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Apartado de Correos 222
PORRIÑO- Pontevedra
Javier Akerman
5
Agradecimientos
A todos… ¡Gracias!
Índice
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
1. Budismo y cristianismo: dos caminos paralelos . . . . . 14
2. Un alegato contra la intolerancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
3. Los héroes anónimos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
4. El poder del silencio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
5. Perdonar a los enemigos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
6. Superar la envidia y los celos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28
7. Facebook y las redes sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
8. Enfrentarnos el ego: gritos y golpes zen . . . . . . . . . . . . 32
9. Una visión budista de la economía . . . . . . . . . . . . . . . . 34
10. El peor defecto humano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
11. No luches para vencer . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
12. No juzgar y no ser juzgados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 40
13. La ecuanimidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
14. No encasillar a nadie . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44
15. Sobre la muerte. El sentido de la felicidad . . . . . . . . 46
16. Apegos y protocolos sociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
17. El 1% de esperanza: pocos podemos hacer mucho . . 50
18. Ser egoístas y compasivos a la vez . . . . . . . . . . . . . . . . 53
19. Busquemos lo que nos une . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56
20. Aborto. Sufrimiento y comprensión . . . . . . . . . . . . . . 58
21. Dolor y sufrimiento no son lo mismo . . . . . . . . . . . . . 62
22. Cómo empezar a vencer la ira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
23. Las 5 reglas del budismo tibetano . . . . . . . . . . . . . . . . 70
24. La frugalidad: una meta espiritual . . . . . . . . . . . . . . . 72
25. Esquivando codazos, envites y empujones . . . . . . . . . 75
26. Libertad de pensamiento. Un laxante espiritual . . . . 77
27. Meditaciones diarias. Una puerta a la paz mental . . 79
28. Los modales cívicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
29. Animales humanizados y humanos animalizados . . . 84
30. Apegos y posesiones. ¿Qué es lo que te pertenece? . 89
31. El amor incondicional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
32. Consejos budistas para papá y mamá . . . . . . . . . . . . . 92
33. Amar al prójimo. Palabras de Cristo y Buda . . . . . . . 96
34. Cómo ser monjes urbanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97
35. Idiotas o compasivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100
36. Suerte, destino y responsabilidad . . . . . . . . . . . . . . . . 102
37. La falacia de la autoridad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 104
38. Otra forma de ver la virtud. Virtudes en negativo . . 106
39. Apegos espirituales y profanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
40. Leer sin prejuicios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
41. La venganza. ¡Destruir al enemigo! . . . . . . . . . . . . . . . 114
42. El “efecto mariposa” en la vida cotidiana . . . . . . . . . 116
43. Corrupción, corrupto, corrompido . . . . . . . . . . . . . . . 119
44. El sentido de la unidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 121
45. Sobre el uso del tiempo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
46. Engaños, traiciones y desamores . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
47. La muerte, escuela de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127
48. Razón, superstición e intolerancia . . . . . . . . . . . . . . . 132
49. Sobre la pena de muerte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 137
50. ¿Deben existir límites a la libertad de expresión? . . 142
51. La vejez, ¿principio del fin? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
52. Sobre las drogas. Del uso chamánico al profano . . . . 150
53. La obligación de vivir y el derecho a morir . . . . . . . . 155
54. De la ética a la metaética política . . . . . . . . . . . . . . . . 161
9
Introducción
Hay un camino para la felicidad
Javier Akerman
14
1
Budismo y Cristianismo:
dos caminos paralelos
A
L REFERIRSE A LA RELACIÓN ENTRE
rado maestro budista Thich Nhat Hanh dejó escritas fra-
ses maravillosas que sirven para elevar la conciencia per-
sonal, pasando por encima de dogmas y encorsetadas
tradiciones. Tuve el placer de conocer al maestro Thich hace
años, y desde entonces lo sigo de forma habitual a través de sus
libros y publicaciones. Sus enseñanzas son una fuente inagotable
de sabiduría y la esencia de muchas tradiciones espirituales.
Thich Nhat Hanh fue íntimo amigo de Thomas Merton, sa-
cerdote y monje trapense fallecido a finales de los años 60 del
siglo pasado. Ambos son un modelo de mentes lúcidas, compa-
sión “militante” y de la fe que se vive desde la libertad y el res-
peto hacia otras creencias. Thich –desde la filosofía budista
zen– y Merton –desde el corazón del cristianismo místico–, lo-
graron construir un camino espiritual común y enriquecedor.
Cuando lo descubrí me dije a mí mismo: «He encontrado el
Sendero». ¿Queréis leer algunas frases del maestro Hanh? Que
las disfrutéis:
«Todo y todos moramos en el nirvana, en el Reino de Dios.
Un campesino que observa sus tierras en invierno ya puede
ver la cosecha, porque sabe que todas las condiciones se hallan
presentes: tierra, semilla, agua, fertilizante, equipo y demás…
15
Para reflexionar:
Querido amigo, el maestro Nhat Hanh nos ilumina verda-
deramente, sin forzarnos a cambiar nuestras creencias, simple-
mente haciéndonos experimentar la profunda realidad de la
experiencia personal, con el máximo respeto y sensibilidad.
Otro ejemplo lo tenemos en el arzobispo anglicano y
Premio Nobel de la Paz (1984) Desmond Tutu, que recibió el
premio UNESCO/Bilbao 2012 por su promoción de una cultu-
ra de los derechos humanos, con una ceremonia en la sede pa-
risina de esa agencia de las Naciones Unidas.
Son ejemplos de esperanza, al igual que tú, que posees en ti
mismo la semilla de la compasión y del perdón. Aunque no lo
veas claramente, está ahí está, dentro de ti. Si te has parado a
leer este capítulo es que la semilla late y quiere germinar. ¿O no?
Para reflexionar:
«El budismo y el cristianismo no son tan diferentes.
Algunos budistas se sorprendieron al escuchar que yo había
participado en la eucaristía, y muchos cristianos parecían estar
18
2
Un alegato contra
la intolerancia
inspirado por el
Q
UÉ GRAN VERDAD DICE EL EVANGELISTA
Espíritu Santo, ¿no es cierto? Si nos dejamos llenar por
esas palabras, Dios o Buda susurrarán a nuestro oído y
dirán: «¡Shhh…! No me busques separando, disgregando, ni
atacando a otros hermanos o “Iglesias”. Estoy aquí abajo: con
el pobre, el enfermo, el occidental, el oriental, el blanco, el
negro, el heterosexual, el gay… contigo y con quien aborreces».
¿Quién ha dicho además que un ateo no pueda ser espiri-
tual? No debemos confundir ser religioso con ser espiritual.
¡Cuántos ateos son mucho más espirituales que una miríada
de religiosos (creyentes, sacerdotes, lamas y demás represen-
tantes de tal o cual doctrina). ¡En cuántos ateos pulsa Dios las
letras materiales del espíritu, sin que ellos lo sepan! Por esta
razón me encanta este pasaje budista:
Para reflexionar:
La Verdad nos hará libres… pero, ¿dónde está esa verdad?
Quizá esté más allá de las convicciones y mucho más cerca de
las vivencias no cognitivas, como púlsares cósmicos que laten y
se desplazan en el interior del Ser. Alejémonos del Yo para al-
canzar la plenitud de esa Verdad que nos oculta el ego.
«Así que, todo lo que queráis que los hombres hagan por
vosotros, así también haced por ellos». (2, Mateo 7:12)
21
3
Los héroes anónimos
Para reflexionar:
Conozco a algunos de esos héroes, pues son el vivo testimo-
nio de una vida ennoblecida por actos heroicos silenciosos.
Seguramente Buda les suena sólo a un país exótico y Cristo in-
cluso les evoque tristeza y lejanos ecos de penitencias impues-
tas por señores terrenales. He tenido la suerte de haber com-
partido pequeños pero grandes momentos con esas
admirables personas. Muchos son agnósticos, otros ateos y una
mayoría creyentes “sin filiación concreta”.
Son mis héroes, verdaderos karma-yoguis y yoguinis, since-
ros apóstoles del Evangelio, bodhisattvas auténticos que no
han llegado a leer las enseñanzas de Buda. Pero todos siguen
el dharma, a Cristo, a la Verdad que los une por encima de
normas, dictados y escrituras. Y tú conocerás seguramente a
otros anónimos héroes y heroínas.
Cuando pienso en ellos sólo puedo cerrar los ojos y mur-
murar: «Gracias». Esta única pero grandiosa palabra. Porque
no hay más que añadir. ¿Verdad?
23
4
El poder del silencio
fue
L
A PRIMERA VEZ QUE VISITÉ UN MONASTERIO ORTODOXO
en 1977, en Zagreb, en la desaparecida Yugoslavia. Años
más tarde me ordené sacerdote en el Patriarcado de
Serbia y en la actualidad soy presbítero anglicano. Pero tam-
bién me dejé seducir emocional y racionalmente por el yoga y
el budismo a través de diversos maestros en Nepal e India. Los
momentos vividos en aquellos templos fueron algo inefable.
El silencio que lo llenaba todo, aquietando las agitadas aguas
de mi mente, fue el elemento alquímico que catalizó el camino
espiritual. Más tarde me formé como instructor de meditación
budista y profesor de yoga tibetano. Fue el silencio el que despe-
jó dudas y mucha oscuridad de mi camino. Incluidos los miedos
a “servir a dos señores”, el miedo a las “lealtades”: ¿Dios, Buda,
el yoga? ¿Dónde está el error? ¿Acaso Dios, Buda y el yoga no
son “ingredientes indisolubles” de la misma realidad? Hay que
vivirlos sin egos disgregadores, quizá puedan ser la llave que
abra la puerta del camino personal. Y el silencio es un preámbu-
lo esencial preparatorio para ese viaje iniciático.
El silencio, en su quietud, limpia y serena la mente, nos
predispone para la oración y nos hace más “conscientes”. Nos
conecta con todo lo que nos rodea de una forma más real y
plena. En el silencio late el corazón de Dios.
24
Para reflexionar:
«La ausencia de silencio ante Dios, la falta de escucha inte-
rior, el descuido de la atención silenciosa al Espíritu Santo,
están llevando a la Iglesia a una mediocridad espiritual gene-
ralizada», asegura el teólogo católico-romano K. Rahner.
Lo mismo ocurre con nuestros hermanos en la fe: no sabe-
mos escuchar, sólo estamos pendientes de nuestras voces, ni si-
quiera del mensaje mismo. En las iglesias cristianas hay sin
duda mucho tesón, trabajo pastoral, servicio, himnos… pero,
con frecuencia, se trabaja con una falta alarmante de atención
a lo interior, buscando resultados a corto plazo, como si no
existiera el “misterio o la gracia”.
La Reforma ha devuelto la importancia central y la praxis
original a la celebración litúrgica, pero no es suficiente para
«sentir y gustar de las cosas internamente», como aconsejaba
Ignacio de Loyola.
«Se canta con los labios, pero el corazón está ausente; se
oye la lectura bíblica pero no se escucha la voz de Dios; se res-
ponde puntualmente al que preside, pero no se levanta el co-
razón para la alabanza; se recibe la comunión, pero no se pro-
duce comunicación viva con el Señor» (José A. Pagola).
Deberíamos reflexionar todos, clero y laicos cristianos, lo
que recomendaba con sana y lúcida crítica Agustín de Hipona:
«¿Por qué gustas tanto de hablar y tan poco de escuchar? El
que enseña de verdad está dentro; en cambio, cuando tú tratas
de enseñar, te sales de ti mismo y andas por fuera. Escucha
primero al que habla por dentro y, desde dentro, habla des-
pués a los de afuera». Y eso sólo se consigue viviendo el silen-
cio. En él se deja oír el Verbo.
26
5
Perdonar a los enemigos
Para reflexionar:
Meditemos y oremos cada día. Limpiar la mente del deseo
de venganza es iluminar nuestras vidas con la luz de la felici-
dad. Pero comencemos antes perdonándonos a nosotros mis-
mos y pasemos a continuación a perdonar a los que nos han
hecho daño. Vale la pena intentarlo. Por ti. Por todos.
28
6
Superar la envidia y los celos
para designar la
E
L IDIOMA TIBETANO TIENE UNA PALABRA
envidia (phrag-dog), mientras que la mayoría de los idio-
mas occidentales tienen dos. Los textos budistas del
Abhidharma clasifican a los “celos-envidia” como un veneno
hostil. Lo definen como «una emoción perturbada que se en-
foca en las dotes de las demás personas (tales como buenas
cualidades, posesiones, o éxito) y es la imposibilidad de tolerar
dichas dotes, debido al excesivo apego a nuestros propios lo-
gros o al respeto que recibimos» (sic).
Ya no es tanto el impulso irrefrenable de desear lo que el
otro tiene, sino la ira que siente el envidioso (celoso) por los
triunfos o pertenencias ajenas, independientemente de su
valor material o humano.
El remedio que ofrece el budismo a los que sufren de celos,
envidia y arrogancia es trabajar la falacia del “Yo” y del “Tú”.
Necesitamos darnos cuenta de que todos somos iguales y no
tenemos inherencia propia. El éxito ajeno es “nuestro” éxito
también, pues todos somos interdependientes. Debemos salir
de la falsa percepción de un “Yo” con existencia propia, de la
dicotomía pronominal que divide y nos sume en la oscuridad
emocional.
29
Para reflexionar:
Cuando sientas celos o envidia puedes sentarte y reflexionar
sobre estas preguntas: ¿A quién envidio? ¿Por qué? Si yo fuera él
y él fuera yo… ¿qué sentiría (esta pregunta es casi un koan zen)?
¿Por qué no me alegro del triunfo del otro? ¿Qué temo? ¿Podría
permitir que los demás observaran mis pensamientos día y
noche? ¿Podría permitir que los demás observaran todo lo que
hago? ¿Hay algo que hago a escondidas y me avergüenzo? ¿Qué
puedo hacer para ser feliz y hacer feliz a los demás?
Realizar este acto sincero de introspección es un gran paso
para “curarnos” de la envidia. Pero hagámoslo como “observa-
dores psicoanalistas” del “otro” (Yo), con atención flotante y
analítica.
30
7
Facebook y las redes sociales:
una reflexión espiritual
de relación social.
F
ACEBOOK ES UN MEDIO EXCELENTE
También una forma magnífica de practicar el dharma o
cualquier otra práctica espiritual. Me inscribí en la red
social casi en sus inicios. He aceptado a la mayor parte de
quienes han solicitado mi amistad virtual, excepto en aquellos
casos en los que el solicitante oculta su identidad, utiliza una
foto ajena o intenta incluir en mis contactos consignas y usos
que atentan contra la dignidad de las personas o los derechos
humanos. Si alguna vez se me “coló” algún “terrorista virtual”,
al instante lo di de baja, haciendo uso de mi libertad y sentido
común.
No obstante, y como norma, he abierto las puertas de mi
“casa virtual” a todos aquellos que me lo han solicitado, aún
sin conocerlos en persona (que son mayoría). Eso es lo que nos
enseñan el budismo y el cristianismo, al fin y al cabo, ¿no?
Abrirnos a los demás, a quien lo solicite, sin prejuicios. Sobre
todo, si el solicitante es alguien ya conocido por nosotros o
con una identidad social “acreditada”.
Pero siempre hay quien, abusando de tu ingenuidad, se
“cuela” en tu “casa virtual” para engrandecer su ego con saña
patológica. Abundan en la red personas con graves trastornos
de personalidad que merecen nuestra compasión, por supues-
31
8
Enfrentarnos al ego:
gritos y golpes zen
en el lejano
C
UANDO COMENCÉ A PRACTICAR MEDITACIÓN ZEN
verano de 1980 me quedé impresionado por los gritos y
golpes que a veces profería el maestro. Mi mente no
aceptaba esos actos “violentos”. ¿Cómo un maestro zen podía
hacer gala de tales comportamientos? Pasados los años fui
comprendiendo que los gritos o golpes ocasionales no estaban
impulsados por un “Yo” ni iban dirigidos para castigar a otro
“Yo”. Eran simples “llaves para provocar el despertar”.
Cuando analizaba tales actitudes a través de mi “Yo” me es-
taba identificando con la ilusoria realidad del “Yo” del maes-
tro. ¡Y ahí estaba el error! Un grito, un “coscorrón” o un silen-
cio hosco no eran más que elementos desprovistos de
“egoicidad” que me acercaban a una realidad liberadora.
Eran, además de una demostración de maestría… un acto de
compasión. Eso me ayudó a comprender las mismas circuns-
tancias en la vida real.
¿Por qué debo enfadarme? ¿A quién guardo rencor? ¿Quién
me ofende? Si me identifico con un “Yo” inherente y real te iden-
tifico como otro “Yo” inherente y real… y ahí surge el problema.
Y ocurre en todos los ámbitos de la vida, con los localismos, na-
cionalismos (sean de la clase que sean), partidos, colores, depor-
tes, religiones y demás identificaciones disgregadoras.
33
Para reflexionar:
Queridos amigos: cada maestro tiene su enfoque particular
de la enseñanza. Su propósito es ayudarte a despertar, a ser
“tú mismo” sin ser “tú de forma inherente”. Los hay risueños,
alegres, excéntricos, severos, serios, marciales, silenciosos, par-
lanchines, engreídos, humildes… ¿Cómo es posible? Pues sí,
porque esos atributos son fluctuaciones y elaboraciones iluso-
rias de tu mente. Eres “tú” dando entidad “yoica” al maestro.
