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PROCEDIMIETO : Gestión Preparatoria

MATERIA : Medida Prejudicial Preparatoria

REQUIRENTE (1) : Morro Lobos Transporte E.I.R.L.

RUT : 76.576.140-9

REQUIRENTE (2) : Oscar Mansilla Yáñez

RUT : 8.560.353-1

ABOG. PATROCINANTE Y

APODERARDO : David Igal Korol Engel

RUT : 9.409.102-0

REQUERIDA (1) : Banco Santander-Chile

RUT : 97.036.000-K

REQUERIDA (2) : Banco del Estado de Chile

RUT : 97.030.000-7

EN LO PRINCIPAL: Se decrete como prejudicial, la medida

preparatoria que se indica, fijando día y hora para tales


efectos; PRIMER OTROSÍ: Acompaña documentos, con citación;

SEGUNDO OTROSÍ: Acredita Personería; TERCER OTROSÍ: Anuncia

acciones judiciales que esta parte intentará, conforme a lo

previsto en el artículo 287 del Código de Procedimiento


Civil; CUARTO OTROSÍ: Se dejen copias autorizadas de los

documentos que sean exhibidos; QUINTO OTROSÍ: Solicitud que

indica; SEXTO OTROSÍ: Propone forma de notificación y

contacto
S. J. L. CIVIL

DAVID IGAL KOROL ENGEL, abogado, cédula de identidad

número 9.409.102-0, con domicilio, para estos efectos en

calle San Sebastián No. 2812, oficinas 701-703, comuna de Las

Condes, en representación convencional y como mandatario


judicial, conforme se ha de acreditar de: (a) MORRO LOBOS

TRANSPORTE E.I.R.L., de su giro, RUT No.: 76.576.140-9; y de

(b) OSCAR MANSILLA YÁÑEZ, transportista; cédula de identidad

número 8.560.353-1, ambos de mi domicilio para estos efectos,

(en adelante, también, LOS REQUIRENTES), para estos efectos,

a US respetuosamente digo:

En mérito de lo establecido en los artículos 273 y

siguientes del Código de Procedimiento Civil, solicito, en la

representación que conduzco, se decreten como prejudiciales

las medidas preparatorias que más adelante singularizo, en


contra de: (a) BANCO SANTANDER-CHILE, sociedad anónima

bancaria, representada legalmente por su Gerente General don

MIGUEL ARTURO MATA HUERTA, ingeniero, ambos con domicilio en

calle Bandera No. 140, comuna de Santiago, Región


Metropolitana, y de (b) BANCO DEL ESTADO DE CHILE, del giro

bancario, representada legalmente por su Director Ejecutivo

don JUAN COOPER ÁLVAREZ, se ignora profesión u oficio, ambos

con domicilio en Avda. Libertador Bernardo O’Higgins No.

1111, comuna de Santiago, Región Metropolitana, (en adelante,

también, LAS REQUERIDAS), basadas en los antecedentes que más


adelante anuncio y fundamento, bajo los apercibimientos

legales, que en cada caso se señalan, todos, relacionadas con

los antecedentes que se singularizan en el apartado a

continuación.

Con fecha 12 de Junio de 2014, Banco Santander-Chile,

deduce ante el Juzgado de Letras de Castro (causa a la que se

le asignó el Rol No. C-857-2021), demanda en juicio ordinario


de cobro de pesos de mayor cuantía en contra de Morro Lobos

Transportes E.I.R.L., Rut N°76.576.140-9, representada

legalmente por don Oscar Mansilla Yáñez, cédula de identidad

Nº8.560.353-1, para que en definitiva se declare que le

adeuda a su representada y sea obligado a pagar la suma de

$71.245.107, más intereses y costas.

Funda su acción señalando que don Oscar Mansilla Yáñez,

suscribió por sí en calidad de aval y en representación de la

empresa (deudora directa), con fecha 30 de abril del 2010, el

pagaré a la orden del Banco Santander-Chile Nº420010946882,

por la suma de $80.200.000, valor del por concepto de capital

estipulándose que se devengará a su vez, intereses a la tasa

correspondiente al máximo convencional.

Se precisa en la demanda que dicho título de crédito,

los hoy, requirentes, , en la calidad expresada en la demanda

a que hemos aludido, se obligaron a pagar en 59 cuotas,

iguales mensuales y sucesivas de $1.831.205, con vencimiento


los días 20 de cada mes, venciendo la primera de ellas el día

20 de agosto de 2010 y hasta el 20 de julio de 2015, la

última de $1.834.427 el 20 de julio del 2015, cuyo capital

devengaría una tasa de un 0,99% mensual calculado en base a

meses de treinta días y por el número de días efectivamente

transcurridos, el que regirá a contar de la fecha de

suscripción del pagaré y por todo el plazo de la obligación.

Se acordó que en caso de mora o simple retardo en el

pago de una o más cuotas en que se dividía la obligación,

sean consecutivas o no, facultaría a la entidad acreedora

para hacer exigible el saldo insoluto como si fuera plazo

vencido y devengaría un interés penal igual al permitido por

la ley.

Continúa la demanda señalando que llegada la fecha de la

cuota Nº21 el día 22 de mayo de 2012, esta no fue pagada por

el deudor, por lo que resulta hacer exigible el saldo

insoluto de la obligación, que asciende a $58.840.082.

Asimismo, el Banco, señala en su demanda que es dueña

del pagaré a la orden Nº420011660281, suscrito por los hoy

requirentes, en las calidades expresadas, por la suma de

$40.000.000, cantidad que se obligaron a pagar en 23 cuotas

iguales, mensuales y sucesivas de $1.816.965, con vencimiento

los días 27 de cada mes, venciendo la primera de ellas el día

27 de diciembre de 2010, y hasta el 27 de octubre de 2012, y


la última de $1.816.970 con vencimiento el 27 de noviembre de

2012, el capital adeudados devengará una tasa de interés de

un 0,60% mensual calculado en base a meses de treinta días y

por un número de días efectivamente transcurridos, el que

regiría a contar de la fecha de suscripción del pagaré y por

todo el plazo de la obligación.

