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CAPITULO PRIMERO

TEORÍA PSICOSOCIAL DEL DESARROLLO HUMANO DE ERIKSON

Erikson llega al psicoanálisis a partir de su interés por el arte al retratar rostros de

niños pertenecientes a la escuela de Dorothy Burlingham en Viena. Esta escuela era

para niños cuyos padres estaban sometidos a análisis o bien los niños, estaban siendo

analizados. La escuela tenía como principio, involucrar el método pedagógico con el

psicoanálisis. “Al tender un puente entre el arte y el psicoanálisis, Erikson desarrolló

una visión configurativa del juego de niños que fue influida por el hincapié que hizo

Freud en la importancia vital de los sueños” (ERIKSON, 1994:17) Esta relación de

Erikson con la teoría freudiana, le permitió ver que el juego en los niños, los sueños y

las asociaciones libres preexisten a las palabras.

La relación del campo social con el psicoanálisis en Erikson, comienza con la

vinculación con ésta escuela y su graduación en el Instituto Psicoanalítico de Viena.

Más tarde, en los Estados Unidos tuvo el privilegio de conocer importantes

antropólogos como Margaret Mead. A partir de esto y sumada su experiencia, Erikson

se remite a su perspectiva del desarrollo y del crecimiento humano, de ahí que el

término “psico-social” es un concepto integrador y no dos disciplinas separadas.

Entendemos que en la teoría psicosocial, el desarrollo humano se ve atravesado por

tres factores fundamentales: lo biológico (organismo), psicológico (un yo) y social

(como miembro de una sociedad). Así, “su cuerpo queda expuesto al dolor y la

tensión; su yo, a la ansiedad, y como miembro de una sociedad, es susceptible al

pánico que emana de su grupo”. (ERIKSON, 1976:30).


Para Erikson estos tres aspectos de la experiencia humana son organizados por la

función sintetizadora del yo lo cual implica una integración de las experiencias. Estos

procesos: biológico, psicológico y social son considerados como aspectos de la vida y

existencia humana, como se afirma en la cita “en los últimos años hemos llegado a la

conclusión de que una neurosis es psico-y somática, psico-y social, e interpersonal”

(ERIKSON, 1976:19)

La teoría freudiana se concentró en el inconsciente, Erikson lo hizo en el yo; siendo

este de gran importancia en la dinámica de la personalidad. Una parte de este yo es

capaz de operar independientemente del ello (presión de los deseos excesivos) y del

superyó (fuerza opresora de la consciencia), por lo tanto, para Erikson “el yo es como

una mediación organizadora central y para sí mismos abandonados y anticipados”.

(ERIKSON, 1968:172-73).

El yo se encuentra en el medio de estos dos (ello y superyo) el cual viene a equilibrar y

evitar que el ello y el superyo, se manifiesten en sus formas mas extremas, para

protegerse utiliza mecanismos de defensa. “El yo, entonces, es una “institución

interna” desarrollada para proteger ese orden dentro de los individuos del que

depende todo orden exterior” (ERIKSON, 1976:175)

Es importante entonces diferenciar el yo, el “yo” y los sí mismos para lo cual se

utilizará como ejemplo la siguiente cita: “si el “yo” admira la imagen de su sí mismo

corporal (como hizo Narciso), no está enamorado de su yo (puesto que de otra manera

Narciso podría haber mantenido su equilibrio) sino de uno de sus sí mismos: el sí

mismo corporal que se ve en el espejo, tal como es percibido por ojos autoerotizados”,

(ERIKSON 1968:78). Así se entiende que, el “yo” es plenamente consciente, refleja lo

que ve del cuerpo, la personalidad y los roles a los que está relacionado, ratificando

verbalmente la experiencia individual. (Narciso admira la imagen de sí, es conciente de

2
esta admiración). De la misma manera se puede apreciar que Narciso admira uno de

sus si mismo: el si mismo corporal, reflejado en el espejo. Los si mismos son casi

preconscientes, que pueden hacerse conscientes a través del “yo” y hasta donde el yo

lo permite, ya que el yo es la instancia mediadora, organizadora central y sintetizadora,

que salvaguarda nuestra existencia coherente, es inconsciente. Se percibe su

actividad pero nunca el yo mismo1.

