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A∴ L∴ G∴D∴G∴ A∴ D ∴U∴

L∴ I∴ F∴
S∴F∴U∴

La Iniciación Hermética
en la Francmasonería

QH Edgar Ramírez

MaestMas

Orde Carrizal, 10 de junio de 2020 (ev)


LA INICIACIÓN HERMETICA EN LA FRANCMASONERÍA

A quienes “saben leer sin necesidad de letras”


un símbolo vale más que mil volúmenes escritos...

Iniciaremos este nuevo trabajo instructivo citando a Wirth (1976), quien


dice: “un símbolo puede siempre ser considerado desde infinitos puntos de vista, y
todo pensador está autorizado a descubrirle un sentido según la lógica de sus
propias concepciones” (pág. 36).
 
Los símbolos son los encargados de movilizar a las ideas que se
encuentran en nuestra mente. Son los que estimulan las concepciones que se
forman a nivel de la psiquis y así podemos descubrir así todas las verdades que
se hayan ocultas en el fondo de nuestro yo interior.
 
De esta manera, es fundamental, que, para que los símbolos puedan
expresarse, debe existir la génesis de las ideas en nuestro interior, para que éstas
puedan germinar. Este surgimiento no es posible si a nivel espiritual tenemos
carencias o estamos vacíos.

Continuando con la idea del autor citado anteriormente, evidentemente, los


símbolos no fueron hechos para aclarar lo que llamamos verdades de la ciencia.
Por su carácter deben ser muy ambiguos, para cumplir su papel de revelar los
misterios, dejando toda la libertad al espíritu.

En este sentido, no es extraño que en las iniciaciones se hayan utilizado,


porque son los que nos facultan para evadir el yugo de las palabras y de las
fórmulas rígidas, que nos permiten obtener la libertad de pensamiento. Por lo que
ésto no puede efectuarse de otra forma si se quiere ingresar en el conocimiento de
los misterios o verdades rodeadas de secretos, que se expresan por medio de un
simbolismo alegórico. Así, si se pretende utilizar un lenguaje inadecuado para
explicar este conocimiento oculto, caeremos en terribles errores. Éste es el
fundamento del silencio impuesto a los iniciados.

Los secretos arcanos, necesitan ser imaginados a través de la inteligencia y


la intuición, para esclarecer el espíritu interior del verdadero iluminado. Al
conocimiento oculto sólo se llega a través de la meditación, no se revela con
palabras ni con escritos. Es fundamental llegar a nuestro interior para descubrirlo,
es un error buscarlo externamente.

El Arte Real o hermético se basa en el estudio de los símbolos, y su estudio


no exige que el hombre se convierta en un ermitaño, sino que conduce al ser
humano a la libertad interior y a la auto-realización sin abandonar los deberes con
el medio que nos rodea.

Para comprender adecuadamente el origen de esta forma de pensamiento,


debemos retraernos a los principios filosóficos de sus inicios. Tomando a Vale
Amesti (1994), como base de esta idea, indicamos que dos filósofos opuestos se
han dividido la intelectualidad de los siglos pasados. Un lado tomaba como punto
de partida la lógica de Aristóteles y pretendía llagar a la verdad procediendo por
razonamientos rigurosos, basados en premisas supuestas incontestables. Era la
filosofía oficial, la que se enseñaba públicamente en las escuelas, de ahí su
nombre de Escolástica. Como antagonista tenía una filosofía que, más o menos,
fue siempre oculta, porque se rodeaba de misterios y presentaba sus enseñanzas
bajo el velo de enigmas, de alegorías y de símbolos. A través de Platón y de
Pitágoras pretendía remontarse hasta los hierofantes egipcios, y hasta el fundador
mismo de esta ciencia, Hermes Trismegisto, o sea el Tres veces Grande, por
quien la misma fue llamada Hermética.

El método hermético responde a las exigencias de los pensadores, que, no


temiendo el trabajo de reflexionar, prefieren que se les den los elementos de un
problema, y no una solución formulada más o menos dogmáticamente. En el
dominio del simbolismo no es necesario precisar demasiado, ya que los símbolos
iniciáticos corresponden a concepciones poco comprendidas por su naturaleza, y
no pueden reducirse a las definiciones escolásticas.
 
