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EL CAMINO A MORIAH

Génesis 22:1-18

Versículo para memorizar: En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por
cuanto obedeciste a mi voz. (Génesis 22:18)

Propósito de la lección: Que el alumno entienda que ser discípulo de Cristo requiere de una
entrega completa hacia su voluntad por medio de la fe, y que solamente así se puede alcanzar
una vida abundante.

Introducción.
El mandato de Dios a Abraham para que sacrifique a Isaac, es único y dramático en la
historia del pueblo de Dios. Es la prueba máxima que Dios le hizo para confirmar su pacto y
reafirmar sus bendiciones a toda su descendencia. Todo esto es un anticipo de lo que Dios
mismo realizaría dos mil años más tarde al entregar a su Hijo único a morir en la cruz del
calvario.
La historia del de Abraham e Isaac en el camino a Moriah, aunque sucedió miles de
años atrás, contiene principios permanentes para la vida de todo aquél que ha decidido recibir
a Jesús como salvador y señor.
En ésta lección veremos que el camino a Moriah implica sacrificio y fe, cuyo final es
bendición. Como tal nos ilustra el camino que cada discípulo de Cristo está llamado a seguir.

I. Un camino de sacrificio.
Génesis 22:1-2 dice: “Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y
le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único,
Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de
los montes que yo te diré.”
Aunque el sacrificio de niños era común en la adoración pagana, no es eso lo que Dios
quiere que Abraham llegue a concretar. Con el nacimiento de Isaac, posiblemente el corazón
de Abraham se distanció de Dios y estaba más centrado en el hijo que Dios le concedió. Al
estudiar el pasaje vamos a descubrir que Dios quiere que el corazón de Abraham se despegue
de su hijo, y vuelva a rendirse por completo a Él.

A. Sacrificio de su único hijo.


“Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac” (v. 2a). Isaac era el hijo de la promesa, y
había sido concebido cuando Abraham y Sara eran ancianos. Desde una perspectiva humana
no había más esperanzas para que tengan otro hijo. Por lo tanto, la petición que Dios le hace
sería algo absurdo. Una petición más fácil de realizar habría sido que Abraham busque y
escoja una cierta cantidad de becerros y corderos y los ofrezca como sacrificio; Sin embargo
Dios no le pidió a Abraham sacrificio corderos o becerros, sino que le pidió su único hijo.

B. Sacrificio de lo que más amaba.


“A quien amas” (v. 2b). Los que son padres pueden explicar lo que es amar a un hijo,
aparte de que procuran su bienestar, darían su vida misma para que su hijo esté bien. El deseo
de Abraham como padre era tener cerca a su hijo. Sacrificarlo aparentemente es un mandato
absurdo, pues va en contra de los afectos naturales de una padre para con su hijo.
Piense en aquellas cosas a las que su corazón se ha apegado, pero que es necesario que
desprenda de ellas y lo rinda a la voluntad soberana de Dios.

B. Sacrificio de su alegría.
Isaac, significa risa. La alegría de Abraham y Sara estaba en el hijo de sus entrañas,
pero lo más importante de su satisfacción es que en Isaac se cumplirían todas las promesas de
Dios.
Vivimos en una generación fascinada por experimentar sensaciones de alegría de una
manera continua. Puede ser a través de viajes, compras, programas de televisión, entre otros;
sin embargo, estas cosas aunque no sean pecaminosas en sí, pueden convertirse en un estorbo
en nuestra relación con Dios. Por lo tanto Dios nos pide que sacrifiquemos nuestras fuentes de
alegría, para que sólo Él sea la única fuente de nuestro gozo y alegría.

C. Sacrificio de su esperanza.
La esperanza de que la descendencia de Abraham iba a ser como la arena del mar y
las estrellas del cielo descansaba en la persona de Isaac, pues Dios le había dicho: “… en
Isaac te será llamada descendencia” (Génesis 21:12). La promesa de una tierra y la
bendición a las naciones se cumpliría sólo por medio de Isaac.
Es natural que el cristiano tenga metas y objetivos que alcanzar. Terminar una carrera
o prosperar en un negocio en sí no tiene nada de pecaminoso, el problema es que esas metas
pueden alejarnos de Dios, quien es la única fuente inagotable de esperanza para nuestra vida.
Por ello, Dios nos puede pedir que nuestras metas personales la rindamos a su voluntad, para
que sólo Él sea nuestra esperanza viva.

