Explora Libros electrónicos
Categorías
Explora Audiolibros
Categorías
Explora Revistas
Categorías
Explora Documentos
Categorías
Características y representantes
del Renacimiento
Lo que caracterizó este periodo fue la aparición de un triple renacer: del
individuo, de la cultura y de la sociedad.
No se engendra, porque no hay otro ser que pueda desearlo, puesto que tiene
él todo el ser. No se corrompe, porque no hay otra cosa en la que se cambie,
puesto que él es toda cosa. No puede disminuir o crecer, puesto que es infinito;
a lo cual no se le puede añadir, y es de lo que no se puede quitar, porque lo infi-
nito no tiene partes proporcionales. No es alterable en otra disposición, porque
no hay exterior por el que padezca, o por el que reciba alguna afección. Además
de que por comprender toda contrariedad en su ser en unidad y conveniencia
y no poder tener ninguna inclinación hacia otro ser nuevo, o a otro modo de
ser, no puede ser sujeto de mutaciones en ninguna cualidad, ni puede existir
contrario o diverso que lo altere, porque en él todo está concorde.
BRUNO, De la causa, del principio y del Uno (Diálogo quinto).
La ciencia moderna
Uno de los aspectos en que mejor se manifestó el Renacimiento fue sin
duda el de la ciencia. En los siglos XV y XVI, ésta registró un avance tan
notable que la mayor parte de sus logros aún tiene validez. Una carac-
terística común de los representantes de este movimiento consiste en la
opinión de que el conocimiento científico debía fundarse en la experien-
cia. Brevemente nos referiremos a cuatro de los iniciadores de la ciencia
moderna: Leonardo da Vinci, Copérnico, Kepler y Galileo.
Kepler, Johannes
Completa la obra coperni-
cana, al establecer las
tres leyes que gobiernan
el movimiento de los
planetas.
el primero de los astros errantes, que completa su circuito en XXX años. Des-
pués de éste, Júpiter, que se mueve en una revolución de doce años. Después
Marte, que gira en dos años. En ese orden, la revolución anual ocupa la cuarta
posición; en dicha revolución dijimos que está contenida la Tierra junto con la
órbita de la Luna como epiciclo. En quinto lugar está Venus, que vuelve al punto
de partida en el noveno mes. Finalmente, el sexto lugar lo tiene Mercurio, que
se mueve en un espacio de ochenta días y en medio de todo permanece el Sol.
Pues, ¿quién en este bellísimo templo pondría esta lámpara en otro lugar mejor,
desde el que pudiera iluminar todo?
Copérnico, Sobre las revoluciones (De los orbes celestes, cap. X).
El método científico
El problema principal de este periodo fue la formación del método del
conocimiento científico. Para abordar el problema del método es indis-
pensable que primero sepamos cuáles fueron los conocimientos que la
ciencia renacentista se afanó por adquirir.
La ciencia medieval, siguiendo las teorías aristotélicas, se interesó por
conocer la naturaleza en sus causas, así como la esencia del movimiento. Al
140 Historia de las Doctrinas Filosóficas
Francis Bacon
Ciencia y método
La idea central del pensamiento baconiano sostiene que el hombre puede
dominar la naturaleza, y que el instrumento adecuado para ese dominio es la
ciencia. Apoyado en esta idea, resultó natural que este filósofo se opusiera a
Aristóteles, tanto en el concepto de ciencia como en la concepción del méto-
do adecuado para la práctica y el progreso de la investigación científica.
En lo que respecta a las ciencias, como la física, Aristóteles opinaba que
el conocimiento proporcionado por ellas es de carácter teórico, porque estu-
dian un orden que el hombre no hace, sino que solamente contempla. Bacon
se opuso a esta concepción aristotélica porque, según él, no tiene sentido que
nos esforcemos por conocer la naturaleza únicamente por descubrir la verdad
y contemplarla. Nuestro conocimiento de la naturaleza debe tener fines prác-
ticos, es decir, querer conocerla para dominarla.
El conocimiento de la naturaleza que nos permite utilizarla y dominar-
la se relaciona con las leyes conforme a las cuales acaecen los fenómenos
naturales. Al conocer esas leyes controlaremos los fenómenos naturales.
En confirmación de estos asertos, Bacon señaló ciertos descubrimientos
de su tiempo: la imprenta, la brújula y la pólvora, los cuales ciertamente
Unidad IV • Filosofía en el Renacimiento 141
La práctica de la experimentación
Bacon se propuso regular la práctica de la observación y experimentación,
Ídolos de la caverna de manera que el investigador dispusiera de una orientación concreta.
Prejuicios que surgen en cada Así, opinaba que cuando se quisiera tener seguridad de la forma o esencia
individuo, debidos a su carác- física de ciertas propiedades, sería conveniente practicar el experimento
ter, educación y convicciones.
con tres variantes.
En primer lugar habría que observar los casos en los cuales sí se pre-
senta la propiedad o el fenómeno que nos interesa. A esta variante, Bacon
la llamó tabla de presencia.
Después habría que preparar el experimento de manera que aparecie-
Ídolos del foro
ran los casos donde no se da el fenómeno. Esta variante recibe el nombre
de tabla de ausencia.