La formación de la identidad tiene un aspecto que se refiere a sí mismo y otro al yo. Al

sí mismo, como la integración de las representaciones subjetivas y del rol que

garanticen el reconocimiento social; y al yo en tanto sintetizador. La identidad se va

desarrollando a partir de la integración de las experiencias de la realidad interna y

externa, “el proceso de formación de la identidad emerge como una configuración

evolutiva (una configuración que se establece gradualmente por sucesivas síntesis y

resíntesis del yo durante toda la infancia).” (ERIKSON ,1968:132)

Erikson a lo largo de la teoría del desarrollo humano describe una secuencia evolutiva

ulterior, la cual abarca la vida del hombre desde el nacimiento hasta la muerte, Los

hallazgos de Freud sobre la neurosis permitieron a Erikson dar una concepción

psicosocial del ciclo vital, “Yo desarrollé algo de lo que había aprendido, preguntando:

¿podemos decir qué habría podido salir, y puede salir bien? (ERIKSON,1994:532).

Encontró de esta manera, la forma de justificar sus hipótesis con el estudio longitudinal

de una muestra normal de niños en desarrollo en sistemas educativos en

comunidades primitivas, con estudios de biografías y en historias clínicas. Puso

énfasis entonces en el desarrollo de los potenciales humanos y también en los

conflictos que están inmersos en cada etapa.

1
Cfr. Erikson E. “Identidad, Juventud y Crisis”. Ed Paidos, Buenos Aires 1968 Pág, 172-178

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El desarrollo humano se basa en los conflictos internos y externos, que todos los

individuos experimentan en su infancia y cuyos residuos son llevados a la vida adulta.

La capacidad del recién nacido supone que en cada etapa amplié el radio de

interacción social y forme parte de las instituciones sociales. Cada etapa del ciclo vital

se verá marcado por diversas crisis psicosociales, las cuales son fuentes

ontogenéticas de adaptación y de mala adaptación.

De este modo, Erikson, al haber escrito sobre la identidad determina una lección

práctica para el estudio del desarrollo humano a través de la concepción de que la

madurez adulta no es el fin del desarrollo psicológico.

ETAPAS DEL CICLO VITAL Y LOGROS

Erikson formuló la teoría de los estadios del ciclo vital, basándose en la teoría

psicosexual de Freud. Sin embargo, no se quedó en las primeras etapas de la vida de

una persona, sino que planteó etapas que se van dando desde la niñez hasta la vejez,

preguntándose en cada una qué es lo que podría salir bien o mal. A lo que llamó

logros y crisis.

Erikson llama a sus etapas “ciclo vital”, ya que esto sugiere una declaración de los

antepasados conceptuales de Erikson: el psicoanálisis. Así:

“la palabra “ciclo” pretende transmitir la doble tendencia de la vida


individual a “redondearse a sí misma” como experiencia
coherente y al mismo tiempo a formar un eslabón en la cadena de
las generaciones, de la que recibe y a la que aporta, a la vez,
fuerza y debilidad. En esta interrelación son estratégicas las crisis
de desarrollo: aquí, la palabra “crisis” no significa una amenaza
de catástrofe, sino un punto de cambio, un periodo crucial de
mayor vulnerabilidad y de intensificado potencial y, por
consiguiente, la fuente ontogenética de la fuerza y la mala
adaptación de las generaciones”. (Erikson 1994, 534 y 535)

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De este modo, el ciclo vital se compone por variadas crisis que corresponden a cada

estadio del desarrollo debido al cambio de perspectiva que potencializa un sector y

debilita otro, “conflictos inherentes a cada etapa” (ERIKSON, 1994: 532). Sin embrago,

este debilitamiento, es atendido por el ambiente peculiarmente sensible lo cual

evidencia el vínculo entre el individuo y el grupo social en el que se desarrolla. “un

familia puede educar al bebe, sólo si es educada por él” (ERIKSON, 1968: 79). Un

vínculo al que denominó “mutualidad”, ya que las dos se influencian mutuamente.

