud de las cláusulas del Tratado de Westfalia, Brandenburgo amplió sus


dominios al recibir Pomerania Oriental, Magdeburgo, entre otros. Polonia
reconoció la soberanía de Federico Guillermo I sobre el Ducado de Prusia tras el
Acuerdo de Wehleau (1656) y la Paz de Oliva (1660) que pusieron fin a su
participación en la Guerra Sueco-Polaca.

En 1675, la victoria que obtuvo Federico Guillermo de Brandeburgo frente a los


suecos, aliados de Francia (guerra franco-holandesa), en la Batalla de Fehrbellin
ha sido interpretada como el inicio de la tradición militarista de Prusia y le
permitió obtener la Pomerania Sueca, a la que tuvo que renunciar en la Paz de
Saint-Germain.

Federico Guillermo I sentó las bases del futuro poder de Brandeburgo-Prusia


gracias a una política exterior hábil, fundando un poderoso ejército
permanente, introduciendo una burocracia que permitió contar con una
administración centralizada para los diversos territorios que logró reunir y que
gobernó de forma absolutista.

La política económica que desarrolló se basó en la actividad mercantil y aceptó


en sus territorios a los hugonotes, que habían sido expulsados de Francia y que
contribuyeron a la futura expansión de la actividad textil.

Su hijo, Federico I, se convirtió de Elector de Brandenburgo en Rey de Prusia,


luego que el Emperador Leopoldo I le concediera tal titulo por su gran
participación en la guerra de sucesión española.

Durante el reinado de Federico II el Grande (desde 1740), las relaciones


exteriores prusianas se motivaron en expandir territorialmente el país, para
disputarle la supremacía a Austria dentro del Imperio. Ese crecimiento se dio
luego de las guerras de sucesión austriaca, de siete años, y del primer reparto
de Polonia en 1772 (entre Prusia, Rusia y Austria), donde logra unir su territorio
con el de Prusia oriental.

IV – Los tratados comerciales


Se trata de una época que testimonia un gran incremento en el comercio entre
todos los Estados, lo cual genera un crecimiento en los tratados de comercio,
neutralidad y arbitraje comercial, así como el acuerdo de preferencias tarifarias
entre una y otra parte. Las colonizaciones de América y Asia, justifican el

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explosivo crecimiento del comercio marítimo. Es de destacar el Tratado de
Methuen de 1703, entre Inglaterra y Portugal, por el cual esta última se
compromete a admitir la importación de tejidos ingleses a condición que
Inglaterra permita la entrada de vinos portugueses con una tarifa de
importación de la tercera parte de la que les cobraban a los vinos franceses.
Por este tratado, además, abre lo puertos portugueses a la flota anglo-
holandesa, y sella una secular alianza entre portugueses e ingleses.

V – El cumplimiento de los tratados


En el siglo XVIII se produce la gran expansión del Derecho Natural, y es en
este, una concepción puramente jurídica en el que se basa el cumplimiento de
los tratados: para unos, el tratado obliga porque el Derecho Natural dictado por
Dios dice que los pactos deben ser respetados; para otros, el tratado obliga
porque el Derecho Natural indica que aquello que dos voluntades han hecho,
una sola voluntad no lo puede deshacer.

Los principios de Derecho Natural fueron adaptados a la esfera internacional


por Grocio y Puffendorf, quienes buscaron un orden jurídico que se impusiera a
los Estados, por encima de ellos. La regla pacta sunt servanda es una de las
reglas esenciales derivadas del Derecho Natural.

Sin embargo, el desarrollo de la idea del Estado absolutista no estimulaba el


cumplimiento de los compromisos internacionales. Con el acaecimiento de las
revoluciones norteamericana y francesa, van a sobrevenir importantes cambios
del jus tractatum en cuanto a los frenos que va a tener el accionar de los
soberanos y la ratificación de sus acuerdos.

VI – Anexos

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Notas: Del mapa I: 1) Frontera francesa en 1540; 2) 1715; 3) 1552; 4) 1648; 5) 1659; 6) 1678; 7)
1678; 8) 1681; 9) Plazas francesas fuera del territorio nacional. Del mapa2: 1) Gran alianza
antiborbónica; 2) Ofensivas aliadas; 3) Ofensivas francoespañolas; 4) Territorios perdidos por
España en la Paz de Utrecht (1713).

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1715

Europa en 1763

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Transiciones dinásticas

Inglaterra/Gran Bretaña

TUDOR ESTUARDO ORANGE HANNOVER


(1485-1603) (1603-1689) (1714-1901)

España

HABSBURGO BORBONES
(1516-1700) (desde 1700)

Dr. Ramiro Rodriguez Bausero

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