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CAPÍTULO XXV CONTRATO DE JUEGO Y APUESTA

§ 304. C ONCEPTO . - Según lo establecido por el art. 2052


del Cód. Civil, "el contrato de juego tendrá lugar cuando dos o más
personas entregándose al juego se obliguen a pagar a la que ganare una
suma de dinero, u otro objeto determinado".
A continuación, dispone el art. 2053 que "la apuesta sucederá,
cuando dos personas que son de una opinión contraria sobre cualquier
materia, conviniesen que aquella cuya opinión resulte fundada, recibirá
de la otra una suma de dinero, o cualquier otro objeto determinado".
En reiteradas oportunidades se ha discutido doctrinariamente
sobre la diferencia que existe entre ambas figuras. A la luz de
nuestro ordenamiento, lo determinante para su distinción se ría el
papel que cumplen las partes contratantes; así, en el juego son los
propios jugadores los que intervienen en la disputa, debiendo
pagar el perdedor. En cambio, en la apuesta, las opiniones
contrarias que dan lugar a ésta son vertidas por personas dis tintas
de aquellos encargados de ejecutar propiamente el evento que
fuera su objeto; es decir que su resultado depende de cómo se
desempeñan estos sujetos, que son ajenos a los contratantes.
Sin embargo, aun cuando sea factible marcar pautas dife-
renciales entre una y otra figura, lo cierto es que ambas están
sometidas a un régimen jurídico común que permite identificarlas
a los efectos de su tratamiento, razón por la cual nos referiremos
indistintamente tanto al juego como a la apuesta, efec tuando un
análisis conjunto.
En general, la doctrina distingue tres clases de juegos:
a) Aquellos que el Estado autoriza expresamente y generan
obligaciones civiles (juegos tutelados).
b) Los que no fueron autorizados expresamente, pero tam-
poco se encuentran prohibidos; éstos aparejan obligaciones na-
turales (juegos tolerados).
c) Aquellos que fueron expresamente prohibidos; en este
caso el deudor podría repetir lo pagado por existir una causa ilí-
cita (juegos prohibidos).
§ 305. DEUDAS DE JUEGO . - Son todas aquellas que nacen en
virtud de un contrato de juego o apuesta. Dentro de esta ca-
racterización genérica podemos formular la siguiente distinción:
a) deudas que confieren acción judicial, y b) deudas que no con-
fieren acción judicial.
a) D EUDAS QUE CONIIEREN ACCIÓN JUDICIAL . Para que la
deuda resultante de un contrato de juego o apuesta sea exigible ju -
dicialmente es preciso comprobar dos requisitos:
1) Que provenga de un juego o apuesta en la cual exista
ejercicio de fuerza, destreza de armas, corridas o actividades se -
mejantes. Tal exigencia es demostrativa de la intención que tie ne
el legislador de no conceder los recursos legales necesarios para
exigir por vía judicial el pago de aquellas deudas que se hubieran
contraído en los llamados "juegos de azar", en atención a posibles
consecuencias nocivas derivadas de éstos.
2) Que la realización de tales eventos no ocasione contra-
vención a alguna ley o reglamento de policía.
Dándose ambas condiciones, existe la posibilidad de que el
acreedor reclame judicialmente el cobro de lo adeudado. Pero en
aquellos casos en que el propio Estado autorice la realiza ción de
juegos o apuestas, a pesar de que no cumplan con el pri mero de
los requisitos señalados, igualmente se tendrá acción judicial;
lógicamente ésta no puede vedarse en el supuesto men-

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