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CUL TURA TECNOL ÓGI CA E I NNOVACI ÓN

I NFORM E PARA COTEC

Realizado por
Miguel A. Quintanilla
Alfonso Bravo

Con la colaboración de
Eduardo Aibar y Cristóbal Torres

Primera Parte
El Concepto de Cultura Tecnológica
Miguel A. Quintanilla

Página 1
CONTENI DO

I NTRODUCCI ÓN 5

1. EL CONCEPTO DE CUL TURA 9

1.1. EL CONCEPTO CI ENTÍ FI CO DE CUL TURA 10


1.2. CUL TURA Y SOCI EDAD 11
1.3. CUL TURAS ESPECÍ FI CAS 12
1.4. EL CONTENI DO NORM ATI VO DEL CONCEPTO DE CUL TURA 13
1.5. CAM BI O CUL TURAL Y PROGRESO 14
1.6. POL Í TI CAS CUL TURAL ES 16

2. TECNOL OGÍ A 19

2.1. L A CONCEPCI ÓN ESTÁNDAR DE L A TÉCNI CA Y L A TECNOL OGÍ A 19


2.2. CONCEPTOS BÁSI COS DE L A TEORÍ A DE L A TÉCNI CA 22
2.3. L A ESTRUCTURA DE L OS SI STEM AS TÉCNI COS 24
2.4. CONOCI M I ENTO TÉCNI CO 30
2.5. EL CAM BI O TÉCNI CO 33
2.6. L A I +D Y L AS I NNOVACI ONES TECNOL ÓGI CAS RADI CAL ES 34
2.7. EL PROGRESO TECNOL ÓGI CO 36

3. CUL TURA TECNOL ÓGI CA 39

3.1. CUL TURA TECNOL ÓGI CA I NCORPORADA 40


3.2. CUL TURA TECNOL ÓGI CA NO I NCORPORADA 44
3.3. L A DI NÁM I CA DE L A CUL TURA TECNOL ÓGI CA 45
3.4. L OS VAL ORES DE EFI CI ENCI A E I NNOVACI ÓN EN L A CUL TURA TECNOL ÓGI CA 47
3.5. FACTORES CUL TURAL ES DEL CAM BI O TÉCNI CO 52

4. I NDI CADORES DE CUL TURA TECNOL ÓGI CA 57

4.1. L A ACTI TUD PÚBL I CA HACI A L A TECNOL OGÍ A 57


4.2. CUL TURAS TECNOL ÓGI CAS Y CUL TURAS NACI ONAL ES 60
4.3. CUL TURA TECNOL ÓGI CA EN L AS EM PRESAS 64
4.4. BASES PARA UN SI STEM A DE I NDI CADORES DE CUL TURA TECNOL ÓGI CA 70

5. EL CASO ESPAÑOL . UNA HI PÓTESI S I NTERPRETATI VA 77

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Cultura Tecnológica
6. CONCL USI ONES 83

ANEXO: UNA NUEVA I M AGEN DE L A TECNOL OGÍ A COM O CONSTRUCTO


SOCI AL 85

REFERENCI AS BI BL I OGRÁFI CAS 90

I NDI CE DE AUTORES 95

Í NDI CE DE I L USTRACI ONES

Ilustración 1: Distintas clases de conocimiento.........................................................................................32


Ilustración 2: Evaluación y contexto de los programas de I+ D ................................................................35
Ilustración 3: Componentes de la cultura tecnológica...............................................................................47
Ilustración 4: Dimensiones y factores del cambio técnico.........................................................................53
Ilustración 5: Modelos de cultura y madurez tecnológica .........................................................................80

Í NDI CE DE TABL AS

Tabla 1: La imagen estándar y la nueva imagen de la tecnología.............................................................21


Tabla 2: Tres enfoques en la teoría de la técnica ......................................................................................24
Tabla 3: Caracterización de los sistemas técnicos.....................................................................................27
Tabla 4: Tipos de conocimiento .................................................................................................................31
Tabla 5: Algunos factores del cambio técnico ...........................................................................................53
Tabla 6: Indicadores culturales .................................................................................................................71

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I ntr oducción

El propósito de este trabajo es explorar el significado y relevancia de la cultura


tecnológica para la innovación en la empresa. En las empresas se introducen
generalmente muchos cambios y novedades cuyo objetivo es mejorar el rendimiento
económico y la competitividad. Estos cambios pueden ser de carácter organizativo,
comercial, contable, financiero, etc. Un caso específico de cambio consiste en la
introducción de procesos y productos nuevos en el mercado, basados en la tecnología.
En este caso se habla de innovación tecnológica (innovación, sin más) que puede ser de
producto o de proceso, y suele a su vez ir acompañada de cambios organizativos,
comerciales, etc.
Se considera que la innovación tecnológica ocupa un lugar central en la estrategia
adaptativa y competitiva de la empresa. Las innovaciones de proceso permiten aumentar
la productividad y por lo tanto la competitividad de la empresa. Las innovaciones de
producto permiten acceder a nuevos mercados, mejorar la calidad de la oferta y, en
ocasiones, abrir una nueva gama de actividad empresarial. En general las innovaciones
tecnológicas que tienen éxito sitúan a la empresa en una situación de ventaja
competitiva, difícil de deshacer a corto plazo. Por otra parte, muchas de las
innovaciones empresariales (especialmente las organizativas y comerciales) están
íntimamente relacionadas con innovaciones tecnológicas: reorganización de procesos,
lanzamiento de nuevos productos, etc.
Este papel central de la innovación tecnológica justifica el interés por la cultura
tecnológica. El supuesto previo que guía nuestra investigación es que la cultura
tecnológica constituye un factor relevante para comprender en toda su dimensión el
desarrollo tecnológico y la innovación. El propósito de este trabajo es explorar y
desarrollar esta idea previa hasta darle un contenido operacional que pueda resultar útil
para la gestión de la tecnología y la definición de estrategias tecnológicas empresariales,
atendiendo especialmente al contexto español.
La distinción entre gestión de la tecnología y estrategia tecnológica empresarial la
entendemos en el siguiente sentido. Por gestión de la tecnología entendemos todas las
actividades de una empresa encaminadas a adquirir, producir y difundir (comercializar)
innovaciones tecnológicas, en el ámbito de actuación propio de la empresa como tal. Por
estr ategia tecnológica entendemos todas las actuaciones a medio y largo plazo
encaminadas a mejorar la posición tecnológica de la empresa, incluyendo las
actuaciones orientadas a modificar el contexto en el que se desenvuelve actividad de las
empresas de forma que le sea más favorable para sus objetivos de innovación
tecnológica. En la práctica la distinción entre gestión y estrategia tecnológica no es tan
clara como puede serlo conceptualmente. Sin embargo, para los propósitos de nuestro
estudio es útil mantenerla: tal como la entendemos, la cultura tecnológica seguramente
afecta a la gestión cotidiana de la tecnología en las empresas, pero sobre todo puede ser
relevante para el diseño e implementación de las estrategias tecnológicas empresariales
que se plantean en un ámbito de actuación mucho más amplio, tanto espacial como
temporalmente.

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Cultura Tecnológica
Los problemas que vamos a tratar tienen una doble dimensión, conceptual y
operativa. Desde un punto de vista conceptual, nos encontramos con la necesidad de
empezar por definir los propios conceptos básicos que estamos utilizando. A diferencia
de lo que ocurre en otros ámbitos de la teoría del cambio tecnológico y de la gestión de
la tecnología, donde se pueden localizar cuerpos de conocimientos establecidos y
prácticas maduras, en relación con la cultura tecnológica, no existe un discurso
consolidado que se pueda tomar como referencia unívoca. De ahí que nuestra primera
tarea haya sido hacer una revisión de la literatura disponible sobre el tema y construir un
concepto o modelo de cultura tecnológica que incorpore las aportaciones más
relevantes, que tenga un carácter sistemático y claro, y que pueda servir como referencia
para el análisis de los factores culturales que inciden en la innovación tecnológica. Por
otra parte, desde el punto de vista oper acional, se trata de explorar la posibilidad de
contar con indicadores objetivos que puedan describir el estado y características de
diferentes configuraciones de cultura tecnológica y analizar su incidencia sobre la
innovación tecnológica.
Este informe tiene dos partes. En la primera nos ocupamos de los problemas
conceptuales relacionados con la cultura y la tecnología y de construir un concepto de
cultura tecnológica que nos sirva para entender el papel de los factores culturales en el
desarrollo de la tecnología y en la innovación empresarial. A partir de él, sugerimos un
posible sistema de indicadores que nos podrían permitir obtener una representación de la
cultura tecnológica de un país, de una organización, etc. Finalmente, utilizamos este
modelo de cultura tecnológica y algunos de los datos sociológicos disponibles, para
proponer una interpretación de la situación de la cultura tecnológica en España. Tanto el
sistema de indicadores como la interpretación de la cultura tecnológica española que
proponemos deben considerarse como una propuesta tentativa que debe ser contrastada
mediante ulteriores estudios. En la segunda parte se presenta sistemáticamente la
información disponible y reciente sobre indicadores de cultura tecnológica para España.
El diseño de este estudio y algunos de los resultados parciales que se han ido
obteniendo a lo largo de dos años, han sido discutidos en varias ocasiones con Wiebe
Bijker, Paloma Sánchez, Eduardo Aibar y Cristóbal Torres. A todos ellos queremos
agradecerles sus ideas, críticas y sugerencias, aunque sólo nosotros somos responsables
del informe final. Debemos hacer mención especial de Wiebe Bijker, que ha tenido la
amabilidad de desplazarse varias veces a España para discutir con nosotros sobre los
temas de este informe. A pesar de algunas discrepancias de fondo, que subsisten entre
nuestro enfoque de la cultura tecnológica y el del profesor Bijker, seguramente debemos
a su inspiración, a sus ideas y a su amabilidad, más de lo que aparece explícitamente
reflejado en el texto. Eduardo Aibar preparó una exhaustiva revisión de la bibliografía
sobre cultura tecnológica, muchos de cuyos resultados se han incorporado en varios
apartados de la primera parte. Cristóbal Torres nos ha ayudado en la localización de
encuestas sociológicas y otras fuentes de información sobre percepción social de la
ciencia y la tecnología y ha preparado un análisis de los diferentes ítems relacionados
con estos temas que han aparecido en las encuestas del Centro de Investigaciones
Sociológicas desde 1984. Gracias a su colaboración hemos podido llevar a cabo el
análisis de los indicadores disponibles que presentamos en la Parte II. Miguel A.
Quintanilla es el autor responsable de la redacción final de la Parte I y A. Bravo de la
Parte II.
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Parte I
Queremos agradecer también a nuestros colegas del grupo EPOC (Evaluación de
Políticas Científicas) de la Universidad de Salamanca (Fernando Broncano, Jesús Vega,
Bruno Maltrás y Javier Vidal) no sólo sus comentarios y sugerencias concretas en las
diversas ocasiones en las que hemos discutido conjuntamente versiones parciales de este
informe, sino también el clima de entusiasmo por los estudios sobre la ciencia y la
tecnología que ellos han contribuido a generar en el seno del grupo y sin el cual este
trabajo, como tantos otros, hubiera sido al menos mucho más difícil y mucho menos
divertido.
Finalmente, la fundación COTEC no sólo ha sido la promotora y patrocinadora de
este estudio, sino que también, a través de su comisión de estudios y de su director D.
Juan Mulet, ha contribuido activamente, en varias ocasiones, a localizar puntos
problemáticos y temas de interés que han sido muy estimulantes para nuestro trabajo. A
todos ellos, muchas gracias.

Salamanca, 20 de abril de 1998


Miguel A. Quintanilla
Alfonso Bravo

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1. El concepto de Cultur a

La noción de cultura tecnológica, como otras expresiones análogas (cultura


industrial, cultura organizativa, cultura empresarial, pero también cultura jurídica,
cultura política, etc.), se utiliza con frecuencia, tanto en el lenguaje común como en el
académico. Sin embargo su uso no está estabilizado y puede tener un significado
completamente diferente según los contextos.
En un contexto empresarial, “cultura tecnológica” puede referirse a la actitud de
los empresarios hacia la innovación, al repertorio de recursos tecnológicos de que
dispone la empresa, al estilo de actuación empresarial (frente a cultura financiera, por
ejemplo), etc. Generalmente en estos contextos la connotación de la expresión tiene una
carga positiva: sea lo que sea a lo que se refiere la cultura tecnológica, se trata en todo
caso de algo positivo y deseable para la empresa
En algunos contextos académicos y medios de comunicación, sin embargo, la
noción de cultura tecnológica puede percibirse con una connotación peyorativa, como
cuando se contrapone la cultura tecnológica a la cultura humanística1.
Esta ambigüedad e indefinición en el uso lingüístico responde a problemas
conceptuales profundos, derivados de los propios conceptos de cultura y tecnología. La
clarificación de estos conceptos es importante porque de ello depende una correcta
apreciación del papel de la cultura tecnológica en la innovación empresarial. Es
especialmente urgente deshacer los malentendidos que se producen, tanto en el lenguaje
común como en algunos ámbitos académicos, a propósito de las relaciones entre
tecnología y cultura.
Etimológicamente la palabra cultura proviene del latín, donde significa cultivo o
cuidado del campo, agricultura. De la misma raíz procede la palabra culto, en sentido
religioso (culto divino). Posteriormente (Mosterín, 1993, p.16) se utilizó
metafóricamente para referirse a la cultura animi, es decir el cultivo del espíritu, y de
ahí proviene la acepción usual en expresiones como hombre culto, (cultivado). Esta
acepción del término “cultura”, que Mosterín (1993, p.17) califica de “vulgar”, es la que
encontramos generalmente en las secciones de “cultura y espectáculos” de los
periódicos, o en la denominación de instituciones culturales como los ministerios o
consejerías “de cultura”: la cultura como algo relacionado con las artes y las letras, más
que con la ciencia y la tecnología, y con el ocio y los espectáculos más que con la
tecnología y la producción.
Al plantearnos los problemas de la cultura tecnológica en relación con la
innovación empresarial, debe estar claro desde el principio que estamos utilizando el
concepto de cultura en su significado científico, que es al mismo tiempo más riguroso y

1
La contraposición entre tecnología y cultura es característica de la posición intelectual de autores como
Neil Postman (1993) que considera la cultura tecnológica como una “intrusión de la tecnología en la
cultura”. Elementos de esta contraposición, que se puede interpretar como un eco de la tesis de “las dos
culturas” de Snow (1959), se encuentran también en otros muchos teóricos de la tecnología, como
Mumford (1939), cuando señalaba la amenaza que las “tecnologías autoritarias” significaban para la
cultura.
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Cultura Tecnológica
más amplio. Para empezar, la ciencia y la tecnología deben considerarse componentes
de la cultura tan dignos como las artes y las letras. Pero además, como veremos
enseguida, existen componentes culturales en actividades sociales “ no ociosas” , es
decir, en los negocios, tan valiosos como los que tradicionalmente se asocian a las
actividades de ocio. Aunque volveremos sobre este tema, conviene señalar desde ahora
que uno de los problemas que un país como España puede encontrar para desarrollar una
adecuada cultura tecnológica reside precisamente en este cúmulo de tópicos según los
cuales la cultura tiene que ver solamente con lo que tradicionalmente se considera como
expresión de los altos intereses del espíritu mientras la tecnología, los negocios y las
empresas sólo se mueven en el mundo de los intereses materiales (Quintanilla, 1995).

