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Debates | 2009

Historizar los cuerpos y las violencias. América Latina, siglos XVII-XXI – Dossier
coordinado por María José Correa Gómez y Romané Landaeta Sepúlveda
Oliva López Sánchez

“Dos en uno y cada uno en dos”: La


imagen del cuerpo monstruoso en la
teratología del siglo XIX en México
“Two in one and each one in two” : The image of the monstrous body in the nineteenth
century medicine, Mexico
[29/11/2009]

Resúmenes
El desarrollo de las ciencias biomédicas se ha visto fortalecido con la tecnología de otros
campos. Es el caso de la invención de la fotografía, considerada un avance en la objetividad
científica que precisaba del registro de la anatomía humana. El uso de la fotografía en la
teratología decimonónica, especialidad médica destinada al estudio de las deformaciones
humanas, representó un gran avance técnico entre la comunidad científica, pues la imagen
representó la evidencia de los análisis teratológicos, lo que coadyuvó en el estudio,
clasificación y exclusión del anormal, huella dada por su anatomía y fisonomía monstruosa.
No obstante el deseo de objetividad de los médicos, el estudio del monstruo representó la
ambivalencia del miedo y la fantasía de conocer su origen. El escrutinio de los individuos
que no cumplen con el orden “natural” es sin lugar a dudas un acto de violencia simbólica y
de violencia en acto.

Texto integral
“Oh mujeres preñadas cuyo afán y cuidado es
tener descendencia en buena condición,
Cuidáos de todo aquello que miráis y pensáis”.
Abad Claude Quillet, Callipaedic

1 El objetivo de este ensayo es evidenciar cómo el uso de la imagen fortaleció el análisis de


los estudios teratológicos publicados en La Gaceta Médica de México1 y otras revistas
médicas en la segunda mitad del siglo XIX2. Se pretende hacer un análisis de cómo la
imagen – fuese dibujo, grabado o fotografía – posibilitó la sistematización y objetivación
del conocimiento médico sobre las enfermedades, particularmente las referidas a las
deformaciones y malformaciones humanas abordadas por la teratología, especialidad
médica orientada a estudiar y clasificar las monstruosidades del cuerpo. Los médicos
mexicanos decimonónicos fueron formados bajo la guía y los conocimientos de la medicina
de ultramar, siguiendo las clasificaciones teratológicas de Tardieu, Krafft-Ebing y
principalmente Geoffroy Saint-Hilaire. El deseo de los galenos por aportar nuevos datos a
la ciencia médica, promovió investigaciones originales entre la comunidad médica
mexicana, entre las que podemos citar el estudio sobre el himen llevado a cabo por
Francisco de Asís Flores y Troncoso en 18853 o la primera cesárea practicada en una mujer
viva por Juan María Rodríguez y otros médicos prominentes4. Ambos trabajos
considerados aportaciones nacionales a la medicina universal, dieron cuenta de una
indagación agresiva en los cuerpos de quienes sirvieron de cobayas.

2 La educación de la mirada médica precisó de datos contundentes que diferenciara los


estados normales de los patológicos; en este escenario la imagen fue uno de los principales
recursos para observar los aspectos anatomo-fisiológicos en su exacta existencia. Especial
énfasis nos merece el uso de la fotografía, la cual tuvo un doble uso: como herramienta
tecnológica en el campo médico para difundir el conocimiento sobre la clasificación
teratológica y como evidencia irrefutable de los análisis y las nuevas clasificaciones
médicas.

La fotografía y la ciencia: un aporte en la


objetivación de la patología
3 El uso de la fotografía en el contexto de la medicina practicada en la ciudad de México
durante el último tercio del siglo XIX fue escaso, como lo dejan ver las revistas médicas de
la época. Se empleaban con mayor frecuencia el grabado, el dibujo y las gráficas.
Excepcionalmente la fotografía aparecía en los artículos médicos y tesis de medicina; no
obstante las imágenes localizadas nos han permitido llevar a cabo el análisis de su uso
tecnológico en el campo de la teratología5.

4 Existe una relación estrecha entre la fotografía y la ciencia, pues la primera debe ser
entendida como una creación científica con elementos de la física y la química6, que vino a
reforzar el proceso de la objetividad en el campo de la investigación. En particular, el uso
de las imágenes fotográficas y grabados en la ciencia se hizo más frecuente hacia el último
tercio del siglo XIX, periodo en el que los galenos discutían la diferencia entre la biología
normal y la patológica7. Las imágenes facilitaron el estudio de la anatomía patológica en
ausencia de la pieza morbosa, lo que posibilitó la discusión entre la comunidad médica
mexicana y con sus pares en el extranjero. Con frecuencia los artículos publicados en las
revistas médicas aludían al intercambio de imágenes entre los galenos, las cuales les
permitían debatir sobre la nosografía y sobre algunas clasificaciones patológicas. A decir
verdad, la imagen no sólo respondió a una necesidad de ilustrar objetivamente las
investigaciones médicas, también funcionó como una suerte de sustento de las nuevas
aportaciones o refutaciones.

