Está en la página 1de 14

CÁTEDRA DE TEORÍA Y TÉCNICA DE LA CLÍNICA SISTÉMICA

Dra. Valeria Wittner

Entrenamiento de terapeutas y el uso de la Cámara Gesell


Lic. Shirly Kaplan

“Como en la formación del samurái, el discípulo necesita de algunos años para


obtener pericia, pero de muchos más para alcanzar la espontaneidad.”
Salvador Minuchin (1984)

Introducción
La cuestión acerca de la formación profesional del psicólogo clínico es
una problemática que conserva ciertamente actualidad (Fernández-Liria y
Lopez-Vega et al., 2010; Le Roux, et al., 2011; Imber-Black, 2014). El complejo
pasaje entre un aprendizaje preminentemente teórico en la formación de grado
y la práctica profesional, requiere del desarrollo de dispositivos de
entrenamiento que acerquen al terapeuta en formación al trabajo concreto en la
clínica psicoterapéutica. Puede pensarse, según Cruz Fernández (2009), el
entrenamiento sostenido en tres pilares: la formación teórica, que cerciore una
coherencia en el actuar terapéutico; la formación práctica, donde poder
aprender desde el hacer con experiencias significativas; y el trabajo con el self
o persona del terapeuta, donde visibilizar aquellos aspectos personales y
únicos del terapeuta en formación. Uno de los recursos con los que cuenta la
clínica sistémica para acercar al futuro terapeuta a la práctica clínica es la
observación y supervisión en vivo de casos reales o simulados a través de la
Cámara Gesell. ¿Cómo se realiza, efectivamente, una primera entrevista?,
¿qué tipo de intervenciones y qué estilo de terapeuta podrían ser más
adecuados para cada sistema consultante?, ¿cómo pueden verse en el aquí y
ahora de la interacción signos verbales y no verbales que permiten arribar a las
hipótesis que guían el quehacer clínico? son algunas de las preguntas que
comienzan a surgir en el encuentro con el campo.

Técnicamente, la Cámara Gesell es un dispositivo conformado por dos


habitaciones contiguas que se encuentran separadas por un vidrio de visión
unidireccional, permitiendo la observación de una habitación hacia la otra pero
no viceversa. Cuenta con equipos de audio y video, que posibilitan la
observación en vivo a través del espejo y/o la grabación de video para su
reproducción simultánea en circuito cerrado o posterior. En contextos de
psicoterapia, el o los consultantes se encuentran junto con uno o más
terapeutas de un lado del espejo, mientras que del otro está el equipo que
observa y/o interviene. Asimismo, puede incluir un teléfono, a través del cual
se establece comunicación entre el interior y el exterior de la cámara. En la
actualidad, se utiliza con diversos fines y en distintos ámbitos, como pueden
ser una declaración judicial, la investigación científica, el entrenamiento de
terapeutas, entre otros.

Desde sus inicios, se ha utilizado para observar la conducta humana


buscando evitar el efecto de por lo menos alguno de los observadores reales
sobre el sistema. Arnold Lucius Gesell (1880-1961), fue un psicólogo y
pediatra estadounidense, pionero en la investigación visual en psicología, que
se ha interesado principalmente por el desarrollo infantil. Fundador de la Yale
Clinic of Child Development en la Universidad de Yale (1911), ha observado a
miles de niños y adolescentes con fines científicos utilizando como instrumento
la “Cámara de Observación” luego denominada bajo su nombre. Existen
variantes del dispositivo: el vidrio unidireccional puede ser o no espejado, o
bien puede ser reproducida la imagen en una pantalla a partir de la filmación.
Lo importante para Gesell era poder observar con una interferencia mínima del
observador. De hecho, manifiesta tener preferencia por la pantalla de visión
unilateral por sobre el espejo debido al efecto mismo que genera en el niño
verse a sí mismo en el reflejo. Su foco en la enseñanza simultánea (Gesell,
1997) anticipa el uso pedagógico del dispositivo, del cual sacará provecho
luego la terapia familiar.

El entrenamiento de terapeutas a través del uso de la Cámara Gesell es


una de las principales herramientas que ha utilizado la clínica sistémica para
tener un acercamiento al trabajo con los pacientes y es de utilidad para
terapeutas en los distintos momentos de su carrera profesional. Aún más, los
tratamientos sistémicos fueron los pioneros en controlar la eficacia y la
eficiencia de los tratamientos mediante este dispositivo. Si bien es al inicio un
espacio de aprendizajes seguramente más pronunciados, el trabajo en equipo
con otros terapeutas es siempre fuente de actualización y construcción de
nuevos conocimientos.

