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CHU AA historia 16 Los condotieros Pedro Garcia Martin > N historia INFORMACION Y REVISTAS, S. A Barcelona: Paseo de San Gervasio, 8, entresuelo PRESIDENTE: Juan Tomas (06021 Barcelona, Teléfono 418 47 79. SUSCRIPCIONES: Hermanos Garcia Noblejas, 41 (NRECTOR GENERAL: José Luis Samesanch 28037 Madrid. Teléfonos 268 04 03 - 02 DIRECTOR: David Solar. PUBLICIDAD MADRID: Pilar Torija. SUBDIRECTOR: Javier aba IMPRIME: MELSA CCOORDINACION: Asueién Domérech DISTRIBUYE: SGEL. Poigono Indust. Avenida Vat REDECCION sabe Vaca, sh Mara Si Maric epara, sin 26000 Acobenda (Mach) ¥ Ara Busted SECRETARIA DE REDACCION: Mae-Loup Sougez CONFECCION: Guiletmo Lorente to legal: M. 41.536. ~ 1986. (CARTOGRAFIA: Julio Gi Pecharromén , patrocinio una pubiicacién del GRUPO 16 PEGI cutturat REDACCION Y ADMINISTRACION: Mactic: Hermanos de ta Garcia Nobles, 41, 6° 28037 Machd. Telonos OME unta de Andaivoia 407 27 00-407 41 00, CUADERNOS historia 16 201. Felipe ll. © 202. Altamira, © 203. La Commonwealth. # 204. La ciudad castellana medieval. 1° 205. Los Borgia. « 206. La Arabia de Lawrence. « 207. La guerra de la Independencia 1. # 208. La de a Independencia 2. © 209. El nacimiento de la escritura. © 210. LaChina de Mao. ¢ 211. La ‘de Carlos Il, # 212, EI Neolitico. © 213. La Florencia de los Medici. ® 214, La flota de Indias. El imperio Vigjeros de la #221, Los virreinatos americanos. © 222. Los tracios. © 223. La Hansa. © 226. El colonialismo. $225. Los moriscos. 228. Ciencia del antiguo Egipto. «227. La independencia de EE UU. '¢ 228, Las siete maravillas de la AntigUedad. 229. La China de Confucio. » 230. Cromwell y la re- Volucién inglesa. # 231. Las érdenes mendicantes. 232. El iran de Jomeini. # 233. El ibérico. © 234. El México de Juarez. * 235, Picasso. © 236. Los Balcanes contemporéneos 1. © 237. Los Baloanes contempordneos 2. # 238. La ruta de la seda, ® 239. La reforma agraria en Es- Bafa, «240, La revolucion ‘de 1005. « 241. Troya. « 242. Los condoitieros. «243. 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La Esparia de Calde- 2 : El condotiero Segismundo Malatesta (atibuido a Agostino di Buccio, Museo de Fimin) Indice LOS CONDOTIEROS Por Pedro Garcia Martin Profesor de Historia Moderna Universidad Auténoma de Madrid Las formas de la guerra medieval Un mundo nuevo y cambiante Los sefiores de la guerra y las companias La edad de oro de los «condottieri» El ajedrez italiano Bibliografia 4 12 18 22 28 31 Textos EVIL Los condotieros Pedro Garcia Martin Profesor de Historia Modema. Universidad Auténoma de Madrid 'N 1882, Pier Francesco Orsini, a la saz6n du- que de Bomatzo, encarga al arquitecto Piro Ligorio el diserio de un parque en el corazén de sus ‘estados del Lacio. En un momento en que los po- derosos vuelven sus ojos hacia la naturaleza, ha- ciéndose construir palacios ajardinados en la ciu- dad y vilas campestres, artesanos canteros y tallis- tas esculpen la piedra volcadnica de este bosque sa- ado de la tierra etrusca. Los ogros, dragones, ele- fantes, cancerberos y deidades mitologicas cobran vida en esta bautizada Villa de las Maravillas. En un rincén se alza el grupo conocido como La lucha entre gigantes, donde el serior de Bomarzo, descendiente de condotieros y partcipe de las es- caramuzas facciosas de su tiempo, quiso que se representase la pugna entre el bien y el mal, el tiun- 10del here sobre el eneigo, fa verdad dea fuer za y el poderio. El bueno de Vicino no hacia sino ‘asumir los valores renacentistas, en los que la am- bicion se mezolaba con la busqueda de la libertad y el ideal de la virtud con la batalla de las pasiones propias que le atormentaban. Quizés por eso los si- los y la leyenda mudaron la simbologia de las es- tatuas y la obra de! Orsini deforme pasd a ser co- nocida como el Parque de los Monstruos. Con la misma mezcla de admiracién y monstruosidad que a los italianos del Cinquecento les producia el arte de la guerra El triunfo del antropocentrismo, del hombre-dios que no tiene limites y que toma conciencia de sus facultades, habia impregnado de esta mezcla de sentimientos el camino hacia la libertad. La intel- gencia y el esfuerzo permitian al hombre no solo Obrar segin la naturaleza, como lo hacian sus in- feriores animales, sino también al margen de ésta y del orden establecido. El fin politico justficaba los ™edios