1.1. El concepto científico de cultura


La antropología y la etología han contribuido a clarificar el concepto de cultura desde
una perspectiva científica. De acuerdo con la ya antigua caracterización de Tylor (1871)
“Cultura... es aquel todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte,
leyes, moral, costumbres y cualquier otra capacidad y hábitos adquiridos por el
hombre en cuanto miembro de una sociedad”.
La caracterización de Tylor recoge el contenido básico del concepto de cultura que
utilizan los antropólogos, en el que es esencial la idea de que la cultura se adquiere (y se
transmite) en un grupo social, aunque su delimitación de los contenidos de la cultura es
imprecisa.
Los estudios etológicos (comportamiento social de los animales) han contribuido a
generalizar y precisar el contenido de la cultura como información no genética, sino
adquirida por enseñanza y aprendizaje (Bonner, 1980). En su obra Filosofía de la
cultura (1993, p. 32) Mosterín propone, en consonancia con el uso científico actual, la
siguiente definición: “cultura es la información transmitida (entre animales de la misma
especie) por aprendizaje social”.
Algunos antropólogos, (Malinowski, 1931) consideran que los utensilios,
herramientas y artefactos son componentes de la cultura. Por otra parte es usual entre
paleontólogos e historiadores caracterizar las culturas precisamente por los artefactos
materiales que predominan en ellas. Algunos filósofos distinguen entre cultura y
civilización, reservando la noción de civilización para hacer una referencia crítica a los
contenidos materiales (y en concreto, tecnológicos) de la cultura. De acuerdo con la
definición de Mosterín, los artefactos son efectos o resultados de la cultura animal o
humana, o más precisamente de la actividad animal o humana realizada de acuerdo con
la información cultural correspondiente.
En principio usaremos, siguiendo a Mosterín, un concepto genér ico de cultur a,
referido específicamente a sociedades humanas y definido en estos términos:
Entendemos por cultura el conjunto de representaciones, pautas o reglas de
comportamiento y valores o sistemas de preferencias que los individuos humanos
adquieren por aprendizaje a partir de otros individuos humanos, por imitación

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El concepto de cultura
(pasiva), por enseñanza (activa) o por cualquier proceso de comunicación de
información.
Esta definición es compatible con el uso más generalizado entre antropólogos y
etólogos, aunque restringida a culturas humanas, e incluye, precisándolos, los
contenidos de la definición clásica de Tylor. En ésta, como en muchas otras
caracterizaciones de la cultura, se suelen mezclar la referencia genérica a los tres tipos
fundamentales de contenidos culturales (los tres tipos de información pragmática de que
habla Mosterín: descriptiva, práctica y valorativa) con la referencia a configuraciones
específicas de algunos de estos contenidos, como la moral (un tipo específico de reglas y
pautas de conducta social), las creencias religiosas o ficciones literarias (un determinado
tipo de representaciones), las ideologías (generalmente un conjunto estructurado de
valores y representaciones simbólicas), etc. La definición cubre también otras
caracterizaciones más imprecisas del concepto de cultura, que suelen utilizarse en
relación con el estudio de los factores culturales presentes en el desarrollo tecnológico,
como los de Pacey (1983), Hofstede (1994) o Basalla (1988).
Este concepto genérico de cultura nos permite además entender otras nociones
específicas, en función de los contenidos de la cultura, o de la configuración de rasgos
culturales característicos de un grupo social (cultura nacional, cultura empresarial, etc.).
Pero para entrar en estos temas conviene analizar primero las relaciones entre cultura y
sociedad.

1.2. Cultura y sociedad


Toda sociedad humana está formada por individuos que interactúan entre sí y con
el medio en que se desenvuelven. Además de las relaciones biológicas que los
individuos humanos comparten con todas las especies animales, las interacciones que
constituyen la trama de las sociedades humanas se pueden clasificar en tres tipos:
económicas (producción e intercambio de bienes y servicios), cultur ales (transmisión
de información) y políticas (relaciones de poder, necesarias para gestionar la
interacción) (Bunge, 1979, 186 ss.). Estos tipos de interacción no son excluyentes: todo
miembro de la sociedad puede mantener relaciones de los tres tipos y además una
misma interacción social puede tener aspectos tanto económicos como culturales y
políticos. Por otra parte los tres tipos de interacción tienen que darse para que podamos
hablar de un sistema social humano: una sociedad sin cultura, sin política o sin
economía es imposible. Pero su distinción permite distinguir también tres subsistemas
en cualquier sistema social: el subsistema económico, el cultural y el político.
Aunque la cultura es una entidad abstracta (información), las interacciones
culturales entre los miembros de una sociedad son procesos concretos que dan lugar a
sistemas sociales igualmente concretos, localizados espacio-temporalmente y abiertos a
influencias de otros sistemas naturales o sociales. Así, el subsistema cultur al de una
sociedad está formado por el conjunto de individuos que transmiten información, tanto
generada por ellos mismos (creadores) como generada por otros (comunicadores),
intercambian servicios de información o gestionan esos intercambios. Los
componentes de un subsistema cultural pueden estar agrupados en instituciones sociales
de diferente tipo y dimensión: escuelas, universidades, medios de comunicación,
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Cultura Tecnológica
museos, teatros, editoriales, academias, industrias culturales, etc. que se caracterizan por
el tipo de información que se genera y transmite en ellas (científica, filosófica, literaria,
mítico-religiosa, tecnológica, gráfica, cinematográfica, etc.), por los destinatarios a
quienes se dirige esa información y por la estructura económica (recursos materiales y
financieros) y organizativa (política en sentido amplio) de cada institución.
En consecuencia, para descr ibir el sistema cultur al de una sociedad hay que
conocer sus componentes (los individuos que lo componen, con sus características,
funciones que desempeñan, etc.), el tipo, cantidad y características de la información
que transmiten, y las actividades económicas y organizativas que acompañan a las
actividades de información, es decir su estructura institucional (recursos materiales y
humanos, organización, formas de actuación, etc.).
Para el estudio de la cultura es importante no olvidar esta perspectiva sociológica
y concreta. En ocasiones, el estudio de la cultura olvida que existen sistemas culturales
concretos y se pierde en consideraciones abstractas y apriorísticas que tienen poco que
ver con la realidad.

1.3. Culturas específicas


Hay dos formas de especificar la cultura: en función de sus contenidos, o en
función del grupo social del que se dice que tiene (o que se caracteriza por) una
determinada cultura.
Cuando hablamos de la cultura científica, jurídica, política, etc. estamos
refiriéndonos a determinadas partes, dimensiones o modalidades de cultura que
consisten en representaciones, pautas de conducta o valores referidos a la ciencia, al
derecho, a la política, etc. Dentro de ellas podemos especificar aún más los contenidos
hablando de cultura matemática (parte de la cultura científica), cultura democrática
(parte o modalidad de la cultura política), etc.
Por otra parte, cuando hablamos, por ejemplo, de cultura nacional, cultura
académica, cultura europea, etc. hacemos referencia a rasgos culturales (de cultura
política, científica, religiosa, etc.) que se consideran dominantes en un grupo social,
aunque en el uso cotidiano de estos términos se suele confundir el carácter dominante
con el carácter excluyente de esos rasgos culturales.
En ocasiones se usan los dos criterios de especificación de la cultura como
criterios equivalentes, lo que puede inducir a confusión. Por ejemplo, la expresión
“cultura jurídica” se puede entender como la cultura que caracteriza a los juristas como
grupo social o como la cultura de cualquier grupo social referida a asuntos jurídicos.
“Cultura política” puede referirse a la cultura que caracteriza al grupo social dedicado
prioritariamente a actividades políticas o como la cultura compartida por cualquier
grupo social referida a la actividad política.
Por lo general no es adecuado identificar una cultura especificada por su
contenido, con la cultura característica de un único grupo social, salvo en aquellos casos
en los que artificialmente se caracteriza al grupo en términos exclusivamente culturales
(el grupo de los hispanohablantes, por ejemplo). Salvo en estos casos triviales, cualquier

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El concepto de cultura
grupo socialmente estructurado se caracteriza por diferentes rasgos referidos a diferentes
culturas específicas, y cualquier rasgo de una cultura específica puede ser compartido
por miembros de grupos sociales diferentes. Por ejemplo, no todos los empresarios
comparten la misma cultura política, religiosa o deportiva, y muchos rasgos de la cultura
empresarial (cierta predisposición a asumir riesgos, por ejemplo) pueden ser
compartidos por miembros de otros grupos (aventureros o deportistas, por ejemplo).
Para determinar la cultur a car acter ística de un gr upo social debe procederse,
por lo tanto, empíricamente, describiendo los rasgos culturales que poseen los miembros
de ese grupo y seleccionando aquella configuración de rasgos culturales cuya
distribución entre los miembros del grupo presente una dispersión significativamente
menor que la que se presenta entre diferentes grupos sociales.

1.4. El contenido normativo del concepto de cultura


Es corriente que en contextos filosóficos e históricos el concepto de cultura se
utilice con una carga valorativa, que también está presente en el uso vulgar: el hombre
culto (o civilizado, a partir del siglo XVIII) no es aquel que posee una cultura (todos los
humanos, como miembros de un grupo social poseen una cultura), sino el que tiene
determinada cultura, el que forma parte de la civilización (frente a los bárbaros o
salvajes), o a determinada civilización, por ejemplo a la civilización occidental, que se
considera la norma o el modelo de civilización. La historia de los descubrimientos de
otras civilizaciones por parte de exploradores y viajeros occidentales, desde Marco Polo,
está salpicada de reflexiones y controversias sobre el valor de otras culturas en relación
con la cultura propia del mundo cristiano, del mundo occidental, del mundo
“civilizado”, de la civilización industrial, etc. En todos estos casos se utiliza la propia
configuración cultural en un sentido normativo: no es una cultura, sino la cultura por
excelencia, la “buena” cultura.
El desarrollo de la antropología cultural, desde el siglo XIX, ha terminado por
producir una variación sustancial en este planteamiento normativo del concepto de
cultura. Los antropólogos han descubierto que cada cultura (en realidad la cultura de
cada sociedad) tiene su lógica interna, resulta generalmente funcional para su propia
sociedad y no existe un punto de vista privilegiado para comparar el valor de diferentes
culturas. La consideración de la propia cultura como una cultura privilegiada se califica
de etnocentrismo, y la regla metodológica básica del estudio etnográfico es tratar a cada
cultura desde sus propias categorías interpretativas, sin pretender reducirla a las del
investigador. El resultado se conoce como relativismo cultural.
La cuestión del etnocentrismo y del relativismo cultural no afecta solamente a la
comparación de las configuraciones culturales de diferentes civilizaciones y pueblos,
sino también a la definición de las culturas específicas. Por ejemplo, la definición de
cultura científica parece imposible sin introducir en ella un componente normativo.
Podemos caracterizar la cultura científica estándar como una configuración de rasgos
culturales que caracterizan a un grupo social (el grupo de los investigadores científicos
que trabajan en laboratorios, universidades, academias, etc.) y después comparar las
culturas de otros grupos en relación con ese estándar y calificarlas de más o menos

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Cultura Tecnológica
científicas, anticientíficas, etc., lo que conlleva inevitablemente un componente
valorativo.
Para tratar adecuadamente el problema del etnocentrismo y el relativismo cult ural,
debe adoptarse una perspectiva empírica y racional, en vez de ideológica. Para e mpezar
la valoración de un rasgo cultural debe hacerse siempre en relación con un criterio u
objetivo. No hay culturas valiosas o carentes de valor en sí mismas, sino valiosas para
algo y para alguien, en circunstancias definidas. Por otra parte, debería adoptarse
también el principio básico del plur alismo cultur al: el valor de una cultura para un
objetivo dado es una propiedad agregada del valor de los diferentes rasgos culturales
que la componen. Muchos de estos rasgos son independientes entre sí, se pueden
importar y trasladar de unas configuraciones culturales a otras y el valor de cualquier
cultura puede aumentar o disminuir si se enriquece con rasgos valiosos de otras culturas.
El problema del etnocentrismo y el relativismo cultural no reside en el contenido
normativo que se asigna a determinadas configuraciones culturales sino en el
tratamiento holístico de las culturas y en el absolutismo de las valoraciones que se
hacen de ellas. Salvando estos prejuicios, es perfectamente legítimo comparar el valor
de determinados rasgos culturales o configuraciones para determinados objetivos, en
determinadas circunstancias, etc.
Es posible, por ejemplo, que la cultura industrial occidental no sea la más valiosa
desde el punto de vista de la conservación del medio ambiente; pero es sin duda más
valiosa que una cultura agraria desde el punto de vista del nivel de bienestar material
que disfrutan los miembros de la sociedad. Por otra parte, en una sociedad con cultura
predominantemente agraria, por ejemplo, puede haber elementos culturales
incorporables a la cultura industrial que hagan a ésta más valiosa desde el punto de vista
del respecto al medio ambiente.

1.5. Cambio cultural y progreso


El relativismo cultural es incompatible con cualquier idea de progreso cultural.
Puesto que todas las culturas son igualmente valiosas, lo que se puede constatar son
cambios en las configuraciones culturales, pero no existen criterios para determinar si
estos cambios son progresivos o regresivos.
Sin embargo el concepto de progreso (y en especial de progreso cultural) no es un
concepto preciso. Un proceso puede ser progresivo en sentido acumulativo, si se
caracteriza en relación con un punto inicial (incremento del valor de una variable que
caracteriza el proceso: progreso en las ventas de un producto, en los beneficios de una
compañía, etc.), o en sentido teleológico, cuando se define en función de la distancia a
un punto final (acercamiento del valor de la variable a un valor límite: progreso en el
proceso de convergencia de las economías nacionales hacia el límite definido en
Mastricht, por ejemplo). En ambos casos el “progreso” puede ser valorado positiva o
negativamente (se habla del “progreso” de una enfermedad o de una epidemia). Cuando
se habla de progreso cultural generalmente se adopta una perspectiva etnocéntrica y
teleológica: se juzga el progreso cultural en función de la proximidad a una cultura
ideal. Pero cuando se rechaza toda idea de progreso, desde el relativismo cultural, se

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El concepto de cultura
olvida que existen de hecho procesos de cambio cultural que tienen un carácter
acumulativo y que pueden ser valorados positivamente.
Las configuraciones culturales de las sociedades humanas no son estables. A lo
largo de la historia se producen continuas variaciones, éstas se transmiten de forma
diferenciada en los distintos grupos sociales y dan lugar nuevas configuraciones. Los
mecanismos del cambio cultural son análogos a los de la evolución biológica:
producción de mutaciones, difusión y selección adaptativa (Mosterín, 1993, cap. 6). Las
mutaciones culturales consisten en el descubrimiento o invención de nuevas
representaciones, pautas de comportamiento o valores y su transmisión a los miembros
de un grupo. Pueden ser mutaciones radicales, como la invención de nuevas
dimensiones culturales (o culturas específicas: la fundación de una nueva religión, la
institucionalización de la investigación científica, etc.) o pequeñas variaciones de
algunos rasgos culturales (cambios de moda en el vestir, estilos de hablar, costumbres,
etc.). La difusión de los cambios culturales se produce a través de las distintas formas de
transmisión y aprendizaje social y no es, por lo general, homogénea: la distancia entre
los grupos sociales y su aislamiento relativo es un factor decisivo para la diferenciación
de configuraciones culturales y la aparición de trayectorias de evolución cultural
diferenciada. Por último las mutaciones culturales se ven sometidas también a
mecanismos semejantes a los de la selección adaptativa: por propia decisión, por
imposición o por circunstancias que no dependen de la voluntad de los individuos
(catástrofes naturales o sociales), determinados cambios culturales son adoptados y otros
rechazados, olvidados, etc.
La evolución de un sistema cultural no es independiente de la evolución de otros
sistemas sociales, en especial el político y el económico, aunque no es realista suponer
una relación causal unidireccional entre los diversos sistemas sociales. Cambios en la
organización de un sistema social pueden condicionar la aparición y difusión de
cambios culturales, pero la relación recíproca también es válida: piénsese en la
influencia de las religiones y las ideologías en la actividad política. Lo mismo ocurre en
relación con el sistema productivo: la revolución industrial ha generado la aparición de
nueva culturas específicas (cultura obrera, cultura industrial, etc.) y a su vez ha sido
posible gracias a las innovaciones tecnológicas y científicas.
Aunque la evolución cultural en su conjunto no está orientada teleológicamente
hacia objetivos predefinidos, el cambio cultural si manifiesta tendencias de carácter
acumulativo que pueden ser juzgadas como progresivas o regresivas y valoradas en
función de diferentes criterios. Globalmente puede observarse una doble tendencia hacia
la diferenciación cultural entre los miembros de cada sistema social y a la convergencia
cultural entre distintos sistemas. Por otra parte existen culturas específicas que se
difunden más rápida y eficazmente que otras, o que varían de forma más acelerada, etc.
Todos estos procesos se pueden considerar como progreso cultural o progreso de
determinadas culturas y valorarse positiva o negativamente.
Desde cierto punto de vista, muy próximo a lo que consideramos el sentido
común, cabe también argumentar que la extensión de determinados rasgos o
configuraciones culturales, o el crecimiento de ciertas culturas específicas, son
globalmente valiosos para la especie humana, en la medida en que aumenta su

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Cultura Tecnológica
capacidad adaptativa al medio y la capacidad para conseguir las aspiraciones y deseos de
la mayoría de los individuos (bienestar material, seguridad, libertad, etc.). La base
racional para considerar que al menos algunos de los rasgos básicos de la llamada
cultura occidental son positivos es precisamente ésta: se supone que estos rasgos
contribuyen a aumentar el bienestar, la libertad y la seguridad de las personas y que tales
valores son importantes. Como veremos en breve, la “cultura tecnológica” está formada
en buena medida precisamente por algunos de los rasgos básicos de la llamada cultura
occidental.