El objetivo de este trabajo es presentar el dispositivo de la Cámara


Gesell como una herramienta de formación práctica que acerca al terapeuta en
formación al trabajo concreto en la clínica psicoterapéutica y dar cuenta de
cómo se instrumenta para entrenar terapeutas desde el modelo sistémico.

Cámara Gesell y la terapia familiar sistémica

Habría sido Charles Fulweiler, consultor de Psicoterapia Familiar en el


Departamento de Psicología de la Universidad de California, el primer
psicoterapeuta en utilizar la tecnología de Gesell con fines clínicos alrededor de
los años ‘50. El procedimiento consistía en dejar conversar a solas a la familia
mientras él observaba detrás del espejo de visión unilateral. Luego entraba en
la sala según lo considere pertinente para alguna intervención. En una visita,
Jay Haley reconoce el trabajo de Fulweiler con familias a través del espejo y
decide llevarlo a Palo Alto donde se encontraba trabajando para el Proyecto
Bateson junto a John Weakland, Don Jackson y Bill Fry, entre otros (Haley,
1996). La utilización de la Cámara Gesell se vuelve un instrumento central y
característico de la psicoterapia sistémica y comienza a desarrollarse en
diferentes instituciones, tomando distintas modalidades de funcionamiento.

En el Mental Research Institute (MRI) se emprende el primer programa


formal de entrenamiento para psicoterapeutas familiares. Es Virginia Satir quién
da inicio a dicho programa mostrando su trabajo en vivo para una audiencia de
profesionales: “No voy a hablaros de todo esto, voy a mostraros de qué se
trata” (Satir, como se citó en Wittezaele y García, 1994, pp.). En un contexto
donde la terapia se presentaba como íntima y secreta entre colegas, la
transparencia aportada por Satir resulta una verdadera innovación en términos
de enseñanza-aprendizaje del arte de hacer terapia (Wittezaele y García, 1994)

“Desde el primer momento, trabajamos en equipo. A cada caso se le


asignaba un miembro como terapeuta, y los demás miembros observaban
todas las sesiones a través de un espejo unidireccional. Los observadores
podían brindar comentarios o sugerencias por el interfono, o incluso
entrando un momento en la habitación de tratamiento. Se grababan en
cinta magnetofónica todas las sesiones, con el propósito de efectuar un
estudio detallado” (Weakland, Segal y Fisch, 1984)

Desde la Child Guidance Clinic of Philadelphia en los años ‘60, también


Salvador Minuchin, fundador del modelo estructural en terapia sistémica, utiliza
la Cámara Gesell como herramienta de trabajo y enseñanza de la terapia
familiar. Contando con la presencia de Jay Haley, Braulio Montalvo y Bernice
Rosman, capacitan terapeutas a través de la supervisión y grabaciones en
video de las sesiones.

“La formación requiere también determinado instrumental pedagógico:


una colección de videotapes sobre el trabajo de terapeutas
experimentados, una sala provista de un falso espejo para la supervisión
en vivo y un sistema completo de videotape que permita registrar la labor
de los aspirantes, a fin de poder analizarla después”. (Minuchin y
Fishman, 1984)
Otro de los pioneros en terapia familiar fue Nathan Ackerman, quien
comienza a atender familias neoyorkinas poniendo en práctica nuevas
técnicas, distintas a su formación psicoanalítica. En el Ackerman Institute for de
Family, fundado en los años ’60 gracias a la colaboración económica de los
pacientes de Ackerman, se registran los tratamientos en videocintas para luego
utilizarlas en el training de terapeutas. Una de sus colaboradoras, Peggy Papp
(1984), introduce la idea del equipo terapéutico detrás del espejo como un coro
griego y desarrolla distintos tipos de intervención haciendo uso del grupo para
generar cambios en la familia. Se desarrollará este punto más adelante.

En el Centro para el Estudio de la Familia de Milán, fundado por Mara


Selvini Palazzoli, se estructura el uso de la cámara y el trabajo en equipo de los
terapeutas estableciendo diferentes momentos dentro de cada sesión
terapéutica. Primeramente, se da a conocer a la familia acerca de la modalidad
de trabajo en Cámara Gesell, donde detrás del espejo se encontrarían otros
dos colegas que ayudan en la tarea y con los cuales los terapeutas se reúnen
antes y después de cada sesión. La sesión se subdivide en los siguientes cinco
pasos: la pre-sesión; la sesión; la discusión de la sesión;
la conclusión de la sesión; el acta de la sesión (Boscolo, Cecchin, Prata y
Selvini Palazzoli, 1991).