Explica Wirth (1976), que las concepciones aristotélicas no conducen más
que a las palabras, entidades enteramente falaces. La palabra es, esencialmente,
el instrumento de la paradoja. Toda tesis es defendible por la argumentación, que
puede demostrar el pro tan triunfante como el contra. Porque, lejos de referirse a
realidades efectivas, concebidas en sí mismas, toda dialéctica sólo pone en causa
las imágenes verbales, lo que la convierte en falsa corriente del pensamiento.

La filosofía hermética se distingue por hacer abstracciones de las palabras,


por absorberse en la contemplación de las cosas, tomadas en sí mismas, en su
propia esencia. Los discípulos de Hermes Trismegisto son silenciosos, no
argumentan jamás y no buscan convencer a nadie. Se encierran en sí mismos
para meditar, reflexionan profundamente y terminan por penetrar en los secretos
de la naturaleza.

De esta manera, entran en la unión de los verdaderos iniciados, el uso de la


Gnosis les revela los principios de las antiguas ciencias sagradas, que, en
consecuencia, toman cuerpo bajo la forma de la Alquimia, la Astrología, la Magia y
la Kabbalah. Estos conocimientos, se aplican todos a un mismo objeto: el
discernimiento de las leyes ocultas que rigen el universo. Tienen un carácter a la
vez trascendente y misterioso, por lo que se constituyen en conjunto en la llamada
Filosofía Hermética.

Lo que distingue a esta corriente es que no es solamente especulativa.


Siempre ha perseguido un fin práctico, tiene en cuenta un resultado efectivo, su
ambición suprema es la realización de la Gran Obra del GADU.
 
Podemos entonces, establecer una comparación con la Francmasonería,
que parece ser una transformación moderna del antiguo Hermetismo; el
simbolismo masónico constituye una suma de tradiciones tomadas de las antiguas
ciencias iniciáticas. Observamos que toma en cuenta el valor cabalístico de los
nombres sagrados y rige sus ceremoniales de acuerdo a los principios de la
Magia. Por otra parte, opera con símbolos como el Sol, la Luna y las Estrellas, tal
como los utiliza la Astrología. Pero, las analogías más impresionantes con la
Masonería, las encontramos en la Alquimia filosófica. En ambas hay, identidad de
esoterismo, los mismos dominios iniciáticos se traducen por alegorías tomadas,
las unas a la Metalúrgica, y las otras al Arte de la Construcción.

Para restringir este estudio nos ocuparemos únicamente del Ritualismo de


la Masonería Simbólica, lo que permitirá, desde el punto de vista alquímico, hacer
abstracción de los símbolos considerados en sí mismos, para dedicarse
exclusivamente a las operaciones sucesivas que llevan a la realización de la Gran
Obra.

Revela Dal Monte (1972), que el punto de partida de la obra filosófica


alquímica es el descubrimiento y la elección del sujeto. La materia a considerar,
dicen los alquimistas, es muy común y se puede encontrar en cualquier parte; lo
único necesario es saberla distinguir y en ésto reside toda la dificultad.

Se realiza continuamente esta situación en la Masonería, pues a veces se


emprenden experiencias profanas que se deberían haber rechazado de antemano,
si se hubiera sido lo bastante perspicaz.

Veamos entonces, las semejanzas del proceso alquímico con la Masonería,


Para ello, intentaremos seguir a Wirth (1976), quien expresa que en el proceso de
transmutación alquímica, todo material no es bueno para hacer un Mercurio A. La
Obra sólo puede tener éxito cuando se ha logrado encontrar un sujeto
conveniente. Por eso la Masonería multiplica las investigaciones antes de admitir
un candidato a las pruebas.
 
De aquí en adelante, seguiremos cada parte del proceso alquímico y su
relación con la iniciación en la Francmasonería, basándonos en una interpretación
hermética, en base a lo que manifiesta el autor señalado anteriormente. Una vez
iniciado el proceso iniciático, se comienza con el despojamiento de los metales. La
Alquimia enuncia, que, una vez discernida la materia propicia, minuciosamente
examinada y reconocida, debe limpiarse exteriormente. Es decir, la materia debe
ser reducida a sí misma. Y análogamente el recipiendario es llamado a despojarse
de todo lo que posee artificialmente, él también debe quedar estrictamente
reducido a sí mismo.