1.6. Políticas culturales


La mayoría de los cambios culturales, aunque no todos2, se generan o transmiten a
través de instituciones específicas que forman parte del subsistema cultural de una
sociedad. Los sistemas educativos, las instituciones dedicadas a la creación artística,
científica o tecnológica, las industrias culturales, los medios de comunicación masiva,
etc. son poderosos instrumentos que la sociedad tiene a su disposición para la creación y
difusión de rasgos y configuraciones culturales.
Como cualquier otro sistema social, los sistemas culturales son susceptibles de
intervención y control social: pueden ser diseñados, creados, suprimidos, potenciados o
coartados, también pueden ser orientados en determinada dirección, puede influirse
sobre ellos para que sean más dinámicos o, por el contrario, más estables, para que
tengan mayor o menor capacidad de difusión, para que generen más innovaciones o
menos, etc.
Se pueden distinguir dos tipos de intervenciones sociales posibles en un sistema
cultural: intervenciones de gestión interna del sistema e intervenciones políticas de
modificación de la estructura o del entorno del sistema cultural. La gestión interna de los
sistemas culturales puede tener efectos decisivos sobre el cambio cultural. Por ejemplo
la censura o control interno de los contenidos culturales puede ser esencial para la
consolidación de una sistema cultural ideológico o religioso (mantenimiento de los
dogmas), funesto para el desarrollo de una sistema científico, y neutral para la cultura
literaria o artística (y posiblemente tecnológica) de un país. Sin embargo las
intervenciones más radicales son las que afectan a la estructura y al contexto: las que
llamamos políticas culturales.
Hay dos tipos fundamentales de actuación en política cultural, según los
objetivos: actuaciones encaminadas a la extensión de los sistemas culturales y
actuaciones encaminadas a la modificación de la estructura de los sistemas culturales.
Ambas pueden tener efectos decisivos sobre las configuraciones culturales
predominantes en una sociedad y sobre el cambio cultural. Por ejemplo, la extensión del
sistema educativo de un país a todas las clases sociales, o la ampliación de la educación
obligatoria a cohortes de edad más amplias, tendrá efectos en la difusión de elementos
de cultura científica, humanística, etc. Por otra parte la creación de nuevas instituciones
culturales puede contribuir decisivamente a la aparición o el desarrollo de determinadas
2
Es sabido que muchos rasgos culturales se generan y transmiten a través de canales informales que
funcionan de manera aleatoria. Piénsese por ejemplo en los procesos de difusión de un rumor, en la
invención y transmisión de juegos infantiles o en los cambios de moda en las formas de hablar.
Página 16
El concepto de cultura
culturas específicas y a la inhibición de otras: una reforma en los planes de estudios
universitarios puede ayudar a que se desarrolle una cultura académica más o menos
vinculada a las necesidades de las empresas, frente a otra más vinculada a las
necesidades funcionariales del Estado, etc. .
En el diseño de políticas culturales se plantean todo tipo de problemas de
legitimidad moral y de racionalidad, que no son objeto de este estudio. Los miembros
de una sociedad pueden y en ocasiones deben intervenir activamente sobre el sistema
cultural para conseguir objetivos que consideran valiosos. Pero para evitar catástrofes
culturales socialmente inducidas, sería deseable que se adoptaran como principios
básicos de toda política cultural los siguientes:
 Proteger siempre los rasgos culturales más valiosos para la humanidad.
 Preservar y potenciar las capacidades de innovación cultural.
 Guiarse por criterios racionales en la valoración de la cultura y en la toma de
decisiones
De hecho las grandes iniciativas de política cultural de organizaciones
internacionales como la UNESCO se guían generalmente por estos principios. Y en
general, en las sociedades democráticas y pluralistas, la actuación de los gobiernos en
materia cultural tiende también a adaptarse en lo posible a esos principios, y a perder
legitimidad social en la medida en que se aleja de ellos.

Página 17
2. Tecnología

2.1. La concepción estándar de la técnica y la tecnología


Las nociones de técnica y tecnología no han sido objeto de reflexión sistemática
hasta fechas relativamente recientes, aunque en la primer mitad del siglo XX se
produjeron algunas aportaciones muy significativas, tanto desde el campo de la historia
cultural (Mumford, 1934) como desde el de la filosofía (Ortega y Gasset, 1939).
También los economistas, tanto clásicos (Adam Smith, Marx como contemporáneos
(Shumpeter) han manifestado siempre un gran interés por la técnica como factor de
crecimiento económico y de cambio social. Sin embargo puede decirse que ha sido en
las últimas décadas cuando el interés intelectual por la técnica se ha generalizado y han
proliferado aportaciones originales desde los campos de la filosofía, la sociología, la
historia, la economía y la politología.
A pesar de la proliferación de estudios y del creciente interés por la tecnología,
existen también en este campo problemas conceptuales básicos y controversias
fundamentales sin resolver. Algunos de estos problemas se ponen de relieve en cuanto
se analizan con cierto detalle ideas sobre la técnica y la tecnología que, por otra parte,
constituyen lugares comunes en la cultura de nuestro tiempo y que constituyen lo que
podríamos llamar la concepción estándar de la tecnología.
Para empezar, en el uso común del lenguaje no están claramente delimitados los
conceptos de técnica, artefacto técnico, sistema técnico y tecnología. En principio por
técnica se entiende un conjunto de habilidades o reglas prácticas que sirven para
resolver problemas. Los artefactos son resultados o instrumentos de una técnica, o
ambas cosas. Y las tecnologías son conocimientos sistemáticos y racionales, de base
científica, que permiten describir, explicar y diseñar artefactos técnicos. Sin embargo,
tanto en el lenguaje común como en el académico, es corriente identificar una técnica
con los artefactos que produce o que incorpora y, recientemente, se ha extendido
también el uso del término “tecnología” para referirse no a las teorías sobre la técnica
sino a las técnicas mismas que se basan en conocimientos científicos y tecnológicos, e
incluso a los artefactos característicos de esas técnicas.
Otro componente de la concepción estándar de la tecnología es el llamado modelo
lineal del desarrollo tecnológico. Según tal modelo, el cambio tecnológico se produce
gracias a la aplicación del conocimiento científico a la resolución de problemas
prácticos y a la producción industrial y explotación comercial de los resultados
obtenidos. Aunque se sabe que el modelo lineal constituye una simplificación de
procesos mucho más complejos, se sigue utilizando como un lugar común en el diseño
de políticas industriales y tecnológicas.
La fuerza del modelo lineal está relacionada seguramente con otros componentes
de la concepción estándar que son altamente problemáticos e integran una buena parte
de la mitología de nuestro tiempo: autonomía, determinismo y teleología del desarrollo
tecnológico.

Página 19
Cultura Tecnológica
De acuerdo con la idea de la tecnología autónoma (Winner, 1979), ésta
evoluciona por su propia lógica interna, al margen de factores sociales, culturales y
económicos, y es incontrolable por el hombre 3.
La tesis del determinismo tecnológico (Smith y L. Marx, eds. , 1994) significa que
el cambio técnico determina el cambio social, económico y cultural: la invención del
estribo fue un factor decisivo para la configuración del feudalismo (Lynn White 1966),
las nueva tecnologías de la información y las comunicaciones conducen
inexorablemente a una sociedad postindustrial (Bell 1973), etc.
Por último, analizando algunas ideologías muy extendidas, tanto tecnocráticas
como antitecnológicas, aparece un supuesto común que forma también parte de lo que
llamamos la concepción estándar de la tecnología: la idea de que el desarrollo de la
técnica tiene un carácter teleológico: su destino es la “hipermáquina”, la tecnificación
completa de la realidad. (Ellul, 1964; para una crítica, Quintanilla, 1995).
A pesar de su implantación y aparente solidez, la concepción estándar de la
tecnología hace aguas por todas partes. A su puesta en cuestión han contribuido
decisivamente los estudios de carácter histórico, sociológico y económico sobre el
cambio técnico llevados a cabo recientemente desde la perspectiva conocida como
constructivismo social y desde la teoría evolucionista del cambio técnico (véase el
Anexo: Una nueva imagen de la tecnología como constructo social).
En la tabla adjunta se resumen las principales características que diferencian la
imagen constructivista y la imagen estándar de la técnica. Un balance de las
aportaciones del constructivismo social a la compresión de la naturaleza de la técnica y
de su desarrollo puede ser el siguiente:
1. Pone de relieve la imbricación entre la dinámica de la tecnología y la dinámica
social y cultural.
2. Desbarata los mitos de la autonomía y la neutralidad de la técnica
3. Permite comprender mejor muchos aspectos del cambio técnico que son
incomprensibles desde la concepción estándar
4. Amplia el marco de referencia para la adopción de decisiones de gestión y
estrategia tecnológicas, al dar importancia a factores sociales y culturales que
no se toman adecuadamente en consideración en la concepción estándar.
Junto a esto, sin embargo, también hay que señalar puntos problemáticos:
1. Falta una elucidación sistemática satisfactoria de los conceptos básicos
involucrados en la teoría del cambio técnico.

3
Podemos rastrear esta idea tanto en la imagen popular de la tecnología como en la de teóricos
pertenecientes a tradiciones tan diversas como Jacques Ellul (1964), John Kenneth Galbraith (1967) o
Martin Heidegger (1972).
Página 20
Tecnología
Tabla 1: L a imagen estándar y la nueva imagen de la tecnología

I magen estándar de la tecnología I magen constr uctivista de la


tecnología

Separ ación clar a entr e tecnología y L a fr onter a entr e sociedad y tecnología


sociedad es difusa
El desar r ollo tecnológico es autónomo
L a tecnología se halla configur ada
r especto a los Cambios sociales y
socialmente
cultur ales
L os cambios tecnológicos deter minan Tecnología y sociedad se
los cambios sociocultur ales co-pr oducen
L a r elación entr e ciencia y tecnología no
L a tecnología es ciencia aplicada
es unidir eccional ni simple
L a tecnología puede ser inher entemente
L a tecnología es neutr al
política
El desar r ollo tecnológico sigue una
lógica inter na en función de cr iter ios El desar r ollo tecnológico es el pr oducto
técnicos de eficacia y de pr incipios de fuer zas socio-cultur ales diver sas
científicos
M odelo lineal del desar r ollo
M odelo multidir eccional del desar r ollo
tecnológico: concepción-desar r ollo-
tecnológico
difusión
Énfasis en los impactos sociales de la Énfasis en los pr ocesos de configur ación
tecnología social de la tecnología
Clar a distinción entr e el desar r ollo de L as fases de desar r ollo y difusión se
la tecnología y sus efectos solapan
2. Aunque la idea de que son mecanismos sociales los que determinan la
configuración de las tecnologías es central en el enfoque constructivista, sin
embargo no hay una teoría precisa y convincente que explique cómo se
articulan esos mecanismos.
3. El enfoque constructivista asume una reducción sociológica de valores como
factibilidad y eficiencia técnica no está justificada, ni parece necesaria para
explicar los procesos de configuración social de las tecnologías.
En resumen, para los propósitos de este estudio, la visión constructivista tiene la
ventaja de que permite conectar de una forma natural la innovación tecnológica con
factores sociales y culturales. Tiene sin embargo el inconveniente de presentar un
desarrollo insuficiente de sus conceptos básicos y de incorporar un reduccionismo
sociológico que puede llevar a menospreciar aspectos importantes de la cultura
tecnológica y de las políticas de innovación.
En consecuencia, sin pretender dirimir definitivamente los aspectos problemáticos
señalados, propondremos una dilucidación de los conceptos básicos involucrados en la

Página 21
Cultura Tecnológica
teoría del cambio tecnológico que permiten incorporar los aspectos que consideramos
más positivos del constructivismo sin asumir aquellos que consideramos más
discutibles.

2.2. Conceptos básicos de la teoría de la técnica


Como ya hemos dicho, en los estudios recientes sobre la técnica y la tecnología,
sigue sin haber un consenso generalizado sobre el contenido de los conceptos básicos.
Esto no constituye sólo un problema de interés académico, sino que tiene repercusiones
importantes en el tratamiento de asuntos prácticos, en relación con la gestión de la
tecnología y el diseño de políticas tecnológicas.
Para empezar existe una cierta ambigüedad en el uso del par de términos técnica /
tecnología, situación agravada en el lenguaje español, como consecuencia de la
incorporación a él de usos provenientes fundamentalmente del inglés. Generalmente se
usa técnica para referir a una habilidad práctica para hacer determinado tipo de tareas
o artefactos, mientras que el término tecnología se reserva para una forma de
conocimiento sistemático, de base científica, que incorpora reglas de actuación para
resolver problemas prácticos o para construir determinado tipo de artefactos. En este
sentido, por ejemplo, en una escuela de ingenieros se pueden cursar asignaturas como
tecnología de la comunicación, tecnología de la computación, tecnología electrónica,
etc., o en una escuela de arquitectura tecnología de la construcción, etc., mientras que la
técnica artesanal de arreglar zapatos (a punto de extinguirse) o de tejer encajes de
bolillos (ya casi extinguida) se podía aprender fácilmente en el taller del zapatero o en
las veladas vespertinas de las tejedoras de Almagro. Tanto la técnica como la tecnología
son cosas que se pueden enseñar y aprender. La diferencia es que las técnicas
(artesanales) se aprenden a través de la práctica y de la imitación, mientras las
tecnologías se pueden aprender estudiando en los libros de texto y en los laboratorios de
enseñanza de escuelas especializadas.4 Una forma de resolver estas ambigüedades
consiste en utilizar el término técnica en sentido genérico y distinguir entre técnicas
artesanales o empíricas, por una parte, y técnicas científicas o tecnologías, por otra.
Pero la distinción técnica / tecnología no es la única ambigüedad conceptual que
encontramos en los estudios sobre la técnica. Otras confusiones corrientes consisten
-como ya hemos visto- en identificar las técnicas con los artefactos o en confundir las
propiedades técnicas de un artefacto con las propiedades del contexto social en el que el
artefacto se utiliza o se desarrolla, etc. Algunas de estas confusiones y ambigüedades
tienen su origen en la mezcla inconsistente de diferentes enfoques teóricos acerca de la
técnica.

4
La distinción no es relevante sólo en relación con la forma de enseñar y aprender, sino también en
relación con los mecanismos de desarrollo y con el significado antropológico de unas y otras formas de
conocimiento técnico. Ortega y Gasset (1939) señaló ya con claridad la importancia que las estrategias del
método científico, basado en el análisis y en principios abstractos, tenían en el desarrollo de la “técnica
del técnico” (lo que hoy llamamos tecnología), frente a la “técnica del artesano” que se basa en la
experiencia práctica.
Página 22
Tecnología
A modo de síntesis, podemos distinguir tres grandes orientaciones en las teorías
sobre la técnica y la tecnología, que llamaremos orientación cognitiva, instrumental y
sistémica o praxiológica.
Para el enfoque cognitivo las técnicas son formas de conocimiento práctico, en
concreto las tecnologías son ciencia aplicada a la resolución de problemas prácticos, y
el cambio técnico consiste en el progreso del conocimiento y de sus aplicaciones, siendo
una de sus fuentes principales el desarrollo del conocimiento científico.
Para el enfoque que llamamos instrumental, las técnicas se identifican con los
artefactos, los instrumentos y productos resultados de la actividad o el conocimiento
técnico. Lo mismo ocurre con las tecnologías: la tecnología espacial es el conjunto de
aeronaves y dispositivos que se utilizan para la navegación espacial, adquirimos una
nueva tecnología para la planta de producción cuando en realidad lo que hacemos es
incorporar una nueva máquina o conjunto de máquinas, etc.
Finalmente, el enfoque que llamamos sistémico o praxiológico5 consiste en
considerar que las unidades de análisis para estudiar las propiedades de la técnica o para
construir una teoría del desarrollo tecnológico, no son conjuntos de conocimientos o
conjuntos de artefactos, sino sistemas técnicos, concebidos como sistemas complejos de
acciones, artefactos, etc. En efecto, la idea intuitiva subyacente en el enfoque
praxiológico es que un sistema técnico es una unidad compleja formada por artefactos,
materiales, para cuya transformación se utilizan los artefactos, y usuarios u operadores
que realizan esas acciones de transformación. Por ejemplo, una lavadora automática
doméstica es un artefacto, la ropa, el agua, el jabón y la energía eléctrica son los inputs
que se necesitan para que la lavadora funcione, pero se requiere al menos un agente
intencional (el usuario u operador) que ponga en marcha la máquina, introduzca la ropa
y el detergente y seleccione el programa de funcionamiento, para que el conjunto
funcione realmente como un sistema técnico. El conjunto artefacto+matriales-
energía+usuario constituye el sistema técnico.
Las consecuencias que se derivan de adoptar uno u otro enfoque en el análisis de
la técnica no carecen de importancia. Por ejemplo, si se adopta un enfoque cognitivo, el
teórico de la técnica centrará su atención en cuestiones relativas al desarrollo del
conocimiento y de la investigación, pero tendrá dificultades para integrar en su teoría
cuestiones relativas a la difusión de las innovaciones. Políticas de desarrollo tecnológico
basadas en el empuje de la oferta (potenciar la I+D) suelen estar inspiradas por una
visión puramente cognitiva de la tecnología, en las que el factor fundamental de la
innovación es la invención de nuevos artefactos, pero suelen encontrarse con problemas
para comprender la dificultad para transferir los conocimientos obtenidos en las
actividades de I+D a las actividades de producción y comercialización de las empresas.
Por otra parte, si se adopta un enfoque instrumental, será fácil identificar las
diferentes tecnologías y sus propiedades, tanto funcionales como económicas, y a partir
de ellas podremos entender algunos aspectos de los procesos de innovación y difusión
de las innovaciones; pero será difícil comprender el origen de las innovaciones y la
5
Lo denominamos sistémico porque la unidad básica se define como un sistema complejo, pero también
es adecuado denominarlo praxiológica, en la medida en que la estructura básica de los sistemas técnicos
está configurada por sistemas de acciones o prácticas.
Página 23
Cultura Tecnológica
influencia que los factores sociales y culturales pueden ejercer sobre el desarrollo
tecnológico. Muchos de los modelos económicos del cambio técnico suelen adoptar este
enfoque que llamamos instrumental.

