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Tú serás hoy Champagnat!!! Hombre humilde, sencillo, trabajador, con visión de futuro
humanitario, con ganas de hacer conocer y amar a Jesucristo y María; que con su
experiencia a lo largo de la vida le teje una serie de inquietudes y sobre todo marcan en él
el camino de hacer y cumplir el bien hacia los más desatendidos, como en su momento lo
fue, cuando vivió esas experiencias.
No podemos negar que las experiencias que vivió, marcaron en él ese proceso de santidad,
por ello que su ejemplo para nosotros, es encontrar esa ruta de seguir construyendo ese
tejido que pasará de ser inquietud a convertirse en realidad y compromiso.
La santidad de Marcelino Champagnat, se vuelve el camino e itinerario a seguir no sólo
para nosotros sino para Iglesia en general, por las dificultades que hasta hoy encontramos
con los más desatendidos, en educación y evangelización.
Por ello, para mí el ser hoy Champagnat, es primero conocer su de vida, sus inicios, su
entorno marcado por la revolución francesa, la sociedad que le toca vivir, todo fue siempre
difícil en los aspectos más importantes.
Pasando por su experiencia de niño, de una educación difícil a como seguro no pensó en su
momento, aquí resaltar la figura familiar de amor, escucha y fe, que iba a chocar en la
escuela, con todo lo contrario, una forma de educar que le moverán sus esquemas
construidas en casa.
No olvidemos ese encuentro de Marcelino con el joven Montagne, sentir la necesidad de dar
a conocer a Jesucristo y hacerle amar, fue el inicio de una revolucionaria idea que dura
hasta el día de hoy y nosotros somos dichosos testigos de su legado.
Este sueño va creciendo y su realización va madurando, al entender que no lo iba a lograr
sino en la fe puesta en María, la figura más cercana en la concretización del evangelio del
día a día.
¿Dónde encontrar la realización de ese sueño? para él la respuesta estaba en las escuelas:
en “la formación de buenos cristianos y un virtuoso ciudadanos”, en la combinación de la
educación y evangelización.
Esto me lleva a pensar en mi entorno, una sociedad aún marcada, dejado de lado a
muchos niños y jóvenes desatendidos; ante esta situación miro los orígenes del sueño de
Champagnat, el trabajo de los primeros Hermanos en las escuelas, la razón de seguir ese
compromiso a pesar de las dificultades.
Ser Champagnat hoy significa seguir su camino, sobre todo nosotros que somos
docentes, evangelizando en nuestra educación, poniendo sus pasos en los nuestros y
tomando a María como valor todos los días.

Hoy soy Champagnat, alimentándome de la espiritualidad que heredo al igual que los
primeros Hermanos; continúo construyendo y manteniendo ese sueño, con mucha
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responsabilidad, compromiso y siempre colocando la fe puesta en María, en palabras del
Padre Champagnat mi “recurso ordinario”.

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