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Mi papa me pega (me ama) Néstor A. Braunstein 1. Con Freud: golpiza y castracién El fantasma de flagelacion abordado por Freud en suarticulo de 1919! esta lejos de ser un aspecto o un hallazgo contin- gente que se pesquisaria en ciertos casos sometidos al ana- lisis y que faltaria en otros o en la mayorfa. Freud habla de la "sorprendente frecuencia" con la que es confesado en el curso de los tratamientos y no esta lejos de afirmar que ha caido sobre un aspecto no anecdotico sino estructural de la condicion humana. Su forma de decirlo es reveladora: seguro de haber captado un suceso tipico y de frecuencia no rara." (1, p. 182). Por cierto que, en tal caso, lo contingente seria la manera de presentaci6n del fantasma, el enunciado "un nino es golpeado", y la pregunta pertinente seria, para cada analizante, para cada hablente, la de como se presenta en él el equivalente de este fantasma y, en particular, de su nucleo inconfeso, ese que Freud consideraba (habremos de discutirlo) como un segundo tiempo construido en el andli- sis cuyo enunciado es "El padre me pega (soy azotado por el padre)" y cuyo sentido es, a la vez, el de mantener la afirma- cién inconsciente de la presencia del amor del padre y el de recibir el castigo correspondiente a la culpa derivada de las mociones incestuosa: Jos términos de la metapsicologia del fundador de psicoandlisis hay una triple satisfaccidn: del yo, pues soy amado, del superyd, porque recibo mi castigo y del ello, ya que mi deseo edipico es reconocido como tal y recibe su condigna sancion Ser golpeado por el padre, por el destino, recibir las marcas de la furia fustigante del Otro es un momento esen- cial, no por imaginario menos decisivo, de la constituci6n subjetiva. Es el fantasma neurético de la especie a la que pertenecemos, la especie edipica, un punto esencial a ser ' Freud, Sigmund (1919): Pegan a un nifio. Obras completas. Buenos Aires. Amorrortu. 1979. Tomo 17, p. 173. 31 atravesado en cada anilisis, un nudo que tiene la mas intima relaciOn con el de la castraci6n y en torno a él se entretejen los hilos del amor, el deseo, el goce y la ley. (Qué seria del ser si no recibiese la marca del reconocimiento de su deseo como transgresor en relaci6n con la Ley? ¢Qué pasaria sia nadie le importase? Un examen intertexual de la obra de Freud vino a confirmar para mi lo descubierto en muchos: andlisis —de algun modo en todos— y es que el contenido ultimo de este fantasma es "castran a un nifio", "el padre me castra", del cual la formula definitiva, "un nifio es golpeado" es, en el decir de Freud, el sustituto regresivo, un modo de anulacion de la referencia filica y laexpresién de lo mismo en lenguaje s4dico-anal. Ser golpea- do (-castrado) por el padre es un fantasma originario, el que pone en escena al padre real que slo puede ser definido con seguridad de una nica manera, como agente de la castracion? Es evidente para todo conocedor de la cronologia de la obra de Freud que cuando escribe su articulo sobre el fantasma de flagelaci6n se encuentra en el camino pero no llega aun a la conclusi6n de que el punto central en la definicién de la sexualidad pasa por Ja relaci6n tanto de las nifias como de los varones con el falo entendido como tnico genital y que el complejo de edipo no es sino el derivado del complejo de castraciOn. En efecto, en el articulo de 1919, la palabra “castracién" no aparece en ningtin momento pero creo poder discernir que es el tema en el que piensa el autor en dos momentos de la exposicién (1, p. 182), cuando escribe: "Ademas a las fantasias de paliza en los hombres se anuda un tema diverso, que dejaré de lado en esta comuni- cacion" y, mas claramente (1, p. 185) donde aparece un parrafo que solo es inteligible a partir de lo elaborado entre 1923 y 1926: "... estos vinculos amorosos (los edipicos) estan destinados a sepultarse [untergeben] alguna vez, no pode- mos decir debido a qué." El articulo sobre el sepultamiento [Untergang] del complejo de edipo de 1924? es la respuesta ? Lacan, Jacques (1970): Le Séminaire: Livre XVI. Lenvers de la psychanalyse. Paris. Seuil. 1991. Texto establecido por J.-A. Miller. (Seminario del 18 de marzo de 1970, p 145 yp. 149). Freud, Sigmund (1924): El sepultamiento del complejo de Edipo. Obras completas. Buenos Aircs. Amorrortu. L979. Tomo 19. (pp. 177-187) 32 inequivoca dada por él mismo a su confesada ignorancia de 1919: el valor de la castraci6n para la entrada de las nifias en el edipo y para la salida de los varones de él. No creo, pues, incurrir en un riesgo exagerado si afirmo que "Pegan a un nifio" es un texto que sdlo puede ser entendido desde los articulos ulteriores y que la flagelacién es un contenido fantasmatico cuya referencia estructural es la castracién. Y esto resulta asi por la lectura del conjunto de la obra de Freud cuando se aplica a ella el principio de retroactividad y, mas atin, haciendo correr esa retroactividad en Freud desde lo producido por Lacan en sus seminarios y, definiti- vamente, cuando tal principio retroactivo en las lecturas toma como punto de partida a la experiencia, vale decir, a lo que cada andlisis ensefia al analista. La conclusi6n a la que he Ilegado es que el fantasma de flagelaciOn es una de las formas que toma el fantasma origi- nario de castraci6n y que esta basicamente ligadoa las teorias sexuales infantiles que dan cuenta de la diferencia sexual anatomica por medio de la intervencién quirdrgica hecha sobre alguien que, como todos, es originariamente un ser falico. En