Tabla 2: Tr es enfoques en la teor ía de la técnica

Car acter ísticas más r elevantes


Factor fundamental
L a técnica empír ica L a tecnología de la innovación
tecnológica

Conocimiento
Conocimiento
Cognitivo práctico La invención
científico aplicado
Habilidad

I nstr umenta Artefactos Artefactos


La difusión
l artesanales industriales

Sistemas técnicos
Sistemas de que incluyen
artefactos+ artefactos industriales
Sistémico La innovación social
materiales/energía+ y operarios con
usuarios/operarios formación
especializada

El enfoque sistémico o praxiológico es el que nos parece más realista y


comprensivo. Adoptando este enfoque nos obligamos a incluir en la teoría de la
innovación y del desarrollo tecnológico no sólo elementos cognitivos o económicos,
sino también elementos sociales, organizativos, culturales, etc. Por ejemplo, la
introducción de una innovación en el mercado se presenta ahora como un proceso
complejo que implica no sólo operaciones de investigación y desarrollo, producción y
venta de un artefacto (un producto), sino también procesos logísticos de
aprovisionamiento de materiales, organización de las redes de distribución, formación
de usuarios, etc., algo que podemos resumir en la idea de una innovación social
asociada a la innovación técnica.

2.3. La estructura de los sistemas técnicos


La noción de sistema técnico (o tecnológico) se usa generalmente para referirse a
sistemas complejos en los que los aspectos sociales y organizativos pueden ser tan
Página 24
Tecnología
importantes como los propios artefactos físicos. Por ejemplo, el sistema de generación y
distribución de energía eléctrica que inventó y puso en práctica Edison constituye un
sistema tecnológico en este sentido (Hughes, 1983). Para entender su funcionamiento
hay que tener en cuenta no sólo las propiedades de los dispositivos eléctricos, sino
también la capacidad organizativa de Edison, los cambios de costumbres que se
produjeron como consecuencia del uso industrial y doméstico de la electricidad, etc.
Pero en realidad cualquier realización técnica concreta, independientemente de su
magnitud y complejidad, presenta esa doble dimensión (física y social, artefactos y
organización) que en los grandes sistemas tecnológicos es más fácil de advertir. Un
ordenador personal aisladamente considerado es un simple artefacto incapaz de hacer
nada; un ordenador acoplado a un usuario es un sistema técnico que puede resolver
problemas de cálculo o de control de maquinaria, etc.
Podemos representar un sistema técnico como un dispositivo complejo
compuesto de entidades físicas y de agentes humanos, cuya función es transformar algún
tipo de cosas para obtener determinados resultados característicos del sistema. Una
factoría de producción de automóviles es un sistema técnico. Pero, como hemos visto,
una lavadora eléctrica, con todos sus componentes, junto con su usuario, la ropa, el
jabón y el agua que éste introduce en ella, y la energía eléctrica que consume, constituye
también un sistema técnico cuyo objetivo es obtener (n kilos) de ropa limpia (con el
grado de limpieza l, en el tiempo t y con un consumo de k elementos consumibles:
agua, jabón, electricidad, etc.) y cuyos resultados, si funciona correctamente son,
además de conseguir un determinado grado l’ de limpieza de n’ kilos de ropa, en el
tiempo t’ y con un consumo k’ de elementos consumibles, la producción de r residuos
no deseados (agua contaminada, calor, ruido, vibraciones, etc.). Todos los elementos
que caracterizan a un sistema técnico están resumidos en la Tabla 3:
 Componentes mater iales. Se trata de las materias primas que se utilizan y se
transforman en el sistema técnico (la ropa, el jabón, el agua, en el caso de la
lavadora, el uranio enriquecido, en una central nuclear, etc.), la energía que se
emplea para las operaciones del sistema (el único elemento consumible que
utiliza un ordenador, si no se incluye la impresora en el sistema), y el
equipamiento, es decir los componentes técnicos del propio sistema (el
reactor, las edificaciones de la central nuclear; las piezas, motores,
mecanismos, controladores electrónicos, válvulas, etc. de la lavadora, el
procesador y los chips de memoria del ordenador, etc.).
 Componentes o agentes intencionales. La diferencia principal entre un
artefacto y un sistema técnico es que el sistema técnico requiere la actuación
de agentes intencionales: una lavadora sin usuario, una central nuclear sin
operarios e ingenieros que la hagan funcionar y que controlen su
funcionamiento, o un ordenador sin nadie que lo programe, no son sistemas
técnicos, son piezas de museo que representan una parte de un sistema técnico.
Los agentes de un sistema técnico son generalmente individuos humanos,
caracterizados por sus habilidades, sus conocimientos y valores (su cultura) y
que actúan en el sistema bien sea como usuarios, como operadores manuales
o como controladores o gestores del sistema. En sistemas complejos estas
funciones pueden ser ejercidas por individuos diferentes; pero también es
Página 25
Cultura Tecnológica
posible que varias de esas funciones las ejerza la misma persona e incluso es
posible que parte de ellas sean transferidas a mecanismos de control
automático.
 L a estr uctur a del sistema. Está definida por las relaciones o interacciones
que se producen entre los componentes del sistema. Distinguimos dos tipos:
relaciones de transformación y relaciones de gestión. Entre las primeras cabe
distinguir los procesos físicos que se producen en los componentes materiales
del sistema, por una parte, y las acciones de manipulación que llevan a cabo
los agentes intencionales. En un reactor nuclear, los procesos de fisión del
núcleo atómico pertenecen al primer grupo, los procesos de manipulación,
carga y descarga del combustible, pertenecen al segundo grupo. Las relaciones
de gestión son también relaciones entre los componentes del sistema, pero en
ellas lo que cuenta no son las transformaciones materiales que se producen
entre los componentes, sino el flujo de información que permite el control y la
gestión global del sistema: la actuación de los dispositivos de monitorización
(que informan del estado del sistema), y de control automático (programa de la
lavadora, dispositivos de alarma y de parada automática de una central) o
manual (las acciones de arranque y parada de la máquina, de la central nuclear,
etc.) forman parte de la estructura de cualquier sistema técnico. En sistemas
complejos la gestión del sistema puede requerir centenares de personas (desde
los encargados de planta hasta el equipo de ingenieros de una fábrica
industrial) y millones de elementos técnicos (procesadores electrónicos,
sistemas de control automático, monitores, etc.). También es posible que la
gestión completa del sistema se automatice (se encomiende a un programa de
ordenador) o que todas las funciones de control se realicen al mismo tiempo
por el mismo agente (en sistemas simples o altamente automatizados, en los
que las operaciones de gestión se reducen a observar los indicadores de alarma
y a parar o arrancar manualmente un sistema).
 L os obj etivos. Se supone que un sistema técnico se diseña y se utiliza para
conseguir unos determinados objetivos o realizar determinadas funciones: Una
lavadora automática se puede utilizar como mesa, per o no es ese el objetivo
para el que ha sido diseñada. Para caracterizar un sistema técnico es muy
importante definir bien sus objetivos, a ser posible en términos precisos y
cuantificables, de manera que el usuario u operador del sistema sepa a qué
atenerse y qué puede esperar del mismo.

Página 26
Tecnología
 L os r esultados. En general el resultado de una acción intencional no coincide
completamente con los objetivos de la acción: puede suceder que parte de los
objetivos no se consigan (o no se consigan en la medida prevista) y que
además se obtengan resultados que nadie pretendía obtener. Por eso, para
caracterizar y valorar cualquier sistema técnico, es importante distinguir entre
los objetivos previstos y los resultados realmente obtenidos. Dos centrales
nucleares pueden tener los mismo objetivos, la misma potencia, etc.; pero
serán muy diferentes si una genera residuos radiactivos que se pueden utilizar
directamente para producir armamento nuclear y otra no.

Tabla 3: Car acter ización de los sistemas técnicos


M ater ias pr imas
M ater iales Ener gía
Equipamiento
Componentes
Oper ador es
Agentes Usuar ios
Gestor es

Pr ocesos mater iales


Acciones de
tr ansfor mación
Acciones de manipulación
Estr uctur a
M onitor ización
Acciones de gestión
Contr ol del sistema

Obj etivos pr etendidos (o1, …on)

Resultados obtenidos (r 1,...,r n)

Las representaciones populares de las tecnologías, incorporadas a la concepción


estándar, no suelen reflejar de forma adecuada la compleja estructura de los sistemas
técnicos. Ideas simples como la de la autonomía y el determinismo de la técnica, o la
visión lineal del desarrollo tecnológico son más difíciles de mantener cuando se constata
la compleja realidad de los sistemas técnicos, híbridos de artefactos materiales y agentes
humanos, procesos naturales y acciones intencionales. De hecho la complejidad de los

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Cultura Tecnológica
factores que influyen en el cambio técnico es consecuente con la complejidad de la
estructura de los propios sistemas técnicos.

L a noción de sistema técnico


En Quintanilla (1989) se define un sistema técnico como un sistema de
acciones intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos para
obtener, de forma eficiente, un resultado valioso. El significado de las nociones
involucradas en esta definición es el siguiente:
 Acción: La influencia causal de una cosa sobre otra. Las acciones pueden
ser intencionales o no. Las acciones intencionales requieren la presencia de
un agente intencional, capaz de proponerse objetivos para su acción y de
actuar de acuerdo con su representación y valoración de la situación de la
forma que considera adecuada para conseguir esos objetivos. Una
característica esencial de las acciones intencionales es que en ellas se debe
distinguir los objetivos intencionales de la acción y los resultados
efectivamente conseguidos. Pero en los sistemas técnicos no sólo están
involucradas acciones intencionales; también hay acciones
(determinaciones causales) y procesos entre agentes no intencionales, como
son los componentes de una máquina, los procesos químicos, la transmisión
física de señales en los sistemas de control automático, etc.
 Sistema de acciones: un conjunto de acciones (intencionales o no) y
procesos entre diversos agentes (humanos o no humanos) constituyen un
sistema de acciones si el conjunto tiene la estructura de un grafo conexo, es
decir si cualquier elemento del sistema está conectado con (actúa sobre o es
actuado por) otro elemento del sistema
 Sistema intencional de acciones: Un sistema de acciones puede ser no
intencional, aunque esté compuesto parcial o totalmente de acciones
intencionales. El criterio para considerar intencional un sistema de acciones
es que el sistema en su conjunto esté intencionalmente orientado a un
objetivo definido. Esto significa que para que un sistema de acciones sea
intencional al menos un agente intencional (el controlador del sistema) y
una acción intencional (la acción de control) deben formar parte del
sistema. También implica que en los sistemas intencionalmente orientados
se debe distinguir entre los objetivos intencionales para los que está
diseñado el sistema y los resultados efectivos que se consiguen. Obsérvese
que un sistema no intencional de acciones no intencionales puede dar un
resultado definido, aparentemente intencional (la organización de una
colmena), mientras que un sistema de acciones intencionales puede que no
constituya un sistema intencionalmente orientado a un objetivo definido: en
un mercado libre y equilibrado el conjunto de las transacciones comerciales
constituye un sistema de acciones intencionales, pero no tiene por qué

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Tecnología

haber ningún agente que organice intencionalmente el sistema. Ni la


colmena ni el mercado son sistemas técnicos. El primero es un sistema
natural y el segundo un sistema económico-social.
 Transformación de objetos concretos. Esto excluye de nuestra noción de
sistema técnico a las técnicas “inmateriales”, como la técnica de resolver
ecuaciones diferenciales, de demostrar un teorema o de concebir un poema
o una sinfonía, y lo restringe a lo que podríamos llamar el ámbito de las
técnicas productivas o de transformación del medio (natural y social).
Dentro de este ámbito cualquier transformación puede ser objeto de un
sistema técnico, en concreto las transformaciones técnicas abarcan desde la
simple transformación del estado o las propiedades de un objeto hasta la
creación de objetos nuevos por ensamblaje o composición de otros.
 Eficiencia. Los sistemas técnicos incorporan el valor de eficiencia en su
diseño. El concepto de eficiencia técnica, sin embargo, es uno de los más
usados y peor comprendidos. Los economistas suelen confundir la
eficiencia con el rendimiento económico y los sociólogos con el éxito
tecnológico. Sin embargo una técnica eficiente puede tener un rendimiento
económico menor que otra menos eficiente. Y el éxito social de una técnica
puede depender de múltiples factores que nada tienen que ver con su
eficiencia.
 Resultado valioso. La transformación de objetos concretos que se persigue
con el funcionamiento del sistema técnico debe tener un valor para los
agentes intencionales que controlan el sistema. Generalmente se considera
que este valor debe tener un carácter utilitario, económico, etc. Sin
embargo esto no es esencial. Pueden diseñarse sistemas técnicos orientados
a conseguir objetivos que se consideran estética o moralmente valiosos.

La definición de sistema técnico que proponemos contiene todos los ingredientes


de los conjuntos socio-técnicos o de los sistemas híbridos, sociales, culturales y
materiales que se suelen utilizar en los enfoques constructivistas de la tecnología. Pero a
diferencia de ellos dota a estos sistemas de una estructura definida, mantiene la
diferenciación entre componentes (e interacciones) materiales e intencionales, y
establece una distinción clara entre valores tecnológicos como la factibilidad, la
eficiencia, la eficacia y la fiabilidad, y otros valores sociales como el rendimiento
económico, la utilidad, etc.
En función de estas características, nuestra definición de sistemas técnicos
constituye una base sólida para la construcción de una teoría de la estructura y la
dinámica de la tecnología.
En primer lugar, al quedar bien definida la estructura de los sistemas técnicos, se
pueden definir con precisión nociones importantes como las de subsistema técnico,
variante de una técnica, adaptación de técnicas a usos alternativos, composición de

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Cultura Tecnológica
técnicas, complejidad tecnológica, etc. Además permite establecer clasificaciones
sistemáticas de las técnicas y las tecnologías y dar un significado preciso a nociones
ambiguas como la distinción entre tecnologías blandas y duras, tecnologías apropiadas,
tecnologías alternativas y usos alternativos de una tecnología.
En segundo lugar, la diferenciación entre componentes materiales y sociales
permite recoger la complejidad de los sistemas técnicos sin reducirlos conglomerados
opacos o a redes de “actores”, en los que se supone que tienen la misma eficacia causal
las personas, las palabras, los artefactos y las materias primas, utilizando para ello
metáforas antropomórficas, extraídas de la lingüística (teoría de las redes de actores de
Latour 1987)
En tercer lugar, la distinción entre valores tecnológicos y otros valores sociales
evita el reduccionismo sociologista de la tecnología al que conducen muchas versiones
del constructivismo. Este punto es especialmente importante, porque puede tener
consecuencias relevantes para la teoría de la innovación tecnológica.
Por último, es posible construir una teoría del cambio técnico realista, que permite
incorporar muchos de los resultados empíricos de la investigación histórica y
sociológica así como las aportaciones más relevantes de la economía evolucionista.

