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“AÑO DE LA UNIVERSALIZACIÓN DE LA SALUD”

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS ESCUELA


PROFESIONAL DE DERECHO

LA APLICACIÓN NORMATIVA EN LOS DELITOS.

CURSO:
DERECHO PROCESAL PENAL I
DOCENTE:
PENARANDA SADOVA, LEONARDO HUMBERTO
ALUMNOS:
KEVIN JEFFERSON CARPIO GÓMEZ
CÓDIGO:
2016148276
CICLO:
SEXTO CICLO – SECCIÓN 4

AYACUCHO – PERÚ
2021
DEDICATORIA

Dedico este trabajo no solo a mis padres, sino también a nuestro docente
porque a pesar de la situación que atravesamos está guiándonos en este
camino rumbo a ser profesionales.
Índice:
INTRODUCCIÓN: CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS .................................................. 4
CONCEPTO DE NORMA JURÍDICO-PENAL ............................................................... 4
NORMA PRIMARIA Y NORMA SECUNDARIA: ............................................................ 5
ESTRUCTURA DE LAS NORMAS PENALES .............................................................. 7
Aplicación normativa ........................................................................................................ 8
LA BÚSQUEDA DE LA NORMA APLICABE ................................................................. 8
LA INTEGRACIÓN DEL ORDENAMIENTO: ................................................................. 8
LA INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS ............................................... 9
Consideraciones preliminares .......................................................................................... 9
El valor normativo de la Constitución para el proceso penal ....................................... 11
INTRODUCCIÓN: CONCEPTO Y CARACTERÍSTICAS

Ley es la norma jurídica escrita de carácter general, emanada de una autoridad


legitimada constitucionalmente como legisladora (Poder Legislativo). En sentido
material se conceptualiza a la ley como toda norma jurídica de contenido y
validez general y abstracto, válida para la solución de un número indeterminado
de casos y de aplicación indistinta para un número indeterminado de personas.
En sentido formal, ley es toda norma emanada del órgano legislativo del
Estado, previo el cumplimiento de los requisitos, formalidades y procedimientos
señalados en la Constitución. Desde la perspectiva planteada por la
característica eminentemente escrita de nuestro sistema punitivo (y en general
de todo nuestro ordenamiento legal). Es el Estado, mediante su órgano
especializado que es el Congreso, o por excepción directamente mediante el
Poder Ejecutivo, vía delegación de facultades (Arts.102 y 104 de la
Constitución), quien se representa como fuente de producción del Derecho
penal. En tal virtud, corresponde a la ley constituirse en la expresión de todo
nuestro ordenamiento jurídico-penal y consagrarse como su única fuente
formal, inmediata y directa. “La ley es, por antonomasia, la fuente del derecho
criminal, y por cierto la única que puede crear y agravar tipos y sanciones…” La
conceptualización teórica de la “ley penal”, puede implicar la referencia al vasto
ámbito en la que ella se puede aplicar. Así, hablamos de que por tal
denominación se conocen a las leyes penales propiamente dichas, a las leyes
penales procedimentales y a las leyes penales ejecutivas o de ejecución penal.
En tal sentido, nuestra referencia tiene como eje preciso a las leyes penales
propiamente dichas, que regulan el sistema punitivo y que se traducen en
disposiciones de naturaleza general (parte general) o de naturaleza especial
(parte especial). Las primeras contienen normas abstractas y generales, de
naturaleza obligatoria,

CONCEPTO DE NORMA JURÍDICO-PENAL

Definido en esencia, el Derecho Penal, como un conjunto de prescripciones


jurídicas, incluyendo en ellas normas, principios y valoraciones, resulta
necesario identificar el concepto de norma jurídico penal, para cuyo efecto,
conforme lo señala Mir Puig (1996: 26), conviene precisar el concepto de
norma jurídica, como género al cual pertenece la especie, que en este caso es
la norma jurídico penal. Una norma jurídica, precisa el maestro español, es un
mensaje prescriptivo —que prescribe una actuación determinada— expresado
a través de determinados símbolos, normalmente consistentes en enunciados.
Así, los textos legales, o enunciados legales, constituyen el vehículo de
expresión de las normas legales, a cuya clase pertenecen las normas jurídico
penales. Tales enunciados legales reciben distintos nombres: “proposiciones
jurídicas”, “preceptos legales”, “disposiciones legales”. Con frecuencia también
se denominan “normas legales”, pero resulta apropiado distinguir claramente
entre el texto legal y la norma o normas que expresa. El enunciado legal es un
conjunto de símbolos lingüísticos que conviene diferenciar del mensaje
prescriptivo que transmite, que constituye la norma jurídica No todo enunciado
legal expresa una norma jurídica completa. Así tenemos que las disposiciones,
correspondientes a la parte general del Código, no suelen transmitir mensajes
prescriptivos completos (tales disposiciones tienen la función de precisar el
alcance de los preceptos de la parte especial). Por otra parte, un enunciado
legal puede servir de base a más de una norma jurídica. Esto es lo que sucede,
precisamente, en los preceptos de la parte especial del Código penal, cada uno
de los cuales sirve de base (principal) a dos clases de normas: una dirigida al
ciudadano, prohibiéndole la comisión del delito; y otra dirigida al juez,
obligándole a imponer una pena en caso de que se cometa el delito de que se
trate. Hablamos así, de norma primaria y norma secundaria.

