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19 de abril de 1810

Un jueves santo de 1810, específicamente el 19 de abril se inició en Caracas el


comienzo de una etapa en la historia de Venezuela. En este día, el cabildo de
Caracas, con el apoyo de parte del pueblo y de importantes sectores de las fuerzas
armadas, tanto de los batallones de veteranos como de milicias, así como de
destacados personajes del clero, la sociedad, de los intelectuales, depuso al
gobernador y capitán general Vicente Emparan y a los demás altos funcionarios
españoles, enviándolos al exilio. Dicho movimiento revolucionario que se llevó a
cabo de una manera incruenta, en definitiva tuvo un impacto en los campos
político, económico, social y cultural no sólo de Venezuela sino de toda Sudamérica.

Antecedentes

Entre los antecedentes más cercanos al 19 de abril, se hallan la conspiración de


Gual y España en 1797, la expedición libertadora de Francisco de Miranda en 1806
y la conspiración de los Mantuanos en 1808. En relación al movimiento llevado a
cabo en Caracas y La Guaira por parte de Gual y España, en el mismo participaron
individuos de todas las clases sociales, excepto los mantuanos; tratándose en
términos generales, de un proyecto revolucionario igualitario, republicano y
democrático, con proyección hacia el resto del continente. En cuanto a sus líderes,
tenemos que Manuel Gual era un hijo de un militar distinguido que había defendido
La Guaira 50 años antes; por su parte, José María España había sido teniente de
justicia de Macuto; es decir, ambos eran hombres cultos incorporados a la
administración colonial. A la conspiración se sumaron también republicanos
españoles que poco antes habían organizado en Madrid una revolución similar,
quienes fueron apresados y remitidos a América como reos de Estado. En este
grupo destacaba Juan Bautista Picornell, quien en poco tiempo estableció contacto
con Gual y España. El ideario de la revolución de Gual y España se expresó en unas
Ordenanzas que en nombre de la Santísima Trinidad se proponían restituir al
pueblo americano su libertad. Entre los puntos fundamentales de este programa
figuraban la instauración en los departamentos de Venezuela de un nuevo
gobierno; y la proclamación de los derechos del hombre (igualdad, fraternidad,
libertad y propiedad, lo que contribuiría a la eliminación de las clases sociales por
parte de la República. Asimismo, dicho movimiento pretendía extender la revolución
a otras regiones de América. Otro documento importante de la revolución de Gual y
España fue el folleto de los derechos del hombre, que fue impreso en la isla de
Guadalupe. No obstante, la conspiración se descubrió antes de que llegase a
estallar. Los revolucionarios españoles lograron huir y se refugiaron en las Antillas.
Manuel Gual fue a Trinidad, donde murió, se cree que envenenado en 1800. José
María España, quien había huido y regresado, fue apresado y ejecutado en la plaza
mayor de Caracas en 1799. Aunque la conspiración en definitiva fue bañada en
sangre, conmovió la tranquilidad de la sociedad colonial, y generó una honda
preocupación en los mantuanos caraqueños, quienes vieron amenazada su posición
preeminente en la sociedad.

En 1806 la tranquilidad de la vida colonial venezolana se vio una vez más sacudida,
cuando Francisco de Miranda, emprendió una expedición libertadora de Venezuela
desde Nueva York. Disponía de tres barcos, y la mayoría de los tripulantes, oficiales
y soldados, eran norteamericanos. Miranda intentó desembarcar en Ocumare de la
Costa, pero varios buques españoles se lo impidieron, refugiándose en Trinidad.
Meses después intentó un nuevo desembarco en Coro, pese a que en esta ocasión
logró poner pie en tierra, la población huyó, por lo que Miranda tuvo que desistir de
sus planes. Sin embargo, a bordo del buque "Leander" traía una imprenta con cual
imprimió proclamas que incitaban a los venezolanos a combatir por su libertad e
independencia. También difundió la célebre "Carta a los españoles-americanos" del
jesuita peruano Juan Pablo Viscardo, en la que éste animaba los americanos a
defender sus derechos y los de sus sucesores. Al fracasar su expedición, Miranda se
trasladó a Trinidad y posteriormente a Inglaterra, desde donde prosiguió
promoviendo la independencia de Venezuela y de América Latina.

Mientras que el movimiento de Miranda tenía como objeto tomar el poder de


Venezuela desde el exterior, para hacerla libre e independiente; la conspiración de
los mantuanos en 1808 intentaba apoderarse del poder desde dentro, es decir,
mediante un golpe de Estado. Para este momento, los mantuanos tenían el poder
económico a través del control del Cabildo, el Real Consulado y la agricultura,
aspiraban a obtener el poder político ya fuera Venezuela independiente o por lo
menos autónoma. La invasión en 1808 de España por parte de los franceses y el
arresto del rey Carlos IV y su sucesor Fernando VII, crearon el vacío el poder
propicio para los intereses del mantuanaje caraqueño. En tal sentido, al enterarse
los mantuanos que en todas las provincias españolas se organizaron juntas para
preparar la resistencia contra las fuerzas invasoras y para dirigir la política de cada
región, le solicitan al capitán interino de Venezuela, Juan de Casas, que organice
también una junta con la misma característica de las españolas y en la cual
tuvieran ellos el puesto preponderante; en otras palabras era una revolución
interna que no pretendía cambiar el orden social. En definitiva, la conspiración de
1808 fracasó debido a que el capitán general no accedió a las demandas de los
mantuanos, poniendo en prisión a los más exaltados y enviando a sus haciendas a
los más moderados. También fracasó este movimiento, como consecuencia del
apoyo de los oficiales de las milicias de pardos, quienes se presentaron ante Casas
y se mostraron dispuestos a combatir contra los mantuanos, si éstos persistían en
sus propósitos.