bélicos. Por eso, no debe parecernos inco- herente el discurso que el canciller humanista Leo- nnardo Bruni pronunciara en 1433 ante los ciudada- nos reunidos en la Sefioria florentina, y en el que en defensa del ideal de libertad popular sostenia que e! mas excelso fildsofo debe ceder su sitio al més eminente capitén E| motivo de los colosos en lucha sera una y otra vez la metafora guerrera del mosaico italiano que ‘cobraré cuerpo dentro del ttanismo renacentista. Si ‘1 gran fresco Guidoriccio (1328) de Simone Mart ni, considerado el primer retrato ecuestre de un caudilo mercenario, presidia los negocios politicos en la Comuna de Siena, su analogia mitologica Hércules y Caco (1536), grupo escultorico de Bac- cio Bandinelli, hacia lo propio a las puertas del Pa- lazzo Vecchio de Florencia, Las estancias sagradas donde se recibia a los embajadores, se declaraba ‘4/108 CONDOTIEROS la guerra y se coronaba a los héroes. Las plazas un- gidas donde las contradas vibraban y peleaban por Su triunfo en la carrera del palio, o donde se ahor- C6 a los participantes en la conjura de los Pazzi y 8 quem6 al reaccionario Savonarola, respectiva- mente. Entre el retrato realista y la escultura clasica las repiblicas urbanas del centro y norte de Italia pa- saron de la época bajomedieval a la moderna, del sistema econémico feudal al capitalismo comercial, del régimen poitico comunal al de la Senoria. En este transito renacentista, los condotieros fueron el brazo ejecutivo de las rivalidades y ambiciones ciu- dadanas. Las condotta los contratos mercantiles en este discurso entre el poder y la fuerza. Las formas de la guerra medieval En el feudalismo clasico la guerra aparece como una de las funciones definitorias del esta- mento nobiliario. En el terreno artistico y literario se idealiza al caballero andante, cruzado y ena~ moradizo. En época de paz el héroe del amor cor- tés recurre al sucedaneo de los torneos y la caza Lo cantaban los trovadores. Lo sulfrian los miem- bros del estado llano. La violencia, aun recono- cciendo que no es privativa de los aristocratas, se- guia una clara direccion de arriba a abajo en la pi- ramide social Primero fue el desorden subsiguiente a la caida del Imperio Romano. Luego la ferocidad de las lla- madas segundas invasiones a cargo de magiares, normandos y sarracenos. La inseguridad hizo que Europa adoptase un rostro marcadamente militar y que sancionase la division estamental en los tres Ordenes de la sociedad feudal: guerreros, monjes y campesinos. Las poblaciones mutaron su natura- leza, y de habitéculos muertos pasaron a ciudades fortaleza, burgos comerciales y colonizadores del paisaje. La concepcion jerarquica de la sociedad, su organizaci6n en estados y cuerpos estamenta- les y protesionales, descansaba en un principio es- tétioo, que no era otro que el orden establecido querido por Dios. El ideal de vida protagonizado poor la caballeria, perdurara mas allé de la prepon- derancia socioeconémica de la nobleza, gracias al argumento contundente de la espada, como expre- saban las actas de un sinodo episcopal del siglo x Grupo! eelana y el legionaia, simbolo de la quera, Bomarzo Por todas partes el poderoso oprime al débil y los hombres son semejantes a los peces del mar, que se devoran desordenadamente entre si. El feudalismo trajo consigo a un tiempo la aris- tocratizacién de la sociedad y de la violencia. En las crénicas y las hagiogratias aparecen entre los miedos mas Corrientes las batallas celestes de ca- balleros armados sobrenaturales. Son las angus- tias coyunturales definidas por Jean Delumeau y los temores y leyendas que, segin Vito Fumaga- li, daba rienda suelta el hombre medieval cuan- do el cielo se oscurecia. Y es que la Iglesia con- denaba los hechos de sangre desde una perspec- tiva moral, salvo en tres supuestos: la defensa de la fe verdadera, la proteccion de los débiles y el mantenimiento del orden politico, Esto conferia a ‘1105 conooTieRos ‘la iquierda, Foderco | Barbaro, con indumentaria de ‘uzado (Bioloteca Vatcana). A la derecha, Fede I, en un solo conmemoraivo de la cruzada de 1228. en la que reconqustaro los Santos Lugares la casta militar una especie de licencia para ma- tar al ser los defensores del reino mediante la es- pada, 0 lo que es lo mismo, la herencia de la san- gre, el valor militar y el deber del adiestramiento Bélico concedieron al