otras palabras, que la castracion simbdlica toma de modo preferente la representacion imaginaria de un nifio (falo) siendo pegado (cortado). Me eximiré de presentar material clinico de mi propia experiencia recordando que el hombre de los lobos presentaha fantasmas intermedios en- tre los de castracién y los de flagelacidn: “unos muchachos eran castigados y azotados; en particular, les azotaban en el pene," fantasma del que Freud comenta mas adelante que exterioriza la conexién con los genitales que es ocultada ulteriormente por la regresidn cuando adopta la forma de- finitiva de recibir un correctivo y ser pegado por el padre’ (p. 45). Se trata —me parece muy evidente— de esa castra- cién simbdlica que es necesaria para salir del edipo, la misma que Juanito demandaa su padre y que, al fallar éste, debe ser confiada a su representante equino. Es la demanda, también en Juanito, de los golpes de su padre, capaz de llegar a fabricar los recuerdos que convienen al fantasma: "..y el * Freud, Sigmund (1918): De la historia de una neurosis infantil. Obras comple- fas. Buenos Aires. Amorrortu. 1979. Tomo 17, p. 25. 33 padre se acord6 de que Hans inopinadamente lo chocé, con la cabeza, en el vientre, tras lo cual, como por via de reflejo, él le habia dado un golpe en la mano",’ a partir de lo cual Juanito puede “acusar" a su padre, ante el mismo Freud, de haberlo golpeado, de ser por ello presa del miedo que le provoca el padre, eso que Freud interpreta en ese mismo parrafo como la necesidad de recibir un castigo (por las aspiraciones incestuosas). Es Lacan quien insinta que hay que corregir las formyla- ciones de Freud en Ein Kind wird geschlagen cuando, en su seminario del 14 de junio de 1967, habla del “acercamiento Brosero que es aquel del afio 1919 en que esto fue escrito" y, para acabar con cualquier tipo de dudas sobre Ia pertinen- ciade esta correccidn, es Freud mismo quien, en El problema econdmico del masoquismo, de 1924,’ se encargara de decir que "ser amordazado, atado, golpeado dolorosamente, azo- tado, maltratado de cualquier modo, sometido a obediencia incondicional, ensuciado, denigrado" no es mas que el con- tenido manifiesto (yo subrayo) de las fantasias, pero que ellas no significan sino "ser castrado, ser poseido sexualmen- te o parir". No se opone contenido manifiesto a contenido latente sino a "significacion", Bedeutung. La significacion del fantasma de flagelaci6n es pues, para Freud, la de "poner a la persona en una situaciOn caracteristica de la feminidad." (id.) El punto siguiente de la raz6n clinica lleva a afirmar que esta intervenci6n del padre real es la que permite al nino separarse del goce como lo imposible, anterior al lenguaje y ala Ley, y entrar en el universo simbélico, dominado por la significacion falica y por el goce semidtico que le es conna- tural. En tal sentido el padre cumple con su funcidn al transmitir a su hijo lo esencial, la castracién, aquello que posibilita que de padre a hijo haya una sucesién, eso que le permitird al hijo, a su vez, acceder a la paternidad, incluirse > Freud, Sigmund: Andlisis de la fobia de un nifio de cinco afos, Obras comple- tas, Buenos Aircs. Amorrortu. 1979. Tomo 10, p. 37. * Lacan, Jacques (1967): La Séminaire: Livre XIV. La logique du fantasme. Paris Inédito. Mimeografiado Freud, Sigmund (1924): El problema econémico del masoquismo. Obras completas. Buenos Aires. Amorrortu. 1979. Tomo 19, p. 168. 34 en un linaje como elemento de transmisién, alcanzar la dimensién mortal. Pues el orden simbdlico significa que todos estamos siempre ya muertos, representados por un significante ante otro significante, eslabones de una cadena sin comienzo ni fin(es) que requiere de la respuesta-tap6n del mito, en el caso freudiano del menos cretinizante, el del Padre originario de la horda, el padre muerto y devorado que funda la primera y primaria identificacion. Por la castra- cidn el hijo accede a la vida de la palabra que es la muerte 0, lo que es lo mismo, a Ia funcién paterna. En el pensamiento de Lacan ha habido una transicién entre las tesis del seminario de 1957* cuando el padre real era el papa, ese buen sefior que, vivito y coleando, meneando el falo del cual era portador, transmitfa a los hijos una promesa de cumplimiento del deseo a partir de la renuncia impuesta a su objeto primero, la Madre, y las tesis que se sustentan después del seminario de los nombres del padre, cuando el Padre real, freudianamente, es el Padre muerto, el del goce como imposible. Freudianamente, estructuralmen- te, independientemente del soporte imaginario repre- sentado por el papa, ese senor que todos coinciden en sefalar que se destife a medida que pasan los anos de Ia vida singular y los afios de la historia de nuestra civilizaci6n cada vez menos occidental, cada vez mas universal. Freudiana- mente, si pensamos en el Freud de la ultima pagina de la presentacion del caso del hombre de los lobos en donde afirma que existe en todos "un saber dificil de determinar, algo como una preparacion para entender... algo que se sustrae a toda representacién; (para lo que) sdlo dispone- mos de una marcada analogia con el vasto saber instintivo de los animales" y que es lo que lleva a modificar las huellas dejadas por las vivencias particulares para refundirlas en el fantasma haciendo que los "esquemas congénitos" triunfen sobre el vivenciar individual y que, en ese caso del hombre de los lobos, fuese el padre quien deviene el castrador independientemente de las caracteristicas del complejo de edipo, de toda experiencia o de toda raz6n (4, p. 109). * Lacan, Jacques (1957): Le Séminaire. Livre WN. Les rélations dobjet. Paris Inédito. Mimeogratiacto, 35 1a realidad, ya se sabe, se hace y se filtra con el fantasma. Tanto que uno podria preguntarse si, a su vez, el fantasma depende de un a priori que lo estructura (ese Schema con- génito del que habla Freud), si el fantasma se acomoda a un argumento universal y necesario con su consistencia propia Osi, mejor, el fantasma es ela priori mismo y por eso merece el nombre de "originario" que le da Freud y el de "fundamen- tal" que le viene desde Lacan. 