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i iguales, racio- + una situacién ares y al misma reral que fuese a las peculiares naria es llama- sino una forma emisas dileimas ade las condi finalidad fuese convivencia y vieciones bisi- ‘0 reflexivo**n») aorales (recha- deologia, ete., 1 injustificada, visable, ela justicia en fuerra fisiea, 0 alo social para sea determina- ticulares de los alejéndola del personas como pide conocer al sera su esta- 3s psicolégicos s creencias que que hablibamas ‘especial a fos ‘maginemos que s encargados de tentacién de la vos son aquellos + emitiaos en las 205 principios de as enteejuicios y parcialidad desde el conocimiento de sus propias caracterfsticas y habilidades, de modo que algunos proponen que si un jugador mide mas de uno naventa, sus goles valdrén dos puntos, yen cambio s6la valde un punco paca los que midan menos; hay quien exige que loz equipor sSlo puedan eetar formadoe por personas que posean algén tieulo nobiliarios otros piden que los goles marcados por equipos de gran presupuesto deben valer tres veces inés que los marcados por equipos de economia madesta, otros podrian pedir que no se permita jugar ‘personas de cierta raza en los partidos oficiales, et., etc. Parece bastante evi- dente que este ciimulo de despropésitos ya no resulta aceptable para personas de una poca como la nuestra, puesto que el nivel de conciencia moral alcan- zado nos orienta hacia el rechazo racional de tales exigencias como contrarias a nuestro sentido de la imparcialidad.] Junto al «velo de la ignorancia», Rawls estipula que # las partes contra- tantes en la situacién originaria no les es posible dominarse o coaccionar- se unos a otros, y que al mismo tiempo conacen perfectamente las condi- ciones generales en las que se desenvuelve la vida humana (moderada escasez de bienes, que se da la cooperacién, pero también la competicién, entre las personas, etc.) y disponen también de amplios conacimientos generales sobre economia, sociologta, psicologéa, etc. Rawls considera que, dadas todas esas estipulaciones, las partes contra- tantes acordarin la adopeién de estos dos principios de justicia: ‘«(a) Toda persona tiene igual derecho a un esquema plenamente adecundo de libertades bésicas iguales, que sea compatible con un esquema similar de libertades para todos; yen este esquema las libertades polfticas iguales, y sla than de tener garantisado su valor equitativo. (b) Las desigualdades econdmicas y sociales han de satisfacer dos condi- ciones: primera, deben estar asociadas a cargos v posiciones abiertos a todos fen condiciones de una equitativa igualdad de oportunidades; y segunda, dehen proeurar el mavima heneficia de los miembros menos aventajados de Ia sociedad.» Political Liberalism, pp. 5-6 El primer principio (principio de iguales libertades) ha de tener prio- rided sobre el segundo, y la primera parte del segundo (principio de justa igualdad de oportunidades) ha de tener prioridad sobre la segunda parte (principio de diferencia), en el sentido de que no serfa moralmente correc- to suprimir ni recortar las garantias expresadas por (a) para fomentat (b), ni suprimir ni recortar la primera parce de (b) para fomentar la segunda parte. Esta norma de prioridad se expresa di hallan colocados en un orden léxico. Pero, ;por qué acordarian precisa- mente estos prineipios, y precisamente en ese orden de prioridad? Porque, al tratarse de una situacin de incertidumbre ~debida al velo de ignoran- ria las enntratantes se comportan racionalmente si se aseguran de que, sea ndo que los prin cual sea su fortuna en la obtencién de dones naturales y de posiciones 95 tae at | sociales, podtén disfrutar de determinados bienes primarios (las libertades y derechos basicos, las oportunidades iguales para todos, y los recursos eco némicos y culturaler indispensablee para conservar la propia autocstima) para poder llevar a cabo, siquiera sea minimamente, cualesquiera proyec- tos de vida que quieran trazarse. : En sfntesis, la ética rawlsiana concibe los contenidlos morales que habi- tualmente Aceptamos en las modernas sociedades pluralistas y democrat cas como las conclusiones de un procedimiento dialégico entre personas concebidas como seres racionales y auténomos al modo kantiano. La ética del discurso Nacida en la década de 1970, propone esta ética encarnar en la socic- dad los valores de libertad, justicia y solidaridad a través del didlogo, como Sinico procedimiento capaz de respetar le individualidad de las personas y, a Ia ver, su innegable dimensidn solidaria, porque en un didlogo hemos de contar can personas, pero también con la relaciGn que entre ellos existe y que, para ser humana, debe ser justa. Este didlogo nos permitiré poner en cuesti6n las normas vigentes en una sociedad y distinguir cuales son moral- mente validas, porque creemos realmente que humanizan. Obviamente, no cualquier forma de didlogo nos levaré a distinguir lo socialmente vigente de lo