Está en la página 1de 1

I Osvaldo

Ilamborghini:
I martir
H ay libros que inspiran miedo.
Miedo de verdad. Mas que
Iilvos parecen bombas de reloje-
ria 0 animales falsamente dise-
cados dispuestos a saltarte al
cuello en cuanto te descuides.
~ Fsta experiencia yo solo la he
tenido en dos ocasiones. La pri-
mera fue hace mucho tiempo, en
1977 6 1978; leia entonces una
novela breve en una de cuyas
paginas se advertia al lector
que a partir de ese momento
podia morirse. Fs decir que se
podia morir literalmente, caerse
al suelo y no levantarse. La
novela era "La asesina ilus-
trada", de Fnrique Vila-Matas. y
que yo sepa ninguno de sus lec-
tares se murib aunque muchos
salimos transformados despues
de su lectura, con la certeza de
que alga habia cambiado para
siempre en nuestra relacion con
la literatura. "La asesina ilus-
trada", junto con "Los dominios
del lobo", la primera novela de
Javier Marias, marca el punto de
salida de nuestra generacih.
La segunda novela que me
ha producido verdadero miedo (y
esta vez el miedo ha sido mucho
m6s fuerte, porque no atafie a
la muerte sin0 al dolor y la humi-
Ilaci6n) es "Tadeys", la obra p6s-
tuma de Osvaldo Lamborghini.
NO existe novela mas cruel. La
empece a leer con entusiasmo,
un entusiasmo refrendado por la
prosa original de Lamborghini,
frases coma salidas de la pintura
flamenca y de un improbable pop-
art argentino y centroeuropeo.
guiado ademas por mi admira-
cion por Cesar Aira, discipulo y
albacea de Lamborghini, autor
del pr6logo que abre esta novela
inclasificable, y mi entusiasmo
o mi inocencia de lector se vi0
parada en seta par la escritura
del terror que me aguardaba. Sin
la menor duda es el libro mas
bestia (nose me ocurre otro cali-
ficativo) que he leido en espaiiol
en este siglo que se acaba. Es
magnifico, es un regal0 para un
escritor, per0 resulta imposible
leer mas de veinte paginas segui-
das, a menos que uno desee con-
traer una enfermedad incurable.
Yo. por supuesto, no Io he termi-
nado y probablemente me morir6
sin acabar de leerlo. Per0 no Io
voy a dejar. De vez en cuando me
siento valiente y leo una pagina.
En noches excepcionales ouedo
leer dos.

También podría gustarte