Se precisa en la demanda que en el pagaré se convino que

en caso de mora o simple retardo en el pago de una o más

cuotas en que se divide la obligación, sean consecutivas o

no, facultaría al acreedor para hacer exigible el saldo

insoluto como si fuera plazo vencido y devengaría un interés

penal igual al permitido por la ley.

Llegada la fecha de la cuota Nº18 el día 27 de mayo de

2012, esta no fue pagada por lo que resulta hacer exigible el

saldo insoluto de la obligación, que asciende a $12.414.025.

En mérito de lo expuesto, solicitó se declare que se le

adeuda al Banco, la suma de $71.254.107, obligando a mis

representados al pago de la obligación contraída, más

intereses y costas.

En lo que interesa en la presente sede preparatoria,

debemos señalar que el pagaré Nº420010946882, por la suma de

$80.200.000, se encontraba acogido al beneficio del FONDO DE

GARANTÍA PARA PEQUEÑOS EMPRESARIOS (FOGAPE), creado por el


Decreto Ley 3.472 de 1980 y que experimentado diversas

modificaciones.

Ante el incumplimiento de mi representado, y según ya se

ha explicitado, Banco Santander-Chile, sin mediar la

utilización de la garantía estatal concedida a mi

representado, acelera los créditos señalados, y procede a

iniciar acciones legales en contra de los requirentes; lo que

concluye en la subasta de los siguientes inmuebles de

propiedad de don Oscar Mansilla Yáñez:

A.- Inmueble signado como LOTE UNO, del plano de subdivisión

predial aprobado por el Servicio Agrícola y Ganadero. Dicho

Lote está ubicado en Dalcahue Alto, comuna de Dalcahue,

Provincia de Chiloé, Décima Región de Los Lagos, tiene una

superficie de cero comas cincuenta hectáreas, es decir cinco

mil metros cuadrados, y deslinda especialmente como sigue:

NORTE: Onofre Vidal en línea recta, separado por cerco; ESTE:

Camino público de Tenaún a cruce camino publico Dalcahue –

Mocopulli, que lo separa de lote número cinco; SUR: Lote

número uno en línea recta, separado por línea estaconada y

OESTE: Segundo Eugenio en línea quebrada de dos trazos,

separada por cerco. El inmueble, se encontraba inscrito a

nombre de mi representado a fojas 747 número 794 del Registro

de Propiedad del Año 1998, del Conservador de Bienes Raíces

de Castro.
B.- Inmueble signado como LOTE DOS, del plano de subdivisión

predial aprobado por el Servicio Agrícola y Ganadero. Dicho

Lote está ubicado en Dalcahue Alto, comuna de Dalcahue,

Provincia de Chiloé, Décima Región de Los Lagos, tiene una

superficie de cero coma sesenta y cuatro hectáreas y deslinda

especialmente como sigue: NORTE: Lote número uno en línea

recta, separado por estaconada; ESTE: Camino público de

Tenaún a cruce camino publico Dalcahue – Mocopulli, que lo

separa de lote número cinco; SUR: Lote número tres en línea

recta, separado por línea estaconada y OESTE: Segundo Eugenio

en línea recta, separada por cerco. Lo adquirió por compra a

don Francisco Gabriel Ojeda Ulloa, según consta de la

escritura otorgada en la notaria de Castro con fecha nueve de

junio de mil novecientos noventa y ocho. El inmueble, se

encontraba inscrito a nombre de mi representado a fojas 748

número 795 del Registro de Propiedad del Año 1998, del

Conservador de Bienes Raíces de Castro.

C.- Inmueble signado como LOTE TRES, del plano de subdivisión

predial aprobado por el Servicio Agrícola y Ganadero. Dicho

Lote está ubicado en Dalcahue Alto, comuna de Dalcahue,

Provincia de Chiloé, Décima Región de Los Lagos, tiene una

superficie de cero coma cincuenta hectáreas, es decir cinco

mil Metros cuadrados, y deslinda especialmente como sigue:

NORTE: Lote número dos en línea recta, separado por

estaconada; ESTE: Camino público de Tenaún a cruce camino


publico Dalcahue – Mocopulli, que lo separa de lote número

cinco; SUR: Lote número cuatro en línea recta, separado por

línea estaconada y OESTE: Segundo Eugenio en línea recta,

separada por cerco. Lo adquirió por compra a don Francisco

Gabriel Ojeda Ulloa, según consta de la escritura otorgada en

la notaria de Castro con fecha nueve de junio de mil

novecientos noventa y ocho El inmueble, se encontraba

inscrito a nombre de mi representado a fojas 749 número 796

del Registro de Propiedad del Año 1998 del Conservador de

Bienes Raíces de Castro.

El acta de remate, se otorgó con fecha 30 de mayo de 2019,

resultando los 3 inmuebles precedentemente individualizados,

adjudicados a ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A., en los

siguientes valores:

Inmueble signado como LOTE UNO: $20.000.000, con cargo

al crédito que se cobra en los citados autos, según lo

dispuesto en el punto 4° de las bases de remate.

Inmueble signado como LOTE DOS: $36.000.000, con cargo al

crédito que se cobra en los citados autos, según lo dispuesto

en el punto 4° de las bases de remate.

Inmueble signado como LOTE TRES: $20.000.000, con cargo

al crédito que se cobra en los citados autos, según lo

dispuesto en el punto 4° de las bases de remate.


La Adjudicación en Remate, fue otorgada por escritura pública

de fecha 18 de julio de 2019, en el oficio del Notario

Público de Castro, don Pedro Larrere Castro, anotada bajo el

repertorio número 7.256, siendo suscrita en representación de

mi mandante, por el Señor Juez Subrogante del Juzgado de

Letras en Lo Civil de Castro, don Jorge Andrés Ibarrola

Ávila, como vendedor, y don Guillermo González Cueto, en

representación de ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A., como

compradora.

La misma, fue inscrita en el Registro de Propiedad

del Conservador de Bienes Raíces de Castro, correspondiente

al año 2019, a nombre de la sociedad adjudicataria.