El desarrollo de la personalidad se describe sobre la base del principio epegenético, el

cual se deriva del crecimiento de los organismos in útero. “Este principio afirma que

todo lo que crece tiene un plan básico, del cual surgen las partes y que cada una de

ellas tiene su periodo de ascendencia especial, hasta que el conjunto emerge como un

todo que funciona”. (ERIKSON, 1968: 76). De la misma manera, que el feto se

desarrolla progresivamente dentro del útero, al nacer, el niño debe recibir la protección

y estímulos adecuados para su desarrollo psicosocial como un segundo útero.

Cada estadio del desarrollo se enfrenta a una crisis psicosocial normativa que agrega

una nueva cualidad yoica, bajo el supuesto de que prevalezcan “proporciones

favorables” de las cualidades que permitan la adaptación del individuo. Estas

proporciones favorables se constituyan en fortalezas a lo que Erikson en “Infancia y

sociedad” llamó virtudes básicas por la importancia que adquieren en tanto valores

humanos.

El cuadro que a continuación se presenta, pretende sintetizar la crisis que se presenta

en cada etapa, la virtud básica o fuerza psicosocial como consecuencia adaptativa de

esta y el radio de relaciones significativas es decir, las instituciones sociales con las

que interactúa el individuo.

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RADIO DE
CRISIS VIRTUD
ETAPA* RELACIONES
PSICOSOCIAL BASICA*
SIGNIFICATIVAS
Confianza vs.
Infancia Esperanza Persona maternal
Desconfianza
Autonomía vs.
Niñez Temprana Voluntad Personas parentales
Vergüenza, Duda
Edad de Jugar Iniciativa vs. Culpa Propósito Familia básica
Laboriosidad vs.
Edad Escolar Competencia Vecindario, escuela
Inferioridad
Grupos de

Identidad vs. Difusión compañeros y grupos


Adolescencia Fidelidad
de la identidad ajenos; modelos de

jefatura
Compañeros en

Intimidad vs. amistad, sexo,


Adultez Joven Amor
Aislamiento competencia,

cooperación
Generatividad vs. Trabajo dividido y
Adultez Cuidado
Estancamiento familia compartida
Vejez Integridad vs. Sabiduría “Humanidad”, “Los

Desesperación míos”

Las etapas aquí presentadas son mutuamente dependientes, de acuerdo al principio

epigenético “cada etapa llega a su culminación, enfrenta su crisis y encuentra su

solución perdurable durante la etapa indicada. Pero todas deben existir desde el

comienzo en alguna forma pues todo acto requiere una integración de todos los otros

actos” (ERIKSON, 1976: 244). Por ejemplo, el primer paso para la adaptación

psicosocial depende de una proporción favorable de confianza respecto a la

desconfianza. Sin embargo, un niño desde el comienzo puede mostrar algo similar a la

*
Las etapas aquí descritas fueron añadidas al Cuadro XXVI.3 del texto de Erikson “Un modo de ver las
cosas” Pág. 538. También fueron agregadas las palabras “Virtud Básica”.

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autonomía pero sólo durante el segundo año comienza a experimentar verdaderos

formas de autonomía que le permiten interactuar con el medio ambiente.

El ciclo vital que Erikson propone en su teoría psicosocial se detalla a continuación2:

Confianza vs. Desconfianza

De las experiencias del primer año de vida se deriva lo que Erikson llamó sentimiento

de confianza, la denominó así por que para él esta palabra tiene un significado más de

ingenuidad y mutualidad, ya que hablar de seguridad en el niño sería precipitado. En

esta etapa, el niño no busca activamente conseguir algo sino que recibe y acepta lo

que se le da.