2.4. Conocimiento técnico


Tomando como noción básica la de sistema técnico, podemos también dar un
significado preciso a los otros conceptos y acepciones que se utilizan en los diversos
enfoques de la teoría de la técnica.
Conviene resaltar que los sistemas técnicos, como los sistemas sociales y los
artefactos, son entidades concretas, formadas por artefactos, operadores o usuarios,
procesos físicos de transformación de materiales y de energía, etc. Las técnicas, sin
embargo son entidades abstractas. Un sistema técnico, como un artefacto, es algo
material, que funciona de una determinada manera, en una situación espacial y
temporalmente definida, que puede cambiar de estado y de situación, dejar de funcionar,
desaparecer, etc. La diferencia con el artefacto está en el grado de complejidad: un
artefacto puede ser parte de un sistema técnico, pero no se identifica con él. De hecho un
mismo artefacto puede formar parte de diferentes sistemas técnicos. Y un mismo
sistema técnico puede cambiar si cambia de forma sistemática el comportamiento de sus
usuarios u operadores, o las materias primas que transforma, o los objetivos para los que
se utiliza, aunque no cambien los artefactos que forman parte de él.
Las técnicas en cambio son entidades abstractas: son habilidades y conocimientos
prácticos que poseen determinados individuos (los técnicos, artesanos o tecnólogos) y
que son necesarias para poder diseñar o hacer funcionar determinados sistemas técnicos.
Pero la misma técnica o tecnología sirve o se aplica a infinidad de sistemas técnicos
concretos. Cada lavadora doméstica con su usuario, sus materiales etc. constituye un
sistema técnico concreto, pero la técnica del lavado automático de la ropa es idéntica
para un amplio conjunto de tales sistemas concretos: para todos aquellos casos que usen,
por ejemplo, el mismo modelo de lavadora de una forma funcionalmente equivalente.
Con las correspondientes adaptaciones, lo mismo cabe decir de las tecnologías: son
Página 30
Tecnología
conocimientos sistemáticos sobre cómo realizar determinadas operaciones prácticas con
artefactos cuya construcción y funcionamiento se basa en el conocimiento científico
aplicado, etc. Distintos ejemplares concretos de centrales nucleares para la producción
de energía eléctrica, por ejemplo, pueden estar basados en la misma tecnología, pero
diferir entre sí por las diferentes condiciones en que esa tecnología se aplica en cada
caso.
Existe una relación evidente entre el concepto de técnica en sentido abstracto
(como conjunto de habilidades o conocimientos prácticos) y el concepto de sistema
técnico. Cada sistema técnico concreto de una clase determinada se puede entender
como una realización o aplicación de una determinada técnica. Y a la inversa, dado un
conjunto de sistemas técnicos concretos para los que se pueda definir una relación de
equivalencia (el conjunto de sistemas técnicos que sirven para conseguir los mismos
objetivos, o que utilizan los mismos materiales, etc. ), se puede definir la
correspondiente técnica como el conjunto de reglas, de conocimientos prácticos o
habilidades que comparten todos los operadores de los sistemas técnicos de esa clase.
Por ejemplo, todas las máquinas atmosféricas de Newcomen eran realizaciones de una
misma tecnología consistente en transformar el calor en trabajo mecánico aprovechando
el vacío que se genera en un recinto cerrado cuando se condensa el vapor de agua que
contiene. Cada sistema concreto difería de cualquier otro, pero todos ellos eran
equivalentes en un sentido: todos se basaban en la misma tecnología.
Esto pone de manifiesto la importancia del conocimiento técnico y la razón que
subyace en el enfoque cognitivo de la teoría de la técnica: las técnicas se pueden ver
fundamentalmente como formas de conocimiento práctico y los sistemas técnicos como
realizaciones o aplicaciones concretas de ese conocimiento.

Tabla 4: Tipos de conocimiento

Repr esentacional Oper acional


Explícito Know that Know How
I mplícito Intuición Habilidad

¿Cuál es la naturaleza del conocimiento técnico? Atendiendo al contenido se suele


distinguir dos tipos de conocimiento que podemos llamar conocimiento representacional
y operacional (en inglés know that y know how). Se supone que el conocimiento técnico
es fundamentalmente operacional (know how). Pero hay otro criterio que resulta también
interesante: la distinción entre conocimiento explícito o formalizado y conocimiento
implícito o tácito (Quintanilla, 1993-94). La descripción de un artefacto o la
codificación de un sistema reglas de operación forman parte del conocimiento
formalizado o explícito; sin embargo muchas habilidades operacionales o hábitos
perceptivos o intelectuales forman parte del conocimiento implícito o tácito (no
formalizado). El cuadro adjunto resume los diferentes tipos de conocimiento.
El conocimiento técnico es el conocimiento que se refiere a o se utiliza en los
sistemas técnicos. Podemos distinguir en realidad dos sentidos en el uso de la noción de

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Cultura Tecnológica
conocimiento técnico, que llamaremos sentido primario y secundario (Quintanilla (19..),
Vega (1996)).
Conocimiento técnico en sentido primario es el conocimiento que poseen los
operadores y usuarios de un sistema técnico y que necesitan para que el sistema
funcione adecuadamente. La parte fundamental de este tipo de conocimiento es
operacional y generalmente contiene un componente importante de conocimiento
implícito no formalizado, es decir de habilidad e intuición. Pero también tiene
componentes formalizados tanto operacionales como representacionales. Se trata del
conocimiento práctico y representacional que necesita el usuario de un sistema técnico.
Por ejemplo, el usuario de un automóvil tiene que tener un mínimo de conocimientos
representacionales acerca de la estructura del automóvil, sus características, etc.; pero
sobre todo tiene que disponer de un amplio repertorio de conocimientos prácticos, tanto
formalizados (cómo se cambian las marchas, cuáles son las normas del código de la
circulación) como implícitos (habilidad para conducir, para percibir, por el ruido del
motor, el nivel de revoluciones en el que hay que cambiar de marcha, etc.).
I lustr ación 1: Distintas clases de conocimiento

Representacional

K now that I ntuición


Científico
Artístico

Explícito Implícito
Técnico
Secundario
Técnico
K now How Primario Habilidad

Operacional

Conocimiento técnico en sentido secundario es el conocimiento característico del


tecnólogo. Consiste en conocimientos tanto representacionales como operacionales, en
su mayoría explícitos y formalizados, referidos a la estructura y funcionamiento de los
sistemas técnicos. En relación con el conocimiento técnico primario, el conocimiento
secundario se puede interpretar como un tipo de metaconocimiento: no incluye
necesariamente habilidades prácticas, pero sí reglas y descripciones sobre el tipo de
habilidades que se necesitan para que funcione un sistema técnico. Por ejemplo, un
tecnólogo debe conocer los principios de funcionamiento de un automóvil, las reglas
que hay que seguir para una conducción eficiente y el tipo de conocimientos de
mecánica que un usuario debe tener para sacar el máximo rendimiento a su coche. Sin
embargo el tecnólogo que diseña el coche no tiene por qué ser el mejor conductor
posible del artefacto que él mismo ha diseñado. Como el entrenador de un deportista, el
tecnólogo sabe qué tipo de conocimiento y habilidades debe tener el usuario de un
sistema técnico, pero no es preciso que él mismo tenga esos conocimientos y mucho
menos esas habilidades.
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Tecnología
En resumen, el conocimiento técnico puede entenderse en sentido primario o
secundario Tanto uno como otro contienen elementos de conocimiento operacional,
representacional, formalizado y tácito, aunque con distinta importancia en cada caso.
En términos generales se puede decir que en el conocimiento técnico primario
predomina el conocimiento operacional frente al representacional y el tácito frente al
formalizado; mientras en el conocimiento técnico secundario sucede lo contrario.

2.5. El cambio técnico


El cambio técnico consiste en la aparición, difusión y selección de novedades
técnicas. Las novedades técnicas pueden ser de varios tipos:
 Modificaciones de sistemas técnicos preexistentes,
 Creación de nuevos sistemas técnicos por integración de otros sistemas
técnicos
 Invención de sistemas técnicos completamente nuevos.
En todos los casos las novedades pueden producirse “espontáneamente”, o de
forma planificada. Generalmente el diseño planificado de una novedad tecnológica se
realiza a través de programas de I+D (investigación y desarrollo).
La modificación de un sistema técnico puede afectar a sus componentes materiales
(materias primas, energía, equipo), a sus componentes sociales o intencionales
(entrenamiento, capacitación y organización de la mano de obra y de los gestores o
usuarios del sistema), a la estructura de las interacciones en que consiste el sistema
(nuevos sistemas de control, nueva disposición de los componentes, etc.), a la definición
de los objetivos o a la valoración de los resultados del sistema.
Muchas de estas novedades se generan continuamente durante el uso o
funcionamiento de los sistemas técnicos. La experiencia adquirida por operarios o
usuarios (learning by doing, learning by using) permite hacer modificaciones que
aumentan la eficiencia del sistema o el valor de sus resultados.
Por otra parte, pequeñas variaciones en las condiciones del entorno del sistema
técnico (variaciones en la disponibilidad de materias o componentes, cambios culturales
que afectan a las habilidades técnicas, cambios de la coyuntura económica que
modifican la valoración de los resultados, etc.) pueden alterar la eficiencia o la utilidad
del sistema y dar lugar a modificaciones que permitan mejorar estos parámetros. Los
procesos de difusión de las técnicas conllevan casi inevitablemente variaciones de este
tipo en el entorno de los sistemas técnicos concretos y esto explica su importancia para
explicar la aparición de novedades tecnológicas.
Las pequeñas modificaciones de sistemas técnicos pueden ser acumulativas y dar
lugar, a lo largo del tiempo, a la aparición de sistemas técnicos completamente nuevos:
no cabe duda, por ejemplo, de que existe una cierta continuidad evolutiva entre el hacha
de pedernal del neolítico y el hacha del leñador actual, aunque forman parte de sistemas
técnicos completamente diferentes (el hacha del leñador actual está hecho de materiales

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Cultura Tecnológica
diferentes, tiene diferente forma, se maneja de forma diferente, es más eficiente y
consigue una gama de resultados más amplia que el hacha de pedernal).
Un tipo de novedades técnicas especialmente significativas son las que se
producen por integración de sistemas técnicos. Muchos fenómenos de “estabilización”
de sistemas socio-técnicos y de configuración de “marcos tecnológicos” (Bijker, 1996)
pueden explicarse como consecuencia de procesos a través de los cuales un conjunto de
sistemas técnicos se integran como componentes de nuevos sistemas. La difusión de
esta novedad no solamente amplía la difusión de los sistemas componentes sino que
contribuye a estabilizar la estructura de éstos, de manera que puedan seguir cumpliendo
su nueva función como componentes del supersistema. La estabilización de los
estándares de 50 y 60 herzios en los dispositivos eléctricos es un ejemplo significativo.
En periodos de aceleración del ritmo de los cambios técnicos, la normalización de
componentes y la imposición de estándares en un nuevo sector tecnológico constituyen
los objetivos más importantes de las estrategias tecnológicas y comerciales de las
industrias innovadoras.
El mismo mecanismo explica la importancia de las tecnologías “penetrantes” o
“invasoras” (pervasive), como la tecnología eléctrica, la de los motores de combustión
interna o la electrónica de semiconductores, que se caracterizan porque afectan a
componentes básicos de familias tecnológicas heterogéneas, y que autores como
Freeman y Pérez (1988) consideran el núcleo de los nuevos paradigmas
tecnoeconómicos.
El diseño de sistemas técnicos radicalmente nuevos requiere a veces la puesta en
marcha de procesos específicos de invención y planificación racional. Aunque este
fenómeno no es exclusivo de los sistemas tecnológicos característicos de las sociedades
industrializadas de nuestros días, podemos tomar el modelo de los programas de I+D
como referencia para explicar este tipo de cambios radicales.

2.6. La I +D y las innovaciones tecnológicas radicales


En la creación de sistemas tecnológicos nuevos intervienen dos tipos de
operaciones intelectuales: operaciones de concepción o diseño y operaciones de
evaluación. Cuando esto se lleva a cabo de forma planificada y sistemática el plan de
actuación constituye un Pr ogr ama de I +D, es decir un plan de acción cuyo objetivo es
diseñar, construir y evaluar un sistema tecnológico basado en los resultados de la
investigación científica.
Un programa de I+D es un proceso mucho más complejo que la simple aplicación
del conocimiento científico a resolver problemas prácticos, como pretende la
idealización del modelo lineal y el enfoque cognitivo en filosofía de la técnica. Para
empezar, el programa se desarrolla en un contexto determinado en el que conviene
distinguir dos componentes principales: el contexto social (económico, cultural y
político) y el contexto científico-tecnológico. La fijación de los objetivos del programa
depende de ambos contextos y se modifica a lo largo del proceso de I+D. Por otra parte,
las operaciones de diseño tienen que tener en cuenta no sólo el contexto científico sino
también las posibilidades operacionales y en concreto las tecnologías previamente

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Tecnología
disponibles. Por último, las operaciones de investigación, diseño y construcción de
prototipos están sometidas a procesos de evaluación guiados por criterios tanto
científicos y tecnológicos como sociales. (Ver Ilustración 2 ).
I lustr ación 2: Evaluación y contexto de los pr ogr amas de I +D

Contexto social
(evaluación exter na)
Eval. de I doneidad Eval. de r iesgos,
económica, mor al, impacto ambiental,
estética, etc. consecuenciassociales

Obj etivos Oper aciones de I +D Resultados

Eval. de factibilidad Eval. de eficacia,


cienífica y eficiencia y fiabilidad
tecnológica

Contexto científico y tecnológico


(evaluación inter na)

Miguel A. Quintanilla: Tecnología: Un enfoque filosófico. FUNDESCO, Madrid, 1989

Un punto crítico en la teoría del cambio técnico es precisamente la distinción entre


criterios de evaluación científico-técnicos y criterios de evaluación social de las
tecnologías. En la concepción estándar de la tecnología se tiende a tomar en
consideración solamente el contexto científico-tecnológico, despreciando la importancia
de los factores sociales para la evaluación de proyectos tecnológicos. Por el contrario en
el enfoque constructivista se tiende a dar gran importancia al contexto social hasta el
punto de supeditar los criterios de valoración científico-técnica (la factibilidad y
eficiencia de un sistema técnico) a criterios de valoración de carácter social, económico,
etc.
Un gestor de proyectos de I+D de un laboratorio industrial conoce perfectamente
la complementariedad de ambos puntos de vista. Un proyecto de gran interés científico-
técnico, pero de escasa viabilidad económica o comercial, tendrá pocas posibilidades de
recibir apoyos suficientes para seguir adelante. Pero a la inversa, un proyecto de gran
interés económico o social, pero en el que se consiguen muy bajos niveles de efectividad
y eficiencia técnica deberá ser abandonado o sustituido por otro: es importante conseguir
que las innovaciones respondan a demandas efectivas del mercado, pero los nuevos
productos no servirán de nada si no funcionan adecuadamente.

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Cultura Tecnológica
2.7. El progreso tecnológico
La evolución de la técnica no sigue un proceso lineal y teleológico, como
mantiene la concepción estándar. Por el contrario se trata de un proceso multidireccional
y contingente. La historia de la técnica está llena de ejemplos de sistemas tecnológicos
que desaparecen, aunque eran eficientes, de novedades técnicas que se consolidan frente
a otras que aparentemente resuelven los mismos problemas con mayor eficiencia y sin
embargo no tienen éxito, y de tradiciones técnicas que evolucionan de forma
completamente independiente. Estos hechos son difíciles de explicar desde la
concepción estándar de la tecnología, pero resultan naturales si se tiene en cuenta la
naturaleza compleja de los sistemas técnicos.