5 Las fotografías, al igual que otras imágenes y representaciones gráficas son textos
cargados de códigos y mensajes, de significados y significantes, que se conjugan y se
recrean para dar lugar a una red de significaciones8. Desde la perspectiva “realista”, la
fotografía es una imitación perfecta de la realidad, es decir, es una réplica exacta del objeto
real. Esta perspectiva objetivista empató perfectamente con la lógica de la epistemología
positivista que permeó el pensamiento científico de la segunda mitad del siglo XIX. En el
caso de la medicina mexicana decimonónica, el uso de las imágenes, fueran estos grabados,
dibujos o fotografías, funcionaron como evidencia y una muestra real de las características
de los individuos anormales: locos, enfermos, desviados y criminales. Para los casos
teratológicos que se analizarán, las imágenes fotográficas y grabados, además de servir
como un recurso de “evidencia objetiva” de una anatomía anormal, nos permiten analizar
otros mensajes relacionados con el desarrollo de la ciencia médica nacional y con la
construcción de un conocimiento sobre el cuerpo estrechamente vinculado a las exigencias
del contexto social y cultural, que requería de individuos sanos, normales y productivos.

6 La pericia médico-legal del siglo XIX finisecular europeo como asegura Foucault, estuvo
encaminada a establecer la categoría de los anormales, entendida como la degradación de lo
normal9. En este contexto, el uso de la fotografía y el grabado resultó crucial porque era la
prueba objetiva que sintetizó un sin fin de clasificaciones teratológicas, en las que se
mostraba la evidencia anatómica que sustentó dichas clasificaciones.

De lo honorífico a lo represivo : el uso de la


fotografía y el retrato en el siglo XIX
“La fotografía y el cuerpo se cruzaron por primera vez en la producción de retratos”10.

7Antes de la expansión del retrato fotográfico, éste era exclusivo y distintivo de una
determinada clase social. Un retrato hecho por un pintor o un dibujante cumplía con ciertos
imperativos ideológicos, por un lado fomentó el culto a la individualidad y por el otro, se
convirtió en un medio de expresión del ascenso social. El retrato, privilegio de la nobleza,
pronto se extendió como una práctica social de la burguesía en ascenso y como promotor
del ideal del nuevo burgués11. Esta evolución trasformaba tanto la producción artesanal del
retrato en una forma más mecanizada de los rasgos humanos hasta llegar al acto fotográfico
que se considera como la culminación mecánica de dicho acto. Pronto, el uso de la
fotografía formó parte de la vida cotidiana, la práctica de los retratos dejó de ser un acto
artístico al servicio de la alta burguesía y fue empleado por otros sectores sociales y
posteriormente se le dio un uso de control social para identificar a todo aquel que era
diferente. Al extenderse, el uso de la fotografía dejó de ser un objeto de la clase burguesa
para ser objeto de clasificación estatutaria.

8 Así como la fotografía sirvió para identificar a los iguales, también cumplió con la tarea
de establecer y delimitar el terreno de la otredad en la que se encontraban los enfermos, las
mujeres, los no blancos, los peligrosos y todo lo que personalizaba lo indigno. Se comenzó
a definir las tipologías y contingentemente a registrar la desviación y la patología social12.

9 De ahí surgió la fisonomía y la frenología, teorías que suponían que la forma del cuerpo
especialmente la cara y la cabeza ofrecían signos del carácter de los individuos ; a través de
la inspección y palpación de las protuberancias craneales que se suponían relacionadas con
localizaciones hipotéticas de aquellas facultades en el encéfalo. La craneoscopia fue el
método de inspección de la frenología13. La frenología surge en la primera década del siglo
XIX con el médico vienés Franz Josef Gall14. En los años de 1850 el retrato ayudó a la
identificación y clasificación de los rasgos fisonómicos y frenológicos15.

10 Los estudios sobre la frenología, desde el campo de la medicina – en 1835 – son las
primeras indagaciones seculares que se hacen en el país sobre los afectos, carácter y
cualidades psíquicas del sujeto, se trata de los primeros estudios laicos sobre mundo psi. En
México, José Pacheco16 fue uno de los médicos que promovió los estudios que señalaban
al cerebro como el lugar donde los procesos psíquicos y comportamentales se hospedaban.
Con el tiempo se produjo una expansión de literatura que sostenía la tesis17. La frenología
debe ser considerada como la precursora de la idea sobre el cerebro como lugar del alma
que se prolongará hasta los estudios de la psicología en la lógica y que será el punto de
tensión y crítica contundente en el trabajo de Plotino Rhodakanaty18.

11 Los signos del cuerpo sirvieron para organizar y sobrevalorar la actividad intelectual
sobre la manual. Por lo tanto, la frenología y la fisonomía contribuyeron a fortalecer la
ideología hegemónica capitalista que estableció la división jerárquica del trabajo y
promovió el individualismo.

12 Se creó el cuerpo del criminal, un cuerpo diferente del burgués por su moral y por su
biotipo. Así surgieron los archivos fotográficos de los delincuentes que fueron empleados
por la policía. Tengamos en cuenta que durante la segunda mitad del siglo XIX en México,
el pensamiento criminológico giró en torno a dos posturas; la escuela liberal clásica,
respaldada en la filosofía política liberal de la Europa del siglo XVIII y mediados del XIX,
que postulaba al delincuente en el sentido jurídico, es decir, como violación de la ley y del
pacto social19. En cambio, la escuela criminológica positiva incorporó el método científico
para explicar la criminalidad; desde esta lógica se consideraban otros factores que incluían
la naturaleza del delincuente porque no aceptaban la definición jurídica que lo concebía
como un individuo que actuaba bajo su libre albedrío. Desde este enfoque, la criminalidad
era resultado de factores bioantropológicos20. Al reconocer la existencia de rasgos y
características antropológicas que explicaban el comportamiento del criminal se crearon
biotipos basados en las clasificaciones como la de Cesar Lombroso quien distinguía al
criminal nato del de ocasión21. En este contexto científico, el uso de la fotografía para
identificar los rasgos fisonómicos del al criminal resultó fundamental.

