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Historizar los cuerpos y las violencias. América Latina, siglos XVII-XXI – Dossier
coordinado por María José Correa Gómez y Romané Landaeta Sepúlveda
Oliva López Sánchez
Resúmenes
El desarrollo de las ciencias biomédicas se ha visto fortalecido con la tecnología de otros
campos. Es el caso de la invención de la fotografía, considerada un avance en la objetividad
científica que precisaba del registro de la anatomía humana. El uso de la fotografía en la
teratología decimonónica, especialidad médica destinada al estudio de las deformaciones
humanas, representó un gran avance técnico entre la comunidad científica, pues la imagen
representó la evidencia de los análisis teratológicos, lo que coadyuvó en el estudio,
clasificación y exclusión del anormal, huella dada por su anatomía y fisonomía monstruosa.
No obstante el deseo de objetividad de los médicos, el estudio del monstruo representó la
ambivalencia del miedo y la fantasía de conocer su origen. El escrutinio de los individuos
que no cumplen con el orden “natural” es sin lugar a dudas un acto de violencia simbólica y
de violencia en acto.
Texto integral
“Oh mujeres preñadas cuyo afán y cuidado es
tener descendencia en buena condición,
Cuidáos de todo aquello que miráis y pensáis”.
Abad Claude Quillet, Callipaedic
4 Existe una relación estrecha entre la fotografía y la ciencia, pues la primera debe ser
entendida como una creación científica con elementos de la física y la química6, que vino a
reforzar el proceso de la objetividad en el campo de la investigación. En particular, el uso
de las imágenes fotográficas y grabados en la ciencia se hizo más frecuente hacia el último
tercio del siglo XIX, periodo en el que los galenos discutían la diferencia entre la biología
normal y la patológica7. Las imágenes facilitaron el estudio de la anatomía patológica en
ausencia de la pieza morbosa, lo que posibilitó la discusión entre la comunidad médica
mexicana y con sus pares en el extranjero. Con frecuencia los artículos publicados en las
revistas médicas aludían al intercambio de imágenes entre los galenos, las cuales les
permitían debatir sobre la nosografía y sobre algunas clasificaciones patológicas. A decir
verdad, la imagen no sólo respondió a una necesidad de ilustrar objetivamente las
investigaciones médicas, también funcionó como una suerte de sustento de las nuevas
aportaciones o refutaciones.
5 Las fotografías, al igual que otras imágenes y representaciones gráficas son textos
cargados de códigos y mensajes, de significados y significantes, que se conjugan y se
recrean para dar lugar a una red de significaciones8. Desde la perspectiva “realista”, la
fotografía es una imitación perfecta de la realidad, es decir, es una réplica exacta del objeto
real. Esta perspectiva objetivista empató perfectamente con la lógica de la epistemología
positivista que permeó el pensamiento científico de la segunda mitad del siglo XIX. En el
caso de la medicina mexicana decimonónica, el uso de las imágenes, fueran estos grabados,
dibujos o fotografías, funcionaron como evidencia y una muestra real de las características
de los individuos anormales: locos, enfermos, desviados y criminales. Para los casos
teratológicos que se analizarán, las imágenes fotográficas y grabados, además de servir
como un recurso de “evidencia objetiva” de una anatomía anormal, nos permiten analizar
otros mensajes relacionados con el desarrollo de la ciencia médica nacional y con la
construcción de un conocimiento sobre el cuerpo estrechamente vinculado a las exigencias
del contexto social y cultural, que requería de individuos sanos, normales y productivos.
6 La pericia médico-legal del siglo XIX finisecular europeo como asegura Foucault, estuvo
encaminada a establecer la categoría de los anormales, entendida como la degradación de lo
normal9. En este contexto, el uso de la fotografía y el grabado resultó crucial porque era la
prueba objetiva que sintetizó un sin fin de clasificaciones teratológicas, en las que se
mostraba la evidencia anatómica que sustentó dichas clasificaciones.
7Antes de la expansión del retrato fotográfico, éste era exclusivo y distintivo de una
determinada clase social. Un retrato hecho por un pintor o un dibujante cumplía con ciertos
imperativos ideológicos, por un lado fomentó el culto a la individualidad y por el otro, se
convirtió en un medio de expresión del ascenso social. El retrato, privilegio de la nobleza,
pronto se extendió como una práctica social de la burguesía en ascenso y como promotor
del ideal del nuevo burgués11. Esta evolución trasformaba tanto la producción artesanal del
retrato en una forma más mecanizada de los rasgos humanos hasta llegar al acto fotográfico
que se considera como la culminación mecánica de dicho acto. Pronto, el uso de la
fotografía formó parte de la vida cotidiana, la práctica de los retratos dejó de ser un acto
artístico al servicio de la alta burguesía y fue empleado por otros sectores sociales y
posteriormente se le dio un uso de control social para identificar a todo aquel que era
diferente. Al extenderse, el uso de la fotografía dejó de ser un objeto de la clase burguesa
para ser objeto de clasificación estatutaria.