L a dir ección del desar r ollo tecnológico


La visión popular de la tecnología suele incorporar de forma más o menos
explícita la idea de que existe una finalidad o dirección inexorable del cambio
técnico. El origen de esta idea está en la filosofía de la Ilustración del siglo XVIII:
los filósofos ilustrados tenían una gran confianza en la ciencia y en la técnica y
pensaban que el progreso, la superación de los males que aquejan a la humanidad y
el logro de la felicidad eran efectos inevitables del desarrollo de las ciencias y las
artes. La Enciclopedia de D’Alambert y Diderot era de hecho, en su mayor parte,
una enciclopedia de las ciencias aplicadas y las tecnologías industriales.
Después, durante el siglo XIX, predominó una concepción fatalista del
desarrollo tecnológico, como algo inexorable, pero matizada en ocasiones con
valoraciones pesimistas como las que se reflejan en el mito de Frankenstein: la
técnica libera fuerzas que el hombre no puede controlar.
En la cultura popular actual predomina esta misma idea del carácter fatalista
del desarrollo tecnológico, coexistiendo con una valoración ambivalente: por una
parte se da una elevada aceptación de los cambios tecnológicos como origen del
bienestar material de que disfrutan las sociedades más desarrolladas, por otra parte
está muy extendida la sensación de inseguridad y miedo ante una tecnología que
parece desarrollarse autónomamente, que amenaza con invadir todos los rincones
de nuestra existencia y a la que se puede hacer responsable de m uchos cambios
indeseables en nuestra vida social o en el medio ambiente.
Al hablar de la dirección del cambio técnico, conviene distinguir claramente
dos tipos de cuestiones: las cuestiones relativas a la existencia de pautas de
desarrollo tecnológico orientadas en una determinada dirección, y las relativas a la
valoración de esas eventuales pautas de desarrollo. La confusión de estos dos tipos
de cuestiones suele estar presente tanto en las visiones optimistas del progreso
técnico como un proceso inexorablemente abocado a conseguir la felicidad y el
bienestar material de la humanidad, como en las visiones pesimistas que ven en el
desarrollo de la técnica una amenaza para la libertad humana y para la pervivencia
del mundo natural.
En realidad es fácil advertir ciertas pautas de desarrollo progresivo en la

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Tecnología

historia de la técnica. Pero resulta más difícil ponerse de acuerdo sobre la valoración
que tales pautas de desarrollo nos merecen.
En efecto, desde un punto de vista descriptivo es bastante claro que las
técnicas han crecido en extensión, en complejidad, en eficacia y en eficiencia. El
filósofo español Ortega y Gasset (1939), en una de las obras más esclarecedoras que
se escribieron en la primera mitad del siglo XX sobre filosofía de la técnica, señalaba
tres estadios en la evolución de ésta, que él denominaba el de la técnica del azar
(correspondiente a las técnicas primitivas del manejo de utensilios, el de la técnica
del artesano (representadas por las técnicas de la Antigüedad y la Edad Media) y el
de la técnica del técnico (lo que hoy llamaríamos las tecnologías, que se abren paso a
partir del Renacimiento, vinculadas al conocimiento y al método de la ciencia). Para
Ortega, el criterio más importante que tenemos para apreciar el progreso de la técnica
a través de estos estadios de su desarrollo tiene un significado fundamentalmente
antropológico: la técnica significa una ampliación del horizonte de expectativas y
posibilidades que el hombre se crea a sí mismo para el despliegue de su proyecto
vital; en consecuencia, de acuerdo con la filosofía de Ortega, el progreso técnico
consiste en el aumento de la posibilidad de acción del hombre sobre su entorno para
adaptarlo a sus propios deseos.
A pesar del carácter pionero de su Meditación de la Técnica, que se publicó en
1939, la filosofía orteguiana de la técnica sigue teniendo plena actualidad. Si
contemplamos el desarrollo de la técnica en su conjunto a lo largo de la historia,
podemos llegar fácilmente a las siguientes conclusiones:
 No hay una única línea de desarrollo tecnológico. Ha habido y hay diferentes
tradiciones técnicas. Ni siquiera en la era de las tecnologías de base científica
existe una única posibilidad de desarrollo tecnológico y una única solución
técnica óptima para cada problema.
 No es posible por lo tanto vislumbrar una orientación del desarrollo de la técnica
dirigida a un único fin.
 El desarrollo de las técnicas no sólo resuelve problemas prácticos, sino que
también genera problemas nuevos.
Sin embargo hay algunas constantes que se pueden observar a lo largo de la
historia de la técnica.
1. La primera es que los cambios técnicos globalmente considerados conducen a un
aumento de las posibilidades de acción del hombre sobre su entorno.
2. La segunda es que también aumenta la eficacia y la eficiencia potencial de la
acción humana sobre el entorno.
3. El resultado final es que se puede hablar con propiedad de una línea de pr ogr eso
acumulativo (no finalista) en el desarrollo de la técnica, semejante al que
también se puede admitir para el progreso científico: el progreso técnico consiste
en aumentar nuestr a capacidad de contr ol sobr e la r ealidad.

En efecto, los sistemas técnicos son extremadamente sensibles al contexto, como


hemos dicho. El valor de una solución técnica a un problema dado puede ser diferente
para diferentes miembros de la sociedad o grupos sociales. Las modas, los cambios
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Cultura Tecnológica
culturales, las variaciones de la coyuntura económica pueden alterar la valoración que
los usuarios hacen de los objetivos o de los resultados de un sistema técnico y contribuir
así a la difusión de una variante del sistema que en circunstancias sólo ligeramente
diferentes podría resultar menos valiosa e incluso menos eficiente. Una vez consolidada
la difusión de una técnica, el contexto social y tecnológico puede quedar alterado de
forma que las opciones técnicas descartadas se convierten en definitivamente
irrecuperables. (En Bijker, 1987 se presenta un análisis paradigmático del proceso social
de estabilización de la tecnología de la bicicleta).
Sin embargo, considerada globalmente la evolución de las técnicas presenta
aspectos acumulativos que pueden interpretarse como un proceso progresivo. Por una
parte los sistemas técnicos se diversifican y abarcan parcelas cada vez más variadas y
más amplias de la realidad natural y social. Por otra parte existe una tendencia a la
integración de sistemas técnicos que permite conseguir objetivos cada vez más precisos
de forma más eficiente. En conjunto el doble proceso de diversificación e integración de
las técnicas se puede interpretar como un incremento de la capacidad humana para
controlar el medio (incluidas las transformaciones del medio que produce la propia
intervención humana), es decir para hacer que más parcelas de la realidad se
comporten más de acuerdo con los deseos humanos.
Esta concepción del progreso técnico es compatible con el carácter
multidireccional y contingente de la evolución de la técnica, pero no con la reducción
sociologista del valor de la eficiencia técnica a relaciones de poder entre grupos sociales.
Esta forma de concebir el progreso de la técnica pone de relieve la responsabil idad
humana. El desarrollo tecnológico por si mismo ni garantiza la felicidad ni amenaza con
el sometimiento de la humanidad; simplemente consiste en aumentar nuestra capacidad
de actuación; pero que estas capacidades se desarrollen en unos ámbitos o en otros, y
sobre todo que se utilicen para objetivos morales o inmorales, par mejorar la vida o para
perfeccionar las técnicas de la guerra y de la muerte, no es algo que esté inscrito en la
lógica de la tecnología, sino que depende de las decisiones que tomemos los seres
humanos para orientarla en una dirección o en otra.

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3. Cultur a tecnológica

Los sistemas tecnológicos son en realidad sistemas híbridos, socio-técnicos.


Incorporan por lo tanto componentes culturales, económicos y organizativos o políticos,
y además funcionan y se desenvuelven en un entorno formado por otros sistemas
sociales más amplios que influyen en ellos y a su vez son afectados por ellos. Parte del
entorno social de cualquier sistema técnico es un sistema cultural, que incluye
conocimientos científicos y tecnológicos, pero también otros componentes culturales
referidos a valores, habilidades, representaciones o creencias, etc. La situación se pude
resumir en los siguientes términos: la cultura forma parte de los sistemas técnicos y la
tecnología forma parte de la cultura.
A partir de estas consideraciones podemos definir la cultur a tecnológica como
una cultura específica, formada por todos los rasgos culturales (información descriptiva,
práctica y valorativa) que se refieren a los sistemas técnicos. Los componentes
principales de la cultura tecnológica son pues6

El mar co cultur al par a el estudio de la tecnología y la sociedad


El historiador de la tecnología británico Arnold Pacey publicó en 1983 una
obra titulada La cultura de la tecnología cuyo objetivo principal era contribuir a la
comprensión de “la dimensión cultural de la tecnología” (Pacey 1990: 7). Aunque
este trabajo constituye uno de los primeros intentos serios de establecer un vínculo
significativo entre cultura y tecnología, Pacey no ofrece un análisis explícito de los
conceptos de cultura y cultura tecnológica. En su lugar se centra en una
caracterización del concepto de tecnología que permita la descripción de sus rasgos
culturales (entendidos de forma laxa) y, consecuentemente, dé al traste con la tesis de
la neutralidad de la tecnología.
En concreto, Pacey distingue en primer lugar entre ‘tecnología’ y ‘práctica
tecnológica’. Para ello aplica al ámbito de la tecnología una distinción tradicional en
el terreno de la medicina: la dicotomía entre ciencia médica y práctica médica.
Mientras que la primera expresión suele limitarse a los aspectos “estrictamente
técnicos” de la materia, la segunda tiene una carácter más amplio y engloba la
actividad médica en su conjunto: el conocimiento técnico, la organización
indispensable para la utilización de dicho conocimiento y las habilidades médicas en
el tratamiento de los pacientes y, por último, los aspectos culturales de la medicina -
“la vocación de los médicos, sus satisfacciones y valores personales y el código
ético de su profesión” (Pacey 1990: 16).
En el ámbito general de la tecnología, Pacey distingue tres aspectos o

:6 Nuestro planteamiento difiere, aunque no es totalmente incompatible con el de otros autores que se han
ocupado intensamente de los aspectos culturales de la tecnología. Por ejemplo, Pacey distingue tres
aspectos en la práctica tecnológica: el propiamente técnico, el organizacional y el cultural. Este último
incluye los objetivos, valores, creencias sobre la técnica (como la creencia en el progreso, etc.).

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Cultura Tecnológica

dimensiones de la práctica tecnológica: el aspecto técnico (que coincide con el


significado restringido y tradicional de tecnología e incluye el conocimiento, la
destreza y la técnica; las herramientas, máquinas y productos químicos; y, por
último, el personal, los recursos y los desechos); el aspecto organizativo (que
engloba la actividad económica e industrial, la actividad profesional, los usuarios y
consumidores, y los sindicatos); y el aspecto cultural (los objetivos, valores, y
códigos éticos; la creencia en el progreso; la conciencia y la creatividad).
Pacey sostiene que, en sentido estricto, “la ideología, la organización, la
técnica y las herramientas son elementos de la cultura de una sociedad”, pero en su
tratamiento del aspecto cultural de la tecnología prefiere restringirse a lo que
considera el sentido habitual de cultura en el lenguaje cotidiano, esto es, a “los
valores, las ideas y la actividad creadora”.
La dimensión cultural de la tecnología hace así referencia a la forma en que los
valores y las ideas influyen en la política económica y, especialmente, en la conducta
de los ingenieros y técnicos. Sin embargo, la dimensión cultural no afecta, para
Pacey, al núcleo puramente técnico de la tecnología.
En su opinión es necesario distinguir entre “los aspectos de la tecnología que
están ligados a los valores culturales y los que, en cierto sentido, son independientes
de ellos” (17). En concreto, la construcción elemental de una máquina, así como los
principios de su funcionamiento son independientes de cualquier elemento cultural.
Respecto a ese núcleo técnico central, es posible por lo tanto afirmar la neutralidad
de la tecnología.

Los conocimientos, creencias y representaciones conceptuales o simbólicas sobre


la tecnología y sobre los sistemas tecnológicos. Llamaremos a esto el contenido
simbólico o representacional de la cultura tecnológica.
1. Las reglas y pautas de comportamiento, habilidades y conocimientos
operaciones referidos a sistemas técnicos. Llamaremos a esto el componente
práctico de la cultura tecnológica.
2. Los objetivos, valores y preferencias relativos al diseño, adquisición, uso etc.
de sistemas técnicos y de conocimientos tecnológicos. Llamaremos a esto el
componente valorativo de la cultura tecnológica.
Estos componentes de la cultura tecnológica se pueden presentar en dos
modalidades: aquellos que están incorporados a sistemas técnicos o tecnológicos y
aquellos otros, que aun siendo parte de la cultura tecnológica de un grupo social, no
están incorporados a ningún sistema técnico.

3.1. Cultura tecnológica incorporada


En efecto, los sistemas técnicos incorporan muchos contenidos culturales. Un
sistema técnico está compuesto en parte por agentes humanos que actúan
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Cultura tecnológica
intencionalmente (operadores, gestores o usuarios del sistema) y, en el caso de los
sistemas tecnológicos, además han sido también diseñados por seres humanos para
alcanzar determinados objetivos. Para actuar en el sistema técnico estos agentes
necesitan determinada información que forma parte de su propia cultura, en especial:
1. Los conocimientos, creencias o representaciones que poseen acerca de los
componentes, la estructura y el funcionamiento el sistema.
2. Las habilidades prácticas y reglas de actuación que son capaces de seguir
para operar con el sistema, o para diseñarlo y construirlo.
3. Los valores referidos especialmente a los objetivos y resultados de cada una
de sus acciones así como del sistema en su conjunto y a la relación entre
ambos.
Todos estos elementos culturales se pueden considerar incorporados a cada
sistema técnico a través de sus operadores y constructores humanos. Obviamente el
contenido cultural de cada sistema técnico concreto puede ser (y generalmente será)
diferente, puesto que también lo es la cultura de los diferentes agentes humanos. El
conjunto de los contenidos culturales incorporados a todos los miembros de una clase
de sistemas representativos de una determinada técnica, constituye el contenido
cultural de esa técnica en sentido estricto.
Por ejemplo, actualmente la tecnología del transporte individual mediante
automóviles incluye una verdadera “cultura del automóvil” con muchas variantes. Hay
sin embargo un contenido cultural mínimo que debe incorporarse a cada uno de los
sistemas de transporte individual que se encuentran efectivamente funcionando. En este
caso ese contenido mínimo de cultura tecnológica suele estar fijado por las leyes y
reglamentos del tráfico rodado y es objeto de enseñanza especializada y de control
mediante exámenes que los conductores de automóviles deben superar para obtener el
permiso de conducción.
Obviamente la técnica de conducir automóviles no es idéntica a la técnica que se
utiliza para construirlos. El automóvil que sale de la fábrica incorpora muchos
elementos culturales en su diseño y en los procesos de fabricación que se han llevado a
cabo para producirlo. Algunos de estos elementos serán transparentes para el usuario,
pero otros no. Para que el sistema funcione adecuadamente el repertorio cultural de los
usuarios del automóvil tendrá que incluir al menos una parte de los contenidos
incorporados por el diseñador y el fabricante, pero no necesariamente todos ellos ni
solamente ellos. Los miembros de una sociedad pueden usar automóviles aunque no
sepan fabricarlos. E incluso pueden constituir con ellos sistemas técnicos con
propiedades diferentes de las previstas por su diseñador. Por ejemplo, en un país pobre,
un automóvil de turismo viejo, pero de gran potencia, puede utilizarse como camioneta
de carga en vez de enviarlo al desguace.
Naturalmente no todos los contenidos culturales son igualmente incorporables a
cualquier sistema técnico, ni un mismo sistema técnico funciona igual en diferentes
contextos culturales. Por ejemplo, cuando empezaron a difundirse en España las
primeras lavadoras automáticas de uso doméstico, algunos usuarios tardaron en
comprender la función del programador incorporado en las nuevas máquinas, y en vez
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Cultura Tecnológica
de utilizarlo para seleccionar un programa preestablecido, tendían a usarlo como un
sistema para dar manualmente sucesivas instrucciones a la máquina7, a lo largo del
proceso de lavado, de manera que en la práctica suprimían el carácter automático de las
nuevas máquinas y reducían considerablemente sus prestaciones. El nuevo sistema
necesitaba una cultura diferente por parte del usuario, una cultura en la que se
incorporara la noción de programa, y otras relacionadas con ella, en el contexto de la
tecnología doméstica, como es la clara diferenciación de factores que inciden en el
lavado de la ropa (cantidad de agua, tipo de detergente, tiempo de lavado, intensidad y
frecuencia de los movimientos de la ropa en el agua, temperatura del agua, etc.).
Hay otros muchos fenómenos observables en los procesos de cambio técnico y de
transferencia de tecnologías, que ponen de manifiesto la importancia de los contenidos
culturales incorporados a los sistemas técnicos. Por ejemplo, se puede constatar en la
historia de la técnica que prácticamente todas las innovaciones, por radicales que sean,
se perciben al principio como variantes de sistemas técnicos preexistentes: las primeras
máquinas de vapor se concebían como sustitutos de las ruedas hidráulicas o de las norias
que se usaban para extraer el agua de las minas, los primeros automóviles se hicieron
intentando empotrar los nuevos motores en la estructura de un carro de caballos, y los
primeros ordenadores que se instalaron en las oficinas eran percibidos como un sustituto
de las tradicionales máquinas de escribir, no como un poderoso instrumento de ayuda
en todas las tareas de gestión, como se tiende a considerarlos ahora.
Son conocidos también los problemas encontrados en la transferencia de
tecnologías avanzadas a países en vías de desarrollo. La mayoría de estos problemas
derivan del desfase cultural entre el contexto en el que se desarrolló originariamente la
tecnología y el nuevo contexto al que se transfiere. Este desfase puede afectar no sólo al
nivel de conocimientos técnicos y de las habilidades de los usuarios, operarios y
gestores del nuevo sistema, sino incluso a las preferencias y valoraciones respecto a los
objetivos del sistema. Como se dice en un informe de ICPS (1992) para la UNESCO:
“Las innovaciones y los cambios tecnológicos no pueden producir sus
efectos socialmente benéficos si los contextos culturales y políticos no están
preparados para absorberlos e incorporarlos y para lograr las transformaciones
estructurales que se requerirán…El desarrollo de la ciencia y la tecnología implica
mucho más que la aplicación de la lógica objetiva. Se construye sobre un consenso
social respecto a objetivos y valores. La ciencia y la tecnología existen solamente
por los seres humanos que actúan dentro de ciertos contextos, de tal suerte que no
pueden ser completamente neutrales y estar libres de valores” (Apud Salomon,
Sagasti y Sachs (1996), p. 20).