Cuando el niño nace (etapa oral) se combina su habilidad innata para tragar con la

intención de la madre de alimentarle y de recibirlo con ternura. Es decir, la madre

trasmite su vivo deseo de proporcionar a su hijo lo que necesita; a través de una

actitud inconsciente hacia el compromiso que tiene con la criatura; en el mismo

momento en que el bebe vive y ama por medio de su boca. Por lo tanto, se trata de un

momento incorporativo en donde la necesidad de alimentos del niño se convierte en

una habilidad receptiva a todo lo que se le ofrece a través de sus sentidos.

Con la aparición del placer de morder objetos, aparece también el inevitable dolor y el

aplazamiento de la satisfacción debido al destete provoca también un sentido de

abandono y de ira impotente, a pesar de esto, debe mantenerse la esperanza a lo

largo de la vida. Esta esperanza del infante, es un fundamento de la fe del adulto, por

lo que es la primera fuerza psicosocial.

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Estas etapas fueron sintetizadas desde los textos de Erikson: “Identidad, juventud y crisis”, “Infancia y
Sociedad” y en “Un modo de ver las cosas”. Escritos selectos de 1930 a 1980, del mismo autor y un
extracto de la conferencia realizada por Miguel Molla “la Identidad y el desarrollo del niño: Importancia
de la prevención en la familia” Noviembre del 2002. y en Internet:
www.geocities.com/albedo001/sb.htm?20071

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El sentimiento de confianza en los niños, no depende de las cantidades de alimento o

de demostraciones de afecto, sino en la combinación de la satisfacción sensitiva de las

necesidades del bebe con un firme sentimiento de confianza personal, el mismo que

se desarrollo a través de la experiencia de la madre de ser cuidada por su madre bajo

una imagen convincente de providencia.

Lograr una certeza interior que aplace la indebida ansiedad o rabia que produce el

alejamiento de la madre, es el primer logro social del niño. “la confianza básica debe

mantenerse a través de toda vida precisamente frente a esta poderosa combinación

de un sentimiento de haber sido despojados, divididos y abandonados”.

(ERIKSON, 1976: 224)

La resolución de la crisis en esta etapa depende básicamente de la madre, ya que ella

debe representar para el hijo que es confiable. En la lactancia el vinculo que se

desarrolla entre la madre y el bebe deberá brindar una sensación física de confianza.

Este vínculo será la base de las futuras relaciones con otras personas importantes.

Los temores infantiles como el haber sido abandonado, es el resultado del rechazo de

las figuras parentales, ya que la percepción de la familia es negativa, de este modo,

se afirma la desconfianza.

Autonomía vs. Vergüenza y Duda

El desarrollo de autonomía supone el firme establecimiento de una confianza

temprana, debe llegar a sentir fe en sí mismo y en el mundo y así sentir que no se

perderá debido a la inevitable maduración muscular que le obliga al niño a aferrar, lo

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que puede significar retener o restringir de forma destructiva y puede convertirse

también en tener y conservar. De la misma manera soltar puede convertirse en una

liberación destructiva o bien en un gentil dejar pasar (etapa anal).

El respaldo de su ambiente debe ser continuo para que sostenerse sobre sus propios

pies no produzcan la sensación de haberse expuesto prematura y tontamente, a lo que

se denomina vergüenza o bien la vacilación en la respuesta ante lo no usual a lo que

se denomina duda.

La vergüenza supone la exposición inconciente de ser mirado y no estar preparado

para serlo, pero “se trata en esencia de rabia vuelta con el sí mismo” (ERIKSON,

1976:277). La duda puede ser respecto de uno mismo y acerca de la firmeza de los

educadores.