estado noble el monopolio de la fuerza, Estos planteamientos carismaticos de preemi- nencia social confireron un caracter caballeresco a los ejércitos feudales. De tal manera que pociemas hablar de las formas de la guerra medieval como de un universo belico claramente diferenciado del antiguo y del moderna. En ella intervenian la infan- teria y la caballeria con una acusada diferencia en el peso de las operaciones. Cinéndonos al campo de operaciones italiano, la infanteria de los sefiores feuciales se componia de dos tipos de unidades: una no combatiente, inte- grada por pedites de naturaleza servl, que se en- Cargaban de actividades propias de lo’ que hoy la- mariamos intendencia —como levantar y desmon- tar el campamento, cocinar y lavar, cuidar de las bestias, elc.—, y que sdlo entraba en accién cuan- do se les obligaba a saisfacer esa prestacién se- florial en forma de corvea gratuita; y otra comba- liente, formada por mercenarios y'por vasallos li bres a los que se habia concedido la facultad de portar armas, Por contra, la caballeria era por definicién noble, y se basaba en la relacidn juridica del homenaie. A cambio de ayudarle en los asuntos de la guerra, el sefior principal concedia a los nobles de su séqui- to un feudo en concepto de beneficio, un estipen- dio o pensién por servicios béiicos y la hospitalidad en sus estados. Con este procedimiento se faci taba al caballero o miles los medios para financiar- se el caballo, la coraza y la lanza con los que afron- tar el combate de choque, que requeria no s6lo este equipamiento costoso sino también sostener Un largo petiodo de adiestramiento, Esta estructura de las mesnadas feudales, que fen muchas ocasiones compartieron las fuerzas im- periales y papales, desmarcaba radicalmente a la Caballeria sefiorial de la infanteria servl, mientras que en los incipientes ejércitos de las ciudades-re- publica las diferencias no eran tan tajantes. De ahi que la masa de infantes, empujada a una lucha que To era la suya, mostrase indiferencia por el éxito de la batalla, y que el estratega noble no recurriese mucho a ella nia los arqueros, a los que habia afa- mado de escaso coraje. Lo unico que espoleaba al vasallo coaccionado era la defensa de la propia vida en la muerte del enemigo, la desercién o el s4- vvese quien pueda ‘A.una soldadesca servl le correspondia una je- fatura militar de raigambre feudal. Sin llegar al ex- {remo de los votos del cruzado 0 de! monje querre- fo de las Ordenes Militares —pobreza, obediencia, ayuno, castidad y perfeccién moral—, el bellator asumia buena parte de los valores del ideal caba: lleresco y utiizaba las expediciones como reciamo ico y las cubria de una patina de empresas re- sas. De resultas, el caballero feudal pasaba un artesano de la guerra, que dirige la accion personalmente, raya en el Nersmo y se uega la vida y se apoya en sus oficiales y aprend idefos, pelroneroe, ples para ol acabado de diva. Esta concepcién corporativa hacia jerarquia militar se concentrara en [a cuspi- de de ia piramide, on los grandes principales y no- bles vasallos, por lo que P. Pieri ha definido al feu- dal como un ejército de oficiales, al carecer de mandos intermedios. La autoridad del comandan- te supremo acababa en su séquito personal sin Ile gar a la masa reclutada de las mesnad La organizacién militar diferia bastante en los itos municipales del centro y norte de Italia Las agresiones a ciudades vecinas, que toabart la forma del sitio y en pocas oportunidades la de batalla abierta, alumbraron milicias mixtas form. das por fuerzas mercenarias y tropas civicas. La casuistica fue multiplicando el recurso a extranje- ros para servir en el ejército comunal mediante una soldada: en el afio 1124 Fiésole hace este tipo de recluta para defenderse de Florencia, en 1226 Ri- mini contrata a unidades ecuestres reclutadas por los condes de Montefeltro, en 1224 Génova hace lo propio con fuerzas feudales de los marques Malaspini y los condes de Saboya, Lavagna y Ver timigla, etc. Es el momento de! nacimiento de la condotta, 0 contrato con caudillos militares, pé ain ata tiempo para la gener Enretano, vempiaba rig nfater. Las topas ecuestes de jades alutnaban a dos eementos nobles tes ena ue y vasalos del Condaco. 