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Romance dedicado a Don

Luis Pacheco de Narvaez, de


parte de Don Gaspar Agustín
de Lara

Tan anticipados frutos


en tus flores se repiten,
que sin los ocios fragantes
rayos lucientes esgrimen.

Aún no ceñidas las sienes


de dos veces quince abriles,
eternidades abrevias,
compendio de vidas ciñes.
En breves años dilatas
perfecciones tan sublimes,
que en los estrechos del arte
haces que te inmortalicen.

La destreza de las armas


ya es por ti tan infalible,
que la enseñas, como obras,
y la haces, como escribes.

Las batallas del ingenio,


y de la diestra las lides,
unas mismas lineas corren,
discurren unos perfiles.
La agilidad del discurso
y de la mano lo libre,
si la cuestiones concluye,
las demostraciones rinde.

Tan uno pluma y buril


manejas, que no distinguen
si los buriles son plumas,
o las plumas son buriles.

Tanto te adorna la ciencia


en pocos lustros que vistes,
que te demuestra con gala
mayor que el tiempo te finge.
Para saber todos nacen,
tu, a estudiar, solo naciste,
el vivir, ¡oh! Nunca mueras;
todo lo que sabes vive.

Que ya, a pesar de la envidia,


(Hydra, Chimera y Esfinge)
tu nombre la atención oye
de la gran madre de Aquiles.
Canto diecinueve de la
Jerusalén conquistada (1609)
de Lope de Vega:

Si en tiempo de Archímedes u de Archita


nacieras, Fénix de la diestra Espada,
y en líneas terminadas o infinitas
si viera su verdad executada,
ciencias en tantos siglos inauditas,
de que has dexado nuestra edad honrada,
por los dos Polos se preciara el eco
del fin del nombre de don Luis Pacheco
Tomás Marroquí de Montehermoso a
Luis Pacheco de Narváez

Tú, que con alto estilo y eloquencia,


gallardo joven, has dificultado
lo que tantos varones han callado
temiendo tan dudosa competencia;

tú, que con muestra de tu ingenio y ciencia,


has tu illustre apellido eternizado,
camina tras furor tan levantado
que te guía derecho a la excelencia;

que, pues tan felizmente te sucede,


que en églogas excedes al latino
y a todo el mundo en resolver questiones,

no hay duda alguna que tu ingenio puede


subirte a estimación de tan divino,
que te invidien mil reynos y naciones.
Fernando Correa de
Montenegro:

Don Luis Pacheco de Narváez


[apostillado]
Español Fénix de la diestra espada
a quien Marte rindió la fuerte suya,
para que hicieses nuestra edad dorada
con la evidencia de la ciencia tuya,
pues has dejado tu nación honrada,
sin que el tiempo tu fama la concluya,
Don Luis Pacheco de Narváez famoso
de quien con razón Marte está envidioso.
Elogio a Don Luís Pacheco
de Narváez, de Bartolomé
Cayrasco de Figueroa:

A aquel planeta armígero


que influye acá en el ánimo
de valerosamente ardor colérico
os hace tan belígero
Pacheco, y tan magnánimo
que ya la fama ilustra el orbe esférico.
Vuestro valor genérico,
digno del regio tálamo,
me inspire aqueste cántico
porque del reyno atlántico
salga el acento de mi vil cálamo.[…]
Entre las prendas útiles
hay tres de mayor cómodo,
hacienda, vida, honor, trinca pulquérrima.
Estas serían inútiles
y alguna vez de incómodo,
si les negase defensa acérrima,
destreza celebérrima,
cuyo valor grandífico,
en círculos, triángulos,
rectos y obtusos ángulos
y agudos, muestra en método científico,
con gusto y beneplácito,
aqueste libro, que es maestro tácito.
Aquí lector benévolo
de verdades explícitas,
verás demostraciones matemáticas,
y si fueses malévolo,
tus envidias ilícitas
su pago llevarán, por ser temáticas:
verás si son flemáticas,
si frígidas o cálidas,
sanguíneas o coléricas,
si tardes o celéricas,
las complexiones válidas o inválidas.
Y entendido el opósito,
procederás con el a tu propósito.
Cual águila magnífica
las llamas apolíneas
mira de hito en hito levantándose,
por la región clarifica
con círculos y líneas,
hace abundante presa remontándose,
y convida, humillándose,
a la turba selvática
de las aves volátiles,
así con las versátiles
y rectas líneas de la ciencia práctica,
hacéis, varón clarísimo,
a todo el mundo plato abundantísimo.
Carranza, benemérito,
fue el inventor solícito
de aquesta ciencia física y teórica.
Y no es pequeño mérito
tras un varón tan ínclito,
correr con tanta prática y retórica.
De entrambos sean histórica
la vida salutífera,
pues goza el reyno hispánico,
énfrasis tan urbánico
por ambos, de una ciencia tan fructífera,
don soberano y célico
en tiempo tan revuelto, airado y bélico.
Dad Canarias piérides
de flores aromáticas
a Don Luís Pacheco, lauros míticos.
Honralde en esfemérides,
pues él, en matemáticas
os honra y en timemas apodísticos.
Cantadle siempre dísticos,
y en bronce, en cedro, en mármoles,
(de sus prendas meríficas)
escribid hyeroglíficas,
y poned sus trofeos en los árboles
con esdrújulos líricos
que pongan duro freno a los satíricos.
Soneto de serafín Cayraso de
Figueroa, Alcalde de la fortaleza de
Gran Canaria, a Don Luís Pacheco
de Narváez:
Aunque nunca se ve Minerva y Marte
concurrir igualmente en un sujeto,
los podrá ver aquí el lector discreto
mezclar las armas con ingenio y arte.