Un reflejo de tus zonas oscuras. Trabaja sobre eso, en análisis
desprovisto de prejuicios, y comenzarás a sentir la libertad.
No analices al maestro, reflexiona y vive su enseñanza. No
te apegues a su doctrina. Cuestiónate siempre la enseñanza
misma, porque el maestro es –y debe ser– prescindible.
34
9
Una visión budista
de la economía
T
ENEMOS QUE TENER CAUTELA
Estado desequilibrado que se concentra demasiado en
uno y deja de lado las exigencias de la ética –la ética in-
dividual o el comportamiento individual y la ética social– a la
hora de elaborar una política adecuada» (Amartya Sen, Premio
Nobel de Economía).
La verdadera crisis es el factor humano, no el económico,
pues este último es producto del primero. Las situaciones
extremas tienden a ser las más propicias para iniciar cam-
bios, cambios que deben empezar por uno mismo, que
deben llevarnos a un sano “decrecimiento” que nos haga
más conscientes de las verdaderas necesidades. Es necesario
cuestionarnos los modelos de progreso imperantes hasta
hoy, y retomar de nuevo las preguntas fundamentales sobre
el significado de la existencia humana, que el budismo siem-
pre ha enseñado.
El budismo enseña que la libertad no debe entenderse
como “poder hacer lo que queremos”, sino “tener menos ne-
cesidad de hacer por nosotros y más por los demás”. Este es-
fuerzo se convierte en “energía gozosa”, virya, que fecunda las
situaciones, que las enriquece.
35
Para reflexionar:
Eduardo Velásquez, autor de un ensayo sobre el budismo y
la crisis económica, lo ha dejado muy claro de forma magis-
tral. Estas sabias palabras deberían ser meditadas por todos,
incluidos los economistas que buscan una explicación a la cri-
sis que estamos viviendo:
«Si pensamos que antes estábamos mejor, estamos equivo-
cados; estábamos peor; estábamos creando las causas que nos
han traído al presente. Si en diez años estamos mejor, es por-
que lo que hacemos hoy es mejor de lo que hicimos hace diez
años. Si no entendemos esto, si no entendemos que la causa es
más importante que el efecto, no podremos aprender de
forma inteligente. Para cambiar el efecto hay que cambiar la
causa, hay que entenderla. Tratar de cambiar el efecto, de
curar el síntoma sin ver la enfermedad, es no haber aprendido
lo que hay que aprender. (sic)
La sabiduría mundana nos dice que para entender la histo-
ria debemos mirar el dinero, riqueza, la economía; la sabidu-
ría budista nos dice que debemos mirar el karma. Un cambio
en el sistema económico no cambia necesariamente la dinámi-
ca de las relaciones humanas. De la misma forma debe proce-
der el cambio, del nivel más sutil al más burdo, o de arriba
hacia abajo, si se quiere. Si la conciencia en la clase “dirigen-
te”, la clase que genera las ideas, no cambia, no puede cam-
biar el campo en el que ella ejerce su influencia, en el que
dicta su ley. Mientras nuestras vidas estén regidas por la igno-
rancia, por el deseo de alcanzar nuestra felicidad en forma
egoísta, no habrá sistema posible que haga verdadera justicia».
36
10
El peor defecto humano
Para reflexionar:
¿Cómo podemos empezar a ser agradecidos y a vivir con
más paz interior? Es muy sencillo, lo realmente difícil es per-
sistir y crear un saludable hábito mental.
Te aconsejo que empieces por “bendecir” el desayuno o la
comida que puedes llevarte a la boca cada día. Una amistad
“virtual” me amonestó en una ocasión porque terminé mi co-
mentario con la palabra “bendiciones”, cosa habitual en mí. En
su alegato dijo que ella era atea y “bendecir” era casi un insulto
a su “increencia” (y sólo repito lo que me escribió: “increencia”).
A lo mejor tendríamos que leer todos juntos lo que dice la
RAE (Real Academia Española) sobre “bendecir”:
1 tr. Alabar, engrandecer, ensalzar.
2. tr. Dicho de la Providencia: Colmar de bienes a alguien,
hacerlo prosperar.
3. tr. Invocar en favor de alguien o de algo la bendición di-
vina.
38
11
No luches para vencer
Para reflexionar:
¿Cómo llegar a esa actitud? Medita todos los días. O dedica
un tiempo a la oración sincera. Pero en ambos casos hazlo sin
luchar ni tratar de conseguir “esto” o “lo otro”. No luches con-
tra nada ni te enfrentes a la ira o el enfado. Obsérvalo con des-
apego, de forma "flotante". Si meditas, “diluye” los conceptos
mentales en cada respiración, no hagas nada más. Si prefieres
rezar “únete” a Dios, sin pedirle nada, siendo “uno con Él”.
40
12
No juzgar y no ser juzgados
con el
H
ACE UNOS AÑOS FALLECIÓ UN ANTIGUO VECINO
que conviví en mi infancia, cuando el tiempo transcu-
rría más lentamente y el sol del verano te bronceaba
sin quemarte.
Era un hombre en el que destacaba siempre su eterna y plá-
cida sonrisa. Ya por entonces me parecía “mayor” (para un
crío de diez años un hombre de cincuenta y tantos es casi
Matusalén).
Lo que más me impresionaba de él era su calma y tranquili-
dad. Nunca lo vi alterado, siempre saludaba a todo el mundo
con esa sempiterna sonrisa y sus ojos eran reflejo de un pro-
fundo y apacible mundo interior.
Muchos le llamaban “el viudo”, pues vivía solo y que yo
sepa no tenía hijos. A su mujer no llegué a conocerla, pues
según contaban había muerto hacía tiempo “de una enferme-
dad mala” (como si hubiese enfermedades "buenas").
Recuerdo que un día caí de la bicicleta y me hice una pe-
queña herida en la rodilla. Por casualidad don Santiago (así se
llamaba) iba a entrar en el portal cuando acudió en mi ayuda.
No dijo nada, sólo me cogió en brazos y me llevó a una fuente
cercana donde me limpió la rodilla con agua. Luego en la far-
macia contigua al edificio donde residíamos compró un apósi-
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13
La ecuanimidad
Para reflexionar:
¿Qué pasaría si lleváramos a la práctica estos sabios e in-
temporales consejos? ¿O no lo vais a hacer porque “es peca-
do”, o porque no se ajustan a los sutras budistas? ¿Qué es real-
mente lo más importante en todo esto?
Si os encontráis a un herido grave tirado en la calle, ¿deja-
ríais de prestarle los primeros auxilios por el simple hecho de
no pertenecer a vuestra religión? Entonces, ¿por qué tanto es-
crúpulo moral? ¿Vais a dejar por ello de ser buenos cristianos,
fieles musulmanes, racionales ateos o mejores budistas? ¿Qué
es lo que cambia?
Seamos valientes y desafiemos la estrechez mental y el fana-
tismo ciego. ¿No nos damos cuenta de que lo importante son
“los otros”, no “mis opiniones”?
44
14
No encasillar a nadie
Para relfexionar:
A ver, ¿te gusta que te "encasillen"? Entonces… ¿Por qué en-
casillas a otros? ¿Somos, acaso, objetos de una sola cara? ¿O
somos seres poliédricos, parecidos a espejos fractales que refle-
jan a los demás en sí mismos?
Por el simple hecho de encasillar, ya te encasillas como…
“encasillador”. ¡Qué horrible! ¿Verdad? ¡Ay, que vil miopía egó-
latra la que nos invade! Encasillar nos da la impresión de elevar-
45
15
Sobre la muerte
El sentido de la felicidad
Para reflexionar:
Quizá podemos empezar reflexionando sobre estas pala-
bras del actual Dalai Lama: «Imagínate si todos viviéramos
pensando únicamente en nosotros. Sufriríamos de gran mane-
ra. Cuanto más pensemos en los demás, más felices seremos».
Ahora cierra los ojos e imagina que sólo te queda un minu-
to de vida. Analiza tu existencia, de forma sincera. ¿Cuál es el
verdadero significado de la felicidad?
47
16
Apegos y protocolos sociales
Para reflexionar:
«Aprender acerca de uno mismo es olvidarse de uno
mismo. Olvidarse de uno mismo es estar iluminado por todas
las cosas del mundo. Estar iluminado por todas las cosas del
mundo es prescindir del cuerpo y de la mente propias» (maes-
tro zen Dogen).
La doctrina del zen hace énfasis en los siguientes funda-
mentos de sus enseñanzas: La recuperación de la simplici-
dad y la posibilidad de hallarlo todo, paradójicamente, al
perderlo todo.
Debemos deshacernos de todas las imágenes ilusorias conti-
nuamente repetidas sobre las que se ha cristalizado durante
tanto tiempo nuestra voluntad y que nos han sumergido en
tantas angustias y preocupaciones. Esto implica olvidarnos de
nuestro “Yo”, origen del sufrimiento. Y para ser humildes, sen-
cillos y olvidarnos del “Yo” debemos trascender las “nomina-
ciones”, la "pompa y el boato espiritual".
Podemos utilizar los títulos como “lenguaje que une”, pero
nunca deberíamos usarlos como fronteras que separan y diferen-
cian. Y mucho menos como “armaduras sutiles de la vanidad”.
50
17
El 1% de esperanza:
pocos podemos hacer mucho
súbitamente
E
S OBVIO QUE LA HUMANIDAD NO VA A CAMBIAR
hacia un nivel de conciencia ética que le permita sobrevivir
a este caos social, económico y ecológico que vivimos y su-
frimos. Y no se trata sólo de sobrevivir, sino de hacernos respon-
sables de cada acto. Nuestras acciones interactúan con el entor-
no y el resto de las personas, ya sea para bien o para mal, y éstas
a su vez responden a dichos actos generando respuestas que,
como bolas de billar, acaban por afectarnos a todos.
El físico John Wheeler afirma que no sólo tenemos un rol
en lo que él llama un “universo participativo”, sino que está
convencido que desempeñamos el papel principal. Este cientí-
fico dice que, en esta obra inacabada de creación cósmica,
«somos pequeños fragmentos del un universo que se mira a sí
mismo y que se construye a sí mismo».
Y como prueba de lo que estoy comentando, vamos a leer
con atención este curioso, pero a la vez trascendente experi-
mento. Un experimento que está al alcance de todos:
En 1972, veinticuatro ciudades de los Estados Unidos con
poblaciones de más de 10.000 habitantes experimentaron
cambios significativos en sus comunidades cuando tan sólo
la raíz cuadrada del 1% de su población participó en esta in-
vestigación.
51
Para reflexionar:
¿No es impresionante? Además, está al alcance de todos y
tiene profundas resonancias científicas, sociales y religiosas.
El budismo siempre ha dejado constancia de todo esto, aun-
que ahora tenemos una fórmula matemática para poder
desarrollarlo y comprobarlo estadísticamente. ¿Te animas a
comenzar con un pequeño grupo? Aun siendo un escéptico
(que significa “poner en duda”, nunca negarlo todo sistemá-
ticamente), ¿por qué no lo intentas? No hay nada que per-
der y sí mucho que ganar.
53
18
Ser egoistas
y compasivos a la vez
de la filosofía budis-
L
A COMPASIÓN ES LA PIEDRA ANGULAR
ta, así como en el cristianismo el núcleo es el amor, el
“ágape”. La capacidad de sentir o generar compasión
hacia los seres “sintientes” es una consecuencia del “buda inte-
rior” que habita en cada uno de nosotros, pero que está oscu-
recido u oculto por la ignorancia. Todos participamos de la
misma naturaleza búdica (o “crística”, si lo preferís mejor).
No obstante, debemos describir mejor el enfoque que le
damos a la compasión. En Occidente tenemos inculcado que
la compasión hay que sentirla por el ser que sufre y no por el
que hace sufrir. Visto así es difícil de comprender. Lo voy a
ilustrar con una historia de la tradición zen que ayudará a
aclarar mejor lo que estoy diciendo:
«Un maestro zen se dirigió con sus discípulos a un retiro en
el bosque. Al llegar, los discípulos fueron a buscar leña.
Entonces vieron como un cazador mataba a un ciervo con su
arco y flechas. Al regresar le contaron al maestro la gran com-
pasión que habían sentido por el pobre animal. Al oír esto el
maestro se levantó y dio por terminado el retiro. Se había sus-
pendido porque aún no estaban preparados para progresar,
no comprendían qué era la compasión».
54
Para reflexionar:
En el budismo, es quien genera el sufrimiento el que debe
merecer nuestra compasión y perdón, pues está dirigiendo
contra sí mismo a través de su acción el veneno que destruye
su integridad moral y espiritual. Quien sufre, al fin y al cabo,
no ha realizado nada que dañe su propia humanidad. Al que
sufre hay que ayudarlo e incluso desear, en nuestras meditacio-
nes, “absorber” su dolor y diluirlo en nuestros corazones, en
una maravillosa práctica procedente del budismo denominada
tonglen. Esa es la diferencia. Por eso debemos ser “compasiva-
mente egoístas”, pues al ayudar y sentir compasión por los
demás estamos beneficiando a la sociedad y también, por lo
tanto, a nosotros mismos.
El siguiente paso en nuestra transformación interior será
realizar todo esto sin sentir la necesidad de recibir nada a
cambio, hacerlo todo de forma absolutamente desprendida y
sin apegos. Ese amor incondicional nos conducirá a la libera-
ción del sufrimiento y a la felicidad absoluta.
55
19
Busquemos lo que nos une
y a las doc-
S
I DEJAMOS A UN LADO LOS APEGOS A LAS FORMAS
trinas podemos encontrar lo que une a las diversas reli-
giones. Si leemos con desapego y objetividad diversos
textos cristianos o budistas, saltan a la vista y llaman al corazón
las similitudes. Hay muchos cristianos “sin cruz”, es decir,
ateos o agnósticos que en su comportamiento diario son ejem-
plo a seguir. ¿Por qué tenemos la manía de resaltar las diferen-
cias y no las similitudes? La verdadera espiritualidad es abrir
el corazón y la mente, no cerrarlos ante aquello que no cono-
cemos o no queremos conocer.
Si muchos cristianos leyeran las enseñanzas de Buda y los
budistas las palabras de Cristo, se abriría una puerta a la ver-
dadera espiritualidad, y todo ello sin renunciar a las creencias
de cada uno. Hay un texto zen que define muy bien lo que
acabo de decir:
Un monje budista del maestro Gasan visitó la universidad
en Tokio. Cuando regresó, le preguntó al maestro si alguna
vez había leído la Biblia cristiana. «No», respondió Gasan,
«por favor léeme algo de ella». El monje abrió la Biblia en el
Sermón de la Montaña y empezó a leer. Después de leer las
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20
Aborto
Sufrimiento y comprensión
¿Qué es el Yo?
Nuestros juicios sobre las cuestiones diarias dependen en
gran medida de la forma en que “conceptualizamos”. En la
cultura occidental observamos a los individuos como “unida-
des autónomas”. La mayoría de las religiones enseñan que
estas unidades autónomas están dotadas de un alma. Ya he
mencionado la doctrina de la anatman. Según esta doctrina,
lo que consideramos como nuestro “Yo” es una creación
temporal de los skandhas . Los skandhas son atributos o
forma: los sentidos, la cognición, la discriminación, la con-
ciencia… que se unen para crear un distintivo ser vivo.
Como no hay alma que tiene que transmigrar de un cuerpo
a otro, no hay “reencarnación” en el sentido usual de la pa-
labra. El renacimiento se produce cuando el karma creado
por una vida pasada se traslada a otra vida. La mayoría de
las escuelas de budismo enseñan que la concepción es el ini-
cio del proceso de renacimiento y que, por tanto, marca el
comienzo de la vida de un ser humano.
60
Para reflexionar:
Como sacerdote cristiano nunca podré aceptar el aborto y
como instructor de filosofía budista tampoco, aunque entre
ambas disyuntivas puede existir una respuesta común, no
exenta de polémica, lo sé, pero a la que he llegado de forma
progresiva tras conciliar “moral” con “meditación”, “creencia”
con “reflexión activa”. Se trata de mi opinión basada en mi fe
y experiencia. No se trata de culpar a nadie. Se trata de res-
ponsabilizarnos de nuestros actos y ayudar siempre a quien lo
necesite. Detrás de cada aborto hay un drama personal o un
comportamiento egoísta irreflexivo, nos guste o no. No debe-
mos posicionarnos desde “trincheras” ideológicas, que sepa-
ran en lugar de buscar soluciones. Tampoco del manido “yo
decido sobre mi cuerpo” o “yo decido por ti”. Hay un camino
que, en mi opinión, debería exaltar la vida, la comprensión y
la ayuda mutua.
La pregunta clave podría ser: ¿Qué podemos hacer antes
de abortar? ¿Qué podemos hacer para evitar el sufrimiento?
