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Los Diez Mandamientos
Los Diez Mandamientos
Dios le da a Moisés el decálogo en el monte Sinaí, esta revelación se da para que podamos
alcanzar un conocimiento completo y cierto de las exigencias de la ley natural, puesto que si bien,
los Mandamientos son accesibles a nosotros por la razón, al ser nuestra naturaleza herida por el
pecado original, necesitábamos que Dios nos ilumine.
Los 10 Mandamientos se dividen en 2 partes que Jesús explicó en el evangelio: “Amarás al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas” (que comprende los 3
primeros) y “amarás al prójimo como a ti mismo” (con los 7 siguientes)
Primera Parte:
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”
1. «Yo soy el Señor, soy tu Dios, que te ha sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre.
No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que
hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo
de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto» (Ex 20, 2-5)
«Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, solo a él darás culto» (Mt 4, 10)
Dios es lo principal, todo debe girar en torno a él, y debemos, creer en él, este primer
mandamiento, comprende lo que es la Fe. Esperanza y Caridad:
- Debemos rechazar todo lo que se opone a creer en Dios y su palabra, una falta contra
esto, sería, la duda voluntaria, respecto a lo que Dios a revelado y lo que la Iglesia propone
creer, esta duda nos designa una vacilación en el creer, si la duda sigue persistiendo,
puede conducir a la ceguera del espíritu.
- La Incredulidad también es una falta, puesto que es el menosprecio de la verdad revelada
o el rechazo de prestarle asentimiento. Herejía es la negación de una verdad que debe
creerse por Fe, después del bautismo, también comprende el dudar sobre la misma.
Apostasía, es el rechazo total de la Fe cristiana. Cisma es el rechazo de la autoridad al Papa
o la comunión con los miembros de la Iglesia.
Virtudes Teologales
Sólo a Dios le debemos adoración, ya que es el único Dios, nuestro Creador y Salvador, Señor y
Dueño de todo, adorarle es reconocer la “nada de la criatura”, puesto que solo existimos por Dios.
La adoración a Dios nos libera del pecado y de la idolatría del mundo.
Los actos de Fe, Esperanza y Caridad se realizan en la Oración, que es la elevación del espíritu a
Dios.
Promesas y votos son actos que manifiestan respeto y amor a la Majestad divina.
La superstición nos hace atribuir mayor importancia a ciertas practicas y atribuimos su eficacia a la
sola materialidad de las oraciones o signos sacramentales.
La idolatría es dar culto a otros dioses, pero también comprende en divinizar lo que no es Dios, por
ejemplo, cuando el hombre reverencia a una criatura en lugar de Dios, o cuando divinizamos el
dinero, o los placeres, o los bienes, etc.
La adivinación y la magia es algo que está prohibido por este mandamiento, puesto que Dios es el
dueño del tiempo, no es lícito acudir a brujos o médiums o adivinos, además, tanto la adivinación
como la magia, tienen influencia del demonio. Tampoco es permitido consultar el horóscopo ni
ningún tipo de adivinación.
Este mandamiento prohíbe también, el tentar a Dios (con palabras y obras), el sacrilegio (profanar
o tratar indignamente los sacramentos, acciones litúrgicas, personas y lugares consagrados a Dios,
sobre todo la Eucaristía) y la simonía (compra o venta de cosas espirituales)
Igualmente, este mandamiento prohibía las representaciones de Dios por mano de los hombres,
pero Dios mismo en el Antiguo Testamento consiente la elaboración de imágenes (serpiente de
bronce, querubines, figuras en el templo, etc) es así, que, visto a la luz del Nuevo Testamento, y la
revelación plena que es Cristo, la Iglesia, autoriza el uso de imágenes, puesto que este precepto es
ya superado, además de que nosotros veneramos, más no adoramos a las imágenes.
1.2 «No tomarás en falso el nombre del Señor tu Dios» (Ex 20, 7; Dt 5,11)
El nombre de Dios es Santo, por ello se debe respetar, este mandamiento prohíbe toda manera de
burla o uso inconveniente del nombre de Dios. Igualmente, al nombre de Jesucristo, la Virgen o los
santos.
Jurar en falso, invocando el nombre de Dios es una falta contra este mandamiento, puesto que
ponemos a Dios como testigo de una mentira, Dios es siempre fiel a sus promesas. Igualmente, el
perjurio (jurar algo sin intención de cumplirlo).
1.3 «Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos,
pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo» (Ex 20,
8-10; Dt 5, 12-15)
«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el
Hijo del hombre también es Señor del sábado» (Mc 2, 27-18)
En el Antiguo Testamento, Dios manda consagrar el día sábado (Sabbat), como día de descanso, ya
que es el día donde Él descansó al terminar la Creación.
Nosotros, los cristianos, sustituimos el sábado, por el domingo, debido a la Resurrección de Cristo,
puesto que nos recuerda una nueva Creación, y desde los inicios del cristianismo, siempre ha sido
así.
El domingo, es día de precepto, o sea, que, al ser un día consagrado a Dios, nos manda darle culto
asistiendo a Misa obligatoria, igualmente, los días que la Iglesia manda que sean “días de
precepto”, es obligatorio asistir a Misa, si faltamos, cometemos pecado mortal.
Sólo podemos estar excusados de faltar a la Misa, si tenemos alguna enfermedad grave, o
tenemos que asistir a algún enfermo, o cuidar a los niños, etc. en conclusión, una excusa seria.
El domingo, también debemos usarlo, para dejar de lado las actividades semanales y descansar la
mente y el cuerpo, además de cultivar la vida familiar, por eso se dice que el domingo es para
pasarlo en familia.
También podemos usar el domingo, para la realización de obras de bien y piedad (obras de
misericordia), todo esto da honra y Gloria a Dios.