moralmente valido, por eso la ética discursiva intentar4 presentar el procedimiento didlogico adecuado para alcanzar esa meta, y mostrar como deberia funcioner en los distintos mbitos de la vida social. Por eso ordena su tarea en dos partes: una dedicada a la fundamen- tacién (al descubrimiento del principio ético) y otra, a la aplicacién del mismo a la vida cotidiana, Parte A: fundamentacién del principio ético. Si para Kant el punto de partida de la ética era el hecho de la conciencia del deber, ahora partimos también de un hecho: las personas argumentamos sobre normas y nos interesamos por averiguar cules son moralmente correc- tas. Argumentamos sobre la insumisi6n y la desobediencia civil, sobre la distribucién de la riqueza, sobre la violencia y sobre un largo etcétera que tiene repercusiones morales, y en esa argumentacién podemos adoptar dos actitudes distintas: 1) la de discutir por discutir, sin ningin deseo de ave- tiguar si podemos llegar a entendernos, 2) la de tomar el didlogo en serio, Porque nos preocupa el problema y queremos saber si podemos entender- nos. La primera actitud convierte el didlogo en un absurdo, la segunda hace que el didlogo tenga sentido, como una biisqueda cooperativa de la justicia ya correccién. 96 ‘Si Kant inte: gonciencia del i presupuestos qu una actividad cc siguientes: cuale que presuponer: 1) Que todos es decir, perso1 les afectan, sus i act, por ellos mi la norma desviri Por eso las ct que no particips no son sino pan 2) Que no ¢ correcta, sino st ten celebrarlo e didlogo llamam Las reglas de = autores muy cierto «aire d individualis comunitarios guiente, ante muy heteroge las propuesta servadores, ot bles strumental, mienteas que Parte B: Etica aplicada. En princiy réplica al ibe Naturalmente, el discurso que acabamos de describir es un discurso i sania ideal, bastante distinto de los didlogos reales, que suelen darse en condi- ciones de asimettfa y coaceién, y en los que los participantes no buscan satisfacer intereses universalizables, sino individuales y grupales. Sin ‘embargo, cualquiera que argumenta en serio sobre la coreeccién de normas t go afectiva, ¢ i cultural, ete. pensamiento socavan los ¢ nidad es un ir 2) El liberalis ciaciGn politi morales presupone que ese discurso ideal es posible y necesario, y por eso la situacisn ideal de habla a la que nos hemos referido es una idea regula- diva, es decir, una meca para nuestcos dislogos reales y un eriterio para eri ticarlos cuando no se ajustan al ideal. { ‘Urge, pues, tomar en serio en las distintas esferas de la vida social ln idea sala de que todos las personas son interlocutores villidos, que han de ser tenidus a ies en cuenta en las decisiones que les afectan, de modo que puedan participar cen ellas tras un didlogo celebrado en las condiciones mas préximas posible ‘ la simert(a, y que serdn decisiones moralmence correctas, no las que se tomen | son elegidos ¢ tales como la a pais. 4) FIT por mayorfa, sino aquéllas en que todos y cada uno de los atectados estén dis- rc porque no es ppuestos a dar su consentimiento, porque satisfacen intereses universalizables. ieee Una aplicacién semejante da lugar a la llamada «ética aplicada», que 4 ee hoy en dia cubre, al menos, los siguientes Ambitos: bioética o ética médi- i esse a, ética de la empresa, ética econémica, ética de la informacién, genEti bee ca, ética de la ciencia y la tecnologta, ética ecoldgica, ética de i politica t ieee ¥ ética de las profesiones. clas en las qu U1.4.5. Comunitarismo Desde principios de los afios ochenta se ha extendido el uso del término la Sin embarg a ha sido sup ero momento + pal es justifies urilitarismo), mente (como tamente nore encuentra mai con un criteri marivas desde Anco, ya not éticas norma que de modo 1 de modo inte pueden ser cat considerar cot J. Hierro, ve por un corer s mostrande ven derermi- ces results un, rosterior pats rermanece de por viemphs, «cuando slo iticas de fines sun proce ven Ta mediata 1k kas alterna dlibles para la ? as resull an ido produ sde referirnos: de bienes y de nes y de vala- ponsabilidinl, » individualis- yde minimos, a buen seguro. iecaciones, licks fn disyun- lésofos mora. hi en asunts rod en qe fa una éticn des sormativi elon, 1968p. 7 En este mismo sentido distinguia J. Hierro entre: (x) fa ética deseriptiva, gue considers lo moral como un fenémeno a escribir y explicar, (b) la écica hormariva, que considers lo moral come un comenide a recumendas Dentro de la ética descriptiva todavia cabria distinguir entre fa psivalogia moral, que deserihe y expliea las siauaciones morales, e¢ incluso puede inten- tar predecir las devisiones que diferentes typos de mdivudues tomarin en diferentes ocasiones, y la sociologia, ba antropolugts y la historie de ka moral En este segundo caso se trata de deseribir y explicar los cxidigos morales y su cvolucién en relacién con otros fenémenos culturales y sociales’ Qui ws whusitsan vata distinci6as pensarce: que Ia ética nennarive