13 Pronto el contenido de la fotografía fue homologado con el lenguaje universal de la


estadística porque la fotografía ofrecía detalles del cuerpo del criminal o anormal y podría
clasificarse en términos cuantitativos22. De ahí la importancia de darle imagen a lo
peligroso y a lo monstruoso como un acto de distanciamiento, de diferenciación y
clasificación. En México, existen archivos fotográficos de delincuentes que datan de 1870 y
se encuentran en el fondo Felipe Teixidor23 de la Fototeca Nacional del INAH24.

14 Los médicos mexicanos del siglo XIX coleccionaron, tal como lo hacían los anticuarios
de la época, piezas en sus gabinetes particulares, y con frecuencia se prestaban los
ejemplares para realizar estudios comparativos que buscaban conseguir una acertada
clasificación, y con ello, un avance en la ciencia médica. En 1870, por ejemplo, el médico
Cristóbal Palacios radicado en Durango le mandó al Dr. Juan María Rodríguez25. Un
ejemplar de un monstruo humano, cuádruple de cinco meses de gestación, que conservaron
en alcohol para que fuera estudiado con la siguiente relatoría26.

“El referido caso, además de raro, me parece tan útil para el estudio de la gestación y de la
circulación de la sangre del feto, que se lo remito para que haga V. un estudio de él,
suplicándole me comunique sus observaciones. Dos norteamericanos hicieron grandes
esfuerzos porque se los vendiera para llevarlo a los Estados Unidos; pero calculando que mi
patria era digna también de poseer una tan curiosa monstruosidad me resolví á preferirla,
por lo que aquellos señores hubieron de conformarse con llevar únicamente algunas
docenas de fotografías que mandaron hacer á sus expensas”27.

15 En otras ocasiones, como lo deja ver la cita anterior, lo que circularon fueron las
fotografías o dibujos, los cuales servían de referencia para sus estudios y clasificaciones. La
mayoría de los estudios eran solamente descripciones detalladas de los monstruos, que no
sólo terminaban ubicados dentro de la clasificación teratológica ; también fueron
empleados para resolver las interrogantes sobre embriología, lo que según los galenos
mexicanos, daría algunas luces acerca del origen del monstruo humano y animal 28.

El campo teratológico
16 La medicina reclamó como suyo el estudio del monstruo, figura que ha acompañado al
ser humano en su paso por el mundo. La imagen de una corporeidad mixta resulta
monstruosa y representa lo sobre natural, lo que nos remite a la existencia de seres
diferentes cuyas ubicaciones espacio-temporales rebasan el orden habitual y pueden llegar a
cumplir funciones importantes en la memoria de un grupo. El monstruo ha funcionado
como un elemento nemotécnico fundamental que asegurará el recuerdo de ciertos mensajes
y simbolismos. A lo largo de la historia, el monstruo ha representado una significación
determinada. Portador de catástrofes, malos presagios o eventos inminentes. La rareza del
monstruo también ha servido para despertar el morbo de algunos y enriquecer los bolsillos
de otros29. La figura de la mujer barbuda, el hombre elefante, los hermanos siameses son
tan sólo algunos de esos fenómenos circenses30.

17 El significado del fenómeno de lo monstruoso cambia según la disciplina que lo aborde.


“El monstruo es ambivalente y variable. De esa misma manera dialógica, el ser en cuestión
produce dos sentimientos encontrados: repulsión y fascinación. El monstruo tiene varias
aristas ; es algo más de lo que vemos, e incluso de lo que nos imaginamos ; tiene un porqué
un para qué, depende si lo que muestra es pasado, presente o futuro. Es causa, es efecto, y
algunas veces, es fin en sí mismo”31.

18 El ámbito de lo maravilloso ha sido el contexto de recreación de la monstruosidad;


aparece en la pintura, la literatura, la escultura. También aparece en libros de todo tipo:
mitológicos, tratados científicos, libros de viajes y poesía, por lo que es difícil establecer
los límites de participación de cada disciplina. Estamos ante el problema de los universales
pues los monstruos aparecen en las diferentes culturas sin que medie relación alguna. En el
caso de los tratados teratológicos, éstos han establecido una clasificación al servicio de la
comunidad médica sin importar la procedencia. El ordenamiento y categorización de los
monstruos en el campo teratológico es la evidencia de esa universalidad; ésta atraviesa
culturas y tiempos que irremediablemente alude a las semejanzas de identidad que guardan
los diversos especimenes entre sí.

19 Las implicaciones teratológicas de la monstruosidad llevaron a los médicos del siglo


XIX a realizar una extensa y detallada clasificación de las posibles deformaciones
humanas, pues al parecer, el estudio del monstruo ayudaría a una mejor comprensión de la
naturaleza biológica, la cual se dividía en normal y patológica. Si a partir de lo conocido se
aprehendía y describía lo desconocido, el cuerpo humano normal debía constituir sin duda
alguna el elemento para conocer lo monstruoso. En cualquier caso, el monstruo aparecerá
de manera ocasional pero siempre con el mensaje de existencia y recordatorio de que
pervive en lo humano.

20 Durante el siglo XIX la figura de Geoffroy-Saint-Hilaire (padre) fue fundamental en la


organización teratológica de los hallazgos que sobre la temática se registraron en la
medicina occidental, y México no fue la excepción. Los galenos mexicanos emplearon el
manual de clasificación de este médico francés para comparar sus piezas y especímenes a
fin de encontrarles un lugar en la ciencia32. Uno de los médicos que más sobresalió en
estos estudios fue Juan María Rodríguez, médico prominente que igualmente hizo
importantes aportaciones a la gineco-obstetricia. De esta manera, Rodríguez reflexionaba
sobre aspectos teratológicos, tocológicos y médico-legales.