Ya para los años ‘80, el uso de la Cámara Gesell en el entrenamiento y


atención clínica contaba con amplia difusión. Tom Andersen, psiquiatra y
profesor de psiquiatría social noruego, introduce en 1985 una variante
significativa para el uso clínico del dispositivo: el “equipo reflexivo” (Andersen,
1987). La propuesta ocurre luego de un incidente ocasional en la entrevista con
una familia a partir de lo cual se le ocurre invertir la dirección del espejo para
que la familia pueda ver y escuchar las opiniones del equipo directamente. La
espontaneidad de la idea lo lleva a anticipar pobres resultados: “cuando
revertimos la luz y el sonido, estábamos listos para escuchar cualquier cosa:
desde gente furiosa a gente aburrida. Lo que vimos fue cuatro personas
silenciosas y pensativas que después de una corta pausa comenzaron a hablar
entre sí con sonrisas y optimismo” (Andersen, como se citó en Limón Arce,
2005). Luego de esta experiencia motivadora, Andersen continúa
instrumentando al equipo reflexivo y a través de sus publicaciones comienza a
ser reconocida como técnica dentro de la clínica sistémica. En el equipo
reflexivo, la barrera de la Cámara Gesell se diluye y la familia tiene acceso al
punto de vista de cada integrante del equipo, escuchando qué han observado y
qué ideas tienen respecto al proceso terapéutico en curso y las interacciones
familiares. Deschamps (n.d.) lo introduce como una forma democrática de
psicoterapia: la familia tiene libre acceso a las opiniones que se formulan
acerca de ellos del otro lado del espejo y puede elegir aquella que le resulte
más acorde o funcional. No hay una única respuesta, sino múltiples soluciones
posibles que se ofrecen a partir de un trabajo en equipo. El cambio se plantea
como posible a partir de la colaboración y el intercambio, no como un proceso
normativo o desde una posición de autoridad por parte del profesional (Moreno
Fernández, 2014). Actualmente, en la Universidad de California se ha
comenzado un estudio piloto a fin de estandarizar y evaluar los resultados de la
utilización de los equipos reflexivos que en la práctica vienen funcionando hace
más de tres décadas (Armstrong, Underhill , Epstein, 2018).

Si bien la instrumentación particular del dispositivo ha tenido sus


variantes, todos comparten un contexto de trabajo en equipo, en el cual
terapeutas en formación, terapeutas experimentados y supervisores participan
de un espacio de co-construcción de conocimiento y reflexión partiendo de la
observación directa de casos reales o simulados (role playing) a través de un
espejo unidireccional o video grabación en circuito cerrado. En la actualidad, la
Cámara Gesell como herramienta de formación de terapeutas tiene expansión
a nivel mundial. Si bien realizando una revisión bibliográfica de los últimos años
se encuentran pocas actualizaciones publicadas a este respecto, se sostiene
desde los estándares esperados de formación profesional del psicólogo clínico
con orientación sistémica la necesidad de mostrar el ejercicio en entrenamiento
a través de supervisión en vivo o grabaciones en video (AFT, 2015; IFTA, 2017;
COAMFTE 2017).

El sistema terapéutico

El modo en que se realiza la formación de terapeutas, guarda relación


con el modo en que se piensa desde una epistemología sistémica y
construccionista (Alvear Mendoza, Jerez Bezzenberger y Chenevard, 2012;
Cruz Fernandez, 2009; Cantwell y Holmes, 1994). Los aportes del pensamiento
sistémico con apoyaturas teóricas en la Teoría General de los Sistemas, la
Cibernética, la Teoría de la Información y el marco epistemológico del
construccionismo social, nos permiten pensar en ciertas conexiones entre la
teoría y la práctica: ¿qué de la cosmovisión sistémica se expresa en la
utilización la Cámara Gesell como herramienta en el trabajo con individuos,
parejas y familias?