Inmueble signado como LOTE UNO; a fojas 2527, número

2316;

Inmueble signado como LOTE DOS; a fojas 2526, número

2315;

Inmueble signado como LOTE TRES; a fojas 2525, número

2314.

Con bastante antelación a la subasta, el abogado de la

parte ejecutante, dio cuenta al Tribunal ante el cual se

llevó a efecto la subasta, que mediante escritura pública de


Cesión de Derechos, repertorio número 12355, d fecha 27 de

septiembre de 2018, otorgada en la Notaria de Santiago, de

don Cosme Fernando Gomila Gatica, el BANCO SANTANDER-CHILE y

ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A., suscribieron un contrato

de cesión de créditos. En virtud del referido instrumento, la

ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A., compró, adquirió y aceptó

para sí, el crédito que se cobraba en los autos civiles

citados, incluyéndose en dicha cesión, los derechos que BANCO

SANTANDER-CHILE tenía como demandante en el mismo, por lo que

ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A., a través de sus

representantes, pasaba a ser la persona jurídica con

legitimación activa para continuar con la prosecución del

juicio.

En definitiva; Banco Santander-Chile, procede a acelerar

ambos créditos; uno de los cuales se encontraba amparado por

el FOGAPE, sin hacer efectiva la garantía estatal y procede a

demandar la totalidad del saldo adeudado por ambos créditos,

montos que, según la demanda de autos, corresponden a

58.840.082.- por el crédito garantizado por FOGAPE y $

12.414.025.- por el crédito no reajustable, totalizando un

monto ascendiente a los 71.254.207.-

La acción ejercida por el Banco referido, fue totalmente

arbitraria, pues del tenor del artículo 22 incisos 3 y 4 del

reglamento de FOGAPE fluye que es la institución acreedora la

encargada de requerir a la administradora del fondo el


reembolso de los montos garantizados, transcurridos 425 días

desde el incumplimiento y previa demanda legalmente

notificada.

Ello no fue así, pese a que en la demanda el banco

reconoce la garantía del Estado.

Por otra parte, tampoco mi representado, tuvo

conocimiento del proceso para hacer efectiva la garantía,

pues nunca fue informado de los contratos suscritos entre el

Banco Santander y la administradora del Fondo, que tratan


sobre la materia.

De acuerdo con lo señalado en el artículo 1.546 del Código

Civil, los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por

consiguiente obligan no sólo a lo que en ellos se expresa,

sino a todas las cosas que emanan precisamente de la

naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre

pertenecen a ella.

El artículo 15 del Reglamento de Administración del Fondo de

Garantía para Pequeños Empresarios (RAF), impone al

administrador del crédito (artículo 5 del D.L. No. 3472)

celebrar contratos con las instituciones participantes, parte

acreedora en esos autos. Estos contratos, según señala el

Reglamento, deben estipular a lo menos la tasa de garantía


global adjudicada a la institución y el procedimiento para

hacer efectiva la garantía.

Es claro que, si los contratos suscritos entre la

administradora del crédito Banco Estado y la demandante Banco

Santander, se refieren al procedimiento para hacer efectiva

una garantía que cauciona un crédito contraído entre Banco

Santander y Morro Lobos, entonces esas estipulaciones tienen

aplicación directa en el mutuo celebrado por las partes y,

por aplicación del artículo 1.546 del Código de Bello, se

entienden incorporadas en ese contrato.

En consecuencia, el eventual incumplimiento del procedimiento

para hacer efectiva la garantía de FOGAPE implica también una

infracción a los contratos a que se refiere el artículo 15

del reglamento, lo que a su vez contraviene disposiciones que

por la ley se entienden incorporadas al mutuo celebrado entre

la acreedora Banco Santander y la deudora Morro Lobos.

Así las cosas, por simple interpretación literal a contrario

sensu del precepto recientemente citado, este eventual

incumplimiento importa una ejecución contractual de mala fe

por parte de Banco Santander y habilita para ejercer las

acciones indemnizatorias que corresponden al daño brutal que

he recibido.

DOCUMENTOS CUYA EXHIBICIÓN SE SOLICITA

a. Instrumentos públicos o privados en que constan los

actos y contratos señalados en el art. 15 del RAF, esto


es, el contrato con las instituciones participantes en

los que se haya establecido a lo menos, la tasa de

garantía global adjudicada a la institución y el

procedimiento para hacer efectiva la garantía.

b. Documentos que contienen las condiciones comerciales del

crédito ofrecido a Morro Lobos (pagaré suscrito en abril

de 2010).

c. Instrumento en que consta el cobro de la garantía

estatal contra el fondo FOGAPE. (El objetivo es

determinar si el banco cobró el crédito contra el

fondo).

d. Registro, libro o medio informático en que consta el

cumplimiento de la obligación contenida en el art. 6°

del D.L. 3.472 y N°2 del capítulo 8-9 Recopilación

Actualizada de Normas de la Comisión para el Mercado

Financiero (CMF), en orden a mantener e informar los

datos de los créditos otorgados con garantía estatal, en

relación con Morro Lobos EIRL.

POR TANTO, RUEGO A V.S., se sirva decretar en el carácter

de prejudicial, la medida preparatoria descrita en el

artículo 273 Nº 3 del Código de Procedimiento Civil, en

específico de los documentos singularizados ut-supra, para

que, en la audiencia bajo modalidad de videoconferencia o


presencial, que V.S. se sirva fijar, BANCO SANTANDER-CHILE,
representada por su Gerente General don MIGUEL ARTURO MATA
HUERTA, y; BANCO DEL ESTADO DE CHILE, representada por su

Director Ejecutivo don JUAN COOPER ÁLVAREZ, ambas

instituciones ya individualizadas, den cumplimiento de la

misma; todo ello, bajo los apercibimientos legales señalados.