2. El fantasma: su légica y sus funciones Es aqui donde se inserta el contenido de esta comunicacidn: el fantasma de ser azotado por el padre es mas que un reservorio listo para el deleite onanista de algunos neuréti- cos, es mas que un camino para conocer "la génesis de las perversiones sexuales", es mds que una envoltura o un relle- No masoquista de una existencia sumergida por lo demas en la banal miseria neurdtica. Es todo eso y es mas. Intentemos enumerar. Es, primero, para cada uno, una manera de relacionarse con el goce como lo que esta mas alla del principio del placer: el sujeto se complace y hasta se retuerce en contra de un fantasma al que alberga y protege - como lo mas intimo y esencial de su vida privada, un fantas- ma paraddjico donde el placer tiene como prerrequisitos la fustigacion y la humillaci6n que provienen de un Otro fria- mente feroz, desalmado, un Otro de rostro cambiante que es ensu nucleo mas rec6ndito "el" padre o, mejor dicho, "mi", padre, si traducimos a Freud no seguin la literalidad sino segitin los usos lingtisticos de nuestros territorios. Siempre él, pues (como Freud mismo subraya en el texto) "En ambos casos (el de la nifia y el del varén) /a fantasia de paliza deriva de la ligazon incestuosa con el padre" (1, p. 195). Ser pegado por el padre, decimos, es ser castrado por el padre real, el agente que debe transmitir la castracion y que es imaginado como privador del goce precisamente en estos escenarios de flagelaci6n. Es, segundo, una manera de llegar a ex-sistir adquiriendo una identidad, vale decir, una diferencia de los demas, una distincién (del hermano-rival). Este acceso a la vida se alcan- za, paraddjicamente, por el camino de la entrega y de la 36 pasividad, del sufrimiento y de la desesperaci6n, teniendo que prestarse —iy con cuanto dolor!— a servir de objeto herido, degradado y humillado al servicio de un insondable goce del Otro, ese Otro que al fustigar y marcar el cuerpo con su litigo reconoce al sujeto como deseante, como ani- mado por una aspiraci6n al goce que ese Otro, representante de la Ley, no puede aceptar. No es menos verdad que al golpear al nifio, al castrarlo por sus deseos incestuosos, muestra el Otro su propia vulnerabilidad, su tachadura, su propia condicién deseante. Pues la Ley ysu aplicacién supo- nen el deseo del legislador y el sujeto de la Ley entra en ella como objeto del deseo del Otro. Ser golpeado es importar, importar-Le. Bien se sabe que el odio no es lo contrario del amor sino que amor y odio constituyen un par solidario frente al verdadero opuesto a ambos que es Ia indiferencia. Las nalgas, sitio preferencial de los azotes, se entregan asi a la enamodiacidn (bainamoration) y devienen el objeto de fijaciones particularmente intensas. Ser golpeado es una manera de ser reconocido como sujeto a la vez que de ser tratado como objeto de deseo. Las mataduras de los golpes en el cuerpo Ilaman a la vida del espiritu, a la identificaci6n con un significante, al establecimiento de una diferencia. Distinciones-destinaciones. En tercer Jugar, aunque en una perspectiva légica debiera entenderse como lo primero, hemos de entender que los golpes o la castracién debidos al padre real tienen el valor decisivo de interrumpir el goce originario, el goce del ser, el goce gratuito y mas acd de la palabra y la Ley en el que podria el sujeto quedarse si no se produjese el humillante derroca- miento: "iTantos nifios se consideran seguros en el trono que les levanta el inconmovible amor de los padres, y basta un solo azote para arrojarlos de los cielos de su imaginaria omnipotencia!" (1, p. 184). El azote castrador es una opera- ci6n real que Ilama a la existencia, que instituye la vida, que marca al sujeto como subdito de la Ley. Es lo que no puede faltar de la funcién del padre, lo que incorpora al nifio como uno mas entre los integrantes del conjunto familiar y social. Es en este sentido que habremos de preguntarnos si no es llegado el momento de cambiar el ordenamiento propuesto por Freud en las fases o tiempos del fantasma: lo primero no 37 es el momento sddico de la flagelaci6n del nino rival y lo segundo no es la reversi6n masoquista del tal deseo en donde es el propio cuerpo el sometido a Ia paliza. Lo prime. TO, y por eso es que se trata del tiempo inconsciente del fantasma que debe ser reconstruido en el andlisis porque no puede ser recordado, es el tiempo en que "mi papa me pega’, cuyo sentido es "mi papa me ama" (y por eso me llama a la existencia destituyendo todos mis privilegios). No es dificil comprender que, si ponemos asi las cosas, somos congruen- tes con la revisi6n freudiana que sigui6 a la introducci6n de la pulsion de muerte en ese mismisimo momento en que escribia Pegan a un nitio. Las tesis acerca del masoquismo primario de 1924 corrigen la idea que Freud sustentaba atin en el final de la década anterior sobre la precedencia del sadismo tal como se asienta en Pulsiones y destinos de pulsién. No habria, pues, un segundo