“La fuerza de voluntad es la decisión inquebrantable del ejercer la libre elección así

como la automoderación pese a la inevitable experiencia de vergüenza, duda y cierta

ira, al ser controlados por los demás. La buena voluntad está arraigada en lo juicioso

de los padres, guiados por su respeto al espíritu de la ley” (ERIKSON, 1994:539). El

niño empieza a experimentar su voluntad autónoma junto con una creciente afirmación

de un yo insipiente y se dan oscilando entre la cooperación y la terquedad de acuerdo

a las exigencias de la realidad y del yo. Se repetirá esta independencia en la

adolescencia de muchas maneras. Por ser una etapa inestable y poco consciente

enfocada en las eliminaciones del cuerpo. El niño pasa por momentos de vergüenza y

duda, reforzadas por las exigencias de los padres.

Iniciativa vs. Culpa

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El sentido y cualidad de la iniciativa es la esperanza y la responsabilidad, producto del

convencimiento de que ahora el niño es una persona que cuenta con sus propios

recursos, ahora debe descubrir que clase de individuo puede ser. Conjuntamente con

el desarrollo en el área motriz, el conocimiento del lenguaje, lo que le permite

comprender e interpretar cosas relativa a sus necesidades, y esto le permite, a través

de su imaginación alcanzar distintos roles, con lo cual emerge un sentimiento de

iniciativa, base de un sentido de ambición y propósito.

El niño se encuentra identificado con su progenitor del mismo sexo (etapa fálica), sin

embargo busca oportunidades por medio del trabajo, lo cual promete un campo de

iniciativa sin demasiado conflicto infantil o culpa edípica. A través del ejemplo el niño

entiende la existencia de alguna forma de familia en dónde gracias a la prohibiciones

los niños buscan nuevas identificaciones que les eximen de dicha culpa.

“El destino de la genitalidad infantil queda determinado por los roles sexuales

cultivados e integrados en la familia. En el niño varón, la orientación sexual está

dominada por una iniciativa fálico-intrusiva; en la niña, por medios inclusivos de

atractividad y de “maternidad” “. (ERIKSON, 1994: 539). La imaginación incrementada

en esta etapa sumada a los poderes motrices, llevan al niño a fantasías secretas de

grandes proporciones, despertando así, un sentimiento de culpa por supuestos

crímenes cometidos, biológicamente imposibles.

Las instituciones sociales permiten al niño transformar sus ideales intangibles y

proezas imposibles en ideales adultos fascinantes que permiten buscar objetivos

valiosos y tangibles bajo la guía de la conciencia, sin esta ser paralizada por la culpa o

el temor de castigo. Este valor de considerar y buscar objetivos tangibles es el

propósito, el cual es una virtud básica que se logra en esta etapa

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Laboriosidad vs. Inferioridad

En esta etapa, las identificaciones ya no se orientan directamente hacia los padres y al

rol que ellos desempeñan (etapa de latencia), sino que se amplia a otros ámbitos

sociales, por lo que brindan su afecto a los maestros y a los padres de otros niños e

imitan ocupaciones admiradas como bomberos, doctores, policías, etc.

La escolaridad se relaciona con las habilidades básicas que los niños poseen dentro

del marco tecnológico de su cultura; como puede ser la preparación en lectura y

escritura en sociedades alfabetizadas. El sentido de laboriosidad se desarrolla a

medida que el niño va adquiriendo las herramientas de su cultura perteneciendo así a

la institución llamada escuela que poco a poco va suplantando los caprichos del juego,

la sociedad se vuelve significativa para el niño, ya que, le admite en roles que lo

preparan a una realidad tecnológica y económica.

De este modo, el niño se convierte en un trabajador y en un proveedor potencial y

aprende a ganar reconocimiento produciendo cosas, se hace perseverante y se

adapta al manejo de las herramientas, llegando a una importante situación productiva.

Sin embargo, una sensación de extrañamiento o de inadecuación frente a sí mismo o

a sus tareas da origen al sentimiento de inferioridad, el cual implica un retraimiento en

el aprendizaje, pudiendo regresar a sí al conflicto edípico.

