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oric, Chile y una nueva esperanza para

América Latina
Un historiador y politólogo analiza el caso chileno y opina que llega al poder no
una izquierda institucionalizada, como la que representó Michelle Bachelet, sino
una más joven y combativa.

Petrit Baquero * / Especial para El Espectador

El analista opina que "el modelo económico y social chileno, tan


promocionado por algunos, se agotó" y que ahora la prioridad es buscar
caminos que tiendan a la igualdad social.
Foto: JAVIER TORRES
El triunfo electoral en Chile del joven candidato por el partido
Convergencia Social Gabriel Boric es, entre otras cosas, una
reivindicación histórica a aquel gobierno democrático que fue derrocado
el 11 de septiembre de 1973 en un sangriento golpe de estado que
instauró una dictadura militar con el respaldo del gobierno de Estados
Unidos (con joyas como Nixon, Kissinger y la CIA al frente). Y es que
este golpe acabó con una alternativa muy interesante que planteaba
instaurar el socialismo de manera electoral frente a los sectores más
conservadores, pero también frente a aquellos que veían a la lucha
armada como la única alternativa para lograr cambios reales en un lugar
(y el golpe de Estado allá y el robo de las elecciones acá en 1970, al
menos por algún tiempo, parecieron darles la razón). (Recomendamos:
¿Por qué la Alianza del Pacífico será prioridad en el gobierno de
Gabriel Boric?).

No es necesario, por supuesto, que me digan que los de ahora son


tiempos y contextos diferentes, pues mucha agua ha pasado bajo el
puente desde que Salvador Allende fue asesinado por Pinochet. Pero, por
eso mismo, si bien ya no estamos viviendo en la “guerra fría”, es
evidente que el clima de polarización azuzado por políticos demagógicos
y populistas y, por supuesto, las redes sociales que atiborran de
desinformación a todo el que quiera corroborar sus sesgos y prejuicios,
ha generado que personajes del talante de Trump o Bolsonaro, con claras
tendencias antidemocráticas, negacionistas del calentamiento global (o la
pandemia), respaldo de líderes religiosos que no creen en la ciencia y el
apoyo de fanáticos ciegos del neoliberalismo, etc., lleguen a la
presidencia de sus países (o que, como Kast, hayan estado cerca de
lograrlo). (Más: Los problemas del Chile que recibe Boric).

En estos contextos, Boric no surge de la nada, sino que es el resultado de


los distintos movimientos sociales que formaron parte del levantamiento
popular que consiguió acabar con la Constitución confeccionada por la
dictadura militar, que entiende que el modelo económico y social
chileno, tan promocionado por algunos, se agotó, entendiendo necesario
luchar por una sociedad de derechos en la que las libertades individuales
y colectivas, así como la búsqueda de condiciones de vida digna para la
población, sean una necesidad imperiosa.
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28 dic 2021 - 12:08 a. m.

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También es parte de los movimientos juveniles que le dieron, desde la


izquierda (o, más bien, las izquierdas, porque no es una sola), visibilidad
a nuevos e interesantes liderazgos que emprendieron diferentes luchas
que se acompañaron de canciones, obras de arte y protestas con mucho
peso simbólico para tratar de hacer realidad nuevos sueños que, a la
larga, son los mismos de siempre. Mejor dicho, el joven Boric y los
movimientos que lo acompañan, son parte de un importante sector de la
sociedad que entiende la necesidad de luchar por los derechos sociales y
las libertades públicas y civiles que, en otros lugares, están dados de
antemano y ni siquiera se discuten, pero que en este sector del mundo
son vistos como “peligrosos”.

Obviamente, no la tendrá fácil, pues son muchos los factores de poder


que estarán en su contra: algunos empresarios, ciertas iglesias cristianas
ultraconservadoras, los inefables medios masivos de información y
comunicación que pertenecen a empresarios con intereses en otros
sectores económicos, los “mercados” que, tan manipulados, se “asustan”
cuando gana alguien que cuestiona al establecimiento tradicional; los
nostálgicos de la dictadura que increíblemente no faltan y, por supuesto,
algunas personas que ven con desconfianza a uno de los líderes de unas
protestas que no fueron del todo pacíficas. Es que no se puede ignorar la
capacidad de incidencia que tienen los sectores más reaccionarios, ya sea
por intereses netamente particulares o su firme convicción política
sustentada en el coco que siempre usan para meter terror, como si se
estuviera en la “cacería de brujas” de los años cincuenta: el miedo al
comunismo (y a las expropiaciones, y a “homosexualizar” a la sociedad,
y a “dar el pescado”, y a “volverse todos drogadictos”, etcétera).

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Kast vs. Boric: el proceso electoral más polarizado de Chile
Y si bien el contexto es distinto (ya lo dije), solo basta ver lo que está
pasando en Perú con el mandato de Pedro Castillo (un dirigente con una
trayectoria y formación muy diferente a la de Boric), para observar que
estos gobiernos que se denominan de “izquierda” tienen muchas
dificultades para lograr gobernabilidad (y que lo digan los que trabajaron
con Allende). Por otro lado, no se pueden ignorar las mismas dificultades
que entraña gobernar, sobre todo cuando se generan tantas expectativas
(que pueden causar bastantes decepciones).