D. Un sacrificio emocional.

Al tercer día alzó Abraham sus ojos, y vio el lugar de lejos” (v. 4). Fueron tres días
de camino que Abraham tuvo que meditar en la acción de sacrificar a su hijo, no fue de un
momento a otro que tenía obedecer el mandato. Es natural imaginar que Abraham durante el
camino tenía una conmoción profunda en sus entrañas al saber que su hijo iba a ser sacrificado
como un holocausto a Dios. Fueron tres largos y dolorosos días para decidir no hacerlo, sin
embargo Abraham estaba determinado en obedecer a Dios.
No importa las emociones que se pueda experimentar, la obediencia a las demandas de
la Palabra es lo que más importa en un discípulo de Cristo.

E. Moriah, alude a sacrificio.


Según la tradición judía, Mooriah significa “monte de la mirra” (Cantares 4:6) 1.
Aunque era usado para elaborar perfumes, es “símbolo de sufrimiento” 2, pues a Jesús le
ofrecieron vino mezclado con mirra para amortiguar su dolor en la cruz. (Marcos 15.23)
Jesús puso las condiciones claras para los que desean ser sus discípulos: tomar la cruz,
negarse a sí mismos y perder la vida. La prueba de parte de Dios a Abraham y la respuesta de
éste, enseña al cristiano de hoy que la obediencia a Dios requiere del mejor sacrificio,
desprendimiento de lo que más se ama, diligencia en las responsabilidades y una

1
Nuevo Diccionario de la Biblia de Alfonzo Lockward.
2
Henry, M., & Lacueva, F. (1999). Comentario Bı́blico de Matthew Henry (p. 1070). 08224
TERRASSA (Barcelona): Editorial CLIE.
perseverancia continua a coste de todo con el fin de obedecer a Aquél que dio su vida para
salvar a la humanidad.
Antes de pasar al siguiente punto de la lección, es oportuno meditar en el coro del
himno “Un sacrificio vivo” que dice así:
¿Te has puesto en el santo altar de tu Dios?
¿Te has entregado al Señor?
Sólo así tú tendrás, su descanso y solaz,
Y sus ricas delicias de amor.3

II. Un camino de fe.


Abraham recibe el mandato de Dios para sacrificar a Isaac, pero no recibe ningún anticipo
de lo que va a suceder. Dios conocía el corazón a Abraham y sabía de lo que iba a ser capaz,
pero no le adelanta nada. Él quiere que Abraham ofrezca su hijo como un acto de fe. Dios
quiere que Abraham procure sólo obedecerle y nada más. Se puede pensar que Dios le hubiera
dicho a Abraham vete a sacrificar tu hijo y yo te voy a bendecir en gran manera, te voy a
prosperar, y vas a vencer a todos tus enemigos; sin embargo, la historia no nos habla nada de
éste supuesto.
En esta sección veremos que Abraham demuestra su confianza en Dios a través de una
obediencia diligente y también por las palabras que les da sus siervos y también a Isaac.

A. Una obediencia diligente.



Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno, y tomó consigo dos
siervos suyos, y a Isaac su hijo; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al
lugar que Dios le dijo.” (vv. 3). Abraham obró con diligencia para obedecer el mandato de
Dios, no consultó a su esposa, tampoco espero unos días para ver si Dios cambiaba de parecer.
Santiago 2:17 dice: “…la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. La diligencia en
nuestras responsabilidades dentro de la Iglesia local, es evidencia de la calidad de nuestra fe.

B. Fe demostrada con sus palabras.


Génesis 22:5 dice: “Entonces dijo Abraham a sus siervos: Esperad aquí con el
asno, y yo y el muchacho iremos hasta allí y adoraremos, y volveremos a vosotros.”
Abraham iba para sacrificar a su hijo, pero tiene la convicción de que no va a regresar sólo, su
hijo también regresará con él.
“Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió:
Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero
para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el
holocausto, hijo mío. E iban juntos.” (Génesis 22:7-8)
El Comentario Mundo Hispano nos aclara: “Lejos de ser una mentira piadosa o un
fácil escape de respuesta, demuestra toda la dependencia de Abraham en Dios.”4
Sin caer en la confesión positiva, nuestras palabras deben evidenciar una convicción
firme en lo que Dios quiere y puede hacer.