tiempo del fantasma que sucede a la represiGn sino que se trata del primer tiempo que instaura a la represién bajo la forma del golpe, de la castraci6n, infligida de modo necesario y estructural por el padre. El tiempo segundo, el que se recuerda en el anilisis, es el de la flagelacion del hermano rival, objeto de la envidia (envidia de su goce, del goce del conlactaneum) y de los celos (celos de su deseo en tanto que deseo del Otro). Puestas asi las cosas devolvemos la congruencia al conjunto de las elaboraciones freudianas de esa época y resolvemos la paradoja suscitada por el hecho de la no coincidencia de fa regresidn temporal con la regresion tépica manifestada en la afirmaci6n freudiana de un tiempo ulterior que sucumbi- ria a la represi6n mientras que los momentos primero y tercero del fantasma serian preconscientes. Nos explicamos ahora que el primero de los tiempos, el esencial, no puede ser consciente mientras que son los otros dos los que muy comprensiblemente se suceden y pueden ser recordados. Sdlo ahora, en cuarto término, estamos en condiciones de abordar el lugar que corresponde a la culpa en la secuencia fantasmitica. La culpa o, lo que en aleman se expresa con la misma palabra, la deuda (Schuld). La vida nos es dada junto con la castraci6n. Hay entonces un segundo nacimiento que impone, no la separaci6n de la carne de la madre como el primero, sino la separaci6n del goce de ella (sentidos subje- 38 tivo y objetivo del genitivo) y esto por la interposicién de la palabra que es latigo que fustiga y bisturi que amputa en lo imaginario. Es lo esencial de la funcién del padre que no debe confundirse con la tan traida y Ilevada metdfora pater- na. La metafora paterna es una funcidn de la operacién de la ausencia de la madre y es ella la encargada de hacerla actuar. la funci6n del padre real es diferente y es consecutiva, posterior, a la de la metafora: es la de operar la castraci6n notificando al hijo la condicién legal de la existencia, la imposibilidad de serlo todo, la necesidad de entrar en la vida como deudor con relacién a los linajes, a las generaciones y a la diferencia entre los sexos. Cada hablente esta pues obligado a nacer del padre, ex padre natus, como dicen los juristas en un discurso que arr a incluirse en el del amo. El hecho es que el goce esta prohibido y que hay que rendir cuentas por lo que de él resta. La culpa-deuda es la medida del goce vivenciado; por la primera sabemos del segundo. Lo primero en la existencia no es Ia inocencia sino lo que la religidn mitifica como pecado original. Claro, todos debe- mos una muerte a la naturaleza pero, ademas, debemos una vida a lacultura. La culpa es primigenia y ése es el fundamen- to neurotico de la existencia, aquello de lo que se trata en la cura psicoanalitica. Ser pegado —ser castrado— por el padre es, asi, una manera de entrar en la vida reconociendo la culpa y pagando por ella. Es sabido que la deuda no se anula por pagar sino mds bien al contrario, que exponerse al flagelo del Otro es fuente de un goce que exige mas renuncias y mas castigos y que el deseo toma asi el camino pere-verso de la satisfacci6n masoquista. Los suenos de punicién en los que el sujeto sdlo puede reconocer su deseo exponiendo su cuello a la espada de Ia ley prueban esta aseveraci6n. Y mas atin lo hacen "los que delinquen por conciencia de culpa" que pasan su vida procurandose castigos que proceden del Otro o del destino, de las diferentes figuraciones del padre, y que experimentan los golpes de la vida como balsamos apaciguadores. Hay que inventar el pecado para disfrutar del goce de la * Freud, Sigmund (1916); Algunos tipos de cardcter dilucidados por el trabajo Psicoanalitico, Obras completas. Buenos Aires Amorrortu. 1979. Tomo 14, (pp 338-340) 39 transgresion, para animar las amas del infierno como Io hacen hoyen dia los sidof6ébicos que se castigan del modo mas horrible por el crimen de desear y que por nadacederjan su goce hipocondriaco. La culpa por el pecado es original y lo precede, El delito es una llamada a la sanci6n y el castigo cumple con una funcidn clinica de atenuacion del sentimien. to inconsciente de culpa que de otro modo se hace intolera- ble. La Ley instaura el deseo como deseo de transgresién, (le triunfar sobre la prohibicién. Pero es asi como el deseo nos hace culpables y la caracteristica de Ia neurosis es la de someterse a la demanda del Otro, la de hacer que Ia violencia ajenba reconozca al deseo aplastandolo. Y e! deseo, sus significantes, de la represidn retornan como sintomas. Se- cundariamente se extrae la satisfaccidn de la compasi6n que se provoca en la relacidn con los demas o la que el sujeto imaginariamente se concede en la representaciGn de su alma bella. Tal se hace expulsar violentamente de los trabajos que laboriosamente consigue. ‘Tal otro recibe Ilamadas telefoni- cas que le amenazan de muerte a partir de relaciones senti- mentales, profesionales, institucionales. Uno mas blasfema compulsivamente en la iglesia anulando de inmediato todo alivio procedente de la comuni6én y exigiendo una nueva confesién. Aquel falla por accién 0 por omisién en el cum- plimiento de sus obligaciones para con los que Je rodean y asi se hace culpable de su ruina 0 de su muerte. Uno mis experimenta la compulsi6n de confesar, mientras que su hermano de sufrimiento es el criminal que siempre regresa al lugar del crimen. La otra no puede parar la serie intermi- nable de relaciones que acaban invariablemente en el emba- razo y el aborto. La légica del sacrificio, la seduccién irresistible que éste ejerce, es algo que, como veremos, va mas alla de su funci6n tan connotada en la estructura histé- tica. Y cabe destacar el intimo parentesco que hay entre el fantasma de paliza y la institucidn universal del sacrificio. Que Isaac sea el testigo y la prueba. 