62
21
Dolor y sufrimiento
no son lo mismo
E
L MONJE
dolor de cabeza crónico: «Me ha ayudado a desarrollar
paciencia, coraje, determinación, la ecuanimidad y la
compasión». Cuando deja de preocuparse por su migraña, ésta
se vuelve más tolerable. La contemplación le ayuda a observar
el dolor de manera desapasionada, sin asociarse con él, y
añade: «La herramienta más poderosa que he encontrado para
mitigar el impacto del dolor es una fórmula de meditación que
consta de frases cortas repetidas muchas veces y proviene de los
discursos de Buda: ‘Todos los sentimientos de dolor pasados,
presentes o futuros, todo sentimiento de dolor centrado en
mí… no es mío. No yo, no yo, no yo’».
La maestra zen Darlene Cohen vive con artritis reumatoide
severa, y también es una sobreviviente del cáncer. Darlene en-
seña a otros cómo encontrar «consuelo y apoyo en los detalles
cotidianos de nuestra vida cotidiana, centrados en lo que hay
de positivo en ella». El dolor no debe “cegarnos” ante lo bello y
bueno que hay en nosotros o en nuestra vida. El profesor de
meditación Vipassana Shinzen Young dice que el dolor puede
ser manejado con habilidad. A través de la meditación, se
puede calmar la resistencia, la agitación y la impaciencia con
63
Para reflexionar:
Dolor y sufrimiento no son lo mismo. Puede haber sufri-
miento sin dolor… o dolor sin sufrimiento… o ambos juntos
en una misma vivencia personal. Por ejemplo: podemos sentir
dolor al someternos a una intervención quirúrgica y al consi-
guiente posoperatorio para extirparnos un riñón que vamos a
donar a un enfermo grave, pero no sufrimos porque nuestra
mente está inmersa en una inmensa sensación de gratitud y
compasión.
Por ello el budismo dice que el dolor es inevitable pero el
sufrimiento sí que puede ser trascendido y erradicado de
nuestras vidas. Y el camino es practicar las Ocho Nobles
Verdades y hacer de la meditación un hábito diario.
22
Cómo empezar a vencer la ira
La ira es autoindulgente
La ira es desagradable, pero seductora en muchas ocasio-
nes. En una entrevista realizada en los Estados Unidos a la
maestra budista Pema Chödron ella comenta: «Hay algo deli-
cioso en la búsqueda de la culpa por algo». Especialmente
cuando se trata de nuestro ego (que es casi siempre el caso).
El budismo enseña que la ira no se justifica. Nuestra prácti-
ca es la de cultivar metta, una bondad amorosa hacia todos los
seres que está libre de apego egoísta. “Todos los seres” incluye
el tipo que acaba de bloquearte la salida del garaje, el compa-
67
23
Las 5 reglas
del budismo tibetano
L
– Libera tu mente de preocu-
IBERA TU CORAZÓN DE ODIO
paciones – Vive humildemente – Da más – Espera
menos.
Para reflexionar:
Estas cinco reglas están relacionadas, si os fijáis bien, con
los llamados “venenos” del budismo tibetano. Todas las ense-
ñanzas budistas están relacionadas. La primera regla, “libera
tu corazón de odio”, nos aconseja apartarnos de uno de los
tres venenos principales, el odio. “Libera tu mente de preocu-
paciones” reitera la importancia de no conceder tanta impor-
tancia a las situaciones y los pensamientos y tener más presen-
te la relatividad intrínseca de todos los fenómenos. Analizando
la tercera, vemos que la humildad es el antídoto al veneno del
orgullo. Vamos ahora a la cuarta regla para la felicidad: ésta
habla de la generosidad con una buena motivación, la no-ego-
ísta. Esto es vital. Lo importante es el acto de dar (sin la inten-
ción de recibir), por eso, lo importante es que ofrezcamos
cosas que nosotros creemos valiosas e importantes. Ya que
71
24
La frugalidad:
una meta espiritual
Para reflexionar:
Aquí encontramos la verdadera frugalidad, que consiste en
no desperdiciar nada. En este mundo de codicia, en el que se
tiran tantas cosas a la basura cuando aún pueden tener utili-
dad, el budismo nos indica un camino ecológico y espiritual.
A los niños debemos educarlos en setsuyaku, la frugalidad,
que es una virtud que debe aprenderse en la infancia con el
ejemplo familiar como referente y como modelo. No es una
defensa a ultranza de la “tacañería”, se trata de necesitar lo
justo y saber hacer buen uso de las cosas. Sólo eso.
Necesitamos demasiadas cosas y esto nos hace más pobres.
El cristianismo nos muestra también ese camino. En el cris-
tianismo la frugalidad es compatible plenamente con los bue-
nos gustos, la buena educación, la generosidad, el ahorro, la
responsabilidad, el dominio de la voluntad, etc. La frugalidad
es la antítesis de la gula, el desenfreno, la falta de moderación,
el despilfarro, los antojos, los caprichos, la vanidad, la codicia
y la ostentación.
En conclusión, digamos que hay un consumo de bienes ma-
teriales útiles e indispensables, ya que se trata de medios nece-
sarios para el bienestar material y espiritual de la persona,
pero otra cosa es el despilfarro absurdo y antinatural de esta
sociedad en la que vivimos.
En este mundo en “crisis” (¿cuándo no lo ha estado?) pode-
mos (debemos) aprender urgentemente a valorar las cosas y a
reutilizarlas.
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25
Esquivando codazos, envites
y empujones “reptilianos”
describe ciertos
E
L TÍTULO QUE ENCABEZA ESTE CAPÍTULO
comportamientos que empiezan a ser un común denomi-
nador en nuestro convivir diario.
Cuando digo “reptiliano” me refiero a esa parte del cerebro
primitivo que sólo se rige por las emociones más básicas y es
profundamente egoísta e insolidario, típico de los reptiles, y
del cual tenemos reminiscencias evolutivas en nuestro entra-
mado cerebral (aunque predomina en algunos humanos más
que en otros). Vamos a poner varios ejemplos:
Sales a la calle tranquilamente y conforme te vas cruzando
con otros viandantes debes ir esquivando o haciendo “fintas” sin
perder los reflejos, para evitar que otros peatones te empujen, te
embistan sin miramientos, sin hacer un ligero ademán cívico y
solidario de apartar ligeramente ese brazo o ese bolso para que
no impacte contigo. ¡Qué va! “¡Apártate tú!” es la norma impe-
rante. No importa que el que viene de frente venga sólo o en un
apretado conjunto de acompañantes amurallados cual legión ro-
mana; ni un ligero gesto de desviar un poco el codo, la mano…
qué va. Si no lo haces tú… ¡Plaf! Encontronazo y a seguir cami-
nando hasta el siguiente “punto de encuentro”.
Y no hablemos de los centros comerciales, de los carritos de
la compra usados a modo de cuadrigas por hombres y mujeres
76
26
Libertad de pensamiento
Un laxante espiritual
Para reflexionar:
Liberarnos de la inteligencia para alcanzar la sabiduría,
¡menuda paradoja! ¿No es cierto? Por lo menos, eso sugiere el
zen. ¿Hacia dónde nos lleva ese “reduccionismo” psicológico?
Bien, de acuerdo, regresemos a nuestro mundo de “sólidas”
creencias. Dejémonos acariciar por la túnica azafrán o la cruz
de madera que nos ofrecen consuelo y sentido. O galardona tu
ego con la medalla del ateísmo liberador, “religiosamente dog-
mático” en el fondo. ¿Es acaso una herejía? ¿Un atentado a tu
concepto de lo que “debe ser”? Entonces… ¿por qué te cuesta
realizar este sano ejercicio?
Yo lo considero un enema o “lavativa espiritual” que refuer-
za la libertad interior. Nos hace más valientes y tolerantes. Ya
veis, no he nombrado versículos, ni sutras, ni suras. No. Para
ser libres hay que despojarse de “nominaciones”; así, si cree-
mos en lo que sea, será “de verdad”, con plena coherencia.
Yo me siento así más plenamente sacerdote, yogui, cons-
ciencia pura… y todo eso, insubstanciales en sí mismos, con-
vergen en el Uno. Un Vacío-Vacuidad que es Todo: Dios (a mi
entender). No dejes nunca de practicar de vez en cuando este
ejercicio, quizá te haga (nos haga) más humildes y tolerantes.
Recuerda: La arrogancia es el disfraz que utiliza el ego que
nos impide desnudarnos de conceptos y actitudes preconcebi-
das. Y el miedo es el “cemento” que nos aferra a comporta-
mientos que nos esclavizan; en el samsara, en el "infierno"...
¡qué más da!
Vive y sé valiente. “Mata a tus dioses” para “resucitar” in-
maculado y sin ceguera ilusoria. Si tienes miedo a perder la
fe... es que no la tienes.
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27
Meditaciones diarias
Una puerta a la paz mental
28
Los modales cívicos
Para reflexionar:
Queridos amigos, sonreíd siempre y sed amables: “Buenos
días”, “¿es usted tan amable de...?”, “gracias”, “le deseo lo
mejor”, “que tenga un buen día”… Lo que importa es la inten-
ción en lo que dices, no la respuesta que recibes.
Como bien dice Erwin Laszlo: «Nuestro estado de separa-
ción es una falsa ilusión; somos partes interconectadas del
todo, somos un estanque con movimiento y memoria. Nuestra
realidad es mayor que tú y yo, y que todas las embarcaciones
que surcan estas aguas, y que todas las aguas que navegan».
Y eso que no he hablado de los niños. Asunto serio y de
profundo análisis la educación que reciben también muchos
peques. El maestro budista Sangharákshita lo ha reflejado muy
certeramente en sus consejos a los padres:
«Los niños deben ser educados para que tengan en cuenta
los sentimientos de los demás. De otro modo, lo pasarán muy
mal en el mundo más adelante. Puede ser que tú aguantes ra-
bietas, mal comportamiento y conductas desconsideradas,
pero el mundo no les aguantará tales cosas. Investigaciones re-
cientes han identificado una relación definitiva entre la mala
educación y la delincuencia juvenil, lo que sugiere que la parte
de la socialización que consiste en inculcarles a los niños
buena educación no ha de ser subestimada».
En una sociedad en crisis, donde la educación de los hijos
juega un papel fundamental, el budismo nos puede orientar
en la forma adecuada de hacerlo. El budismo “fuera de los
templos” puede ofrecernos válidas respuestas para la vida coti-
diana, sea uno o no practicante budista.
Por eso en el Óctuple Noble Sendero del Budismo encon-
tramos Shila (la conducta ética) y en ella se hace referencia a
(v c • v c ): «Hablar correcto: Abandonando el hablar irres-
petuoso, se abstiene de hablar irrespetuoso. Habla palabras
que son tranquilizadoras para el oído, que son afectivas, que
van al corazón, que son educadas, atractivas y placenteras para
la gente en general». ¡Qué sabios y pedagógicos consejos!
En el cristianismo también hay sabios consejos si leemos las
Escrituras con el corazón y la razón.
83
29
Animales humanizados
y humanos animalizados
Para reflexionar:
Pero en todo caso, ¿quién humaniza a quien? Muchos anima-
les nos hacen más humanos, a pesar de las “ilusorias” distancias
genéticas. Debemos aprender a desarrollar un amor incondicio-
nal, no sólo a la “humanidad”, sino a todos los seres que sienten.
85
Para reflexionar:
Los cuidados y el amor hacia los animales nos hacen de-
mostrar mayor empatía y actitudes positivas hacia ellos, así
aprendemos a actuar de la misma manera con las personas.
Numerosos estudios han demostrado, por ejemplo, que
cuando los acariciamos la tensión arterial se reduce, además
de producir efectos sedantes en nuestro organismo. Ellos son
un verdadero antídoto contra el estrés y una fuente inagotable
de amor. Su compañía también estimula el contacto físico y la
comunicación; casi todos los dueños le “hablan” a su mascota y
la conversación resulta más relajante debido a una sencilla
razón: los animales no juzgan a las personas.
88
30
Apegos y posesiones
¿Qué es lo que te pertenece?
Para reflexionar:
Deberíamos meditar sobre estas palabras extraídas de dos
tradiciones vivas y vigentes:
«Lo que no sea tuyo, abandónalo. Cuando lo hayas abando-
nado, esto te conducirá al bienestar y a la felicidad» (Buda,
Los discursos conectados).
«Así que, todo lo que queráis que los hombres hagan por
vosotros, así también haced por ellos» (2. Mateo 7:12).
90
31
El amor incondicional
32
Consejos budistas
para papá y mamá
Restringe la televisión
Es difícil, por no decir imposible, mantener un estado men-
tal claro y positivo –mantener la atención consciente, diría el
budista– a menos que hagas algo que limite la medida en que
absorbes todo el estimulante bombardeo de información de la
vida moderna. Y, por supuesto, hoy en día mucho de este
viene de la televisión. Hay un gran debate en marcha sobre si
hay o no una conexión causal entre la violencia tal y como se
93
Socializa a tu hijo
Este es un punto sobre el que quiero insistir. Tus hijos no te
pertenecen a ti sólo. No son simplemente miembros de tu fami-
lia. Ellos son, o serán, miembros de la sociedad, parte de una
comunidad más amplia, y han de ser educados, incluso entrena-
dos, de modo que puedan funcionar de un modo positivo como
miembros de la sociedad. De nuevo, esto trae consigo el ejerci-
cio de cierta disciplina. Por ejemplo, los niños deben ser educa-
dos para que respeten la propiedad ajena y para que tengan en
cuenta los sentimientos de los demás. De otro modo, lo pasarán
muy mal en el mundo más adelante. Puede ser que tú aguantes
rabietas, mal comportamiento y conducta desconsiderada, pero
el mundo no aguantará tales cosas.
Luego socializa a tus hijos. No se los impongas a los demás.
Se ve a padres hacer esto. Jaimito o Mari se están portando
mal y siendo muy desconsiderados con otras personas, pero
los padres sonríen con indulgencia –¡Ah! es así la pequeña, o
el pequeño– y los demás deben aguantarlo y pensar que son
una dulzura de niños. De hecho, los demás es mucho más pro-
bable que piensen “qué crío más espantoso”.
La buena educación no está de moda hoy en día, asociada
como está con valores burgueses, con la educación de la clase
media y todo ese tipo de cosas; la tendencia es a tirar “el
bebé” de la buena educación “con el agua sucia del baño” de
la moda sociológica. Pero tenemos que hacer lo que podamos
para recuperar al “bebé”. Investigaciones recientes han identi-
ficado una relación definitiva entre la mala educación y la de-
lincuencia juvenil, lo que sugiere que la parte de la socializa-
ción que consiste en inculcarles a los niños buena educación
no ha de ser subestimada.
96
33
Amar al prójimo
Palabras de Cristo y Buda
34
Cómo ser monjes urbanos
H
AY
una vida parecida a los monjes zen sin necesidad de
tener que convertirse en uno de ellos:
1. Una cosa cada vez. Es parte de la vida de un monje <en,
una tarea, nada de multitareas. Un proverbio zen dice:
«Cuando camines, camina. Cuando comas, come».
2. Hazlo pausadamente y con propósito. Aunque hagas una
cosa cada vez, pueden realizarse aleatoriamente y con precipi-
tación. Por el contrario, tus acciones deberán ser razonadas y
realizadas con pausa, así ganarás en concentración.
3. Hazlo de forma plena. Centra tu mente en la tarea y
complétala antes de pasar a la siguiente. Si algo queda inaca-
bado, aparta la tarea completamente no dejando ningún res-
quicio. Si preparas un bocadillo, no lo comas hasta que hayas
recogido y limpiado todo lo que utilizaste para prepararlo.
4. Haz menos. Un monje zen no tiene una vida perezosa.
Se levanta pronto y trabaja durante todo el día, pero no gene-
ra una lista de tareas sin acabar. Realice las tareas que realice
serán esas y ninguna más. Menos tareas significa poner tu
atención en ellas y las realizarás plenamente. Muchas tareas
programadas harán que saltemos de una a otra rápidamente
sin pensar y sin concentrarnos en ellas.
98
35
Idiotas o compasivos
Para reflexionar:
Imagínate vivir sin compasión pensando únicamente en ti.
Imagina un mundo sin sonrisas. Imagina que el dolor, el odio
y el sufrimiento puede ser eliminado… Imagina que tú eres
parte de la solución.
«Cuanto más pensemos en los demás, más felices seremos»
(Dalái Lama).
«Amar a los demás no significa olvidarnos de nosotros»
(Dalái Lama).
«Ama al prójimo como a ti mismo» (Cristo).
102
36
Suerte, destino y responsabilidad
37
La falacia de la autoridad
o incorrec-
U
NA FALACIA ES UN RAZONAMIENTO NO VÁLIDO
to, pero con apariencia de razonamiento correcto. Es
un razonamiento engañoso o erróneo (falaz), pero que
pretende ser convincente o persuasivo.
Estamos rodeados de falacias, y la que más abunda es la de-
nominada falacia de autoridad o falacia ad verecundiam, es
decir, cuando se apela a la autoridad de alguien para apoyarse
en lo que se pretende defender.
Es preciso observar que en algunos casos puede ser legíti-
mo recurrir a una autoridad reconocida en el tema, pero no
siempre es garantía.
En primer lugar, me gustaría, amigo lector, que reflexiones
siempre sobre lo que lees y no te dejes convencer fácilmente
de cualquier cosa “porque lo diga una autoridad”.
A menudo justificamos una creencia porque lo dice “tal o
cual” persona, maestro, doctor o sabio en la materia.