0 fampos ereundartes. Los primeras eran prope tates fundatis, lo que no qua para que tambien baler ese tan ondcion soca y flecho mit. En este caso ocurla todo fo cota fo. No se mpedia accede ala conden de Boaiero 8 cualquier adver ly un poem Eabalo las ‘amas. Con esta menor mob ideléga, et encmieno bei oe fa comural de chogue era. err a of feud tambien es te que con esis platearan sceraban oe socies con i fame y so creaba una Geta cbigaeén Unt. talraca a comundad los pelos coms, campesos lores maf, Tel nas eficace: vergianrazones Ge vadas de su mayor Inet Fico, ya que su armamento acca 8 y mas continues. De a que eran a esta nfartotia os el condaco, mena que ep oi erruna misma, Esta Ssponia do corsan thos ence canal nde Gneran pa conta eremuamente aun se iw, sul Ge AyumtamonI, Ue pon mesnasas y su dteooen eecava ene campo os batalla a vtra comual sobre los ectos moe les seve a coer, pues. lcioes creusanci tes, somo la supenoedad eoanemes el not, la had Ge a dploraca de igs. elmo co feero,t,peo br 000 a en murals a una maya’ stoenca janes En ef balnve Gas Oa Geta 0 por sumieno de abuts y xacceres pede unicdad, no enta en decadencia como Fan apuriado autores, a causa del enretamieno re faclones Ge una misma Gudea: quotos (adeinos, popolan corwra magnal, etc ‘Tamas on of caryoo co asco a una Fagrnerta ccbn de las mesnadas, aparecendo muct eros erates quo ocastoraente vivan de [ara pina yl bandidaje ode sus prestaciones pagadas Camo meroanaris. Este nuevo eslado de Cosas fente el desoarausie soc la aneicon polica 6 Go sobre fod0 en as regones centales sep Tentionaies, mentras que en Medioda la vigen ‘Ga del mayorazgo mantencré undas la atondad poltica ya uerza mia Los efrctas mereenaios fueron organizén a mediados. del sigo x de forma expora Prono se conven en un aspacto normal de a de toda calafia a cargo de las mas vaioinas sol af vareo can las raras,secas e nites, jele puree Ge acuerdo 43 ‘0s miltares de Feder tras ena un enemig vida alana. En este sentido, no causo exraneza ‘ue en a prouncia papal dela Marca de Arcana Se susttuyese la prestacién millar obsgatova por Un inqueio ex para franc mercearios, ue (a oladros de miles de jes, o que eo bas {ardo de Federico, Manoco, emplease en sus ‘camparias a cerienares de soldados alemares, on fondos de los municipios gbeinos Ente todescos y trancosoe so van ceando gra des bandas que van supiantando los anteriores 8 tomas de recula a erpanzacion de fos cos que operaban en tieras falanas cambia apa dea conqusa del Fegno por Caos de Anju en 1266, Los anevinos ¥ sus lads los guelos rnponen a las cudades Sependietes la lama tala co cabal, Unidad compuesta mayoritariamente por caballeria proven- zal y francesa, y en menor grado catalana, lombar- da y alemana. Las ligas urbanas pagan el mante- nimiento de estas tropas profesionales y estas ban- das son cada vez més cohesionadas. Tal vez pen- saba en elias y en el poder futuro de sus caudillos Dante cuando, en un pasaje del Infierno, nos anun- cia que un dia ésios resurgiran del sepuloro con el purio cerrado. Entre las formas que adopta esta guerra bajo- medieval hallamos una progresiva apelacion a los sentimientos patridticos, que mas tarde tanto ob- sesionaran a Maquiavelo, asi como la concrecién de los mismos en emblemas y banderas. Los sim- bolos milicianos son el vehiculo propagandistico que utlizan los protesionales de la guerra en la atenga, a persuasion por el desplegue y demos- tracién de fuerzas, el acicate en el fragor de la ba- talla y la adoracién totémica a los héroes vence- dores. El contraste de colores sancionaba la con- traposicion de partidos, facciones y familias. El ne- gro de la lucha se mezclaba con el rojo de la san- gre. El azul de los triunfos y las campafas solia eclipsar al verde de la esperanza y dialéctica de Jos humanistas. Los humanistas, que, envueltos en la contradic- cién entre su vocacion libertaria y su devocion a la politica local, sucumbieron en no pocos casos al discurso patriotero. Es asi cdmo todo un Coluccio Salutati, canciller amigo de las letras y combatien- te del Estado tirénico, nos da la imagen estrecha de que sdlo Florencia es el baluarte de la libertad y la patria ideal del hombre, pues la libertad es el Unico valor que convierte a la vida en digna de ser vivida. Aunque ello leve a tratar de hacer compat ble libertad y guerra, en todo un alarde equilibrista, cuando se sintetice la maxima de la poltica exte- rior florentina en

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