1a fenomenologia de estos cuadros es inagotable. La pul- sion de muerte prospera en su caldo de cultivo puro € imperioso. Lo que destaca es el Ilamado al padre para que ejerza su funci6n, para que aisle del goce letal de la madre, para que salve de la locura recordando al sujeto que ¢ 40 stbdito, que esta bajo la férula de la Ley. Si Dios ha muerto, si no hay el Padre, observaba Lacan, todo est prohibido y ésey no otro es el fundamento de las religiones. Es necesario hacer que ese Dios se manifieste como deseante, que pegue, que castre, que amenace, que sepa del deseo, que lo reco- nozca como tal. En todos estos casos el sujeto produce al Otro del cual se queja y en relaci6n al cual, en un conflicto interminable, a veces manteniendo la figura, a veces cambiandole el rostro, organiza su vida. El sujeto vive bajo protesta, repitiendo compulsivamente el mismo rechazo, llevando una existencia en apariencia masoquista donde pareciera que la satisfacci6n procede de las cicatrices con las que el Otro lo marca. Pero, mas alla de esta presentaciOn que suscita la compasi6n y que es raz6n de la autocompasién, se observa Ia relacién sadica que el sujeto sostiene con ese Otro de quien lo que no se puede aguantar es la indiferencia o la neutralidad. 3. Ferenczi y Bergler En una presentaciOn paradigmiatica de tal tipo de desencuen- tro, Serge André, de Bruselas, dando un seminario oral en la ciudad de México, ofrecié el modelo de la relacién entre Freud y Ferenczi. En lo manifiesto Ferenczi se queja y denun- cia la posicién de reserva y neutralidad del analista como equivalente a una franca antipatia con relaci6n al paciente, a un abuso traumatizante que devuelve al paciente a la situaciOn infantil de ser seducido por un adulto perverso. Esto lo Ileva a una practica fundada en la empatta y en la necesidad de reparar y hacerse perdonar por su paciente. No por casualidad su diario clinico termina con las palabras: "{Pecado - Confesi6n - Perdén} Es necesario que haya casti- go. (Contricién)" (2 de octubre de 1932).'° Detras de esta Posicidn se oculta el enfrentamiento constante con Freud, el destinatario de las palabras anteriores: "1) Sadismo. No consideracién de los sufrimientos de los pacientes. 2) Locura de grandezas: (verse rodeado de adoradores) —Erotoma- nia. 3) Teorias sin valor. Determinado por los propios com- © Ferenczi, Sandor (1932): Diario Clfnico, Buenos Aires. Conjetural. 1988. 41 plejos. Los pacientes no se atreven a rebelarse. 4) Es necesa- rio perdonarlos". No. Ferenczi no es una victima de la cruel- dad de Freud sino que esta en la posicién de verdugo de Freud, acechando sus defectos y deformando sistematica- mente su obra para sacarlo de sus casillas, en ultima instan- cia, para atraer su castigo, para encontrar de nuevo que "mi « papa me pega" (me ama). Freud se atuvo a su lugar de analista, apatico, firme, sereno, rechazando los lugares de goce que se le ofrecian, tanto el de victima como el de verdugo, sosteniendo su deseo como motor y garante de su ica. El fantasma de ser pegado como fundamento ora de la sumisiOn ora de la rebeli6n contra el padre deja al sujeto en la dependencia y en la servidumbre. El orden regimen- tado por el amo queda incdlume en un caso asi como en el otro. Tanto cuando se obedece como cuando se asesina al padre, tanto cuando se envian la Carta al Padre de Kafka y el Diario Clinico de Ferenczi como cuando, como ellos lo hicieron, se los guarda en un caj6én, lo que se hace es reconocer al padre como limite y horizonte de la existencia. El psicoandlisis no esta para la apologia de la obediencia o de la transgresion sino para que cada uno pueda plantear- se, en funcién de su deseo, la posibilidad de una accién que eluda la opcidn planteada en los términos del discurso del amo. Hay que hacerse a la idea de la necesidad y de la funcion constituyente que tienen los fantasmas de flagelacion. De no hacerlo correriamos el riesgo de tomar una actitud normati- va frente a los mismos no muy alejada de la de acusar a los neuroticos por sus fantasmas o la de intentar corregir el fantasma para adecuarlo a la realidad: "Sonrie; Dios (tu padre) te ama." La eterna necesidad de repetir la repulsa del Otro tiene una funciOn protectora frente a otro fantasma mas primitivo aun, un fantasma producido retroactivamente, que es el del Otro devorador. Lo que se juega y se manifiesta en estos fantasmas Ilamados masoquistas es tanto una demanda de reconocimiento como la escenificacién del drama de la alienaci6n (necesaria) y de la separacién (imprescindible, después de esa alienacion que se da en un tiempo légico anterior, doble movimiento que permite el nacimiento del 42 sujeto, pasando por la castracién, para acceder al deseo —tnico capaz de hacer que el goce (otro goce) sea al- canzado. El fantasma de ser golpeado (castrado) escenifica el naci- miento del sujeto. El fantasma de se devorado no podria ser anterior pues nada hay previo a ese nacimiento. Ahora bien, si tal nacimiento, segundo nacimiento, efecto del significan- te y de la accién del padre, no se hubiese producido équé habria habido, qué, sino la absoluta alienacién en el goce —en el cuerpo— del Otro? Es por ello que debemos aceptar a los fantasmas de devoracién, particularmente de la tan nombrada y tan temida devoracidn