La edad escolar constituye una etapa decisiva en el ámbito social del niño, ya que lo

prepara experiencias graduales de aprendizaje que lo llevará a cabo conjuntamente

con sus pares y otros adultos que lo guíen. La laboriosidad implica hacer cosas con

otros, cobrando sentido la división del trabajo. Sin embargo, prejuicios sociales como

el color de la piel o situación socio-económica, y no precisamente su deseo de

prender, serán elementos decisivos como aprendiz, de ahí, que el sentirse inferior sea

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determinante en el desarrollo del carácter: “La competencia es el libre ejercicio (no

menoscabado por un infantil sentido de inferioridad) de la destreza y de la inteligencia

para realizar tareas serias. Es la base para la participación cooperativa en algún

segmento de la cultura”. (ERIKSON, 1994: 541)

Identidad vs. Confusión de identidad

Con el advenimiento de la pubertad la infancia propiamente dicha llega a su fin. La

adolescencia (etapa genital) se convierte en un periodo más definido y conciente,

ubicándose de esta manera entre la infancia y la adultez.

Esta es una de las etapas más cruciales para Erikson, ya que el adolescente

experimentará la búsqueda de identidad con subsecuentes crisis que lo llevara al

retorno forzado a estadios anteriores llevando al yo a establecer una nueva

representación de sí mismo. El adolescente deberá integrar varios roles en una

identidad personal consistente. Si no lo logra, puede crear en el adolescente una

confusión de quién es él.

En la adolescencia todas las mismidades y continuidades en las que se confiaba,

vuelve a ponerse en duda, ya que debe integrarse la madurez sexual paulatinamente

adquirida por lo que tiene que enfrentar nuevamente crisis de épocas pasadas. Los

adolescentes necesitan pasar por una moratoria para integrar los componentes de la

identidad que en la infancia fueron adquiridos a través del desarrollo, ya que ahora, la

sociedad reemplaza el ambiente de la infancia. Por lo tanto, las exigencias de esta

unidad más grande llamada sociedad ponen en duda lo conseguido en los estadios

anteriores.

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El adolescente necesita personajes e ideas en los que pueda tener fe y así probar que

él mismo es digno de confianza; sin embargo, teme contraer un compromiso banal, en

donde paradójicamente, expresará su necesidad de fe con una confianza ruidosa y

cínica. La necesidad de desear libremente se conjuga con la necesidad de tener el

consentimiento de otros para poder realizar una elección, pero al mismo tiempo siente

el miedo de sentir expuesto al ridículo o dudando de sí mismo, lo que le conduce a

comportarse de manera desvergonzada frente a los mayores por propia elección. Se

puede evidenciar la disposición del adolescente a depositar su confianza en aquellos

pares y personas mayores sean buenos y malos consejeros con tal de que llenen sus

aspiraciones, correspondiente a la imaginación ilimitada en la etapa del juego,

respecto a lo que uno podría llegar a ser.

El sentimiento de identidad yoico es “(…) más que la suma de las identificaciones

infantiles. Es la experiencia acumulada de la capacidad del yo para integrar todas las

identificaciones con las vicisitudes de la libido, con las actitudes desarrolladas a partir

de lo congénito y con las oportunidades ofrecidas en los roles sociales” (ERIKSON

1976: 235). Por lo tanto, la identidad yoica es la capacidad del yo para integrar todas

las identificaciones, la conciencia de mismidad y continuidad propia y de su significado

para los demás del estilo de la propia individualidad como se puede ver en la promesa

tangible de una carrera.

Sin embargo, la incapacidad de elegir una carrera, puede poner en evidencia la fuerte

duda respecto a la identidad, lo que se define como confusión de identidad y para

evitarla, el adolescente se sobreidentifica temporalmente con sus héroes hasta el

punto de una aparente perdida de la identidad, lo que da inicio al enamoramiento.