Analicemos siempre si la confianza en la autoridad está justifica-
da. No olvides que la publicidad o los intereses políticos, religio-
sos y económicos nos manipulan apelando siempre a la autori-
dad de alguien. Pregúntate siempre “¿por qué?” ¿Puedes
afirmar que la autoridad de esa persona es imparcial? ¿Su opi-
nión es consecuente con el de otras autoridades en la materia?
105
Para reflexionar:
Un sano ejercicio de imparcialidad es aplicar la “falacia de la
autoridad” a las convicciones de uno mismo, a lo que supuesta-
mente sabemos que “es así”. Ganaremos en libertad y desarro-
llaremos una sana crítica que nos será muy útil para defender-
nos no sólo del engaño y manipulación política, religiosa,
comercial o sanitaria, sino también del control totalitario del
pensamiento único o de lo “políticamente correcto”.
Aprender a pensar de forma eficaz debe ser una labor cons-
tante y no debemos bajar la guardia nunca, sobre todo cuando
nos encontremos además con la falacia ad hominem (dirigida
contra el hombre), que es un «razonamiento que, en vez de
presentar razones adecuadas para rebatir una determinada
posición o conclusión, se ataca o desacredita la persona que la
defiende». Unid ambas formas de falacia y observad a la socie-
dad de información en la que nos movemos. “Desmenuzad”
las parcelas de vuestra realidad y analizad la información que
os llega, sea por el medio que sea.
Sed como un crisol alquímico en el que vais eliminando las
“impurezas” del engaño interesado. «La Verdad nos hará li-
bres».
106
38
Otra forma de ver la virtud
Virtudes en negativo
“en positivo”.
S
IEMPRE NOS PONEMOS METAS ESPIRITUALES
Dirigimos nuestra atención y esfuerzo a ideales que mu-
chas veces nos emocionan, pero a la vez desaniman.
Surge entonces el conflicto entre una y otra fuerza cognitiva.
Sí, nos desmotivamos al comparar esos ideales con los po-
bres logros obtenidos en nuestras vidas.
Pero a lo mejor podemos encontrar un camino interme-
dio que nos estimule a superar pequeños obstáculos. Quizá
podemos convertir las dificultades en peldaños que nos ele-
ven a esas virtudes que muchas veces creemos inalcanzables.
Paso a paso. Sin que apenas nos demos cuenta de lo mucho
que estamos haciendo. ¿O se trata de verlo desde una nueva
perspectiva?
Analicemos las objeciones y añadamos las acotaciones nece-
sarias. Veamos unos pocos ejemplos:
* No amas incondicionalmente a todo el mundo, pero
procuras por lo menos no odiar a nadie.
* No has controlado tus palabras, pero ya no sale de tu
boca maledicencia.
* No eres totalmente sincero, pero no mientes para ocultar
tus intereses.
107
Para reflexionar:
Bueno, respiremos y avancemos juntos en este camino espi-
noso que a todos nos iguala, tarde o temprano. La humildad
es la virtud que convierte en positivo lo negativo.
«La fe es variable entre las personas y también varía en uno
mismo con el tiempo; siendo ésta: suave, moderada o intensa.
En tal sentido es variable el resultado» (Patanjali).
109
39
Apegos espirituales y profanos
no son Dios;
E
L ROSARIO CATÓLICO O EL CHOTKI ORTODOXO
la “mala” budista no es Buda; el lenguaje no son las pala-
bras. ¿Que unifica y trasciende todo esto? La intención.
Si nos apegamos al objeto por encima del sujeto surge el
conflicto, la separación y la confusión. En definitiva, una torre
de Babel cimentada en los egos personales y en sufrimientos
recursivos.
¿Cuál es el mejor lenguaje para definir “algo”? ¿El sánscri-
to? ¿El arameo? ¿El español? ¿El inglés? Si defino me identifi-
co, a favor o en contra, pero asigno de antemano un valor a
mi creencia.
Para reflexionar:
El fin debería ser trascenderlo todo para intentar ser: más
compasivos; más observadores; más silenciosos; más atentos;
más presentes y más tolerantes. Los objetos y los símbolos son
herramientas de las cuales hay que desprenderse para poder
alcanzar el Conocimiento. Igual que la ropa, cuando vamos a
entregarnos al placer amoroso del sexo sagrado.
110
40
Leer sin prejuicios
que por
S
IEMPRE COMENTO EN MI CÍRCULO DE AMISTADES
leer, «leo incluso las Páginas Amarillas». En el ámbito es-
piritual debemos comenzar cualquier lectura de forma
razonada y libre de prejuicios.
¿Alguien ha leído el Corán? ¿El Bhagavad Gita? ¿El Lam
Rim budista? ¿La Torá ? ¿Los Aforismos de Patanjali? ¿La
Biblia cristiana?
Cuando hablamos de fe y de creencia nos movemos en un
terreno delicado, pues la emoción ciega la visión razonada;
tendemos por tanto a defender “mi verdad” por encima de “tu
creencia”. Pura apologética.
Y peor aún, a juzgar dicha creencia a través del comporta-
miento de los hombres que la sostienen, ya sea en el presente
o en el pasado. Ninguna doctrina está libre de culpa. La causa
de esta distorsión es el apego a la doctrina misma y no al refe-
rente espiritual o de vida que yace en su raíz.
Si lo que lees te hace más libre y fomenta el mayor bienes-
tar posible con el resto de los seres vivientes, ese es el camino a
seguir, se llame como se llame.
Antes de que construyamos un hecho moral debemos crear
un modo ético de razonamiento.
112
Para reflexionar:
Leamos éticamente, con reflexión y alejamiento emotivo.
Analicemos si lo que estamos leyendo o hemos leído se ajusta al
principio del “bien común” del que he hablado antes. Voy a po-
neros un ejemplo de lectura espiritual y al final de la misma su
procedencia. Seguro que vais a descubrir valiosas enseñanzas sin
que intervengan los prejuicios, como probablemente ocurriría si
antes os indico autor y libro al que pertenecen.
«Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de
los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que re-
suena o un platillo que retiñe.
Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los
misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe
capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los
pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor,
no me sirve para nada.
El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no
hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su
propio interés, no se irrita, no tienen en cuenta el mal recibido,
no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El
amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo so-
porta. El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don
de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá; porque nuestra
ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
113
41
La venganza
¡Destruir al enemigo!
Para reflexionar:
¿Preparado? Pues ponle entonces una cara y un nombre (si
lo sabes) a tu enemigo. Míralo fijamente. ¿Qué deseas hacerle?
Puedo proponerte algunos ejemplos:
–Pégale un puñetazo en la cara.
115
–Muérdele en un ojo.
–Clávale un puñal en el pecho.
–Estrangúlalo con tus manos.
–Rocíale de gasolina y quémalo.
–Destrózalo con un bate de beisbol… ¿Te sientes mejor?
Quizá sí, pues la mente se enfrenta a sus propios engaños. Se
“retroalimenta” de ideas preconcebidas.
Aún no hemos terminado. Pasemos a la segunda parte:
–Trata de observar su sufrimiento, sus gritos, su expresión
de pánico, su rostro contorsionado por la súplica… ¿Te sientes
mejor? ¿O deseas seguir destrozando a tu “enemigo”?
Ahora trata de alejarte un poco de él y siéntate en el suelo,
junta tus manos frente al corazón y cierra tus ojos. ¿Quién es
tu enemigo? ¿Qué tenéis en común?
Sí, aléjate de emociones perturbadoras que distorsionan la
realidad. ¿Qué crees que tenéis en común? Medita una y otra
vez esto: ¿Que os une por encima del “hecho diferencial”?
¿Qué le hizo ser así? ¿Qué es lo que te hace reaccionar así?
Bien, ahora mírate fijamente en un espejo y di sinceramen-
te: ¿Qué es lo que sientes?
Si el fuego de la ira se ha debilitado o te sientes confundi-
do… ¡Magnífico! Has destruido al enemigo.
116
42
El ‘efecto mariposa’
en la vida cotidiana
N
OS HACEMOS MÁS HUMANOS
de nuestro ombligo para mirar con humildad a los
demás a los ojos.
Como norma deberíamos tratar de corregir las pequeñas o
grandes heridas que hayamos podido infligir, consciente o in-
conscientemente, a cualquier ser “sintiente”.
Ejemplos hay muchos en nuestro entorno: esa mala palabra
al vecino; ese acto de ira irrefrenable; esas ansias de “cotille-
ar”; ese impulso por destruir la reputación de determinadas
personas; los deseos compulsivos de subir por encima de los
demás sin importar los medios; la envidia, el resentimiento, el
egoísmo, los apegos materiales…
Podemos también corregir muchos errores y defectos gra-
cias a la crítica hiriente de los “enemigos”.
En mi caso os aseguro que soy más consciente de todo lo
que puede desencadenar sufrimiento propio y ajeno. Un buen
método es la reflexión interior y “pedir perdón” en silencio, al
tiempo que nos hacemos la firme intención de reparar el daño
producido. Es algo tan sencillo como una llamada telefónica a
la persona agraviada, o simplemente no volver a cometer la
acción que ha desencadenado el mal cometido. Porque… ¿qué
ganamos regocijándonos en el dolor ajeno? Todas nuestras ac-
117
Para reflexionar:
Nadie es perfecto, pero todos podemos aspirar a ser mejores
personas. Reflexionemos sobre las implicaciones de nuestros
actos y del poder de las palabras. Meditemos analíticamente.
Porque al igual que la ira, la envidia o las ganas de hacer
daño pueden ser el germen de una desgracia, también una
buena palabra, una sonrisa, un abrazo o simplemente refrenar
un impulso negativo pueden ser sencillas acciones que salven
una vida y al mismo tiempo “te salve a ti”.
Nada nos hace más grandes que reconocer lo pequeños que
somos en este inmenso Universo, que a su vez intenta com-
prenderse a sí mismo. Alimentar el ego con la ira solo traerá
destrucción a nuestras vidas. El veneno del odio es la mayor
fuerza destructiva de la humanidad.
Comencemos con un breve análisis de nuestro comporta-
miento diario seguido de un propósito de cambio. Los resulta-
118
43
Corrupción, corrupto, corrompido
Espasa-Calpe
E
L DICCIONARIO DE L A LENGUA ESPAÑOL A
(2005) define así los siguientes términos:
–Corrupción:
f. Soborno o cohecho: corrupción de los altos cargos del
Gobierno.
Perversión o vicio: corrupción de costumbres, de menores.
Alteración de la forma o estructura de algo: corrupción de
la materia orgánica.
corrupto, ta
p. p. irreg. de corromper.
adj. Que está podrido.
adj. y s. Que se deja o se ha dejado sobornar o pervertir.
En nuestro país (como en otros) aumenta de forma alarman-
te la corrupción política. Es un cáncer del que sólo vemos sus
efectos visibles. Y no solamente en la clase política, tan denosta-
da (en muchos casos con razones de peso). Hay corrupción
entre empresarios, abogados, médicos, sacerdotes, periodistas,
obreros, estudiantes y en general cualquier persona con uso de
razón que haya perdido parte de la empatía, es decir, de la reso-
nancia afectiva desde sí mismo hacia su entorno inmediato.
120
44
El sentido de la unidad
S
I EL BUDISMO NO PERMANECE UNIDO
escuelas, maestros y linajes, es probable que en el fu-
turo sólo quede de él una ética humanista barnizada
de orientalismo y algunas meditaciones y mantras de folcló-
rico reclamo. Que ya es mucho. Mahayana, Hinayana… ¿en
cuál de estas ramas late el Buda? ¿Dónde se esconde la bu-
deidad?
Lo mismo ocurre con el cristianismo, dividido en mu-
chas ramas de un mismo árbol, enfrentadas entre sí pero
defensoras del mismo libro: la Biblia. Separado por las di-
versas interpretaciones y las variadas liturgias que tratan de
ser un pobre intento de alcanzar la divinidad, encorsetada
férreamente por las cadenas de la soberbia humana. El
cisma de Oriente-Occidente, la Reforma de Lutero,
Calvino, protestantes, anglicanos, católicos, pentecostales…
«Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen». ¿Dónde
está el legado de amor del Cristo Vivo y Eterno? ¿Dónde
está la llamada fraternal a ser todos un único cuerpo místi-
co en Cristo?
122
Para reflexionar:
Disgregar, dispersar, ceder… coligar, unir, formar. Una
ley universal que nos está diciendo que si cedes te transformas
en algo mucho más grande. Disgregas y dispersas el ego (los
apegos) para formar parte de algo mucho mayor y sublime
que la débil realidad de un efímero “Yo”, separado del entra-
mado multidimensional y trascendente de lo que llamamos
“Universo” – “Dios” – “Lo que Es y Da Forma a lo que Es”.
El psicoanalista J. Lacan afirmó que el inconsciente está es-
tructurado como un lenguaje. Lacan intuyó que al inconscien-
te le es imposible representar los objetos reales de manera
completa y absoluta en el lenguaje, pues aparece así la división
y las luchas dialécticas por defender la “verdad”, “mi” verdad.
Sabemos, según Lacan, que el individuo es el sujeto del
“deseo”, que es, según este genial pensador, «la esencia del
hombre». Este “sujeto”, una vez entrado en el lenguaje, queda-
rá dividido y de esa separación surgirá el conflicto. ¡Vaya!
Lacan y Buda se dan la mano en un camino zen.
Debemos morir “como entidades del lenguaje”, como “in-
dividuos” que no se integran en el “polividuo” para alcanzar la
“talidad” (lo que está más allá del dualismo).
Morir no significa “ser nada”, sólo abrirse a una realidad su-
perior, distinta de la estructurada y tridimensional realidad que
conocemos, para comprender sin palabras ni conceptos, para
orar con el corazón, en silencio compasivo y alejado del “Yo”.
Para emitir el mantra Om, que no sale de la garganta, sino que
resuena en ti, porque es el Universo (tú) quien lo hace real a tra-
vés de la puerta abierta del Amor y de la renuncia.
123
45
Sobre el uso del tiempo
Para reflexionar:
El día tiene veinticuatro horas con sus correspondientes mi-
nutos y segundos. Y los días pasan, las semanas vuelan y los
124
46
Engaños, traiciones y desamores
R
ECUERDA AQUELLOS TIEMPOS
los ojos y reconoce el dolor que has causado. Recuérdate
que has provocado el sufrimiento de esta persona que
amas. Si puedes admitir tus propias faltas, si puedes ver lo dolo-
rosas que fueron tus acciones y aprovechar una sensación de pre-
ocupación por el bienestar de tu pareja, entonces fluirán la com-
pasión y la amistad amorosa» (Bhante Henepola Gunaratana).
Estas palabras son un sabio intento de hacernos responsa-
bles de nuestros actos como pareja. Pueden utilizarse como
una “medicina poderosa” para sanar las heridas, en uno
mismo o en los demás. Ante el desamor, el engaño o la traición
podemos optar por “victimizarnos de forma penitente” o elevar-
nos por encima del dolor para alcanzar la liberación del perdón
universal. Seguro que en alguna ocasión hemos sido inductores o
causa de dolor en otras personas.
Para reflexionar:
Debemos responsabilizarnos de esos actos sin excusas. Que
no te den el perdón no significa que no estés perdonado. Lo
126
47
La muerte, escuela de vida
Dios y la muerte
Hace años tuve que acompañar en su agonía a Verónica, por
expreso deseo de ella y de su madre. Verónica falleció en un
hospital de Vigo con diecisiete años de edad, víctima de un cán-
cer terminal que se la llevó en tres meses. Mientras se iba “apa-
gando” conversaba conmigo en largas tardes y noches de dolor
y amistad. Ella marcó mi vida desde entonces. Me enseñó a vivir
la vida gracias a la dignidad con que afrontó su muerte. Escribo
con lágrimas en los ojos, recordando a este ángel de luz que me
enseñó tanto reafirmando mi fe.
La muerte es la creadora de refugios espirituales que tratan
de sosegar el terror que desencadena su infinita verdad. Ha
servido para serenar el alma abrazados a las múltiples creen-
cias que se han ido construyendo con el cincel de la soledad y
con el martillo del miedo, dando forma a diversos ritos que
nos ayudan a reconciliarnos con la Parca y que llenan el vacío
de un Más Allá ignoto.
Pero en este artículo no voy a hablar de Dios, cielos o infier-
nos. Voy a apelar a nuestra madurez humana para “vivir en la
vida la realidad de la muerte”. No es una práctica sádica que
sirva para alimentar un sentimiento morboso; nada más lejos
de la realidad. Es una forma sencilla y sana de higiene mental,
de permitir que todos nuestros actos estén llenos de plenitud,
de sentido y de conciencia. Eso se puede conseguir si en lugar
de huir de la muerte nos enfrentamos a ella como lo que es:
parte de la vida que puede incluso potenciar nuestra capaci-
dad para disfrutar de cada uno de nuestros actos.
Cada persona es libre de seguir manteniendo su fe: creyen-
te o ateo, agnóstico o “disidente teológico”.
Soy sacerdote anglicano, además de profesor de yoga tibe-
tano y filosofía budista; mis “creencias”, examinadas a la luz
de la conciencia, mantienen la coherencia entre ellas sin fisu-
ras. Pero lo que es válido para mí no tiene por qué serlo para
los demás. Por eso intentaré ir más allá de mi fe para abrir la
mente sin prejuicios en un salto reflexivo.