materna, como una con- secuencia ldgica y cronoldgica del fantasma de castracién- flagelaci6n paternal, algo que se produce después de éste pero que se ubica como si fuese anterior en ei tiempo imaginario del fantasma. El latigo del fantasma es equivalente imaginario del signi- ficante con su doble aptitud, la de aspirar y salvar, la de hacer nacer extrayendo al futuro hablente del goce del ser, la de empujar a existir en el campo del Otroy, también, la de tragar y destruir, la depresentificar siempre al sujeto su condici6én de deudor, de pecador, de sujeto de una culpa sin esperan- zas de redencion. Y el fantasma evidencia esta doble funcién: hace saltar el proscenio al Otro deseante que inscribe su falta en la fragil carne del nino y de tal modo lo distingue y lo inscribe en la vida a la vez que muestra al sujeto que slo hay existencia escapando a los designios del faraén, de Herodes, del devorador de inocentes, del lobo feroz y del coco. Ser victima puede ser el camino para ser, a secas, y en el andlisis habra de alumbrase un modo de atravesar este fantasma por el cual la vida esta atravesada. El latigo, en sintesis, salva de la no inscripcién, permite el feconocimiento del deseo y de la transgresién, ejecuta el castigo que permite la expiacion de la culpa, da pie para la accién de una gozosa autocompasi6n y justifica el estableci- miento de una diferencia irreductible con el otro pues, si éste €s sddico, se justifica no sdlo el tomar distancias con él sino, también, el de ejecutar acciones agresivas que estin justifi- cadas como legitima defensa. Por otra parte, si el agresor y verdugo es el padre, la madre es puesta a optar entre el hijo, 43 carne de su carne expuesta a la salvaje brutalidad del amo, y ese padre que la desgarra con su exigencia. Pues si la flage- lacién expresay disfraza la castraci6n, lo hace también como fantasma que impone la separacin entre la madre y el hijo. No se trata solo en el fantasma de la autocompasién sino también de la compasi6n lacrimosa engendrada en el tercero como objeto en juego en la rivalidad edipica. El recuerdo de las lagrimas maternas provocadas por los infortunios del hijo, especialmente si el padre es o parece ser el causante de Jos mismos, se cuenta entre los mas preciados tesoros fan- tasmaticos de aquellos que extraen su goce de la flagelacién imaginaria. (Stabat mater dolorosa iuxta crucem lacrimosa dum pendebat filius). Jacopone da Todi, (1228-1306). Lacan, en su seminario del 10 de mayo de 1966 abordé esta temitica tomando como ejemplo, no como modelo, a la investigacin de Edward Bergler en su libro La neurosis de base," una obra importante, recomendable, escrita por alguien se le reconoce que no faltan ni el talento ni la penetraci6n. Para Bergler, recuerda Lacan, lo primero es el deseo masoquista de ser rechazado por la madre, que lleva a crear oa deformar situaciones en que la madre rehtisa los deseos del hijo o hija. Esta "capa" es la mas profunda, la mas dificil de reconstruir en el andlisis y aquélla de la que el sujeto se defiende por mas tiempo. El sujeto no puede reconocerse como el causante y responsable del deseo de ser rechazado y, asi, en un segundo tiempo, se presenta como protegién- dose del rechazo, justificando su indignacién y la "seudoa- gresividad” que manifiesta ante el rechazo. El tercer tiempo es el de la renovacién del placer masoquista por medio de la autocompasién. Sefala Lacan que lo interesante es esta definicién de la pulsion oral consistente no en querer el pecho, en poseerlo 0 €n unirse a él, sino en este deseo en apariencia paraddjico de querer ser rechazado para llegar a un plano hegeliano- sartreano de exclusion radical y mutua de las conciencias, donde la dimensi6n del sujeto surge ante el otro en términos de "o él 0 yo" y de "si él, no yo; si yo, no él". No se trata, se '* Bergler, Edward (1949): The basic neurosis, Grune & Stratton. Nueva York. Hay traduccién al espaol: La neurosis bdsica. Buenos Aires. Hormé. 1954. 44 ve, de las teorias unificantes del amor materno que justifican las posiciones "empaticas' del analista a la Kohut. Es cuestion de la lucha a muerte, de la agresividad oral, de la necesidad de morder y del terror de ser devorado. Siendo rechazado el sujeto se salva de ser el objeto de la ingestion del otro. Asi, hay que poner freno a la tentaci6n facil de teorizar este deseo de ser rechazado como un deseo masoquista. E] masoquis- mo es otra cosa muy diferente. Consiste, basicamente, en una busqueda del goce por medio de la sumisién del parte- naire a una imposici6n asentada en una relacién contractual que pone en escenaa un tercero, el Otro garante del contra- to, para quien se escenifica el acto perverso. Bergler, indica Lacan, comete un exceso cuando identifica la situaci6n perversa masoquista con la situacién neurdtica que se trasunta en los sujetos soportes del deseo de ser rechazados por el Otro. Es cierto que los se colocan asi mas alla del principio del placer pero hade entenderse la funci6n “salvadora" de ese rechazo pues no faltan las ocasiones en que es preferible ser rechazado a ser aceptado demasiado facil o demasiado pronto pues no necesariamente lo que quiere el Otro es el bien de uno. Lacan elogia a Bergler por su libro notable lleno de observaciones sagaces e instructivas pero devela su condicién sintomatica al denunciar la exas- peraciOn que el autor experimenta ante sus pacientes "que coleccionan injusticias" como si esto fuese un grave error de su parte y como si el mundo no fuese un lugar donde impera la injusticia y donde hay mucho de qué