La teoría de los sistemas y la cibernética, surgen como modelos


matemáticos que permiten pensar los sistemas como agregados de elementos
en interacción entre los cuales ocurren fenómenos interactivos e iterativos,
siendo los primeros la acción de un elemento sobre otro y los segundos la
repetición de las interacciones en el tiempo (Wainstein, 2006). Si se piensa a
la consulta terapéutica como un sistema, el trabajo en Cámara Gesell abre un
espacio tercero, donde el equipo se incluye como parte del mismo e ingresa en
el juego de interacciones. Con una llamada a través del teléfono, con una
intervención de ingreso de uno de los terapeutas o simplemente estando del
otro lado y siendo utilizado indirectamente por el terapeuta, el equipo influye y
puede introducir información que genere cambio, una “diferencia que genera
una diferencia” en términos de Bateson (1981). Siendo imposible no comunicar
(Watzlawick, 1991), el sistema familia– terapeuta es distinto desde un primer
momento del sistema que incluye, además, a un equipo de terapeutas del otro
lado del espejo. Gran cantidad de intervenciones pueden formularse gracias a
la alternativa que aporta el equipo, algunas de las cuales serán expuestas en el
próximo apartado.

Desde los aportes del construccionismo, existen tantas realidades como


miradas. A partir de la segunda cibernética, la epistemología sistémica es una
epistemología del observador (Wainstein, 2006). No hay un objeto verdadero a
alcanzar, sino sólo mapas trazados a partir de un territorio que nunca es del
todo accesible dada su enorme complejidad (Segal, 1994). El trabajo en
cámara propicia el intercambio de ideas y de hipótesis que surgen desde la
posibilidad de ampliar el campo de observación. Toda observación es un
recorte de la realidad y los terapeutas reducen complejidad recortando la
información que consideran más relevante en el devenir de la consulta
(Wainstein. 2006). Sería imposible registrar cada aspecto, la información que
circula es casi infinita y registramos mientras pensamos, mientras intervenimos,
mientras nos vemos influidos por el efecto interaccional que se genera entre
consultantes y terapeutas. Tener distintos recortes es contar con más
información acerca del problema con el cual estamos tratando y da la
posibilidad de construir un mapa más detallado. Si el terapeuta es capaz de
trazar las avenidas, el equipo muchas veces aporta calles, pasajes, pasadizos
o incluso avenidas descuidadas.

¿Cómo se forma un terapeuta sistémico utilizando la Cámara Gesell como


instrumental?
Según Haley (1996), durante los primeros cien años de la psicoterapia, los
terapeutas aprendían acerca de cómo hacer terapia sometiéndose a ella. El
aprendiz nunca había visto trabajar a su maestro ni viceversa. Sin embargo,
menciona que así como no es posible aprender a manejar un auto sin
someterse a la práctica, “nadie puede aprender a hacer terapia en los
textos“(Haley, 1996, pp.): la mejor manera de enseñar destrezas clínicas es
instruir al terapeuta en formación en el vivo, mientras se lo observa en el curso
de la entrevista terapéutica. Si bien éste parecería ser en principio un método
didáctico caro, resulta mucho menos costoso cuando se enseña a un grupo de
terapeutas en formación. Minuchin y Fishman (1984) refieren que la formación
práctica podría pensarse en dos fases: una está dedicada a la observación de
casos llevados por terapeutas de mayor experiencia y la otra a la supervisión
en vivo.

Durante la observación los terapeutas en formación ven a través del espejo


el trabajo de terapeutas más expertos mientras analizan lo que sucede junto a
un supervisor o docente del otro lado de la pantalla. Se observan entrevistas en
vivo o a posteriori y tratamientos completos, a través de los cuales puede
tenerse una visión sincrónica y diacrónica del proceso terapéutico. El
supervisor o docente del otro lado del espejo puntúa los movimientos del
terapeuta experto, incentiva a prestar atención a las técnicas que utiliza y a
pensar en conjunto, someter lo que se ha hecho a discusión y análisis en
equipo. Si la sesión de terapia está grabada, da la posibilidad de estudiarla en
detalle, ir frenando, aprender de las sutilezas del terapeuta y conocer qué
objetivo estratégico podría tener tal o cual intervención. Permite observar las
respuestas de los consultantes a las intervenciones y las decisiones que toma
in situ el terapeuta en el constante feedback producido por la interacción.
Asimismo, en la instancia de observación, el terapeuta en formación conoce el
estilo terapéutico del experto o formador, lo cual permite comparar diferentes
estilos en función de sus diferentes formadores y reflexionar acerca del propio
estilo a desarrollar. El terapeuta es un instrumento específico y debe poder
instrumentarse a sí mismo con el fin de provocar un cambio en el sistema
consultante: debe a partir de su propio estilo, utilizar las técnicas aprendidas y
confiar en una óptima instrumentación de sí mismo para promover el cambio
(Minuchin y Fishman, 1984).