NORMA PRIMARIA Y NORMA SECUNDARIA:

El enunciado legal, que describe el comportamiento prohibido y conmina una


consecuencia jurídica, cumple, en forma general, una función de información y
aviso a la comunidad con fines protectores y preventivos. Pero, asimismo,
cumple un fundamental papel de transmisión de normas: las dirigidas al
ciudadano y las dirigidas al juez. En primer lugar, tenemos la “norma primaria”,
cuya naturaleza es jurídico penal y requiere una labor interpretativa para su
identificación ya que no aparece explícito en el texto legal, dirigida al
ciudadano, conminándolo al acatamiento o abstención de ciertas conductas
consideradas obligatorias o prohibidas, de acuerdo a los lineamientos de la
política criminal. Por otra parte tenemos la “norma secundaria” (la que sí
encontramos definida y explícita), que está dirigida al juez, y se expresa como
un mandato que lo obliga a imponer la pena en el caso de verificarse la
infracción conforme aprecia García Pablos de Molina (2009: 349), ambos
preceptos son imperativos y tienen su sanción; para la norma primaria, la
prevista en el tipo penal del que se trate; para la norma secundaria, la
responsabilidad administrativa y penal en que pueden incurrir los órganos que
incumplen el mandato de aplicar la sanción legal Así, mediante el precepto que
castiga el homicidio (Art. 106: El que mata a otro será reprimido con pena
privativa de libertad no menor de seis ni mayor de veinte años), se pretende,
además de informar y castigar; transmitir, como norma primaria, la prohibición
de dar muerte antijurídica al semejante bajo la amenaza de la pena (el “no
matar”). Y, como norma secundaria, la obligación de la administración de
justicia (juez), de imponer la pena conminada, ante la concreción de la
conducta prohibida Al respecto, merece tomarse en cuenta la problemática
referida a la distinción entre normas de valoración y normas de determinación.
¿Establecen las normas penales meras valoraciones acerca de las conductas
delictivas, poseen por el contrario carácter imperativo, o existen normas
penales de una y otra naturaleza? Esta es la cuestión que hay que decidir al
plantear la alternativa de normas de valoración o normas de determinación.
Una norma sería (sólo) de valoración si se limitase a expresar un juicio de
valor, positivo o negativo, sin imponer ningún imperativo concreto dirigido a su
destinatario. “Norma de determinación” significa, en cambio, la expresión de un
mandato o prohibición que trata, a modo imperativo o directivo, de determinar la
conducta del destinatario. En el ámbito del Derecho penal, la discusión de esta
alternativa tiene sentido con relación a las “normas primarias” dirigidas al
ciudadano. Parece obvio que las “normas secundarias” dirigidas al juez no
puedan sino tener carácter imperativo, puesto que sin duda ordenan la
imposición de una pena. En cambio, cabría discutir si las normas primarias son
de valoración o de determinación. Así, en el primer caso, el precepto que
castiga el homicidio establecería para el ciudadano un mero juicio des
valorativo de la conducta homicida, según el cual. Ello no implicaría ningún
imperativo dirigido a los ciudadanos para que no mataran. Entendidas, por el
contrario, como normas de determinación, las normas primarias expresarían la
prohibición de realizar la conducta penada. Por tanto, las normas penales, tanto
las primarias como las secundarias, deben entenderse, ante todo, como
expresión de un imperativo. Las normas primarias están destinadas a apelar a
la motivación del ciudadano, prohibiéndole delinquir. Las normas secundarias
refuerzan esta motivación mediante la amenaza de la pena. Evidentemente, al
imperativo precede la valoración negativa de la conducta prohibida u ordenada,
pero para la efectividad de la norma penal lo decisivo es que se le asigne la
virtualidad de un imperativo. Esto es lo que distingue una norma vigente de una
mera valoración jurídica. Al respecto, conviene reconocer que las normas
penales, aunque imperativas, también presuponen determinadas valoraciones,
y no sólo la concreta valoración negativa de las conductas prohibidas por las
normas, sino también otras más generales, como la valoración positiva de los
bienes jurídico penales y otros intereses jurídicos, la valoración del ser humano
consciente como el único destinatario legítimo de las normas penales y la
consideración de que no es lícito imponer penas a enfermos mentales,
menores u otras personas que no puedan ser motivados normalmente por las
normas jurídico penales. Por lo tanto, las valoraciones jurídico penales dan
lugar no sólo a normas concretas, sino también a principios generales del
Derecho penal (por ejemplo: principio de exclusiva protección de bienes
jurídicos, principio de culpabilidad, etc.).