ne era, en realidad, competencia del filisofy moral, sinu del moralisea, puesto que, initiva, Wentificabun a la tice normativia con an cs crete, En consecuencia, durante algiin tiempo ereyeran los cticos que Ia en del igs: moral con- tiniea ética posible serfs ln indagacidn de la logics se lus argumentes inorales y el anilisis del lenguaje moral. Se traturia de une cliseiplina no normativa, pero tampoco se reduciria a las cienciws empiricas. En su aspecte formal, la Logica del Lenguaje moval constituinia un desareotlo se la boicw desintien guy sugerida por Leib . En su aspect, informal» la érica se constitulria en ansilists del lenguaje sors , cuenta entre sus pioneros a vor Wi Sin embargo, este afin de reducir la é moral cxtidiae as mas relevantes de nuvs- na ha sido superado en ais recient tro momento se profesan normativas sin ningtin empachu, Su tavea prinei- stencia de lo mora mente (como el pal es justificar Is sea psicol utilitariomo), metafisicamense (como el aristocelismo) © rrascendencal mente (como ef kancistuo), En unos casos se trata de unit ésien ansis diree- tamence normaciva, como ef weilitarismo, mientras que en artes casos se encuentra més alejada cle la preseripeién directa, cum las étieas que ofre- con un criterio o un procedimniento para enjuiciar ky moralidad de noeinas ya existentes sin aftadir nuevas normas. Pero tambien estas ultimas son nor. imativas desde el moments: en que vfrecen ral criteria o procestimiento. Por tanto, ya no tiene mucho sentido seguir manroniendo la disyuncisn entre Grieas normativas y deseriprivas, pucste que toda ética es normative, aun. que de modo mediato, a diferencia de la maral cotidiana, que es normativa de modo inmediato. Las cuestiones de Ia logis y ef lenguaje de lo moral adas como una parte més de la Etiea, perv mo se han de considerar como la Etiea toda. pueden ser considerad: ética en Quicmanilla, MLA. yams, Desc rac 197O, pe 1, de Filuolis eomempue 107 1V.3, ETICAS NATURALISTAS Y NO-NATURALISTAS i IVS. ETICAS Esta chisificacivis fue propuesta por G.E. Muure en su afin por snus L 7 Tanto las trar que lo moral no puede ser identifiendo con ninguno de los fenéme- sappaaeesaiad .. i t om ducta, pero a nos nacurales que sfectan a la vida humana. En consecuencia, las éticas, ° que reducen lo moral a lo placentero, 0 a lo que desean las personas, 0 den, por tant tf E La ética d lo que propdrciona felicidad, etc. serian consideradas como naturalistas, las aeciones. mientras que aquellas otras que tienen lo moral como un, imbito auté- : ticamente la nomo y, por tanto, irreductible a otros fenémenos, serian éticas no-natu- estas aspiraci Hane brir. Este tip: fundamento IV.4. ETICAS COGNITIVISTAS Y NO-COGNITIVISTAS ciones metaf siones en un En ocasiones se ha dicho que el criterio de distincién entre estos dos fables por la tipos de éticas reside en la posicisn que se tenga respecto a la posibilidad cen el terreno de considerar a los enunciados morales como susceptibles de verdad o fal- La pauta « sedad!, Desde este punto de vista, las éticas cognitivistas serian aquellas que enaturaleza conciben el ambito moral como un dmbito més del conocimiento humano, Dentro de cuyos enunciados pueden ser verdaderos o falsos. En cambio, las éticas no- t ; epicureismo, cognitivistas serfan las que niegan que se pucda hablar de verdad o false- nismo, muy! dad en este terreno y, en consecuencia, las que conciben la morelidad como éticas plante algo ajeno al conocimiento. fundamentac Sin embargo, es preciso corregir este criterio en nuestros dias, puesto cierto que lo que se han puesto de relieve algunas matizaciones importantes por parte de las éticas que hoy se inspiran en Kant (particularmente la ética discursiva de Apel y Habermas). Estas vistas, a pesar de que no aceptan que se pueda considerar a los enunciados morales como verdaderas o falsas. Lo cognitivo na es silo cuestién de ver dad o falsedad (propia del émbito tedrico), sino que también es cuestién de que sea posible argumentar racionalmente sobre la correccidn de las nor- nos encontre cripciones, ¢ prescripeién se encuentra hemos ocupe Las éticas icas se consideran a sf mismas como cogniti- cientemente ‘mas (propia del mbito prictico). De las normas no puede decirse que sean. hombre a ob verdaderas o falsas, pero si que son correctas o incorrectas. En este senti- plenitud hur A partir do, las éticas kantianas distinguen entre la valide: de una norma (su correc- cién racionalmente argumentable) y la vigencia de la misma (su conside- racién como vinculante © no para los sujetos morales), y dado que estas debe ser: cu acceso a lar cuestiones pueden considerarse como parte del wsaber prictico», se puede Megar ala es afirmar que estas éticas son cognitivistas. i +. Garcia “Vid. cae * Chr. B von Kutschera, op. eit, pp-58-59, tog ‘ fan por mas- e los fendme cia, las éticas personas, oa > naturalistas, ambito auts- cieas no-natu- tre estos dos la posibilidad 2 verdad o fal- maquellas