Se les llama también ído-
En tercer lugar estaría la preparación del experimento, de manera que
los de la plaza pública y
se pudieran apreciar las circunstancias que influyen en las variaciones
provienen de la asociación
interhumana a través del
cuantitativas del fenómeno. Ésta es la tabla de los grados o las variaciones.
lenguaje. Bacon también hablaba de una cuarta variable que se podría llamar
tabla de exclusión o tabla de separación. En este experimento lo que se pre-
tende es excluir la intervención de otra circunstancia (distinta de la que ya
se comprobó) como causa del fenómeno o la propiedad en cuestión.
Ahora leamos algunos fragmentos del Novum organon:
Ídolos del teatro I. El hombre, servidor e intérprete de la naturaleza, ni obra ni comprende más
que en proporción de sus descubrimientos experimentales y racionales sobre
Prejuicios que se originan
las leyes de esta naturaleza; fuera de ahí, nada sabe ni nada puede.
en la actividad acrítica con
III. La ciencia del hombre es la medida de su potencia, porque ignorar la
que aceptamos las opinio-
causa es no poder producir el efecto. No se vence a la naturaleza sino obede-
nes de ciertos filósofos de ciéndola, y lo que en la especulación lleva el nombre de causa conviértese en
prestigio y autoridad. regla en la práctica.
XIX. Ni hay ni puede haber más que dos vías para la investigación y el descu-
brimiento de la verdad: una que, partiendo de la experiencia y de los hechos,
se remonta en seguida a los principios más generales (axiomas supremos), y en
virtud de esos principios que adquieren una autoridad incontestable, juzga y esta-
blece las leyes secundarias (axiomas medios), cuya vía es la que ahora se sigue, y
otra, que de la experiencia y de los hechos induce las leyes, elevándose progresi-
vamente y sin sacudidas, hasta los principios más generales que alcanza en último
término. Ésta es la verdadera vía; pero jamás se la ha puesto en práctica.
XXXVIII. Los ídolos y las nociones falsas que han invadido ya la mente huma-
na, echando en ella hondas raíces, ocupan la inteligencia, de tal suerte que
Unidad IV • Filosofía en el Renacimiento 143
la verdad sólo puede encontrar a ella difícil acceso; y no sólo esto, sino que,
obteniendo el acceso, esas falsas nociones concurrirán a la restauración de las
ciencias y suscitarán a dicha obra obstáculos mil, a menos que, prevenidos Tablas de Bacon
los hombres, se pongan en guardia contra ellos, en los límites de lo posible.
Reglas prácticas para la
XXXIX. Hay cuatro especies de ídolos que llenan el espíritu humano. Para observación y experimenta-
hacerlos inteligibles los designamos con los siguientes nombres: la primera ción. Bacon formuló principal-
especie son los ídolos de la tribu; la segunda, los ídolos de la caverna; la ter- mente tres: de presencia, de
cera, los ídolos del foro; la cuarta, los ídolos del teatro. ausencia y de los grados o las
BACON, Novum organon, Libro 1. variaciones.
Nicolás Maquiavelo
Maquiavelo nació en Florencia en 1469. De familia noble, recibió una
educación esmerada. Participó de manera activa en la vida política has-
ta los 44 años, dedicándose desde entonces a la teoría política. Su obra
más importante es El Príncipe. Maquiavelo se interesó fundamentalmente
por presentar la mecánica del gobierno, prescindiendo de las cuestiones
morales y formulando los medios por los cuales el poder político puede
establecerse y mantenerse. En la medida en que el fin del Estado es garan-
tizar la seguridad y el bienestar, el gobernante tiene derecho a valerse de
medios inmorales para consolidar y conservar el poder. El pensamiento
de Maquiavelo está dominado por el realismo político, por lo cual analiza
el acto político puro, sin connotaciones trascendentes o morales. Según este
enfoque, dicho acto sólo es válido si resulta eficaz. Le interesó analizar la
personalidad del político, quien tenía que ser una persona hábil, capaz de
manipular situaciones valiéndose de cualquier medio; debía poseer destre-
za y una equilibrada combinación de fuerza y tesón, además de intuición,
para sortear obstáculos, y una carencia total de escrúpulos. El político no
debía poseer virtud alguna, pero tenía que estar en condiciones de simular
que las poseía todas, lo que suponía actuar con absoluta indiferencia ante
el bien y el mal. Respecto de las formas de gobierno, Maquiavelo consideró
que la mejor era la República, lo que parece difícilmente conciliable con
su doctrina del despotismo político. No obstante, este último se justificaría
sólo como paso previo a la ordenación del Estado sobre el que se establece-
ría la República. El despotismo político resultaría entonces un mal menor
que conllevaría la posibilidad de establecer un gobierno republicano, es
decir, de la mayoría. El gobernante sería bueno, justificable, por su efica-
cia, no por sus connotaciones ético-religiosas. No se trataba de describir
estados ideales, sino de gobernar estados reales. Es interesante observar
que Maquiavelo hace énfasis en el Estado como un cuerpo soberano que
mantiene su vigor y unidad mediante una política de fuerza.
Tomás Moro
Tomás Moro nació en Londres en 1478. Influenciado por La República
de Platón, escribió una novela filosófica que describe un Estado ideal
en la isla de Utopía, teniendo como fondo una idealización de la vida
moral de su época y, al mismo tiempo, una crítica de sus condiciones
sociales y económicas. Su obra se opone al ideal del gobierno despótico