La virtud básica de la identidad, es la fidelidad la cual se confirma a través de

ideologías y estilos de vida, enseñanzas que manifiesten una coherencia entre las

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exigencias de la sociedad y lo que los jóvenes pueden llegar a ser. Siendo esta la

capacidad de mantener lealtad entregadas libremente a pesar de las inevitables

contradicciones de los sistemas de valores.

Intimidad vs. Aislamiento:

La intimidad implica poder compartir la identidad de uno con la de otros, lo cual

permite entregarse a afiliaciones y a asociaciones concretas y desarrollar la fuerza

para cumplir con tales compromisos aunque estos impliquen ciertos sacrificios. La

evitación de tales compromisos se debe a un temor a la perdida del yo, lo cual puede

desencadenar en un profundo sentido de aislamiento.

“Se llega a esta etapa, por primera vez, a la autentica madurez genital; gran parte de

la anterior vida sexual del individuo es de la índole que confirma su identidad (…). Solo

al llegar a esta etapa las diferencias biológicas entre los sexos dan por resultado una

completa polarización dentro de un estilo de vida conjunto” (ERIKSON, 1994: 542).

Esto implica que los dos sexos aproximen capacidades y valores que impulsen la

comunicación y la cooperación, mientras que las diferencias permiten sostener la vida

amorosa y la procreación

Los dos sexos se vuelven similares en conciencia pero no se puede apartar de esto

las ambivalencias ya que son maduramente distintos. Es por esto que el amor al ser

una mutualidad es el guardián de un “modo de vida” frente a las profundas diferencias.

Generatividad vs. Estancamiento

La generatividad es la etapa en la cual el hombre maduro busca sentirse

necesitado y esto conlleva a que el sujeto se preocupe por lo que él ha

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producido y que debe cuidar; por lo tanto es en esencia una preocupación por

establecer y guiar a la siguiente generación. “La generatividad constituye así

una etapa esencial en el desarrollo psicosexual y también en el psicosocial.

Cuando tal enriquecimiento falta por completo, tiene lugar una regresión a una

necesidad obsesiva de pseudointimidad, a menudo con un sentimiento general

de estancamiento y empobrecimiento personal”. (ERIKSON, 1976: 240)

Por otra parte, la decisión de querer o no tener hijos no es alcanzar la

generatividad, aunque el concepto de esta implique la productividad y la

creatividad, muchas veces las razonas se evidencian en impresiones de la

temprana edad donde ha existido excesivo amor propio en una personalidad

laboriosamente autofabricada y en la falta de alguna fe.

Podemos ver entonces que la generatividad es en sí misma un poder que lleva una

estructura de una comunidad humana organizada, donde se ofrecen garantías

tradicionales con las que cada generación se enfrente a las necesidades de las

siguientes. Por lo tanto, la mayor preocupación que ha originado el amor ha sido la

atención y el cuidado, “preocupación que continuamente debe superar la ambivalencia

que se adhiere a la obligación irreversible y a la estrechez de la preocupación por uno

mismo” (ERIKSON, 1994: 544)

Integridad vs. Desesperación

La integridad es la etapa en donde se evidencia que el individuo ha atravesado

gradualmente por las siete etapas anteriores. Aquí se pone en manifiesto cómo

el hombre de alguna forma ha cuidado de las cosas y de las personas, cómo

se ha adaptado a sus triunfos y a sus desilusiones. La integridad es: “la

seguridad acumulada del yo con respecto a su tendencia al orden y al

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significado. Es un amor postnarcisista del yo humano – no el sí mismo – como

una experiencia que transmite un cierto orden en el mundo” (ERIKSON, 1976:

241). Así la integridad implica una integridad fiel a las imágenes del pasado y

ponerse frente a las circunstancias del presente.

La falta de esta acumulación de integración se da un por oculto temor a la

muerte, es una desesperación por ver que el tiempo es corto y que no se

puede empezar otro tipo de vida e intentar diferentes alternativas que lleguen a

esta integración del yo, esta desesperación suele mostrarse en forma de

disgusto, amargura. Por lo tanto, para convertirse en un adulto maduro, el

individuo debe desarrollar todas sus cualidades yoica, donde así, el hombre

comprenda y reconozca la etapa final de la integridad.