Boric, al parecer, no va a ser una izquierda institucionalizada, digamos


que “formal”, como la que representó Michelle Bachelet, sino una más
joven y combativa que implementará un cambio de modelo, que plantea
una mayor participación estatal en la economía, salud pública universal,
reforma del sistema pensional, y conformación de un sistema educativo
público e inclusión social. Eso sí, ha dicho que va a escuchar a todos los
sectores del país y que impulsará los cambios de una manera pacífica (ya
veremos qué pasa).

Pero lo más relevante es que este joven oriundo de Punta Arenas


representa una verdadera esperanza para América Latina, no solo para
hacer realidad —ante el fracaso rotundo de las políticas económicas
neoliberales (y es que vean a Colombia)— la existencia de un Estado
social que le dé alternativas de vida digna a las personas, además, con
miradas progresistas en temas como el matrimonio igualitario, el aborto,
el libre desarrollo de la personalidad, la educación pública y gratuita de
calidad, la salud pública garantizada, la autonomía alimentaria y el
consumo de drogas, entre otros temas que marcan las maneras de ver y
entender al mundo, lo cual no es cualquier cosa.
Y también es una esperanza porque, ante el fracaso estrepitoso del
chavismo en Venezuela y la dictadura del sátrapa Ortega en Nicaragua
(que traicionó y sigue persiguiendo a todos sus compañeros de vieja
guardia), que tantas razones ha dado a los sectores más reaccionarios
para justificar su rechazo a cualquier postura de avanzada (si hasta decían
que Biden, un representante conspicuo del establecimiento gringo, era
“comunista” y todavía no falta el que lo sigue diciendo), el triunfo
electoral de un gobierno de ese perfil representa, valga la redundancia,
una nueva ilusión para que la izquierda genere exitosamente cambios
políticos desde las más altas instancias de poder (no solo desde lo
cultural, como siempre lo ha hecho).

Eso sí, sobre el gobierno de Boric muchos estarán encima esperando un


fracaso estrepitoso, porque se da la situación de que cuando fracasa un
gobierno de derecha (digan ustedes, Bolsonaro en Brasil, Macri en
Argentina o Duque en Colombia —que desastre—, cada uno con
características muy diferentes) se dice que el fracaso es del gobierno, no
del modelo, pero cuando fracasa un gobierno de izquierda (y es que es
más difícil ser de izquierda que de derecha), se dice que fracasa toda la
izquierda.

Total, a mí me alegra este triunfo, no solo porque aviva la esperanza de


que muchos cambios positivos sean posibles bajo una mirada solidaria,
incluyente, moderna (o posmoderna), renovadora y, si se quiere, más
humana, sino porque se derrotó a un nostálgico de la dictadura de
Pinochet, esa que asesinó a más de 3.000 personas, desapareció a 1.000 y
dejó cerca de 40.000 víctimas en general (y viendo estas cifras, algunas
palidecen con las de la “democracia” colombiana). Es que en estas
elecciones no había duda de lo que había que respaldar, porque, así
parezca absurdo, ya hemos visto que en otros lugares ganaron Trump y
Bolsonaro, y en Colombia muchos votaron en contra de un acuerdo de
paz (¡!).

Por cierto, no creo que el triunfo de Boric en Chile (o un eventual


regreso de Lula en Brasil) signifique que la izquierda, por primera vez,
gane la Presidencia en Colombia, pero sí que, en contraposición a una
derecha extrema cada vez menos vergonzante, nuevos aires de cambio
político de avanzada están llegando, ojalá con buenos resultados.
Y esto vale saludarlo, no solo por los chilenos de hoy, sino por los que en
tiempos pasados creyeron posible un cambio. Por eso, este triunfo es por
Allende, Violeta Parra, Neruda, Nicanor Parra, Augusto Olivares, Jorge
Peña, Los Prisioneros, Víctor Jara, Rolando Alarcón, Inti-Illimani,
Quilapayún, Mon Laferte, Ana Tijoux y por muchos, muchos más que no
conozco, pero que han estado ahí (allá y acá), incluso cayendo por la
persecución de sus enemigos y la lucha por sus ideales, con la firme
convicción de que siempre valdrá la pena creer en que un mundo mejor,
solidario, incluyente, justo y, como les dije, más humano será posible. Y
que así sea.

* Petrit Baquero es historiador y politólogo. Es autor de los libros El


ABC de la Mafia. Radiografía del Cartel de Medellín (Planeta,
2012), La Nueva Guerra Verde (Planeta, 2017), Manual de Derechos
Humanos y Paz (CINEP/PPP, 2014) y Memoria Histórica del
FONCEP (Alcaldía de Bogotá, 2019).

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11 comentarios
por Taboola
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