La segunda fase de la formación consiste en la supervisión de los aspirantes


en vivo o sobre la base de videos grabados de las sesiones de terapia
conducidas por ellos mismos. El supervisor y el grupo de terapeutas en
formación observan al aspirante que trabaja con una familia. En el formato de
supervisión en vivo a través de la Cámara Gesell un teléfono une las dos salas,
lo que permite una comunicación directa entre el terapeuta y el supervisor. El
terapeuta en entrenamiento sabe que éste lo llamará por teléfono si es
necesario. El supervisor puede intervenir de distintas formas, puede sugerir una
intervención para que realice el terapeuta luego del llamado, puede solicitar al
terapeuta que salga del consultorio para encontrarse con el equipo detrás y
conversar acerca de pasos a seguir o bien puede ingresar en la sala e
interactuar directamente con la familia. Por ejemplo, podría ser el caso que un
miembro de la familia permanezca en silencio y el terapeuta en formación se
encuentre respondiendo a aquellos miembros que se muestran más activos y
motivados. Una llamada telefónica podría sugerir al terapeuta que active a la
persona que se muestra periférica e indagar qué piensa acerca del tema que
se está tratando. También podría suceder que el entrenado encuentre
dificultades para llevar a cabo una intervención planeada y acordada con el
equipo previo a la sesión y el supervisor solicite mediante el llamado que pase
del otro lado a fin de debatir el mejor modo de continuar con la estrategia
(Minuchin y Fishman, 1984). Si bien el teléfono puede ser una herramienta útil,
se hará uso del mismo con discreción, de manera estratégica teniendo en
cuenta que el hecho del llamado en sí mismo es también información para los
consultantes.

La Cámara Gesell como dispositivo ofrece distintos beneficios que permitirán


al terapeuta en entrenamiento guiarse en el complejo territorio de la consulta.
En el siguiente apartado se detallarán algunas de las ventajas que se
consideran fundamentales en la selección de esta tecnología para el
entrenamiento.

Algunas ventajas del dispositivo en el entrenamiento de terapeutas

¿Cómo beneficia el uso de la Cámara Gesell el proceso formativo de los


terapeutas? Por un lado, los principiantes pueden hacer terapia antes de
sentirse capacitados. El terapeuta en entrenamiento confiará en el auxilio de su
supervisor si es necesario para dar cierre a una sesión de manera adecuada o
superar los posibles obstáculos. Más allá de los miedos y ansiedades iniciales,
siente la tranquilidad de tener el apoyo y guía del supervisor y el equipo. Esto
permite al terapeuta en formación contar con cierto respaldo y la seguridad de
que si comete errores, estos podrán ser encausados. La supervisión en vivo
puede pensarse en este sentido como una coterapia que permite una
responsabilidad compartida entre el supervisor y el terapeuta respecto al
manejo de la consulta. En un contexto de trabajo en equipo, los entrenados
irán aprendiendo de su propia experiencia supervisada y de la de sus
compañeros de equipo que se encuentran en una situación similar. Por lo tanto,
por un lado el terapeuta principiante trabaja de manera directa con una familia,
pero por otro sigue la terapia de varias familias más, se entera de las
dificultades con que tropezaron sus colegas y de las soluciones que
construyeron para elaborar un modo eficaz de intervención (Minuchin y
Fishman, 1984). Hay aprendizaje directo y vicario: los estudiantes mencionan
que se sienten “como si” fueran los terapeutas (Alvear Mendoza, et al., 2012).

A su vez, el entrenamiento en Cámara Gesell, da la posibilidad de una


co-construcción del diagnóstico sistémico, objetivo y estrategia (Midori y Brown,
1998) como trabajo en equipo. Propicia el intercambio de ideas y de hipótesis
que surgen desde la posibilidad de ampliar el campo de observación. Tener
distintos recortes es contar con más información acerca del problema con el
cual estamos tratando y da la posibilidad de construir un mapa más detallado.
Una vez construida la estrategia, otro desafío es llevarla a cabo, instrumentarse
como terapeutas para ir en dirección al objetivo. La supervisión en vivo es un
medio privilegiado de enseñar al terapeuta el cómo llevar adelante un plan
terapéutico. Durante la misma, se realiza una planificación previa de la
entrevista y se hace uso del teléfono para sugerir un modo de mejorar la
acción terapéutica dentro de un plan. No sólo permite trabajar sobre las
destrezas para poner en marcha la estrategia sino que también permite al
supervisor abordar el estilo del terapeuta a fin de reflexionar sobre el mismo y
ayudar en la planificación de intervenciones. La videograbación y la
reproducción posterior sirven a los fines de que el mismo terapeuta en
formación pueda puntualizar alguna intervención y el objetivo que perseguía
para que el supervisor pueda evaluar la correspondencia entre la meta
propuesta y la pericia del terapeuta para llevarla a cabo. Permite visibilizar
puntos fuertes y áreas de mayor dificultad en la instrumentación de sí mismo.
(Haley, 1996)