que enta humana, + las éticas no- verdad o false- cralidad como as dias, puesto es por parte de tica discursive como cogniti- ios enunciados: sestién de ver es cuestién de ién de las nor- acirse que sean En este senci- sma (su correc ua (su conside- dado que estas tico», se puede IVS, ETICAS DE MOVILES Y ETICAS DE FINES Tanto las Hamadas «éticas de méviles» como las llamadas «éticas de fines» coinciden en considerar Ia naturaleza humana como pauta de la con- ducta, pero acceden a tal naturaleza desde diferentes métados y fa entien- den, por tanto, de modo diversn. La ética de méviles realiza una investigacién empitica de las causas de las acciones. Pretende descubrir cules son los méviles que determinan fée- ticamente la conducta humana, El bien o fin moral consistiré en satisfacer estas aspiraciones fécticas, que una investigacién psicoldgica puede descu- brir. Este tipo de éricas suele surgir de un afin empirista de recurrir como fundamento de lo moral a hechos constatables, huyendo de las justifica- ciones metafisicas 0 trascendentales. Este fia exapirista se refleja en oea- siones en una pretensiGn cientifica de dotar a la moral de bases desentra- fables por las ciencias, hasta el punto de poder acceder a la cuantificacién enel terreno de la Ecica. La pauta de la conducta es fa naturaleza humana, pero entendiendo por enaturaleza humana» el comportamiento humano empiricamente accestble. Dentro de las éticas dle méviles cabrfa considerar como paradigmaticas al epicureismo, a una parte de la sofistica, y a las distintas versiones del hedo- ‘nismo, muy especialmente la versién utilitarista’. Los problemas que estas tices plantean se resumen fundamentalmente en la dificultad que para una fundamentacién de lo moral supone el subjetivismo de los méviles. cierto que lo moral, en la ctapa del desarrollo de la conciencia moral en que nos encontramos, no puede prescindir del caraccer universalist Ue sus pies- cripciones, el suhjerivisma de los maviles no es base suficiente para una prescripcidn universal; pero, por otra parte, la fundamentacién en hechos se encuentra siempre con el problema de la falacia naturalista, del que nos hemos ocupado en otto lugar de este libro" Las éticas de fines intentan superar tales dificultades, consciente a incons- cientemente, y para ello no tratan de investigar sélo qué mueve de hecho al hombre a obra, sino sobre tudo en qué consisten el perfeccionamiento y lo plenitud humanas, porque en ello sadivs el Lien de todo hombre, A partir de lo que el hombre es verdaderamente podemos extraer lo que ddebe ser: cudl es el fin de su naturalesa metafisicamente considerada. El acceso a la naturaleza humana no es, pues, empirico, sino que se trata de llegar a lg esencia del hombre. La esencia del hombre nos muestra qué debe °C. Garcia Gual/E, Acosta, Epiewra. Etica, Barcelona, 1974 * Vid. capitulo 3,a propésieo de fa étiea de Hume. 109 hacer el hombre para comportarse plenamente como hombre, sin exer en falacia naturalista alguna, porque el factum al que se accede es un factum normativo y no empirico, El fin o bien propuesto por este tipo de éticas no serd, por tanto, un fin © bien subjetivo, sino objetivo, independiente del deseo factico de cada sujeto, porque la ética na se basa aqui en Ia psicologfa, sino en la naturale za humana, considerada metafisicamente. Puesto que éste es propiamente el tema de una antropolog(a filoséfica, puede decirse que en las éticas de fines la ética constituye la vertience axiol6gica de la antropologts. En las étieas de fines podrfamos incluir, obviamente, a Patchy, AtistGueles y los estoicos, en lo que al mundo antiguo se reiere, ya las corrientes posteriores, que han restaurado esce tipo de éticas. Sus grandes ventajas radican en poder pretender objetividad para el concepto de bien y fin que proponen y en ehadir la falacia naturalista, en el sentido de no buscar come fundamento de lo moral un factum empirico, sino ya normativo. Ahora bien, las dificultades se presentan al considerar las distintas interpretaciones metafisicas de lo que el hombre cs. La ventaja de no-naturalismo, proporeionada por el hallarse ms alls de ln expe- riencia, que es lo propio del hecho metafisica, tiene el inconveniente de las difi- cultades para encontrar un criterio para el acuerdo, La diversidad de antropo- logtas filoséfic posibilidad -al menos aparente- de acuerdo, sigue siendo tun escollo para las éticas de fines. Por otra parte, en el momento en que destacamos una caracteristica o funcién con «propia del hombres nos enfrentamor al problema de su desigual desarrollo entre los hombres. ;Significa esto que quienes gozan de tal cualidad en mayor grado pueden considerarse «ms hombres»? A pesar de las protestas aristotélicas de que no hay diferencia de grado en cuanto a las caracterfsticas esenciales, las éticas de fines corren el riesgo de caer en una «moral de las excelencias», es decir, en una visién discri- minatoria de las personas segiin la cual