21 La sección de teratología de La Gaceta Médica de México registraba casos de


polidactilia, anomalías corporales y monstruosidades diplogenésicas y cuádruples, así como
de fetos onfalósitos. De igual manera se consignaron casos de hermafrodismo33. La mayor
parte de ellos estuvieron acompañados de imágenes. Fotografías y grabados, que servían no
sólo de evidencia de las deformaciones y monstruosidades humanas, sino que además
funcionaron como el sustituto de la pieza en el momento del estudio. Era frecuente que la
comunidad médica de la Academia Nacional de Medicina intercambiara la información
sobre sus gabinetes de curiosidades, por lo que las imágenes sirvieron para fortalecer la
comunicación e intercambio con médicos del interior del país y con algunos extranjeros. La
imagen del monstruo representó una estrategia de investigación y comunicación en la
investigación teratológica. Es importante mencionar que, a pesar del uso que la fotografía
tuvo hacia finales del siglo XIX, no siempre lo que aparecían en las revistas médicas eran
imágenes fotográficas, en muchas ocasiones se trataba de dibujos de las piezas o de dibujos
de las fotografías de las piezas, aspecto que llama nuestra atención34. Probablemente se
debió a un problema de recursos, o bien a la costumbre de contar con el apoyo de los
dibujantes para representar la anatomía humana.

Ontología teratológica del monstruo y su


clasificación médica
22 El monstruo ha tenido un lugar dentro de las cosmovisiones y existe en los distintos
niveles de la creación: desde el divino hasta el mineral, pasando por el animal y el humano.
Una pregunta asaltó a los estudiosos del tema: ¿El monstruo tenía una existencia real o
imaginaria? Para la medicina el monstruo es un ser real, producto de la equivocación de la
naturaleza, por lo tanto tiene una dimensión humana que le exige tener cierta identidad en
términos jurídicos, o una existencia como afirma Foucault: “[…] lo que define al monstruo
es el hecho de que, en su existencia misma y su forma, no sólo es violación de las leyes de
la sociedad, sino también de las leyes de la naturaleza. El campo de aparición del monstruo,
por lo tanto es un dominio al que puede calificarse de jurídico biológico”35.

23 El monstruo es un ser liminal en todos sentidos; puede ser estudiado tanto en su


dimensión biológica como en la mítico-religiosa. El monstruo también representa la
otredad, lo ajeno a nosotros o lo que queremos alejar. No obstante, una paradoja es que el
monstruo aparece íntimamente relacionado al hombre, a tal grado que bien puede ser como
su espejo. El monstruo ha salido de las entrañas humanas en sentido propio y figurado36.
Existen diversos tipos de monstruosidades y deformaciones. Los seres híbridos pertenecen
más a la mitología, tal es el caso del centauro y el unicornio ; mientras que, cuando de
deformaciones se trata, el monstruo puede ser remitido al campo de la ciencia para ser
estudiado en su composición, investigación que buscará clasificarlo en su dimensión
biológica y posteriormente regular sus derechos civiles y jurídicos37.

24 Al respecto, a la teratología le ha importado identificar la unicidad del monstruo.


Cuando nacen seres que poseen fragmentos de otros, criaturas que nacen unidas en sus
cuerpos, dos cuerpos y una cabeza, dos cabezas en un cuerpo o un ser que sale de otro, la
medicina tuvo que enfrentar una problemática biológica, pero sobre todo jurídica. Los
médicos debieron dilucidar si se trataba de un monstruo o de más de uno, o sea, de un ser o
de varios seres. En esas circunstancias, se interrogaron sobre qué tipo de derechos legales
podían aspirar, pues al nacer vivo, el desorden natural materializado en el cuerpo del
monstruo trastornaba el orden jurídico.

25 Es evidente que no sólo se trataba de la individualidad de los monstruos, sobre todo se


trataba del problema del individuo, del latín significa indivisible. ¿Sería posible dividir a un
individuo? ¿Se trataba de más de un individuo unido y deformado como resultado del error
de la naturaleza? La individuación de un ser es justamente su no división, pero un ser puede
prescindir de ciertas partes del cuerpo y sigue siendo un individuo; pero un individuo no
puede prescindir de su cabeza. El peso que se le ha dado a la razón como característica
humana llevó a ubicar la cabeza como la parte del cuerpo que no sólo está por encima del
resto, también es la parte que confirma la individualidad.

El ruiseñor de dos cabezas


26 Clasificadas como monstruos ensomfalianas38, Millie-Christine, las gemelas de
Carolina del Norte, fueron estudiadas por distinguidos médicos extranjeros y por el
mexicano Juan Ma. Rodríguez, quien en 1894 viajó a los Estados Unidos para conocerlas.
Las gemelas llamaron la atención de los teratólogos del mundo occidental por la rareza a la
que pertenecían: aunado a su condición anatómica, eran un par de cantantes que recorrieron
Europa, México y por su puesto su propio país. Rodríguez las conoció en una exhibición en
la ciudad de México, realizada en enero de 1894, y a los cuatro meses, con ayuda de los
Drs. Francisco Grande Ampudia y Luis Troconis Alcalá, y con el apoyo de las
investigaciones de un discípulo suyo, el Dr. Antonio Ruiz Erdozain, llevaron a cabo un
opúsculo de dichas gemelas. En el informe se discute justamente el problema de la
organización anatómica, fisiológica y psicológica de estas mujeres, para saber si se trataba
de un ser doble con funciones idénticas o distintas39.