129
Muerte budista
El Budismo nos enseña que todo es impermanente. Nada
permanece aquí para siempre. Todo fluye a cada instante en
un cambio irrefrenable. Nada “es” por sí mismo, pues estamos
compuestos de “agregados” diversos que juntos nos dan una
ilusoria sensación de unidad. Pero no es así y la muerte se en-
cargará de demostrarlo.
No me voy a centrar en los estados intermedios o “bardos”
y de los rituales funerarios budistas. Nos vamos a centrar en la
importancia de la meditación sobre la impermanencia y de lle-
var en esta vida un código ético para “desapegarnos” y dejar
de mirar exclusivamente nuestro ombligo, para abrir los ojos y
las puertas de la compasión a los demás. De esta forma nues-
tra vida adquiere otro sentido y la empezaremos a vivir más
plenamente, despareciendo así poco a poco la “náusea del
vacío existencial” y el miedo visceral al fin de nuestra vida,
porque el miedo nace y se alimenta de los apegos egoístas.
Debemos aprender a “sentir” la muerte de los demás, aun-
que no los conozcamos, para enviar nuestra compasión hacia
esos seres en una íntima y trascendente oración personal.
Debemos sensibilizarnos con el dolor de la Humanidad, de
toda la Humanidad y de todos los seres sintientes, para incre-
mentar la compasión y la benevolencia, que serán antídotos
eficaces contra el terror a morir.
Muerte cristiana
«Porque la intención de la carne es muerte; mas la inten-
ción del espíritu, vida y paz» (Romanos 8:6).
El Espíritu clama a la vida, pero el cuerpo mira hacia la
muerte. Para ver el Ser real inmortal que habita en nosotros
debemos empezar en vida a mirar más allá de la materia y
de la carne, desprovistos del ego que oculta nuestra natura-
leza divina.
Cristo lo dejó muy claro. Y lo manifestó no sólo apelando a
la fe sino al acto sublime del amor compasivo y universal:
131
48
Razón, superstición e intolerancia
esoterikos, “lo
L
A PALABRA ESOTERISMO PROCEDE DEL GRIEGO
que está dentro, en el interior, oculto”. Este término abar-
ca un grupo de creencias, prácticas y conocimientos para
cuyo acceso se necesita un cierto grado de “iniciación”. En la an-
tigua Grecia la enseñanza esotérica era la que se impartía den-
tro de las academias o escuelas, mientras que la exotérica era a
la que tenía acceso todo el mundo, fuera de los centros de ense-
ñanza. Desde siempre han existido escuelas filosóficas que afir-
man poseer una “verdad oculta” sólo accesible para sus miem-
bros, pero la búsqueda de conocimiento exige el desarrollo de la
facultad del juicio propio. Pitágoras, de hecho, tenía dos clases
de discípulos: los exotéricos y los esotéricos; estos últimos eran
los que recibían las más altas enseñanzas del sabio griego y debí-
an guardar silencio sobre ellas.
El físico cuántico Schrödinger dejó escrito: «La distinción pi-
tagórica de los números triangulares no fue una simple ilusión».
Más oscuras resultan las especulaciones sobre la vinculación
entre masonería y esoterismo, que durante la mayor parte del
siglo XVIII fueron constantes y profundas. Entre las manifesta-
ciones de estas prácticas esotéricas se encuentran la “ritualiza-
ción” de los pasos de un grado a otro, el desarrollo de la leyen-
da del constructor del templo de Salomón, Hiram, la inclusión
133
Racionalismo y esoterismo
Las creencias dogmáticas que desprecian el método científi-
co son superstición y la ciencia tiene el deber de indagar y
aclarar esto. Es importante matizar que el verdadero esoteris-
mo tiene que ver más con la religión que con la ciencia. El ra-
cionalismo y la absoluta libertad de conciencia son pilares de
la cultura democrática, y el verdadero conocimiento, alejado
de creencias fanáticas y coercitivas de la razón, también. La su-
perstición o la pseudociencia, como “objetivo a destruir”,
puede derivar en una corriente también peligrosa, al conver-
tirse el atacante, abanderado del racionalismo, en un inquisi-
dor autorizado por lo político e intelectualmente correcto. La
ciencia no debe ser nunca “anti”. La ciencia debe fomentar el
escepticismo (del griego “el que duda”, nunca significando “el
que niega”), porque de lo contrario ya no sería ciencia y se
convertiría en una corriente intolerante que sólo desea impo-
ner una dictadura intelectual, a su vez desvestida de todo sig-
nificado más allá de lo social; una eugenesia psicosocial peli-
grosa, muy cercana al totalitarismo intelectual.
La ciencia debe informar de forma aséptica e imparcial. En
los modelos de enseñanza escolar debe impartirse el método
científico como forma de educar en la razón y crear una socie-
dad de hombres de espíritu abierto, instruidos y libres. Pero
este objetivo loable no debe utilizarse para crear una sociedad
homogénea cerrando las puertas del acceso libre y personal a
otros modelos de conocimiento. Y mucho menos mofarse y
136
49
Sobre la pena de muerte
D
ESDE LA
Hammurabi en Mesopotamia (siglo XVII A. C.), la ma-
yoría de los países tenían reconocida la pena de muer-
te o pena capital en sus leyes. Fue a partir del siglo XVIII
cuando se comenzó a “humanizar” la aplicación de dicha
pena, pues hasta ese siglo incluso se trataba de aumentar el
sufrimiento del ajusticiado como una forma de hacerle pagar
por sus crímenes.
Durante este siglo el Estado busca formas más eficaces de
ejecución, pues la muerte dolorosa y dilatada del reo empieza
a repugnar las conciencias de la gente. La invención de la gui-
llotina en Francia o el garrote vil en España persiguen, de
hecho, ese fin: evitar el sufrimiento excesivo al condenado
(mientras escribo estas líneas me recorre un escalofrío por el
cuerpo). Les sigue la silla eléctrica en los Estados Unidos de
América en 1890 y posteriormente la cámara de gas en 1924.
Por último, llega la inyección letal en 1977, que se aplica por
primera vez en 1982 en Texas.
Cuando hablé de este tema en una revista digital latinoa-
mericana, a cuyos editores y colaboradores aprecio de cora-
zón, se recibieron comentarios a favor de la pena capital,
llegando en algunos casos a casi al insulto contra mi perso-
138
50
¿Deben existir límites
a la libertad de expresión?
51
La vejez, ¿principio del fin?
Soledad y suicidio
El número de suicidios aumenta con la edad y es significati-
vo el hecho de que en los varones mayores de sesenta y cinco
años es mucho más alto que entre los jóvenes, y tiene mucha
148
Reflexión personal:
Una práctica magnífica (y lleva siglos demostrando su efica-
cia) es la meditación. Meditar ayuda a integrarnos con la reali-
dad y a liberarnos de múltiples apegos que nos asedian y cau-
san dolor (el pasado, los trabajos perdidos, la juventud que se
aleja…). Debemos aprender a vivir aquí y ahora, pues el ayer
ya no es y el mañana no existe aún. Y por encima de todo te-
nemos que desarrollar en nosotros la compasión, que es la
única meta a la que debemos aspirar.
Estas frases de Buda y Cristo resumen perfectamente la
ética de la bondad y la compasión, piedras angulares en las
que debemos asentar nuestra sociedad:
«Considera a los otros como si fueran tú mismo» (Buda).
«Tratad a los demás como queréis que ellos os traten»
(Cristo).
150
52
Sobre las drogas
Del uso chamánico al uso profano
L
A PROBLEMÁTICA DE LAS DROGAS
interdisciplinarios y sociales, además del meramente po-
licial. Al referirnos a ellas estamos entrando subrepticia-
mente en nuestro cerebro y todavía podemos ir más allá del
mismo. ¿Por qué existe la adicción a determinadas sustancias?
¿Indican acaso ciertos receptores químicos del cerebro que es-
tamos genéticamente predispuestos a las drogas? ¿Qué barrera
separa una droga “legal” de una “ilegal”? Lo que está muy
claro es que algunas personas tienen una mayor propensión a
caer en el abuso y a reincidir de forma compulsiva en su adic-
ción. Pero, ¿qué buscamos en las drogas?
53
La obligación de vivir
y el derecho a morir
y nos de-
N
ADIE NOS HA SOLICITADO PERMISO PARA NACER
niegan el derecho a morir cuando queramos: esta es
la paradoja legal en la mayoría de los países. Cuando
en nuestra sociedad hablamos de eutanasia o del derecho a
morir dignamente, se disparan las alarmas y comienzan las
discusiones acaloradas a favor o en contra de la misma.
Argumentos médicos y éticos se enfrentan a otros de carác-
ter teológico o social. Pero si efectuamos un análisis pormeno-
rizado de las diferentes opiniones en juego, observamos que
en gran parte de los casos se confunden definiciones y concep-
tos semánticos; así es imposible entenderse para dialogar sose-
gadamente sobre un asunto que nos concierne a todos. Por
todo eso vayamos al principio y aclaremos las definiciones
para que todos podamos entendernos.
Perspectivas de futuro
En la Unión Europea solamente nos encontramos que tres
de los veinticinco países que la forman disponen de una legis-
lación específica que contempla la eutanasia activa bajo cir-
cunstancias muy especiales.
Se trata de Holanda, Bélgica y Luxemburgo (la antigua
Benelux). ¿Seguirán otros países el mismo camino? Es difícil
de predecir, pues las implicaciones éticas y morales pueden
alargar el proceso de forma indefinida.
54
De la ética a la metaética política
ir de la ética a la me-
L
OS CIUDADANOS DEBEMOS INTENTAR
taética, es decir, a un código ético racional que impulse
el sentimiento del hombre desde sí mismo, a través del
sano ejercicio de la reflexión libre. Así pasamos de la ética so-
ciológica o etnográfica a la metaética política, la que se da
desde sí misma a los demás para que ellos descubran también
sus valores en sí mismos.
Debemos unir hechos (factum) con códigos reflexivos que en-
señen a los ciudadanos a ser libres, a ejercer reflexiones libres, a
dialogar por y hacia, no desde y sobre. La metaética en las
Ciencias Políticas sería el diamante que se va tallando desde uno
mismo hacia los demás. Es un profundo ejercicio de renovación
interior. Una metafísica que se extiende al ámbito político. El
hombre debe reflexionar para no cerrar los límites de su liber-
tad y, por lo tanto, la de los demás. Este ejercicio de reflexión
debe comenzar a aplicarse en los hogares y en las escuelas.
El relativismo ético que impera hoy es producto, funda-
mentalmente, del modelo consumista que embrutece al indivi-
duo y merma su capacidad de análisis crítico. Hace del hom-
bre un ser egoico en lo personal y egoísta en lo social, sin otros
valores a los que admirar y lo que es muy grave, con la incapa-
cidad de sentir dichos valores éticos. Eso lo podemos percibir
162
55
Bullying y violencia juvenil
del
A
COSO ESCOL AR O BULLYING Y EL SÍNDROME
Emperador; los expertos se preguntan qué está pasan-
do en esta sociedad para que esas desdichadas conduc-
tas se incrementen significativamente. Otro signo del deterio-
ro social de la juventud son las agresiones grabadas a través de
teléfonos celulares, protagonizadas por chicos y chicas que no
sienten la mínima culpa antes estos hechos y que incluso ven-
den las grabaciones a otros.
Un estudio realizado en España hace pocas semanas reveló
que «los jóvenes que realizan estos actos o los que intercam-
bian las imágenes grabadas no tienen sentimiento de culpa y
alegan que lo hacen porque tiene morbo y se lo pasan bien».
Realmente, queridos amigos, es demencial. ¿Qué está fa-
llando en esta sociedad para que estas acciones cada año se in-
crementen estadísticamente? Y no me refiero a casos excepcio-
nales como el de la Escuela Secundaria de Columbine en
Jefferson, EE.UU. en la que dos alumnos planificaron a sangre
fría una masacre en 1999.
Pero antes de analizar todo lo comentado veamos a qué nos
referimos concretamente al hablar de bullying. Literalmente,
en inglés, bully significa matón o agresor. En este sentido se
trataría de conductas que tienen que ver con la intimidación,
164
56
Sobre la conciencia personal
Claridad y libertad
E
L ZEN Y EL BUDISMO EN GENERAL
que apegarse a “tener”, ni sufrir por “perder”. Si la oca-
sión lo permite, desarrollaremos nuestras esperanzas,
sueños e ilusiones. Pero si no es así, debemos esperar nuevas
oportunidades, que nunca dejarán de presentarse si estamos
atentos y “presentes”. En la vida (y con la crisis actual más) hay
altibajos, éxitos y fracasos que debemos afrontar sin entrar
nosotros en crisis.
La siguiente historia, otro clásico zen, es muy ilustrativa.
Para el zen, “obtención y pérdida” deben ser indiferentes en
nuestra vida si queremos vivir con una conciencia clara y libre:
«Hace muchos años un monje zen se encontró con ladrones
en su camino, quienes le preguntaron si tenía dinero; él les
dijo: ‘¿Qué pretenden?’. La respuesta fue: ‘El dinero o la vida’.
El maestro dijo que prefería conservar su vida y darles el dine-
ro. Ante tal respuesta los ladrones sonrieron por la forma tan
fácil en que obtenían dinero, entonces decidieron perdonarlo.
Sin pensarlo, el maestro aprovechó la ocasión y les pidió la
colaboración para un templo que estaba construyendo. Ante se-
mejante audacia, el jefe de la banda se encolerizó y le dijo:
‘Usted no conoce sus límites, le quitaré su dinero y la vida’. La
respuesta tranquila del maestro fue: ‘Muy bien, ya estoy cansado
170
57
Consejos cartujos
para “desamueblarnos”
El ruido interior.
Las discusiones interiores.
Las obsesiones.
Las preocupaciones de ti mismo.
58
Reparemos los cristales rotos
E
N LA DÉCADA DE LOS AÑOS
Wilson y George L. Kelling propusieron una nueva teoría
basada en las investigaciones del Dr. Zimbardo en 1969:
«Los pequeños desperfectos que no se solucionan en poco
tiempo animan a que los destrozos crezcan en intensidad».
Por ejemplo: la ventana rota en un coche que no se mueve
durante algún tiempo nos da la sensación de abandono y eso
rompe la norma el equilibrio, lo que trasmite la sensación de
que “todo vale”. El cristal roto transmite una idea de deterioro y
si no se repara atrae lo mismo al barrio, y si no se reparan los
barrios, a la ciudad y así… hasta el último rincón de la Tierra.
«Imaginemos –nos dicen Wilson y Kelling– un edificio con
una ventana rota. Si la ventana no se arregla, los vándalos ten-
derán a romper unas cuantas ventanas más. O consideren una
acera en donde se acumula algo de basura. Si no se retira o se
limpia pronto más basura se irá acumulando. Poco a poco la
gente comienza a dejar bolsas de basura en mayor cantidad…
e incluso basura sin bolsas».
Si trasladamos esto a las personas, la conducta se repite: la
vajilla se acumula en la cocina, el polvo en los muebles, la in-
dolencia es reina y señora de las emociones… y la desidia em-
pieza a campar a sus anchas.
174
59
Ira y tristeza
E
VAGRIO
como “El Solitario” (345-399) fue un sabio monje y ere-
mita cristiano al que admiro profundamente.
Divulgó el hesicasmo, un modelo contemplativo de plega-
ria que todavía se mantiene en el rito bizantino como un cami-
no para alcanzar la quietud y la paz interior. La práctica del
hesicasmo sigue vigente todavía en el Monte Athos y otros mo-
nasterios ortodoxos.
A Evagrio se le considera el fundador del misticismo monásti-
co y el autor espiritual más fecundo y lúcido de los denominados
“padres del desierto”. Los monjes de Oriente y de Occidente es-
tudiaron sus escritos como documentos clásicos y como manuales
de valor incalculable. Evagrio reúne en sus escritos pensamientos
que podrían atribuirse a Buda o a Lao Tzu, pues su inspiración
se nutre en la misma fuente de Conocimiento común.
Como monje cristiano supo elevarse por encima de sí
mismo para traspasar las “puertas divinas” que sólo se abren a
los valientes. Y ser valiente no implica estar exento de miedo.
Es “reconducir” la conciencia a cada acto de nuestra vida con
el impulso del amor y la compasión. Ya lo expresó Evagrio
cuando escribió: «Quien vence el deseo vencerá las pasiones y
el vencedor de las pasiones no será sometido por la tristeza».
176
60
¿Cómo amar a quien
nos hace daño?
del sufrimiento
H
AS EFECTUADO UNA EVALUACIÓN SINCERA
que hay en tu vida? ¿Quién te hace sufrir? ¿Cómo
vives el dolor del sufrimiento que te han causado?
Sumedho lo resume magistralmente en un ejercicio de inte-
riorización que puede ser inmensamente liberador:
«¿Cómo vives tu vida? ¿Resulta terriblemente complicada?
¿Cómo podrías simplificarla? ¿Siempre andas buscando más o
creando problemas sobre tu forma de vida?
Sé realmente sincero y formúlate estas preguntas. Intenta
utilizar la práctica de la meditación para que te ayude a refle-
xionar».