PRIMER OTROSI: RUEGO A V.S., tener por acompañados, con

citación, copia de los siguientes documentos:


1.- copias de las inscripciones de dominio de los inmuebles

señalados en el cuerpo de esta demanda; a nombre de mi

representado, vigentes a la fecha de la subasta pública,

ordenada por el Juzgado de Letras de Castro;


2.- Sentencia pronunciada en la causa civil ya

individualizada;
3.- Acta de remate de los inmuebles;

4.- Certificados de avalúos fiscales de los inmuebles,

vigentes al primer semestre del 2019;


5.- Tasación practicada al LOTE DOS;

6.- Escritura pública de cesión de derechos;

7.- Escritura pública de Adjudicación de los inmuebles;

8.- Copias de las inscripciones de dominio de los inmuebles a

nombre de ADMINISTRADORA ALBORADA CHILE S.A.;

SEGUNDO OTROSI: RUEGO A V.S.; tener por acompañada, con

citación, copia de la escritura pública, en la que consta mi

personería para actuar por ambos requirentes, otorgada bajo

la modalidad de firma electrónica avanzada.


TERCER OTROSI: RUEGO A V.S.; tener presente que conforme los

términos que requiere el artículo 287 del Código de

Procedimiento Civil, las acciones judiciales a iniciar, en

procedimiento, será la de nulidad relativa por error

substancial, sin perjuicio de ampliar o modificar su

contenido, de acuerdo al examen del contenido de la

documental cuya exhibición, se ha solicitado.

El Derecho:

El ordenamiento procede con cautela, en algunos casos

reconociendo implícitamente la inexistencia del negocio; en

otros sancionando la invalidez; en otros ordenando, como

consecuencia, la mera ineficacia; y en otros, finalmente,

limitándose a conminar con una pena a los autores del negocio

irregular.

El acto jurídico es ineficaz cuando no produce efecto

alguno, o cuando sus efectos se producen “de modo efímero o

caduco”.

Por lo tanto, el concepto de ineficacia, entendido en un

sentido amplio, comprende todos los casos en que la reacción

del ordenamiento jurídico incide sobre la producción de los

efectos del acto disconforme; efectos que “se eliminan, se

redicen o se perturban”.
I) Clases o especies de ineficacia:

Un acto jurídico es ineficaz porque se omitió un

requisito esencial para su existencia jurídica, lo que

determina que no produzca efecto alguno, pues se estima que

no llego a constituirse como tal. Esta clase de ineficacia se

llama inexistencia.

O bien, puede provenir de la omisión de un requisito de

validez. En este caso, si bien produce efectos, dichos

efectos cesan cuando es declarada su nulidad o invalidez.

Esta clase de ineficacia se llama nulidad.

Por último, la ineficacia puede incidir en un acto

válidamente formado, pero por ciertas circunstancias se va a

ver privado de efectos. El acto pierde la eficacia propia que

habría tenido si dichas circunstancias no se hubieran

verificado.

Actos jurídicos impugnables: Aquellos que incluso

reuniendo todos los requisitos de validez, pueden destruirse

en sus efectos, en virtud de acción de las partes o de

terceros, por circunstancias extrínsecas, a menudo

supervinientes, a las que el ordenamiento da relevancia.

Producen todos sus efectos hasta que sea declarada su

ineficacia por una sentencia judicial. Se diferencias de los

actos anulables ya que su ineficacia se debe a una


circunstancia extrínseca al acto. También, porque no opera,

normalmente, con efecto retroactivo.

II) La Ineficacia por la Inexistencia en el Código Civil

Chileno:

Conceptos generales:

Tradicional en la doctrina nacional ha sido la

controversia sobre si el Código sanciona o no con la

inexistencia los actos o contratos en que se ha omitido un

requisito de existencia, perfilándose sobre dos posturas. La

primera, liderada por don Luis Claro Solar, que señala que la

inexistencia tiene aplicación en el Código. La segunda,

encabezada por don Arturo Alessandri Rodríguez, que señala

que la inexistencia sólo sería aceptable en doctrina.

Posición de Claro Solar:

“si falta una de las cosas esenciales a su existencia, el

acto jurídico no puede existir, no puede producir efecto

alguno; es la nada.” Señala que la nada y la nulidad son

conceptos diferentes, y esta diferenciación está formulada

por el Código Civil en diversas disposiciones. Cita los

siguientes: el artículo 1444, según el cual si faltan alguna

de las cosas esenciales al perfeccionamiento del contrato

como tal, éste no produce efecto alguno; el artículo 1701,

que señala que la falta de instrumento público en los actos o

contratos en que la ley requiera de esta solemnidad, trae


como consecuencia que se miren como no ejecutados o

celebrados (es decir, como inexistentes), aun cuando en ellos

se prometa reducirlos a instrumento público dentro de cierto

plazo, bajo una cláusula penal, cláusula que no tendrá efecto

alguno; el artículo 1809, que establece que en caso de no

convenirse el precio, no habrá venta.

Posición de Alessandri:

Señala que la máxima sanción que establece el Código es

la nulidad absoluta. Los principales argumentos son:

a) El Código no contempla la inexistencia como sanción, ni

menos reglamenta sus consecuencias. En cambio, en el

Título XX del Libro IV, denominado “De la Nulidad y

Rescisión”, el Código determina los efectos que produce

la omisión de algún requisito que la ley prescribe para

sus validez.

b) El artículo 1682 del CC sanciona con la nulidad absoluta

la omisión de los requisitos o formalidades que las

leyes prescriben para el valor de ciertos actos o

contratos en consideración a su naturaleza.

c) Corrobora lo anterior el artículo 1682 que establece que

se sanciona con nulidad absoluta los actos celebrados

por los absolutamente incapaces. Si el CC hubiera

acogido la inexistencia, hubiera declarado tales actos

inexistentes, pues la demencia implica la falta de

voluntad.
Réplica de Claro Solar:

Expresa lo siguiente:

a) El Código Civil reglamenta la nulidad como uno de los

modos de extinguir obligaciones, lo que explica que no

se haya referido a la inexistencia, si se considera que

un acto inexistente no produce obligaciones.

b) El artículo 1681 al señalar que es nulo todo acto o

contrato a que falta uno de los requisitos que la ley

prescribe para el valor del mismo, no está significando

que es nulo el acto en que se ha omitido un requisito de

existencia, sino que se refiere a la omisión de

requisitos exigidos para el valor del acto, debiendo

entenderse la expresión valor como sinónimo de validez.

c) Respecto a los actos de los incapaces absolutos, esta

clase de persona no consienten en el acto o contrato que

ejecutan y podría decirse que falta en el acto o

contrato el consentimiento y no puede perfeccionarse;

pero como pueden aparentemente consentir, la ley declara

que adolece de nulidad absoluta.

