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De la Ética , de Baruch Spinoza

En el prefacio a la parte V

Concluye de ello que ninguna alma es tan débil que no pueda, bien dirigida,

adquirir un absoluto poder sobre sus pasiones.

Pues éstas, tal como él las define, son

percepciones, sentimientos o emociones del ánima, que se refieren especialmente a ella,

y que (nótese bien) son producidas, mantenidas y robustecidas

por algún movimiento de los espíritus (ver artículo 27 de la Parte I de Las pasiones del alma).

Ahora bien, supuesto que a una volición cualquiera

podemos unir un movimiento cualquiera de la glándula y,

consiguientemente, de los espíritus animales,

y que la determinación de la voluntad depende de nuestra sola potestad,

entonces, si determinamos nuestra voluntad mediante juicios ciertos y firmes

conformes a los cuales queremos dirigir las acciones de nuestra vida,

y unimos a tales juicios los movimientos de las pasiones que queremos tener,

adquiriremos un imperio absoluto sobre nuestras pasiones.

Proposición 3

Un afecto que es una pasión deja de ser pasión

tan pronto como nos formamos de él una idea clara y distinta.

Proposición X:

Mientras no seamos dominados por afectos contrarios a nuestra naturaleza,

tenemos potestad de ordenar y concatenar las afecciones del cuerpo

según el orden propio del entendimiento. -

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