En el budismo la meditación en la compasión y las diversas
prácticas de tonglen pueden ser un camino supremo de per-
dón y liberación.
En el cristianismo podemos practicar también la Oración
del Perdón. Orar realmente es algo sencillo. No hay que bus-
car complicadas prácticas.
Al orar, solo debemos dejar que Dios actúe nuestra mente
sin esfuerzo, pero también debemos permitirnos orar con el
corazón, porque la oración es, fundamentalmente, “senti-
miento”.
179
61
Prisas y demoras
conectado a
T
ENGO EN MI CASA UN VETUSTO ORDENADOR
Internet a través de un procesador prehistórico y con
una memoria RAM del pleistoceno. Pero me gusta na-
vegar por “la nube” caótica de la Red con esta momia infor-
mática. Lo he bautizado cariñosa y familiarmente como
“Tuthankerman”.
Me he dado cuenta que mi viejo y decrépito amigo me ha
ayudado a desarrollar paciencia, atención plena y calma inte-
rior. Hoy todo es “instantáneo”, “sin demora” y a un golpe de
click. Pero mi “gero-ordenador” me enseña a ser paciente y que
gracias a un retardo en la respuesta aquieta mi conciencia y me
disciplina espiritualmente, cual gurú o maestro particular. Por
eso para trabajar echo mano de (no digo la marca) un ordena-
dor ultrarrápido, que sufrirá en pocos meses de una progeria
(envejecimiento prematuro) por mor del avance al infinito de la
tecnología informática.
Pero para escribir estas líneas o deleitarme con vuestros men-
sajes y correos particulares, hago uso de mi “Tuthankerman”. Sí,
ya lo sé: se cuelga con frecuencia; cuando se actualiza el antivirus
me deja pasmado ante la pantalla y en muchas ocasiones, mien-
tras carga una página, me da tiempo para prepararme un té
rojo, echar un pis y lavarme las manos (siempre por ese orden).
182
62
Empatía: ponte en su lugar
V
EMOS A UN MENDIGO Y DEJAMOS
sus manos sin fijarnos en su mirada. Nos cruzamos con
un indigente y procuramos mirar al frente, intentando
esquivar disimuladamente a ese hombre o mujer que ha atra-
vesado hace tiempo los límites de la desesperación.
Qué no decir del manco, cojo, tuerto, tartamudo, parapléji-
co, obeso, anoréxico…
Dice la psicoanalista Mariela Michelena: «Huimos del dolor
como si fuera contagioso». Si fuese del dolor de uno mismo,
podría comprenderse; pero huir del dolor ajeno es algo sobre
lo que debemos meditar profundamente.
El cristianismo reconoce que la verdadera compasión es la
que nos convierte en “creadores”: «Sed perfectos como mi
Padre es perfecto». Es creador quien introduce su existencia
sin ego en lo creado. Hemos sido creados “escandalosamente
libres”, como diría X. Pikaza. Ser libre para reconocer nues-
tro dolor, pero también el dolor ajeno; lo que conmueve y lo
que desagrada, aunque vayan juntos en el camino de la evo-
lución personal.
La compasión es “expansiva” y la huida “constrictiva”, a
pesar de la ilusoria sensación contradictoria.
184
63
Análisis de un enfermo terminal
en la revista digital
H
ACE ALGUNOS AÑOS PUBLIQUÉ
equinoXio una reflexión sobre la crisis que comenzaba.
Esta crisis “sistémica” puede ser un revulsivo que nos
despierte a la dura realidad de lo que se ha ido construyendo
como modelo socio-político en el último siglo. Podemos (y de-
bemos) aprender de los errores. No soy economista ni sociólo-
go; no pretendo saber acerca de nada, en todo caso solamente
sobre mí mismo, pero me asiste el derecho a leer, comparar y
reflexionar libre y razonadamente acerca de este trance históri-
co que vivimos. Lo único que aconsejo es reflexionar desde la
perspectiva de un análisis histórico de los hechos.
“Mojarme” en una opinión socio-política no es apearme de
mi espiritualidad; creo que incluso pueden ser aliados del cam-
bio. Todos podemos poner nuestro grano de arena, pero la “ar-
gamasa” debe ser mezclada con enormes cantidades de compa-
sión y de solidaridad. Desbastemos las duras “capas del ego”
para poder ser albañiles alegres de nuestro destino común. La
verdadera democracia se expresa de “abajo hacia arriba”.
Comentaba en mi artículo que tras la caída del muro de
Berlín en 1989 y el fin de la Guerra Fría entre las dos grandes
superpotencias de entonces, EE.UU. y la Unión Soviética, el
mundo vivió un breve período de optimismo ante el impulso
187
La Europa fragmentada
A lo largo de todo este trayecto y de las convulsiones políticas,
Europa (y me refiero a ella porque soy europeo) tiene enfrente
los verdaderos intereses de Washington en mantener una buena
y sumisa relación con los Estados europeos y éstos se sienten res-
ponsables y comprometidos en impulsar un desarrollo dinámico
de la política europea de seguridad y defensa (PESD), bajo los
intereses en realidad de los EE.UU. Y conste, no soy “antiUsa” ni
“anti nada”. Tengo grandes amigos en los EE.UU.; mi prima
está casada con un neoyorquino y vive en la Gran Manzana
desde hace tres décadas. Su gente e interculturalidad es fascinan-
te y admirable… pero hay muchas cosas que deben cambiar en
esta gran nación. La estrategia elaborada reflexiona sobre las ne-
cesidades que se pueden ir presentando a Europa en los próxi-
mos años, por ejemplo, en el terrorismo, las migraciones en
masa, la competitividad comercial que representan los mercados
asiáticos, la colaboración con la Unión Africana; fortalecimiento
de la Alianza Atlántica; resurgimiento de Rusia y sus nuevas
alianzas con Estados asiáticos.
Al finalizar la Primera Guerra Mundial, el político francés
Aristide Briand fue el referente del europeísmo y el pacifismo.
Según Briand, «Europa sólo podría subsistir si iniciaba un pro-
ceso de unidad económica que culminase con una federación de
países y diese por finalizado, de ese modo, el tiempo del nacio-
nalismo y la guerra».
Briand, aún hoy en día muy poco conocido, contó con el
apoyo de los políticos republicanos españoles, franceses e ita-
190
Derechos y deberes
Tenemos el deber sagrado de respetar el entorno en el que
vivimos, aunque para ello debamos renunciar a ciertas “como-
didades”: reciclado, reutilización, consumo justo… Educar en
el respeto al entorno, a los demás y a uno mismo, porque no
se es libre en este hedonista y relativista mundo en el que na-
cemos, vivimos y morimos si no desarrollamos la generosidad
y aprendemos a compartir. Esto nos hará realmente libres y no
esclavos de nuestra ignorancia y apegos existenciales.
Abandonemos el miedo y no nos dejemos influenciar por
los analistas agoreros y por los periodistas sensacionalistas,
pues las desgracias venden más que las buenas noticias.
Alimentemos la mente del compromiso firme de ir mejorando
nuestro entorno, la familia, los vecinos, la comunidad, la ciu-
dad… y de ahí extender esta acción al resto del mundo.
Leamos los grandes textos budistas, cristianos o yóguicos,
para extraer ideas que sean fermento de cambios creativos, ya
sea en la economía o en la política; prueba por ti mismo esas
medidas (en tu “economía casera” o en la “política minimalista
193
64
Nacida de la humildad
N
OS DECÍA EL LAMA
Internacional de Yoga Tibetano y Meditación de
Vigo, que «práctica y sabiduría deben ir siempre uni-
das». Ya sea que practiquemos yoga, budismo o la oración cris-
tiana (dejando a un lado escuelas, caminos y demás separacio-
nes ilusorias, producto de las veleidades humanas), la pureza
intencionada es el verdadero fuego que aviva la espiritualidad.
El intelecto no alimenta por sí mismo la sabiduría, sino
que, es muy probable, llene los rincones del alma donde debe-
ría asentarse la misma.
Mi entrañable maestro budista Tulku Tchering (alcanzó el
Parinirvana en 1990) me decía que «los conocimientos son las
normas de circulación, la enseñanza la carretera y la Sabiduría
la meta final del que sabe encontrar atajos sin perderse».
La práctica de la presencia de Dios es una de las grandes ri-
quezas que nos ha transmitido el Hermano Carmelita descalzo
Lorenzo de la Resurrección.
¿Y quién es este personaje? Es probable que muchos de
vosotros conozcáis mejor a muchos maestros zen, budistas u
orientales antes que a este humilde fraile cristiano. Pero creo
que vale la pena conocerlo, sobre todo por parte de aquellos
que profesamos determinadas inquietudes espirituales y nues-
196
65
Sobre las críticas y habladurías
de mi cumpleaños; no
N
O ME IMPORTA QUE TE OLVIDES
me importa que te enfades cuando me olvido del
tuyo; no me importa que te quejes sin razón; no me
importa que eludas mis quejas; no me importa que a veces me
critiques; no me importa que pienses que rumoreo de ti; no
me importa que me envidies; no me importa que pienses que
no me doy cuenta de todo eso porque…
Te comprendo, porque reconozco que nadie es perfecto; te
comprendo, porque buscas como yo el cariño y la felicidad; te
comprendo, porque cuando te miro te veo de frente, ni “por
encima” ni “por debajo” de mí; te veo, aún mejor, “uno con-
migo”, aunque no me gusten tus olvidos, tus enfados, tus que-
jas, tus críticas, tus rumores ni tus envidias. Porque al mirarte
y tratar de comprenderte veo también mi reflejo en los
demás y me pregunto: ¿cuántos reproches puede haber con-
tra mí? ¿Soy consciente de ello? ¿Tienen razones objetivas?
En todo caso, si cada día practicamos las enseñanzas del
Buda: “Sabiduría, conducta ética y entrenamiento de la mente (o
meditación)”, rehabilitaremos y “descondicionaremos” la mente,
llegando a trascender los “mecanismos de defensa” para des-
arrollar una absoluta compasión por los demás, que es fruto de
la “visión o comprensión correcta” (drsti).
199
66
El veneno que esclaviza
un sen-
R
ESENTIMIENTO SIGNIFICA VOLVER A EXPERIMENTAR
timiento, especialmente un sentimiento doloroso. Pero
se entiende generalmente en el sentido de rencor
sordo, frecuentemente inconsciente, de envidia u odio impo-
tente, que se manifiesta en criticas, comentarios o insinuacio-
nes que desprestigian a la persona que es objeto del resenti-
miento» (Dorsch, 2002:704-705).
Una definición que al leerla lacera las entrañas, por su dura
pero real existencia diseminada en la humanidad. Receptores
o emisores de resentimiento, todos estamos inmersos en este
juego diabólico. Bien, parémonos un momento para evaluar
en nuestras vidas este veneno sutil.
¿Estás resentido contra alguien? ¿Alguna persona está re-
sentida contigo? En ambos casos, ¿por qué? ¿Cuál razón la
sustenta? Pregúntate en lo más íntimo: ¿Quién está detrás del
resentimiento? ¿Quién gana al resentirse?
Escribe en un papel los motivos de tu resentimiento y quéma-
lo después al mismo tiempo que oras perdonando ofensas y ren-
cores. Trata de diluir en ese humo disipador el rencor, la envidia
o el odio. No se trata de sentir la liberación de forma inmedia-
ta. Es sencillamente una intención sanadora, un punto de par-
tida, no de llegada.
202
67
Sobre alcanzar la victoria
68
¿Es el yoga una religión?
CALIFORNIA intentaron
L
OS CRISTIANOS EVANGÉLICOS DE
prohibir el yoga en las escuelas. Un distrito escolar pú-
blico de California está siendo demandado por padres
cristianos y un “grupo de vigilancia legal conservador” para la
enseñanza de yoga para niños de seis a once años como parte
de su programa de educación física en la escuela primaria. La
demanda sostiene que el programa es «inherentemente y pe-
netrante religioso» y, como tal, viola las cláusulas de la libertad
religiosa en el estado. La ambigüedad de la mediación de yoga
“ciencia sagrada” ha desatado la polémica.
«El yoga es 99 por ciento la práctica, y uno por ciento de la
teoría», proclamó el difunto maestro de yoga indio Sri Krishna
Pattabhi Jois, quien fundó el estilo de yoga conocido como
Ashtanga, en Mysore, en el año 1948. Una cosa que Jois pro-
bablemente no vio venir, sin embargo, fue el reclutamiento de
yoga en las guerras culturales de Estados Unidos, como la que
se ha desatado en mayo de este año en California.
Como maestro de yoga tibetano y profesor de Hatha Yoga,
a la vez que sacerdote acreditado en la Comunión
Anglicana/Arzobispado de Canterbury, este asunto me toca di-
rectamente en el corazón. Aquí subyace un problema de fondo
que es la ignorancia. La ignorancia absoluta o “nesciencia" es
207
69
El mono que salvó a un pez
Reflexión personal:
A veces las “buenas intenciones” no bastan para ayudar a
quien creemos que está en apuros o “equivocado”. Debemos
reflexionar acerca de nuestras intenciones compasivas y no
sólo con nuestros comportamientos visiblemente egoístas.
La verdadera sabiduría abarca el análisis y la observación
de todos nuestros actos, “buenos” o “malos”. Alcanzar esa “vi-
sión penetrante” (lhaktong, en el yoga tibetano) es un camino
de liberación propio y ajeno.
210
70
Los prejuicios
Reflexión personal:
Creo que no hay nada que explicar… oscuros juicios contra
libertad y apertura de consciencia. El signo de la maestría será
siempre ir más allá de los prejuicios para alzarse por encima
del ego que los esgrime como baluarte espiritual.
211
71
Olvidar las ofensas
de su época.
B
UDA FUE EL HOMBRE MÁS DESPIERTO
Nadie como él comprendió el sufrimiento humano y
desarrolló la benevolencia y la compasión. Entre sus
primos se encontraba el perverso Devadatta, siempre celoso
del maestro y empeñado en desacreditarlo e incluso dis-
puesto a matarlo.
Cierto día que Buda estaba paseando tranquilamente,
Devadatta, a su paso, le arrojó una pesada roca desde la cima de
una colina, con la intención de acabar con su vida. Sin embargo,
la roca sólo cayó al lado de Buda y Devadatta no pudo conseguir
su objetivo. Buda se dio cuenta de lo sucedido y permaneció im-
pasible, sin perder la sonrisa de los labios. Días después, Buda se
cruzó con su primo y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendi-
do, Devadatta preguntó:
—¿No estás enfadado, señor?
—No, claro que no –respondió el Despierto–.
Sin salir de su asombro Devadatta inquirió:
—¿Por qué?
Y el Buda dijo:
—Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el
que estaba allí cuando fue arrojada.
212
Reflexión personal:
El amigo de ayer no es hoy tu amigo; tu enemigo de antaño
hoy es tu amigo. Te casas enamorado y te divorcias “endemo-
niado”. Tu socio de hogaño puede ser tu feroz rival mañana.
Todo cambia, ¿verdad? Es fácil leer un sutra budista o un
texto evangélico cristiano y creerse poseedor de la compasión
y del amor infinito. ¿No es cierto? Pero cuando tu amigo se re-
bela contra ti, tu hermano se aleja de tu lado o tu colega busca
otros caminos ninguneándote, ¿que sientes? ¿Resentimiento?
¿Menosprecio? ¿Ira?
La clave es sentir solo amor; un amor que libera (a uno del
“atado fraternal” y al otro “del ego mendicante de reconoci-
miento”). Amor que no juzga, que comprende cualquier acción
por encima de sus deseos y emociones, que sabe sin fisuras que
no hay “otro”, ni “lamas”, “maestros”, “discípulos”, “linajes”,
“hermanos” o “religiones”. Sólo visión penetrante, compasiva
(pero no porque yo “vea” más allá de ti, pues eso me posiciona-
ría en un “podium egoico recursivo y samsárico”). Debemos
amar, bendecir, agradecer y saludar a todos aquellos que no nos
aman, ni bendicen, ni agradecen ni nos saludan. De lo contrario
seremos egos inconmensurables y densos, cuando en realidad
deberíamos trabajar para no “ser”. Es decir, abiertos, maleables,
incondicionales, sin egos y puro amor en acción; es decir, bene-
volentes y alegres... Despiertos.
213
72
La rama del pichón
de halcón y
E
L REY RECIBIÓ COMO OBSEQUIO DOS PICHONES
los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.
Pasados unos meses, el instructor le comunicó al rey que
uno de los halcones estaba perfectamente educado, pero que
al otro no sabía lo que le sucedía.
Desde el día de su llegada a palacio, no se había movido de
la rama en la que lo dejaron, hasta tal punto que había que lle-
varle el alimento hasta allí.
El rey mandó llamar a curanderos y a sanadores de todo
tipo, pero nadie pudo hacer volar al ave. Por la ventana de sus
habitaciones, el monarca podía ver que el pájaro continuaba
inmóvil encima de su rama.
Entonces, hizo público un edicto entre sus súbditos y, a la
mañana siguiente, vio al halcón volando ágilmente en sus
jardines.
—Traedme al autor de este milagro –dijo–. En seguida, le
llevaron hasta su presencia a un campesino.
—¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo lograste? ¿Eres
mago, acaso? –preguntó asombrado el monarca.