En este estado de inocencia primitiva o de reencuentro con el candor


filosófico, el candidato es llevado en un espacio reducido, donde no penetra
ninguna luz exterior. Es la Cám de Reflexiones, que corresponde al recinto del
alquimista, al Huevo Filosófico cerrado herméticamente.

Es allí, en esa oscura tumba, donde el profano, voluntariamente, debe morir


a su existencia pasada. Esta muerte simbólica, es el preámbulo al nacimiento del
nuevo ser, que será el Iniciado. Se descomponen las capas que conllevan a la
libre expansión del germen de la individualidad. Alquímicamente, el producto final
se origina de la putrefacción, representada por el color negro.
 
El ritual de iniciación masónico establece, que, entre los elementos
presentes en la Cámde Reflexiones, debe haber dos recipientes, uno con Sal y
otro con Azufre. ¿Por qué? Es imposible contestar esta pregunta sin tomar en
cuenta la teoría de los tres principios alquímicos: Azufre D, Mercurio A y Sal G.

El Azufre D corresponde en efecto a la energía expansiva que parte del


centro de todo ser, representa a la columna J, sería el color rojo, la iniciativa
individual, el polo positivo, el Sol y la Ciencia. Su acción se opone a la de Mercurio
A que penetra en todas las cosas por una influencia que proviene del exterior,
simbolizado por la columna B, que sería el color blanco, es la receptividad y
sensibilidad, el polo negativo, la Luna y la Filosofía. Estas dos fuerzas antagónicas
se equilibran en la Sal G, principio de cristalización, que representa la parte
estable del ser, es aquella donde se realiza la condensación.

Por muy concisas que sean estas indicaciones alquímicas, no justifican


menos la práctica ritual en lo concerniente a la Sal G y el Azufre D. La exclusión
del Mercurio ☿ se impone en efecto, porque el recipiendario debe realizar el
aislamiento total. Para llegar a conocerse, como dice la sentencia del pronaos del
Templo de Apolo de Delfos: Gnώqi sauτόn (Conócete a ti mismo), señalado por
Mondolfo (1959), analizado y desarrollado por Sócrates. Es necesario que se haga
abstracción de todo lo que es exterior, a fin de absorberse en sí mismo y
encontrarse finalmente en presencia del centro de la propia individualidad.

Regresando al punto de vista alquímico, toda esta operación se


corresponde a la prueba de la Tierra, donde nos encontramos en la Cámde
Reflexiones con la inscripción de la palabra VITRIOL, cuyas letras forman las
iniciales de una fórmula básica de los alquimistas: Visita interiora terrae
rectificando invenies occultum lapidem. Lo que sería: Visita al interior de la Tierra
(las tinieblas infernales, el Scheol de los judíos) y rectificando (por medio de
purificaciones integrales y reiteradas) encontrarás la Piedra Escondida.

Esta piedra es un símbolo esencialmente masónico, y es probable que los


alquimistas hayan tomado este emblema de los constructores. Por otra parte, los
mmas\ declaran que su Piedra Bruta es el propio Iniciado en su primer estado.

El iniciado se instruye como Apr\, a fin de tener merecimientos para llegar a


ser Comp\, por el sólo hecho de su transformación en Piedra cúbica. Esta Piedra
posee todas las virtudes de la Piedra filosofal. Pero es menester poseer el Arte
integralmente, es decir, ser Maest\, para realizar todas las transmutaciones
alquímicas.

Continuando con el proceso iniciático, el sujeto encerrado en el Huevo


filosófico, dejado a sí mismo, privado de toda ayuda, se encuentra despojado de
toda auxilio externo, se debilita, sus fuerzas lo abandonan y empieza la
descomposición. En la Alquimia, bajo la influencia de ésta, lo sutil se desprende de
lo espeso. Esta es la primera fase de la prueba del Aire. Posterior al descenso
hasta las raíces de toda individualidad, el espíritu asciende, se eleva aligerado del
caput mortuum que se encuentra ennegrecido en el fondo del vaso hermético.