s6lo es persona quien consigue desa- rrollar ctertas capacidades. En este sentido, incluso la ética de Nietzsche se puede considerar como una «ética de fines», a pesar de su radical repudio de la teleologfa, puesto que sf destaca una cualidad humana -la tapacidad creadora— cuyo cultivo puede llevar incluso al superhombre. La ética aris- totélica y la nier2scheana coincidirian, en este sentido, en su caricter «per- feccionistay’ Por otra parte. aunque las éticas kantianas se pretenden farmales y, por tanto, no expresivas de una naturaleza humana cuyo contenido conviene " Cf J Raves, Teorn de lt Justicia, ECE, México, 1979, p. 4, H0 desentraiar, 1 ~ yeel fin del h en una etiea ¢ constituye la mas dificil de quieren dar a Iv.6. ETICAS Précticame ner, se ha pre Las primeras un fin subjeti estas Gtieas of tras que otras practicada de moral reside « del sujeto. Ta la perfeccién 17, ETICAS En lo que clasificacién. terio de mor puesto que es minodos a la | psicolégico © emprender es dolos en su ¢ moralidad co: Por tanto, disciplinas dis 10 de lo moral gia o la psice “1. Rane, Gr 2s.un factum tanto, un fin tica de cada 11a naturale- propiamente las éticas de ogi. Arisrsteles y €s posteriores can en poder yen eludit la le lo moral un se presentan el hombre es. lléde la expe- ate de las difi- dde antropoe «sigue sienda facteristica 0 rblema de su nes gozan de ese! reia de grado rren el riesgo vision discri- ansigue desa: Nietasche se fical repudio la tapacidad La ética aris- rmales y, por do conviene desentrafiar, no es menos clerto que Ia realizacién de la libertad constitu- ye el fin del hombre nouménico, con lo cual la ética de Kant se convertirfa en una ¢tica de fines en el sentido expuesto. La conviccién de que la ética constituye Ia vertiente axiolégica de la antropologia filoséfica nos parece més dificil de evitar de lo que los nietzscheanismos y procedimentalismas. quieren dar a entender. IV.6, ETICAS DE BIENES Y DE FINES Practicamente coincidente con la clasi ner, se ha propuesto la distineién entre éticas de bienes y éticas de fines. Las primeras considerarian que el bien moral consiste en la realizacién de tun fin subjetivo, es decir, en la obtencién de un bien deseado. Algunas de estas éticas otorgan prioridad a los bienes sensibles en su conjunto, mien- tras que otras valoran s6lo algunos de ellos, como resultado de la seleccién practicada desde algiin criterio. cambio, para las éticas de fines el bien moral reside en el cumplimiento de un objetivo independiente del deseo del sujeto. Tal objetivo puede consistiren la perfeceién del individuo o en la perfeccisn progresiva de la sociedad. jacién que acabamos de expo- IV7. ETICAS MATERIALES Y ETICAS FORMALES. En lo que a la distincidn entre éticas materiales y formales se reflere, Ia clasificacién procede de Kant’, Las étieas mareriales afirmarian que el cri- terio de moralidad para enjuiciar cuando nos hallamos ante acciones 0 normas morales puede explicitarse mediante enunciados con contenido, puesto que estas éticas suponen que hay un bien, un fin o un valor deter- minados a la base de la moral; ya se trate de un bien ontoldgico, teolégico, psicolégico o sociolégico, lo primero que una ética de este tipo debe emprender es la tarea de descubrir el bien, fin o valor supremo, definién- dolos en su contenido. A partir de ello es posible extraer criterios de moralidad con contenido, Por canto, las éticas materiales se ven obligadas a estar subordinadas a disciplinas distintas de la propia ética, Aquello que constituyé el fundamen to de lo maral se concreta por medio de la ontologia, la teologta, la sociolo- fa o la psicologia empirica del sujeto, pero no a partir de la moralidad *L Kane, Grundlepung, IV, pp. 441-445; Krspr.Vi, Vs pps 40 5 ut misma. Esta es la raz6n del rechazo kantiano a todo fundamento de la voluntad que no sea la ley moral misma, como expresién de «lo moral» en el hombre: ésta es, a nuestro juicio, la causa de la revolucién kantiana en materia moral, y no tanto el deseo de evitar el problema de la varlabilidad en los contenidos morales. Las éticas materiales son heterénomas, mientras que Ie propyesta kantiana apuesta por la autonomfa de la voluntad y; en consecuencia, por una ética auténoma con respecto a otras disciplinas. Pero esta autonom(a sélo puede lograrse si Ia étice abandona su carécter material yadopta wna perspertiva formal Las éticas formales no hacen, pues, depender el bien moral de un con- tenido, sino de la forma de unos mandatos. Aquellas normas que revistan una determinada forma son las que deben ser realizadas porque tienen la forma de la razén. En el caso de Kant, la forma racional de las normas se descubre cuando adoptamos la perspectiva de la igualdad (cn un mundo de personas empiricamente desiguales) y de la universalidad (en un mundo de individuos dotados de preferenctas subjecivas). La voluncad que adopta estas perspectivas en su obrar es auténoma frente a lo dado, y al mismo tiempo es