Hechos 1:8 pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga
sobre vosotros; y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.
Luc 24:49 Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi
Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto.
La persona del Espíritu Santo
Las Escrituras enseñan claramente que el Espíritu Santo es un ser personal. Sin embargo, algunos creyentes malinterpretan esto, y se refieren al Espíritu Santo como si fuera una cosa en vez de una persona.
El posee atributos personales que se asocian con la mente,
la voluntad y las emociones. Pablo habla de «la mente del Espíritu» (Ro 8:27), y dice además que solo el Espíritu de Dios conoce las cosas profundas de Dios (1 Co 2:10-11). La actividad intelectual del Espíritu se ve además en los dones del Espíritu, tales como palabra de ciencia, palabra de sabiduría, discernimiento de espíritus y profecía.
Realiza acciones personales. Lo siguiente es una
muestra: • Crea: Gn 1:2; Job 33:4; Sal 33:6 • Crea de nuevo, o regenera: Jn 3:5; Tit 3:5 • Contiende con los hombres: Gn 6:3 • Convence a los no regenerados: Jn 16:8 • Intercede: Ro 8:26 • Hace milagros: Hch 8:39; He 2:4 • Levanta a los muertos: Ro 1:3-4; 8:11 • Habla: Jn 16:13; Hch 8:29; 10:19; Ap 2:7 • Enseña: Lc 12:12; Jn 14:26; 1 Jn 2:27 • Testifica: Jn 15:26; 1 P 1:11 Puede ofendérsele personalmente. Esteban acusó a sus perseguidores de resistir siempre al Espíritu Santo (Hch 7:51). Pedro acusó a Ananías de mentirle al Espíritu Santo (Hch 5:3) y luego dijo que Ananías y Safira habían tratado de tentar al Espíritu del Señor (v. 9). Pablo amonesta a los creyentes a no entristecer al Espíritu Santo (Ef 4:30)
En las Escrituras se asocia a menudo el Espíritu con la idea de poder.
Como consecuencia, hay quien considera que el Espíritu Santo es solo una fuerza impersonal. Pero cuando Jesús prometió a los discípulos que recibirían poder cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos (Hch 1:8; también Lc 24:49), quería decir que el Espíritu mismo vendría en plenitud y que el Espíritu, que es todopoderoso, les proveería de los medios necesarios para el ministerio eficaz. Las figuras retóricas que a menudo se usan en las Escrituras para referirse al Espíritu Santo pueden implicar la idea de objetos inanimados o impersonales. Unas pocas sugerencias bastarán para ilustrar esto.