Opinión de Vial:

El problema radicaría en que el legislador chileno no

formuló en términos explícitos la distinción entre requisitos

de existencia y requisitos de validez de los actos jurídicos

lo que lleva a confundir ambos conceptos. Creemos, sin

embargo, que el legislador implícitamente distingue entre

requisitos de validez y existencia. De no ser así, carecería


de sentido el conjunto de artículos que cita Claro Solar,

especialmente el 1444.

El hecho de que el Código Civil no mencione la palabra

inexistencia jurídica ni diga que la omisión de un requisito

de existencia se sanciona con la inexistencia del acto, no es

causal suficiente como para afirmar que la teoría de la

inexistencia no tiene acogida dentro de nuestra legislación.

III) La Ineficacia por Nulidad en el Código Civil:

Conceptos generales:

La nulidad es la sanción para todo acto o contrato a que

falta alguno de los requisitos que la ley prescribe para el

valor del mismo acto o contrato, según su especie o calidad y

estado de las partes (art. 1681 inc. 1º del Código Civil).

El Código Civil reglamenta la nulidad como un modo de

extinguir las obligaciones. Sin embargo, cabe hacer presente

que la nulidad no extingue, propiamente, la obligación, sino

que destruye el acto o declaración de voluntad que engendró

la obligación; extinguiéndose ésta por consecuencia.

IV) Teoría Bimembre de la Nulidad:

a) Definición de Acto Jurídico:

El acto jurídico constituye una “regla jurídica”; que

desde el momento mismo de su perfeccionamiento él está dotado


de “validez presuntiva o provisional”, como consecuencia de

su inserción en el ordenamiento jurídico. Esta validez

provisional cesa por efecto de la declaración judicial de

nulidad, o se hace definitiva si transcurren lo plazos

establecidos en la ley para intentar la acción

correspondiente, y, los derechos y obligaciones que el acto

jurídico crea, modifica o extingue implican la imposición de

conductas humanas que pueden reclamarse forzosamente si se

infringen.

Así, siguiendo a don Pablo Rodriguez Grez1, el acto

jurídico puede definirse como “una regla jurídica de efectos

relativos, creado voluntariamente por la parte o partes que

concurren a su gestación, y que tiene por objeto crear una

nueva situación jurídica intersubjetiva”

b) Presupuestos de la Teoría de la Nulidad:

1. El acto o negocio jurídico existe como tal. Esto

implica afirmar que en él han concurrido los elementos

esenciales sin los cuales estaríamos en presencia de un acto

tentado o incompleto. Por ende, la nulidad sólo alcanza a los

actos que se han perfeccionado y que forman parte del sistema

normativo. Es preciso, en suma, que el acto se haya integrado

al sistema juridico, encontrándose dotado de validez en

principio presuntiva o provisional.


2. La teoría de la nulidad se limita a enjuiciar los

1
Inexistencia y Nulidad en el Código Civil Chileno. Teoría Bimembre de la Nulidad. Ed. Jurídica de Chile, pág. 109
efectos del acto jurídico, lo que equivale a sostener que se

trata de decidir si los derechos que el acto crea, modifica,

transfiere o extingue tienen poder vinculante. El acto

jurídico vale en cuanto obliga y obliga en cuanto genera

derechos y obligaciones que pueden ser realizados

coercitivamente
3. La privación de efectos de un acto que existe como

regla particular, puede provenir ya de la ley directamente o

de una sentencia judicial. En el primer caso (nulidades

expresas) es la misma norma la que declara al acto

desprovisto, total o parcialmente, de poder vinculante. En el

segundo, (nulidades virtuales), es la sentencia judicial la

que, aplicando la ley,priva al acto de los efectos que le son

propios.

De lo expuesto se desprende que la “validez” es una

cualidad del acto jurídico que consiste en generar derechos y

obligaciones que pueden ser realizados o exigidos

coercitivamente, como consecuencia de que el negocio del que

provienen dichos derechos y obligaciones ha satisfecho

originariamente y, al menos, en forma presuntivamente, las

exigencias formales y materiales dispuestas en el

ordenamiento para que éste se incorpore al sistema normativo

como regla particular.

La validez, en opinión del profesor Pablo Rodriguez

Grez, es una condición que “sucede”, por así decirlo, a la

existencia del acto.

El citado profesor de Derecho Civil, en su obra ya


citada, sostiene que la nulidad puede ser una sanción o un

efecto. Afirma que, lo que se hasta este momento se ha

entendido por nulidad, reduciéndolas todas ellas a la nulidad

absoluta y a la nulidad relativa (regidas por el Título XX

del Libro IV del Código Civil), no es más que un tipo de

“nulidad sanción”. Ha quedado preterida o mal asimilada,

según su fundada opinión, a ésta la que ha llamado como

“nulidad efecto”, que se aproxima a la “inexistencia”, pero

que tiene reglas diversas y hasta opuestas. La nulidad

sanción se conoce en la doctrina como “nulidades virtuales” y

ellas corresponden, a las nulidades absolutas y relativas

reglamentadas en nuestra ley civil. La nulidad efecto

corresponde a lo que en doctrina se ha denominado “nulidades

radicales” y “nulidades textuales”.

El profesor Rodriguez profundiza aún más en el tema.