3
Himnario Gracia y Devoción. CNP.
4
Carro, D., Poe, J. T., Zorzoli, R. O., & Editorial Mundo Hispano (El Paso, T. . (1993–).
Comentario bı́blico mundo hispano Genesis (1. ed., p. 130). El Paso, TX: Editorial Mundo
Hispano.
C. Obediencia por fe.
“Abraham llegó a la conclusión de que si Isaac moría, Dios tenía el poder para
volverlo a la vida…”5.
El seguimiento a Jesús es por fe. La fe no es algo que queda solo en el plano
espiritual, sino que se evidencia en acciones concretas.
La fe no es sólo creer que Dios existe y que su palabra es verdad, pues Santiago 2:19 dice:
“…También los demonios creen y tiemblan”. La fe, como fundamento del discipulado, es
creerle Dios y obedecer sus mandatos sin cuestionamientos. Es tener la convicción firme que
Dios recompensa a quienes le siguen de todo corazón.

III. Camino hacia la bendición.


El deseo natural de un seguidor de Cristo es ser bendecido. Sin embargo muchos cometen
el error de buscar que Dios bendiga sus metas y ambiciones personales que distan de estar en
el centro de voluntad de Dios. Recordemos que Jesús dijo en Mateo 16:33: “Más buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y las todas éstas cosas os serán añadidas”.
De acuerdo a la historia que venimos estudiando, podemos confirmar que la vida
abundante que Dios ofrece, nos llega en plenitud cuando nos rendimos por completo a las
demandas de Él.

A. Por juramento de Dios.


“Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, y dijo: Por
mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado
tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré…” (vv. 15-17a). Dios le promete con toda
certeza bendecir a Abraham. Éste ya no tiene que cumplir más requerimientos para ser
bendecido, pues ya pasó la prueba. Por eso el Ángel de Jehová le dice: “Por mí mismo he
jurado, dice Jehová”.

B. Por promesa de Dios.


“… y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que
está a la orilla del mar…” (v. 17b). Dios una vez más reafirma la promesa de que la
descendencia de Abraham será como las estrellas del cielo y la arena del mar. Esa promesa de
multiplicación se cumplió en la vida del pueblo de Israel. A Egipto llegaron un total de 70
personas, pero en un espacio aproximado de 400 años, cuando salieron para la tierra de
Canaán, sumaban más de un millón de personas. En el N.T la promesa se evidencia en la
multitud de creyentes en Jesús, que por la fe vienen a ser descendientes de Abraham.
Cuando hay una Iglesia rendida por completo a Dios, es seguro que será bendecida con
una multiplicación de su membresía.

C. Por respaldo de Dios.


“… y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos” (v.17c). Ésta promesa
lo podemos notar de una manera clara cuando Israel prevaleció contra las naciones vecinas, en
los reinados de David y Salomón. En esos períodos el territorio israelita se expandió de una
manera extraordinaria. Jesús también dio una promesa para su Iglesia: “Las puertas del Hades
no prevalecerán contra ella”. Un pueblo consagrado a Dios siempre vivirá en victoria.

5
Nueva Traducción Viviente. (2009). (He 11.19). Carol Stream, IL: Tyndale House
Publishers, Inc.
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que
nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni
principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni
ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 8:39), éstas preciosas declaraciones del apóstol Pablo, serán una
realidad en nuestra vida, sólo cuando nuestra vida esté completamente rendida a los propósitos
de Dios.

D. Por obediencia a Dios.


“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto
obedeciste a mi voz” (v. 18). En Jesús, la simiente de Abraham, miles y millones de personas
han alcanzado la bendición de la gracia redentora de Dios. Cada seguidor de Cristo, al rendir
su vida por completo a Dios, se convierte en un instrumento de bendición, pues “de su
interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:38b).

CONCLUSIÓN

Como discípulos, tenemos el desafío de entregar nuestras vidas a Dios sin reservas. Él
quiere ser el único objeto de nuestro amor, el único tesoro que cautive nuestro corazón. No
podemos amar a Dios y las riquezas. La prueba que le toco pasar a Abraham, nos ilustra que si
es posible ofrecer a Dios todo nuestro ser como un sacrificio agradable a Él.

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