netamente racional y netamente humana, puesto que es capar de crear nuestro propio mundo humano (moral, juridico, politi- co, religioso) en medio del mundo empirico. La contraposicién entre éticas materiales y ética formal, arduamente trabajada por Kant en la Fundamentacién y en la Critica de la razén préctica, recibe hoy un nuevo empuje con los estudios de Piaget y Kohlberg acerea del desarrollo del juicio moral’. Reviviendo el formalismo kantiano, Piaget y Kohlberg se ocupan del desarrollo de las estructuras morales, que es lo permanente en los distintos individuos y culturas. El universalismo vendria avalade desde las estructuras, y no desde los contenidos. Es més, desde la posicién de Kolilberg las éticas materiales pertenecerfan a ita etapa tempratta cit cl desautollo de la conciencia moral. Aplicada a la eve- lucién filogenética de Ia conciencia moral, Habermas considerard esta etapa como superada por el estadio formal-procedimental en que nos encontramos” Frente a esta posicién, el «materialismo» vuelve por sus fueros. Los actuales partidarios de éticas materiales opinan que, tanto el formalismo monolégico de Kant y de Hare, como el procedimentalismo dialégico de Kohlberg, Apel, Habermas o Rawls, nacen de un afén radical de liberarse + J, Piaget, El erterio moral en el nfo, Fontanella, Barcelona, 1974; L. Kohlberg, Essays con Moral Development. Moral Stages and the Idea of Justice, 8. Francisco, 1981; vol. I The Pechology of Moral Development, The Natwae au Valiy of Moral sages, Sen Francisco, 1984. "©. Habermas, La recanstruccin de! materiaismo histérco, Taurus, Madrid, 1981 112 de toda sujeci tar, pero, ala Ja Llustracién La contrap contemporaine que nos ocupe IV8. ETICAS | Las éticas herederas del ms vulnerabl por nuevos ele a los que tuvo procedimenta K.O. Apel y J como carea la bien el descut desligitimar) r El procedin sentido kantiat le que todos poe como moralme hecho deseame que cualquier versalidad a qu vista moral es, querer lo que ct Ahora bien concepeién me procedimentali sico. En consec un modo u ott leva a cabo de Ja que personas cipios de justic: Kohlberg, la mi © A. Maclonyre j amento de la > moral» en el kantiana en a vartabilidad mas, mientras oluntad y, en. ciplinas. Pero Serer material al de un con- s que revistan ‘que tienen Ia las normas se do lidad (en un La voluncad rea lo dado, y 12, puesto que ridico, politi 1, arduamente razén prdctica ahlberg acerca atiano, Piaget ales, que es lo alismo vendria pertenecerfan a licada a la evo- sraré esca etapa encontramos". ws fueros. Los el formalismo: © dialégico de sal de liberarse Kobtberg. 1901, vl. 7 nn Francisco, 1984, . dri, 1981, de toda sujecisn a Ia naturaleza y los bienes o fines que ella pueda compor- tar, pero, a la postre, este abandono radical no comporta sino el fracaso de Ia Ilustracton, que nos ha arroyado en manos del emotivismo trracional", La contraposicién entre éticas materiales y formmales es equivalence a ka contempordnea oposicidn entre éticas sustanciales y procedimentales de la que nos ocupamos a continuacién. IV8. ETICAS SUSTANCIALISTAS Y PROCEDIMENTALES: Las éticas procedimentales se consideran, en lineas generales, como herederas del formalismo kantiano, pero custituyen algunas de las piezas mais vulnerables de éste ~como la insistencia en Ia conctencia individual por nuevos elementos tedricos que pudieran salvar los principales escollos a los que tuvo que enfrentarse histéricamente la ética de Kant. En las filas procedimentalistas encontramos éticos tan relevantes como L. Kohlberg, K.O. Apel y J. Habermas. Todos ellos insisten en que la ética no tiene como tarea la recomendacidn de contenidos morales concreto ino mas, bien el descubrimiento de los procedimientos que permitan legitimar (y desligitimar) normas procedentes de la vida cotidiana. El procedimiento buscado ha de expresar la racionalidad practica en el sentido kantiano, es decir, el punto de vista de una voluntad racional como lo que todas podsfan querer. Esto significa que aquello que la razén proponga como moralmente obligatorio no puede identificarse sin nas con lo que de hecho deseamos o lo que subjetivamente nos conviene, sino mas bien’con lo que cualyuice persuma descarfa si aduptase ls peispectiva de igualdad y uni- versalidad a que hemos aludido enteriormente. Porque adoptar el punto de vista moral es, desde esta perspective, ponerse en el lugar de cualquier otro, querer lo que cualquier otro podrfa querer, defender intereses universalizables. Ahora bien, una limitacién importante del formalismo kantiano era la concepcién monolégica de la racionalidad, de modo que sus continuadores procedimentaliscas optan por entender la racionalidad en un sentido dialé- gico. En consecuencia, los procedimientos que estas éticas deseriben son, de un modo u otro, procesos de didlogo: a) En la ética de Rawls, el dilogo se leva a cabo de un modo idesalizado en una hipotética posicisn original en la que personas morales representativas