Afirma que cuando hablamos de nulidad sanción admitimos que

ella sólo puede operar mediante una regla particular

(sentencia judicial o convención de las partes) que pone fin

a efectos que se han producido, generalmente, desde el

perfeccionamiento de negocio nulo y hasta que así se

establece en la regla particular. Cuando hablamos de nulidad

efecto, admitimos que hay casos en los cuales el acto

jurídico existe, pero la ley le niega ab initio toda

consecuencia, y que, por lo mismo, no requiere de una regla

particular que extinga derechos y obligaciones

provisionalmente válidos.

Más categórico es aún el señor Rodriguez Grez. Es falso


que todas las nulidades, como afirmar nuestros autores, sean

virtuales, esto es, absolutas o relativas, y que, por

consiguiente, todas ellas deban ser declaradas por sentencia

judicial, el acto afectado esté dotado de validez presuntiva

o provisional, y pueda sanearse a través del tiempo. Hay

nulidades que operan de pleno derecho; que no requieren de

declaración judicial, sino, a lo sumo, de constatación

judicial; que no se sanean por el transcurso del tiempo; y

que los actos afectados no están dotados de validez

presuntiva.

V) El Error, como vicios de la voluntad.

Señala el art. 1451 del CC. que los vicios de que puede

adolecer la voluntad o el consentimiento, son el error, la

fuerza y el dolo.

Concepto.

Se define como el concepto equivocado o la ignorancia

que se tiene de la ley, de una persona, de un hecho o una

cosa.

Clases de error de hecho y sus efectos: arts. 1453 a 1455.


En el campo contractual el error de hecho, constituido

por una falsa apreciación de la realidad, puede recaer en la

especie del contrato que se celebra o sobre la identidad de

la cosa específica de que se trata -el denominado error

obstáculo a que se refiere el artículo 1453 del Código Civil-

, sobre la sustancia o calidad esencial del objeto -

denominado error sustancial o esencial, regulado en el inciso

1º del art. 1454 del mismo cuerpo legal-, sobre una cualidad

cualquiera de la cosa siempre que ella sea el motivo

principal por el cual se contrata y este motivo sea conocido

por la contraparte -error accidental del que trata el inciso

2º de la norma antes citada-, o bien, finalmente, acerca de

la persona con la que se tiene la intención de contratar, si

esta consideración es la causa principal del contrato -error

in persona, aludido en el artículo 1455 del mencionado

Código.

Así se reconocen:

1º Cuando recae sobre la especie de acto o contrato que se

ejecuta o celebra.

2º Cuando recae sobre la identidad de la cosa específica de

que se trata.

3º Cuando la substancia o calidad esencial del objeto sobre

que versa el acto o contrato, es diversa de lo que se cree.


4º Cuando recae sobre una cualidad accidental de una cosa, y

esa cualidad ha sido el principal motivo de una de las partes

para contratar y ha sido conocido de la otra parte.

5º Cuando la consideración de la persona con quien se ha

contratado, ha sido la causa principal del contrato.

El tercer caso de error de hecho se refiere al llamado

error substancial (art. 1454, inciso 1º). Substancia es la

materia de que se compone el objeto sobre el que recae la

obligación. Cualidades esenciales son las que dan al objeto

una fisonomía propia que la distingue de los demás. Un

ejemplo de error en la sustancia, sería el que proporciona el

Código, al decir “...como si por alguna de las partes se

supone que el objeto es una barra de plata, y realmente es

una masa de algún otro metal semejante”; un ejemplo de error

en una cualidad esencial del objeto, sería como si por alguna

de las partes se supone comprar un caballo de carrera, y el

caballo es de tiro (en este caso, las partes no se equivocan

en cuanto al caballo, sino a una cualidad esencial del

mismo), o como si por alguna de las partes se cree comprar un

vehículo “todo terreno”, o sea con tracción en las cuatro

ruedas, y resulta que sólo tiene tracción delantera, o, como

se expresa en una sentencia de la Corte Suprema de fecha 19

de enero de 2010, si una de las partes entendió comprar

vehículos motorizados de cierto año, y así se declaró en el

contrato, pero en realidad eran más antiguos. (“LEYES &


SENTENCIAS” número 100, Santiago de Chile, año 2010, pp. 127

a 138. En el caso, el comprador entendió comprar dos camiones

manufacturados en los años 2000 y 2001, pero en realidad

habían sido fabricados en los años 1997 y 1998. Los

tribunales de primera y segunda instancia estimaron que se

trataba de un caso de error accidental, y al no haberse

explicitado en el contrato que se contrataba en consideración

al año de fabricación, la demanda no podía acogerse. La Corte

Suprema rectificó este criterio, concluyendo que se trataba

de un error sustancial, recaído en una calidad esencial de la

cosa y anuló en consecuencia la compraventa).

Ahora bien, cuando en la celebración de un contrato se

tiene en vista alguna determinada característica de la cosa

que no forma parte de su esencia o sustancia, es evidente que

se lo hace porque esa cuestión accidental no es tal y pasa a

tener relevancia. No está de más señalar que la ley no exige

que la consideración de esa calidad accidental haya sido el

único motivo para contratar, sino que demanda que haya sido

principal y cuestiones principales puede haber más de una en

un contrato.

Doctrinariamente han surgido dos posturas en torno al


error sustancial: a) interpretación objetiva: en este caso,

la "sustancia" se define como el conjunto de elementos

materiales y calidades que constituyen la naturaleza

específica del objeto, asimilándolo a un género determinado.


b) interpretación subjetiva: en este caso se atiende a la

voluntad de las partes. La calidad substancial debe buscarse

subjetivamente en la apreciación de las partes. Nuestro

Código Civil ha adoptado una postura ecléctica y en este

sentido el error substancial puede, entonces, no sólo recaer

sobre la sustancia de la cosa, sobre su composición, sino que

también sobre cualquier otra cualidad que es determinante

para contratar, como la antigüedad o el valor artístico de un

objeto".