27 Lo interesante de la observación es la discusión en la que entra el médico. El debate es


justamente que, al tratarse de la unión de dos seres casi completos, y por lo tanto
diferenciados, paradójicamente no podían ser separados, puesto que la unión de los
cuerpos, que estaba al nivel del sacro, originó que solamente tuvieran un ano y una vagina.
Intrigado por su organización fisiológica y psicológica, Rodríguez observó que ambas
defecaban y orinaba al mismo tiempo por los mismos orificios; aunque tenían aparatos
digestivos independientes, ambos coincidían en el tubo de la excreción. No obstante, tenían
reacciones emocionales diferentes y puntos de vista incluso opuestos; sus reacciones tanto
fisiológicas como emocionales también eran completamente distintas.

28 Frustrado por la limitaciones que los médicos estadounidenses impusieron en su


observación, Rodríguez se basó en otros casos de engendros ensomfalianos y concluyó que,
aun siendo independientes en casi todas sus funciones, Millie-Chistine estaban destinadas a
morir casi simultáneamente, como había ocurrido en los casos de Elena y Judith, las
hermanas húngaras, y de los gemelos Siam. Ambos casos, documentados por otros
teratólogos, mostraban la muerte sucesiva, uno después del otro, a pesar de que también se
había comprobado una independencia fisiológica y emocional, incluso en el caso de las
gemelas que excretaban y menstruaban en tiempos distintos, lo que aumentaba su grado de
independencia. Así, Juan Ma. Rodríguez concluyó que Millie-Christine estaban condenadas
a morir una después de otra y que no llegaría a sobrevivir ninguna muerta la otra. Los
gemelos Siam tuvieron una vida plena, según se cuenta: se casaron con dos hermanas,
tuvieron 22 hijos y se resalta la armonía en los acuerdos y el compañerismo que les
caracterizaba, lo que sintetizaron en la siguiente frase: “dos en uno y cada uno en dos”40.

29 En efecto, las historias de los denominados monstruos ensomfalianos no sólo nos lleva
al campo de lo médico y el terreno de la moral, definitivamente nos coloca de lleno en el
problema jurídico. ¿Cómo se podía explicar que teniendo dos cuerpos casi completos y con
funciones y comportamientos independientes, Millie-Christine fueran tratadas como seres
monstruosos y prácticamente sin derechos, pues desde temprana edad se las exhibió por
todo el mundo? Rodríguez describe la inspección, que se presume se hizo con todo detalle,
al grado que explica las reacciones de los cuerpos al tacto en el momento de la exploración.

“Examinadas y observadas durante sus viajes por todo lo que Europa contaba entonces de
fisiólogos, anatómicos, psicólogos y naturalistas, multitud de veces descritas y figuradas en
obras importantes como la “Historia Natural” de Buffon y las “Transacciones filosóficas” ;
celebradas aún por muchos poetas, en primer lugar por el ilustre Pope ; mencionadas, en
fin, sin excepción, en cuantas obras teratológicas han aparecido de un siglo acá, Elena y
Judit son un perfecto y acabado tipo de pygopagia41 precursor de este otro formado por
Millie-Christine. Antes de estas se contaban sólo seis ó siete casos de pygopagia; lo que
prueba lo raro que este género de monstruos entre los hombres y aun entre los animales.
Más vale así ; nadie puede desear ; ni estar conforme mucho menos, en que vengan al
mundo seres condenados á vivir á perpetuidad en compañía de un confidente,
insoportable”42.

30 Después de leer la historia aparece un dato relevante que tiene que ver con la
discriminación positiva de la que fueron objeto estas gemelas y se vincula con una situación
jurídica. En su condición de hijas de esclavos, fueron compradas y obtuvieron una posición
económica que en su contexto social no habrían conseguido jamás. Además, hablaban
varios idiomas y consiguieron una fama que las llevó a recorrer el mundo, pues eran
exhibidas al público a través de conciertos musicales. Si bien es cierto que sus vidas
dependían de lo que convenía a quien las manejaba, a través de las exhibiciones, tanto
públicas como ante las comunidades médicas, las gemelas consiguieron una condición
social diferente a la de sus padres.

31 No se aborda el tema de las retribuciones económicas ni cuáles eran sus ganancias


directas de las gemelas al ser exhibidas, tema que Foucault trató en sus sesiones sobre los
anormales cuando analizó el problema jurídico de la sucesión de bienes. Al parecer, estas
mujeres tenían en su contra la monstruosidad ensomfaliana y su condición de esclavas, lo
que posibilitó la exhibición de su condición física. En ellas el canto es un dato accesorio, no
fundamental. Por otro lado, en su caso se hablaba de dos personas, lo que aludía a una
independencia en términos jurídicos: se desconocen otros datos al respecto. Los informes
registrados nos llevan a suponer que se trató de dos mujeres, pues eran referidas como “las
hermanas”, aunque su nombre aparecía unido con un guión, como el sacro que las unía.