Dichosa fue Canaria en esta parte,


pues se descubrió en ella tal secreto,
escrita con estilo el más perfeto
que vió quien más levanta el estandarte.

Y aunque engendró Baeza al que ha ilustrado


tan alta empresa con espada y pluma
como canta la fama y suena el eco,

se debe mucho al suelo, afortunado,


donde redujo a regla, cuenta y suma
el bélico furor Don Luís Pacheco.
Soneto del Licenciado Gabriel Gómez
de Palacios, Regidor de la isla de
Palma:

La casa y la grandeza de Escalona,


y el lustre del alcalde de Antequera,
lo reciben en vos hoy de manera,
que han añadido a todo una corona.

Ya no célebre el parto de Latona


la famosa Ortigia allá en su Esphera,
pues tiene en vos materia tan entera
y en vuestro autor ingenio con persona.

Y cuando el famosísimo Carranza


no grangeara más en los preceptos,
que nos dejó estampados por memoria,

Sino dejar discípulo que alcanza


y nos declara tanto sus conceptos,
bastara para dar a entrambos gloria.
Soneto del Licenciado Don Luís Ortíz
de Padilla, Regidor de la isla de
Canaria y abogado de la real audiencia.

Dice el derecho que es muy fácil cosa


añadir y seguir lo comenzado,
y a esta regla, sin duda, ha limitado
vuestra obra, (gran Pacheco), milagrosa.

Pues con tal discreción, comento y glosa,


descubrís a Carranza disfrazado,
dejándole tan claro y aumentado,
cuanto se echa de ver por vuestra prosa.

Por ella merecéis corona y lauro


pues deja desde hoy más enriquecida
la vida, honor, el ser, la paz, la guerra.

Y opreso al Cita, Anglio, Chino y Mauro,


y con ser linea recta no torcida,
cercara todo el orbe de la tierra.
Soneto del sargento mayor Liranzo al
lector:

Los Heróicos efectos del dios Marte


declarados por términos de Euclides,
ejemplo claro en singulares lides,
lo natural juntado con el arte.

Verás aquí, y el todo en cualquier parte,


cuando la espada del contrario mides,
o cuando con presteza la despides,
o mueves cuerpo, o pies, por liberarte.

Lo cierto y esencial de la destreza


aquí se halla por demostraciones,
donde también se ha honrado la pintura.

Y de fisonomía y complexiones
de cólera y flemática pereza
el reprimir o alentar procura.
Soneto de Iván Centellas al Autor:

Pacheco ilustre, cuya ilustre historia


a dado en nuestra edad eterno lustre,
con tanta admiración, que el más ilustre
se eleva en contemplar tu fama y gloria.

Dichoso tu que cuando con victoria


la muerte de tu vida el ser dislustre,
dejas buena ocasión, para que ilustre
cualquiera ingenio raro tu memoria.

Hoy el espejo de la vida nuestra


con suma bizarría nos descubre
que la misma ventura vence al arte.

No hay que pensar sino que en clara muestra


el cielo, donde tanto bien se encubre,
noa ha dado a Pacheco en son de Marte.
Soneto de Don Rodrigo Núñez de la
Peña, al autor:

Ni las musas, ni Apolo, ni el dios Marte,


vuestro ingenio y esfuerzo peregrino,
pudieron repartir, porque es divino,
y os cupo mas que a ellos desto parte.

Y dones tan supremos no reparte


ninguno destos (como yo imagino)
La obra es del señor, que es uno y trino,
que os quiso así extremar por sutil arte.

Más sois, Don Luís, que Marte, y más


que Apolo,
la pluma lo demuestra, y vuestra espada,
pues sois con elocuencia invicto y diestro.

Ninguno se vio tal de polo a polo,


ni ciencia nos dejó tan declarada,
que cual la vuestra alcance fin, maestro.
De Don Félix Arias Girón,
en loor de las armas y del
autor (redondillas):

De las armas se recibe


tanto bien que es argumento,
que son un quinto elemento
por cuyo medio se vive.

Y a vos se ha de agradecer
el bien que en esto alcanzamos,
pues nos dais por do salgamos
de la ignorancia al saber.
Don Antonio Iuste, maestro
de armas y de danzar en la
corte de Felipe IV, a D.
Luis Pacheco de Narváez:

Con valentía enseñar


Y con la espada reñir
A los infieles rendir
Y enemigos sujetar
Todo en vos se vino a hallar
Pues vuestra mano alentada
Con pluma por Dios cortada
A todo el mundo dio guerra
Defendiendo nuestra tierra
Con la pluma y con la espada.

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