Esa preocupación desinteresada por la vida limitada por la muerte, toma el

nombre de sabiduría, esa sabiduría no desarrollada por cada hombre, sino por

la tradición, por esas preocupaciones últimas acerca de las oportunidades del

hombre para trascender las restricciones de su identidad y de sus

compromisos. “Así, la sabiduría es un preocupación apartada pero activa por la

vida ante la muerte”. (ERIKSON, 1994: 545)

Las primeras etapas del desarrollo, conforman la base en el sentimiento de identidad

del niño que posteriormente se combinará con un sentimiento de ser el mismo y de

alcanzar a ser lo que la sociedad espera que llegue a ser. Estas etapas dejan en el

Individuo sentimientos que se manifiestan de diferentes maneras.

Por ejemplo, durante el primer estadio de la infancia, a través de la lactancia, el niño

receptivo a los estímulos ambientales, estas primeras experiencias, proporcionan al

niño sentimientos de aceptación y seguridad emocional (confianza básica), base

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ontogenética de la esperanza. Sin embargo, el destete, el aplazamiento de la

satisfacción, genera un sentimiento de ira y abandono (desconfianza básica).

(Erikson, 1994:537).

El retraimiento en esta etapa, es muy notable en los individuos que algunas veces se

encierran, con sentimientos de abandono, sensaciones de estar vacío y de no servir

para nada, entre otros. De esta manera al atravesar cada una de estas etapas el

individuo, se apropia de manera particular de sus experiencias, dejando en el, los

respectivos sentimientos que poco a poco conformarán su identidad.

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ESTO ES 2DO CAPITULO

Además de los cambios físicos y cognitivos que el adolescente atraviesa, también

están los cambios emocionales, caracterizados por la crisis, y actuaciones no

elaboradas, que pueden desembocar en situaciones de riesgo, como actos delictivos,

relaciones amorosas furtivas, consumo de droga, etc. Los adolescentes en esta etapa

se enfrentan a cambios emocionales notables y muchas veces son abruptas las

reacciones que tienen frente a algo que ellos discrepan. “Las creencias comunes

sugieren que los adolescentes son criaturas impredecibles, que sufren severas

oscilaciones de estados de ánimo y estallidos emocionales desbordantes”. (Baron,

1968:355)

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Este es un periodo donde las amistades y las relaciones de pareja son relevantes, ya

que junto con los cambios físicos y hormonales propios de la edad, aparece el interés

en las relaciones románticas y sexuales. Sin embargo este enamoramiento, no implica

una madurez sexual sino la necesidad de reconocerse a través del otro. “En gran

medida, el amor del adolescente es un intento de lograr una definición de la propia

identidad, proyectando sobre otro la imagen difusa de su yo, que así se ve reflejada y

establecida gradualmente”(Erikson, 1968:108)

Durante la adolescencia, en la formación de la identidad, se realiza un retorno forzado

a estadios anteriores y también se anticipan aspectos del desarrollo futuro del

individuo, manifestándose a través de lo que llamó “síntomas parciales” (Erikson,

1968:147) correspondientes a cada una de las etapas del desarrollo psicosocial.

En la etapa de la adolescencia se evidencia una vulnerabilidad en relación a los

aspectos de sí mismo. El adolescente se cuestiona sobre su propia realidad,

promoviendo de esta manera el fortalecimiento de su yo, lo cual le permite proyectarse

hacia el futuro y así consolidar su identidad. En la teoría de Erikson se plantea que la

formación de la identidad en la adolescencia comienza en donde termina la función de

las identificaciones propias del periodo de la infancia debido a que la conciencia del

individuo busca diferenciarse del ambiente infantil para aceptar las exigencias de la

sociedad cumpliendo un rol desde su propia individualidad.

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