8 Así como la fotografía sirvió para identificar a los iguales, también cumplió con la tarea
de establecer y delimitar el terreno de la otredad en la que se encontraban los enfermos, las
mujeres, los no blancos, los peligrosos y todo lo que personalizaba lo indigno. Se comenzó
a definir las tipologías y contingentemente a registrar la desviación y la patología social12.
9 De ahí surgió la fisonomía y la frenología, teorías que suponían que la forma del cuerpo
especialmente la cara y la cabeza ofrecían signos del carácter de los individuos ; a través de
la inspección y palpación de las protuberancias craneales que se suponían relacionadas con
localizaciones hipotéticas de aquellas facultades en el encéfalo. La craneoscopia fue el
método de inspección de la frenología13. La frenología surge en la primera década del siglo
XIX con el médico vienés Franz Josef Gall14. En los años de 1850 el retrato ayudó a la
identificación y clasificación de los rasgos fisonómicos y frenológicos15.
10 Los estudios sobre la frenología, desde el campo de la medicina – en 1835 – son las
primeras indagaciones seculares que se hacen en el país sobre los afectos, carácter y
cualidades psíquicas del sujeto, se trata de los primeros estudios laicos sobre mundo psi. En
México, José Pacheco16 fue uno de los médicos que promovió los estudios que señalaban
al cerebro como el lugar donde los procesos psíquicos y comportamentales se hospedaban.
Con el tiempo se produjo una expansión de literatura que sostenía la tesis17. La frenología
debe ser considerada como la precursora de la idea sobre el cerebro como lugar del alma
que se prolongará hasta los estudios de la psicología en la lógica y que será el punto de
tensión y crítica contundente en el trabajo de Plotino Rhodakanaty18.
11 Los signos del cuerpo sirvieron para organizar y sobrevalorar la actividad intelectual
sobre la manual. Por lo tanto, la frenología y la fisonomía contribuyeron a fortalecer la
ideología hegemónica capitalista que estableció la división jerárquica del trabajo y
promovió el individualismo.
12 Se creó el cuerpo del criminal, un cuerpo diferente del burgués por su moral y por su
biotipo. Así surgieron los archivos fotográficos de los delincuentes que fueron empleados
por la policía. Tengamos en cuenta que durante la segunda mitad del siglo XIX en México,
el pensamiento criminológico giró en torno a dos posturas; la escuela liberal clásica,
respaldada en la filosofía política liberal de la Europa del siglo XVIII y mediados del XIX,
que postulaba al delincuente en el sentido jurídico, es decir, como violación de la ley y del
pacto social19. En cambio, la escuela criminológica positiva incorporó el método científico
para explicar la criminalidad; desde esta lógica se consideraban otros factores que incluían
la naturaleza del delincuente porque no aceptaban la definición jurídica que lo concebía
como un individuo que actuaba bajo su libre albedrío. Desde este enfoque, la criminalidad
era resultado de factores bioantropológicos20. Al reconocer la existencia de rasgos y
características antropológicas que explicaban el comportamiento del criminal se crearon
biotipos basados en las clasificaciones como la de Cesar Lombroso quien distinguía al
criminal nato del de ocasión21. En este contexto científico, el uso de la fotografía para
identificar los rasgos fisonómicos del al criminal resultó fundamental.
14 Los médicos mexicanos del siglo XIX coleccionaron, tal como lo hacían los anticuarios
de la época, piezas en sus gabinetes particulares, y con frecuencia se prestaban los
ejemplares para realizar estudios comparativos que buscaban conseguir una acertada
clasificación, y con ello, un avance en la ciencia médica. En 1870, por ejemplo, el médico
Cristóbal Palacios radicado en Durango le mandó al Dr. Juan María Rodríguez25. Un
ejemplar de un monstruo humano, cuádruple de cinco meses de gestación, que conservaron
en alcohol para que fuera estudiado con la siguiente relatoría26.