—No fue difícil, Alteza –explicó el hombre–. Sólo corté la
rama. El pájaro se dio cuenta que tenía alas y empezó a volar.
214
Reflexión personal:
Las “ramas”, o la metafórica e ilusoria sensación de “seguri-
dad”, pueden hacernos olvidar que tenemos “alas”. Alas para
ser libres, para descubrir mundos nuevos, para crecer, para
evolucionar, para elevarnos por encima de la falsa percepción
de inmutabilidad.
Empecemos a batir las alas, a dejar la rama segura y cómo-
da que sin embargo puede ser la cadena que impide nuestra
liberación. ¿En qué rama estás ahora mismo instalado? ¿Te
atreves a usar tus alas? En ocasiones los maestros son aquellas
personas o circunstancias que cortan nuestras ramas para en-
señarnos a volar…
215
73
El hombre que escupió a Buda
Reflexión personal:
Ananda me recuerda a San Pedro, cuando sacó el cuchillo
para defender a Cristo hiriendo a su captor, Malcus (Juan 18,
10). Un maestro observa siempre la vehemencia de su discípulo;
su ímpetu pasional que es impulsado por el “amor” que le pro-
fesa. Pero un maestro no puede aceptar tal comportamiento,
que se aleja de la enseñanza inherente que intenta transmitir.
Aceptar el perdón de otra persona puede engrandecer el
ego, por eso el “santo” o “iluminado” no perdona, pues ha
trascendido la ofensa para posicionarse en otro paradigma
que trasciende los egos.
No se siente ofendido… ¿qué tiene entonces que perdonar?
No obstante, para los que todavía estamos burilando las aspe-
rezas del espíritu, “aceptar perdones” debería ser el primer
paso que nos ayude a transmutar el dolor del ego ofendido
por la promesa del amor compasivo e incondicional.
Y… ¿cómo se consigue eso? Comenzando con una simple
intención.
217
74
Sobre la naturaleza de los seres
se estaba ahogando y
U
N LAMA VIO CÓMO UN ESCORPIÓN
decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el escor-
pión le picó.
Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, el animal cayó
al agua y de nuevo empezó a ahogarse.El maestro intentó sa-
carlo otra vez y otra vez el escorpión le picó… Alguien que
había observado todo, se acercó al maestro y le dijo:
—Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez
que intente sacarlo del agua, el escorpión lo picará?
El maestro respondió:
—La naturaleza del escorpión es picar y eso no va a cam-
biar mi naturaleza, que es ayudar a los demás.
Y entonces, ayudándose de una hoja, el maestro sacó al ani-
malito del agua y le salvó la vida.
Moraleja: no cambies tu naturaleza si alguien te hace daño;
sólo toma precauciones. Algunos persiguen la felicidad, otros
la crean. Tenlo presente siempre.
Que la conducta y las acciones de otras personas jamás condi-
cionen las tuyas, nunca cambies tu esencia. Si una rosa cambiara
su esencia, dejaría de ser rosa. Si tú cambiaras tu esencia dejarías
de ser tú. El crecer o madurar no implica cambiar tu esencia.
218
Reflexión personal:
Este maravilloso e instructivo cuento ha sido extraído de El
libro de los cuentos (Diego Palma). Una mágica y bella historia
cuya moraleja no deja a nadie indiferente.
Cuántas veces hemos escuchado: «Me gustaría ser menos
sensible, así no sufriría tanto». Ser sensible y sufrir es un acto
supremo de valentía, a la vez que de entrega compasiva. Me
refiero, claro, al sufrimiento que surge por empatía, al identifi-
carte con el sufrimiento ajeno. Es una resonancia casi musical,
dramática en su belleza, que surge para penetrar en el alma
del otro. Casi como el dolor de un parto que se eleva por enci-
ma de sí mismo, porque el amor de la madre supera cualquier
umbral de dolor.
No me refiero al dolor “autocompasivo, victimista y egoi-
co”, que se dirige hacia uno mismo y no hacia los demás. Ese
dolor egoísta es un velo que ciega la verdadera naturaleza de
nuestro Ser.
Afinemos los sentimientos de nuestra verdadera naturaleza,
que es en esencia luz, eternidad y amor ilimitado.
219
75
El cambio y
la impermanencia de la vida
U
NA MUCHACHA ESTABA AGUARDANDO
de espera de un gran aeropuerto. Como debía esperar
por muchas horas, decidió comprar un libro para
matar el tiempo. También compró un paquete de galletas.
Se sentó en un asiento en la sala VIP del aeropuerto para
poder descansar y leer en paz. Al lado del asiento donde esta-
ba la bolsa de galletas, se sentó un hombre que abrió una re-
vista y comenzó a leer. Cuando ella tomó la primera galleta, el
hombre también tomó una.
Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó:
«Pero, que descarado. Si yo estuviese más dispuesta le daría un
golpe en el ojo para que nunca más se le olvide». Cada vez que
ella tomaba una galleta, el hombre también tomaba una.
Aquello la dejaba tan indignada que no conseguía reaccionar.
Cuando quedaba apenas una galleta, pensó: «Ah… ¿qué será
lo que este abusador va a hacer ahora?»
Entonces el hombre dividió la última galleta por la mitad,
dejando la otra mitad para ella. ¡Ah! ¡Aquello era demasiado!
¡Se puso a bufar de la rabia!
Entonces cerró su libro y sus cosas y se dirigió a la puerta
de embarque. Cuando se sentó, confortablemente, en un
asiento, ya en el interior del avión, miró dentro de la bolsa y
220
Reflexión personal:
No te precipites en sacar conclusiones, muchas veces son las
emociones del ego las que hablan dentro de ti. Las cosas que
nos ocurren no siempre son como uno cree.
No lo sabemos todo acerca de nadie.
Respira hondo y “deja de pensar” antes de analizar cual-
quier hecho y sacar conclusiones.
Diego Palma, un gran recopilador de relatos y cuentos in-
ternacionales vuelve a sacar a la luz estas cuatro valiosas verda-
des:
«Existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan jamás:
—Una piedra después de haber sido lanzada.
—Una palabra, después de haber sido proferida.
—Una oportunidad, después de haberse perdido.
—El tiempo, después de haber pasado».
221
76
Sobre la inteligencia
se divertían con el
E
N UNA VILLA UN GRUPO DE PERSONAS
“tonto del pueblo”, un pobre infeliz de poca inteligencia,
que vivía haciendo pequeños recados y limosnas.
Casi diariamente algunos hombres llamaban al tonto desde
el bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos mone-
das: una de tamaño grande de 40 reales y otra de menor ta-
maño, pero de 200 reales. Él siempre cogía la más grande y
menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el
inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no
se había dado cuenta de que la moneda de mayor tamaño
valía menos y este le respondió: «Lo sé, no soy tan tonto, vale
cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el juego aca-
bará y no voy a ganar más mi moneda».
Reflexión personal:
Cuántas veces hemos “seguido el juego” a los que se consi-
deran “inteligentes” que cegados por su ego se alimentan de
nuestra supuesta ignorancia.
222
77
¿Cuánto pesa tu rencor?
Reflexión personal:
Perdonar es un regalo inmenso que nos hacemos a nosotros
mismos, no solo “al otro”.
Es una medicina que sana en profundidad. El perdón esti-
mula el crecimiento imparable del amor, liberándonos de las
cadenas del cuerpo y de las heridas del alma.
Perdonar no significa “dejar a un lado la ofensa y la injusti-
cia”. No. Se trata de apartar y dejar a un lado las emociones y
pensamientos que laceran de forma insidiosa nuestra corta
vida terrenal. Nos hace serenos en medio de la tormenta, no
elimina de un plumazo la tormenta.
Si no perdonas el resentimiento será la cárcel que te encie-
rre en la oscuridad y la desesperación.
Perdonar es una hermosa intención sanadora que comenza-
rá a estimular la paz y el amor en tu vida: «Perdonemos si que-
remos ser perdonados», ahí está la piedra filosofal de nuestra
alquimia personal liberadora. «Con la vara que medimos sere-
mos medidos».
Aligeremos la carga del resentimiento, de la venganza y del
odio para ser de verdad seres libres que a su vez ayuden a libe-
rar a los seres sintientes del dolor y de la oscuridad.
225
78
Sembrando respeto
en la tumba de un
U
N HOMBRE ESTABA PONIENDO FLORES
pariente, cuando ve a un chino poniendo un plato con
arroz en la tumba vecina. El hombre se dirige al chino
y le pregunta:
—Disculpe señor pero, ¿cree usted que de verdad el difunto
vendrá a comer el arroz?
—Sí –responde el chino– cuando el suyo venga a oler sus
flores…
Reflexión personal:
Respetar las opiniones y preferencias “del otro” es una virtud
de sublime maestría. No debemos juzgar a quien piensa o cree
de forma diferente. Debemos esforzarnos por comprender a esa
persona, siguiendo el siguiente modelo “interrogativo”:
—¿Te hace daño dicha creencia?
—¿Hace daño a alguien?
—¿Puede beneficiar a algún ser sintiente sin perjudicar a
otro?
Si cumple estos requisitos… vive, respeta y deja vivir.
226
79
Sobre la gratitud
casualmente a
E
STABA EN UN AEROPUERTO CUANDO OBSERVÉ
un padre y a su hija despedirse. Se anunciaba la salida
del vuelo de ella y junto a la puerta la escuché decir:
—Papá, nuestra vida juntos ha sido más que suficiente. Tu
amor es todo lo que siempre necesité. Te deseo “lo suficiente”,
a ti también.
Se besaron y ella partió. Él se encaminó hacia la ventana
donde yo estaba sentado. Ahí parado observé que se puso a
llorar. Intenté no ser un intruso en su privacidad, pero él me
pregunto:
—¿Alguna vez dijo adiós sabiendo que será para siempre?
—Perdone, ¿por qué es éste un adiós para siempre? –le pre-
gunté.
—Soy viejo y ella vive muy lejos y la realidad es que proba-
blemente su próximo viaje de vuelta será para mi funeral –me
contestó con ojos apenados.
—Cuando decía adiós le escuche decir “te deseo lo suficien-
te”; ¿puedo preguntarle que significa?
Empezó a sonreír y respondió:
—Ese es un deseo que ha pasado de generación en genera-
ción en mi familia. Mis padres lo decían a cualquiera –hizo
227
Reflexión personal:
La felicidad no es la ausencia de dolor. Los contrastes de la
vida son parte del entramado que dan forma y sentido a nues-
tra existencia. Somos un flujo de consciencias en continuo
cambio, seres “impermanentes” desde el paradigma de los
pensamientos conceptuales pero eternos en el viaje hacia la
unidad esencial liberadora. Todo cambia y los opuestos nos
enseñan a que debemos estar “despiertos” para “ver más allá
del ruido, de la edad, del sufrimiento y de las apariencias”.
Ahí reside la paz, la Luz Clara y la vacuidad. En definitiva,
nuestra verdadera naturaleza búdica o crística: Amor en esta-
do puro y libre del ego.
Y añado unos cuantos más “suficientes”:
–Te deseo la suficiente compasión para que aprendas a vivir
en tu naturaleza real.
–Te deseo la suficiente humildad para que te ayude a elimi-
nar capas del ego.
–Te deseo el suficiente sentido común para que no creas
228
80
Sobre la mentira
E
L
dor del instituto M. K. Gandhi para la Vida Sin Violencia,
en su conferencia del 9 de junio en la Universidad de
Puerto Rico, compartió la siguiente historia como un ejemplo
de la vida sin violencia en el arte de “ser padres”:
«Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el
instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 mi-
llas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de planta-
ciones de azúcar.
Estábamos bien al interior del país y no teníamos vecinos, así
que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba
poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine. Un día mi
padre me pidió que le llevara a la ciudad para asistir una confe-
rencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad.
Como iba a la ciudad mi madre, me dio una lista de cosas
del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el
día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de
algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller. Cuando
me despedí de mi padre él me dijo:
—Nos vemos aquí a las 5 de la tarde y volvemos a la casa
juntos.
230
Reflexión personal:
Mentira, cuya etimología es «lo que se dice contra la
mente», no forma parte de nuestra naturaleza real (búdica,
231
81
Promiscuidad espiritual
V
AMOS A IMAGINAR POR UN MOMENTO
no existieron. Que ambos personajes son fruto de la
imaginación colectiva y del mito que deriva hacia lo “di-
vino”. ¿Eso invalida las enseñanzas que se asocian con ellos?
Ser valiente espiritualmente te hace en el fondo mejor
creyente o practicante, cualquiera que sea la religión que
profeses. Te vacuna contra un mal endémico de nuestro
mundo y estigma en la historia de la humanidad que es el
totalitarismo fanático.
En algunos momentos de la historia este fanatismo ha deri-
vado hacia aspectos político-sociológicos y en otros hacia esta-
dos teocráticos que arropados de férreos dogmas se erigen
como dioses crueles y terrenales que legislan y alienan nues-
tras vidas a su antojo.
Ser valiente (“promiscuo”) espiritualmente implica leer y
reflexionar cualquier tradición religiosa (o no religiosa), sin
prejuicios y con calma.
Siempre aconsejo a mis alumnos de yoga tibetano y medita-
ción o a mis feligreses de la parroquia anglicana que “sean
promiscuos espiritualmente”, que no tengan miedo de acer-
carse a otras tradiciones, pues eso les hará en verdad más li-
234
82
Lenguaje, pensamiento y respeto
Reflexión personal:
El abandono en el vestir, en la higiene personal (habiendo en
tu casa agua y jabón) y, como en este ejemplo, en el lenguaje,
son signos de deterioro del pensamiento y, a mi entender, una
falta de respeto hacia el “otro”… que al final es (somos) uno
mismo. El lenguaje utiliza símbolos que deberían facilitar, fo-
nética y gráficamente, la comunicación.
Cuidar el lenguaje es una muestra de respeto, pues cuidan-
do la prosodia y una mínima estructura semántica estás
abriendo las puertas de tu “interior íntimo” de forma afable y
solidaria.
Otra cosa es la ignorancia, el analfabetismo comprensible
de aquellos (por desgracia demasiados) que no han podido ac-
ceder a una educación básica.
238
83
El valor de un abrazo
S
RI
como Amma, ha dedicado su vida a aliviar el dolor de los
pobres y de los que sufren.
Amma inspira la transformación con su abrazo físico, inefa-
ble a la hora de explicarlo, pues trasciende las palabras. En él
solo se manifiesta la Luz del Corazón… del Ser.
A lo largo de su vida, Amma ha abrazado y consolado a más
de 32 millones de personas. Como cada año, Amma visitará
España dentro de su gira europea.
Reflexión personal:
Muchas personas se preguntan… «¿Cómo puede cambiarte
un simple abrazo?» No hay método, ni ciencia, ni técnica.
Solamente prueba, abraza y ofrece en ese acto de acercamien-
to lo mejor de ti, sin separaciones entre tu “y los otros”. Deja a
un lado las formaciones mentales, las elucubraciones raciona-
les y las experiencias anteriores.
Abraza abriendo el cuerpo, la mente y el alma a la emoción
no enclaustrada, al amor que se entrega sin condiciones.
240
84
No ser malo no me hace bueno
85
Cargas y responsabilidades
86
Sobre la belleza
87
Sobre el fanatismo
al acceso de la
Q
UE AÚN EXISTAN POSTURAS CONTRARIAS
mujer al sacerdocio cristiano es un indicador social,
entre otros muchos, de cómo evoluciona la sociedad.
Incluso en “grupos liberales” de larga tradición, como la
masonería, aún sigue existiendo una masonería masculina que
no acepta a las féminas en sus logias, cuyo lema universal es,
como sabéis: «Igualdad, Libertad y Fraternidad».
Al igual que hay ateos que tratan de “convertir” o “derro-
tar” fanáticamente a los creyentes, también hay creyentes que
tratan de convencer a los descreídos con métodos discutibles y
en muchos casos execrables.
No creo que ese sea el camino. El camino, en mi opinión
debería construirse bajo las siguientes premisas:
–Respeto a las ideas ajenas.
–Revisión y análisis de las ideas propias.
–Búsqueda de puntos de unión.
–Unidad en las necesidades comunes.
–Absoluta defensa de los Derechos Humanos.
–Separación iglesia/as-estado.
–Defensa de un estado laico que respete a su vez cualquier
creencia en el ámbito privado, sin privilegios históricos.
247
88
Sobre el dolor
T
ODO EN EL
Todo cuerpo o sistema tiene una o varias frecuencias ca-
racterísticas. Eso depende mucho de la “elasticidad” del
objeto o sistema en sí o de la forma que este tiene. (Mente-
cuerpo “rígido” no es igual a una mente-cuerpo “flexible”).
En el yoga podemos comprobarlo por la importancia que tie-
nen las âsanas (posturas) y los mudras (sello o asana efectuado
con las manos). Cuando un sistema es estimulado a una de sus
frecuencias características, su vibración es la máxima posible
(como ocurre con determinados mantras). El fenómeno de reso-
nancia se produce cuando «la frecuencia angular de la fuerza ex-
terna coincide con la frecuencia natural de oscilación del sistema,
con un aumento de la amplitud». ¿A qué viene esta neblinosa di-
sertación? Pues a que en la física (mundo de la “forma”) pode-
mos ver también el mundo de la mente (“no físico”).
