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Lotzin
El conflicto magisterial observado hoy en día por varios puntos de nuestro país, y que
ha encontrado su sede en Morelos, es un signo más de la polarización política que vive
el país pero sobre todo una crisis de sus instituciones. Sin embargo, entre las diversas
razones de unos y otros, hay un hecho que está, en el fondo del conflicto y que nadie
cuestiona: el humanismo en la educación.
La escuela tiene como principal objetivo proporcionar una educación formal mediante
un proceso integral de carácter intencional, planificado y sistematizado, que se
concretiza en un currículo oficial y se aplica en calendario y horario definido. No
obstante. La educación formal no es autónoma de la educación externa negativa que
proviene de la sociedad y su entorno, junto a la cual ha tenido que sobrevivir e incluso
competir. Esta última entorpece contradice y desvaloraliza los fundamentos
pedagógicos del proceso educativo. Esto se manifiesta con la gama de información no
adecuada, que resulta más atractiva para los niños y los jóvenes, a través del cine, la
televisión, la calle y la información de la Internet. Dicha educación, lejos de formar,
deforma y lejos de educar, deseduca.
El vasto, desarrollo científico y tecnológico que hemos vivido en estos últimos años, ha
interconectado y transformado al mundo en los aspectos económico, político, social y
cultural en un espacio globalizado, desapareciendo fronteras con consecuencias
benéficas para la humanidad, proporcionando gran confort a nuestra calidad de vida,
enormes logros en medicina y salud, alargando incluso, nuestro promedio de
supervivencia. Sin embargo, estas grandes ventajas no nos han hecho mejores seres
humanos, al contrario, nos han hecho vivir en mundos cada vez más superfluos,
alejados de la realidad, con ideas vanas, nos han vuelto más egoístas, mercantilistas,
presuntuosos, enajenados por modas pasajeras sin ningún valor, han acrecentado la
ambición entre los hombres y el poder como principales medios para dominar a
nuestros semejantes.
Esto nos ha llevado a vivir en nuestra época, una crisis de desvalorización del ser
humano que se manifiesta en formas tales como: deterioro ambiental, inseguridad,
migración, terrorismo, narcotráfico, marginación, violencia, guerra pobreza,
analfabetismo, ignorancia, intolerancia, inequidad, discriminación,
Una propuesta para crear estudiantes armónicos consiste en integrar y hacer énfasis
en los fundamentos de la filosofía de la educación, los cuales han sido ignorados o, en
el peor de los casos, desconocidos por aquellos que son autoridades educativas y los
maestros. Estos principios generales abarcan aspectos como: la epistemología, la
filosofía de la enseñanza; la parte ontológica, basada en el desarrollo del ser; la parte
axiológica, que estudia los bienes educativos, los valores y los fines educativos y por
último la parte antropológica que entiende los procesos de enseñanza desde la
naturaleza del hombre.
Uno de los problemas que contribuye a la pérdida del aspecto humano de la educación
es que el profesor provoca dicha situación en el aula, con prácticas tradicionalistas que
anulan al niño aprendidas en los Centro Normales de Educación, a través de actitudes
y conductas tales como el autoritarismo, el abuso del poder, la competencia, el
individualismo. Entonces resulta necesario analizar la necesidad de que la verdadera
educación inicia con humanizar a los maestros, para que estos lo hagan con sus
alumnos. Tarea en verdad complicada, pero necesaria y urgente es el educar y
humanizar al profesor. Con esta idea es la oportunidad de establecer el reencuentro
del hombre con el mismo.
Por eso y mucho más que incentivar a movilizaciones para la lucha y conquista de
interés particulares, como sociedad y padres de familia, fomentemos el dialogo con los
profesores de nuestros hijos y motivémoslos a que antes de ir a pedir mejores
modalidades de pago por parte del estado, se trasforme a la educación, y con esa obra
realizada se pida lo que por trabajo y esfuerzo verdaderamente corresponde,
propongamos un ambiente cordial, empático y respetuoso, con un grado oportuno de
libertad, dando pie al desarrollo de una clase democrática cuya finalidad sean
aprendizajes significativos y duraderos centrados en los alumnos.
La tarea de educar es de todos, por eso como docentes, padres de familia y sociedad
en general, apliquemos estos conocimientos teóricos propuestos y muchos más,
pongámoslos en práctica en la casa, en la calle, en la escuela y en todo lugar, vivamos
con valores, actuemos con apego a principios éticos, seamos más reflexivos con
neutros hijos, con nuestros maestros, con nuestros alumnos, con todos los que
conformamos esta sociedad, seamos más abiertos, menos directivos, actuemos sin
inhibiciones de sociedades tradicionalistas, fomentemos el espíritu de cooperación,
basado en respeto y reconocimientos mutuos, seamos más humanos, que nos ayude
a demostrar los sentimientos, emociones y aspiraciones, para lograr vivir con trabajo
pero sobre todo con dignidad y amor a nosotros mismos, y finalmente, a los maestros y
padres de familia, enaltezcan el verdadero valor de educar, cuya meta no solo es lograr
mejores profesionistas si no mejores seres humanos.
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