ESTRUCTURA DE LAS NORMAS PENALES

Es posible observar en la ley penal una conformación gramatical, que denota


una estructura lógica determinada, distinguiéndose así dos elementos: un
supuesto de hecho y una consecuencia jurídica. Conforme lo establece
Fernández Carrasquilla, “el precepto, o disposición primaria, contiene o
presupone el mandato o la prohibición; la sanción (como consecuencia) o
precepto secundario, las medidas coercitivas aplicables a quienes infringen los
deberes normativos del precepto” (1995: 65). Supuesto de hecho y
consecuencia jurídica, según Mir Puig (1996: 31-32) componen la estructura de
las normas jurídico penales estáticamente consideradas. Pero las normas
jurídicas, y entre ellas las penales, constituyen mensajes prescriptivos y
poseen, por tanto, una determinada entre sujetos. Desde este punto de vista de
la función social de la norma, cabe advertir la estructura propia de las
relaciones sociales presentes en las normas penales. se debe el mérito de
haber señalado este aspecto de la norma penal. A partir de la concepción de la
sociedad como sistema de procesos de interacción y comunicación, este autor
sostiene que la norma penal posee una función de comunicación entre tres
sujetos. Estos sujetos son el destinatario de la prohibición o eventual sujeto
activo de la conducta delictiva, la posible víctima de dicha actuación llamado a
reaccionar frente al delito mediante la pena Tercero
Aplicación normativa

Es la actividad que ha de llevarse a cabo para otorgar a un determinado caso la


solución que en Derecho corresponda. Determinación de los hechos que han
originado la controversia. Búsqueda y determinación de la norma aplicable al
supuesto controvertido. Fijación del sentido de la norma previamente
seleccionada. asignación al caso de las consecuencias previstas en la norma.
LA BÚSQUEDA DE LA NORMA APLICABE

• La tarea de calificación se ve facilitada por las “instituciones jurídicas” el


conjunto de normas que regulan un tipo de relación jurídica
(compraventa, matrimonio, etc.).

• La labor de búsqueda de la norma aplicable puede complicarse en los


casos en que no exista una disposición legal que prevea el supuesto
controvertido. En tal caso, cabe llenar el vacío normativo a través de la
técnica de la Analogía.

• Para la aplicación de las normas también es preciso adaptar la norma


jurídica al caso concreto, mediante la interpretación.

• El principio iura novit curia deber de los jueces de conocer el


ordenamiento jurídico para resolver los asuntos que se les plantean.

• La posible inexistencia de normas jurídicas para resolver todos los


supuestos litigiosos:

- Lagunas de la ley

- Lagunas del Derecho

LA INTEGRACIÓN DEL ORDENAMIENTO:

Procederá la aplicación analógica de las normas cuando éstas no contemplen


un supuesto específico, pero regulen otro semejante entre los que se aprecie
identidad de razón
LA INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS

Art. 3.1 CC: “Las normas se interpretarán según el sentido propio de sus
palabras, en relación con el contexto, los antecedentes históricos y legislativos,
y la realidad social del tiempo en que han de ser aplicadas, atendiendo
fundamentalmente al espíritu y finalidad de aquéllas
Consideraciones preliminares

Para una cabal comprensión del significado del valor normativo de la


Constitución en el proceso penal, tenemos que partir de la definición del
Derecho como ordenamiento jurídico, entendida en frases de Kelsen como un
conjunto de normas cuyo fundamento de validez está en la norma básica
(Constitución), y complementada por Bobbio, para quien "solamente se puede
hablar de Derecho cuando existe un complejo de normas que forman un
ordenamiento...El Derecho no es norma, sino conjunto coordinado de normas...
una norma jurídica no se encuentra nunca sola, sino ligada a otras normas con
las cuales forma un sistema normativo"