Este residuo hermético está representado por las vestiduras del


recipiendario, de las cuales ha debido librarse; ahora puede abrirse un camino en
medio de la oscuridad, sin dejarse vencer por los obstáculos que se multiplican a
su paso. Se empeña en subir y buscar la cima donde debe resplandecer la Luz.

Su ascenso es entorpecido por una ensordecedora tormenta. Esta corriente


rodea al temerario y lo arrastra hasta su punto de partida. Ésta es la imagen de la
circulación que ocurre en el recipiente cerrado del alquimista, el cual se
corresponde con la Logia donde ocurre la ceremonia de iniciación.

El candidato sometido a estas pruebas reproduce a su manera el


desdoblamiento del sujeto alquímico, cuya emanación volátil se desprende a
medida que se eleva, hasta que el frío de las alturas la condensa. Aquí surge una
lluvia que lava el residuo pútrido. Esta ablución progresiva aparece en la Alquimia
con el nombre de purificación por el agua; que el recipiendario realiza, en la
Masonería, como la prueba del elemento Agua.

Este elemento líquido, en el proceso alquímico, sucesivamente se evapora


y se condensa, atravesando continuamente la parte terrosa del sujeto, al cual los
lavados repetidos hacen pasar insensiblemente del negro al gris y finalmente al
blanco. Para obtener la materia purificada que es muy preciosa. Es la simbología
del sabio que sabe resistir todos los impulsos.

Posteriormente, queda por soportar la prueba del Fuego, que para el


alquimista se trata de la calcinación del sujeto que es expuesto a un calor tan
intenso que todo en él se quema; pero, a pesar de la destrucción, ésta sólo
alcanza la porción que debe ser destruida.

Desde el punto de vista iniciático, esta parte está formada por los gérmenes
de las pasiones mezquinas, los indicios de egoísmo y los residuos de bajeza o de
corrupción. A continuación la Sal G, queda completamente purificada. Mientras el
recipiendario no alcanza el estado correspondiente no lo alcanza la Luz masónica.

Es necesario, pues, que se complete el ciclo de las purificaciones para que


la venda simbólica caiga de los ojos del candidato, pues la Luz no puede
penetrarlo si no es permeable a la irradiación que transmite la misma.

Todas las pruebas del primer gr\ toman en cuenta está impermeabilización
de las envolturas terrestres que encierran al fuego interno individual, lleno del
ardor del Azufre D. Liberar la luz interior y exaltarla, es el objetivo de la Obra
Simple, es decir, del gr\ de Apr\.

Este gr\ se limita a hacernos ver la Luz exterior o universal. Nos coloca en
relación con esta fuente de iluminación, para subsiguientemente, inspirarnos en la
Gnosis con todas sus prerrogativas iniciáticas. Trayendo a nosotros a la luz sideral
o astral, para alquímicamente obtener el color rojo de la Gran Obra, el cual es un
signo de realización de la piedra perfecta, que llamamos Piedra Cúbica.

Resumiendo, la Piedra filosofal es una Sal G, perfectamente purificada, que


coagula al Mercurio A, para fijarlo en un Azufre D muy activo. Esta fórmula
sintética resume la Gran Obra en tres operaciones que son: la purificación de la
Sal G, la coagulación del Mercurio A y la fijación del Azufre D.

Existe varios axiomas herméticos, pero uno de ellos dice:


Lo que puede hacerse siguiendo un método sencillo, no debe
buscarse por un medio complicado. No hay más que una sola
verdad, que no necesite prueba de ninguna clase, porque la
verdad es en sí misma la prueba suficiente para quienes pueden
concebirla. Para que irnos por lo difícil, cuando lo que buscamos
es tan sencillo? La sabiduría indica: “ignis et azoth tibi suficiant”. Si
poseéis el cuerpo, falta lograr el fuego y el aire (Anónimo, 2005,
citado en libro esotérico.com, pág. 1).