Otro de los beneficios de la supervisión en vivo es contar con un tercer


argumento sobre el diálogo terapéutico que entró en un círculo vicioso. El
sistema consultante es un complejo entramado de interacciones cuyas reglas
responden a particulares patrones repetidos de funcionamiento. Según
Minuchin y Fishman (1984), el arte de la terapia familiar involucra entrar en
coparticipación con la familia, experimentar su realidad y envolverse en sus
interacciones repetidas. “El terapeuta, cuyo papel es influir sobre la gente y
cambiarla, está en el interior del campo que observa y sobre el cual ha de
influir” (Minuchin y Fishman, 1984). El terapeuta debe poder instrumentar dicha
coparticipación para transformarse en agente de cambio. El consultor tiene el
objetivo influir sobre la familia para generar cambios significativos, que
modifiquen las interacciones disfuncionales o que generan malestar y
sufrimiento para los miembros del familia. Atendiendo a este propósito, una de
las dificultades con las que se encuentra es verse “absorbido” por el sistema
familiar, perdiendo así perspectiva y capacidad de maniobra. Tiene la tarea de
surfear mareas emocionales haciendo equilibrio entre empatizar con la familia,
generar alianza terapéutica y conservar una adecuada distancia para poder
intervenir. El riesgo de que lo alcance la ola es el de repetir patrones o
encontrarse respondiendo directamente al efecto interpersonal que genera el
sistema en su disfuncionalidad. Contar con un equipo detrás del espejo,
minimiza estos riesgos dando lugar a visibilizar estas interacciones y corregir el
rumbo mientras se anda. Se encuentran opciones para salir del círculo, para
probar nuevas hipótesis de trabajo. Trabajar en soledad genera vicios
circulares.

Finalmente, la presencia del supervisor detrás del espejo protege al


cliente de los errores que pudiere cometer el principiante. El supervisor cuenta
con mayor cantidad de información que en las supervisiones conversacionales,
en las cuales el recorte que realiza el terapeuta puede dejar de lado aspectos
importantes a tener en cuenta. En la supervisión en vivo, no sólo se presencia
el diálogo sino que se puede observar directamente el lenguaje no verbal de
los consultantes (Haley 1996).

Más allá de las ventajas mencionadas, Haley (1996) advierte de un


hecho problemático a tener en cuenta: el espejo de visión unilateral tamiza las
emociones. El supervisor puede encontrar dificultades para comprender el
estado emocional del paciente. Es por este motivo, menciona, que las
indicaciones del supervisor son siempre sugerencias. Esto implica a los
terapeutas en formación en la coparticipación de la responsabilidad por el
proceso terapéutico: son ellos los que efectivamente están en el cara a cara
con la familia y perciben de manera vívida la información que circula.

Clínica e Investigación

El uso de la cámara Gesell no sólo tiene beneficios en cuanto al


entrenamiento de terapeutas sino que también funciona como herramienta de
intervención clínica. El equipo terapéutico detrás del espejo desarrolla distintos
tipos de intervención haciendo uso del grupo para generar cambios en la
familia. Peggy Papp (1984) propone pensar al equipo como un coro griego que
interviene enviando mensajes a la familia a través del terapeuta. El equipo se
presenta a la familia desde el primer momento de manera que se lo invista de
la mayor autoridad posible. Luego, en el transcurso de las sesiones, tiene la
palabra a través del terapeuta quien comunica a la familia sus observaciones y
opiniones acerca del caso. El terapeuta es quien tiene la “última palabra”
acerca de qué transmitirá a la familia y cómo. Estos aportes se usan
estratégicamente según lo que consideren conveniente para la familia en la
dirección de la resolución del problema. Entonces el equipo puede utilizarse
para apoyar, enfrentar, confundir, cuestionar o provocar a la familia y el
terapeuta puede mostrarse ante ésta como estando de acuerdo o no con el
equipo. En una primera entrevista, podría simularse un desacuerdo en entre el
equipo y el terapeuta respecto a si podrán lograr los objetivos acordados o no,
construir lo que se dio a llamar “triángulo terapéutico”. Esto podrá dar cuenta
de la motivación de la familia ante la situación de elegir ponerse del lado de
uno o de otro, a favor o en contra del cambio. La posibilidad de estar “divididos”
(terapeuta y equipo o equipo entre sí por ejemplo hombres/mujeres) plantea
diferentes escenarios en los que, si la intervención encuentra resistencia por
parte del sistema, el terapeuta conserva capacidad de maniobra y queda
resguardado.