Sin embargo, las concepciones modernas del positivismo jurídico


neoinstitucionalista (Weimberger, MacCormick), sostienen que el ordenamiento
jurídico es un sistema abierto compuesto por reglas y otros elementos
normativos -como son los principios- que además tiene en cuenta otro tipo de
consideraciones de carácter consecuencia lista, mediante las cuales pretende
ser superada una concepción puramente formal del sistema jurídico.
Efectivamente, el ordenamiento además de normas, se compone de principios,
los que son recogidos por la Constitución, que es la norma fundamental de un
Estado, y sobre la que descansa la validez de todo el ordenamiento,
confiriéndole unidad y coherencia

Políticamente, la Constitución es el instrumento jurídico por la cual se


constituye y organiza un Estado Democrático de Derecho, lo cual es
fundamental para el correcto ejercicio de la función penal del Estado (la más
violenta de todas), entiéndase una función penal garantista, que excluya la
arbitrariedad y las violaciones de derechos fundamentales. De ahí que la
Constitución se convierta en el instrumento determinante para la validez jurídica
y política de un Estado Contemporáneo.

¿Pero qué es una Constitución? Son muy diversas las definiciones que se
pueden encontrar de lo que es una Constitución. Un correcto entendimiento de
su sentido requiere advertir el contexto en el que se pretende averiguar por
ésta. En nuestro caso, debemos de limitarnos a inquirir por la definición jurídica
de la Constitución Política de un Estado. Sin embargo, es necesario tener en
cuenta que la definición que podamos dar, no se encuentra privada de
condicionantes, configurados esencialmente por las concepciones jurídico-
políticas vigentes en un ámbito espacio-temporal determinado

Los antecedentes del uso del término Constitución se pueden ubicar en épocas
muy remotas; sin embargo en su sentido moderno recién va a aparecer durante
el siglo XVIII, cuando se usa para designar la Carta Política Federal
Norteamericana (1787), que, asimismo, es considerada como la primera de las
constituciones modernas; de las que se ha señalado como característica
definidora: la afirmación radical de la libertad del individuo, y la existencia de
unos derechos irrenunciables del mismo, como criterio esencial de la
organización del Estado

Una adecuada comprensión del significado de la Constitución Política de un


Estado requiere de la puesta en relación de criterios formales y materiales.
Desde el punto de vista formal la Constitución se define a partir de los órganos
y procedimientos que intervienen en su adopción. Desde el punto de vista
material la Constitución se define por ser el conjunto de reglas fundamentales
que se aplican al ejercicio del poder estatal.

Es en el marco referido que la Constitución puede ser definida como el conjunto


de normas que regulan, en garantía de la libertad del individuo en una
comunidad política organizada, las posiciones jurídicas fundamentales de la
persona frente al Estado, y la distribución de poder entre los principales
órganos de éste; normas que por su carácter fundamental y definidor del
sistema jurídico, tienen el carácter de normas superiores8.

Como ya se deslizó, en el panorama mundial es posible encontrar varias clases


de Constituciones. No obstante, en nuestro contexto cultural son las
constituciones escritas, normativas y rígidas las más numerosas, perteneciendo
a este tipo, la Constitución Política del Perú de 1993, actualmente vigente.

Es la confluencia de las características jurídicas de rigidez y normatividad lo


que le da a la Constitución su especial ubicación en el ordenamiento jurídico10.
Se trata de Constituciones rígidas en el sentido de que no pueden ser
modificadas ni contradichas por las normas legales comunes y, normativas en
el sentido de que forman parte del ordenamiento jurídico normativo. Esto
genera que la Constitución quede configurada como Norma Fundamental; lo
que significa, que, entre las normas que componen el ordenamiento jurídico
interno de un país, la Constitución es la norma de mayor jerarquía y la que
otorga el fundamento para la validez de las que le son inferiores.

La Constitución condiciona la validez de las normas jurídicas legales desde dos


perspectivas; por un lado, fija el procedimiento al que se debe someter su
aprobación, promulgación y puesta en vigencia; y, por el otro, les fija límites
materiales de contenido. Sin embargo, no sólo produce efectos en la actividad
legiferante, sino respecto de todo el aparato estatal, y especialmente, al nivel
de la aplicación del derecho sin lugar a dudas.