Cuando la ley conceptualiza el error obstáculo señala

que éste es el que recae sobre la especie de acto o contrato

que se ejecuta o celebra, como si una de las partes

entendiese empréstito y la otra donación; o sobre la

identidad de la cosa específica de que se trata, como si en

el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta

cosa determinada y el comprador entendiese comprar otra. Por

su parte, cuando regula el error sustancial dispone que éste

vicia el consentimiento cuando la sustancia o calidad

esencial del objeto sobre que versa el acto o contrato, es

diversa de lo que se cree, como si por alguna de las partes

se supone que el objeto es una barra de plata y realmente es

una masa de algún otro metal semejante.

De la definición de ambos tipos de errores resulta obvio

que para la ley es distinta la "identidad de la cosa

específica de que se trata" y su "sustancia o calidad


esencial". En el primer caso, es evidente que hay error si

una parte cree, por ejemplo, vender un caballo y la otra

comprar una vaca, pero la ley también se sirve de la voz

específica, a la que es necesario atribuir sentido. Así,

pueden las partes entender que el contrato versa sobre una

misma cosa en sentido genérico, pero una de ellas cree

erradamente que se trata de una específica dentro de ese

género y la otra no, como si el vendedor cree vender el

caballo A y el comprador cree comprar el caballo B. En esta

hipótesis habrá por cierto error esencial u obstáculo.

En el segundo caso, es también evidente que el

legislador no puede referirse a sustancia en el sentido de

esencia, esto es, de aquello que hace que una cosa sea lo que

es y no otra, pues lógicamente en el evento de incurrirse en

error respecto de ella se estará en la situación descrita en

el párrafo que antecede. Sustancia es la materia concreta que

constituye la cosa, esto es, la materia de que se compone el

objeto sobre el que recae la obligación. Así se desprende del

ejemplo que propone el Código, antes transcrito: como si por

alguna de las partes se supone que el objeto es una barra de

plata, y realmente es una masa de algún otro metal semejante.

Calidad esencial, en cambio, es la que da al objeto una

fisonomía propia que lo distingue de los demás.

Ahora bien, jurídicamente sustancia y calidad esencial

si bien no son sinónimos, sí son equivalentes, y lo revela


así la conjunción o de que se sirve el inciso 1º del artículo

1454 del Código Civil. La ley asimila ambas expresiones y con

esto se quiere significar que en los casos de error

sustancial las partes están de acuerdo en que la cosa sobre

que versa el contrato es la misma para ambas y que esa cosa

es lo que es, pero el yerro recae, como se dijo, sobre una

cualidad que da al objeto una fisonomía propia que lo

distingue de los demás. Si en el caso de una compraventa el

objeto del contrato es, siguiendo el ejemplo, el caballo A,

una de las partes incurrirá en el error de que trata el

artículo 1453 tanto si cree que el vendedor le está donando

el caballo, como si cree que en realidad el contrato versa

sobre una vaca o bien si sabe que el contrato es una

compraventa, que recae sobre un caballo, pero cree que el

caballo es B y no A. En cambio, si esa misma parte sabe que

el contrato es una compraventa, que recae sobre un caballo y

que es el caballo A, pero cree, equivocadamente, que el

caballo es de carrera y resulta que el animal es de tiro,

incurre en error sustancial, pues no obstante haber acuerdo

de voluntades sobre la especie del contrato y sobre la

identidad de la cosa específica sobre que éste versa, no la

hay sobre otra cualidad de esa cosa que es determinante para

celebrar el contrato y que le da a ésta una fisonomía propia

que la distingue de las demás.

Cabe destacar que la doctrina civil moderna no habla de

error sustancial, sino de error sobre las cualidades


relevantes de una cosa, entendiéndose por tales aquellas

determinantes, atrayentes, las que inducen a contratar y sin

las cuales una de las partes, al menos, no habría contratado

(Víctor Vial del Río, "Teoría General del Acto Jurídico",

Ediciones Universidad Católica de Chile, segunda edición,

1991, página 75).

Nuestra Corte Suprema ya ha tenido oportunidad de

precisar cuándo debe estimarse que se está frente a un error

sustancial, con motivo de la dictación de la sentencia

recaída en los autos ingresados bajo el Nº 751-07.

En efecto, se expuso en esa oportunidad que según el

profesor Avelino León Hurtado, el error sustancial

constituye, sin discusión, un vicio del consentimiento,

porque si bien éste se forma, existe un falso concepto de la

realidad que autoriza para pedir la rescisión del contrato.

De acuerdo a este autor, es difícil precisar qué debe

entenderse por calidad esencial, puesto que podría juzgarse

con un criterio subjetivo, esto es, atendiendo a la intención

del contratante que padece el error, o bien con uno objetivo,

tomando en cuenta lo que normalmente debe entenderse como

calidad esencial o atributos esenciales que dan a una cosa su

fisonomía propia (Avelino León Hurtado, "La voluntad y la

capacidad en los actos jurídicos", Editorial Jurídica de

Chile, 1952, página 195).


La doctrina francesa de comienzos del siglo XIX -sigue

el autor en la cita-, se afirmó también en ese fallo, echó

mano en general a un criterio objetivo para establecer el

error sustancial, circunscribiéndolo únicamente al error que

recaía sobre la sustancia misma de la cosa; posteriormente,

Laurent, siguiendo la doctrina de Domat y Poithier, manifestó

que el error sobre la sustancia es, pues, un error sobre las

cualidades, pero todo error sobre las cualidades no es

sustancial, sino que es necesario que recaiga sobre una

cualidad principal y es la intención de las partes la que

decidirá si una cualidad es principal o no, es decir, es

preciso determinar lo que las partes han tenido en mira al

contratar. La cuestión es en definitiva, por ende, una de

intención y es el juez el que deberá decidir según las

circunstancias de la causa. Surge nítidamente en el error

sustancial la diferencia entre el que recae en la

conformación material de la cosa y aquel que está referido a

la calidad esencial del objeto.