También la Cámara Gesell es de utilidad en el campo de la


investigación en psicoterapia. La observación y seguimiento de tratamientos
da la posibilidad de contar con evidencia empírica de los resultados
obtenidos a partir de las intervenciones.

Aspectos éticos y consentimiento informado

Algo importante a tener en cuenta en la utilización de la Cámara Gesell


son los aspectos éticos y el consentimiento informado de los consultantes. Por
un lado, los asistentes u observadores, el equipo detrás del espejo, deberá
firmar un convenio de confidencialidad bajo el cual se resguarde el secreto
profesional. El supervisor o terapeuta a cargo tendrá la responsabilidad sobre
el material audiovisual que quede grabado debiendo garantizar la protección de
datos. Respecto a los consultantes, la cámara nunca está oculta. Antes de
comenzar con la entrevista, se le informa a la familia acerca del modo de
trabajo en equipo a través del espejo, se le explican las disposiciones físicas,
cómo estarán organizadas las entrevistas y se mencionan las ventajas de esta
modalidad para el tratamiento (Weakland, Fish, Watzlawick y Bodin, 1974). Se
informa que podrá sonar el teléfono o ingresar algún miembro del equipo si se
da la oportunidad. Luego de la explicación y si se encuentra de acuerdo la
familia, se le solicita la firma de un consentimiento informado por escrito o de
manera verbal que debe quedar grabado. Los consultantes, podrán echarse
atrás si así lo desean y que el video sea borrado al finalizar la entrevista. Haley
(1996) sugiere presentar el dispositivo con naturalidad, lo que lo hará más
natural para los consultantes. A modo ilustrativo, el autor presentaría el trabajo
en cámara de la siguiente manera:
“Aquí trabajamos así: tenemos un espejo de visión unilateral detrás del
cual yo tengo a uno o varios colegas que podrán llamarme por este
teléfono y hacerme sugerencias. Cuatro ojos ven más que dos. Estas son
cámaras de televisión; grabo las sesiones porque me gusta repasarlas y
ver qué detalles se me escaparon. Al término de la sesión, les pediré que
firmen un formulario de consentimiento. Si ustedes no desean firmarlo,
borraré la cinta”(pp.)

En términos generales, la utilización de la cámara cuenta con buena


aceptación por parte de los consultantes. Cuando los terapeutas presentan el
dispositivo con convicción de su utilidad y beneficios, los pacientes suelen
acceder sin problemas. Contar con un equipo de profesionales detrás del
espejo es de gran ayuda para ofrecer a los consultantes alternativas y
propuestas efectivas para la resolución del problema que los ha traído a
consultar.

A modo de cierre

La Clínica Sistémica hizo uso de la Cámara Gesell en los años ‘50,


cuando todos trabajaban en soledad. Ver, registrar, mostrar y compartir con un
equipo implica construir conocimiento como una práctica colectiva. Las
ventajas presentadas hasta aquí son sólo algunas de las que posibilita el uso
de la Cámara Gesell como dispositivo en el entrenamiento de terapeutas, la
investigación y en la consulta clínica en general. Se considera de especial
importancia en el inicio del trabajo de los terapeutas debido a la gran
complejidad que presenta la práctica clínica: la posibilidad de supervisión
directa, realizar registros audiovisuales y el respaldo del equipo son
herramientas con gran valor para los psicólogos clínicos en formación

Referencias bibliográficas

Andersen, T., (1987). The Reflecting Team: Dialogue and Meta-Dialogue in


Clinical Work. Family Process 26:415-428.
Alvear Mendoza, M. L., Jerez Bezzenberger, R. M., Chenevard, C. L., (2012).
Formación de terapeutas en un programa de especialización en terapia
familiar sistémica. Psicologia em Estudo, 17 (2), 183-193.

Armstrong, K., Underhill, J., Epstein, K., Metzler, T. J., Sendowski, T. D.,
O'Connor, A., Norona, J. C., Ihle, E. C. (2018). Looking into the One-
way Mirror: A Pilot Study on the Impact of Reflecting Teams on Family
Members. Family Process. 53 (4).
Association for Family Therapy and Systemic Practice (2015). The Blue Book:
Training Standards and Course Accreditation. 4th edition (revised 2015).
R e c u p e r a d o e n d i c i e m b r e 2 0 1 8 : h t t p : / / w w w. a f t . o r g . u k /
SpringboardWebApp/userfiles/aft/file/Training/
AFTBlueBook%20Final%20PDF(1).pdf
Bateson, G. (1981). Espíritu y Naturaleza. Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Boscolo, L., Cecchin, G., Prata, G., & Selvini Palazzoli, M. (1991). Paradoja y
contraparadoja. Buenos Aires: Paidós.