7
En un modelo de lavadora automática de los años 60 el sistema de programación consistía en una
secuencia de botones, cada uno de los cuales seleccionaba un programa diferente, lo que facilitaba la
interpretación errónea de que cada botón servía para indicar a la máquina la realización de una tarea. Los
mecanismos de programación en forma de tambor continuo, de uso generalizado en las lavadoras
domésticas posteriores, permiten percibir más claramente que lo que se selecciona es un determinado
segmento de una secuencia preprogramada de operaciones. La reaparición de selectores discretos, que
seguramente se generalizará con la sustitución de los programadores electromecánicos por los
electrónicos, no planteará ya problemas, porque los usuarios actuales han incorporado a su repertorio
cultural la idea de selección de un programa.
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Cultura tecnológica

L a flexibilidad inter pr etativa de los ar tefactos


Uno de los conceptos básicos del constructivismo de Bijker es la noción de
flexibilidad interpretativa de los artefactos tecnológicos. Se trata de poner de
manifiesto el hecho de que un mismo artefacto puede tener diferentes significados
para diferentes grupos sociales.
Por ejemplo, los primeros modelos de bicicletas eran interpretados como un
instrumento para pasear plácidamente por algunos grupos de usuarios (las mujeres
entre otros) y como un artefacto deportivo y competitivo por otros. Las diferentes
interpretaciones dan lugar también a valoraciones diferentes de las alternativas
tecnológicas disponibles (los diversos modelos de bicicleta, por ejemplo), y
finalmente la estabilización de un determinado modelo se consigue cuando uno de
los grupos sociales implicados logra imponer su interpretación (generalmente
después de haberla modificado para permitir la inclusión de otros grupos).
Nuestra noción de contenido cultural incorporado a los sistemas técnicos
tiene que ver con la noción de flexibilidad interpretativa de los artefactos. Sin
embargo, puede ser útil tener en cuenta las siguientes diferencias y matices:
1. Lo que Bijker llama interpretación de un artefacto es en realidad una
parte del contenido cultural incorporado a cada sistema técnico, a través
de la cultura de sus usuarios u operadores.
2. Este contenido cultural se puede analizar en sus tres componentes
principales: conocimientos o representaciones del artefacto y de su
contexto, habilidades y reglas de operación, y preferencias o
valoraciones respecto a los objetivos y resultados del sistema
3. Se puede definir el contenido cultural incorporado a una clase de
sistemas técnicos (un modelo de bicicleta, por ejemplo) como el conjunto
de contenidos culturales compartidos por todos los miembros de esa
clase. En el modelo de Bijker, esto equivaldría a algo así como un núcleo
común a todas las interpretaciones compatibles con el mismo artefacto,
que habría que definir.
Una consecuencia de lo anterior es que el conjunto de los contenidos
culturales (interpretaciones, en la terminología de Bijker) que se pueden incorporar
a un sistema técnico no es ilimitado: existen restricciones impuestas por la propia
estructura del sistema. Es decir, aunque todos los artefactos admiten diferentes
interpretaciones, no todas las interpretaciones lógicamente posibles son
técnicamente compatibles con cualquier artefacto: una bicicleta se puede ver como
un instrumento de paseo o de competición, pero no sería técnicamente viable una
interpretación que viera en ella un instrumento para freir patatas, para escribir
cartas o para asar manzanas. Bijker interpreta estas mismas limitaciones como
consecuencia de lo que él denomina estabilización de un marco tecnológico.

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Cultura Tecnológica
3.2. Cultura tecnológica no incorporada
Cabe hablar también de contenidos técnico-culturales de la cultura de un grupo
social no incorporados a ninguna técnica. Los sistemas técnicos se desenvuelven en un
contexto social más amplio, con el que interactúan de diferentes formas, como hemos
visto en el caso de los programas de I+D. En el contexto social de un sistema técnico
puede haber individuos, que pueden o no ser agentes o usuarios del sistema, pero cuya
cultura incluye representaciones, reglas y valoraciones de esos sistemas técnicos. Por
ejemplo pueden tener una filosofía determinista de la técnica, o una concepción lineal y
teleológica del desarrollo tecnológico, o pueden mantener una ideología antitecnológica
o por el contrario tecnocrática, pueden tener ideas religiosas o morales acerca del valor
de determinados objetivos técnicos (la fecundación in vitro, las centrales
termoeléctricas, nucleares, etc.) o reglas de actuación que les prohiben usar
determinadas técnicas (transfusión de sangre, por ejemplo) o representaciones
ideológicas de algunas técnicas como encarnación del diablo (las técnicas publicitarias
en los medios de comunicación de masas) o, por el contrario, como maná caído del cielo
(tal es al parecer la idea que algunos economistas neoclásicos tienen de todas las
innovaciones tecnológicas). En fin pueden simplemente tener intereses o caprichos
(valores económicos, políticos, estéticos, etc.) a favor o en contra de una técnica o de
todas las técnicas. Todos estos rasgos culturales pueden considerarse también parte de la
cultura técnica o tecnológica de un grupo social, algunos de ellos pueden formar parte
de la cultura técnica incorporada a alguna clase de sistemas técnicos, pero otros pueden
ser parte importante de la cultura técnica aunque no formen parte del contenido cultural
de ningún sistema técnico propiamente dicho.
Las fronteras entre los contenidos culturales incorporados a los sistemas técnicos y
la cultura técnica en sentido laxo no son fijas. El desarrollo y la difusión de las
tecnologías tiene un doble efecto: por una parte amplía el espectro de contenidos
culturales que se incorporan a los sistemas técnicos; por otra parte suscita la aparición
de rasgos técnico-culturales en sentido laxo. Un ejemplo celebrado del primer tipo es la
incorporación de algunos rasgos culturales de la sociedad japonesa a la organización de
los procesos de producción tecnológica. Un ejemplo del segundo tipo es la extensión al
público en general de las controversias tecnológicas acerca de la idoneidad, el riesgo, el
impacto ambiental o las consecuencias sociales de determinados sistemas o proyectos
tecnológicos.
Existen límites objetivos en estos procesos de trasvase cultural. Hay rasgos
culturales que no son compatibles con el funcionamiento de determinados sistemas
técnicos: un testigo de Jehová no puede ser un cirujano eficiente; un operador analfabeto
no puede manejar un sistema de control complicado, de la misma forma que un ciego,
por el momento, no puede conducir un automóvil. Y hay sistemas técnicos que no
pueden difundirse en una sociedad en la que predominan determinados rasgos
culturales: una elevada valoración de la organización jerárquica puede hacer inviable la
introducción de nuevas técnicas de producción que dejan en manos del operario una
buena parte de la gestión del sistema, los ingenieros de una factoría industrial no se
pueden sustituir por chamanes de una tribu.

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Cultura tecnológica
Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la reflexión sobre la historia
de la técnica es precisamente comprender cómo los rasgos culturales característicos de
diferentes sociedades se relacionan con las diferentes líneas de desarrollo tecnológico.
Un caso especialmente llamativo es el de la distinta suerte que tuvieron en China y en
Occidente algunos inventos muy significativos (la pólvora, la imprenta) cuyas
potencialidades tecnológicas nunca se desarrollaron plenamente en la cultura que les dio
origen. Otro caso llamativo, aunque en sentido contrario, es el del desarrollo de la
tecnología de las armas de fuego en Japón: primero fueron aceptadas (siglo XVI) y llegó
a desarrollarse una industria significativa, posteriormente fueron relegadas, para
preservar las armas y las técnicas militares propias de la cultura tradicional japonesa
(siglo XVII); finalmente fueron de nuevo incorporadas tras la apertura del Japón al
exterior (1876) hasta desarrollar una potente industria militar que convirtió rápidamente
a Japón en una potencia moderna en el primer tercio del siglo XX (Basalla, 1991, pág.
207 SS.).
Ante estos casos debemos preguntarnos cuál es realmente el papel de los
elementos culturales en el desarrollo y difusión de las tecnologías. La cultura china hizo
posible la invención de la pólvora y de la imprenta; pero no facilitó que estos inventos
se desarrollaran y se difundieran como lo hicieron en Occidente. La cultura japonesa
tradicional fue un obstáculo (a través de una decisión política) para la difusión de la
tecnología de las armas de fuego occidentales; pero tras otra decisión política, permitió
posteriormente su rápida incorporación y su desarrollo. ¿Que factores culturales jugaron
en cada caso y cómo jugaron?
Una forma de contestar a estos interrogantes consiste en analizar con más
detenimiento los mecanismos de trasvase de contenidos culturales desde los sistemas
técnicos a los sistemas sociales, y a la inversa.

3.3. La dinámica de la cultura tecnológica


La cultura tecnológica de una sociedad en un momento dado se caracteriza por:
1. La cultura tecnológica incorporada a los sistemas técnicos de que dispone esa
sociedad. Esto incluye:
a) Componentes cognitivos, representacionales o simbólicos:
Conocimientos científicos y técnicos representacionales.
b) Componentes prácticos u operacionales: reglas de operación, habilidades
técnicas de producción y de uso de artefactos.
c) Componentes valorativos: objetivos incorporados a los sistemas técnicos,
valoración de sus resultados, actitudes ante el riesgo, la incertidumbre, el
cambio social necesario asociado al cambio técnico, etc.
2. La cultura tecnológica no incorporada a sistemas técnicos, pero compartida por
una parte significativa de los miembros de esa sociedad.
a) Conocimientos científicos básicos, no incorporados a sistemas técnicos,
pero relevantes para la técnica. Representaciones simbólicas de la

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Cultura Tecnológica
realidad, especialmente de los artefactos técnicos. Mitos tecnológicos (o
antitecnológicos, etc.)
b) Reglas de actuación de carácter social, moral, religioso, político,
económico, etc., que pueden ser significativas para el comportamiento
relativo al uso y desarrollo de sistemas técnicos.
c) Valores y preferencias significativas para el uso y desarrollo de sistemas
técnicos. Por ejemplo la valoración de la vida puede tener incidencia en
el desarrollo de las técnicas médicas, la preferencia por la estabilidad
frente al cambio puede impedir las innovaciones tecnológicas, etc.
La cultura tecnológica cambia y evoluciona como el resto de la cultura: casi
continuamente los individuos están creando y ensayando nuevos rasgos culturales,
algunos de los cuales tienen éxito, se consolidan, se enseñan a otros miembros de la
sociedad y son aprendidos (y posiblemente modificados) por éstos, etc. Lo específico de
la dinámica de la cultura tecnológica es la importancia que en ella tiene el trasvase de
contenidos culturales entre los sistemas técnicos y el resto de la cultura.
Por ejemplo, muchos mitos ancestrales de la cultura occidental son el resultado de
una transferencia de elementos culturales que se originan con el desarrollo de los
sistemas técnicos y se generalizan al resto de la cultura en forma de mitos. El más
significativo de éstos es el mito de Prometeo, (castigado por haber entregado el fuego a
los humanos, y con él las artes y las técnicas industriales). Entre los mitos tecnológicos
de la cultura moderna, uno de los más significativos es el de Frankenstein, muy ligado al
desarrollo de las técnicas biomédicas y del descubrimiento de las propiedades y
fenómenos electromagnéticos.
Es conocida también la influencia de la experiencia técnica artesanal en el
nacimiento de la ciencia moderna (Bacon, Galileo, etc.), en las representaciones
filosóficas de la cultura moderna: el hombre máquina de los cartesianos, por ejemplo.
La influencia de las tecnologías más avanzadas en la cultura actual es también
fácil de percibir: la sociedad postindustrial, la sociedad de la información, del
conocimiento, son representaciones de la realidad social inspiradas en las tecnologías de
la comunicación y de la información (Mazlish, 1993).
La influencia de algunas pautas de comportamiento ligadas al funcionamiento de
determinados sistemas técnicos sobre el resto de la sociedad también es bien conocida.
La más notable es seguramente la influencia que el reloj mecánico tuvo sobre la
organización de la vida de toda la sociedad occidental a partir de finales de la Edad
Media (Mumford, 1934; Pacey, 1974). La idea de un tiempo uniforme y constante y de
intervalos invariablemente iguales sólo se pudo extender a partir de la disponibilidad de
relojes mecánicos con un nivel suficiente de precisión y fiabilidad. Hasta el siglo XIV la
vida social había podido funcionar con sistemas de medición del tiempo bastante
imprecisos y dependientes de la duración variable el día y la noche, según la época del
año. Podemos hacernos una idea de la magnitud del cambio cultural que esto ha
supuesto si nos paramos a pensar cómo podría vivir una sociedad moderna actual si de
repente dejaran de funcionar todos los relojes. El ya famoso efecto 2000 de los
ordenadores (la alteración de los calendarios internos de muchos grandes equipos

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Cultura tecnológica
informáticos que pasarán a contar el año 0, cuando llegue el año 2000) y los quebraderos
de cabeza que ya está dando, es un pálido reflejo de lo que podría ser nuestro mundo si
dejara de funcionar la cultura del tiempo uniforme que se consagró con el uso de los
primeros relojes mecánicos medievales.
I lustr ación 3: Componentes de la cultur a tecnológica

Cultur a

Tecnológica

Componente I ncor por ada


Componente
simbólico a sistemas práctico
técnicos

Componente
valorativo

Hay también algunos valores de origen tecnológico, que se han generalizado al


resto de la cultura. Los ilustrados del siglo XVIII prácticamente hacían equivalentes las
nociones de progreso técnico y de felicidad y progreso moral. Todavía hoy
identificamos el bienestar como objetivo vital con el confort y la disponibilidad de
artefactos tecnológicos eficaces y fiables. Pero esto requiere una atención especial.

3.4. Los valores de eficiencia e innovación en la cultura


tecnológica
No existe ni ha existido nunca una única cultura técnica homogénea. La existencia
de la técnica, de la cultura y, por lo tanto, de la cultura técnica, es coextensiva con la
humanidad. Pero la diversidad de las técnicas humanas, desde el origen de la especie, es
tan evidente como la diversidad de las culturas. Además el mismo contenido cultural
incorporado a una técnica o a una clase de sistemas técnicos puede ser compatible con
diferentes culturas técnicas en sentido laxo. Y recíprocamente, en una misma cultura

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Cultura Tecnológica
técnica en sentido laxo pueden convivir sistemas técnicos diferentes. ¿Tiene entonces
algún sentido preguntarse por el tipo de cultura que favorece el desarrollo técnico?
Una primera respuesta a esta pregunta tiene que ver con la diferencia entre técnica
y tecnología. La tecnología se caracteriza por la incorporación del conocimiento y la
metodología científica en el desarrollo de los sistemas técnicos. En ese sentido parece
que la presencia de una fuerte cultura científica (en el sentido de la ciencia moderna) es
un componente fundamental de una adecuada cultura tecnológica. Hay aquí por lo
tanto una acepción de la noción de cultura tecnológica que tienen un carácter normativo,
semejante a (y heredado de) la cultura científica.
Pero el conocimiento científico es sólo uno de los posibles componentes de la
cultura tecnológica. Por sí solo no explica ni la existencia de diferentes trayectorias
técnicas en las que no desempeña un papel decisivo la ciencia, ni la existencia de
diferencias en la cultura tecnológica de diferentes grupos sociales que en principio
comparten los mismos conocimientos científicos.
Un ejemplo del primer tipo es el hecho, al que ya hemos aludido, de que las
técnicas características de finales de la Edad Media en Europa (la imprenta, la brújula, la
pólvora) experimentaran un desarrollo tan diferente en Europa y en China, de donde
procedían. Esta evolución no parece que se viera afectada por el nacimiento y desarrollo
de la ciencia moderna. Se trataba más bien de técnicas empíricas que fueron importadas
a Occidente en una fase ya madura y fueron desarrolladas durante bastante tiempo sin
relación alguna con los avances del conocimiento científico. Seguramente hay que
buscar las razones explicativas de la diferente trayectoria tecnológica seguida en estos
casos por Europa y China en otro tipo de factores culturales, que no se limitan a la
aparición y desarrollo de la ciencia moderna. Basalla (1991), por ejemplo, concluye sus
reflexiones sobre este punto en los siguientes términos:
“A modo de conclusión, volvamos a la lista de invenciones epocales de Bacon y
preguntémonos lo siguiente: ¿por qué la tipografía, la pólvora y la brújula
magnética fueron tan rápidamente aceptadas por los occidentales, aun cuando los
tres inventos fuesen producto de un país remoto y foráneo? La respuesta es que la
cultura occidental no era monolítica; los europeos eran eclécticos, abiertos a las
ideas, influencias y cosas nuevas. Como los nuevos artefactos no suponían una
amenaza a su forma de vida, los europeos incorporaron el triunvirato baconiano en
su cultura y olvidaron pronto el origen foráneo de esas innovaciones”(p. 215).

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Cultura tecnológica
Frente al eclecticismo europeo, la cultura china, según Basalla, era más
conservadora, xenófoba y temerosa de que el desarrollo de las nuevas técnicas pudiera
alterar los valores tradicionales. Otras explicaciones de este fenómeno, en términos de
factores sociales y económicos, como las propuestas por Nedham (1977), no excluyen el
importante papel que Basalla atribuye al componente valorativo de las culturas europea
y china de la Edad Moderna.