Los Sucesos del 19 de abril de 1810

El 19 de abril de 1810 renació la conspiración de los mantuanos, quienes en esta


ocasión se habían procurado la cooperación de los batallones veteranos o las
milicias, así como el apoyo de los notables, los intelectuales, de parte del clero y
otros sectores de la sociedad, y de un núcleo considerable del pueblo. Una vez
eliminada la posibilidad de toda resistencia en la Península, los notables caraqueños
concibieron la constitución de una junta similar a las formadas en España a fin de
regir los destinos de la provincia.

El capitán general Vicente Emparan, deseoso de ganar tiempo e indeciso ante el


camino a seguir, suspendió la sesión del Cabildo y se dirigió a la catedral; sin
embargo a las puertas de ésta, uno de los revolucionarios, Francisco Salias, se
interpuso y tomando del brazo a Emparan, le conminó a regresar al Cabildo. La
actitud de Salias fue ampliamente celebrada por la multitud en general y por un
grupo de conjurados; ante la osadía de Salias, los soldados que formaban la
guardia del capitán general hicieron un ademán de apercibir sus armas, pero una
orden del oficial venezolano que los mandaba, los mantuvo firmes en sus puestos
sin intervenir. Dadas la circunstancias, Emparan regresó al Cabildo, acompañado de
los alcaldes, regidores y notables, mientras una multitud invadía la plaza mayor. Al
poco tiempo llegaron al Cabildo el abogado Juan Germán Roscio, el canónigo José
Cortés Madariaga y otros representantes del pueblo y del clero, quienes se
incorporaron a la reunión. Presionado por los factores de poder presentes en el
Cabildo de Caracas, Emparan pronunció las palabras que señalaron el principio del
fin, por lo menos jurídicamente, del régimen español en Venezuela. Dirigiéndose al
pueblo congregado en la plaza, desde el balcón del cabildo, les preguntó si
deseaban que él continuase mandando; ante la respuesta negativa de las personas
presentes, exclamó Emparan: "¡ Pues yo tampoco quiero mando!". Luego de esto,
quedó establecida la que oficialmente recibió el nombre de Junta Suprema
Conservadora de los Derechos de Fernando VII.

El mismo 19 de abril de 1810 fue redactada el acta en la cual se consignaba el


establecimiento de un nuevo gobierno. En la misma se precisaba que el gobernador
y capitán general, el intendente de Ejército y Real Hacienda, el subinspector de
artillería y el auditor de Guerra y asesor general, así como la Real Audiencia,
quedaban privados del mando que ejercían, a la vez que suprimían esas
instituciones. En consecuencia el Cabildo de Caracas, con sus 2 alcaldes José de
Llamozas y Martín Tovar y Ponte a la cabeza, asumió el poder, incorporando en su
seno a los representantes del clero, del pueblo y de los pardos, ya mencionados,
mientras que el mando militar era confiado momentáneamente al teniente coronel
Nicolás de Castro y al capitán Juan Pablo Ayala. El acta del 19 de abril fue firmada
por todos los asistentes al Cabildo extraordinario de ese día, incluyendo a los
funcionarios españoles depuestos (Vicente Emparan), los que desempeñaron un
papel secundario y los que a partir de ese momento asumieron el poder (Tovar,
Roscio, Cortés de Madariaga, etc.). El acta fue leída el mismo día en diversos
lugares de Caracas por los escribanos Fausto Viaña y José Tomás Santana, quienes
certificaron que la población reaccionó gritando las siguientes consignas: "Viva
nuestro Rey Fernando VII, nuevo Gobierno, Muy Ilustre Ayuntamiento y Diputados
del Pueblo que lo representan". En definitiva la revolución se llevó a cabo sin
derramamiento de sangre. Los funcionarios depuestos fueron conducidos luego a La
Guaira y encerrados en las fortalezas o confinados a bordo de buques anclados
hasta que se les expulsó. De acuerdo con el testimonio de uno de ellos, el
intendente Basadre, durante el tiempo que estuvo en prisión pudo apreciar como
los revolucionarios compusieron e hicieron circular canciones alegóricas de su
Independencia, en las cuales convidaban a toda Hispanoamérica a hacer causa
común y a tomar "... a los caraqueños por modelo para dirigir revoluciones" Al
parecer, ya entonaban la canción que mucho más tarde fue declarada Himno
Nacional de Venezuela: "Unida por lazos/ que el cielo forjó/ la América toda/ existe
en Nación/ y si el Despotismo levanta la voz seguid el ejemplo/ que Caracas dio."
En conclusión, aunque el 19 de abril de 1810 no fue declarada jurídicamente la
Independencia de Venezuela, políticamente se produjo un cambio radical que
culminó con la declaración 5 de Julio.

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