Es en este sentido que el Tribunal Constitucional colombiano ha señalado que:


"La Constitución se erige en el marco supremo y último para determinar tanto la
pertenencia al orden jurídico como la validez de cualquier norma, regla o
decisión que formulen o profieran los órganos por ella instaurados. Pero aun
más, posee una "fuerza vinculante bilateral" (IHERING), pues vincula tanto a
las autoridades como a los ciudadanos.
El valor normativo de la Constitución para el proceso penal

Son muy variadas las proposiciones que como consecuencia de la


consagración de la Constitución como la norma fundamental de un Estado se
pueden extraer para todas y cada una de las parcelas que conforman el
ordenamiento jurídico de nuestro país; pero en ningún sector logran la especial
relevancia que alcanzan en la parcela destinada al Derecho penal;
fundamentalmente, en razón de que la principal de las herramientas con que
cuenta el Derecho criminal, la pena privativa de libertad, se constituye en la
intervención más violenta que el Estado social y democrático de Derecho se
puede permitir en el ámbito de las libertades y derechos fundamentales de la
persona humana.

En el ámbito del proceso penal esta relevancia alcanza su grado máximo, pues
es en él, que el Estado ejercerá toda su fuerza para pretender aplicar dicha
pena responsable de un delito. El Estado define las reglas procesales, diseña
el proceso, determina la competencia de los funcionarios estatales, fija los
casos de afectación de los derechos fundamentales del imputado, con la
finalidad de aplicar el Derecho Penal. Mientras que el imputado, es la persona
humana que ingresa al proceso penal dominado por el Estado, en franca
desigualdad material, para defender su libertad personal. En el proceso penal
tiene lugar el conflicto entre el poder punitivo estatal y la libertad personal del
imputado, y como se verá, es un conflicto que tiene raíces constitucionales. De
ahí que se afirme con razón, que es el Derecho procesal penal el que se
encuentra más fuertemente condicionado por la normatividad constitucional.

Son diversas las referencias que en la doctrina moderna podemos encontrar


acerca del valor normativo que la Constitución posee para el proceso penal.
Así, por ejemplo, Klaus Tiedemann ha señalado la "dependencia del Derecho
procesal penal respecto del Derecho constitucional", Alberto Martín Binder se
ha referido a la existencia de un "diseño constitucional del proceso penal", Juan
- Luis Gómez Colomer ha manifestado la necesidad de un "proceso
constitucionalmente debido", y por su parte, Eberhard Schmidt ha afirmado que
el proceso penal tiene "fundamentos constitucionales".

Frases como las glosadas no hacen sino reconocer la fundamental


trascendencia y valor normativo que le corresponde a la Constitución en el
proceso penal, tanto en su diseño legal como en su desarrollo para cada caso
específico.

Efectivamente, la Constitución va a cumplir una función normativa muy


importante en la concreta configuración del sistema procesal penal nacional. La
principal de las razones se encuentra -como ya lo deslizamos- en el hecho de
que el poder penal y su realización mediante el proceso penal le corresponden
en exclusividad al Estado, no siendo otra cosa que ejercicio de poder estatal.
Pues bien, es precisamente la Constitución el instrumento jurídico normativo
supremo en el que se fijan los contenidos, límites, posibilidades y competencias
del ejercicio del poder estatal; toda la actuación estatal tiene que sujetarse
necesariamente a lo constitucionalmente previsto.

Es también razón esencial el hecho de que el proceso penal va a comportar


necesariamente la afectación de algunos de los derechos de los procesados;
derechos que se encuentran consagrados como "fundamentales" en las
Constituciones modernas. En el proceso penal se verifica una intervención
coercitiva del Estado sobre personas de las que no existe certeza respecto a su
responsabilidad criminal, a las que se les va a restringir sus derechos y
libertades fundamentales, consagradas constitucionalmente, mediante el
ineludible despliegue de violencia que comportan los medios de coerción
procesal.
Otra de las razones esenciales de la importancia de la Constitución para el
proceso penal peruano se va a encontrar en el hecho de que ésta se configura
en la fuente de los valores fundamentales del ordenamiento jurídico normativo;
los que deberán de tenerse en cuenta en toda la estructuración del sistema de
control social jurídico y, especialmente, en el momento de la estructuración del
control jurídico penal.

Sin embargo, además, en la Constitución se han previsto, por la importancia de


la materia, cláusulas y principios de eminente raigambre procesal penal; como,
por ejemplo, cuando se señala que le corresponde al Ministerio Público la
conducción de la investigación del delito (art. 159° inc. 4 de la Constitución),
entre otros importantes postulados, tales como los siguientes:

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