acuerdan por unanimidad los prin- cipios de justicia para la estructura bésica de la sociedad; b) En la teorfa de Kohlberg, la madurez moral se alcanza en el momento en que la persona es A, Macineyre, Tras a situa, Critica, Barcelona, 1987, caps. 1-6 113 capat de inceriorisar la asuncién ideal de rol, para lo cual es preciso el cono- : ie eet cimiento de los incereses le cada cual a través del dilogo: c) En la ética dis- 1, lo que constituye el procedimiento legitimador es el diflogo entre i los afectados por las normas,llevado a cabo en condiciones de simetrta : Por su parte, las éticas sustancialiscas” afirman que es impastble hablar de la correegiin de normas si no es sobre el trasfondo de alguna concep- cién compartida de la vida buena. Frente a los procedimentalistas, los éti- cos sustancialistas ~tanto neoaristotélicos como neohegelianos~ eoineiden i en concebir lo moral como un smbito en el que lo principal no es el dis- curso sobre las normas justas, sino el de los fines, los bienes y las virtudes La distincie sabida, no rest - deria por teort cidn de las ace cir ciertas co mientras que siempre correc ran Tas consect El fundamer cias. Una teort 16 comunitariamente vivides en tin contexto vital conereto. Los sustancialistas acusan al pracedimentalismo de incusrir en una abs 1 traccidin ingenua, al menos en la medida en que conffan en que los proce : dentro de este rmientos scan capaces de erear lazos de cohesién social equivalentes a los que f z Sin embarg: en ottos tiempos creabw la religién o la tradicién. En efvcto, el universalisino pair inurl al yue Louducen las éticas procedimentales es considecada por los sus- , época en la qu hora de calific: ialistas como wn universalismo abstracto y vacio, puesto que a la poste: tancialistas como un universalismo y puesto qn postre eartnaas ro consigue alumbrar sujetus ilustracos, emancipaclos, libres de comuniclad y de tradicisn, sino mis bien seres andnimos y anémicos, desarraigacos de todo ambiente moral, y por tanto, faltos de esperanza y de sentido para sus vidas. Es preciso reconacer, con las éticas sustancialiseas, que las personas vivi mos necesariamente implantadas en comunidades y tradiciones concretas. Hasta tal punto es esto cierto, que el propio universalismo moderno, defen- dido por las éricas procedimentales, es también una tradicién mas, o un conjunto de tradiciones. Sin embargo, aun reconociendo que el procedi mentalismo est4 -y debe reconocer que esti enraizido en tradiciones, lo cierto es que lo que da sentido a esas tradiciones es precisamente su pre~ tensidn de universalidad. cl anilisis enn : Serfan no-moral ante buena la maxit toleigicas las gt sélo considera de écicas consi fa naturaleza d nds claro es © proponen y qu dconcolégicas, duales de bier éticassutancllists on ln que defienden los miembros individual 0 pe 0 ecomunitaristan, Las eriieas comuntaristi al universalism Esta disput encre formalist ® Bn cérminos generales, el movimiento fi rmaral se dirigen de leno a quienes sientan los bases de tal universalism, est0 68, lox Gticos procedimentales. En este sentido, la contraposicin entre éticas universalistas mente equivalence laste enfrentaa pre se plantea, aur comuniearstas puede considerarse como pret cedimentalisias y sustoncialisias. Sobre el comunitarismo puede verse, entre otros, lor siguientes emibajos: C. Thichuue, Las Kaniees de la comunidad, Madeid, Centeo de Estidios Constitucionales, 1992, y «Meoaristoretismos conteraporineoss, et) V. Camps y otros (eds), Concepeiones de ta ética, Madrid, Trota, 1992: A, Cortina, Etica sin moral, Madrid, Tecnos, 1990; E. Marcine: Navarro, «La polémica de Rawls con los comuo‘e nen sistas», Sistema, 0? 107 (1992), pp. 55-72; Mulhall, S. y Swift, Adam: EL individu fren . ee te ala comunidad. El debate entre liberales y comunitaristas, Madeid, Temas de Hoy, ae 1996; A. Castificira, Comunitat i nacié, Barcelona, Pron, 1995. ‘Subrkamp, Frank CD. Broa, nada 9 acini la eciso ol cono- ‘nla ética dis- dislogo entre e-simetria. sosible hablar guna concep- listas, Ino es el dis- y las virtudes if en una abs e los procedi- sntes a los que universalisma do por los sus- que a la postre comunidad y igados de todo ara sus vidas. personas vivi- hes concretas. vderno, defen- on mis, 0 un ae el procedi radiciones, lo nent pre- fn los miemorae al universnlistno 1a, esto 68, # las universalistas y cent into de Estudios Camps y otros vice sin moral, 1 los comune inulvidan fi | Temas de Hoy, IV.9. ETICAS TELEOLOGICAS Y DEONTOLOGICAS La distincién entre étieas deonroligicas y telealigieas, coma es hien sabido, no resulta univoca. En principio, y siguiendo a Broad, se enten- derfa por teorfa teleolégica aquella para la que la correccién a incarrec- cidn de las neciones esta siempre determinads por su tendenein « prod cir ciertas consecuencias que son intrinsecamente buenas o malas, mientras que la reora deontolégi siempre correcta.o incorrecta en tales citcunstancias, fueran