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METÁFORA DE LAS OLAS (CONOCIMIENTO DE LAS EMOCIONES)

Imagina una playa bañada por las olas. Habrá olas pequeñas que nos sensación de paz y
tranquilidad. En algunos momentos, también llegarán olas grandes de aspecto amenazante.

Si estás en el agua y notas una de esas olas enormes, te asustarás y querrás escapar. En ese punto
tienes dos opciones, intentar llegar a la orilla o zambullirte y dejar que la ola pase encima de ti. Si
tienes mucho miedo, lo más probable es que intentes alcanzar la orilla y la ola te golpee de lleno
cuando rompa sobre la arena.

Sin embargo, lo peor es que luego otra ola amenazante vuelve a acercarse. Entonces vuelves a
escapar. Cada vez que llega una nueva ola, te parece más amenazante que la anterior y, como
resultado de tu esfuerzo por escapar de ellas, te sientes cada vez más cansado.

Si simplemente te sumerges en el agua, apenas notarás la fuerza de la ola. Al final, tanto las olas
apenas perceptibles como las olas enormes terminan desapareciendo en la orilla. La diferencia
está en la manera de afrontarlas. Debemos recordar que no nos ahogamos por caer en el agua,
sino por el tiempo que permanecemos sumergidos.

Esa playa con sus olas es una representación de lo que sucede en tu interior, las olas son las
emociones que no pueden hacerte daño, a menos que intentes luchar contra ellas. No cabe dudas
de que ver una ola inmensa aproximándose puede dar miedo, pueden hacernos sentir mal e
incluso puede parecer que será el fin del mundo, pero al final terminarán disolviéndose en la
arena.

Cuando en la vida atravesamos situaciones que se asemejan a esas olas gigantes, es normal que
nos sintamos atemorizados, tristes o ansiosos; pero alimentar los pensamientos negativos solo
generará más miedo, frustración y agotamiento psicológico. En vez de resistirnos a esas
situaciones, intentar huir de ellas o negarlas, simplemente debemos aceptarlas e intentar llevarlas
de la mejor manera posible. Eso no es resignación, es inteligencia.

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