“El referido caso, además de raro, me parece tan útil para el estudio de la gestación y de la
circulación de la sangre del feto, que se lo remito para que haga V. un estudio de él,
suplicándole me comunique sus observaciones. Dos norteamericanos hicieron grandes
esfuerzos porque se los vendiera para llevarlo a los Estados Unidos; pero calculando que mi
patria era digna también de poseer una tan curiosa monstruosidad me resolví á preferirla,
por lo que aquellos señores hubieron de conformarse con llevar únicamente algunas
docenas de fotografías que mandaron hacer á sus expensas”27.
15 En otras ocasiones, como lo deja ver la cita anterior, lo que circularon fueron las
fotografías o dibujos, los cuales servían de referencia para sus estudios y clasificaciones. La
mayoría de los estudios eran solamente descripciones detalladas de los monstruos, que no
sólo terminaban ubicados dentro de la clasificación teratológica ; también fueron
empleados para resolver las interrogantes sobre embriología, lo que según los galenos
mexicanos, daría algunas luces acerca del origen del monstruo humano y animal 28.
El campo teratológico
16 La medicina reclamó como suyo el estudio del monstruo, figura que ha acompañado al
ser humano en su paso por el mundo. La imagen de una corporeidad mixta resulta
monstruosa y representa lo sobre natural, lo que nos remite a la existencia de seres
diferentes cuyas ubicaciones espacio-temporales rebasan el orden habitual y pueden llegar a
cumplir funciones importantes en la memoria de un grupo. El monstruo ha funcionado
como un elemento nemotécnico fundamental que asegurará el recuerdo de ciertos mensajes
y simbolismos. A lo largo de la historia, el monstruo ha representado una significación
determinada. Portador de catástrofes, malos presagios o eventos inminentes. La rareza del
monstruo también ha servido para despertar el morbo de algunos y enriquecer los bolsillos
de otros29. La figura de la mujer barbuda, el hombre elefante, los hermanos siameses son
tan sólo algunos de esos fenómenos circenses30.
29 En efecto, las historias de los denominados monstruos ensomfalianos no sólo nos lleva
al campo de lo médico y el terreno de la moral, definitivamente nos coloca de lleno en el
problema jurídico. ¿Cómo se podía explicar que teniendo dos cuerpos casi completos y con
funciones y comportamientos independientes, Millie-Christine fueran tratadas como seres
monstruosos y prácticamente sin derechos, pues desde temprana edad se las exhibió por
todo el mundo? Rodríguez describe la inspección, que se presume se hizo con todo detalle,
al grado que explica las reacciones de los cuerpos al tacto en el momento de la exploración.
“Examinadas y observadas durante sus viajes por todo lo que Europa contaba entonces de
fisiólogos, anatómicos, psicólogos y naturalistas, multitud de veces descritas y figuradas en
obras importantes como la “Historia Natural” de Buffon y las “Transacciones filosóficas” ;
celebradas aún por muchos poetas, en primer lugar por el ilustre Pope ; mencionadas, en
fin, sin excepción, en cuantas obras teratológicas han aparecido de un siglo acá, Elena y
Judit son un perfecto y acabado tipo de pygopagia41 precursor de este otro formado por
Millie-Christine. Antes de estas se contaban sólo seis ó siete casos de pygopagia; lo que
prueba lo raro que este género de monstruos entre los hombres y aun entre los animales.
Más vale así ; nadie puede desear ; ni estar conforme mucho menos, en que vengan al
mundo seres condenados á vivir á perpetuidad en compañía de un confidente,
insoportable”42.
30 Después de leer la historia aparece un dato relevante que tiene que ver con la
discriminación positiva de la que fueron objeto estas gemelas y se vincula con una situación
jurídica. En su condición de hijas de esclavos, fueron compradas y obtuvieron una posición
económica que en su contexto social no habrían conseguido jamás. Además, hablaban
varios idiomas y consiguieron una fama que las llevó a recorrer el mundo, pues eran
exhibidas al público a través de conciertos musicales. Si bien es cierto que sus vidas
dependían de lo que convenía a quien las manejaba, a través de las exhibiciones, tanto
públicas como ante las comunidades médicas, las gemelas consiguieron una condición
social diferente a la de sus padres.
“[ …] fijándome solo en los caracteres del tipo específico existente, me propongo erigir
una nueva familia, y agregarla á la Tribu III del órden II que comprende á los monstruos
parasitarios del cuadro de Mr. Geoffroy Saint-Hilaire. El nombre de dicha familia seria
EXOCIMIA (del griego producto de generación, o feto) El género se llamaría
stomatócymo. La clasificación de este monstruo cuádruple seria entonces: TETRA-
PARASITARIO, STOMA-TRI-EXÓCYMO”45.