cuales fue- a considerarfa que wna accidn sei ran las consecuencias”. El fundamenta de la distincién seria, pues, la atencién a las consecuen- cias. Una tearia fundamentada teleolégicamente seria utilitarista; deonto- Isgicamente, intuicionista. M. Scheler, Prichan! o Ross se insertarian dentro de este segundo grupo. Sin embargo, no parece que esta distincién resulte ya muy til en una época en la que ninguna ceorfa écica prescinde de las consecuencias a la hora de calificar una accidn. Por ello W.K. Frankena propone una matiza cién de la distineién, que Rawls recoge y que nos parece mis aclecurada para el andlisis enn Serfan éticas teleoldgicas las que se ocupan en discernir qué es el bien no-moral antes de determinar el deber, y consideran coma moralmence buena la maximizacién del bien no moral; mientras que serfan éticas deon- toldgicas las que marcan el dmbito del deber antes de ocuparse del bien, y sélo consideran bueno lo adecuado al deber. Las ventajas del primer tipo de éticas consistirfan en permitir un enraizamienta de [a accién moral en a naturaleza del hombre, dindole un sentido desde ella; el mconycniente més claro es el conflicto entre los bienes que los distintos individuos se proponen y que dificilmente puede llevar a uns conciliacién. Las éticas deontolsgicas, por su parte, salvan la contradiccién de propuestas indivi- duales de bien, pero dlesligan lo moral del concepto de vida buena, sea individual a politica Esta dispute entre teleologismo y deontologismo, ligada a la disputa entre formalismo y sustancialismo es tal vez hoy la que con mayor crudeza lestra memento! se plantea, aunque los intentos de mediacién no se han hecho esperar". in, Racio- : London, pp. 206 s; J. Mast a9 acc humana, Alianza, Madrid, 1978, pp. 34-39. Tels, naka de a justice, pp. 42 8 45548 94. Véonse las comtribuciones recopilidss en W. Kuhlmann (Hg), Moral w Suhrkamp, Frankfurt, 1986. Siulichket, U5 IV.10. ETICAS DE LA INTENCION Y ETICAS DE LA RESPONSABILIDAD La distincién entre éticas de la intencién y éticas de la responsabi dad tiene su origen en el trabajo de M. Weber «Politica como vocacién». En esta conferencia, pronunciada en 1919, se pregunta Weber por el per- fil que debe adoptar el hombre que tenga vocacién politica, y reconoce que acon esto entramos ya en el terreno de la ética, pues es a ésta a la que coticopnude devetatinar qué clase de hombre hay que ser pare tener derecho a poner Ia mano en Ia rueda de la historian ®. El politico, segdn Weber, debe gozar de tres cualidades: pasién, respon sabilidad y mesura, Precisamente por ello, a la hora de elegir una acticud moral, tiene que tener en cuenta su obligacicin de responsabilidad. Ante el politico se presentan dos posibles actitudes: la de la ética absoluta, incondicionada, y la de la ética de la responsabilidad. Para la primera impor- tala conviecién interna, la pureza de intencién, la corteccién de la religién © la cosmovisign por la que se rige. El ético de la responsabilidad, por su parte, atiende a los efectos de las accianes, por los que asume la responsabilidad. El concepto de responsabilidad comprende las consecuencias no previsibles. ‘Ambas éticas descansan en maximas diferentes, pero complementarias para el hombre «aucéntico», que no adopra una postura abstracta. En rea- uctitudes en La Paz perpetua. lid! ya Kant Inaba esbveals El ético de la conviccidn o la intencién funda su accisn sobre la con- viecién del racionalismo césmico-ético, mientras que el ético de la res- ponsabilidad se apoya en la justificacién de los medios por el fin. El principal defecto de In ética de Ia intencisn es el mal no querido como consecuencia de la accién bienintencionada, mientras que el de la Gtica de la responsabilidad es el mal aceptado como medio para un fin bueno. Sin embargo, mal y bien se encuentran en reciprocidad dinsmica. Esta es la razén por la que Weber propone, en iiltimo término, una postura de complementacién'. © M, Weber.»Politics como voeacién=, en El Polico y el cienifico, Alianza, Madd, 1967, p. 153. Vid. también K.0. Apel, Transformation dar Plulorphia, I, pp. 424; 427 y 428. Para la resis de la dualidads entre moral profesional y moral ordinara, atributble a Weber, vid. E. Garsén, «cera dela cess de la separocién entre évicay politicay, en Sistema, n° 76 (1987), pp. 116 y 117 " Véase A. Cortina, Razén comunicativa y responsabilidad solidaria, Sigueme, Salamanca, 1985, pp. 187-207. 16 IVIL ETICAS Un buen n guir entre lo ju olvidarnos de prenderlo mej Resulta impos ideales de vide cidad sin cont pueden y debe Cuando te: un sentimient tivismo), ni t grupo (relativ cualquier ser deci, estaion nal que no se intereses univ [si deci virtud de deseara sa La justicia moral, y aden mente. Con | satisface inter esos intereses ciones de sim Sin embat podemos exig que es una o} hecho fortun: entre «éticas Las tices Ja dimensién deberes de jx definitiva, s6 cidad, por el

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