89
El acercamiento como medicina
a cuya
A
TENDÍ HACE POCO A UNA NIÑA DE CINCO AÑOS
madre consulté cuando tenía la misma edad que su hija.
Y mucho antes hice lo mismo con la abuela, es decir,
con la madre de su madre, aunque no cuando ella tenía cinco
años, lógicamente. No soy poseedor de la Piedra Filosofal.
Este lío generacional viene al hilo de una reflexión que tuve
al finalizar la consulta y que fue sobre la fidelidad de muchas
familias en mis conocimientos, familias que casi te hacen
miembro adoptivo de las mismas. Eres su confesor, terapeuta,
hermano, padre y confidente.
Por mi despacho han pasado ingentes generaciones de pa-
cientes pidiendo mi asesoramiento y consejo a sus problemas,
poniendo en mis manos su confianza absoluta. ¡Qué privilegio
y qué responsabilidad!
Recuerdo mis inicios, con un archivo metálico para las fichas
de papel, una máquina de escribir Olivetti y papel carbón para
las copias personales… y hoy todo lo tenemos a un toque de
click. Pero lo que nunca cambiará, con tecnología o sin ella, es la
confianza del “cara a cara y corazón a corazón” entre clínico y
paciente, que es la verdadera relación terapéutica y sanadora.
Necesitamos la medicina del “acercamiento” y de la con-
fianza mutua en todos los ámbitos de la sociedad. Como anta-
251
90
La vejez
El tiempo no es un enemigo
Procuremos vivir las "pequeñas" cosas que nacen en cada
momento. No veamos al tiempo como un enemigo. El tiempo
simplemente “es”.
Parémonos unos segundos a lo largo del día y simplemente
observemos: la respiración, el mundo y la vida.
Vivamos con presencia en cada beso, pues “morimos” cuan-
do sufrimos porque se acaba o anhelamos con doloroso deseo
el siguiente. Se alejan los labios, no el regalo que dejan.
Hagamos lo mismo con el resto de nuestras acciones dia-
rias: sonrisas, comida, paseos…
«La mariposa no cuenta los meses sino los instantes, pero le
bastan» (Rabindranath Tagore).
254
91
Sobre el materialismo
desde
L
A CONSULTA EN L A QUE TRABAJO DIARIAMENTE
hace más de treinta años está llena de experiencias
singulares, de anécdotas alegres, pero también de
historias tristes. Todas tienen como fondo una actitud hu-
mana particular, profundamente existencial, que me han
hecho reflexionar y aprender.
Hoy os contaré la historia de M., una mujer de 84 años que
venía a mi consultorio para paliar los efectos secundarios de la
quimioterapia a la que estaba sometida. A esta paciente, dado
su estado general y la metástasis múltiple que sufría, le queda-
ban pocos meses de vida.
Mi labor, además de orientarla en la alimentación y prescri-
birle una pauta general para su sistema inmunológico, era
también escuchar sus quejas y sufrimientos.
Poco antes de su fallecimiento, en la que sería su última
consulta, me confesó algo «que no la dejaba vivir en paz». En
gallego, me dijo que el tonto de su hijo no se daba cuenta de
que su mujer –esto es, la nuera de M.– se había casado sólo
por interés. M. me miró con ojos que refulgían en su demacra-
do rostro y prosiguió: «Los ahorros que tengo, la casa y el te-
rreno que le dejamos mi difunto marido y yo a mi hijo se los
va a llevar esa víbora».
255
92
La tolerancia no es
pasividad o indolencia
93
El agradecimiento, la más
poderosa medicina
E
L AGRADECIMIENTO Y LA GRATITUD
para la humanidad, así como eficaces antídotos contra mu-
chos venenos de la mente, entre ellos el odio. Vale la pena
practicar esta meditación que vuelvo a “poner al día” y que a
muchos os ha entusiasmado cuando la di a conocer, por su sen-
cillez y cálidos resultados que se manifiestan tras su práctica.
Las últimas investigaciones realizadas revelan que la medi-
tación mejora el estado de ánimo, la fluidez verbal, la memo-
ria y la rapidez de aprendizaje. No es nada nuevo, pero lo
asombroso es que los efectos comenzarán a sentirse a los ¡cua-
tro días de práctica! Eso afirman investigadores de la
Universidad de Carolina (EE. UU.). Los tests que se hicieron a
los voluntarios tras meditar veinte minutos demostraron que
procesaban información hasta diez veces más deprisa que el
resto y su sistema inmune mejoraba. Y para ello no hace falta
que te vayas a un monasterio a vivir, puedes comenzar en tu
casa con este ejercicio de meditación sobre la gratitud. Tómate
un tiempo para respirar, para dedicarte a “no hacer nada”.
Todos los días intenta sentarte cómodamente, con la espal-
da erguida, a una hora determinada. Puedes encender incien-
so y prepararte un delicioso té de canela, jengibre o de menta.
Afloja las prendas de vestir.
259
94
Egoísmo
«Soy, soy, soy…»
95
Cómo acompañar a
los moribundos
96
Aprender en libertad
E
L
del Predicador, es un libro del Antiguo Testamento de la
Biblia perteneciente al grupo de los llamados Libros
Sapienciales, o de enseñanzas. En él se dice:
«1:2 Dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es
vanidad.
1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con
que se afana debajo del sol?
1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siem-
pre permanece.
1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al
lugar de donde se levanta.
1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando
de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar
de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo».
¡Ay, vanidad de vanidades, que engrandecemos lo pequeño
y banal y aniquilamos lo bello y sublime!
Me encanta leer las Escrituras con la mente abierta, al igual
que hago con las magníficas enseñanzas del Buda de antaño y
hogaño, regeneradas y presentadas por maestros inspiradores,
266
97
El poder de las palabras
deben ser
L
AS PALABRAS QUE SALGAN DE NUESTRAS BOCAS
para iluminar, consolar, agradecer o apoyar. Para el
odio, la ira, los celos o el fanatismo lo mejor es el silen-
cio. Si no alimentamos los venenos estos se disolverán en el
caldo cuántico de la Vacuidad.
Dios será el crisol que absorba la ignorancia para devolver-
la en forma de oportunidades, señales y caminos limpios de
escoria “alquitranada”, en forma de acciones moduladoras
(karma). Para eso poseemos la dádiva del libre albedrío.
Creer o no creer no es el problema. Amar o no amar es la
verdadera cuestión. Y estar presentes en ello es el sendero hacia
el cambio de este paradigma ilusorio que nos recrea en esta
existencia interconectada con el infinito que nos entrelaza.
268
98
El desapego
existencial, según el
E
L APEGO ES LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO
budismo. No obstante, hay que entender qué significa re-
almente “desapegarse”.
¿Se trata de frialdad y alejamiento emocional? ¿Es un esta-
do de insensibilidad o “anestesia afectiva”? Por supuesto que
no. Esa sería una lectura superficial e inexacta. ¿Qué significa
realmente el “no apego”?
Vamos a leer lo que dice Ajahn Sumedho, en su acertado
escrito: La mente y el camino. Creo que en su simplicidad no
lo puede dejar más claro:
«El no apego, no significa quitarte de encima a tu esposa,
esposo o amante. Significa liberarte de las visiones erróneas
con respecto a ti y a la persona con la que compartes tu vida.
Entonces descubrirás que allí hay amor, pero que no estás ape-
gado. No distorsiona, ni aferra, ni agarra. La mente vacía es
capaz de cuidar y querer a los demás en el sentido más puro del
amor. Pero cualquier apego siempre lo distorsionará».
David Brazier, autor de El Nuevo Budismo (Ed. Oberón) en-
ciende con sus enseñanzas la luz inextinguible del Ser. Nos
ayuda a guiarnos en la oscuridad de la conciencia. Sus palabras
pueden convertirse en poderosas señales en el camino de cual-
quier buscador espiritual.
269
99
Los múltiples caminos New Age
100
Sobre el ascetismo
en la so-
L
A ASCESIS POSEE CIERTAS RESONANCIAS NEGATIVAS
ciedad actual. Entendemos la renuncia como un castigo,
nunca como una opción ética y generosa.
Pero la verdad es que no es posible dar sin ceder, sin renun-
ciar. Y sólo de esta forma alcanzaremos poco a poco un estado
de paz y plenitud que difícilmente encontraremos en otras ac-
tividades cotidianas.
En la antigua Grecia “ascesis” o “ascético” se utilizaban
para designar los ejercicios físicos preparatorios del gimnasta,
anteriores a una competición deportiva, pero pronto se les dio
un significado moral e incluso religioso.
El término “ascesis”, tal como lo entendemos aquí, es aquel
que, en las lenguas occidentales, corresponde más exactamen-
te al sánscrito tapas . El sentido primero de tapas es el de
“calor”; pero es un calor que debe quemar lo que los rabinos
denominan las “cortezas”, es decir, destruir todo lo que, en el
ser, es obstáculo para una realización espiritual.
La ascética cristiana es el conjunto de prácticas, ejercicios, dis-
ciplinas y sacrificios que hay que realizar para ser buen cristiano.
Pero no por mortificación masoquista y autocomplaciente, sino
como entrenamiento moral que nos haga valorar lo que tenemos
y desarrollar compasión para ayudar al que no tiene. «Mientras
273
Para reflexionar:
Voy a exponer algunos ejemplos de actos ascéticos que po-
demos integrar de forma habitual en nuestras vidas. Esta asce-
274
101
Sobre la iluminación budista
E
S POSIBLE QUE MUCHAS PERSONAS
tras a diario hayan alcanzado la iluminación o libera-
ción del sufrimiento. Y no practican el budismo, ni rea-
lizan prolongadas sesiones de zazen diarias. Incluso es
posible que tú… estés iluminado y no lo sepas. ¿Cómo es
posible? ¿Acaso la iluminación no es una ardua tarea que in-
cluye muchas renuncias y una praxis in tempore? Pues… sí y
no. Pero vayamos por partes.
La Iluminación (estado del Buda) no es una meta, ni un fin
en si misma. Ni siquiera hay que realizar ningún esfuerzo para
alcanzar algo que ya poseemos per se. Si nos esforzamos... nos
alejamos de ello. Sería algo así como forzar el amor que ya senti-
mos por nuestra madre o por cualquier otro ser querido.
Inténtalo, trata de intensificar algo que ya posees. Quizá te exal-
tes porque ya lo conoces y es fácil abrirse a la dicha de un senti-
miento tan inefable como el amor. Pero quizá vivas en un estado
que por no poder describirse… aún desconoces, pero ya forma
parte de ti. Vives por ti mismo, sin preguntas ni respuestas posi-
bles, porque solo experimentas la realidad por si misma, sin in-
terferencias intelectuales o emotivas que la distorsionen.
¿Quieres un ejemplo? Voy a incluir algunos de los infinitos que
pueden representar dichos estados de “vacuidad” iluminadora:
276
Para reflexionar:
No busques la iluminación, vive con consciencia tu rutina
diaria y practica tu meditación, oración, mantra, plegaria o
canción preferida con vacío conceptual.
278
Epílogo
Espiritualidad y religión,
¿conceptos excluyentes?
cómo es posible
M
UCHAS PERSONAS ME PREGUNTAN
practicar el dharma budista y ser a la vez sacerdote
cristiano. ¡Como si buscar el bien y practicar la com-
pasión fuesen marcas patentadas por una empresa que tiene el
monopolio de la Verdad! Hoy todo está controlado, “registra-
do”, moderado y dirigido. Debemos tener mucho cuidado con
lo que publicamos o decimos.
No disientas de lo “políticamente correcto” porque te eti-
quetarán como “indeseable” en esta sociedad tan comparti-
mentada y supuestamente “libre”. No cures de otra forma que
no sea con los fármacos recomendados por las multinaciona-
les farmacéuticas, no vaya a ser que te encierre la Santa
Inquisición Sanitaria en una mazmorra del sistema. Ya vale,
¿verdad? ¿Qué está ocurriendo?
Yo comparto la actitud del maestro budista vietnamita
Thich Nhat Hanh, quien asegura que comulga cuando
acude a una misa católica al tiempo que en su altar budista
tiene las figuras de buda y de Cristo juntas. ¡Y luego se
echan las manos a la cabeza los fariseos de turno! ¡Qué ho-
rror! ¡Blasfemia! ¡Un budista comulgando! Y muchos de
esos “críticos” son pederastas a tiempo parcial o corruptos
empresarios de “doble vida” cristiana. El problema es que
280
Para reflexionar:
Recibir una iniciación con su correspondiente linaje o suce-
sión apostólica es un reconocimiento a la propia responsabili-
dad para hacer el bien y entregarnos a los demás, más que un
“privilegio” de unos pocos para separarnos del resto de los
seres humanos. Es seguir un lazo de fraternidad que nos une a
los que han dado el primer paso para construir un mundo
más feliz, fraterno y pacífico.
Cuando releo y medito sobre las palabras de Cristo y de
Buda no encuentro contradicción alguna en ambos textos,
sino que mi horizonte espiritual se amplía en lugar de reducir-
se a unos límites asfixiantes y anquilosados.
Sí, soy sacerdote de la Iglesia Anglicana, depositaria de un
sentido teológico, místico y espiritual más allá de las formas. Y
soy instructor de filosofía budista y maestro de yoga tibetano,
iniciado por maestros del linaje Mahayana y Bön que me han
enseñado una psicología de vida que surgió quinientos años
antes del nacimiento de Jesucristo.
Ya basta de “exclusiones” ideológicas. De nominar (“poner
nombre”) para identificarte con “el grupo” separándote del
“otro”.
281
Anexo
Prácticas espirituales
para todos
Repite mentalmente:
Rechazo de mi todo odio, envidia, ira o apego (reflexiona
sobre ello un instante y después prosigue): Solamente acepto
el Bien y el Amor para que me ayuden a liberar del sufrimien-
to a todos los seres sintientes (reflexiona también sobre esto y
todas las implicaciones que conlleva).
Este ejercicio se puede realizar en cualquier momento y
lugar. Sé constante, pues la meditación requiere de un apren-
dizaje y una disciplina.
Meditación cristiana:
Quiero dejar bien claro que siempre me ha interesado la “es-
piritualidad mística” (sea de Oriente o de Occidente). Gracias
mi doble condición de maestro de yoga tibetano y sacerdote an-
glicano he podido estudiar y practicar a lo largo de los últimos
veinte años los caminos convergentes de ambas tradiciones,
pues los “divergentes” abundan en los tiempos actuales.
La palabra “meditación” se encuentra en Salmo 5:1; 19:14,
y otros. Un verso familiar en Salmo 19:14 dice: «Sean gratos
los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante
de Ti…» Él pide que sus palabras y pensamientos sean consis-
tentes. Las palabras de la boca son una farsa si no están sus-
tentadas por la meditación del corazón".
Los evangelios muestran que Jesús era un maestro de la
contemplación y que sus seguidores querían vivir esa enseñan-
za en su oración y sus vidas diarias.
«La parte más importante de la meditación cristiana es per-
mitir que la misteriosa presencia de Dios dentro de nosotros se
convierta más y más, no solamente en una realidad, sino en la
realidad que nos da significado, forma y propósito a todo lo
que hacemos, a todo lo que somos…»
Quien pronunció estas palabras fue el padre John Main, un
monje benedictino y sacerdote que difundió la meditación
cristiana en Inglaterra y luego en Canadá, en un movimiento
de daría pie a la creación de la Comunidad Mundial para la
meditación cristiana.
283
Técnica de meditación
tibetana Mukula Chag
Yá Lung
Os voy a hablar de una
técnica energética tibetana
con un mudra muy especial
(Mudra = chag yá, en tibe-
tano) que nos permite re-
cargar energéticamente
cualquier órgano que esté
debilitado o enfermo, se
trata de Mukula phyag rgya
lung (pronunciado «Mukula
Meditación Mukula Chag Yá Lung. cha yá lún»).
285
Cómo orar
Después que Jesús llamó a sus discípulos, les dio su primera
enseñanza pública en el Sermón del Monte. Allí les expuso el
reino de Dios, sus leyes y su vida. En este reino, Dios no sólo
es Rey, sino también es Padre. Y la primera cosa que el Señor
enseña a sus discípulos es que tienen que tener un lugar secre-
to para la oración; cada uno tiene que tener algún lugar solita-
rio donde pueda estar a solas con su Dios. La completa sepa-
ración de todo lo que nos rodea nos ayudará a que nuestro
espíritu llegue a ponerse en contacto con el Invisible… Y así
somos enseñados en la oración eficaz.
En Marcos 11:25 el mismo Jesús enseñó: «Y cuando estu-
viereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para
que vuestro Padre que estás en los cielos os perdone a vos-
otros vuestras ofensas». Estas palabras siguen inmediata-
mente después de la gran promesa con respecto a la ora-
ción en el versículo 24: «Y todo lo que pidiereis orando
creed que lo recibiréis, y os vendrá», y las palabras que pre-
ceden a esta promesa son: «Tened fe en Dios…». Esto nos
enseña que en la oración todo depende de que nuestra re-
lación con Dios sea una relación clara, estas palabras que le
siguen nos recuerdan que nuestra relación con nuestros se-
287
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289
Libro Solidario
Los editores