Cantwell, P., Holmes, S., (1994). Social Construction: A paradigm shift for
systemic therapy and training. A.N.Z. J. Farn. Ther, 15 (1), 17-26.

Commission on Accreditation for Marriage and Family Therapy Education


(2017). Accreditation Standards Graduate & Post-Graduate Marriage and
Family Therapy Training Programs, version 12.0. Recuperado en
Diciembre de 2018 https://www.coamfte.org/documents/COAMFTE/
2018%20COAMFTE%20Accreditation%20Standards%20Version%2012
%20May.pdf

Cruz Fernández, J. P., (2009). Enfoque Estratégico y Formación de Terapeutas.


Terapia Psicológica, 27 (1), 129-142.

Deschamps, C. (N.D.). Una forma democrática de psicoterapia: Entrevista a


Tom Andersen. Perspectivas Sistémicas, recuperado de: http://
www.redsistemica.com.ar/andersen.htm.

Fisch, R., Weakland, J. H., y Segal, L., (1984). La táctica del cambio. Cómo
abreviar la terapia. Barcelona, España: Editorial Herder.

Fernández-Liria, A., Rodríguez-Vega, B., Ortiz-Sánchez, D., Baldor Tubet, I.,


González-Juárez, C. (2010). Effectiveness of a structured training
program in psychotherapeutic skills used in clinical interviews of
psychiatry and clinical psychology residents. Psychotherapy Research,
20:1,113 – 121, First published on: 23 October 2009 (iFirst)
Gesell, A., (1997). Diagnóstico del desarrollo normal y anormal del niño.
Evaluación y manejo del desarrollo neuropsicológico normal y anormal
del niño pequeño y el preescolar. México: Paidós.
Haley, J. (1976). Terapia para resolver problemas. Nuevas estrategias para una
terapia familiar eficaz (1.ed.). Buenos Aires, Argentina: Amorrortu.
Haley, J. (1996). Aprender y enseñar terapia. Buenos Aires, Argentina:
Amorrortu.
Imber-Black, E. (2014). Eschewing Certainties: The Creation of Family
Therapists in the 21st Century. Family Process, 53 (3).

International Accreditation Commission for Systemic Therapy Education (2017).


Tier 1 - Primary Accreditation Standards for Systemic Therapy Education
and Training Programs. Recuperado en diciembre 2018: https://www.ifta-
familytherapy.org/Accreditation/Tier1Application.pdf
Limón Arce, G. (2005). El giro interpretativo en psicoterapia: terapia, narrativa y
construcción social. Ciudad de México, Mexico: Editorial Pax México.

Midori Hanna, S., & Brown, J.H. (1998). La práctica de la terapia de familia.
Elementos claves en diferentes modelos. Bilbao, España: Desclée De
Brouwer.
Minuchin, S., & Fishman, D. (1984). Técnicas en terapia familiar. Buenos Aires,
Argentina: Paidos.
Moreno Fernández, A. (Ed.). (2014). Manual de Terapia Sistémica. Principios y
herramientas de intervención. Bilbao, España: Desclée De Brouwer
Papp, P. (1984). Paradojas. En Minuchin, S., & Fishman, D. Técnicas en terapia
familiar., (p.424-258). Buenos Aires, Argentina: Paidos.
Le Roux, P., Podgorski, C., Rosenberg, T., Watson, W. H., Mcdaniel, S. (2011).
Developing an Outcome-Based Assessment for Family Therapy Training:
The Rochester Objective Structured Clinical Evaluation (ROSCE). Family
Process 50 (4), 544-560.
Wainstein, M. (2006). Intervenciones para el cambio. Buenos Aires, Argentina:
JCE Ediciones.
Wainstein, M. (Ed.). (2016). Escritos en Psicología Social. Buenos Aires,
Argentina: JCE Ediciones.

Wittezaele, J. J. & García, T. (1994). La escuela de Palo Alto. Historia y


evolución de las ideas esenciales. Barcelona, España: Editorial Herder.
Weakland, J. H., Fisch, R., Watzlawick, P., & Bodin, A. M. (1974). Brief therapy:
Focused problem resolution. Family process, 13(2), 141-168.

También podría gustarte