32 También existieron otros casos, cuyas clasificaciones más reconocidas fueron


propuestas por médicos de la talla de Isidoro Geoffroy Sain-Hilaire, Hubert, Malacarne,
Buffon, Blumenbach, Meckel, Breschet, Charvet, Serres y Devergie, entre otros. Pero los
hallazgos de los médicos mexicanos no fueron divulgados, a pesar de que éstos hicieron
aportaciones a las clasificaciones teratológicas a partir de las imágenes de las piezas
monstruosas que pudieron construir para sus investigaciones. Tal es el caso del análisis
realizado por Juan María Rodríguez en 1870, el cual hemos citado antes y que refiere un
monstruo humano cuádruple43. Después de un largo análisis, Rodríguez concluyó que con
dificultad algunos médicos aceptaban las monstruosidades triples, mientras que otros como
el afamado Dr. Saint-Hilaire sólo reconocía las dobles, pues las triples y con mayor razón
las cuádruples pertenecían al mundo de la fantasía, en el que se aparecían monstruos
humanos de siete cabezas o serpientes con piernas. Pero, venciendo el escepticismo,
Rodríguez concluyó lo siguiente:

“[ …] es el primer monstruo cuádruple auténtico que ha existido ; su advenimiento al


mundo contraria la generalidad absoluta con que prematuramente han sido aceptados hasta
hoy ciertos principios relativos á la unión similar de los monstruos dobles. Las
clasificaciones anteriores á la de Mr. Geoffroy Saint-Hilaire, como es sabido, casi no tenían
otro objeto que formar cuadros en los cuales las anomalías se fuesen acomodando con
cierto orden convencional, á fin de que pudiera fácilmente encontrarse cualquiera de ellas
entre las demás. Uno de los clasificadores más distinguidos decía: no reconozco en las
clasificaciones otra importancia, que facilitar el estudio y poner en órden las ideas”44.
33 Reconociendo que este sistema de clasificación tenía muchas dificultades y limitaciones,
Rodríguez se atrevió a proponer una nueva clasificación:

“[ …] fijándome solo en los caracteres del tipo específico existente, me propongo erigir
una nueva familia, y agregarla á la Tribu III del órden II que comprende á los monstruos
parasitarios del cuadro de Mr. Geoffroy Saint-Hilaire. El nombre de dicha familia seria
EXOCIMIA (del griego producto de generación, o feto) El género se llamaría
stomatócymo. La clasificación de este monstruo cuádruple seria entonces: TETRA-
PARASITARIO, STOMA-TRI-EXÓCYMO”45.

34 Lo que a nuestro análisis interesa es que el estudio del monstruo sirvió para comprender
los secretos de las formaciones orgánicas y para entender sus efectos sucesivos, pues el
hecho de que aparecieran fecundaciones dobles, triples y hasta cuádruples llevó a los
galenos a adentrarse en el estudio de la embriogenia, o embriología, como se le conoce
actualmente. Así, en palabras de Foucault, el monstruo permitió estudiar el mundo de lo
imposible y lo prohibido. La existencia del monstruo representó una violación doble: a la
naturaleza y la ley misma. “El monstruo es, en cierto modo, la forma espontánea, la forma
brutal, pero, por consiguiente, la forma natural de la contranaturaleza. Es el modelo en
aumento, la forma desplegada por los juegos de la naturaleza misma en todas las pequeñas
irregularidades posibles. […] el monstruo es el gran modelo de todas las pequeñas
diferencias”.

35 Como afirma Foucault, el estudio del monstruo es pues un problema tautológico e


inteligible, puesto que en el monstruo mismo se buscó la explicación de su condición. Es
decir, los principios de explicación remiten a sí mismo. Esta hipótesis de Foucault la vemos
confirmada en una declaración de Juan Ma. Rodríguez a propósito del análisis de un
monstruo humano diplogenésico, monocéfalo, autoritario, onfalósito, no viable46 que ya
hemos referido y que dice:

“Es tal la regularidad que la naturaleza ha establecido aun en estas singulares anomalías,
que puede decirse que el naturalista ve y palpa la degradación del estado normal al
monstruoso y viceversa, lo cual está comprobado por las pequeñas diferencias, ó mejor
dicho, por las cortas distancias que separan ambos estados. En el estudio de las anomalías
se observa un órden nuevo que reemplaza al normal, aunque algunos aseguren lo contrario.
Ya está puesto fuera de toda duda que las monstruosidades no son las obras del acaso; y la
prueba más concluyente es para mí, el que puedan producirse artificialmente porción de
monstruosidades especialmente unitarias”47.

36Por otro lado, el estudio del monstruo también permitió conocer procesos que, hasta
finales del siglo XIX, intrigaban a los galenos ; entre otras cosas, los estudios teratológicos
les permitieron indagar sobre la organización anatómica y fisiológica de la reproducción.
Este aspecto fue por mucho tiempo desconocido por la medicina, que por mucho tiempo
consideró que el cuerpo de la mujer era un cuerpo masculino defectuoso e invertido por su
anatomía sexual48.

“El estudio de las monstruosidades está llamado á esparcir la luz en las más elevadas
condiciones de la organización. [ …] en aquella época (finales del s. XVIII) nacieron, casi
al propio tiempo, la anatomía patológica y la anatomía de los seres monstruosos. Llegó la
ocasión de preguntar á esos entes escepcionales lo que necesitaba saberse, y ellos
contestaron con la mayor sinceridad. Con razón el naturalista portugués Correa de Serra,
escribia á Mr. Geoffroy Saint-Hilaire : Me pongo contento, y me instruyo con vuestros
monstruos ; á la vez que amables son muy platicadores : cuentan sabiamente las maravillas
de la organización, diciendo con oportunidad lo que es, y lo que no debe ser. ¡Que mejores
delatores, en efecto, para lograr saber sus más recónditos misterios, que la misma
organización en su estado de irregularidad, que la naturaleza, vacilante é impotente, en su
momento de supina extravagancia!

Por el camino de la evolución normal era difícil, tal vez imposible, comprender cómo se
verifican ciertos actos de la economía viviente: por el de la evolución anormal se ha entrado
en posesion de muchas verdades demasiado fecundas”49.