34 Lo que a nuestro análisis interesa es que el estudio del monstruo sirvió para comprender
los secretos de las formaciones orgánicas y para entender sus efectos sucesivos, pues el
hecho de que aparecieran fecundaciones dobles, triples y hasta cuádruples llevó a los
galenos a adentrarse en el estudio de la embriogenia, o embriología, como se le conoce
actualmente. Así, en palabras de Foucault, el monstruo permitió estudiar el mundo de lo
imposible y lo prohibido. La existencia del monstruo representó una violación doble: a la
naturaleza y la ley misma. “El monstruo es, en cierto modo, la forma espontánea, la forma
brutal, pero, por consiguiente, la forma natural de la contranaturaleza. Es el modelo en
aumento, la forma desplegada por los juegos de la naturaleza misma en todas las pequeñas
irregularidades posibles. […] el monstruo es el gran modelo de todas las pequeñas
diferencias”.
“Es tal la regularidad que la naturaleza ha establecido aun en estas singulares anomalías,
que puede decirse que el naturalista ve y palpa la degradación del estado normal al
monstruoso y viceversa, lo cual está comprobado por las pequeñas diferencias, ó mejor
dicho, por las cortas distancias que separan ambos estados. En el estudio de las anomalías
se observa un órden nuevo que reemplaza al normal, aunque algunos aseguren lo contrario.
Ya está puesto fuera de toda duda que las monstruosidades no son las obras del acaso; y la
prueba más concluyente es para mí, el que puedan producirse artificialmente porción de
monstruosidades especialmente unitarias”47.
36Por otro lado, el estudio del monstruo también permitió conocer procesos que, hasta
finales del siglo XIX, intrigaban a los galenos ; entre otras cosas, los estudios teratológicos
les permitieron indagar sobre la organización anatómica y fisiológica de la reproducción.
Este aspecto fue por mucho tiempo desconocido por la medicina, que por mucho tiempo
consideró que el cuerpo de la mujer era un cuerpo masculino defectuoso e invertido por su
anatomía sexual48.
“El estudio de las monstruosidades está llamado á esparcir la luz en las más elevadas
condiciones de la organización. [ …] en aquella época (finales del s. XVIII) nacieron, casi
al propio tiempo, la anatomía patológica y la anatomía de los seres monstruosos. Llegó la
ocasión de preguntar á esos entes escepcionales lo que necesitaba saberse, y ellos
contestaron con la mayor sinceridad. Con razón el naturalista portugués Correa de Serra,
escribia á Mr. Geoffroy Saint-Hilaire : Me pongo contento, y me instruyo con vuestros
monstruos ; á la vez que amables son muy platicadores : cuentan sabiamente las maravillas
de la organización, diciendo con oportunidad lo que es, y lo que no debe ser. ¡Que mejores
delatores, en efecto, para lograr saber sus más recónditos misterios, que la misma
organización en su estado de irregularidad, que la naturaleza, vacilante é impotente, en su
momento de supina extravagancia!
Por el camino de la evolución normal era difícil, tal vez imposible, comprender cómo se
verifican ciertos actos de la economía viviente: por el de la evolución anormal se ha entrado
en posesion de muchas verdades demasiado fecundas”49.
37 El cuerpo monstruoso resultó ser el portador de la verdad de su origen, por tal razón su
imagen se convirtió en causa y consecuencia de su existencia, Más allá de las explicaciones
que colocaron a la madre como la principal responsable del accidente anatómico, ya fuese a
causa de su imaginación o por la falta de irrigación de la madre al feto, el monstruo hablaba
a través de su deformación. Esta última ofreció la comprensión de lo sano y la organización
del monstruo había llevado, en palabras de los teratólogos, a dar cuenta de la estructura
normal del cuerpo humano.
Reflexiones finales
38 La importancia de darle imagen a lo monstruoso para diferenciarlo de lo normal fue, sin
duda alguna, el antecedente de la regulación higiénica del cuerpo de los individuos. El
monstruo es el antecedente del anormal en su aspecto anatómico, fisonómico y moral. Al
igual que los médicos se preguntaban ¿Qué hay atrás del monstruo? esas mismas preguntas
se las formuló Lombroso cuando se vio ante los delincuentes y se inquirió ¿Cuál es el
monstruo natural que se perfila detrás del ladrón de poca monta?