quejarse. Esta es la base para abordar los modos en que el fantasma de ser pegado- castrado-amado por el padre se presenta en la transferencia. En estos analisis el momento de la transfe- rencia negativa esta marcado por Ia atribucién al analista de las peores intenciones y de los gestos mas hostiles hacia el analizante. Los cortes de la sesiOn, el pago, el silencio y las palabras del analista son tomados siempre univocamente como manifestaciones de rechazo que justifican, a su vez, la “seudoagresividad" que puede conducir incluso a la inte- trupcidn del analisis. Es comun que el sujeto invoque como "pruebas" de la injusticia a la que est4 sometido una serie de enunciados del analista que éste reconoce como tergiversa- ciones de sus palabras: una pregunta transformada en una 45 acusaci6n aplastante, una palabra extraida de su contexto donde significaba algo contrario a esta interpretaciOn que la hace hostil, una elision de las modalizaciones y relativizacio- nes, un "pequefio" cambio en el recuerdo de lo que se dijo pero que inevitable transforma al analista en perseguidor sidico, una atribuci6n de goce maléfico o de fallas a la neutralidad, una vivencia de rechazo a partir de la aplicacion del dispositivo analitico: pago de las sesiones faltadas 0 de las vacaciones, brevedad de las sesiones en particular de aquéllas a las que el analizante llega tarde, escansiones consideradas prematuras, falta de permisividad para que el sujeto acumule una deuda con el analista. Se trata de provo- car el rechazo, de "coleccionar injusticias", de justificar la agresividad, de darse motivos de autocompasi6n que devuel- yen al fantasma de flagelaci6n, de negar incluso los benefi- cios alcanzados en los momentos anteriores del andlisis por ser generadores de culpa, de todo eso, ciertamente, pero se trata también, para el analista, de evitar en tal situaciOn la tentacién de colocarse en Ia posicién de "alma bella" que seria simétrica de la de su paciente empefiado en demostrar el error y la injusticia del otro. Al analista no le es dado reclamar por lo que se hace con él. Tampoco puede ser el representante de la "verdad histdrica". Es verdad, como dice Lacan comentando a Bergler, que no es necesario poner mucho de si para encontrar de qué quejarse; pues bien: eso es valido para todo el mundo... menos para el analista. Las tergiversaciones "masoquistas" tienen la finalidad de proteger con relacion al goce letal del Otro. "Masoquista", usando el término en sentido descriptivo, en ese sentido vago con el que se habla de "masoquismo psiquico", no en el sentido clinico, podria ser someterse a las aspiraciones benevolentes de un analista o-de un padre bienintenciona- do. Después de todo el amo siempre ha querido el bienestar de sus esclavos... y éstos han insistido en rebelarse, lucha de clases que le dicen, rechazando las ventajas que se les ofre- cen... hasta estos tiempos de ahora que algunos pretenden que son los del fin de la Historia. Es claro también que la opcidén no puede ser lade la lucha a muerte, la de ser rechazado o dejarse devorar. Por esto es necesario que el analista renuncie a todo fantasma de bene- 46 yolencia con respecto al analizante que no podria tener otro resultado que no fuese el de sostener y exacerbar los esce- narios de flagelacion. Por esto es que la maxima imprudencia consistira en el esfuerzo por desculpabilizar a alguien que no tardara en tal caso en desplazar la culpa sobre el incauto proveedor de indulgencias. Por esto es que, planteado el conflicto a partir de lo que he dado en Ilamar tergiversacio- nes "masoquistas" de las palabras, las actitudes y los actos del analista, nada es mas estéril que “aclarar" la "realidad" de lo sucedido. Habra que salirse de la oposici6n dual entre dos ‘almas bellas" que solo conduce a las palizas reciprocas que hacen las "delicias de la vida conyugal". Ia interpretacion bergleriana hace al sujeto responsable y hasta culpable por su fantasma "masoquista", un "error" que se repite en la transferencia, que el psicoanalista habra de corregir y despejar hasta que el sujeto alcance una visi6n no distorsionada de la "realidad." Para Bergler, "estos pa- cientes son realmente ‘coleccionistas de injusticias’, de errores imaginarios, cada palabra, cada gesto del analista es equivocamente construido como una malicia delibera- da” (11, p. 313). La ferencziana proclama Ia inocencia del sujeto y desplaza la culpa sobre el Otro sadico y seductor personalizado en el psicoanalista. La de Lacan, la unica consecuente con la posicion de Freud, la que arroja indi- caciones de valor practico que dependen del hecho de mantenerse dentro del discurso del psicoanalisis, consiste en reconocer la necesidad estructural para el sujeto del fantasma "pegan a un nifio" y la razon del sostenimiento del sujeto como sujeto de este fantasma capaz de asegurarle una poca de libertad a la vez que, al orientarse hacia un atravesamiento del fantasma, permitiria crear una condi- cion diferente para la subjetividad que se estableceria sobre la base de un acto congruente con el deseo y no sobre el fundamento neurético de ser azotado y tener que defen- derse del goce del Otro. Yace ahi la posibilidad de un cambio de discurso signado por laaparicion del amor como condicién de la confluencia yreciproca condescendencia del goce y el deseo, atravesan- do el escollo rocoso de la castracion y de su agente, el padre. 47 Ree j f 4.