37 El cuerpo monstruoso resultó ser el portador de la verdad de su origen, por tal razón su
imagen se convirtió en causa y consecuencia de su existencia, Más allá de las explicaciones
que colocaron a la madre como la principal responsable del accidente anatómico, ya fuese a
causa de su imaginación o por la falta de irrigación de la madre al feto, el monstruo hablaba
a través de su deformación. Esta última ofreció la comprensión de lo sano y la organización
del monstruo había llevado, en palabras de los teratólogos, a dar cuenta de la estructura
normal del cuerpo humano.

Reflexiones finales
38 La importancia de darle imagen a lo monstruoso para diferenciarlo de lo normal fue, sin
duda alguna, el antecedente de la regulación higiénica del cuerpo de los individuos. El
monstruo es el antecedente del anormal en su aspecto anatómico, fisonómico y moral. Al
igual que los médicos se preguntaban ¿Qué hay atrás del monstruo? esas mismas preguntas
se las formuló Lombroso cuando se vio ante los delincuentes y se inquirió ¿Cuál es el
monstruo natural que se perfila detrás del ladrón de poca monta?

39 Desde entonces la imagen y los retratos aparecieron como elementos inseparables en los
archivos policíacos y médicos. Seguirán siendo los rasgos faciales y craneales los que
revelarían la naturaleza física y moral de cada individuo. En los estudios teratológicos, las
imágenes sirvieron como sustitutos de los engendros y evidencia de su clasificación así
como las fotografías de los delincuentes, las prostitutas y los locos se convirtieron en un
dato insoslayable de la identificación de esos otros que transgredieron las normas naturales,
sociales y jurídicas. Identificar al otro equivale a anticipar sus actos, casi siempre fuera de
la norma moral, del orden social y biológico.

40 La medicina en conjunto con algunas teorías biológicas ha ejercido una violencia


simbólica y en acto que termina por etiquetar y excluir a los individuos que por su biotipo y
tal vez ahora su genotipo irrumpan con lo normal para convertirse en lo patológico.

 
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Notas
1 Órgano de difusión de la Academia Nacional de Medicina de México que se publica de
manera ininterrumpida desde 1864.

2 Las citas textuales que acompañan al texto respetan la ortografía original de los
documentos consultados por lo que no debe tomarse como errores ortográficos.

3 Ver López Sánchez, O., “Imágenes y representaciones del himen. Un estudio médico
legal del siglo XIX mexicano”, Memoria, nº 189, 2004, p. 42-47.

4 López Sánchez, O., Enfermas, mentirosas y temperamentales. La concepción médica del


cuerpo femenino durante la segunda mitad del siglo XIX en México, México, Plaza y
Valdés, 1998, p. 104 y passim.

5 López Sánchez, O., “Imagen y sexualidad : el uso de la fotografía en el campo de la


medicina legal durante la segunda mitad del siglo XIX mexicano”, Revista de Estudios de
Antropología Sexual, Primera época, Vol. 1, nº 1, enero-diciembre, 2005, p. 175-192.

6 Ruvalcaba, I., “Notas sobre el origen y práctica de la fotografía científica en México”,


Alquimia, Primavera-verano, año 5, nº 14, 2002, p.7.

7 López y Muñoz, R. M., “Biología general, Normal y Patológica”, La Gaceta Médica de


México, T. X, Núms. 2, 4 y 5, 1875, p. 34-38, 51-59, 72-76, 87-91.

8 Thompson L., La fotografía como documento histórico : la familia proletaria y la vida


doméstica en la ciudad de México, 1900-1950, en s/r, 1998.

9 Foucault, M., Los anormales, México, FCE, 2001.

10 Pultz, J., La fotografía y el cuerpo, Madrid, Akal/Arte en contexto, 2003, p.13.

11 Freund, G., La fotografía como documento social, Barcelona, Ed. Gustavo Gili. Col.
Fotográfica, 2006.

12 Secula, A., “The body and Archive”, en Bolton, R. (ed.), The context of meaning.
Critical Histories of Photography, Massachusetts, The MIT Press, 1993, p.343-389.

13 Ver Olivier Toledo, C., “Con el alma en el cráneo. Estudio de Plotino Rodakanathi”, en
Memorias del XI Congreso de Historia de la Ciencia y la Tecnología, SMHCYT, México,
2008.
14 Franz Joseph Gall, neuroanatomista del siglo XVIII, pionero en la localización de las
funciones mentales del cerebro.

15 En E.E.U.U. la frenología y el uso del retrato se dieron a la par. Secula, A., “The body
and Archive”, en Bolton, R. (ed.), The context of meaning. Critical Histories of
Photography, Massachusetts, The MIT Press, 1993, p.343-389.

16 Pachecho, J., Esposisión sumaria del sistema frenológico del Doctor Gall, México,
Ignacio Cumplido, 1835, en Olivier Toledo, C., Plotino Rhodakanaty. La propuesta de un
Hombre olvidado. México, Tesis de licenciatura, México D. F., UNAM, 2000.

17 Ver Castels, R., C., Según la frenología, México, Vicente Torres, 1876.

18 Olivier Toledo, C., op. cit.

19 Padilla Arroyo, A., De Belem a Lecumberri. Pensamiento social y penal en el México


decimonónico, México, Archivo General de la Nación, 2001, p. 97 y passim.

20 Uno de los fundadores de la escuela bioantropológica fue Cesare Lombroso, 1876 ;


Enrico Ferri 1900. Ver Lombroso, C., El delito y sus causas. Madrid, Librería General de
Victoriano Suárez ; Guerrero, J., Génesis del crimen en México, México, Librería de la
Vda. De Ch. Bouret, 1902.