Efectividad y eficiencia
Es raro encontrar una dilucidación precisa de estos conceptos en la filosofía de
la técnica, a pesar de la importancia que tienen. Bunge (1989) y Quintanilla (1989,
1996) son excepciones. Mi propuesta es que utilicemos la distinción entre los
conjuntos de objetivos O y resultados R de un sistema técnico para dar una definición
cuantitativa y precisa de estos dos conceptos.
En concreto, la efectividad o eficacia de una técnica se puede entender como el
grado en que el conjunto O de los objetivos pretendidos está incluido en el conjunto
R de los resultados realmente obtenidos. El grado de efectividad se puede medir, por
lo tanto, como el cociente entre la cantidad de objetivos realmente conseguidos y la
| O  R|
cantidad de objetivos pretendidos, es decir F  .
|O|

Ahora bien, una acción puede ser sumamente efectiva, pero poco eficiente. La
noción de eficiencia se suele entender o bien en términos de rendimiento
termodinámico o bien en términos de rendimiento económico. La eficiencia
termodinámica de un motor se define como una razón entre la energía trasformada en
trabajo útil y la cantidad total de energía consumida. Pero este concepto de eficiencia
no se puede generalizar directamente para cualquier sistema técnico, porque la
eficiencia de un sistema no siempre se debe calcular en términos de eficiencia
energética.
La noción de eficiencia económica resuelve en apariencia este problema,
aunque a costa de generar otros. En efecto, la eficiencia económica de una acción se
puede calcular como la razón matemática entre del valor de los resultados
conseguidos y el coste de la acción llevada a cabo. El problema en este caso es que se
hace depender el concepto de eficiencia técnica de un valor económico (por ejemplo
el precio de mercado de los factores de producción y de los productos realizados) que
en principio nada tiene que ver con la tecnología, sino con valoraciones subjetivas o
con condicionantes externos de tipo económico o social.
En Quintanilla (1989) propuse el siguiente concepto de eficiencia técnica, que

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Cultura Tecnológica

O O R R

Ef ect i vi dad Ef i ci enci a


| O R| |O  R|
F  E 
|O| |O  R|

| O R|
resuelve todos estos problemas: E  . Se trata de considerar la eficiencia de
| O R|
una acción como una medida del ajuste entre objetivos pretendidos y resultados
conseguidos, de manera que una efectividad máxima puede ser compatible con una
eficiencia muy baja (matar moscas a cañonazos, combatir plagas con DDT, o ganar
guerras con bombas atómicas), pero no a la inversa. En general la eficiencia será
tanto más alta cuanto más alta sea la efectividad y más estricto el ajuste entre los
resultados obtenidos y los objetivos pretendidos (menos resultados superfluos o no
queridos). Las principales ventajas de esta definición son las siguientes:
 Se puede aplicar a cualquier tipo de objetivos y resultados que interese
tomar en consideración.
 Permite calcular el valor de eficiencia independientemente de cualquier
otra valoración (económica, social, moral, etc.) que se haga de los
diferentes objetivos y resultados del sistema.
 Permite definir la eficiencia para sistemas no completamente efectivos
O R O .

 Para un sistema completamente efectivo, si se calcula el coste de la acción


como el valor de los resultados no queridos (R  O), se puede obtener una
aproximación al valor de eficiencia económica a partir del de eficiencia
técnica.
 Para un sistema completamente efectivo cuyos objetivos y resultados sólo
se caracterizan en términos de consumo y aprovechamiento de energía, la
eficiencia técnica es equivalente al rendimiento termodinámico.

El mismo tipo de problemas se plantea cuando se comprueba la existencia de


diferentes “estilos tecnológicos” o formas de afrontar el desarrollo de sistemas
tecnológicos entre países o grupos sociales que comparten el mismo nivel de
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Cultura tecnológica
conocimientos científicos. ¿Cuáles son entonces los factores culturales que inciden en el
desarrollo de las diferentes trayectorias tecnológicas? También aquí será necesario
acudir a otros componentes de la cultura tecnológica, y en especial a los componentes
valorativos.
La pregunta es: ¿existen valores específicamente tecnológicos cuya vigencia en
una sociedad determinada actúe como factor favorecedor del desarrollo de la técnica y
de la tecnología y cuya ausencia o déficit actúe en sentido contrario, como factor de
retardo?
La respuesta es sí. De hecho en nuestro modelo de evaluación de las tecnologías
distinguimos dos tipos de criterios de evaluación, que llamamos internos y externos. Los
criterios de evaluación interna son los que hacen referencia a la factibilidad, la eficacia,
la eficiencia y la fiabilidad de los sistemas técnicos. Pues bien todos estos son valores
estrictamente técnicos o tecnológicos, no reducibles a valores científicos o epistémicos
ni a valores sociales, morales o políticos.
De todos ellos el valor más característico de la cultura tecnológica es el de
eficiencia. Es bastante usual confundir la eficiencia técnica con el rendimiento
económico de un sistema técnico, pero se trata de un error que impide ver en todo su
alcance el componente valorativo de la cultura tecnológica. El rendimiento económico
de una acción depende de la relación entre el valor (económico) de los resultados
obtenidos y el coste de los medios necesarios para llevarla a cabo. La eficiencia técnica
se podría entender mejor como el ajuste entre los objetivos a los que responde una
acción o un sistema técnico y los resultados realmente obtenidos. En otras ocasiones,
Quintanilla (1989, 1996), hemos desarrollado con más detalle estas ideas. (Ver texto en
recuadro)
Junto al valor de eficiencia, la cultura incorporada a la tecnología moderna incluye
también otro valor ampliamente compartido, que podemos denominar el valor de la
innovación tecnológica8 y que se refleja en principios normativos como los siguientes:
 Es bueno plantearse nuevos objetivos para el desarrollo de sistemas técnicos.
 Cualquier aspecto de la realidad que no responda a nuestras expectativas
puede ser controlado técnicamente.
 Debemos intentar crear nuevos sistemas técnicos que nos permitan controlar
esperas cada vez más amplias y profundas del mundo que nos rodea, tanto
natural como social y humano”, etc.
Estos dos valores (eficiencia e innovación) constituyen el núcleo más básico de la
cultura tecnológica occidental y contribuyen en conjunto a explicar muchas de las
peculiaridades del desarrollo tecnológico asociado a esta cultura. En concreto, las
diferencias en las trayectorias técnicas de China y Europa en la Edad Moderna pueden

8
En Quintanilla (1993) denominé al principio normativo de la innovación tecnológica “principio
tecnológico de Ortega”, en homenaje a Ortega y Gasset, que aunque no utilizó la noción de innovación,
fue el primer teórico de la técnica que señaló la importancia de este principio. Broncano (1997) en un
trabajo reciente sobre los valores de la técnica defiende la misma tesis de la importancia de los valores de
eficiencia y de lo que él llama creatividad de la técnica.
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Cultura Tecnológica
explicarse como consecuencia de la importancia del valor de innovación en la cultura
occidental frente a su debilidad en la cultura china. Por otra parte, sería posible explicar
también en términos de estos valores las diferencias entre trayectorias tecnológicas de
grupos sociales que pueden compartir el resto de rasgos culturales tecnológicos
significativos. Y por último, la propia incidencia de la cultura científica sobre el
desarrollo tecnológico, podría explicarse, al menos en parte, en la medida en se acepte
que hay una cierta interdependencia entre los valores de eficiencia e innovación y la
vigencia de una cultura científica. En Quintanilla (1997) se resume la situación en estos
términos:
“Debemos concebir el desarrollo tecnológico como un proceso que tiene una
doble dimensión: eficiencia e innovación. Una teoría normativa del progreso
tecnológico (algo así como una metodología para el desarrollo tecnológico)
debería incluir dos principios: el principio de eficiencia y el principio de
innovación. El principio de eficiencia recomienda conseguir sistemas técnicos
progresivamente más eficientes. El principio de innovación recomienda tecnificar
nuevos ámbitos de la realidad”.

3.5. Factores culturales del cambio técnico


A pesar de lo mucho que se ha avanzado en el conocimiento de los procesos de
cambio técnico, estamos lejos todavía de disponer de una teoría comprensiva y
suficientemente apoyada en datos empíricos. Pero el estudio de las dimensiones sociales
de la tecnología nos permite hoy entender que los procesos de cambio técnico tienen una
complejidad mucho mayor de la que se presupone en la concepción estándar.
Retomando los tres enfoques en el estudio de la tecnología que resumíamos en la
Tabla 2 (Apar tado 2.2), podemos ver que cada uno de ellos pone el énfasis en una de
las dimensiones posibles del cambio técnico: los procesos de invención, los de difusión
y los de innovación o cambio social. En realidad una teoría integral del cambio técnico
debe tener en cuenta las tres dimensiones y su objetivo debe ser articular el conjunto de
factores que intervienen en ese complejo proceso.
En la Ilustración 4 se recogen, en esquema, los rasgos esenciales de un modelo
integrado del cambio técnico. Este se representa como un proceso con tres dimensiones,
en el que influyen factores sociales, económicos y culturales. El modelo supone que los
factores económicos influyen principalmente en los procesos de difusión de las
innovaciones, los factores culturales tienen un mayor peso en los procesos de invención
y el resto de los factores sociales (políticos, institucionales, etc.) inciden sobre todo en
los cambios sociales y organizativos que acompañan a los cambios técnicos
La Tabla 5 ofrece algunos ejemplos de la incidencia de los diferentes factores en
las tres dimensiones del cambio técnico. Los factores culturales se han distribuido en
tres grupos, según los tres componentes principales (cognitivo, práctico y valorativo) de
la cultura tecnológica.

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Cultura tecnológica
I lustr ación 4: Dimensiones y factor es del cambio técnico

Dimensiones del cambio técnico

Innovación y difusión de las Cambio


Invención
innovación Social

Económicos

Sociales e Institucionales

Culturales

Factores del cambio técnico

Tabla 5: Algunos factor es del cambio técnico

Factor es
Factor es Cultur ales
Sociales e Factor es
Cognitivos Pr ácticos Valor es I nstitucionales Económicos

Know how Eficacia Instituciones y Financiación


Formación científica
I nvenciones Prácticas Eficiencia políticas de I+D de proyectos
y técnica
eficientes Innovación Patentes de I+D
Nivel y capacidad de Evaluación de Centros
Prácticas de Apoyo a la
Difusión de comunicación y de riesgos y de tecnológicos
producción innovación en
innovaciones acceso a la impacto Sistemas de
y consumo las empresas
información ambiental homologación
Evaluación de Políticas de
Autorepresentación Políticas
Costumbres consecuencias formación
Cambios de la sociedad industriales,
formas de sociales del Instituciones de
sociales financieras,
Mitos tecnológicos vida desarrollo evaluación de
etc.
tecnológico tecnologías
Desde luego no existe un conjunto de condiciones sociales que garantice una
elevada producción de invenciones técnicas viables. Pero sí se puede establecer que
algunos factores culturales facilitan y otros dificultan la aparición de nuevas ideas
prácticas, útiles y eficientes. Una sociedad con un elevado nivel de formación científica
y técnica tendrá más posibilidades de diseñar nuevas aplicaciones técnicas del
conocimiento disponible y de utilizar sus recursos cognitivos para resolver de forma
innovadora problemas prácticos. Naturalmente esto no es suficiente; pero mejora la
situación si además se dispone de un buen repertorio de prácticas técnicas (know how) y

Página 53
Cultura Tecnológica
predominan en esa sociedad pautas de comportamiento y valores guiados por los
principios de eficacia y eficiencia, y además se trata de una cultura abierta a la novedad
y en la que se valora la creatividad. En cualquier época histórica y ambiente social, en
los que se pueda localizar una elevada concentración de novedades técnicas, casi
siempre encontraremos también una fuerte presencia de todos estos componentes de
cultura tecnológica.
Los procesos de innovación y difusión de las innovaciones están más directamente
condicionados por factores económicos y sociales que por los estrictamente culturales.
Pero estos también desempeñan un papel importante. En primer lugar, la velocidad y la
intensidad de la difusión de las novedades tecnológicas depende en buena medida del
acceso a la información por parte de los agentes involucrados en el cambio técnico,
usuarios, tecnólogos, empresarios, etc. En una sociedad cerrada, con una cultura técnica
basada en el secreto industrial, será más difícil la difusión de las innovaciones que en
una sociedad en la que la información técnica pueda circular ampliamente9: la mayor
parte de las innovaciones técnicas surgen de la imitación y adaptación de otras
innovaciones. En segundo lugar algunas actitudes y pautas de comportamiento en
relación con la producción y la distribución de bienes tecnológicos pueden también
condicionar la difusión de innovaciones tecnológicas. Por ejemplo, la desconfianza
hacia los productos industriales nacionales (o por el contrario, hacia los extranjeros)
puede dificultar o facilitar la difusión de innovaciones de uno u otro origen. Y por
último la influencia de determinados valores en relación con la seguridad, el riesgo, la
alteración del medio ambiente, etc. pueden ser poderosos baluartes de resistencia ante
determinadas innovaciones tecnológicas o, por el contrario, actuar como motores del
cambio técnico. De hecho, uno de los fenómenos más característicos de la cultura
tecnológica actual en los países más desarrollados consiste en la generalización de los
debates públicos sobre la conveniencia o no de determinados proyectos tecnológicos que
son percibidos como amenazas a la seguridad, la salud, el medio ambiente, etc.
En nuestro modelo, el cambio social e institucional es una dimensión inherente al
cambio técnico. No se trata, desde luego, de volver a introducir el determinismo
tecnológico, sino de reconocer, siguiendo el modelo de Pérez (1983) y Freeman y Pérez
(1988) , que el desarrollo tecnológico es inseparable del cambio social e institucional.
Pues bien, también a este nivel hay una incidencia obvia de los factores culturales. En
primer lugar la propia idea que una sociedad tiene de sí misma y de la tecnología puede
tener una influencia decisiva sobre el cambio social. Por ejemplo, una sociedad que se
concibe a sí misma como algo fijo e inmutable no tendrá el mismo éxito para adoptar
los cambios que acompañan al desarrollo tecnológico que otra que se considera abierta y
mutable. Un análisis de la influencia del integrismo sobre el desarrollo tecnológico
podría ser interesante, a este respecto (Quintanilla, 1997). Por otra parte, también sería
útil analizar hasta qué punto los mitos tecnofóbicos de nuestra época (la
“hipermáquina”, la rebelión de las máquinas pensantes, etc.) condicionan las
transformaciones sociales contemporáneas. Las costumbres, modas y formas de vida
9
Una facilidad excesiva para la circulación de la información puede poner en peligro otros aspectos del
proceso de cambio técnico, como la propia motivación de las empresas para financiar desarrollos
tecnológicos originales. El sistema de patentes, a pesar de sus limitaciones es, en principio, un buen
instrumento para garantizar al mismo tiempo la circulación de información tecnológica y el interés
económico por la innovación.
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Cultura tecnológica
también son factores importantes a la hora de explicar determinados movimientos de
adaptación y acompañamiento de la sociedad a los cambios tecnológicos. Como se
puede constatar siguiendo los pasos de la revolución industrial de los siglos XVIII y
XIX, la introducción de nuevas formas de utilizar las herramientas y máquinas en el
proceso productivo, de nuevas relaciones laborales o de nuevas formas de gestión, no se
produce igualmente en sociedades agrarias que en sociedades industriales. Y por último,
un cúmulo de valores morales, religiosos, políticos, etc., que afectan a los mecanismos
de generación de consenso en torno a los grandes proyectos a largo plazo de una
sociedad, pueden tener repercusiones importantes en los procesos de innovación social y
tecnológica a todos los niveles. Los debates sobre la tecnología militar durante los años
de la guerra fría, o los actuales debates sobre las repercusiones a largo plazo de la
ingeniería genética pueden ser importantes para la orientación del desarrollo tecnológico
y la transformación de la sociedad.
Desde luego, junto a este amplio repertorio de factores culturales, no debe
olvidarse, por una parte, la incidencia de los factores económicos y sociales y, por otra,
la importancia de las propias trayectorias tecnológicas previas. Los cambios técnicos en
un momento dado no son independientes de los que se han producido en momentos
anteriores: por mucho espíritu innovador y creativo que haya en la cultura de una
sociedad, pocas innovaciones tecnológicas podrán llevarse a cabo si el equipamiento
tecnológico previamente acumulado es nulo o despreciable. Los procesos de innovación
tiene una fuerte inercia o impulso en terminología de Hughes (1987): en una sociedad
con fuerte tradición innovadora, la tendencia a introducir innovaciones tecnológicas
continuará mucho tiempo después de que hayan desaparecido las condiciones culturales,
económicas y sociales que contribuyeron a dar los primeros pasos en la senda de la
innovación. Y, al contrario, una sociedad sin tradición de innovación tecnológica,
tardará años y requerirá grandes esfuerzos hasta que consiga despegar en el camino de la
innovación tecnológica.

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