- Flagelaci6n y sacrificio: su importancia cultural En Pegan a un nino, Freud acota cémo los fantasmas de flagelaci6n resultan alimentados y sostenidos por lecturas que son, nos dice, casi siempre las mismas y de las que ofrece como modelo a La cabaria del tio Tom. Hoy en dia ya casi nadie lee esa novela pero sus equivalentes son universaliza- dos por los medios de difusién para las masas. Hay que reconocer en ese tipo de literatura una funcién ejemplar y luego apreciarla como un elemento constituyente de la sub- jetividad. Después de todo, el fantasma aislado por Freud pero que también podriamos Ilamar dickensiano, de "un nifio siendo pegado", del contraste entre el poder omnimo- do del adulto y la absoluta indefension del pequefio, yace en el fondo y en la superficie de los mitos mas universales y es el mecanismo ("el horror y la piedad") a través del cual la tragedia cumple con su funcién. Antigona, Jesucristo, Juana de Arco, el holocausto de los judios, el Gulag, el tiburdn, los marcianos, los insectos mutantes, los robots dominantes, el imperio del mal, todas las formas del infierno tan temido, ejercen una atraccion sobre el imaginario de los hombres y de fas mujeres a la que resulta dificil sustraerse. Estas obras ponen en escena la relaci6n del sujeto con el goce del Otro como una demanda feroz e irrestricta de entrega y sacrificio, como exigencia de la renuncia a la existencia, al goce y al deseo. EI Otro pide el sacrificio, el de Isaac o el de ese nifo tan importante en el psicoanilisis y en su historia que tendra que morir en el Citer6n pero que, al no morir, queda marcado en los pies con mataduras indele- bles que conmemoran la condena a muerte proferida por esos padres que no estan dispuestos a sacrificar ellos su goce ante e| heredero amenazante. Pegan a un nifo, lo circunci- dan, lo ofrecen en sacrificio, lo botan al Nilo, lo entregan al Minotauro de Creta, lo seducen vilmente hablandole en el Jenguaje de la pasion cuando él no conoce otro que el de la ternura, lo compran y lo venden, lo roban y lo torturan, lo separan de su familia, lo hacen padecer el destino de Kaspar Hauser o el de Anna Franko el de los nifios héroes de México. El guién de la historia conoce variaciones; la historia es inmortal. Freud mismo tiene que responder a la acusaciOn 48 de haberla borrado después de haberla descubierto y denun- ciado: se le tacha de cobarde por ello. (Masson J.: The assault on truth). Mientras mayor es la desproporcién de las fuerzas, mien- tras mas indefenso esta el pequefio, mayor es Ia fascinacién. La inocencia perseguida, los comunistas que se comen a los nifios vivos, los arrancados del vientre de su madre; no vale la pena seguir con la enumeracién interminable. El psicoa- nalisis revela el trasfondo. Es la historia de cémo se llega a la vida como objeto del goce del Otro y cémo se escapa de él recibiendo sus marcas: por eso es Ia historia de todos. También el psicoandlisis revela el costado siniestro de esos dioses oscuros sedientos siempre de sangre. Y junto con lo siniestro, lo fascinante, lo inescapable, {o que anima una interminable compulsi6n de repeticidn: la creacién de un Otro gozante sin frenos al que sdlo el sacrificio total e incondicional del sujeto puede colmar y calmar. Al terminar el seminario XI, Lacan opone explicitamente la ética del psicoanilisis a las exigencias idealistas del sacri- ficio que fascina y aniquila. La virtud no consiste en inmolar- se sino en resistir a la orden de renunciarlo todo al goce de Otro, ese Otro que en este punto de su ensefianza es llamado el Dios oscuro y que promueve en la inmensa mayoria de los sujetos una monstruosa cautivacién. El sujeto alcanza su precaria identidad asimilandose como objeto del goce del Otro, sometiéndose a su Voluntad, haciendo subsistir al Otro que querria su destrucci6n. El sacrificio es la prueba de Su Existencia en lo mas intimo de la experiencia. La recom- pensa es la de tener asi un lugar, un lugar en El. Hay aqui un misterio para toda concepci6n de la historia y se requiere de una mirada intrépida que pocos han sido, como lo fue Spinoza, capaces de arrojar. No se trata del sacrificio del sujeto sino de la renuncia, como lo queria Kant, mas verda- dero en esto que Spinoza, al objeto patolégico, aquel al cual el sujeto se encuentra encadenado. El verdadero amor no es el que encarece e idealiza a su objeto sino el que se coloca mas alla de este objeto y de la servidumbre que de él deriva. Pues el objeto, fantasmatico, no es la condicién del amor sino su limite. Asi es como se ha de entender [a tan citada formula del "atravesamiento del fantasma." 49 El fantasma, del cual Pegan a un nino es ejemplo y para. digma, consiste en este toma y daca de reconocimientos entre el sujeto y el Otro por el camino de la sumisién y ¢ sacrificio, ofrendando el propio cuerpo y construyendo e| fantasma de un Otro sadico y gozante que ama porque pega y que pega porque ama. La "destituciOn subjetiva" que aguar- da al final del andlisis es desprendimiento de esta funcién de! padre verdugo, atravesandola pantalla del sujeto supues- tosaber, de su "sabismo", para que el sujeto al final no quede "libre", sino sometido al significante fundamental, desencar- nado, sin tener a quien quejarse ni a quien demandar nia quien obedecer ni de quien recibir los azotes. & no sera la significacion cultural dltima del psicoanilisis la de plantearse la manera en que el sujeto puede llegar a desprenderse del Otro, encarnado en un padre que golpea- castra y en su saber, su sabismo, saber supuesto del deseo y del goce, saber de ese padre que soborna con Ia falsa ecua- cién del dolor y el amor?

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