recuerdo cuando, pocos meses antes de la caída de Allende, te conocí en el internado donde nos enseñaron a hablar inglés. Entre nosotros surgió inmediatamente una amistad sincera, aunque no estábamos en la misma situación económica, y también me uní a tu hermana. Era como si un muro invisible nos hubiera separado antes de entonces, y sin embargo el destino (y también el Padre Mcenroe) nos unió. Al principio nuestra relación era muy buena, yo vivía sin preocupaciones y me encantaba salir contigo fuera de la escuela. Cuando empezaron los problemas de integración en la escuela, nos separamos un poco y en clase se marginaban a los estudiantes más pobres. Sin embargo, cuando empezó la guerra civil y el violento ataque de los soldados de Pinochet nos tocó, casi borró nuestra amistad. Por último, querido Machuca, me transmitiste el terror hacia ese mundo de los "grandes" que tanto nos es desconocido, violando la alegría de vivir de un niño y por eso te agradezco que hayas sido un gran amigo mío. Gonzalo