Es muy simple como podemos deducir de esta cita, que la búsqueda de la


Verdad es parte del camino alquímico, al igual que del masónico. De igual manera,
la interrelación de la Alquimia, como parte del Hermetismo, con la Francmasonería
es sumamente evidente, como vimos en los párrafos anteriores.

Tomemos a Zolla (2003), quien opina que: “Quien nunca se haya detenido a
admirar y alabar la luz, es mejor que no penetre en la vía alquímica. [...] Vivir es
absorber la luz”. [...] La vida sobre la tierra es luz que regresa a la luz” (pág. 21). Y
podemos agregar: los mmas\ somos buscadores de la Luz y la Sabiduría.

La mayoría del vulgo considera a la Alquimia asociada sólo a la búsqueda


de la piedra filosofal y a crear oro a partir de metales simples. Pero no hay noción
tan errada, nos indica Frater Albertus (1980), que esta noble ciencia abarca áreas
enormes y se relaciona fundamentalmente con la elevación de las vibraciones,
basándose en estudios muy profundos. Está sustentada por los más puros
principios herméticos. Cita este autor: “Es indispensable combinar el fuego con el
agua, el pensamiento y el amor deben ir unidos eternamente” (pág. 93).

De igual manera existe otro axioma hermético: “La verdadera transmutación


hermética es un arte mental” (Anónimo, 2005, citado en la Página de la vida, pág.
1). Entonces, meditemos sobre todas estas palabras y los párrafos anteriores,
¿Surgen nuevas interrogantes? ¡¡¡Claro que sí!!! Ahora, se abre un inmenso
panorama de investigación, tenemos en nuestras manos un cúmulo de
herramientas y medios para adentrarnos en la ciencia de Hermes, que es una guía
para el desarrollo del Arte Real. Podemos convertirnos en aspirantes que buscan
el secreto espiritual para trabajar en la Gran Obra. Trabajemos para enseñar a la
humanidad la verdadera Libertad y la Sabiduría perenne, que trasciende todas las
cosas y fluye de la gloria del G\A\D\U\. Como apunta Goddard (2001): “La
transmutación inicial es la operación que realizan los practicantes en su propio ser,
donde el "plomo" de la ignorancia se sublima hasta convertirse en el "oro" de la
iluminación” (pág. 13). Debemos buscar el perfeccionamiento de la condición
humana, es el camino del verdadero Francmasón, la búsqueda de la Verdad, a
través de la Sabiduría y la Virtud.

Concluyamos con una frase de Cicerón (citado por Andrei, 2016): “La
búsqueda y la investigación meticulosa de la verdad debería ser el campo de
estudio prioritario del hombre” (pág. 1).
LISTA DE REFERENCIAS

Andrei, A. (2016). Las mejores 50 frases sobre el conocimiento de uno mismo.


[Página en línea]. Disponible: https://matadornetwork.com/es/las-mejores-
50-frases-sobre-el-conocimiento-de-uno-mismo/. [Consulta: 2018, Abril 9].

Anónimo (2005). Axiomas alquímicos. [Página en línea]. Disponible:


http://www.proyectop.org/1-verdad/kybalionaxiomas.htm. [Consulta: 2018,
Abril 9].

Anónimo (2005). Máximas alquímicas herméticas. [Página en línea].


Disponible:http://libroesoterico.com/biblioteca/Alquimia/02Carpeta
%20Articulos%20Sobre%20Alquimia/Maximas%20Alquimicas
%20Hermeticas.pdf. [Consulta: 2018, Abril 9].

Dal Monte, A. (1972). Arte real. Montevideo, Uruguay: Upasika.

Frater Albertus. (1980). Manual del alquimista: práctica de laboratorio alquímico.


Madrid, España: Carcamo.

Mondolfo, R. (1959). Sócrates. Buenos Aires, Argentina: Eudeba.

Vale Amesti, F. (1994) El arte real o hermético en la masonería. Caracas,


Venezuela: Serie Temas Masónicos.

Wirth, O. (1976). El simbolismo hermético y se relación con la alquimia y la


francmasonería. México, México: Herbasa.

Zolla, E. (2003). Una introducción a la alquimia: las maravillas de la naturaleza.


Barcelona, España: Paidós.

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