39 Desde entonces la imagen y los retratos aparecieron como elementos inseparables en los
archivos policíacos y médicos. Seguirán siendo los rasgos faciales y craneales los que
revelarían la naturaleza física y moral de cada individuo. En los estudios teratológicos, las
imágenes sirvieron como sustitutos de los engendros y evidencia de su clasificación así
como las fotografías de los delincuentes, las prostitutas y los locos se convirtieron en un
dato insoslayable de la identificación de esos otros que transgredieron las normas naturales,
sociales y jurídicas. Identificar al otro equivale a anticipar sus actos, casi siempre fuera de
la norma moral, del orden social y biológico.
Bibliografía
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Notas
1 Órgano de difusión de la Academia Nacional de Medicina de México que se publica de
manera ininterrumpida desde 1864.
2 Las citas textuales que acompañan al texto respetan la ortografía original de los
documentos consultados por lo que no debe tomarse como errores ortográficos.
3 Ver López Sánchez, O., “Imágenes y representaciones del himen. Un estudio médico
legal del siglo XIX mexicano”, Memoria, nº 189, 2004, p. 42-47.
11 Freund, G., La fotografía como documento social, Barcelona, Ed. Gustavo Gili. Col.
Fotográfica, 2006.
12 Secula, A., “The body and Archive”, en Bolton, R. (ed.), The context of meaning.
Critical Histories of Photography, Massachusetts, The MIT Press, 1993, p.343-389.
13 Ver Olivier Toledo, C., “Con el alma en el cráneo. Estudio de Plotino Rodakanathi”, en
Memorias del XI Congreso de Historia de la Ciencia y la Tecnología, SMHCYT, México,
2008.
14 Franz Joseph Gall, neuroanatomista del siglo XVIII, pionero en la localización de las
funciones mentales del cerebro.
15 En E.E.U.U. la frenología y el uso del retrato se dieron a la par. Secula, A., “The body
and Archive”, en Bolton, R. (ed.), The context of meaning. Critical Histories of
Photography, Massachusetts, The MIT Press, 1993, p.343-389.
16 Pachecho, J., Esposisión sumaria del sistema frenológico del Doctor Gall, México,
Ignacio Cumplido, 1835, en Olivier Toledo, C., Plotino Rhodakanaty. La propuesta de un
Hombre olvidado. México, Tesis de licenciatura, México D. F., UNAM, 2000.
17 Ver Castels, R., C., Según la frenología, México, Vicente Torres, 1876.
21 Malvido, E., y López, O., “La concepción del cuerpo en el siglo XIX : cuerpo como
sujeto de delito”, en Peña Sánchez, E. Y. (coord.), Memoria de la II Semana de la
diversidad sexual, México, INAH, 2005.
24 Ver Massé Zendejas, P., La fotografía en la Ciudad de México en la segunda mitad del
siglo XIX (La Compañía Cruces y Campa),Tesis de Maestría, México, UNAM-FFyL, 1993.
Se puede consultar Roumagnac, C., Los criminales en México : ensayo de psicología
criminal, México, imprenta Fénix, 1904. Texto que incluye fotografías de criminales.
28 Idem., p.19.
29 El caso de Julia Pastrana, “la mujer mono” es un ejemplo, otro es el de las “Hermanas
Húngaras”. Ver Bondeson, J., Gabinete de curiosidades médicas, México, Siglo XXI,
1998. Rodríguez, J. M., Teratología Gaceta Médica de México, Tomo XXXI, México 1º de
Agosto de 1894, nº 15, p. 295-307.
31 Idem., p.23.
33 Ver López Sánchez, O., De la costilla de Adán al útero de Eva. El imaginario médico y
social del cuerpo femenino en el siglo XIX, México, FES Iztacala-UNAM, 2007.
37 Ver, López Sánchez, O., “La medicalización de la sexualidad a finales del siglo XIX en
México”, en Aguilera, G. (et. al.), Cuerpo, identidad y psicología, México, Plaza y Valdés,
1998, p.33-56.
38 Monstruo doble de dos cuerpos unidos, con dos ombligos separados y dos cordones
umbilicales.
44 Idem, p. 32.
47 Idem, p.153.
Oliva López Sánchez, « “Dos en uno y cada uno en dos”: La imagen del cuerpo
monstruoso en la teratología del siglo XIX en México », Nuevo Mundo Mundos Nuevos [En
línea], Debates, Puesto en línea el 29 noviembre 2009, consultado el 31 mayo 2013. URL:
http://nuevomundo.revues.org/57824; DOI: 10.4000/nuevomundo.57824
Autor
Oliva López Sánchez
Derechos de autor
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