21 Malvido, E., y López, O., “La concepción del cuerpo en el siglo XIX : cuerpo como
sujeto de delito”, en Peña Sánchez, E. Y. (coord.), Memoria de la II Semana de la
diversidad sexual, México, INAH, 2005.

22 Secula, A., “The body and Archive”, op. cit

23 Felipe Teixidor nació en España y murió en el D. F., México (1895-1980). Bibliógrafo


e Historiador, que se naturalizó mexicano en 1928. Miembro de la Academia Mexicana de
la Lengua.

24 Ver Massé Zendejas, P., La fotografía en la Ciudad de México en la segunda mitad del
siglo XIX (La Compañía Cruces y Campa),Tesis de Maestría, México, UNAM-FFyL, 1993.
Se puede consultar Roumagnac, C., Los criminales en México : ensayo de psicología
criminal, México, imprenta Fénix, 1904. Texto que incluye fotografías de criminales.

25 Juan María Rodríguez perteneció a la segunda generación de médicos obstetras que


incursionaron en nuevos métodos y de los que más escribieron sobre el ramo. Además de
sus cuantiosos artículos en las diferentes revistas médicas de la época, están sus libros
Cuadros Sinópticos de Obstetricia, una Guía del Arte de los Partos y un Manual del Arte
de los Partos, obra que presentó en 1879 a la Academia Nacional de Medicina de México y
que le fue aprobada y galardonada, la cual sirvió como texto de cabecera durante varias
generaciones. Los temas que investigó estuvieron relacionados con la obstetricia, la
medicina legal y la teratología.
26 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano cuádruple, nacido en Durango
el año de 1868”, Gaceta Médica de México, Tomo Vol. 1º de marzo de 1870, nº 2, p. 17-32.

27 Idem., p.18. Las cursivas son nuestras.

28 Idem., p.19.

29 El caso de Julia Pastrana, “la mujer mono” es un ejemplo, otro es el de las “Hermanas
Húngaras”. Ver Bondeson, J., Gabinete de curiosidades médicas, México, Siglo XXI,
1998. Rodríguez, J. M., Teratología Gaceta Médica de México, Tomo XXXI, México 1º de
Agosto de 1894, nº 15, p. 295-307.

30 Santiesteban, H., Tratado de monstruos. Ontología teratológica, México, Plaza y


Valdés-UABCS, 2003.

31 Idem., p.23.

32 Saint-Hilaire, G. I., Traité de Teratologie, Bruselas, Edic, III Tomos, 1837.

33 Ver López Sánchez, O., De la costilla de Adán al útero de Eva. El imaginario médico y
social del cuerpo femenino en el siglo XIX, México, FES Iztacala-UNAM, 2007.

34 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano diplogenésico, monocéfalo,


autoritario, onfalósito, no viable”, Gaceta Médica de México, Tomo IV, 15 de mayo de
1869, nº 10, p.145-155. El artículo comienza con una nota aclaratoria sobre la imagen : “La
lámina adjunta está copiada de la fotografía que el Sr. Lucio, Presidente de la Sociedad
Médica, tuvo la bondad de mandar sacar.”

35 Foucault, M., Los anormales, op. cit., p. 61.

36 Santiesteban, H., op. cit.

37 Ver, López Sánchez, O., “La medicalización de la sexualidad a finales del siglo XIX en
México”, en Aguilera, G. (et. al.), Cuerpo, identidad y psicología, México, Plaza y Valdés,
1998, p.33-56.

38 Monstruo doble de dos cuerpos unidos, con dos ombligos separados y dos cordones
umbilicales.

39 Rodríguez, J. M., Teratología. Noticias relativas á Millie-Christiner pygópago de la


Carolina del Norte (E.U.A). Apuntes sobre su vida, organización anatómica, fisiológica y
psicológica. Paralelo entre este caso y otro semejante llamado “Las Hermanas Húngaras”,
con objeto de aclarar ciertas dudas sobre algunos puntos importantes que ha sido imposible
averiguar en el caso de “Millie-Christine”, Gaceta Médica de México, Tomo XXXI, 1º de
agosto de 1894, nº 15, p. 293-307.
40 Idem., p. 306.

41 Monstruo fetal doble pegado por las nalgas.

42 Rodríguez, J. M., Teratología. Noticias relativas…, op. cit., p. 303.

43 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano cuádruple, nacido en Durango


el año de 1868”, en Gaceta Médica de México, Tomo V, 15 de marzo de 1870, nº 3.

44 Idem, p. 32.

45 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano cuádruple…”, op. cit., p. 34.

46 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano diplogenésico…”, op. cit.

47 Idem, p.153.

48 López Sánchez, O., De la costilla de Adán al útero de Eva.El cuerpo femenino en el


imaginario médico y social del siglo XIX, MéxicoFES Iztacala UNAM, 2007.

49 Rodríguez, J. M., “Descripción de un monstruo humano cuádruple….”, op. cit., p.35.

Para citar este artículo


Referencia electrónica

Oliva López Sánchez, « “Dos en uno y cada uno en dos”: La imagen del cuerpo
monstruoso en la teratología del siglo XIX en México », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En
línea], Debates, Puesto en línea el 29 noviembre 2009, consultado el 31 mayo 2013. URL:
http://nuevomundo.revues.org/57824; DOI: 10.4000/nuevomundo.57824

Autor
Oliva López Sánchez

Profesora Investigadora de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala-UNAM, Doctora en


Antropología con especialidad en Antropología Médica. Miembro del Sistema Nacional de
Investigadores y del Consejo de la Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la
Tecnología, olivalopez[at]campus[point]iztacala[point]unam[point]mx

Derechos de autor
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