En el considerando 9° de un fallo pronunciado por

nuestro Máximo Tribunal (causa Rol N. 1.908 del 19 de enero

del año 2010, 1ª. Sala), la Corte expuso: “Que como

consecuencia de lo razonado precedentemente, debe

reflexionarse si la calidad esencial de la cosa se

determinará conforme un criterio objetivo, es decir,

ateniéndose sólo a la intención del contratante que padece el

error, como sostienen en Chile, entre otros, Alessandri

Rodríguez, Alessandri Besa, Claro Solar y Vial del Río; o,


por el contrario, deberán considerarse las cualidades de la

cosa cuya reunión determinan su índole específica,

distinguiéndola de acuerdo a la noción común de todas las

demás cosas. Esas cualidades que forman la sustancia de la

cosa serían determinadas, en este último caso, conforme con

la opinión general y las circunstancias del negocio y no por

la sola intención particular del que alega el error.

Como ha tenido oportunidad de exponerlo de manera

reiterada esta Corte Suprema, en la interpretación de los

contratos se distingue entre los sistemas que atienden a la

intención de las partes, el que se califica de subjetivo, y

el que considera fundamentalmente la declaración. La doctrina

nacional enseña que el Código Civil adscribió al primero de

estos sistemas, sin embargo, teniendo presente lo dispuesto

en los artículos 19, 1069 y 1560 del Código Civil, sólo se

recurrirá a la intención o voluntad, en desmedro de la

declaración, cuando aquélla consta claramente.

En este mismo orden de ideas al investigar el error,

como vicio del consentimiento, respecto de la sustancia este

tribunal mantiene la doctrina manifestada, en orden a que

adscribe más bien a la postura que propende a una

interpretación contractual de carácter objetivo, puesto que

si se atiende a la sola intención del contratante que invoca

el error, no podrá otorgarse un índice seguro para distinguir

la sustancia de la cosa de otra cualquiera, permitiendo con

ello la prueba de que cualquier diferencia en la sustancia


viciará la intención del contratante, lo que conllevaría a

confusión entre el error sustancial y el accidental.

Respecto del error sustancial derivado de la confusión

en la calidad esencial del objeto, al ser diversa de la que

se tiene en mente al contratar, se sostiene por el profesor

Avelino León Hurtado que "en el Proyecto de Código Civil de

1853, en el artículo correspondiente, hay una nota de Bello

que cita como fuente los artículos 1837 y 1838 del Código de

la Luisiana y estos artículos se refieren al error en la

substancia y en las calidades esenciales, entendiendo por

estas últimas las que le dan mayor valor a la cosa. O sea,

según la fuente de este artículo la calidad esencial se debe

juzgar con criterio objetivo, pues se atiende a la calidad

que da mayor valor a la cosa, y no la sola intención del que

invoca el error". Agrega que en este caso el juez debe

apreciar los hechos y específicamente en los que se hace

descansar el error "según las circunstancias del acto" y no

solamente la intención de quien lo invoca (obra citada,

página 173).

De esta forma, se debe recurrir a las circunstancias de

la especie, que "comprenden todos aquellos elementos

susceptibles de revelar al intérprete, sea directamente, sea,

sobre todo, mediante inducciones, la intención común de los

contratantes. Estos elementos deben detectarse en la conducta

de las partes, ya en el curso de las negociaciones anteriores

a la convención, ya en el momento de la conclusión misma del

contrato o aún después de su conclusión (Jorge López Santa


María, "Sistema de Interpretación de los Contratos",

Ediciones Universitarias de Valparaíso, páginas 62 y 63).

El autor citado sobre el tema expresa que el juez

"examinando todas las circunstancias de la especie y no

pudiendo llegar a una certidumbre, no deberá esforzarse en

verificar, sino en "inducir" lo que fue la voluntad común al

fin"; más adelante agrega: "así, el juez debe tomar en

consideración todas las circunstancias de la especie, todos

los hechos susceptibles de esclarecer el sentido de la

convención. Tales hechos, una vez probados en el proceso,

servirán de base al tribunal para inducir la voluntad común

real o virtual de las partes contratantes y permitirá que el

litigio sea solucionado" (obra citada, página 36).

Si se pretende determinar la naturaleza de las

circunstancias de la especie, incluso en un sistema subjetivo

de interpretación de los contratos, es posible diferenciar

aquellas que tienen un carácter de inclinación objetiva o un

carácter de inclinación subjetiva. "En efecto, frecuentemente

dichas circunstancias se presentarán a los ojos del

intérprete con una cierta objetividad", pero "aún si las

circunstancias de la especie no tuvieran nada de preciso,

nada de categórico, si sus características fueran puramente

subjetivas, el juez debe, aún así, tomarlas en consideración

y eventualmente servirse de ellas para motivar su decisión"

(obra citada, página 37).

Como concluye el profesor Avelino León, "la calidad

esencial deberá fijarla en último término el juez, atendiendo


a las circunstancias en que se celebró el acto jurídico y a

lo que conforme con la noción común, con un criterio general,

debe entenderse por tal calidad (obra citada, página 174)”.

CUARTO OTROSI: RUEGO A V.S.; de acuerdo con lo previsto en el

artículo 283 del Código de Procedimiento Civil, se sirva

disponer se dejen en la carpeta electrónica, copia autorizada

de los documentos que sean exhibidos.

QUINTO OTROSI: RUEGO A V.S.; en merito a lo contemplado en el

inciso final del artículo 69 del AUTO ACORDADO 71-2016, que

regula el funcionamiento de Tribunales que tramitan

electrónicamente, se sirva autorizar en la tramitación de

estos autos, la notificación personal subsidiaria desde ya,

sin necesidad de resolución ulterior, y tan pronto se

certifiquen búsquedas por el ministro de fe respectivo.

SEXTO OTROSI: RUEGO A V.S.; tener presente que en los

términos que dispone el artículo 12 del Acta No. 53-2020,


Auto Acordado de la Excma. Corte Suprema sobre

Funcionamiento del Poder Judicial durante la Emergencia

Sanitaria Nacional por Coronavirus, propongo para facilitar

las notificaciones y comunicaciones y para un expedito

contacto, el siguiente correo electrónico:

korolabogado@gmail.com

Firmado
DAVID digitalmente por

IGAL korol DAVID


engel
IGAL korol

engel Fecha: 2021.10.26


19:59:14 -03'00'

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